El trasplante 7/7

He participado en un experimento científico médico, en el que han realizado con humanos algo que hace tiempo practicaban con cobayas: el trasplante de cerebro.

Entre unas cosas y otras, se hizo la hora de cenar. Nos sentamos todos a la mesa, ellas, obedientes, estaban desnudas, excepto Gisele, que llevaba unas braguitas. Cuando me la quedé mirando con cara seria, me dijo:

-Es para no manchar. Llevo una compresa.

Cenamos despacio y en silencio, ellas no hablaban si yo no preguntaba y yo estaba metido en mis pensamientos, decidiendo qué iba a hacer en el futuro.

Al terminar, les dije:

-Mañana por la mañana hablaremos de mis planes para con vosotras. Ahora me voy a dormir. Podéis hacer lo que queráis.

Me fui a la cama, seguido de mi mujer. Una vez acostados, le dije:

-Hazme una mamada.

Ella tardó en obedecer. Se lo estuvo pensando, pero no dijo nada. Se inclinó sobre mi polla y comenzó una tímida mamada. No me di cuenta del momento en el que me quedé dormido.

A las seis de la mañana estaba despierto. Me fui al salón y allí sentado estuve dándole vueltas a qué hacer con ellas y qué decirles.

Me volví a quedar dormido, despertando cerca de las ocho. Tras una ducha y vestirme, fui a desayunar, estando allí las tres, ya preparadas.

Desayunamos de nuevo en silencio y al terminar, les dije:

-Creo que he encontrado la forma de que podáis ganaros casa y comida… -Hice una pausa para ver si preguntaban y así lo hicieron.

-¿Qué has pensado? –preguntó mi mujer.

-Vais a trabajar para la empresa…

-¿De qué? No tenemos ninguna preparación. – Dijo Gisele.

-De putas. Para eso sí que tenéis una buena preparación.

Mi mujer dijo con enfado y sorna:

-¿Qué pasa? ¿Tan mal va la empresa que la tienes que convertir en un club de putas?

-La empresa va perfectamente, pero voy a crear una nueva división para conseguir mayores ventas. A partir de este momento sois putas de compañía, putas de clase alta…

-¿Y qué tendremos que hacer? ¿Follarnos al personal? –Dijo mi mujer, y en voz más baja: -Será hijoputa.

-No. Solamente a clientes, y sus mujeres si es necesario, cuyo contrato nos interese conseguir.

-¿Mujeres? Nosotras no tenemos relaciones con mujeres. Para eso búscate a otras.

-Perfecto pues. Mañana por la mañana no quiero que estéis aquí. Tenéis todo el día de hoy para hacer maletas y largaos de aquí . ¡Sophie!

-Sí, señor.

-Las señoras ya no pertenecen a esta casa, por tanto, no tiene que obedecerlas en nada. Y otra cosa, hoy no vendré a comer por lo que no será necesario que preparen comida.

Me fui a cambiar de ropa para salir y cuando me dirigía a la puerta, me llamó mi mujer:

-Thomas, podemos hablar, por favor.

Entré en el salón sin decir nada. Estábamos todos de pie y fue ella la que habló:

-¿Qué tendremos que hacer?

-Muy sencillo: Tendréis que cuidar vuestros cuerpos para que resultéis irresistibles a cualquiera. Todos los días gimnasio, masajes y lo que sea necesario. Cuando tenga que agasajar a algún cliente o clientes, deberéis tener ropa para vestir más que elegantes que muestren lo buenas que estáis y poner las pollas duras a vuestro paso, además de buenos peluqueros y esteticista. Os controlaré los gastos, pero no tendréis pegas para comprar lo mejor y más bonito para las cenas.

-Os mostraréis amables con los clientes ofreciéndoos con elegancia, sin que se note y si el cliente quiere os quiere llevar a la cama o a la habitación, iréis gustosas y sonrientes, Aceptaréis lo que os diga, sin negaros a nada. Si el cliente no queda satisfecho (y lo sabré), la primera vez os daré una paliza con el cinturón, la segunda con una paleta y a la tercera os echaré de casa. ¿Entendido?

-Sí –Respondieron todas casi a la vez.

-¿Habéis cambiado de opinión?

