El trio por Whatsapp (Candela, Capítulo III)

Tal y como Candela había imaginado, el plan que había trazado con Mercedes solo iba a ser el pie y, al final, sería su intuición la que hiciera tomar una decisión...

Las cosas iban tal y como candela había planeado con Mercedes en su casa. Tenían la coartada por el tema de la discusión acerca de la nave para chatear descontroladamente por WhatsApp y hacía un rato que lo llevaban haciendo después de que, Jose y Candela, hubieran terminado de cenar y se hubieran acomodado en el sofá para ver la tele y ponerle punto y final al día.

Y el punto y final que había que darle era que Candela le contara a Jose que se estaba acostando con Lucía y con Nacho y que, encima, en vez de ser motivo de pelea fuera motivo de polvazo. ¡Con las agujetas que aún tenía Candela de haberse acostado ayer mismo, no solo con ellos, sino también con Luís, un amigo de Nacho que Lucía metió en la cama durante el encuentro y al que Candela no pudo decir que no!

A Mercedes se le había ocurrido como excusa, para que Candela pudiera sacarle a Jose el tema de su sexo con otros, enviarle unas fotos suyas subidas de tono que tendría que enseñar a Jose. Así podrían iniciar una conversación de índole sexual que, aunque era lo que Candela buscaba, seguía sin tener muy claro cómo ir orientando para alcanzar el objetivo. Y, después de mucho pensarlo, llegó a la conclusión de que, si llegaba el momento de encontrarse totalmente perdida, ya le dirigiría la improvisación. Que no solía fallarle.

-Bueno, ¿qué? –Leyó que escribía Merche- ¿Está la situación como para fiesta? ¿Te has hecho el cuerpo?

-Ahí, ahí… Nos hemos fumado un canutillo y le veo relajado. Cuando termine el debate, le digo de poner algo erótico en la tele…

-¿Y por qué no se lo dices ya y empezamos antes? ¿Tan interesante es lo que estáis viendo?

-¡Hija qué prisas! Estamos viendo lo de la trama corrupta de ayer. ¡Qué vergüenza!

-Pues yo preferiría antes follar con mi marido a ver como otros me joden la vida…

-Pues también llevas razón… Pero es que la que tengo encima es gorda. A ver cómo se lo suelto…

Mercedes le mandó una foto. Una foto en la que aparecía recostada en su sofá con un conjunto negro de ropa interior de encaje con liguero y medias de rejilla. Zapatos de tacón y maquillaje agresivo. Con unos exagerados labios pintados de rojo que, sin embargo, eran el mayor atractivo de la foto.

Candela no se esperaba esa foto tan pronto y sin avisar, pero ya estaba en mi móvil. Mercedes comenzó el envío de tres fotos más y, mientras se cargaban, las imaginaba y le inquietaban creando sentimientos contrarios de excitación y bloqueo. Por un lado le excitaba la idea de hacer de este difícil marrón una nueva y satisfactoria experiencia sexual pero, por otro, le bloqueaba eso de “marrón”.

-¿Cuál te gusta más? –preguntó Mercedes.

-¿Quién te las ha hecho?

-Yo. Me grabé un video con la canon y luego, con el ordenador, seleccioné los fotogramas que más me gustaron y los edité con el Photoshop.

-¿Para qué te las has hecho?

Mercedes le contó por escrito la historia que ya habían planeado que se contarían; Que eran para mandárselas a un rollete y que no sabía qué hacer.

-Pero, venga, ¡Va! Que te he preguntado porque necesito tu ayuda. ¿Cuál te gusta más?

Candela decidió seguirle el rollo. Si el plan era que Jose viera las fotos, cabía la posibilidad de que también leyera la conversación. Y ésta debía ser creíble. Así que tenía que seguir con el paripé un poco más y darle más consistencia a la coartada y, por esa razón, se puso a ver las fotos con detenimiento para responder a su pregunta.

