El trio por realizar (contado por ella)
La primera vez que, junto a mi querido esposo, metemos un tercero en nuestra cama. Mismo relato que "el trio por realizar", pero contado por la mujer
Somos una pareja feliz, de lo más normal. Nos queremos mucho, llevamos catorce años juntos, tres como novios, otros tantos de feliz matrimonio. Con dos niños, nuestra vida sexual no es para nada monótona, siempre que podemos hacemos el amor o follamos como animales, nos gustan los juguetes y se puede decir que tenemos confianza plena en exponer nuestras fantasías y jugar con nuestros cuerpos.
Mi marido es fenomenal, alto, guapo, muy atletico... un pedazo de hombre, que se dice. Yo en cambio soy bajita, no me considero muy atractiva aunque tengo mis treinta y tantos bien puestos. Para haber criado dos niños, no estoy mal. Me gusta mi pecho, aunque algo caído, mi marido siempre me lo halaga, pues son grandes (llevo una cien). Soy morena, bonita de cara, intento cuidarme pero no se puede decir que sea un pibón, me considero del montón. De un tiempo a esta parte, jugamos mucho con la fantasía del trio hmh. Fue mi marido quién me la metió en la cabeza, sobretodo con sus relatos. Al principio me sorprendió que quisiera probar un trio con otro hombre (en vez de con otra mujer). Yo, personalmente, no podría verlo gozando con otra hembra. En cambio, la idea de tener sexo con mi marido y otro hombre pues... se podría decir que me llama la atención. No se si sería capaz de hacerlo, pero fantasear es gratis. ¿Y a que mujer no le gustaría tener sexo con dos machos que la hagan gozar?, en la cama solemos usar un vibrador, me encanta cuando mi marido me venda los ojos, y mientras me folla por detrás, me pone el juguete en la boca…
-¿ Te gusta chupar otra polla mientras te follo..?
– mmmmm… asiento con la boca llena.
Disfruto notando como se le pone la polla más dura, cuando empiezo a relamer el dildo como si fuese la polla de otro. Realmente me excito, y me excita notar que a él le excita.
Luego, a veces, me ha puesto a cuatro patas, y mientras me folla con el vibrador, ha puesto su polla apuntando a mi culito, que poco a poco, se abre, y acabamos realizando un sándwich en toda regla…, debo reconocer que las veces que me lo ha hecho, he gozado como una perra. El orgasmo que he sentido, al notar mi coñito y mi culito "llenos", ha sido brutal. Total, que mi querido marido lleva tiempo "pervirtiéndome” con esta fantasía, leyendo relatos sobre el tema, y en fin, dejando volar nuestra imaginación en la cama.
En fin, que no se si sería capaz, el miedo y las dudas són normales, Pero al fantasear con ello, me excito, y me gusta notar lo mucho que le excita a él. Siempre me ha dicho que le encantaría hacerlo para verme gozar como una perra. Y yo gozo muchísimo con él, pero lo dicho... ¿que mujer no se ha imaginado alguna vez con dos hombres?
Este es el relato de lo que está por venir…
Era nuestro aniversario, y por fin nos habíamos escapado de fin de semana. Habíamos dejado a los niños todo el finde con los abuelos, y habíamos cogido un avión a Barcelona. Habíamos llegado al hotelito, nos habíamos bañado, y habíamos follado a gusto buena parte de la tarde. Caída ya la noche, teníamos reserva en un restaurante que nos encanta, pues no era la primera vez que íbamos. Me había vestido de escándalo, con un vestido negro, ceñido, por encima de las rodillas, que daba justicia a mis meses de gimnasio. Un tanguita para que se me marcara el culito, como le gusta a mi esposo, y un escote no muy generoso pero suficiente, suficiente para que a mi marido se le perdiese la vista hacia mis pechos… Llegamos puntuales a cenar, tanto que tuvimos que esperar en la barra mientras nos tomábamos unas cañas. La cena anduvo muy bien, entre besos, carícias, y una agradable conversación. Al final de la cena, nos tomámos unos cubatas, y me notaba ya achispada. La tarde en el hotel había sido intensa (había gozado mucho). Sería el calor del momento, la situación, pero se me vino a la cabeza y lo solté sin pensarlo mucho:
– Bueno, ya nos escapamos, por fin… habrá que ir a un local liberal no?