-Haremos los que nos digas.

-Buscad gimnasio con entrenador personal, peluquería y esteticista. Pasad por alguna boutique y comprad un conjunto de lencería sugerente y un vestido de noche elegante para cada una. Tomad mi tarjeta de crédito. Comed fuera. Nos veremos a la cena.

Ya me marchaba cuando me volví y les di la última orden:

-¡Ah! Se me olvidaba: Si me entero que folláis con alguien a quien yo no os lo haya dicho, os pondré en la calle sin nada. ¿Os habéis enterado?

-Sí. –Volvieron a decir casi a la vez.

Pasó una semana en la que yo tomé la actividad que se suponía era la habitual, es decir, ir a trabajar comer y follar con Betty y vuelta a casa para la hora de cenar.

Al cabo de ese tiempo, John, el director, me informó de que venía un cliente importante, con el que teníamos que firmar varios contratos de muchos millones y que sería necesario llevarlo a cenar y luego a algún club.

Le dije que se ocupase de reservar una suite y una buena habitación, en el mejor hotel y una mesa para cenar cuatro. Me preguntó que quienes serían los cuatro, por si había que preparar algo más.

-Seremos él, mi mujer, mi hija y yo.

Ya le había explicado que había decidido que fuesen las putas de la empresa y lo que tenía planeado para ellas. Estuvo conforme con mi idea, e incluso lo vio altamente provechoso para los intereses de la empresa.

El día de la visita, le presentamos toda la información y nuestra mejor oferta. Se hizo tarde, porque ya estaba previsto así, y quedamos para cenar y dejar la firma para el día siguiente.

Al restaurante fuimos el cliente y yo, habiendo dado órdenes a mi mujer y a Gisele para que llegasen poco después de nosotros. Las esperamos tomando un aperitivo en el bar y estábamos hablando normalmente, cuando las conversaciones se acallaron y convirtieron en murmullos.

Al volvernos a mirar, pudimos apreciar el espectáculo de ambas mujeres, impresionantes, ambas de negro. Mi mujer con vestido largo, gran escote, sin sujetador y probablemente sin tanga, como consecuencia de la raja del vestido, collar, pulsera y pendientes de diamantes (que me enteré que había sido mi regalo en un aniversario). Mi hija, más discreta, vestido a la rodilla con algo de vuelo, escote cerrado y espalda al aire. No llevaba joyas.

-Mira, ahí vienen nuestras parejas. –Le dije

-La mayor para mí. –Me respondió.

Cuando nos sentamos a la mesa, maniobré para que el cliente y yo estuviésemos de frente, a ambos lados las mujeres, quedando mi mujer con el lado de la raja de su vestido hacia él.

La cena fue amena. Al principio, ambas estuvieron pendientes de él, hasta que le hice una señal a Gisele para que dejase actuar sola a su madre. El resto siguió como esperaba. El cliente estuvo metiendo mano a mi mujer por la raja, acariciando su muslo y llegando a su descubierto coño.

Pronto se le notaron, a mi mujer, los pezones enhiestos, empujando la tela del vestido y podían oírse los suaves y apagados gemidos de ella. Cuando retiraba los dedos de su coño, los llevaba a su nariz, sin quitar la vista de ella y luego los chupaba, para continuar cenando.

Al terminar le pregunté si deseaba salir a tomar alguna copa fuera o prefería retirarse a la habitación. Prefirió la habitación y, cogiendo a mi mujer por la cintura, se encaminó hacia los ascensores. Previamente, bajo mano, le pasé a mi mujer un blíster de 4 pastillas azules.

Poco después, subíamos Gisele y yo a nuestra habitación.

Ya en ella, la hice que me desnudase y lo hiciese ella, mientras yo me tumbaba en el medio, con brazos y piernas en forma de equis. Ella, ya desnuda, se quedó en pie junto a la cama.

-¿No sabes lo que tienes que hacer? Menos mal que ha elegido a tu madre, que esa si que espero que sepa qué tiene que hacer. ¡CHUPAMELA!

Tímidamente se subió a la cama, arrodillada entre mis piernas, y se llevó la polla a la boca que estaba empezando a despertar. La metía y sacaba hasta la base del glande, rodeándola con los labios, mientras pajeaba el resto.