¡Menudas fotos! Si la primera del sofá le había parecido muy sexual, las tres siguientes fueron aún peores. Eran planos más cortos. Una desde las rodillas hasta arriba que se le veía la rajita y el monte de venus depilado, otra del busto en la que se le veía un pezón y te comía con la mirada y con ese gesto tan lascivo que dibujaba con los labios. Y la tercera eran solo sus piernas, sus medias y sus tacones y el tanga bajado y enrollado a la altura de las rodillas.

Esa última foto fue la que más le gustó. Decía muchas cosas con una elegancia sublime en la que, sin enseñar nada, se entendía todo. Candela se imaginó vestida con ese conjunto de ropa interior y con el tanga a esa altura y se excitó. Podían ser mil las situaciones en las que pudiera encontrarse así. A solas con Jose, con Jose Lucía y con Nacho, ¡Con la propia Mercedes!

Volvió a revisar las otras fotos y se sorprendió cuando, de repente, empezó a mirarlas de otra manera. Estaba dejando que Mercedes la sedujera en aquellas imágenes y lo cierto es que lo conseguía. Después de haber tenido sexo con una mujer, con Lucía, se preguntó a sí misma que por qué no lo tenía también con su mejor amiga. Dicen que no hay nada mejor que hacértelo con tu mejor amiga, ¿No? Y, como no sabía si Mercedes compartía ese puntito bollo, pensar en planear algo para sonsacarle le excitó.

Miró a Jose, que estaba distraído mirando el móvil y supo que era el momento de pasar a la acción. No tenía muy claro cómo hacerlo ni cómo ir hilando las cosas pero el calentoncillo tonto que le estaban dando las fotos de Mercedes le arrancaron el motor.

-¿Qué mensaje es el que quieres darle al colega?

-¿Por qué?

-Porque cada una dice una cosa distinta. En la que se te ve entera manifiestas tu imaginación, dices que eres atrevida y morbosa. En la que se ve un cacho de chocho dices, además, que eres desinhibida. En la de la teta eres un pendón y, la de las piernas, dice directamente “quiero follar contigo” pero con mucha elegancia. Ha sido la que más me ha gustado.

¡Y no sabes cuánto!, pensó Candela. Esa foto había hecho que le entraran ganas de follar con ella.

Cogió la Tablet y buscó una peli erótica que ver. Cuando la encontró la lanzó para que se viera en la tele. Quería recuperar un poco de la atención de Jose, que supiera sus intenciones aunque siguieran un poco desconectados aún el uno del otro.

-¿Qué ves? –le preguntó a Jose mientras se incorporaba para coger el mando de la tele.

Su marido levantó la vista y no tardó en descubrir lo que había puesto. Las primeras imágenes de la peli con dos mujeres desnudas paseando por un jardín, ya dejaban la cosa clara.

-Estoy ojeando el twitter… ¿Y esto? –le preguntó refiriéndose a la peli.

-Nada…

Es increíble la capacidad que tienen los tíos de abstraerse en sus cosas. No siguió preguntando. Le bastó el “nada” de Candela para volver a su mundo. Sin embargo, su mujer le pilló la sonrisilla de medio lado que pone cuando está predispuesto a tener sexo. Así que, aunque volvió a perderse en su móvil, supo que tenía el camino abierto para profundizar en lo que quisiera. Lo que no sabía era cómo hacerlo. Pero se le ocurrió una idea. No sabía a dónde la iba a llevar pero era un posible punto de partida.

-Tengo que enseñarte algo pero tienes que prometerme que no va a salir de aquí.

-¿Qué es?

-Mercedes se ha hecho unas fotos que… En fin, míralas tú mismo y ahora te cuento…

Le dio el teléfono con la primera foto en pantalla. Lo cogió, vio a Mercedes y alucinó. La amplió, la desmenuzó y, luego, vio las otras tres.

-¡¡ ¿Y esto?!!

-Dice que se las ha hecho porque quiere mandarle algo así a un ligue que tiene, pero que no sabe si mandarle alguna de estas. ¿Tú qué dices? ¿Qué foto te gustaría recibir si tú fueras el ligue?

-¡Todas! –respondió sin vacilar y manifestando el énfasis oportuno-. Si tuviera un ligue que estuviera dispuesta a mandarme fotos de este tipo, querría que me mandara todas las que se hiciera.

-No me sirves de ayuda… ¿Si fueras Mercedes cuál mandarías primero?

-Primero mandaría la que sale de cuerpo entero y luego, si lo que quiero es dar un mensaje más directo, la de las piernas. Las otras dos son demasiado explícitas como para enviarlas de primeras.

Candela rescató el móvil de manos de su marido para escribir algo.

-¿Qué haces?

-decirle a Mercedes cuál elegiría, pero sin que sepa que es tu criterio. Sino que es cosa mía…

Jose empezó a estar más pendiente de lo que hacía su mujer que de su teléfono. Lo dejó sobre la mesa y se puso a ver la peli. A candela le agradó ver que no tardó en meterse la mano bajo el pantalón del pijama y llevársela al paquete. Estaba calentito y eso podría facilitarle soltarle el bombazo. Aparte, claro está, de que, con las fotos de Mercedes, le estaban entrando unas ganas locas de echar un polvo y, qué él también pareciera tenerlas, la ponía aún más cachonda.

-¿qué te parece que Mercedes se haga estas fotos? –le preguntó.

-No sabía que tuviera esas aficiones.

-Yo tampoco. Ni se te ocurra decirle que las has visto…

-No se lo diré, tranquila…

-¿Te la follarías?

Se le escapó. No venía a cuento pero tenía que preguntarlo. Estaba tan nerviosa por todo lo que le rondaba en la cabeza que era torpe. Seguro que preguntarle así, a bocajarro, iba a ser malo.

-¡¿En serio me lo preguntas?!

Sin embargo, aquella respuesta la tranquilizó. Aparte de las palabras, el tono y el gesto con que le respondió dejaron ver que la puerta a una charla íntima estaba abierta si Candela estaba dispuesta a escuchar según qué cosas. Y, sinceramente, tenía muchas ganas de oírlas.

-Sí, claro –contestó-. ¿No sabes tú que yo me lo haría con Nacho? Pues yo quiero saber si tú te lo harías con Mercedes…

-Solo si estuvieras tú también. A solas nunca…

Aquel “a solas nunca” la partió en dos. ¿Cómo le decía entonces que ella, a solas, había hecho cosas? De nuevo le pareció imposible que aquel plan funcionara y, desgraciadamente, estaba metida en un berenjenal del que ya no había vuelta atrás y del que tendría que salir de algún modo.

Volvió a perderse en la pantalla del móvil pensando en pedirle ayuda a Mercedes para salir del atolladero pero sin encontrar cómo decírselo. Estaba bloqueada. ¡Esas eran las palabras!

-¡Estoy bloqueada! Jose me acaba de soltar un zas que no sé por dónde seguir la conversación.

-¿Qué te ha dicho? –le preguntó Mercedes.

-Que él nunca se acostaría con otra a mis espaldas… Que si estoy yo vale, pero, que si no, nada…

Supuso que Mercedes sería capaz de coger el hilo de la conversación para hacerse una idea de por dónde iban los tiros y no se equivocó. Su respuesta fue clara y discreta.

-Te la ha puesto a huevo. Ya está hablando de sexo entre tres. Tírale por ahí a ver qué pasa. Pregúntale qué le gustaría hacer contigo y con otra mujer y, de ahí a que metas a Nacho en la charla, hay solo un paso. Muy sencillo, además.

Candela se quedó dubitativa, como si estuviera tratando de suponer los derroteros por los que discurriría la conversación y, a la vez, quisiera prepararse las respuestas para salir de cada atolladero. Aquello no le parecía nada fácil.

Entonces sonó a la vez una alerta en sus teléfonos, el de Candela y el de Jose, y ambos miraron a ver de qué se trataba. Sorprendentemente para ambos, Mercedes acababa de crear un grupo de conversación en el que estaban los tres.

-Buenas noches –comenzó escribiendo- ¿Os interrumpo vuestra película erótica?

