El tren de cercanías

Todo comienza en un tren de cercanías abarrotado. Una fantasía de muchisimos hombres, entre los que me incluyo.

El tren de cercanías estaba, como cada día, rebosante de trabajadores que se dirigían a la capital, y sobre todo de estudiantes que viajaban a la Universidad. Él, agobiado, se recostaba sobre la pared del vagón, al final del mismo. Aguantaba estoicamente aquella muchedumbre durante cerca de 40 minutos, tiempo que el tren tardaba en llegar a la estación donde casi todos los pasajeros se apeaban para coger el metro, y aguantar otra sesión de apretones, empujones y sofocos hasta llegar a su destino, y respirar, por fin, aire limpio. El convoy se detuvo en la estación con chirridos metálicos y vaivén de multitud. Fue entonces cuando su mirada se alegró. Allí estaba, la razón de que aguantara aquel castigo. Morena, estatura normal. Enfundada en un ligero vestido veraniego penetro en el vagón y se aferró a una de las barras para no caerse (aunque aquello parecía imposible con aquella multitud) cuando el tren reiniciara su viaje.

Les separaba apenas un metro. La miró intentando disimular su interés. Su pelo caía por el cuello en una preciosa cascada negra que moría allí donde el vestido nacía. Ella estaba de lado, así que admiró sus rasgos, y su mirada encontró sus pechos. Marcados a través de la tela sus pechos le parecieron maravillosos. Siguió bajando para observar su cintura.. sus piernas, esbeltas, aunque el vestido llegaba hasta sus rodillas. El tren emitió de nuevo chirridos metálicos al frenar. Otra estación en el camino. Otra breve parada.. más viajeros intentando entrar en el vagón, más apreturas.

El tropel de gente fue benévolo con él, ya que la empujó en su movimiento desordenado y masificado, hasta que ella quedó pegada a él. Dio gracias a la multitud, ahora podía oler su piel, su cabello. El movimiento del tren hizo que ella se desplazara un poco, lo justo para que sus cuerpos se rozaran un segundo, y produjeran en él una corriente eléctrica que hizo que su entrepierna cobrara vida, experimentando una erección incontrolable. No pudo evitar deslizar su mano para que, como sin querer, rozara su cintura. El tren estaba tan lleno que nada podría decirle, porque era imposible permanecer separados. Fue entonces cuando rompiendo sus miedos, decidió que había llegado el día, que HOY era el día. Deslizó su mano mas abajo, como si protegiera su bolsillo de algún caco. Entonces, en el siguiente vaivén del tren, ella se balanceó, de forma que el dorso de su mano rozó durante unos segundos su culo. Pudo sentir el calor de su piel a través del vestido. Dejó su mano allí abajo, esperando nuevos movimientos del tren, que no tardaron en llegar. La segunda vez, su mano permaneció algún segundo más en su culo.

Ella ni siquiera miró. Entonces y sólo entonces, él se atrevió a girar la mano, y poner su palma en dirección a aquel estupendo culo. No tardó en producirse de nuevo el contacto, ya que el vaivén del tren era continuo e incesante, y todos estaban dentro apretadamente agobiados. Pero su mano acogió ahora su culo, por lo que él bendijo aquella muchedumbre. Sus dedos rozaron aquel cuerpo, aquel culo, como sin querer. Ella siguió callada, y ni tan siquiera se separó de él. Entonces decidió avanzar más, y al siguiente vaivén fue la palma de su mano la que recibió aquel culo, sintiendo plenamente sus formas, e incluso sintiendo que, debido a la ausencia de rugosidades en la tela del vestido y al perfecto acoplamiento del culo en su mano, ella llevaba tanga. Ya no podía evitarlo, tenía una tremenda erección. De nuevo el tren se detuvo, de nuevo, y aunque pareciera imposible, algunos viajeros más consiguieron entrar, aunque fueron muchos más los que se quedaron en la estación por la imposibilidad de penetrar en aquella muchedumbre. Ella se vio aún más apretada contra él. Casi ya no corría el aire entre ellos, y la mano de él había quedado abajo, ahora ya no podría subirla aún queriendo a no ser que ella se apartara y le dejara espacio para mover su brazo. Su mano, la palma de su mano recibió descaradamente una de sus nalgas… era estupenda. Ella se movió inquieta pero no se giró, y no dijo nada. Él siguió con su tímido avance y cuando el tren comenzó a moverse, deslizó suavemente la mano por la nalga, como si aquel movimiento estuviera causado por el movimiento del tren. Ella permaneció impasible y no trató de separarse de su mano, por lo que decidió dejarla ahí, y no solo eso, comenzó a acariciarla la nalga con descaro. Ella, inquieta se movió casi imperceptiblemente, pero él estaba demasiado caliente para detenerse, y su mano acarició de nuevo aquella nalga, ahora incluso la apretó suavemente.

