El tren del sexo
Una chica va por la mañana a la biblioteca y es follada en el tren por un hombre y otra mujer y acaban la mañana en casa de la mujer jodiendo.
EL TREN DEL SEXO
Eran las siete de la mañana, Laura había cogido el tren en la estación más próxima a su casa para ir a la biblioteca a estudiar. Quería aprovechar la mañana del viernes para así luego irse con unos amigos de fin de semana a la montaña y disfrutar. Entró en el último vagón y fue caminando por él hasta el final del tren, no encontraba a nadie hasta que sentó en el último grupo de asientos. Cuando se iba a sentar vió que enfrente había un hombre que seguramente le doblaba sus veinte años. El hombre luego supo volvía a casa después de trabajar en el turno de noche. Estaba dormido ligeramente inclinado y apoyado en la ventana.
El tren arrancó y cuando se movió bruscamente al de poco de arrancar, el hombre se despertó. La miró de arriba abajo y luego al resto del vagón. No había nadie en todo el vagón y allí frente a él estaba esa belleza. Laura aparte de ser una belleza no era precisamente una estrecha. El hombre no la quitaba ojo, la miraba primero a los ojos directamente luego bajaba a los pechos para por último mirarla con descaro al coño. La chica llevaba una faldita corta y ponía las manos en el regazo para que no quedara nada a la vista de indiscretas miradas.
El hombre la verdad estaba bien bueno y eso hizo que la chica se excitara. El hombre entonces la sacó la lengua pasándola luego en un sútil movimiento por sus labios. Ella se estaba poniendo muy cachonda, abrió las piernas y quitó las manos del regazo, luego pasó una pierna por encima de la otra de tal forma que la falda caía por uno de los muslos hasta casi verse las bragas en una de sus nalgas. La polla del hombre ya estaba dura y se marcaba en sus pantalones. El no hacía nada por impedir esta inconsciente elevación. Ahora la chica abrió por completo las piernas y echándose ligeramente para delante alzó algo los muslos. El así veía por completo las braguitas de la joven y con la luz que había en el vagón casi hasta distinguía algunos de los vellos púbicos que escapaban por la braguita.
La que tomó entonces la iniciativa fue ella, se bajó las braguitas y se las tiró a la cara luego se levantó e hizo la mención de besarle en los labios pero le puso el dedo sobre ellos y se arrodilló frente a él, luego le bajó la cremallera mirándole con cara de lujuria a los ojos y sacó su verga. El no llevaba ropa interior. La dio un beso y con la boca haciendo una O jugó con ella introduciéndola en la boca solo un poco. Fernando la cogió de la cabeza e intentó que se la metiera entera en la boca pero ella se resistió y sacándola le dijo que la dejara a ella que ya sabía. Con una maestría increíble empezó a lamerla como un polo y a mamarla primero suavemente y luego más rápido.
A veces la sacaba de la boca y chupaba sus huevos como si fueran dos bombones, con la mano se ayudaba a masturbarla. Lo que no se dio cuenta es que en la estación anterior había montado una mujer que al oir los gemidos del hombre pensó que le pasaba algo y fue en su auxilio pero vió a Laura con la polla en la boca. Primero se hizo la ofendida pero en lugar de marcharse y cambiar de vagón se quedó allí sentada observando el espectáculo. Metía las manos por debajo del top y se acariciaba los pechos para después retirar con una mano el tanga y con la otra acariciar el clítoris y masturbarse. La mujer jadeaba y gemía. Laura la miraba de reojo a la vez que tenía toda la verga del hombre en la boca y con la mano le masturbaba.
Laura se levantó y dándole la espalda a él se clavó en su polla empezando a follar, a levantarse y a dejarse caer. Fernando con las manos en los pechos de la joven la guiaba. Laura demostraba una maestría jodiendo que parecía que había estado haciéndolo toda su vida. Eva se puso delante del coño de la chica y la daba besos en los muslos y se los acariciaba. La chica estaba en otro mundo, estaba muy mojada y eso facilitaba la follada que el hombre la estaba dando. Notaba como estaba empapada, Eva entonces empezó a lamerla el clítoris a la vez que cogía los fluidos de la chica y como podía los acercaba al ano de Laura.