-Tú nunca interrumpes –le empezó a contestar Jose-. Imagino que ha sido Candela quien te ha contado lo que andamos viendo, porque dudo mucho que tengas una cámara y nos estés espiando…

-Pues sí, ha sido ella. Que estábamos de casquina…

-Ya, ya… Lo sé. Algo me ha contado…

-¿Qué te ha contado? –Mercedes no era tonta y estaba tirando el anzuelo.

Candela levantó la vista de la pantalla de su teléfono y miró a Jose con cara de que no fuera a contar nada inapropiado. Como lo de que había visto las fotos, por ejemplo. Jose, por su parte, le devolvió la mirada escondiéndola bajo las cejas con una sonrisa maligna y desconcertante que descolocó a su mujer. Y comenzó a teclear de nuevo.

-Me ha dicho que tienes un ligue y que estás que no sabes qué hacer con él. ¿Qué es lo que te pasa?

Candela respiró aliviada a leer el mensaje de su marido. Pero la respuesta de Mercedes la volvió a poner en tensión.

-Pues nada, hijo. Que tengo ganas de tener un momento “zorroncillo” pero no me atrevo.

-Candela, ¿Me das permiso para leer estas cosas? Hija, di algo, que también estás en el grupo. ¡Manifiéstate!

-Eso. Y a ver si dices algo interesante que, hasta ahora, de poca ayuda me has servido –escribió también Mercedes.

-Sí, sí… Vosotros mismos… -respondió finalmente.

Mercedes empezó a contar de nuevo la historia ficticia del rollo y la fue decorando hasta que entró en los asuntos más peliagudos. Hasta ese momento, Jose había ido respondiendo con breves comentarios en los que manifestaba estar en consonancia con los pensamientos de Mercedes. Candela, por su parte, estaba tan nerviosa que le estaba costando relajarse y meterse en la conversación. Ella sabía lo que había detrás de todo aquel paripé, y le seguía dando más miedo que morbo.

-Total… Que me he hecho unas fotos para enviárselas y no sé si debo hacerlo…

Volvió a subir las mismas cuatro fotos al grupo y, al reconocerlas, Candela y Jose se miraron con cara de sorpresa. Él porque no se imaginaba que Mercedes fuera capaz de hacer aquello y ella porque la conversación acababa de pasar a tintes sexuales demasiado íntimos que auguraban una profundización en el tema al que se dirigía con mayor rapidez de la deseada. Iban definitivamente hacia la exposición final del bombazo: los encuentros de Candela con Lucía y con Nacho.

Pasaron unos largos segundos después de que se descargaran las fotos hasta que apareciera algo nuevo en la pantalla.

-¿No te estarás tocando, no?

Aquella broma de Mercedes hizo que Jose no pudiera reprimirse.

-No. No me estoy tocando. Pero seguro que Candela debe estar pensando en si me gustaría acostarme contigo después de haberlas visto.

-¿Estás pensando eso, nena? –escribió Mercedes.

-¡Joder! ¿Tan transparente soy? Pues sí. Lo pienso. Y ahora me quedo con la duda…

-No hija, no –respondió Mercedes-. Ahora la duda la tenemos las dos. ¡Jose! ¡Responde!

Jose levantó la vista del móvil y buscó a Candela con la mirada.

-¿Lo freno? –le preguntó

-Haz lo que quieras –respondió Candela no muy convencida de qué era peor. Si pararlo o dejarlo seguir.

-Eres una muy buena opción para un trío –terminó por escribir Jose.

-¡¿Un trio?! ¡Nena! Eso no me lo habías contado.

-Jose y sus cosas… -respondió Candela.

-Sí, claro, como cuando le dijiste que te lo harías con Nacho. Eso también es cosa de Jose…

-¿Te ha contado eso? –emoticono ojiplático de Jose- ¡Madre mía! Yo aquí tratando de ser prudente y parece que no va a hacer falta…

-Candela me lo cuenta todo. Bueno, casi todo. Nunca me había contado que hubierais hablado de mí como candidata para un trío.

-Es que nunca hemos tenido esa conversación –respondió Candela.

-¿Con quién? Con Jose, ¿No? Porque conmigo ya te he dicho que no.

-Con ninguno de los dos.

-Pues ahora la estamos teniendo. Nena, ¿Te lo montarías conmigo?

-hazte un canuto –le dijo Candela a su marido.

Jose obedeció sin pestañear siquiera. Aquella era una llamada al sexo y una situación nueva y morbosa que le excitaba. Ya no podía dejar de pensar en Candela y Mercedes juntas mientras seguía con la charla. Y, encima, de alguna manera, Mercedes estaba participando. No se podía pedir más.

-Dicen que no hay nada como una buena amiga para probar tu instinto lésbico –respondió.

-¿Y tú? –escribió Jose momentáneamente- ¿Te lo montarías con nosotros?

En el tiempo que Mercedes tardó en responder, Jose y Candela cruzaron sus miradas buscando entenderse solo con mirarse a los ojos. Y se entendieron. Jose quería saber si a Candela le había parecido mal la pregunta y Candela tenía la respuesta al mejor de los casos que pudiera plantearse su marido, en sus ojos se leía el interés, la curiosidad, incluso el deseo.

Mercedes mandó otra foto. Aparecía sentada en el sofá de su casa, mordiendo el cuello de la camiseta del pijama mientras que, a la vez, con una mano, se bajaba la cremallera que, por delante, caía hasta más abajo del canalillo dejando entrever de manera muy sugerente y sensual el contorno de sus pechos desnudos bajo el algodón. Acompañaba el gesto con una mirada igual de sugerente que su canalillo y, con la otra mano, tomaba la foto.

Después de recrearse momentáneamente mirando la foto, Jose abrió la cámara y apuntó con el móvil a Candela. Ella, por su parte, puso una mirada similar a la de Mercedes y, en lugar de bajarse la cremallera, desabrochó por completo su camisola y metió una mano por debajo del pecho, que no se veía.

Después de enviarla y que apareciera en la pantalla de los tres teléfonos, Candela cogió el suyo y fotografió a su marido. Jose, recostado en el sofá, se metía la mano por debajo del pantalón del pijama agarrándose la polla.

Comenzaron a enviarse fotos mientras se iban desnudando. Mercedes se quitó la parte de arriba del pijama, luego los pantalones y, por último, el tanga. Candela, por su parte, al quitarse la camisola se quedó en tanga y se hizo así un par de fotos antes de desnudarse del todo. Jose fue más desinhibido y, desde su segunda foto, ya estaba desnudo.

-haceros una juntos y decidme dónde estaría yo en la foto…

Jose se puso de rodillas con los muslos erguidos sobre el sofá y Candela, de lado, también se clocó de rodillas pero con el culo apoyado sobre los gemelos y besando uno de los pezones de su marido mientras que con una mano le sobaba los huevos. Mandaron la foto y Jose respondió a la demanda de Mercedes.

-tu estarías frente a Candela y, en vez de besarme los pezones, os estaríais comiendo la boca. Sobarme los huevos es opcional pero recomendable.

Mercedes respondió con otra foto. Recostada en la esquina del sofá, abierta de piernas y con una mano acariciándose por encima del clítoris. Luego, también escribió algo.

-Me gusta. Y me gustaría más si, en vez de besarnos, te estuviéramos comiendo la polla mientras que Nacho encula a Candela y a mí me da lo mío mi chorbo.

Candela no dudó en bajar a comerse la polla de su marido mientras ponía el culo en pompa y posaba para el móvil que, Jose, estaba encuadrando delante de ella. Sin embargo, no tuvo la sensación de que le hiciera ninguna foto y, para cuando ya había empezado a hablar en voz alta, se dio cuenta de que, en realidad, su marido la estaba grabando.

-Cómetela como si te estuviera follando Nacho y mira como me pone que lo hagas… ¿Quieres follarte a Nacho? ¿Quieres comerme la polla mientras te folla?...

-Sí… -respondió Candela entre gemidos y dándole lengüetazos empapados en saliva a la polla de su marido.