Ella permaneció inmóvil. Su entrepierna ardía, su mano acariciaba ya con descaro aquel estupendo culo, y ella ni siquiera se giraba o intentaba quitarle la mano. Con el movimiento del tren sintió aquel culo deslizarse en la palma de su mano, lo apretaba ya excitado, casi sin control, lo acariciaba descaradamente sobre el vestido. De nuevo el tren se detuvo, aunque esta vez fue imposible que nadie subiera en él, y tampoco nadie se apeó. Cuando cerraron las puertas decidió que era ahora o nunca, y suavemente su mano bajó hasta que ya no sintió tela, sino sus piernas bajo sus manos. Entonces ella se movió un poco, pero él ya no podía echarse atrás, y su mano se metió bajo el vestido y comenzó a ascender por sus piernas, despacio. Acarició su piel, sus muslos, y llegó a su culo. Como él ya sabía, ella llevaba un pequeño tanga, por lo que sus manos acariciaron su piel, sintiendo como ella se erizaba por completo al sentir el primer contacto de sus manos con sus nalgas, perfectas, redondas, apetecibles. Sentía su sangre correr acelerada por sus venas, el latido de su corazón acelerado cuando su dedo se metió entre el fino hilo de tela que penetraba entre sus nalgas y lo dirigió hacia abajo, lo justo para llegar a rozar su coño. Ella se movió entonces, quizás por intentar disuadirle, quizás porque el tren se había movido. Pero su mano siguió avanzando, y sus dedos rozaron aquel coñito tan deseado., ya que ella permanecía con las piernas cerradas, a pesar de lo cual él pudo sentir en la punta de sus dedos el calor que emanaba de aquel templo. Su siguiente movimiento fue volver por donde había venido, es decir, recorrer el camino por entre sus nalgas hacia su espalda, y cuando llegó a la unión de aquella fina tira de tela con el resto de la prenda, lo cogió y tiró de ella, despacio, pero firmemente. Sintió el espasmo de la mujer cuando su acción hizo que el tanga se introdujera entre los labios de su coño, pero prosiguió haciéndolo hasta que noto que ella se relajaba y se abandonaba a aquella caricia hecha con sus propias bragas. Cuando sintió que había llegado el momento, su mano volvió a descender por entre sus nalgas, pero esta vez, cuando llegaron al final, sintió como ella abría un poco sus piernas y le liberaba el camino hacia su raja, hacia la humedad que él comprobó que inundaba aquel coño que tanto deseaba. Lo acarició primero con un dedo, después con casi toda la mano, sintiendo como ella intentaba seguir sus caricias para que no se notara lo que hacían.

Tenía el coño húmedo y caliente y se lo acarició suavemente hasta que el tren comenzó a frenar de nuevo. Esta vez no sacó la mano de su entrepierna cuando paró, porque sabía que todos seguirían en el tren hasta el final. Efectivamente nadie se apeó del vagón, y cuando el tren reinició su marcha volvió a acariciar, esta vez más firmemente, aquella rajita húmeda y deseada. Ella lo acompañaba ya, buscando su mano, moviéndose, dejando que él la acariciara. Cada vez más excitado, siguió haciéndolo hasta la siguiente parada. Sabía que 10 minutos más tarde aquel vagón se quedaría prácticamente vació, así que decidió atreverse a más. Cuando el tren hubo parado, su mano salió no sólo de aquel coñito, sino de debajo del vestido, y se pegó a ella, a su culo. Sabía que ella sentía el calor de su miembro a través de las finas telas de su pantalón y el vestido. Ella, efectivamente, con un leve movimiento hizo que su polla se acoplara perfectamente entre sus nalgas y cuando él empujó suavemente se restregó contra ella con maestría. Podía sentir su polla atacarla desde atrás, y él podía sentir esas nalgas apretando su erección. Fue entonces cuando ya fuera de sí mismo, la susurró:

Date la vuelta, preciosa.