-¿No has hecho nunca una mamada, puta?

-Sí, pero era mi novio el que me sujetaba la cabeza y me la metía en la boca. Nunca la he hecho sola.

-Lámela y chúpala hasta los huevos. Y esmérate o te enseñaré cómo hacerlo a golpes, que parece ser que es lo que entiendes.

La fui guiando enseñándole las cosas que me gustaban, mientras sujetaba su cabeza y ella fue mamando hasta ponérmela totalmente dura.

-Ahora empálate tú misma por el coño.

-¿Qué quieres decir con que me empale por el coño?

-¡Vaya mierda puta que estas hecha! ¡Que te subas encima, te la metas por el coño hasta que me corra. Y que sea rápido, que es tarde ya.

Así lo hizo. Se la metió y empezó a subir y bajar, subir y bajar, deteniéndose algunos momentos para poner saliva en sus dedos y humedecerse el coño..

-Vamos, muévete atrás y adelante, que tienes polla suficiente.

Cuando lo empezó a hacer, notaba cómo mi polla recorría toda su raja cuando se salía del coño, siendo los movimientos que lo producían, cada vez más numerosos y rápidos. Me di cuenta de que ya no se humedecía el coño y que la lubricación era natural.

Veía cómo la punta de mi polla llegaba a su clítoris y luego recorría entre sus labios para esconderse en lo más profundo de su coño, volviendo a repetir el movimiento contrario a la salida. Quiso pararse y realizar un ligero movimiento de vaivén cuando mi glande estaba sobre su clítoris, pero le di un golpe con la mano en la teta y le dije mientras se quejaba:

-No te olvides de que estás aquí como puta y yo como cliente y es el cliente el que tiene que quedar satisfecho y disfrutar, lo tuyo es adicional.

A partir de ese momento se olvidó de su placer en favor del mío, aunque con torpeza. Movía el culo tal y como le había indicado. Mi polla frotaba su coño, tanto el interior como el exterior y pronto aprendió a moverse para darme el máximo placer, sin dejar de disfrutarlo ella.

Tras bastantes minutos de entrar y salir, alcanzó un tremendo orgasmo que la hizo caer sobre mí. Volví a decirle.

-No te pares, sigue, que todavía no me he corrido.

Se levantó de nuevo y empezó a moverse de nuevo, pero mucho más despacio.

-Creo que no vales para puta. A este paso no conseguirás que me corra de ninguna manera. No hace falta que vuelvas a casa esta noche.

-Espera, te lo haré con la boca. Mi novio decía que lo hacía muy bien.

-Tu novio no tenía ni idea, pero intenta que me corra rápidamente.

Intentó limpiar mi polla con la sábana, pero desistió después de una bofetada. Se puso a lamerla con asco al principio, pero luego no le debió saber tan mal, porque enseguida se la metía entera a la boca, haciéndome una mamada profunda.

No tardé mucho en anunciar mi corrida, que descargué completa en su garganta por el procedimiento de empujar su cabeza y sujetarla mientras me corría.

Se apartó entre náuseas y toses, yendo al baño, desde el que me llegó el sonido del agua unos segundos antes de quedar dormido.

Al día siguiente, madrugamos y nos fuimos a casa. July todavía no había llegado, así que tras una ducha y cambio de ropa me fui a trabajar. Esperamos toda la mañana a que viniese el cliente, preparando un par de presupuestos más para añadirlos a nuestra oferta.

Nos fuimos a comer algo rápido para volver a la empresa a seguir esperando, cosa que tuvimos que seguir haciendo hasta cerca de las 18 horas, momento en el cual hizo su aparición el cliente. Parecía que había pasado una larga enfermedad o que venía de una guerra, pálido, con grandes ojeras y paso vacilante.

Tras su saludo, nos dijo:

-Muchas gracias Thomas. Ha sido una noche formidable. La puta no parecía puta y me he sentido como en casa, que digo, mucho mejor que en casa. Hemos pasado la noche follando y hemos repetido esta tarde, cuando nos hemos despertado. Tardaré en reponerme, pero en cuanto lo haya hecho, pienso volver para repetir. Te llamaré, porque a pesar de haberle pedido muchas veces su teléfono, no ha consentido en dármelo. Siempre me ha contestado que tendría que hablar contigo.