Lo pillé por sorpresa, casi se atraganta con la copa..
– ¿Como?
Definitivamente si, estaba achispada y loca. Sabía que él reaccionaría diciendo que si, me lo había planteado más de una vez. Y porque no adimitirlo, a mi me picaba la curiosidad.
– Vamos, llevamos tiempo fantaseando con estas cosas… no digo que vaya a pasar nada, pero podríamos probar…
-Mira, -me dijo-, vamos a hacer una cosa. Si estas muy cachonda, y te apetece probar algo nuevo, vámonos a tomar algo, y vamos a buscar en alguna web de contactos algún profesional que nos guste. Lo llamamos, que venga al hotel y a ver que pasa…
Lo miré a los ojos. Sabía que hay momentos en la vida en que das pasos importantes, y parecía que podíamos dar un paso que no sabía a dónde nos llevaría, Tenía miedo, pero a la vez deseo de probar. Tenía curiosidad, pero quiero tanto a mi marido, que no las tenía todas conmigo misma...
– Estas seguro? – Le dije.
– Amor, no haremos nada que no queramos. Una mirada bastará para cortar cualquier situación que nos incomode, a ti o a mí. Yo personalmente quiero probar, reconozco que me da miedo, pero me muero de curiosidad…
Sus palabras me tranquilizaron. Dios, que marido tengo! jajaja. Ya no se habló más. Al rato, estábamos en una terraza cerca del hotel, con un cocktail cada uno, mirando en una página fotos de contactos. Un anuncio nos llamó la atención, a mi me gusto la foto del chico (aunque no se veía la cara, tenía un torso que invitaba al pecado, depilado, bien cuidado, con los musculos marcados...). A mi marido le gustó lo que ponía:
“Deja que le de un masaje a tu mujer en tu presencia, o un masaje entre los dos. Aceites, velas, y unas buenas manos garantizarán una feliz velada. El final y los límites, los pondréis vosotros. Me adaptaré a vuestras necesidades..”
El muchacho, Raúl se llamaba, cobraba pero no era un precio muy alto. Mi marido, para mi sorpresa, marcó el número y se puso a hablar con él. Tras un rato colgó, y me dijo que en veinte minutos vendría al hotel...
Nerviosos, nos fuimos para el hotel. Si mi marido estaba dubitativo o nervioso, no se le notaba. A mi, sin embargo, se me dispararon las pulsaciones. Pese al alcohol, a que iba contentilla, notaba el corazon bombeando, estaba echa un flan. Dudaba si echarme para atrás, pero nada más llegar a la habitación, me besó con muchísima pasión, mientras me agarraba con fuerza del culo y me decía:- Te quiero muchísimo, lo que pase esta noche tómatelo como un regalo de aniversario… vamos a disfrutar y a ver que pasa.
Sus palabras, una vez más, me tranquilizaron. Parecía más dispuesto que yo, y eso me tranquilizaba, a la vez que me hacía tener ganas de probar.... al rato, llamaron a la puerta. Mi marido se levantó a abrir, y apareció un muchacho un poco más bajo que mi marido, bastante atractivo, se presentó dándole un apretón de manos, y se acercó a mi a darme dos besos: – Encantado, soy Raúl. Que sepáis que es normal si estáis nerviosos, es vuestra primera vez, pero no la mía… nadie, ni una sola pareja, ha quedado insatisfecha con mis servicios. Asi que si os parece bien, vamos a empezar… – I dirigiéndose a mi añadió:- Puedes quitarte la ropa, yo voy al baño a prepararme mientras. Tu puedes ayudarla a desnudarse, hoy ella es el centro de atención y debe sentirse cómoda en todo momento.
Dicho y echo, entró en el baño. Volvímos a besarnos…
-Que te parece?-Me preguntó
-Mmmm.. -dije mirándole con cara picantona. El muchacho era un yougurín, no lo iba a negar. . Mi marido cogió el antifaz, y me dejé vendar los ojos. Lo prefería así, y él lo sabía. Noté sus manos quitándome el vestido, y el sujetador… me excité cuando noté su boca comiéndome las tetas… notaba su excitación y me ponía a mil. Así, en tanga, me tumbé boca abajo en la cama. Estaba excitada, mojada, y a la vez parecía que el corazón me iba a salir por la boca.
