El trío en la casa rural
De cómo perdí una partida de cartas con el rollo de la amiga de mi novia
En un principio íbamos a ser cinco las parejas que fueran a aquella casa rural. Pero una se rajó poco después de pagar la señal y otra poco antes de ir, por lo que las tres restantes decidimos seguir adelante.
Una de esas parejas consistía en una amiga de mi novia y su novio, gente formal y de poca consecuencia en esta historia. La otra, era otra amiga de mi novia y el chico con el que andaba de rollo, que la dejaba bien contenta, según había contado a sus amigas. Y la última, mi novia y yo, que ya habíamos tenido diversión con algún tercero antes.
Una de aquellas noches, nos hallábamos bebiendo y jugando a las cartas. La primera pareja, gente formal, fue la primera en retirarse. Luego, a la otra amiga de mi novia no le sentó bien la combinación de comida y alcohol, habiéndose de retirar pronto también. Por tanto, quedamos jugando a las cartas los tres: él, ella y yo.
Era majo, a mi novia le parecía guapo y había buen rollo en aquellas partidas. Con el cachondeo, nos burlábamos de él porque sería el único que aquella noche no follara y él nos seguía la broma. Y la broma fue aumentando y derivando hasta que nos llevó a apostar que si el ganaba la ronda en que nos hallábamos, mi novia le haría un striptease.
Mi novia sabia qué rondaba mi cabeza y yo sabia qué rondaba la suya, así que el resultado de la partida fue el que se debía esperar: él ganaba la partida y mi novia y yo íbamos a ganar más todavía. Todavía creía que la cosa no iba en serio cuando lo llevamos a nuestra habitación y ni se imaginaba el numerito que le esperaba.
Nos tumbamos en la cama para presenciar como mi novia empleaba la parte despejada de la habitación como si fuera su escenario. Se movía lentamente, imitaba torpemente una danza del vientre, se arrodillaba cual stripper… y se despojó de su camiseta, mostrando el sujetador. Él ya tenia más de lo que esperaba, y todavía le esperaba más.
Mi novia nos dio la espalda y se deshizo lentamente de su pantalón, dejándonos ver el hilo de su tanga, que prácticamente nada de su culo cubría. Y se acercó lentamente a él, sentado en el filo de la cama y disfrutando del espectáculo, se arrodilló ante sus piernas y puso las tetas a la altura de su polla.
Le dedicó unas carantoñas sensuales y se incorporó pausadamente, hasta que sus tetas se hallaron frente a su cara. Y tomó su cabeza y la empujó hacia ellas. Al separarse se dio media vuelta y ahora era su culo el que se ubicaba frente a él. Y se sentó en el escaso hueco que dejaban sus piernas, con su culo, apenas cubierto por la minúscula tira del tanga, rozando la entrepierna de su espectador.
Aprovechando la posición, movió el culo, para deleite de nuestro tercero. Y tomó sus manos y las puso en su cadera, dejándole que fuera él quien dictara el ritmo con el que su polla empalmada bajo el pantalón chocara con su culo desnudo. Él se movía con entusiasmo y excitación, pero tras un rato ella se levantó y caminó para para ubicarse frente a nosotros, dar media vuelta y presentarnos la espalda.
Su danza continuó y la llevó a arrodillarse, tras lo que se afanó en reunir la concentración necesaria para deshacerse de su sujetador, que lo arrojó hacia nosotros y dejó desnuda su espalda. Tras ello se alzó y tomó los laterales de su tanga, haciendo que descendiera sin prisa, hasta que se separó lo suficiente de ella para que la gravedad lo llevara al suelo y a ella la dejara complemente desnuda, de espaldas a nosotros.
Uno de sus brazos tomo posición horizontal en su pecho, ocultando sus pezones, y la otra tomo posición vertical, bajando por su barriga para que la mano cubriera el coño. Y entonces se dio media vuelta y nos dejó contemplar el apaño. Luego andó hacia nosotros, poniéndose frente a él y le preguntó que le había parecido el espectáculo.
Le había encantado y ella le informó de que aún no había terminado, formulándole la pregunta de si quería ver el final, a lo que asintió con entusiasmo. Y así, las manos de mi novia se dirigieron a sus caderas y él pudo contemplar sus tetas a unos escasos centímetros de su cara. Le siguió una nueva proposición, que cerrara los ojos si quería una sorpresa.
Los cerró y mi novia se volvió a arrodillar, en esta ocasión para que la polla de su atento espectador fuera sacada al aire, lo que consiguió con cierta ayuda de él. Aquella polla, que tan contenta dejaba a la amiga de mi novia y tan contenta iba a dejar a mi novia, era larga y gorda y su punta pronto acabo en la boca de nuestra bailarina.
Él abrió los ojos para encontrarse con mi novia chupando con entusiasmo, lamiendo, mamando, besando… Y yo, junto a ellos, también me saqué la polla y me puse a pajearme; la paja pasó al cabo de unos minutos a ser una mamada, con mi novia dividiendo su atención entre nosotros. Así estuvimos un rato, hasta que yo le pregunté a él que qué le parecería follarse a mi novia, a lo que obviamente respondió positivamente con gran avidez.
Intercambiamos nuestras posiciones y ahora era ella quien se hallaba tumbada en la cama y nosotros de pie. En el proceso, nos despojamos de nuestras ropas. Él se puso frente a ella y yo junto a ella, quién con una mano pajeaba mi polla. Y la polla de él, larga y gorda, se acercó al coño de mi novio y poco a poco fue entrando.
Él empezó dándole suave y ella me la chupaba como podía. Pero el ritmo fue creciendo y cada vez eran mayores las dificultades que tenía para chupármela bien. Al ritmo le acompañaban los gemidos y jadeos y acabamos por encontrarnos con ella básicamente sujetándome la polla mientras él le daba duro y fuerte.
Era evidente que mi novia estaba alcanzando el clímax y así lo reconoció él, quien reciprocó igualmente, descargando en su coño. Este espectáculo, incluso mejor que el antes proporcionado por el striptease, me llevó a alcanzar el mismo estado que ellos; pero lo supe reconocer a tiempo y fui rápido, introduciendo mi polla en la boca de mi novia, donde descargué con todo el placer del mundo.
Reposamos los tres unos instantes, pero ahora que nos habíamos aliviados éramos mas conscientes de nuestra situación y los riesgos que implicaba. Mantuvimos una breve charla en la que acordamos actuar como si nada hubiera ocurrido y él abandonó nuestra habitación para ir a la que compartía con la amiga de mi novia. Nosotros continuamos disfrutando la noche.
No tuvimos la suerte de volver a repetir con él, pues no se presentó la situación y unos meses después la amiga de mi novia lo reemplazo como rollo por otro. Pero fay que admitir que aquella vez fue inolvidable para nosotros.