-Está a tu disposición para cuando quieras. Sólo dímelo y la tendrás. Pero ahora, ¿Qué te parece si nos dedicamos unos minutos a los negocios?

Firmó todo lo que habíamos preparado el día anterior y, previa información, lo que habíamos preparado ese día. Después se fue al hotel a descansar, con intención de salir al día siguiente.

Dado que viajaba en automóvil y tenía que recorrer más de 300 km. le ofrecí que mi chofer lo llevase en su coche y que luego él volviese en tren, cosa que acepto y agradeció. Quedamos con Jimmy (que había aceptado el puesto de chofer en la empresa) a la hora, lo llevamos al hotel y me llevó a casa.

En la cena, hablé con las mujeres:

-July, el cliente ha quedado muy contento con tus servicios. Tendrás una prima de mil dólares para que los gastes como quieras.

-Gracias, Thomas. –Respondió con voz monótona.

-Gisele, tu actuación ha sido penosa. Como no aprendas a follar bien y dar placer a los clientes, tienes poco futuro aquí.

-Tina, mañana pasará a recogerte el chofer para acompañar al cliente hasta su casa. Te sentarás en el asiento trasero, junto al cliente, y procurarás que sea muy feliz durante el viaje. A la vuelta, vendréis en tren el chofer y tú. Puedes entrenarte con él en tus prácticas de puta, si tenéis oportunidad.

Al día siguiente Tina apareció con un ligero vestido veraniego, pues el tiempo acompañaba, lo que me alegró porque sabía que también alegraría al cliente. Jimmy pasó a recogernos, luego al cliente y terminamos en la empresa, donde él tenía su vehículo.

Nuestro vehículo quedó en el garaje y ellos marcharon en el otro. Previamente aconsejé a Jimmy que pernoctasen en la ciudad de destino para no acumular cansancio de muchos kilómetros, pagando con la tarjeta de la empresa.

Volvieron al día siguiente a última hora. Después de la cena, las junté en el salón, sentadas en el sofá y yo frente a ellas en el sillón, y les pedí que me contasen cómo habían vivido la experiencia.

July:

-Durante la cena, estuvo acariciándome la pierna, recorriendo con su mano desde la rodilla hasta la ingle, por la parte interior de los muslos. Luego pasó a terminar el recorrido con un suave golpe en mi coño que cambió por una caricia en mi muslo subiendo y bajando la mano, mientras el lateral de la misma frotaba mi coño.

-Enseguida noté que me mojaba y, sobre todo, al ver que llevaba los dedos a su nariz y boca. Me mantuvo al borde del orgasmo durante casi toda la cena. Cuando notaba que quería correrme, retiraba su mano y la ponía sobre la mesa, hasta que al poco rato volvía a insistir.

-Di gracias mentalmente cuando disteis por terminada la cena. Si no llega a llevarme a la habitación, me hubiese ido al baño a masturbarme de forma salvaje. Pero decidió llevarme y ya en el ascensor, se puso frente a mí, me agarró por la cintura y me metió la lengua hasta la garganta al tiempo de que, apartando la falda, me metía también dos dedos en el coño y apoyaba el pulgar en el clítoris.

-De inmediato, me alcancé un orgasmo tan devastador que tuvo que sujetarme durante el viaje en el ascensor llevarme hasta la habitación. Allí, me sentó en la cama y me dejó recuperarme mientras se desnudaba. Cuando terminó, yo estaba ya lo bastante recuperada como para ponerme de pie y dejar caer mi vestido.

-Desnudos los dos, lo arrastré hasta el enorme jacuzzi que tenía el baño, abrí los grifos y nos metimos dentro. Mientras se llenaba de agua, me arrodillé frente a él y me puse a chuparle la polla hasta que el agua llegó a mi cara y me impidió respirar. Su polla no era excesivamente grande, pero si muy gruesa, lo que me hizo muy difícil la mamada, pero conseguí tragarla entera.

Nada más sacar la cabeza del agua, me hizo sentarme en sus piernas, de espaldas a él y se movió para clavármela en el coño. Me ordenó que me moviese y lo hice ayudado por sus manos que me sujetaban por la cintura y me ayudaban a subir y bajar.