Entonces escuché la puerta del baño abrirse, y al rato, unas manos mojadas en aceite recorriendo mi espalda… arriba y abajo, sus manos se deslizaban y masajeaban a fondo mi espalda. Dios, que buenas manos, me estaba relajando un montón. Decidí olvidarme un poco de todo, sino los nervios no me iban a dejar disfrutar del masaje. Y debo reconocerlo, estaba siendo un masaje cojonudo. Se tiró un rato en mi espalda, yo ya estaba que casi no sabía donde estaba. Luego bajo a mi pierna izquierda, y de repente noté otras dos manos masajeandome la otra pierna. Era mi marido. Recibir un masaje a cuatro manos era algo que nunca me había pasado, y, debo reconocerlo... era excitante, y genial.. Arriba y abajo, los dos me masajeaban las piernas. Mi marido no lo hacía mal tampoco, estaba en la gloria. Tan en la gloria, que cuando note esas cuatro manos subiendo más por mis piernas, instintivamente, las abría un poquito más. Esperaba transmitirle a mi marido que lo estaba disfrutando.. Empezaron a frotarme el culito, notaba sus manos recorríendo mis nalgas, llegar entre mis mulos. Cada roce en mi vagina, me notaba más mojada, más excitada. Tenía dos hombres acercándose a mi coñito, estaba excitadisima. Mis fluidos eran inevitables, debían de notarlo.. -Esto lo quitaremos para que no se ensucie- Dijo Raúl tirandome del lateral del tanga… Asentí con un gemido, y levanté ligeramente el culito, dándoles mi aprobación. Quería continuar, estaba disfrutando. Entre los dos, me bajaron y quitaron el tanga. Dios, pensé, estoy disfrutando, y mi marido no lo corta.... Siguieron con el masaje por turnos, uno en las nalgas, otro entre los muslos, y viceversa. En una de esas, note como una mano se detenía en mi coñito y empezaba a jugar con los dedos… no pude evitar empezar a gemir, estaba tan excitada que pensaba me correría en cualquier momento. Noté como me cogían del cuello y me besaban con pasión. Era mi marido, me puso a cuatro patas, y me besó con muchísima pasión, metiéndome la lengua como si no hubiera mañana. Mientras, desde atrás, el masajista seguía masturbándome de una manera que no me habían tocado nunca... Dios, que manos tenía...., que bien lo hacía... empecé a convulsionar, me venía, y me vino, un intenso orgasmo….
-Descansa, chssss – dijo Raúl- Y date la vuelta, solo es el principio…
Estaba relajada, mareada, floja... ¿El principio? Pensé... joder, con el orgasmo que me has dado, cabrón... Me di la vuelta, supongo que con una sonrisa en los labios que denotaba lo "relajada" que me habían dejado..
-Estás bien amor?? Disfrutas?? -Me dijo-
Joder. ¿Y si mi marido se sentía mal? ¿Y si no le gustaba lo sucedido? Me invadió el miedo por un instante...
– Y tú? – Le respondí-
– Yo estoy a mil, me encanta. Quiero seguir, si tu quieres, claro.
Sus palabras me tranquilizaron, asi que no había vuelta atrás. Había gozado como nunca, y quería seguir probando las maravilla que me ofrecía ese masajista. Y que mi marido estuviera a mi lado, no me cortaba, sino que me daba alas. Dios, como lo quiero.
– Sigamos, dije sonriendo...
