El Tren
Todo tiene un principio.
El tren??
Tal vez la pregunta mas difícil de contestar para alguien que se encuentra inmerso en la sumisión es la típica de ¿Cuándo te diste cuenta? O la también muy típica de ¿Cuándo empezaste?. Las respuestas vienen desde el siempre escueto hasta la más prolija descripción de su primera experiencia. Cuando me lo preguntan a mi suelo contestar que me inicio la RENFE. RENFE, aclaro para los lectores no españoles, es la compañía española de ferrocarriles. Y esa iniciación inesperada es lo que voy a contaros.
Hace tantos años que casi mejor no lo recuerdo por las circunstancias de la profesión de mi padre mi familia se traslado a Cádiz, mas concretamente a Algeciras. Vamos más al Sur imposible. Como Algeciras no ha sido, desgraciadamente, dotada de Universidad y dado que igual tendría que vivir fuera si estaba en Sevilla o en Granada mis padres decidieron que seguiría mis estudios en Madrid. Así que me vi de repente sola en nuestra casa madrileña y sin el control familiar. No crean que eso hizo que mis estudios en la Complutense se vieran afectados, no me iba a arriesgar a perder mi libertad. Así que fui una chica responsable y libre.
Sin embargo eso no hacia que mis padres dejaran de ejercer el control sobre mi. Mi madre, mi madre y mi padre, o todos incluidos mis hermanos se venían a Madrid por sorpresa unos días de vez en cuando y yo iba a Algeciras a pasar el verano, la semana santa y la navidad. Y hay es donde surge el tren.
Creo que muchos recordaran aquellos expresos traqueteantes que recorrían lentamente España hace unos años. Aquellos vagones de segunda con departamentos donde te asabas de calor en verano y te helabas en invierno y los de primera que solo se diferenciaban de los de segunda en que los asientos eran algo más amplios y mullidos y que también te asabas en invierno. Por ultimo aquellos coches camas de Wagons-lits que era el placer inalcanzable para la mayoría de los viajeros.
Y un tren expreso así es el que cubría el trayecto Madrid-Algeciras. Recuerdo que salía sobre las diez o las once de la noche de Chamartin y se suponía que tenia que llegar sobre las diez de la mañana a Algeciras.
Aquellas navidades, para poder quedarme un dinerillo de los billetes, decidí coger primera. Era pasar solo una noche un poco incomoda.
Cuando viajaba en tren me gustaba llegar con tiempo a la estación y recorrerla despacio. Subirme en el tren entre los primeros viajeros para poder encontrar con comodidad el departamento e ir viendo a mis compañeros de viaje a medida que iban llegando. Aquella noche prenavideña, como siempre en esas fechas, el tren iba completo. Mis cinco compañeros de viaje, un matrimonio maduro con dos hijas y una señora y un señor de mayores, eran agradables. Después de la charla intrascendental que se suele producir al acomodarse en los asientos cada uno se fue hundiendo en sus propios pensamientos o, como yo, en la lectura. Los que recuerden aquellos viajes recordaran que en cuanto pasaba el revisor alguien proponía que se pusiera la luz nocturna y se hacia la semipenumbra en el departamento se estiraba del asiento del butacón y este se extendía haciendo que se pudiera dormitar mas cómodamente. Al rato ya estábamos todos dormitando con los butacones extendidos. Yo en mi ventanilla enfrente la mujer de la familia en el centro junto a mí la chica enfrente su padre y pegados a la puerta del departamento la pareja mayor. Me hizo gracia como la chica y su padre casi habían convertido los dos sillones en una cama y ambos apoyaban los pies en el asiento del otro. Igual que había hecho la pareja mayor.
La noche fue transcurriendo sin novedad para mí. De vez en cuando me medio despertaba con el mismo traqueteo que luego me dormía. En alguna ocasión la parada del tren en alguna estación me hacia abrir los ojos y mirar entreabriendo la cortina para ver por donde andábamos. Recuerdo vagamente cuando la familia abandono el departamento y la llegada de un nuevo viajero que al observar que el departamento estaba medio vació se acomodo en el asiento central frente a mi. Eso hizo que yo aprovechara para apoyar los pies en el asiento de enfrente y poder tumbarme algo mas cómodamente y seguí durmiendo.