Al de un rato de estar subiendo y bajando se levantó de la polla y se puso a cuatro patas en medio del pasillo, a los tres no les importaba ser pillados follando en el tren. El hombre se puso detrás y acercó la polla con la mano derecha al agujerito estrellado de la chica. Cuando estuvo así comenzó a empujar, la polla se fue abriendo paso poco a poco dentro de la muchacha, primero solo un poco y luego más y más hasta que con un movimiento de caderas se la clavó de una sola vez. La estaba follando lentamente, muy lentamente recreándose. La sujetaba del pelo mientras empezaba a darla estocadas más profundas y fuertes. Eva se había quitado la falda y el tanga y se abrió de piernas ofreciéndole a Laura todo su coño.
Esta lo lamía con fuerza y vigor. La mujer estaba disfrutando como pocas veces lo había hecho, la chica era una autentica maestra del sexo. No tardo en correrse a la vez que la chica recibía en su culo todo el semen del hombre. Eva se levantó y lamió todo el semen que caía por los muslos de la chica de su ano. La mujer propuso que porque no se venían a su chalet que su marido estaba de viaje y estaba ella sola. La chica dijo que no podía pero que bueno que aceptaba pero con la condición de que la mujer se tenía que poner un arnés y follarla el culo al tiempo que el hombre la tenía clavada por el coño.
Eva aceptó, precisamente el último regalo de su marido había sido un arnés para que lo sodomizara así que la mujer tenía práctica ya en romper culos. Se bajaron los tres en la misma estación y montaron en el coche del hombre que tenía aparcado en el aparcamiento. Cuando montaron, Laura montó atrás, la mujer le sacó la polla al hombre de los pantalones. Fernando arrancó y Eva durante el trayecto fue mamando la verga del chico logrando que se pusiera de nuevo dura con bastante facilidad.
Llegaron al chalet de la mujer y metieron el automóvil en el garaje y por una puerta adyacente Eva los llevó al salón donde sacó unas copas para primero tomar algo. Bebieron durante un rato entre besos, morreos, caricias y magreos hasta que cuando acabaron la bebida estaban los tres desnudos y muy calientes. Fernando con la polla completamente dura y las dos mujeres muy mojadas y con los pezones durísimos. Laura y el chico admiraron el cuerpo de Eva que a pesar de su edad recen cumplidos los cuarenta tenía un cuerpo tan apetecible como una de veinte. Era de cabello cobrizo, melena, ojos marrones, labios sensuales, pechos pequeños con pezones oscuros, culo redondo y duro y pubis completamente rasurado al contrario que la joven que lo tenía recortado pero bastante velludo.
La mujer fue al cuarto a por el arnes mientras Laura tumbaba boca arriba al hombre en la alfombra y ella se tumbaba sobre él besándole y así muy dulcemente fue deslizándose poco a poco hacia abajo hasta que el pene duro como el acero del chico se introducía en su coño como una anguila. La chica se sentó sobre la polla y con movimientos circulares y pélvicos a veces apretaba la verga del hombre. De repente notó algo duro y viscoso detrás de ella, era la polla de látex del arnes que untada con vaselina empezaba a entrar dentro de ella. El arnes estaba dotado de un pequeño vibrador que a la vez que Eva la follaba se movía vibrando dentro de la universitaria. Laura al girarse vió que de pies en una de las puertas, desnudo y masturbándose había un hombre que supuso el marido de su anfitriona. Laura en lugar de sorprenderse con un gesto lo animó a unirse a la fiesta. El hombre llegó y ofreció la polla a Laura que la cogió y empezó a mamarla. Eva que con una pequeña pollita que rozaba su clítoris se masturbaba en cada embestida a Laura no paraba de gemir y jadear. Laura después de varios orgasmos se movía casi como un robot pero disfrutando como nunca había hecho hasta que en uno de los orgasmos que casi la hace perder la consciencia apretó tanto la polla que tenía en su conejito que Fernando se fue eyaculando en su interior a la vez que el marido de Eva se corría en la cara de la chica.
Cuando hubieron terminado, se fueron a duchar los cuatro, más bien Laura con cada uno de los otros tres donde hubo todavía más ración de sexo.
Este relato es imaginario pero si queréis podéis escribirme sobre todo mujeres a: