El trasplante 6/7

He participado en un experimento científico médico, en el que han realizado con humanos algo que hace tiempo practicaban con cobayas: el trasplante de cerebro.

Tras desabrochar su camisa, continuó con la falda. Se volvió de espaldas para que pudiese ver cómo soltaba el enganche y bajaba la cremallera con gran sensualidad. Solamente mi desconocimiento de la situación me impidió saltar sobre ella.

Cayó al suelo su falda, quedando alrededor de sus pies, y sacando primero uno y luego el otro, mientras acariciaba su culo por encima de la camisa, que justamente cubría hasta el final de los cachetes.

Sin volverse, terminó de desabrochar la parte que había quedado cubierta por la falda, mientras su culo dibujaba círculos en el aire. Solamente con la cara vuelta, dejó caer la camisa, quedando totalmente desnuda. No llevaba nada debajo.

Se giró hacia mí, y con paso de modelo de pasarela, rodeó la mesa hasta situarse a mi lado, hizo girar mi silla, se arrodilló entre mis piernas y se puso a sacarme la polla. Yo, quedé unos momentos alucinado, ante una situación que me parecía increíble. Volvía a recuperar la consciencia cuando, con la polla en la mano, me dijo:

-Vaya, no la recordaba tan grande. Primero veamos si recuerdas las sensaciones.

La tenía totalmente dura. Incluso pensaba que me iba a estallar. Tranquilamente, empezó a recorrerla con la lengua, desde los huevos a al glande, en varios recorridos que fueron humedeciéndola con una mezcla de saliva y líquido preseminal que recogía cuando subía y lamía el capullo.

Se metió en la boca unas dos terceras partes de su longitud, sacándola enseguida, porque se ahogaba.

-Desde luego, no sé qué te han hecho, pero te la han puesto más larga, más gorda y con más potencia y aguante.

No dije nada. Me levanté, la tomé de las manos, nos acercamos a los sofás y allí, en uno de ellos, la hice ponerse con una rodilla en el asiento, la otra pierna en el suelo y recostada sobre el apoyabrazos.

Me arrodillé tras ella y me puse a comerle el coño, recorriendo primero los labios varias veces, desde encima de su clítoris hasta su ano y al revés. Su coño se abrió enseguida, aprovechando para meterle primero un dedo y luego dos, mientras chupaba su clítoris.

La calentura no me dejaba dedicar mucho tiempo a los preliminares si no quería correrme antes de tiempo, así que, de pie tras ella, apoyé la punta de la polla en su raja y estuve frotándola unos momentos. No hizo falta mucho para metérsela. Su bien lubricado coño, sus labios abiertos para guiarla y el leve movimiento que hizo con su pelvis, hicieron que mi polla entrase como un misil en el agua.

-MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM Ya casi no recordaba cómo era esto. –Dijo.

-No me dirás que no has follado con nadie en este tiempo.

-No. No he follado con nadie. Solamente te ha sustituido el dildo que me regalaste. ¡Pero muévete¡ Ooooohhhh. Siiiii.

La metía y sacaba a un ritmo medio. Ambos gemíamos casi sincronizados. Pensé por un momento, si nos estarían oyendo en la oficina, pero enseguida pasé de ello. ¡Era el jefe!

No me veía con fuerzas para aguantar mucho, pero quería que ella se corriese al menos, dos veces. Por suerte, la primera no tardó mucho. Su excitación provocada por la falta de polla la hicieron llegar rápidamente, anunciando su orgasmo con grandes gritos.

-SIIIIII. NO PAREEEEEEESS. ME CORROOOOOO. OOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHH

Intenté detenerme tras su corrida, pero fue ella la que insistió en que siguiese. Estaba que no podía más. Tuve que inclinarme sobre ella y, mientras acariciaba su pecho con una mano, con la otra frotaba en círculos su clítoris por encina.

Su respiración se hizo más fuerte, sus gemidos también.