Cuando me desperté note como algo estaba rozando la pierna por debajo de la rodilla. Vi como la mano del nuevo viajero, que dormía como el resto, se le había medio caído del brazo de su butaca y las puntas de sus dedos me rozaban. No se que me paso pero ese suave contacto a través de la media me hizo estremecer y casi sin pensar fui levantando la rodilla para ir aumentando el roce y ahí me quede inmóvil disfrutándolo. Cerré los ojos y me concentre en él y en su movimiento en mi pierna gracias al traqueteo del tren. Tras unos minutos la mano empezó a caer hacia la parte interior de mi pierna y sobresaltada note como los dedos rodeaban mi pierna acariciándome la parte trasera de la rodilla. Abrí los ojos y vi como me miraba fijamente. Casi ahogué un grito mientras se aceleraba mi corazón y aparte la pierna de su mano bajando los pies al suelo. Pasaron unos segundos mientras el pasajero no dejaba de mirarme fijamente.
Me levante y salí al pasillo totalmente descompuesta. Apoye la cabeza en el cristal de la ventana intentando que su frialdad se me trasmitiera y me tranquilizara. No solo no lo conseguí sino que todavía se me acelero mas el pulso al oir la puerta del departamento abrirse y cerrarse a mis espaldas. No hacia falta que mirara para saber quien había salido del departamento. Al notarlo tan próximo a mi me apreté contra la ventana para dejarle paso, pensando en que se marcharía hacia el extremo del vagón. Cuando estaba justo detrás de mi se detuvo. Sus manos me tomaron de las caderas y tiro de mi pegándome a el. Note su erección a través de la ropa y se me escapo su quejido. Sus manos fueron subiendo palpándome, buscando mis pechos para apretarlos y soltarlos varias veces. Volvió a bajarlas hasta mis caderas y siguió bajando, apoyándose en mi mientras descendían por mis muslos hasta alcanzar el borde de la falda. Las empezó a subir, acariciando la parte interior de mis muslos al mismo tiempo que me hacia separarlos y subiendo al mismo tiempo la falda. Mi coño quedo entre ellas. Comprimido entre ellas. Después solo su mano derecha cubrió mi coño y lo acaricio adelante y atrás presionando al mismo tiempo.
Yo en ningún momento quería que estuviera allí. En ningún momento quería que hiciera lo que estaba haciendo. Sin embargo no decía nada. No me movía. No hacia nada salvo morderme los labios. Era como si yo estuviera fuera de mi y estuviera viendo y sintiendo lo que hacían a otra persona. Y esa persona estaba excitada. Muy excitada.
Separo sus manos de mí. Podía haberme apartado pero seguí con mi culo pegado a él. Sin moverme ni un milímetro de cómo me había colocado.
No se cuanto tiempo paso en esa situación. Seguramente fueron solo segundos pero a mi me pareció una eternidad. Me tomo del codo y me obligo a avanzar, delante de el, por el pasillo en dirección a la plataforma. Al llegar a ella me obligo a girar y me paro frente a la puerta del servicio. La abrió y me obligo a entrar, entrando el detrás cerrando la puerta. Quede pegada al retrete y el olor penetrante, típico de aquellos servicios, me invadió. Poniendo su mano en mi nuca me obligo a doblarme por la cintura hasta que mi cabeza topo con la pared. Instintivamente apoye las manos en la tapa de al taza para no caer mas. Levanto mi falda hasta ponerla por encima de mi cintura. Con algo rompió mis pantys en la entrepierna. Aparto mis bragas lo justo para dejar mi coño al descubierto y empujo mis riñones hacia abajo hasta que doble las rodillas y fui bajando hasta notar como mi coño se rozaba con lo que no dude que era su polla. Metió la mano entre nuestros cuerpos y cogiendo la polla la rozo a lo largo de mis labios mientras me obligaba a bajar algo mas, hasta que estando a su gusto metió la punta en mi coño. Fue una sensación como si me hubiera metido algo ardiendo. Se me escapo un quejido. Se aferro a mis caderas con ambas manos y bruscamente me clavo su polla. Tuve una sensación tan brutal que en ese mismo momento me corrí. Mis brazos no me aguantaron y me fui doblando. Con toda su polla dentro se movió como acomodándola en mi. Como queriendo metérmela todavía más. Como si quisiera entrar entero en mí. La fue sacando tan lentamente que me parecía eterna. Y volvió a meterla entera con la misma brutalidad que antes y con el mismo moverse al final. No se cuantas veces entro y salio asi de mi. No se si me corría en cada arremetida o cada dos o cada tres, pero me corría, me corría como nunca antes me había pasado, una vez tras otra, no había terminado y volvía a estar a punto de correrme. Cuando note el principio de sus espasmos y entendí que se iba a correr intente apartarme para que no se corriera dentro de mi. Tiro con fuerza de mis caderas y me apretó contra el. Y empecé a notar como me llenaba de leche el coño. Sus manos subieron y se agarraron a mis pechos apretándolos con fuerza, cada vez con mas fuerza. Y así siguió hasta que termino de correrse y al soltármelos, no se todavía porque, me lance a un orgasmo brutal que no había experimentado nunca. Fui deslizándome hasta quedar de rodillas en el suelo apoyada la cabeza en la tapa del asqueroso retrete, sin respiración, intentando recuperarme de aquellas sensaciones tan intensas. A mi espalda abrió la puerta y salio, dejándome sola en el servicio.
