El trenecito
Advertencia para lectores con manos libres: el texto que se dispone a leer es un relato corto, tal como viene indicado en la categoría bajo la cual se publica. para ganar tiempo, sugerimos extraiga su pene de la ropa o se quite las braguitas antes de comenzar la lectura, pues debido a la duración limitada que define esta categoría, nos vemos obligados a prescindir de preliminares. ¡que usted lo disfrute!
El trenecito
Sitúate, amigo lector.... Una lengua entre mis labios y una polla entre mis otros labios. Gozando de un cosquilleo húmedo entre las piernas, saboreando tu dureza palpitante enfrentada a mi lengua, atrapada entre mis labios doloridos de presión. Te parecerá mentira, pero superado el primer ratito, en cuanto nos hayamos despojado de la ropa, todo irá sobre ruedas y tan sólo debes dejarte hacer.
Si consigues relajarte y olvidar tus tabúes, sentirás como respiras al son del placer hasta encontrar la postura que permita el tránsito de fluidos sexuales entre los cuerpos, el intercambio de humedades sobre las pieles. Es entonces cuando el deseo se convierte en una riada de sexo, una inundación sin límites. Una corriente te arrastra mientras lenguas anónimas se pasean a veces extendidas entre mi clítoris y mi ano, a veces puntiagudas alrededor de tus bolitas tímidas, sedosas, siempre anhelantes de ser relamidas y degustadas, ...te recorren decía, esas lenguas relajadas esta vez, desde tu esfínter fruncido hasta tu glande amoratado. Y se enroscan en él y lo abarcan, y lo envuelven en acogedoras mucosas cálidas embadurnándolo en saliva.
Ay, amigo lector, ¿cómo te diría...? Llega un momento en que desorientado de goce sientes la proximidad de un orgasmo que llega con urgencia, sin preaviso, colmándome la boca con el espasmo de tu polla púrpura, y dejo que se derrame por mis comisuras mientras gimo mi propio placer, que proviene de otra lengua, o de otra polla, o de otros dedos...
Mil y una veces habías soñado con tener dos cuerpos jugando junto al tuyo, luchando por ofrecer y obtener esos suspiros. Manos y lenguas toman vida propia, danzan en cuerpos ajenos porque en el propio ya no queda hueco. Ansías tocar, palpar, sentir... A veces no sabes de dónde vienen, ni a donde van esos quejidos que surgen rondando el éxtasis; se escapan de nuestras bocas ocupadas y se quedan suspendidos en el aire que respiramos, para ser reciclados en la corriente electrizante del placer. Sexo encadenado, sexo desinhibido.
Uy, perdón... Te pido perdón, amigo lector, demasiado poético me quedó este último párrafo. Espero que sepas disculpar este intento de sutileza, y confío en que si te ha desconcertado esta demanda de intelecto sexual, puedas retomar la lectura volviendo al segundo párrafo. No tengas reparo en hacerlo tantas veces como estimes necesario, que para eso hice hincapié en el color púrpura. Así, cuando me preguntes si el relato es real, me permitiré la licencia de contestarte que es tan real como tú hayas querido, querido lector.