El triangulo incestuoso de Sonia

Una bella criatura adolescente decida entregarse a los placeres sexuales mas prohibidos con su padre y su tio.

AUTOR: MARIO MIGUEL RENDICHI

ESCRITOR DE RELATOS EROTICOS

Sonia es una chica muy divertida que se acuesta con su tio y su padre

INTRODUCCION AL RELATO:

Sonia, una preciosa muchachita de 18 años, estaba sentada en el sofá del comedor viendo un programa de entretenimiento. Llevaba tan sólo un conjunto de bombachita y corpiño blanco con un bordado muy bien acabado que le daban en conjunto una apariencia casi angelical. Sus  apetitosos pechos quedaban al aire. Eran como dos bombones de licor culminados en unos pezones rosados y de considerable tamaño. Le gustaba ir asi por casa; medio desnuda, o completamente en algunos casos, sin importarle ni darle vergüenza que le viera asi su familia. De hecho, ella también podía ver a su familia desnuda con cierta frecuencia; y es que eran aficionados al nudismo, y su padre les había llevado a playas nudistas desde muy temprana edad. Sonia estaba absorta en la pantalla de televisión cuando en el salón irrumpió su padre, vistiendo unos simples slips, y llevando ropa y una toalla en los brazos, ya que se disponía a ir a ducharse:

-Sonia, tu tio te llama.

Ella seguía ensimismada en el aparato doméstico, sin prestar atención siquiera a las palabras de su padre.

-Sonia, ...¿me has escuchado?

-Ahora no puedo, papá, estoy mirando la tele

-Vamos Sonia, no seas así, obedece a tu tio, que te reclama

- Tu tio te  inicio en la prostitucion y gracias a el ganas $3000 (1000 dolares) por mes que te permiten llevar una vida de diosa en Buenos Aires -

-Papi, nunca me dejás ver nada tranquila!

Sonia, contra su voluntad, se levantó y se dirigió a la habitación de su tio. Al cruzarse con su padre, éste le guiñó el ojo mientras esbozaba una leve sonrisa. Ese gesto provocó en la chica un escalofrío que recorría su espina dorsal, y es que no se creía que podía ser de nuevo lo que ya estaba intuyendo. Llegó a la puerta y entró con cierta temeridad; y lo que vió con sus grandes y preciosos ojos color miel fue la confirmación de sus sospechas. Ahí se encontraba su tio, estirado en la cama, totalmente desnudo y con su enorme miembro viril apuntando al techo:

-Jo, tio, otra vez no... ¿Hasta cuando te voy a tener que pagar ese favor?

Eran las 10:30 de la mañana. Sólo hacia un par de horas que su tio había entrado en la habitación de su sobrina, y totalmente empalmado, le había rogado una y otra vez que le ayudara a correrse. Alberto, asi se llamaba el tio de Sonia, hacía cinco años que se había quedado viudo, y desde entonces no había mantenido relaciones con ninguna otra mujer que no fuera con su sobrina, que era la única fémina de la casa. Alberto era el dueño del cabaret BUENOS AIRES CLUB y su sobrina era la chica mejor paga y con mejores privilegios de todas las demas, ya que su tio la amaba y no sabia como decirle que queria convivir con ella.  Sonia, por su parte, quería a su padre con locura también, quien aprobaba las relaciones incestuosas que su hija matenia con su hermano

Sonia no dejaba de mirar el immenso falo que su tio poseía. Su cara reflejaba asombro e incredulidad. Lo había visto varias ocasiones en estas circunstancias ya, pero parecía que nunca podría acostumbrarse a semejante trono carnal; y es que era, sin duda alguna, la más grande de las varias que ya había visto a su edad.

Era un pene largo, eso era más que evidente; pero lo que más le llamaba la atención era su increíble grosor. Se preguntaba como era posible como ese trozo de carne podía sostenerse tal como estaba ahora, totalmente recto apuntando hacia arriba, sin perder ni un solo instante su perpendicularidad con el resto de su cuerpo. Sonia se quedó de nuevo atónita, con la vista clavada en las partes de su tio, pero con la mente divagando en la posibilidad de que su padre entrara a la habitacion y entre los tres se armara una tremenda orgia familiar.