Me hizo hacer una serie de clavadas profundas y se corrió. Le dije de tomar una copa y aceptó. Junto con la copa le di una pastilla, que se tomó con una sonrisa y nos fuimos a la cama.

Se la estuve chupando hasta que la pastilla hizo efecto y volvió a empalmarse, entonces me puse a caballo sobre su polla y me la fui metiendo poco a poco. Al principio no estaba en todo su esplendor pero fue adquiriéndolo poco a poco hasta que se le puso como una piedra.

Lo estuve follando con movimientos circulares de mi cuerpo mientras lo oía gemir cada vez más fuerte. Estuvimos mucho rato. La pastilla, unida a que se había corrido antes estaba aguantando bien. Tuve que cambiar a meterla y sacarla con rapidez, para conseguir que se corriese.

Consiguió que me agotase, mientras el emitía berridos de placer. Lo desmonté y me puse a hacerle una nueva mamada, alternando con masturbaciones, hasta que con un berrido más fuerte, se corrió en mi boca.

-Te tragaste todo.

-Si, por supuesto. Luego nos tomamos otra copa y nos dormimos.

Me despertó una extraña sensación y me di cuenta de que me estaba comiendo el coño. En cuanto vio que estaba despierta, me montó y me estuvo follando con ganas hasta que se corrió dentro de mí. Me fui a lavar y a la vuelta se había dormido de nuevo.

Cuando acosté, vi que habían pasado dos horas. Y otras dos horas después tuve la misma sensación y me volvió a follar. Así estuvimos toda la noche. Ya avanzada la mañana nos dormimos agotados.

Nos despertamos a las cinco de la tarde y me volvió a follar, luego nos dimos una ducha que intento convertir en una nueva follada pero el tenía la polla y yo el coño totalmente irritados.

Me dio un billete de 500 dólares en agradecimiento.

-Eso está bien. ¿Veis como si sabéis hacer algo bien?

-Y a ti, Tina, ¿qué tal te ha ido?

-Pues ese tío es un cabrón.

Nos montamos ambos en el asiento trasero, como tú dijiste, aunque él también lo pidió, me hizo quitarme el tanga, se bajó los pantalones y dejó al aire una polla totalmente encogida, me hizo arrodillarme en el asiento junto a él y que se la fuese chupando.

Empecé lamiendo su glande, metiéndomelo en la boca para succionarlo. Lo pajeé un poco hasta que adquirió algo de consistencia, entonces me puse a mamársela con fuerza y rapidez.

Me pidió que le metiese un dedo por el ano y me guió para masajearle la próstata. Una vez conseguido, se posicionó para llegar con facilidad a mi culo y coño.

La escena me empezó a calentar y cuando se dio cuenta me estuvo masajeando el clítoris y metiendo el dedo en el culo, alternando con el coño. Cuando sentía que me iba a correr, se detenía y me obligaba a chupar más y masajearle la próstata.

Con estas acciones, la polla se le puso dura y un tiempo después se corrió en mi boca, pero no me dejó detenerme. Seguí follando su culo y chupando su flácida polla, que aún alcanzó un cierto estado de flacidez, mientras él seguía acariciando mi coño, metiendo el dedo en mi coño y luego en mi culo, pero deteniéndose cuando presentía mi orgasmo.

Los vehículos que nos adelantaban, bajaban su velocidad para disfrutar de la vista de mi coño y ano acariciados por su mano, cuando no separaba los cachetes para que se viesen bien.

¡EL CABRÓN ME TUVO ASI LAS TRES HORAS DEL VIAJE!

Cuando llegamos a destino, él se había corrido dos veces, yo llevaba la boca como de piedra y muy dolorida la mandíbula.

Nos quería invitar a cenar, pero yo le dije que no, que estaba cansada y quería irme al hotel. Él se puso en el lugar del conductor para meter el coche en el garaje, mientras sacábamos nuestras bolsas de viaje del maletero, luego bajó la ventanilla, sacó de su cartera dos billetes de 500 euros, nos dio uno a cada uno y se puso a comentar con Jimmy lo bien y lo suave que había conducido.