Ella lo hizo, despacio. En cuanto sintieron de nuevo la marcha del tren, él volvió a sumergir su mano bajo el vestido. Encontró la parte delantera del tanga mojada por la excitación, cuando él la había introducido en aquel coño tirando desde atrás. Metió la mano bajo el tanga y encontró el cuidado bosque que rodeaba la entrada a aquella rajita que tanto ansiaba. Acarició su coño a placer ahora, ayudado por ella que le facilitaba el acceso con sus gestos y movimientos. La sintió empapada, caliente, cachonda y deseosa. Fue entonces cuando ágilmente introdujo uno de sus dedos en su coño. Notó el respingo y el suave gemido de ella mientras su dedo se mojaba por completo en su interior. Y también sintió como ella por fin deslizaba su mano y acariciaba disimuladamente su polla sobre los pantalones.

Quiero comerte, quiero follarte -la susurró-

Entonces bájate en la próxima. Pero deja ya de acariciarme o me correré, y si lo hago igual me doy cuenta de la locura que estoy haciendo dejándote hacerme esto y ponerme tan caliente en un tren.

Lo hizo, y en la siguiente parada la siguió cuando ella se apeaba, la siguió escaleras arriba, la siguió por la calle. Sabía que no debía acercarse, rompería el lazo de excitación. Simplemente la siguió. Penetró en el portal tras ella y esperaron el ascensor sin dirigirse siquiera la palabra. Una vez llegó el elevador, y estuvieron dentro de él a solas, sus bocas se unieron salvajemente. Parecían querer absorberse mutuamente. Llegaron al tercer piso y la siguió al interior de su casa. Una vez dentro se descontrolaron del todo y comenzaron a besarse y a acariciarse desesperados. Prácticamente se arrancaban la ropa mientras se besaban con una pasión desatada. Mientras dirigía su mano a su polla, totalmente dispuesta, ella le dijo

Como me has puesto, cabrón, ni te lo imaginas

Ni tú te imaginas como estoy yo, preciosa. -dijo él mientras su mano acariciaba su coño, lo cogía con toda la palma y sentía como ella llegaba a su miembro por fin.-

No hace falta, voy a comprobarlo –sonrió ella mientras se arrodillaba delante de él y comenzaba a acariciarle, a ascender y descender por aquel tronco duro con su mano, mientras le hacía una paja, mirando con cara de deseo aquella polla que se encontraba a escasos centímetros de su cara, mordiéndose el labio inferior, antes de adelantarse y besar suavemente la punta con sus labios, antes de introducírsela en la boca mientras dejaba escapar un gemido de placer.

Comenzó a mamársela sabiamente, tan sabiamente que casi se le doblaron las piernas. La veía entre sus muslos, acariciando y chupando su polla con ganas, con desespero. Ella pareció presentirle y le miró, al tiempo que le decía

Tienes una polla riquísima, cabronazo

Y tu la chupas estupendamente, zorrita –dijo él sin pensar-

El gemido que oyó y las ganas con que ella volvió a chupársela le indicaron que le gustaba, que la excitaba aquel vocabulario, así que decidió seguir, buscar los límites.

Vamos, así, ahhh que bien.. sigue mamándola.. mmm diossss sigue mamándola así.. que bien lo haces pequeña.. ahhh

Me encanta tu polla.. mmm -dijo ella antes de volver a comérsela con deseo-

Sigue mamando… ahhh asíi.. nena.. que buena eres chupándola.. ahh vamos, vamos.. me has puesto muy caliente en el tren y no aguantaré mucho más.. ahhh

Ella comenzó entonces a chupar con más fuerza, más rápido

Ahhhhhhh, me vuelves loco, putita.. vas a hacer que me corra como nunca¡¡ mmmm

La mujer siguió chupando su polla con ganas.. con ansia.. él no podía más y anunció entre gemidos lo inevitable:

Me corrooo ahhhhh siiiiiiiiiiii toma, toma mi leche putita… ahhhhhhh

Para su sorpresa, ella no se apartó, como esperaba, sino más bien al contrario, introdujo más aún su polla en la boca y la sintió tragar sus dos primeros chorros de semen, y después, para terminar de sorprenderle, sacó la polla de su boca y la puso de forma que el tercer chorro la cayo directamente sobre los ojos y nariz, y su leche comenzó a resbalar por su cara, mientras ella le terminaba de ordeñar con sus manos, mirándole sonriente a los ojos.