-SIGUE. SIGUE. AH, AH, AH, HA…

Yo ya no podía más. Aceleré mis movimientos de entrada y salida, al tiempo que presionaba con mi mano sobre su clítoris. Los mismos movimientos hacían que mi mano vibrase sobre él, y enseguida empezó a pedir:

-NO PARES. NO PARES. ESTOY A PUNTO SI. SI…

Fue demasiado para mí. Sentí cómo mi próstata liberaba todo el esperma acumulado en mis huevos y cómo corría hasta salir y llenarle el coño. Al sentí mi corrida, ella me siguió con otro orgasmo más intenso que el anterior.

-No puedo máaaass. ME CORROOOOOO. –Giré.

-OOOOOOHHHHHH. SIIIIII. YO TAMBIÉEEEEEEEN. AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH.

Me quedé unos segundos más con mi polla dentro y acariciando su clítoris, mientras ella permanecía recostada, hasta que se bajó la erección. Entonces me retiré y ella se levantó rápidamente, yendo a mi mesa y sacando de un cajón, unos pañuelos de papel, con los que se limpió la mezcla de corrida y flujos que destilaba su coño.

-Perdona. Me he corrido dentro sin avisarte y no sé si tomas precauciones.

-No te preocupes. No tomo nada, pero mañana solucionaré ambas cosas. No lo recordarás, pero no es la primera vez que lo haces cuando estoy de descanso.

Puso unos pañuelos en el sillón y se sentó en él. Yo me senté en el escritorio, ante ella y, mientras ella pasaba otros pañuelos por mi polla, alternando con mamadas hasta dejarla impecable y seca, le dije:

-¿Te puedo hacer unas preguntas?

-Claro que sí. Qué quieres saber. –Me dijo.

-He deducido que esta no es la primera vez. ¿Cuánto tiempo llevamos así?

-17 años. Nos conocimos en una cena, a la que acudiste con tu esposa y yo sola. No tenía pareja. Estuvimos sentados a la misma mesa. A un lado tu mujer y yo al otro. Entonces empezabas a ser un maduro muy interesante.

Me dedicó una mirada, que interpreté de complicidad, acompañada de una gran sonrisa, y continuó

-Tú esposa no te hacía mucho caso, parecía enfadada desde antes de entrar, por lo que estuvimos hablando durante toda la cena. Luego hubo baile y tu mujer no quiso saber nada de ti y se dedicó a coquetear con todos los hombres que se le acercaron o a los que se acercó, por lo que estuvimos toda la noche juntos.

Se acercó al mueble bar y preparó dos copas, me ofreció una. Era un whisky buenísimo. Nada que ver con lo que recordaba en mi vida anterior. Luego prosiguió:

-No nos volvimos a ver hasta seis meses después. Yo estaba en un restaurante, comiendo con unos clientes de mi anterior empresa y tú fuiste a comer allí también. Ibas sólo. Me saludaste de lejos y te sentaste un una mesa cercana. Me excusé para ir al baño y me detuve un momento para hablar contigo. Quedamos a comer al día siguiente y terminamos la tarde en un hotel.

-¿Y luego viniste a mi empresa?

-No. Todavía tardamos seis meses. Nos veíamos todos los días. Compraste un piso donde nos hemos estado reuniendo hasta el año pasado.

-¿Y por qué no nos hemos casado?

-Ya me lo propusiste, pero no quiero ataduras. Te prometí amor y fidelidad, pero tú en tu casa y yo en la mía. Te quiero y te deseo como a nadie, y probablemente te querré y desearé toda la vida, pero no a todas horas. Necesito mi espacio, mi intimidad, no quiero ataduras, y sé que eso no lo conseguiré con una vida en común.

No podía negar que una relación de esas características me venía muy bien, puesto que no podía separarme de mi mujer e hijas si no quería perderlo todo, incluyendo la vida.

El teléfono sonó y el director nos informó de que era la hora de ir a cenar. Nos vestimos y ella fue a su despacho a arreglarse. Cuando salió, estaba despampanante. Nos fuimos a cenar, sin que dejasen de contarme cosas de mi vida anterior.