Creo que lo hizo a idea al ver el enorme bulto en el pantalón de Jimmy. Tuvimos suerte de que otro vehículo se situase detrás con intención de entrar, así que nos despedimos y, en cuanto entró, agarre a Jimmy de la mano y lo arrastré por las calles hasta encontrar un hotel.

Encontramos uno que tenía pinta de aceptable y entramos. El recepcionista pregunto si habitación sencilla o doble. Él dijo sencilla, a la vez que yo decía DOBLE, casi gritando. Le estuve metiendo prisa para que nos diese la llave y, cuando lo hizo, arrastré a Jimmy al ascensor y una vez dentro, empecé a desnudarlo. Le solté el cinturón, le bajé pantalones y calzoncillos, me arrodillé ante él y me puse a chuparle la polla.

Me molestaba la boca. La tenía adormecida de chupársela al viejo y, además, el tamaño de la suya no ayudaba.

Por suerte llegamos enseguida al piso donde estaba nuestra habitación. Cuando las puertas se abrieron, me levanté, lo agarré de la polla y lo arrastré tirando de ella hasta la habitación. Parecía un pingüino. El abrió la puerta y ya dentro, nos desnudamos con frenesí para caer sobre la cama.

-¡Métemela ya! Estoy que ardo.

No se lo pensó dos veces. Se puso entre mis piernas, que le esperaban abiertas, se la meneó un instante, la apuntó a mi coño y me la clavó entera de una vez.

Estaba tan mojada que no sentí ningún dolor por tan brusca entrada. Lancé un grito de placer en cuanto la sentí dentro y me corrí con un largo orgasmo.

Jimmy no me dejó descansar. Siguió machacándome el coño con su pollón. Cuando chocaban nuestras pelvis porque me la había metido entera, un latigazo de placer me recorría el cuerpo y de nuevo me ponía en camino de otro orgasmo.

Me corrí cinco veces antes de que me llenara el coño de lefa. Cuando la sacó, se la estuve mamando hasta que se puso dura otra vez, entonces me monté encima, me empalé con ella y no me detuve hasta que se corrió, después de haber conseguido yo dos orgasmos más.

Nos dormimos tarde agotados por el viaje y el cansancio de la intensa follada.

Esta mañana, Jimmy se ha despertado empalmado. Me ha estado acariciando el coño hasta que me he despertado yo, y me ha hecho ponerme a cuatro patas. Me ha estado follando el coño y tomando el flujo para lubricar mi culo y metiendo los dedos para dilatarlo.

Cuando le ha parecido bien, ha cambiado de agujero, sin avisar. He gritado mientras mordía la almohada sintiendo que me estaba partiendo el culo. La ha metido toda de vez, pero luego ha esperado a que me acostumbrase, empezando una fuerte follada. El golpeteo de sus huevos con mi coño unido al placer morboso que me daba su polla, han hecho que me corra dos veces hasta que se ha vaciado en mí.

Luego en la ducha, se la he chupado hasta que se ha corrido en mi boca y él me ha comido el coño en agradecimiento.

Hemos vuelto en el tren, pero dormitando. Estábamos agotados.

-Bueno, Gisela, solamente quedas tú, que después de tu penosa actuación, no sé qué hacer contigo. Estoy dudando entre echarte a la calle o darte una nueva oportunidad y creo que deberías irte.

-¡Por favor, papá, dame otra oportunidad, no te defraudaré!

-¿Papá? Para vosotras, y me refiero a las 3, soy Thomas. Si a alguna se le ocurre llamarme de otra forma, la moleré a palos. ¿Lo habéis entendido?

-Sí, sí. –Respondieron las tres a la vez.

-Te daré esa oportunidad, pero no creo que la pases. Tengo un cliente con unas aficiones peculiares, sádicas diría yo. Lo atenderás y quiero que lo dejes agotado y satisfecho. En caso contrario, tu dinero servirá para pagarle una buena puta y tú irás a la calle. Trátalo muy bien, es un muy buen cliente y no quiero perderlo.

Al día siguiente, Jimmy la llevó a un hotel acordado, alquiló una habitación y la introdujo en ella. La hizo desnudarse y acostarse boca abajo en la cama, le metió una almohada para levantarle el culo y sacó un frasquito de aceite, que dejó sobre la mesita.