Has estado genial, pequeña

Mmmm ha sido un placer, tienes una polla sabrosísima, y una leche muy caliente y rica

Pues ahora me toca a mi, preciosa… porque tengo muchas ganas de probar ese chochito.

Pues es todo tuyo, cielo

Comenzaron a besarse de nuevo, y la fue despojando poco a poco de su ropa, sin dejar de besarla el cuello, los hombros y la garganta, hasta dejarla únicamente con el tanga empapado. Ella se tumbó en la cama, para facilitarle el acceso a su sexo, pero él cogió sus tobillos y la arrastró hasta el borde de la cama, dejando su culo en el borde del colchón. En esa posición, abrió un poco sus piernas y comenzó a recorrer sus muslos, su abdomen, pero siempre respetando el límite de la tela que cubría su sexo. Ella, excitada, se removía cada vez más en la cama. Pero él siguió besando y lamiendo suavemente los alrededores de su coño, sus ingles, e incluso alguna vez rozó muy suavemente su vello púbico con los labios por encima de la tela. La sintió empapada, excitada, y disfrutó de aquella sensación hasta que ella volvió a sorprenderle

Cómetelo, Dios, cómeme el coño de una vez que me tienes encharcada cabrón

Jamás ninguna mujer le había hablado así, y le excitó más aún, pero contuvo sus deseos de complacerla y siguió con el ritual que había comenzado, pellizcando sus pezones erectos suavemente mientras su lengua recorría el borde de su tanga, casi rozando la encharcada rajita. Ella gemía y gemía sin parar, tan fuera de control como él mismo.

Vamos, no esperes más cabrón, cómeme el coño ya.. me tienes mas cachonda que nunca.. más deseosa y más salida de lo que he estado jamás.. Dios cómemelo ya..

Mmmmm me encanta que estés así.. putita

s.f., soy tu putita, tu zorra caliente, pero cómeme el coño ya, no puedo más

Entonces, sorprendiéndola, abrió su boca todo lo que pudo y cogió en ella todo, su coño, su tanga, todo. Aquel coño, sus labios, la rajita entera quedó a merced de su lengua, dentro de su boca.

ahhhhhhhhh, Diosssssss que gustooooo -gimió ella

Sin apartarse del todo de aquella empapada cueva, el la susurró

Mmm joder que coño mas empapado y sabroso¡¡ estas muy cachonda, ¿eh zorra?

Si, cabrón, más de lo que lo haya estado jamás, me has puesto muy salida.

Pero él ya no la podía contestar, puesto que en ese momento la estaba cogiendo por la cintura y atrayéndola de forma que sus piernas pasaron a través de sus hombros, y así, él se levantó, de forma que ella estaba ahora a caballo en sus hombros, pero con el coño pegado a su boca. La pegó a una pared y así, de pié, siguió comiendo aquel tesoro. Su boca estaba completamente llena de coño, y ella sólo pudo acompañar los movimientos de su lengua y sus labios con gemidos

ahhhh siiiiiiiiiiii asiiiii cómeme.. cómeme más… ahhhhhh que lengua tienes hijo de putaaa ahhhh cómeme el chocho enterró, que vas a hacer que me corraaa, mmm ahhhhh

Él siguió lamiendo con desespero, deseando su orgasmo, deseando sentir como aquella mujer se deshacía en su boca.

Ahhh me corroooo, siiiiiii -gimió ella justo cuando él sentía espasmos de placer recorrer su cuerpo y la sintió retorcerse sin control, cabalgándole en aquella postura, empapando su cara e incluso su cuello con su orgasmo.

Cuando ella dejó de agitarse en sus hombros, él la fue dejando caer por su pecho.. su estómago, hasta que llegó a su pubis, y ella se dio cuenta de que él estaba preparado de nuevo, le sonrió y le besó, para después mirarle a los ojos, pegada a la pared y a su cuerpo, y le dijo

Jamás me habían comido el coño de esa forma, ha sido una corrida bestial

Mmm estaba riquísimo, preciosa.

Mientras la respondía, la dejó caer un poco más, y ella sintió como la punta de su polla apuntaba directamente a su rajita, aun mojada..

mmmm ¿ya está lista?

Él, sin responder, sonrió burlón, y dejándola caer un poco más, hizo que la punta de su polla entrara en aquella rajita despacio,

mmmmmm gimió ella suavemente mirándole a los ojos

Entonces él empujó de sus caderas hacia abajo, a la vez que su pubis empujaba fuertemente hacia arriba, haciendo que el resto de su polla penetrara de una tacada en ella

Ahhhhhh cabrónnnn, que me rompeeesssss

Mmmmm toma pollazo zorra.. te gusta así? Te gusta que te la clave hasta el fondo?

Siiiiiii que gustooo ahhhh

Toma.. toma polla guarra… que eres una guarra

Siiiiiiiii, soy lo que tú quieras cariño pero dame.. dame más pollaaaaa

Él se retiró sacándola de su interior.. ella le miró sorprendida, pero entonces la miró a los ojos y la dijo..

Si la quieres, tendrás que pedirlo, putita

Si, cabronazo… -dijo mirándole desafiante a los ojos- dámela..dame tu polla, la quiero toda, entera, fóllamee, méteme esa polla hasta el fondo, abreme el coño a pollazoss ahora..

Entonces él volvió a empujar fuerte, volviendo a llenarla de golpe con su erección.

Ahhhh siiiii asiii hasta el fondo.. fóllame, reviéntame el coño a pollazos.. dame fuerte

Sii, toma, zorra, toma polla –dijo él fuera de sí. Jamás una mujer le había puesto tan caliente, jamás le habían hablado así.

Siii, dámela.. la quiero toda en mi coñooo ahhhhh que gustoo cabrónnnn clávame a la pared a pollazossss ahhhhh

Él abrió un poco más sus piernas y empujó aún más fuerte.

tomaaaa ahhh toma rabo guarra, mmmm ahh

Siii, soy una guarra, una putaa, tu putaaa… pero dame polla.. dame mássss que me corrooooo

Siguió clavándosela contra la pared hasta que volvió a oírla, a sentirla temblar en la inmediatez del orgasmo

ahhhhhhhhhhhhhhhhh siiiiiiiiiii me corroooooo

Si, preciosa.. corretee.. mmm ahhh yo también me voyyyy ahhhhhh

El orgasmo los llenó, sintió como ella se venía otra vez, bestial, cómo su corrida resbalaba por sus muslos en el momento en que él se vino, en que él la llenó de su propio placer

Siii, dame tu leche, lléname el chochito de leche ahhhhhhhh

Siii, toma, preciosa.. toma mi leche caliente… ahhhhhhh

Sintió como su semen llenaba aquella rajita mientras ambos se relajaban y se besaban ahora con dulzura.

Aproximadamente 20 minutos después, la cabeza de aquella mujer tan espléndida reposaba en su pecho, relajados ambos tras la batalla placentera que acababan de protagonizar. Sentía su calor, su cabello en cascada sobre su pecho.. su respiración cada vez más calmada en su piel. Entonces sonó un móvil. Ella, murmurando una disculpa, se levantó y se agachó sobre su bolso, para mirar la pantalla del teléfono. Él la vio, agachada, y recorrió su cuerpo. Su espalda, su culo e incluso parte de su coño se le ofrecían a la vista. Era una visión estupenda, y él notó como su polla volvía a animarse. Entonces se le ocurrió algo, y mientras ella seguía al teléfono, diciendo algo que él ni siquiera oía debido a su excitación, recordó que había visto en el baño un envase de aceite para el cuerpo de de una conocida marca. Silenciosamente se levantó y fue a buscarla. Una vez la encontró, regresó al dormitorio con ella en la mano. Genial, ella seguía al teléfono. Ahora oyó perfectamente lo que ella hablaba.

  • Si, tráemelo en cuanto lleguéis. Gracias mamá.

Sin decir nada, el hombre la abrazó, evitando que ella se incorporara.

No te muevas, preciosa.