Para Candela aquella situación no era nueva. De hecho, era la segunda vez que su marido la grababa en video diciendo en voz alta que quería follarse a Nacho. Y, al sentirse cómoda,  se envalentonó…

Dejó de comerle la polla a su marido y se sentó en el sofá abierta de piernas frente a él, con la espalda apoyada en el respaldo.

-Mándale el video a Mercedes –fue lo primero que dijo-. Dale tiempo para que envíe una respuesta que quiero aprovechar ese tiempo para contarte algo… -cogió su teléfono y se lo pasó a su marido-. Y grábame con mi móvil si quieres, que creo que te va a gustar…

Jose dejó su móvil enviando el video y cogió el de Candela tan desconcertado como cachondo. No tenía la más mínima idea de lo que iba a hacer su mujer pero, que fuera ella quien pidiera video y se mostrara tan desinhibida, morbosa y sugerente, le tenía a mil. Así que cogió el aparato, buscó el encuadre y comenzó a grabar.

Candela, exhibiéndose abierta de piernas y apoyada en el sofá, comenzó a acariciarse el clítoris con una mano mientras que, al principio, con la otra se acariciaba el contorno del pecho. Le mantenía la mirada a su marido con lo boca entre abierta. Tardó dos intentos en comenzar a hablar en voz alta, el tiempo necesario para que el placer que le nacía del coño la animara definitivamente a superar sus barreras y remordimientos en voz alta.

-Me encanta ser tu puta… -comenzó a decir para, a continuación, tomar profundamente aire para poder seguir con lo que estaba a punto de hacer-. Y quiero pedirte perdón por haber tardado tanto en darme cuenta de lo que me gusta serlo… El placer que me provoca dejarme llevar hasta los límites que se te ocurran… Estar a tu servicio…-Candela acompañó estas últimas palabras con una mirada de lascivia tal que parecía como si estuviera visualizando cualquier de las situaciones que pudieran ocurrírsele a su marido-. Pensar en que le puedas mandar ese video a Nacho es casi tan excitante como lo que me va a excitar decirte en voz alta que, cuando quieras, se lo mandes… Me encantará que, quién tú quieras, me folle si eso te hace gozar… -Candela guardó unos segundos de silencio recreándose en la cara de sorpresa, felicidad, morbo y amor que reflejaba su marido. Entonces, sin perder su tono morboso y excitante, su delicada masturbación y su cara de lascivia, soltó entre susurros y de manera sugerente la bomba que llevaba encima- …Nacho ya me ha follado… -No dejó espacio de tiempo para que Jose dijera nada. Por el contrario, continuó con aquella lasciva confesión buscando que, el hacerlo, tuviera un final feliz en lugar de cualquier otro- Sentí curiosidad después de que me lo propusieras… Y no dejé de imaginar tu cara de felicidad mientras lo hacía… Disfruté de su sexo tanto como de tu felicidad… Me encanta ser tu puta… Y me encanta porque, después de decirte esto, sé que cualquier cosa que me hagas para castigarme, para humillarme, me va a excitar… -y, a modo de morbosa moraleja, dijo sus tres últimas frases- …Soy tu puta… Me encanta ser tu puta… Ahora y siempre, haz conmigo lo que quieras…

Los teléfonos sonaron justo en ese momento. Jose, cogió el suyo mientras continuaba mirándola con aquella natural mezcla de morbo y perplejidad ante lo que acababa de escuchar. Abrió la conversación y vio que, Mercedes, también había enviado un video.

-Coge tu móvil y echemos un vistazo –le dijo a su mujer.

El video comenzaba con un primer plano de los dedos de Mercedes masturbándose con ansia el coño. Pasados unos segundos, la imagen subía cerca de la piel hasta alcanzar un pezón y, desde ahí se iba alejando hasta lo que da un brazo estirado. Mercedes mostraba su cara, sus tetas y el movimiento de un brazo que le ponía aquella mirada, aquella boca y aquella voz.

-Me muero de ganas de comerme esa polla contigo –Decía Mercedes entre gemidos.

-Dile que se venga, que la esperamos –le dijo Jose a Candela.

Ella sonrió.