Ató sus manos y pies a los extremos de la cama con cintas que llevaba preparadas para ello y procedió a poner aceite en su coño y ano. Prestó especial atención a este último, en el que metió hasta tres dedos para dilatarlo.

Cuando le pareció suficiente, se desnudó, se puso un preservativo y lo embadurnó de aceite. Gisele pensó que la iba a follar y lo agradeció internamente, puesto que las manipulaciones la habían excitado. Pero Jimmy tenía otros planes, se situó sobre ella, posicionó el glande en su ano y se la metió de golpe.

El grito que pegó debió oírse en todo el hotel.

-¡Maldito cabrón! ¡Sácala inmediatamente o se lo diré a mi padre!

-Precisamente fue tu padre que me ordenó que probase para ver si eras capaz de aguantar. Tendré que decirle que no puedes.

-No, no, no. Es solamente porque nos tiene prohibido follar con otros que no sean los que él nos diga. Sigue, pero despacio, por favor.

Y Jimmy empezó a darle duro. Al principio ella se quejaba de dolor, pero pronto volvió su excitación y cambió sus quejas por gemidos de placer.

A ella le rondaba el orgasmo, pero no conseguía llegar, pero Jimmy fue más rápido y antes de que ella lo alcanzase se corrió llenando bien el preservativo. Miró el reloj y como vio que se acercaba la cita, se salió del culo dejándola a medias, tiró el preservativo a inodoro, se lavó la polla en el lavabo, se vistió y esperó a que llegase el cliente.

Mientras tanto Gisele le pedía que no la dejase así, le llamó de todo, con todos los insultos que se le ocurrieron, pero él no él hizo caso.

Enseguida llamaron a la puerta. Jimmy abrió y dio paso a un señor más bien bajo, con traje y con un maletín que depositó en una mesita cercana a la cama. Jimmy se marchó a esperar que terminase el hombre.

Cuando lo hizo, se marchó, haciendo una señal a Jimmy que esperaba en la recepción.

Por la noche, Gisele tuvo que contar lo que había pasado.

-Cuando Jimmy se fue, el cliente se desnudó en silencio y abrió el maletín. De él sacó dos consoladores de distinto tamaño pero gruesos ambos, se acercó a mí y me dijo:

-Veamos qué tal te portas. Te voy a meter estos consoladores en tu culo y coño y no quiero oír ni una sola queja.

El más pequeño, de 18 cm., me lo metió por el culo, que no me resultó molesto después de la dilatación a la que me sometió Jimmy. Solamente un ligero suspiro por mi parte acompañó la entrada.

El más grande, de 20 cm., me lo metió en el coño, y tuve que morderme los labios para no gritar, ni llegar al orgasmo que tenía tan cerca.

  • Puedes gritar. Ahora ya puedes gritar. Me gustará oírte.

Ajustó algo en ellos y ambos se pusieron a vibrar suavemente. Me mantenían la excitación, pero no con suficiente fuerza como para hacerme llegar al orgasmo. Me retorcía buscando un mayor roce que me permitiera correrme.

Mientras, el cliente, fue a su maletín y sacó una fusta. Se acercó a mí y me dijo:

-Pareces una buena puta. Vamos a comprobarlo.

Me soltó un golpe que cruzó mis cachetes de lado a lado. Se me saltaron las lágrimas por el dolor, a pesar de que no fue un golpe excesivamente fuerte, pero pude aguantar sin gritar ese primer golpe, pero con los nueve siguientes, bien repartidos por mi culo, mis gemidos se convirtieron en gritos de dolor, que no pude ocultar.

Los golpes me hacían contraer los músculos de vagina y ano para intentar aliviar el dolor, lo que unido a la vibración de los consoladores, me alternaban entre ramalazos de placer y de dolor que me tenían en un estado indefinible. Por unos momentos pensaba en que me iba a correr y en otros que no iba a aguantar el dolor.

Me dio otra media docena de golpes por la espalda y en el costado, donde asomaban los laterales de las tetas. Cuando terminó, tenía la polla a reventar. Un instrumento nada despreciable de unos 15 cm. Pero extremadamente grueso. Me retiró el consolador anal y lo sustituyó por su polla, empezando a follarme.