Ella obedeció, y se mantuvo así mientras él comenzaba a recorrer su cuello con sus labios, mientras comenzaba a acariciarla suavemente. Sus dedos recorrieron su espalda, deteniéndose en el comienzo de su culo, después ascendieron hasta sus hombros, que masajeó despacio y con maestría. Comenzaba a excitarla de nuevo, entre las caricias y la cercanía de su cuerpo. Sintió como su miembro se pegaba a ella, eso la excitaba sobremanera. Lo sintió endurecerse más con el contacto de su piel. Entonces él la besó el cuello, y sus labios comenzaron a descender recorriendo su columna. Un escalofrío la sacudió repentinamente. Sintió como aquellos labios llegaban al final de su espalda y no se detenían. Sintió como él abría sus nalgas y sus labios se introducían entre ellas. Sintió su lengua recorrer el camino desde su espalda hasta su monte de Venus, lamiendo dulcemente todo lo que encontraba a su paso. Cuando él besó suavemente su culo y siguió para hacer lo mismo pasando la lengua a lo largo de toda su raja no pudo evitar un gemido de placer, como tampoco pudo evitar que su sexo se humedeciese por el deseo. Entonces él volvió a besar sus nalgas y a meter la lengua entre ellas, mientras con suavidad deslizaba dos dedos en su coño. Cuando se sintió lamida en su culo y penetrada en su coño por aquellos dedos, se movió caliente, y no quiso reprimir un

cabrón, como me pones, me tienes como una perra salida

Mmmm gimió él sin dejar de lamerla

Entonces su lengua cambió y comenzó a recorrer su raja, sin meterse dentro, hasta llegar al clítoris. Lo aprisionó entre sus labios, y lo chupó, lo absorbió mientras su lengua le daba pequeños toquecitos con la punta. La volvía loca. Fue entonces cuando sintió que deslizaba uno de sus dedos, empapado de su propio coño, dentro de su culo. Sólo empujo un poco, lo suficiente para que una cuarta parte del dedo penetrara en aquel culito.

Cuidado.. jamás me han hecho nada ahí

Él la miró y siguió con su caricia sin responderla. Ella gimió cuando su lengua volvió a recorrer su raja mientras aquel dedo seguía dentro de ella, por detrás. Entonces ella sintió como él sacaba el dedo y como derramaba algo sobre su culito. Un líquido viscoso y caliente resbaló por entre sus nalgas. Se volvió a mirar, y descubrió el envase de aceite corporal para niños. Sonrió y le dejó hacer, pensando en que sólo pretendía que aquella parte de su dedo no la hiciera daño. Pero cuando tubo el culo bien empapado en aceite. Volvió a comerse su coño, haciéndola gemir de nuevo. Ella se sentía en la gloria cuando notó que él presionaba más.. y su dedo se introducía en su culito un poco más.. un poco más. Sentía un leve dolor pero el placer que desde su coño la llegaba hizo que lo olvidase. Sólo un par de minutos más tarde se dio cuenta de que el dedo de aquel hombre estaba dentro de su culito por completo. Entonces él empezó a moverlo, sin dejar de comerla el coño, a follarse aquel culito con su dedo. Ella gemía ya sin parar… y él se incorporó y sin miramientos volvió a penetrarla, ella estaba a 4 patas y él clavó de nuevo su rabo en aquella rajita de una tacada hasta los huevos, pero ésta vez su dedo siguió follandola por el culo mientras su polla la llenaba el coño. Se sintió llena por ambos lados, aquella polla horadando su coño y aquel dedo en su culo, gimió de placer olvidando el escaso dolor que la producía. Sintió su polla y su dedo casi rozarse dentro de ella.

Ahhh joderrr que gustooo ahhhhh me encanta como me follas cabrónnn. En mi vida me habían puesto tan caliente y tan deseosa de polla¡

Él sonrió y siguió embistiéndola con fuerza. Pasados un par de minutos, ella sintió como la sacaba de su coño, y entonces tuvo un momento de miedo cuando notó que. ¡Dirigía su polla a su culo¡

No, ¡ por el culo no¡

Si, por el culo si, zorrita. Te voy a dar por el culo ahora mismo. Te lo voy a abrir bien abierto

Por favor !no¡ -dijo ella mientras sentía que iba a ser inútil protestar, puesto que él ya había puesto la punta de su rabo en la entrada de su culito.

Apoyó la cabeza en sus brazos, que a su vez se apoyaban sobre la cama. Se vio en un espejo. Estaba a los pies de la cama, de pie y agachada, de forma que su cuerpo formaba un ángulo de 90 grados, y se ofrecía a su amante. Sintió como la punta de aquella polla pugnaba por entrar en su estrecho agujero trasero. Decidió que por primera vez en su vida, aceptaría que la encularan.