Era más de media noche cuando nos marchamos. El director por un lado y Betty y yo por otro. Me llevó hasta el piso, donde volvimos a follar hasta altas horas de la madrugada. Ya casi había amanecido cuando me metía en la cama, junto a mi esposa, con cuidado de no despertarla.

Al día siguiente, me levanté temprano, escasamente con dos horas de sueño. A las 8 ya estaba duchado y vestido, a la espera del desayuno mientras veía las noticias de la mañana. A las 8:30 ya estaba el desayuno preparado y como no vino nadie más, desayuné solo y mandé recoger todo y que se cerrase la cocina hasta la hora de comer.

A las 13 horas apareció la pequeña con cara y gestos de no estar despierta todavía. Pidió el desayuno con un grito y le dije:

-Te recuerdo que aquí se desayuna a las 8:30 y a ninguna otra hora y de paso, te aviso que, como trates al personal de servicio a gritos, te pongo en la puerta de la calle inmediatamente como estés.

Echándole la bronca fue pasando el tiempo y se hizo la hora de comer. Siguió sin aparecer nadie más, así que comimos Tina y yo. Tras la comida, ella se fue a su habitación y yo me tome un café con una copa mientras veía la televisión.

Sobre las 15:30, con poca diferencia entre ambas aparecieron mi mujer y mi otra hija, sentándose a la mesa y llamando a la doncella:

-Olivia, tráenos el desayuno. –Dijo July

-¡Tche! ¡Tche! ¡Tche! ¡Tche! Vas mal –Les dije- Ya avisé a las chicas que los horarios son 8:30 desayuno, 14:00 comida y 21:00 cena y el que no está a la hora, no come. Ahora son las 15:30 y hace rato que Tina y yo hemos comido. Tendréis que esperar hasta la cena.

-¡PERO TE HAS VUELTO IMBÉCIL O QUÉ! ¿LA OPERACIÓN TE HA TRASTORNADO EL CEREBRO? –Dijo July

-¡NO GRITES! Y no tengo ningún trastorno. A partir de ayer se hará lo que yo diga y vosotras obedeceréis como si fuese una orden divina. La que no quiera aceptar mis normas, puede coger la puerta y largarse.

Mandé llamar a Tina y cuando estuvimos los cuatro continué hablando.

-Aunque ya ha pasado el mediodía y por ser la primera vez, vamos a retomar la conversación de ayer, en la que os solicitaba una respuesta. ¿Habéis elegido ya?.

-¿Pero tú te crees que eso es una propuesta? Yo soy tu mujer y ellas tus hijas. ¿Cómo puedes proponernos nos vayamos sin dinero, trabajo, ni nada para mantenernos o peor: chulo de mierda, que seamos tus putas. ¿Sabes que soy tu esposa y ellas tus hijas? ¿Qué vas a querer de nosotras?

-Que eres mi mujer, lo sé porque lo dicen los papeles, que son mis hijas lo asumo con fe, porque con lo zorrón que eres…

-¡No es necesario que me insultes! Te exijo respeto como tu esposa que soy.

No le di tiempo a decir más y continué diciendo todo lo que tenía pensado.

-Repito, y no me interrumpas si no quieres que te cruce la cara, porque con lo zorrón que eres, no tengo claro que sean mías. Pero me da igual lo que digan los papeles. Para mí soy tres extrañas que se alojan en mi casa y a las que profeso el mismo cariño que ellas me profesan a mí y que no me importan nada. Así que elegid una opción.

-Pero si nos echas, ¿de qué vamos a vivir? No tenemos trabajo ni sabemos hacer nada. –Dijo Gisele.

-Tampoco es que seáis unas inútiles. Algo si que sabéis hacer: follar como putas. Y en este punto sí que podéis tomar una decisión: Marchar de aquí y estableceros como putas, o ser mis putas. Putas de lujo. Ahora me voy a descansar un rato. Luego me contáis vuestra decisión.

Y las dejé solas, cada una metida en sus pensamientos, yéndome a la habitación, donde me desnudé, oscurecí y acosté.