Aun sabiendo que a mis espaldas la puerta del servicio estaba abierta y que cualquiera podía entrar no pude recuperarme hasta pasado algunos minutos. Me levante e intente recobrar un aspecto aceptable ante el espejo. Salí al pasillo y fui hasta el departamento. Me pare ante la puerta. Deseaba que aquel hombre ya no estuviera allí. Lo Deseaba y lo temía. Porque también deseaba que siguiera allí. Al abrir la puerta ya no me quedo ninguna duda. El hombre sentado en el asiento de la ventana parecía no atender a nada que no fuera la negrura de la noche a través de la ventana. Me senté en mi asiento, frente a el. No podía mirarlo y sin embargo lo miraba de reojo. Cada cierto tiempo un temblor me recorría sin poder evitarlo. No me dirigió ni una sola mirada y sin embargo yo sentía que no perdía detalle de mi.
Permaneció inmóvil lo que me pareció un tiempo eterno. Se levanto y salio del departamento. Le seguí con la mirada. Después de cerrar la puerta vi el destello de un encendedor. No quería pero no pude evitarlo. Me levante como si pesara mil kilos. Salí del departamento y me quede a su lado. Fumaba. Mil pensamientos giraban por mi cabeza. Mire el pasillo. Empecé a caminar por el hasta la plataforma. No hacia falta girarme, notaba sus ojos clavados en mi nuca. En la plataforma apoye la espalda en la puerta del servicio. Espere. El llego y se puso frente a mí mirándome. Abrí la puerta y entre sin dejar de mirarle. Me apoye en el baño. Levante la falda hasta mostrarle lo que deseaba enseñarle, el destrozo de mis pantys y mis bragas empapadas de su semen. Lo que deseaba entregarle de nuevo. Entro. Se hizo a un lado y se sentó en el retrete. Cerré la puerta. Me gire hacia el. Se abrió la bragueta y se saco la polla. Me tomo por la cintura de la falda y me atrajo hasta que quede entre sus piernas. Tiro hacia debajo de mi forzándome a arrodillarme. Empecé a suponer lo que deseaba de mi. Un asco profundo me invadió al mismo tiempo que empecé a salivar. No podía apartar los ojos de la punta de su polla erecta. Cogió mis manos y las llevo hacia mi coño. Me obligo a ponerlas encima y empezó un movimiento de vaivén en mi coño. Las soltó y al ver que me detenía volvió a insistir en el movimiento hasta que ya no me detuve cuando el me soltó. Deseaba que me masturbara y yo también. Pensé ha llegado el momento y agache la cabeza dispuesta a usar mi boca en su polla. Me detuvo. Yo creo que lo mire asombrada por la sonrisa irónica que me dirigió. Desabrocho dos botones de mi blusa y metiendo los dedos cogió el sujetador entre mis pechos y tiro de el haciendo que me pegara a su pene. Metió la polla por el agujero y soltó el sujetador. La polla quedo entre mis pechos sujeta por el centro del sujetador. Apretó mis pechos contra su polla y empezó a masturbarse con ellos.