-Vamos, acércate mi vida, ven aquí a mi lado, dijo su tio -

Sonia obedeció. A estas alturas ya sabía que no saldría de la habitación hasta que su tio eyaculara. Se sentó en la cama, a la altura de su cintura, y observaba como la enorme verga de su tio palpitaba poderosamente. Alberto puso su mano encima de un muslo de Sonia, al tiempo que se fijaba en las hermosa bombachita  que llevaba puesta:

-Cariño,...¿ poque no te quitas esa bombachita y te sientas en mi cara? ¿Te gustaria hacerlo?

-Ahora no, tio, prefiero masturbarte hasta que te corras y ya está

-Está bien, como quieras; pero me complacerías mucho si me lo hicieras con tu deliciosa boca; ¿quieres hacérmelo Sonia?

-Si tio... pero si te lo hago es por hoy  ¿eh?

-Lo que tú digas preciosa

Sonia dirigió su mirada a los ojos de su tio por un instante, y acto seguido llevó su mano al colosal aparato que seguía tieso al máximo. Lógicamente, la pequeña y suave mano de Sonia no abarcaba, ni mucho menos, todo el grosor de la pija de Alberto. Era como si ella misma tuvo que sujetar con una sola mano una pelota de baloncesto con la mano por encima del balón; parecía como si una sola mano no pudiera hacer nada entre tanta carne dura. Empezó a mover la mano arriba y abajo, provocando que la piel que cubre el glande se moviera regularmente; pero a Sonia le costaba bastante mantener el control y el ritmo en la masturbación. Optó por ayudarse con la otra mano. Con las dos manos a la misma altura del pene de Alberto, cogiéndolo todo en círculo, lo masturbaba de una forma casi grotesca y exagerada. Sus manos iban de la base del miembro de su abuelo hasta la punta prácticamente. Alberto empezaba a gemir ruidosamente; aunque todavía en tonos bajos respecto a lo que era el momento de la corrida. Sonia se había acomodado en su posición, para mantener bien el equilibrio y entregarse en cuerpo y alma en la tarea de pajear a su tio. El glande se encontraba ya bien mojado y reluciente, y Sonia no dejaba de observarlo. Todo su cuerpo se movía al ritmo de la masturbación. Alberto pugnaba por quitarle a su sobrina la bombachita, el corpiño y las medias para poder acariciar su inmaculado culo bien ardiente y contemplar en todo su esplendor el perfecto agujero de Sonia. Ésta acercó su cara al miembro de su tio.

Parecía casi irreal la visión y comparación asi de lado de la fina y pequeña cara de Sonia con la descomunal poronga de su tio, que le atravesaba de par en par toda su cara y más. Sonia, que sentía ahora los ásperos dedos de su tio, moviéndose por su rajita, se disponía a mamarle la poronga. Por supuesto, eso era un decir. Apenas le cabía en su cálida boca. Era capaz solamente de chuparle prácticamente todo el glande de su tio, aunque para ello debía forzar la apertura de su boca al máximo y hacerlo de una forma intermitente para reponerse y coger aire. Alberto miraba la expresión de su nieta mientras se lo hacía; una expresión claramente constreñida por el esfuerzo de Sonia de engullir una ínfima parte de la poronga de su tio. Alberto no pudo reprimir soltar unos gritos de intenso placer, casi en forma de una sonrisa entrecortada, ante la visión del trabajo que le hacía su sobrina, que mantenía unos ojos que expresaban una mezcla de incredulidad e inocencia. Ante tal situación, Alberto sabía que en poco tiempo se iba a correr. Siempre había tenido una resistencia sexual prolongada, pero con su nieta le era imposible retener la eyaculación; Sonia era capaz de sacarle el semen en un santiamén. Siempre que su sobrina se la mamaba, él pensaba en lo mismo; en que un día tendría la oportunidad de ensartarle toda su tranca en la boca de Sonia, hasta el final. . Tenía otra fantasía, quizá todavía más hipotética: penetrar analmente a Sonia. Adoraba el culito de su nieta; en cualquier momento del día podía hacerse una visión mental de ese hermoso trasero, ya que lo tenía grabado en su mente. Imaginar a su sobrina a cuatro patas, con el culo en lista para ser penetrada, y empalada por su tremenda pija le quitaba el sueño, y lo ponía a cien. Precisamente era eso en lo que pensaba justo antes de que Sonia entrara a su habitación ese mismo día. Ella no dejaba de pensar en que podia entrar su padre y armarse una tremenda orgia de a tres. Ver ese enorme falo levantarse casi desafiando la ley de la gravedad, y comérsela poco a poco, dándole lenguetazos por los costados, procurando no dejar ningun centrímetro de ese pene sin mojarlo con su saliva, era algo que le producía una sensación satisfactoria y más sabiendo que complacía y mucho a su querido tio. Pero ahora sabía que venía lo peor y no porque no le gustara, sino porque ella tenía un carácter más sosegado y tranquilo que su tio, quién, a la hora de correrse, emitía unos gritos de espanto y se movía en forma de convulsiones impulsivas, y eso a veces incomodaba un poco a su pequeña sobrina. Le estaba succionando la punta de la cabeza de su poronga, cuando su abuelo le advirtió:

-Cariño, me voy a correr ya,... no puedo aguantar más!!!!.....aaahhhhgg!!

Acto seguido, Sonia se incorporó un poco en su posición, y siguió masturbando a su top con ambas manos. Alberto se sintió levemente desilusionado, pues deseaba correrse en la boquita de su nieta:

-Sonia, sigue mamando por favor; me gustaria venirme en tu linda boca.

Ella no dijo nada, y seguía pajeándole como si no hubiera escuchado nada.

-Mi vida, es lo último que te pido hoy; antes no me has dejado hacértelo tampoco; y voy a ir el resto del día caliente pensando en venirme en tu boca. Chupamela cariño, te lo ruego!!

-Eres un poco bruto a veces , tio -

-Sí, lo sé Sonia, no lo puedo remediar; pero vamos, hazlo, que voy a sacar poquito; antes ya me has hecho descargar una gran cantidad

Sonia sabía perfectamente que eso era incierto, su abuelo siempre eyaculaba lo mismo prácticamente, aunque se corriera dos veces seguidas. Y eso quería decir mucho. Soltaba una immensa cantidad de leche bastante transparente y bien líquida.  Colocó sus labios encima del glande de su tio, de forma que quedara el agujerito por donde saldría todo el río de esperma dentro de su boca, apuntando peligrosamente a su garganta. Ella le seguía masturbando con ambas manos, sin mover su boca de la punta del pene de Alberto. Éste miraba a su sobrina en esa posición en la que se encontraba, un tanto forzada, ya que Sonia sólo estaba a la espera de que la de Alberto estallara y recibir así de la forma que pudiera todo el semen que ya parecía ir en camino. Sus manos notaron que el gordísimo tronco que tenia entre sus manos se endurecía aún más; y en sus labios percibió que el glande de su abuelo se hinchaba de forma desmesurada. Le costaba mantener sus labios en su posición, a pesar de que sólo le cogía la punta del todo, con el único de fin de beberse todo por lo que el agujerito saliera. La escena era espectacular entre los dos, ya que les separaba una enorme poronga que estaba a punto de escupir semen a borbotones. Alberto empezó a gemir de forma muy audible; unos gemidos que pronto se convirtieron en gritos cuando su pija inició el bombeo de leche. Sonia miraba a su tio fijamente, con una mirada de conformidad y docilidad, cuando notó los primeros estallidos de semen dentro de su reducida boca.

Su boca empezó a llenarse de esperma. Sonia notaba como los chorros que salían del enorme glande de esa poronga  impactaban contra sus cavidades bucales. Algunos chorros más apremiados fueron a parar directamente a su garganta, dirigiéndose irremediablemente hacia su estómago. Sentía su lengua cubierta de una capa de leche bien calentita, y apreciaba como resbalaba también por entre sus dientes. Los gritos de su abuelo parecían que iban acompasados con cada descarga. Sonia cerraba los ojos con fuerza cada vez que sentía que otro chorro de su abuelo se esparcía dentro de su boca y seguidamente miraba a su tio con los ojos ligeramente humedecidos. El pene de Alberto no cesaba de escupir semen. Sonia aguardaba, tratando de seguir en la misma posición, a pesar de las dificultades que le planteaba los continuos movimientos de su abuelo. Se había tragado ya una buena cantidad de leche, pero en la boca mantenía una gran parte todavía, y el contacto firme de sus labios con el glande impedía que se le escapara de su boca. Alberto respiraba entrecortadamente; poco a poco se fue calmando. Estaba convencido que por esta vez se había vaciado por completo. Su sobrina seguía allí, igual, sin separar sus finos y suaves labios de su esa inmensa `poronga bien carnosa. Sonia inició la absorción de todo líquido que quedara retenido dentro de su boca y quería bebérselo todo antes de separarse de la esplendorosa pija de su tio. Éste observaba con atención los movimientos de su nieta por conseguirlo, notando la actividad de la lengua de Sonia. Al cabo de un minuto Sonia consideró que ya era suficiente y separó sus labios del miembro de Alberto generando un sonoro ruido, como cuando se desengancha una ventana por el viento. Ahora, con la ausencia de la erección, comprobaba su gran peso. Y es que, a pesar de que ya estaba flácida, mantenía unas dimensiones más que notables, ya que su pene en estado de reposo era en muchas ocasiones de mayor tamaño que los penes de otros hombres en erección. Sonia dedicó una encantadora sonrisa a su tio, mostrándole su perfecta dentadura. Alberto pensaba en que su sobrina se había tragado su leche entera y  no dejaba de impresionarla. Eso le provocó una leve palpitación en su poronga, pero estaba exhausto, de momento ya había tenido suficiente:

-Sonia, un dia de estos me vas a provocar un ataque al corazón si sigues dándome tanto placer, aunque si entra tu padre te prometo seguir

-Lo hago por vos, tio. Hago lo que tú me pides y me gusta complacerte, ya lo sabes.

-Sí, cariño; y yo también deseo lo mejor para vos -

-Ya lo sé, tio. Bueno, voy un momento al baño y me vuelvo a ver la tele en el comedor

De un salto hábil, se levantó de la cama. Se puso bien la bombachita que su tio había intentado quitárselas sin demasiado éxito y con un paso ligeramente acelerado abandonó la habitación, como si nada, como si acabara de hacer la cosa más normal del mundo. Alberto no dejó ni por un instante de observar detenidamente el contorno gracioso con que se movía el trasero de su nieta. Adoraba su culito, fantaseaba con tenerlo a su alcance, poder gozarlo y eso le provocó una nueva palpitación en su corazon, esta vez más intenso, que hasta le causó un ligero dolor debido a su considerable cansancio.

Sonia se dirigió un momento al baño, y es que no deseaba tener el sabor del semen permanente en su boca, por lo que quería lavarse la boca y los dientes en un momento. No reparó en el sonido que provocaba el agua al chocar contra el frío suelo de la ducha hasta que no hubo abierto la puerta. Ahí estaba su padre, todavía en la ducha, masturbándose frenéticamente. Tenía los ojos semicerrados por el placer que sentía. Al percibir el ruido de la puerta al abrirse se giró, quedando de frente a su preciosa hija. Le dolía la poronga de lo dura que la tenía. Prácticamente ya estaba a punto de correrse; buscaba un motivo consistente por el cuál dedicarle la inminente corrida. Lo acababa de encontrar. Durante el rato que su hija había pasado con su tio, él se había estado pajeándose, imaginándose lo que Sonia le estaría haciendo a su el. Y con los ruidosos gemidos lanzados por Alberto, no le costaba demasiado imaginárselo. Seguía masturbándose con una mano, dejando libre un buen trozo de su miembro. Y es que Carlos, el padre de Sonia, también tenía una poderosa poronga. Su hija lo tomo de la mano y le propuso ir a la habitacion , donde habia estado con su tio para hacer realidad su fantasia sobre una orgia entre hija-tio y padre.

-Qué hija, te lo has pasado bien con tu tio?

-Sí, claro, pero mi fantasia es que vos participes y me bañes en leche -

Una sonrisa se dibujó en los labios de la chica. Carlos se excitaba tremendamente con la actitud de su hija. Sabía que Sonia no le provocaba a propósito, sino que era mediante su inocencia. Decía cosas propias de su edad, pero que en situaciones de adultos, tomaban un nuevo cariz que no estaba seguro de si su propia hija se daba cuenta realmente de ello.

  • Vos, tambien pensabas eso...., ¿no papá?

-Sí, hija, ya me ves, imaginándolos a ustedes dos y yo en el medio de ambos. Tengo unas ganas locas de coger y no se como decirtelo. Sonia lo interpretó de otra forma, precisamente de la forma en qué todo acabaría. Sabía lo que le esperaba y es que era más consciente de lo que a veces pudiera aparentar.

-Veni hija, vamos a la habitacion de tu tio.

Ella obedeció. Sonia no era muy alta, y su padre se encontraba caminando desnudo hacia la habitacion de su hermano, por lo que su cara quedaba prácticamente confirmado una doble chupada de poronga con su padre y su tio. Papa le puso suavemente la mano con la que no se masturbaba en el cuidado cabello de color negro azabache de su hija, por la parte de la nuca, y con delicadeza hizo que el rostro de Sonia quedara ligeramente inclinado hacia arriba. Ya no habían más palabras, no era necesario comunicarse más. Carlos estaba decidido a descargar sus huevos en la cara de su hijita y ésta lo aceptaba complaciente, mientras que su tio exausto por la gran cojida anterior intentaba reaccionar y tocarle el culo a su sobrina. Con la mano en la nuca de su hija, papa hizo que ella se acercara más, hasta que tuvo su pija a apenas cinco centrímetros de su cara. Con unos pocos movimientos más en la masturbación le bastaron para provocar la eyaculación. Los gritos de Carlos no eran tan intensos como los de un padre que ama a su hija. Los gemidos de su tio eran mucho mas pausados , más moderados. Su pija contuvo por unos segundos la dureza de una piedra hasta que se iniciaron las ráfagas de leche que impactaron en el bello rostro de Sonia. Disparaba unos chorros de tal fuerza que algunos de estos rebotaban, como si la cara de su hija se tratase de una pared. Cuando Carlos vió que ya había soltado los grandes chorros, puso su rabo encima del rostro de su hija, y dejó caer todo lo que aún restaba por salir en la frente y los ojos de Sonia, que poco a poco fue resbalando por la nariz y las mejillas. A Carlos le flaqueaban las piernas por la magnitud e intensidad de su corrida. El resultado final manifestado en el rostro de Sonia era impactante.

La pequeña y ingenua chiquilla tenía la cara literalmente cubierta por lo que parecía una máscara de semen. Tenía todas las partes faciales manchadas con el esperma de su padre, resaltando el pequeño charco que se le había formado en la cavidad de un ojo que mantenía cerrado para evitar que le entrara y que le pudiese provocar, consecuentemente, un molesto picor continuo. El semen empezaba a gotear desde su boquita, pasando por sus pechos y cayendo en las sabanas. Seguidamente, Sonia se apartó de su padre y fue puso su culo bien abierto hacia donde estaba su tio.  Su tio la penetro con las pocas fuerzas que tenia, pero que habia recobrado al tomar media pastilla de viagra.  AAAAhhhhgggyyyyyy!!!!!! - Fue el grito desesperado de Sonia ante la mirada de su padre, quien se masturbaba al ver esa escena tan prohibida que lo obsesionaba. Cuando su tio la acabo una vez mas por el culo se dio vueltas para besarla con locura y comprobó que había hilos de semen que cruzaban de punta a punta su rostro. Era el semen de el y el de su hermano. Lo primero que hizo Sonia fue quitarse todo el semen del ojo y limpiárselo bien con abundante agua. Con un mayor detenimiento, se fijó que su pelo también había sido destino de la corrida de su padre y de la obsesion de su tio por lo que se dispuso a lavarlo como pudo, mojándoselo repetidas veces con agua. Cuando se habia limpiado toda, dirigió la mirada a su padre, quien la había estado observando durante todo ese rato, masajeándose con parsimonia su  flácido pene. No tenía palabras para expresar a su hija el amor y el cariño que sentía por ella. Le hizo señas con una mano para que se acercara, y cuando la tuvo delante, se agachó paulatinamente y le dio un suave y eterno beso en los labios.

-Te quiero, hija

-Yo también, papá

-¿No vas a besar en la  boca a tu tio?

Ella, lo beso de la misma forma que su padre y ambos le prometieron que por el afecto que sentian por ella, la podrian como gerente juvenil del cabaret que ellos regenteaban y que de ahora en mas no tendria que cojer con ningun tipo que no fuese con ellos.

Los tres se tomaron de la mano  y se fueron a la ducha contentos.

FIN

AUTOR: MARIO MIGUEL RENDICHI

Adventencia: Este relato puede dañar la moral de algunos lectores por lo que recomedamos que al que no este preparado para leer historias de sexo - incesto como estas que abandone la lectura.