-¡Córrete, puta. Quiero ver cómo te corres!

No necesité mucho más. En el estado de sobreexcitación en el que estaba, me corrí inmediatamente, lanzando un fuerte gemido.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH

-¡Ah! Veo que te gusta y yo quiero que te corras más veces. –Dijo él moviéndose de forma brutal.

Entre la follada por el culo, la excitación sin calmar del todo y la vibración en su coño, todavía me corrí cuatro veces más, antes de que el hombre me llenase el culo con su abundante corrida.

Cayó sobre mí cuerpo sin sacar la polla de mi culo, que no se había bajado después de la corrida, incluso parecía más gruesa todavía.

El vibrador de mi coño seguía funcionando y podía notar cómo las vibraciones traspasaban mi coño y llegaban al pene de ese hombre, que pronto inició una serie de movimientos de entrada y salida. Me quejé porque el roce me producía algo de dolor y el hombre tuvo el detalle de untar su pene con aceite y echar una buena cantidad dentro de mi culo.

Después continuó follando mi culo, a ratos suavemente, a ratos con violencia y a ratos se detenía brevemente para evitar correrse pronto. Sin embargo a mí, el recorrido de su polla unido a la vibración del consolador me mantenía en un orgasmo continuo.

Por fin, después de mucho rato, volvió a correrse y se dio por satisfecho, volviendo a quedar sobre mí, aplastándome, con el pene en mi culo con una erección que iba bajando poco a poco.

Cuando se recuperó, se salió de mí, me retiró el consolador, que se encontraba bañado en flujo, pasó por el baño, se lavó e hizo lo mismo con los consoladoes , se vistió, recogió todo en el maletín y me dijo:

-Has estado bien. El próximo día trabajaremos las tetas y el coño.

Seguidamente, me dejó 4 billetes de 500 euros y se fue.

Al poco volvió Jimmy, que me desató me llevó a la ducha y él mismo se encargó de limpiarme. Debió de verme tan totalmente agotada, que desistió de un intento de follarme, a pesar de las ganas que dijo que tenía.

Al día siguiente, reunidas en la casa Thomas les dijo:

-Parece que los clientes han quedado impresionados y están deseando repetir, por tanto quedáis confirmadas como putas oficiales de la empresa. Podéis hacer lo que queráis, sin salir de casa y sin follar con nadie a quien yo no haya autorizado.

Seguidamente, llamó a Betty para quedar con ella, y se marchó.

Todo continuó a su gusto. De vez en cuando iba al hospital, unas veces a revisión y follar, y otras solamente a follar.

A veces, también quedaba con Betty, cuando no lo dejaba agotado en el despacho, para pasar la noche con ella.

Alguna vez pensaba en la suerte que había tenido, se había salvado de la pena de muerte y se había convertido en un hombre rico y vivía rodeado de hermosas mujeres. No le importaba saber que iba a vivir algunos años menos, porque, comparando su vida anterior con la actual, la anterior no era vida.

Y su mujer e hijas levantando el negocio.

FIN

Gracias por leerme.

AMORBOSO

Muchas gracias a quienes habéis valorado y comentado este relato:

a Chesterma

a Nikolai1

a Longfield

a Tidus69, al que agradezco su ayuda riva Al estar ya escritas todas las páginas, no era cuestión de andar modificando x/7 para convertirlo en x/6. Mea Culpa y pido perdon a los "MIEMBROS" de la ALEOTR

a Apolo78b La verdad es que tienes razón. La historia da para más, pero, de momento, decidí terminarla a la espera de ver un nuevo enfoque.

y por supuesto a Escorpio60 al que mi serie anterior (El Libertino) le pareció vomitiva en todos sus capítulos, sin decir si es todo el texto o determinadas escenas. Tiene que haber gustos para todo, pero pienso que una cosa es que no le guste, que lo comprendo, y otra que sea vomitiva. De momento, le aconsejo que tome Primperán, que contrarresta las náuseas o Manzanilla, que arregla el estómago. Revise sus autores favoritos, porque igual tiene que eliminar alguno.

AMORBOSO