Noté como unas manos empezaban a masajearme los pies. Otras manos, mis hombros. El de abajo fue subiendo por mis piernas, y el de los hombros alcanzó mis pechos. Volvía a sentirme excitada, me estaba quieta, pero empezaba a desear agarrarle la polla dura a mi marido, soñaba con ella. De repente, pararon y noté movimiento. Luego siguieron, unos en mis hombres, otro en mis piernas. Ya no sabía donde estaba mi marido y donde el masajista. Las manos de mis hombros volvieron a bajar a mis pechos. Noté algo duro rozándome la cara, la nariz... no pude evitar entreabrir la boca, y sacar la lengua... noté el palpitante sabor de una polla caliente, durísima....perdida de deseo, la cogí con la mano y me la lleve adentro de mi boca…. Dios, no era la de mi marido. Era mas gruesa, lo notaba. Aún así, seguí chupando, el deseo me tenía loca. Noté como me abrían las piernas, y la polla de mi marido se introdujo en mi de golpe. Me estremecí, y empezó a follarme como una bestia... mientras yo no podía soltar esa polla ajena, esa polla de un desconocido que estaba degustando como si fuese una puta. En ese momento me sentí muy puta, y para mi sorpresa, estaba excitadísima, cachonda como nunca. Noté como mi marido descargaba, como se corría, eso me excito aún más. Se salió de mi, y noté como nuestro invitado me cogía la cabeza indicándome que parara de chuparsela. El corazón me iba a mil. Unas manos me voltearon, me invitaron a ponerme a cuatro patas. Noté una polla rozando mi coñito. Dios, tenía que ser la del masajista, pero me daba igual, en ese momento quería que me follara, quería seguir gozando. Cuando ma la clavó, noté el grosor de su polla abriéndome, llenándome. Dios, que pollón. Empezó a bombearme con fuerza, me agarré a las sábanas con fuerza, no podía parar de gemir, iba a conseguir que me corriera de nuevo, joder como follaba el cabrón... de repente, noté como una mano me cogía por la nuca, y los labios de mi marido me besaron con pasión…. – Disfruta zorrita mía…. -me dijo-….Sus palabras, su beso, me agarró con fuerza la mano y no pude evitarlo...- Oh, sí, síiiiiiii dije, mientras alcanzaba otro orgasmo descomunal….
El masajista tenía un aguante impresionante, y seguía bombeándome desde atrás, joder, parecía que el orgasmo no acababa nunca. Noté como mi marido me acercaba la polla a la boca. La tenía dura otra vez, así que se la cogí y empecé a chuparsela, con una pasión y ganas increíbles. Estaba disfrutando como una perra, y ver que mi maridito también me ponía a mil. La notaba en mi boca como una piedra, otra vez. De repente dejaron de follarme desde atrás. No se había corrido, pero se salió. Aún así, no pude evitar seguir chupándosela a mi marido. De repente se separó de mi, me levantó, y me besó. Sus manos me guiaron, el masajista estaba tumbado y quería que me sentara encima de él. No lo dudé, le cogí la polla, la apunte a mi coñito y me la clavé hasta el fondo... Dios, que pollón... empecé a moverme…. -Te gusta? Disfrutas con dos pollas?… Me dijo mi marido. Yo no podía dejar de gemir, y le sonreí como respuesta. – Pués ahora me darás el culito…
Noté como me tumbaba encima del masajista. Mientras su polla entraba y salía de mi (como se movía el tio...) Me empezó a comer las tetas. Me excité mucho. Noté la polla de mi marido, embadurnada en aceite, apoyándose en mi culito. Estaba excitadisima, receptiva como nunca. Deseaba que me follara el culo, a la par que no quería que esa polla que me abría el coñito dejara de follarme. Poco a poco, noté como mi culo se abría a la polla de mi marido, más dura que nunca. Bufff, Dios, lo habíamos hecho a veces con un vibrador pero esto era tan diferente... eran unas sensaciones inexplicables..... No podía parar de gemir, el mete y saca del masajista se acompasó al ritmo de mi marido, que también empezó a bombear. Bufff, era demasiado, me iba a correr otra vez... increible, otra vez..., estuvimos así un rato, hasta que noté como me venía un orgasmo bestial, descomunal, me quedé prácticamente sin respiración mientras lo experimentaba. No recordaba la última vez que me había corrido tres veces. Era glorioso. Noté, como, Raúl gemía y no aguantó más y también se corrió. Notar esa gran polla corriéndose me excitó aún más, mi orgasmo no acababa. De repenté mi marido gimió también, y noté como me llenaba las entrañas de su caliente néctar…. Joder, que bueno. Se salieron de mí, y noté como mi marido se tumbaba a mi lado. Me giré hacia él, me quité el antifaz, lo abracé y me lo comí a besos mientros no podía para de decirle:- gracias, gracias, gracias… te amo…..
Raúl no dijo nada, se levantó y fue al baño, dejándonos solos. Nos fundimos en besos y abrazos. Me quedé profundamente dormida, rendida, extasiada.