Te voy a encular, zorrita, vas a ser mía del todo

Está bien, pero ten cuidado por favor

Claro que si, preciosa, dijo él mientras empujaba suavemente.

Sintió cómo aquella espada rompía sus entrañas aunque él pusiera toda su dulzura en ello. La dolía, y no pudo evitar algun quejido mientras aquella polla rompía por fin su culito. Después de unos minutos de dolor, sintió como los huevos de su amante tocaban sus nalgas. Su culito se había tragado toda aquella polla. Permanecieron quietos y callados un par de minutos, mientras ella se acostumbraba a tenerle dentro. Entonces él empezó a moverse, muy despacio, muy suavemente.

Ella seguía sintiendo descargas de dolor, a pesar del aceite. Él pareció dudar, y por fín ella sintió como mas aceite bañaba su culito. Supo que cuando él había hecho el movimiento hacia atrás, había dejado caer aceite sobre su polla, antes de volver a penetrarla, ahora con más facilidad. Apenas 4 minutos después, él se movía ya mas firme, y ella recibía sus embestidas casi sin dolor. Él, libre ya del deber de derramar más aceite, metió su mano entre sus piernas y comenzó a acariciar su coño. Eso hizo que ella se olvidara del dolor, porque su mano exploraba su rajita, caliente y húmeda. No tardó en empezar a gemir con sus caricias, y cuando él volvió a embestirla, comenzó a disfrutar de aquello. Incluso comenzó a buscar a su amante con sus movimientos, haciendo que ahora la penetración fuera total.

Así, putita.. muevete. Mm que culito tienes¡¡ te lo voy a reventar a pollazos, guarra¡¡¡

mmmmm gimió ella… siii dame.. dame por el culo cabrón.. dame massssss

Él siguió moviéndose cada vez más fuerte, mas excitado.

toma pollazo, toma.. mmm hasta los huevos. Ahhh te voy a reventar el culito.. me encanta tu culo

mm cabrónnn, me pones tan caliente que no puedo negarte nada

toma.. toma.. asíi, mira como te doy por el culo.. mmmm

Siiii, encúlamee ahhhh pero no saques tu mano de mi coño¡

Él siguió acariciandola, pero estaba muy excitado y sus embestidas eran cada vez más fuertes.

tomaaaaaa ahhh toma enculada.. mm te voy a llenar este culito de leche.. ahhh

Siiii, dámela, dámela toda en el culo¡¡ vamos, que me corrooo, que tu mano va a conseguir que me corra otra vez como una perra en celo.. ahhh

Ahhhhhh -gimió él mientras sentía como chorros de su semen inundaban aquel culito

Ahhhh siiiiiii me corroooo ahhhh diosssssssssssss mmmmmmmmmmm que corridaaahhhh –gimió ella apretando sus muslos para que aquella mano acabara su trabajo, sintiendo como a la vez que el la llenaba su culo de leche, ella se corría mientras la daban por el culo por primera vez.

Horas después ella se despertó al oir el timbre de la puerta. Le vió a su lado en la cama, dormido, relajado. Pensó que había sido sexo más espleéndido de su vida. El timbre volvió a sonar, así que se levantó y fue a abrir la puerta.

Hola hija –dijo una mujer entrando en la casa acompañada de un niño de unos 7 años-

Hola mama. ¿Que tal se ha portado mi hombrecito?

Muy bien. Ha sido bueno y ha jugado mucho, verdad cariño? -dijo la mujer dirigiéndose al niño-

Si mami. Me lo he pasado muy bien con los abuelos. –dijo el niño mientras se colgaba del cuello de su madre sonriente y feliz y la daba un beso.

Así que cuando quiera, puede volver a pasar una semana de vacaciones con nosotros -dijo la abuela-

En ese momento el hombre salía por la puerta del dormitorio, envuelto en un albornoz. El niño le miró y bajándose de los brazos de su madre, y corrió hacia él mientras gritaba

Papiiiiiiii

Y abrazándose a su cuello como antes lo había hecho al de su madre, comenzó a contarle atropelladamente todas las cosas que había hecho en esas cortas vacaciones, que había sido excitantes PARA TODOS.

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