El triangulo
Tami no tuvo problemas en que su novio estuviera cerca.
Yo soy Gonzalo. Soy alto y trabajado. Hace varios años que voy a clases de canto al centro. Ahí conocí a Geri. Ella tiene 28, es morocha, de buenas curvas, y muy buenos pechos. Después de algunos meses comenzaron a pasar cosas entre nosotros. Nada serio. Todo sexual. Ambos lo disfrutábamos sin reparos. Hablábamos incluso de nuestras fantasías y sobre todo de la que coincidíamos. Estar con una tercera persona femenina. En realidad surgió porque Tami comenzó teatro y nos gustó a los dos.
Geri era más cercana a Tami que yo, por lo que ella comenzó a crear situaciones sociales entre los tres y colaboraba poniendo matices sexuales desde su confianza basada en el género. Luego de un mes de trabajo femenino, Tami comenzó a mostrarse más toquetona conmigo. Se ofrecía más al contacto.
Percibido ello la invité a comer a casa. Ella dijo que sí, que no había problema y dijo que iba con Carlos, su novio. Al notar que ella captó la invitación de esa manera no tuve más remedio que aceptar gustoso.
Llegado el viernes a las 23, como habíamos quedado, tocaron el timbre de mi depto. Yo y Geri ya estábamos cocinando desde unas horas antes. Hicimos pollo al horno. Comimos y tomamos vino. Después de un rato prendimos unos puros, acompañado por un café. Finalmente el alcohol y sus efectos se hicieron presentes en Carlos, primero manifestandose en frases incoherentes para luego ir transformándose lentamente en un sueño inquebrantable.
Cuando Carlos se durmió en la mesa estábamos jugando a un pòker ya desvirtuado. Geri bromeó sobre el que Carlos se durmió y propuso ir al sillón a mirar tele. Fuimos los tres. Yo me senté en una punta con Geri en el medio y Tami de la otra.
Dejamos una de terror, y Geri comenzó a ponerse mimosa. Comenzó a tocarme el bulto por encima del pantalón. Luego metió la mano y comenzó a pajearme. Si bien lo hacía disimulada el movimiento comenzó a ser evidente. Tami se levantó e intentó despertar a Carlos. Inútilmente. El estaba totalmente desmayado. Tami volvió al sillón donde ya Geri estaba besándome y tocandome de una manera ubicada pero evidente. Luego de un rato Geri se apartó un poco de mí. Hizo silencio unos minutos y comenzó a hablar con Tami, hasta que finalmente en un dulce momento la besó. Tami en principio se congeló pero unos instantes después comenzó a dejarse llevar.
Se comenzaron a tocar y yo empecé a calentarme como nunca antes. Geri comenzó a jugar con mi pene con su mano libre, la izquierda. Tami se manejaba con los ojos cerrados hasta que los abrió y percibió la situación, aunque decidió volver a cerrarlos y seguir besando a Geri. Yo me incorporé y me acerqué de pie a la situación. Geri agarró la mano de Tami y la puso sobre mi pene. Ella comenzó a pajearme con ganas como si hubiese percibido el momento. Luego de unos instantes comenzó a chupármela de una manera desenfrenada. Geri se contagió y se la sacó de la mano unos instantes para chupármela ella también. Así transcurrieron unos minutos hasta que decidí que la quería coger a Tami, por lo que la puse en cuatro y se la chupé unos instantes, hasta que no aguanté y la penetré. Inicialmente tuve que resistir para no acabar pero luego pude seguir sin problemas unos dos minutos, para luego darle a Geri que estaba encima de Tami ofreciendome su vagina arriba. Así fuí alternando. El éxtasis se sentía en el aire. Geri me pidió que le haga la cola. Se la hice, y esto provocó un deseo en Tami, quién se dejó poseer sin oponerse. Cuando comencé a metérsela a Tami ella se puso totalmente loca, al punto de casi gritar. Carlos se movió y miró un poco pero siguió durmiendo, ante nuestra sorpresa. Pero tal era la calentura que no alcanzó a sobresaltarnos. Se la seguí metiendo unos minutos hasta que acabé. Luego ella me besó y nos acostamos todos un rato. Minutos después Tami llamó a un radio taxi, lo subió a su novio, y se fueron.
Ahora Tami de vez en cuando viene exclusivamente a coger con nosotros.