Ver lo que estaba haciendo y estar masturbándome me estaba llevando a correrme de nuevo. Empezó a correrse de repente. Me parecía que no hacia más que soltar leche por las contracciones de su polla y los chorreones ardientes que sentía sobre mi piel. Me parecía que se estaba vaciando encima de mi. Aun seguía corriéndose cuando busco mis pezones a través de la tela de la blusa y del sujetador y después de pinzarlos con los dedos me los retorció bruscamente. El dolor me hizo erguir el cuerpo y al mismo tiempo correrme.
Cerró los botones de la blusa y la apretó contra la piel. Note como se quedaba pegada a la leche que me había dejado encima del cuerpo. Se levanto. Después de ajustarse el pantalón busco en un bolsillo y me metió un papel doblado por el escote de la blusa hasta meterlo en el sujetador. Paso por mi lado. Me gire para mirarlo. Me acaricio la cabeza y me dio unas palmadas en ella como si fuera un perro. Salio. Fuera amanecía.
Me levante y me senté en el retrete. Cerré la puerta y como en suspenso permanecí en el hasta que mirando el reloj me di cuenta que el tren estaba casi llegando a su destino.
Al ponerme de pie me mire en el espejo y vi a una mujer con la blusa llena de lamparones de semen que se iban secando, con las ojeras marcadas, con el pelo y la ropa desordenadas. En definitiva vi lo que era, una puta recién usada. Salí intentando taparme y sin poder hacerlo. Al entrar en el departamento ya no estaba. Me puse el chaquetón cerrándolo hasta arriba, recogí la bolsa y volví al servicio. Me arregle lo mejor que pude y espere la llegada a la estación.
Allí estaban mis hermanos y mis padres. Al bajar creí ver al hombre salir del vagón por la otra puerta. Los abrazos y besos de rigor me distrajeron. Solo un que raro hueles de mi hermano pequeño me hizo palidecer. Con un ha sido un viaje muy pesado pareció que todos se dieron por contentos.
Al llegar a casa mi único deseo era llegar al baño y ducharme. Me desnude en el baño para evitar que mi madre cogiera la ropa y viera algo. A medida que me iba desnudando ante el espejo una opresión me hizo empezar a llorar en silencio. En cada prenda que miraba veía el paso del hombre por ella. La blusa manchada. El sostén igual. La falda arrugada. Los pantys rotos. Las bragas con las mismas manchas de semen. Y al quedar desnuda mi cuerpo también estaba marcado por el paso del hombre. Las marcas del semen seco pegado en mi piel se veían perfectamente. No deje de llorar mientras me duche. Al salir vi en el suelo el papelillo que me había metido. Al abrirlo leí un eres mía y un teléfono. Furiosa lo rompí, lo tire al water y tire de la cadena.
Aquel día no quise salir a la calle, ni siquiera cuando el que luego seria mi novio me llamo. Pase el dia en mi cuarto haciendo que dormía y llorando.
Aunque al día siguiente salí con los amigos al volver a la soledad de mi cuarto volvía a recordarlo todo y volvía a llorar.
Así fueron pasando las fiestas hasta que llego fin de año. El cotillón termino en el coche de mi novio. Yo masturbándolo con la mano como tantas otras veces antes de follar y el dispuesto a hacerme un regalo de fin de año muy especial que no fue otro que lo que vulgarmente se dice comerme el coño. Al llegar a casa de madrugada me tire en la cama insatisfecha del sexo con mi novio y empecé a llorar de nuevo. Sin saber como me fui deslizando hasta que mis pies tocaron el suelo y, mientras recordaba como me había usado el hombre del tren, fui colorándome como cuando me follo. Recordando cada segundo empecé a masturbarme sin parar, llevándome de un orgasmo a otro. Rendida caí en la cama y llore. Y entonces me di cuenta que lloraba porque había roto el papel y ya no podría volver a ser la puta que habia sido con el.
A lo largo de estos años y en repetidas ocasiones, hasta que mi Amo me descubrió, cada vez que me he sentido insatisfecha me he aislado en el cuarto y con los dedos en mi coño he recordado cada momento de aquel viaje y al finalizar he llorado por la puta que siempre desee ser.