No habrían pasado ni cinco minutos, cuando se abrió la puerta y entró alguien, que no pude ver porque estaba medio dormido y de espaldas a la puerta. Tras unos sonidos de deslizamiento de ropa, alguien se acostó a mi espalda.

Enseguida sentí un par de duras tetas contra mi espalda, seguida de una mano que pasaba sobre mi cuerpo para ir a buscar mi polla. Sin verla, sabía que era la pequeña.

-Tina. ¿Qué estás haciendo?

-Ganarme el puesto de puta a tu servicio. ¿Te la chupo?

-Es un buen principio, pero luego te follaré el culo. –Mientras decía esto, di la luz y me coloqué boca arriba para que pudiese hacerme la mamada. Ella retiró la ropa de cama y se puso a pajearla para sacarla de su estado de casi relajación.

-Métetela entera en la boca y ve mamando. –Tuve que explicarle.

Se la metió todo lo que pudo, que fue casi toda, hasta que le dieron arcadas y empezó a sacarla despacio, mientras succionaba y lamía. Cuando se la metía al máximo, sacaba la lengua por debajo. A los pocos segundos ya le costaba metérsela media.

Cuando ya la tenía totalmente dura, la hice ponerse a cuatro patas y me situé tras ella. Primero estuve pasando la lengua por su vulva y mojando bien su ano, en el que metí el pulgar y lo fui dilatando poco a poco hasta que pude meter tres dedos.

El coño se le puso totalmente encharcado y no paraba de gemir. Cogía su humedad con los dedos para llevarla a su ano una y otra vez, hasta considerar que estaba lo bastante dilatado y lubricado. Entonces me levanté, froté el glande por su culo y raja hasta el clítoris, haciéndole emitir gemidos más fuertes.

Cuando mis ganas de follarla llegaron al máximo, se la metí en el coño par lubricarla, encontrándola tan estrecha que incluso llegó a atascarse y tuve que dar un fuerte empujón, seguido de un gemido de dolor de ella, dándome cuenta de que la acababa de desvirgar.

No por eso me detuve. Se la saqué del coño y pude comprobar que había algunas hebras de sangre entre una gran humedad, así que, directamente, la emboqué a su ano, empujé ligeramente y viendo que entraba bien, de un solo golpe le metí el glande.

-Aaahhh. Espera, espera…

Dejé que se acostumbrase y dilatase lo suficiente, aprovechando para inclinarme sobre ella y pasar mi mano por debajo hasta alcanzar su clítoris para acariciarlo. Cuando fue ella la que inició el movimiento para empalarse, se la metí toda de un solo empujón.

Gritó, claro que gritó, pero tenía la cabeza metida en la almohada y casi no se le oyó. Volví a esperar, acariciándola. Cuando volvió a estar excitada, inicié los movimientos en su culo. Durante unos segundos sus gemidos fueron de dolor o molestia, pero enseguida empezó a pedir más fuerte y más rápido.

Con las estimulaciones de clítoris y ano, no tardó mucho en alcanzar su placer, dejándome llevar yo hasta correrme en su culo poco después.

Quedamos ambos acostados en la cama, mientras ella se reponía y su ano recuperaba parte de su estado normal. Al rato me dijo:

-Y bien, papá, ¿me he ganado el puesto de puta?

-Sí, te lo has ganado y pronto te pondré a trabajar. Pero dime una cosa: ¿Eras virgen?

-Sí.

No dije nada. Tampoco me extrañó mucho, pues a los putos solo les había visto comerle el coño. Me levanté, me vestí y fui donde estaban las otras dos, mientras Tina se metía en el baño. Entre sus piernas corrían líneas de sangre y semen que tenía que limpiar.

En el salón me encontré a Gisele y July que seguían hablando, pero que se callaron al llegar.

-Bueno, ya tenemos a la primera puta. Me voy a dar una vuelta por ahí. Cuando venga a cenar, espero vuestras decisiones también.

Pareció que mi esposa July iba a hablar, pero al ver mi actitud, cerró la boca.

A las 8:30 volví a casa, encontrándolas donde las había dejado. Fui al dormitorio, me desnudé, me di una ducha y volví al salón con ropa más cómoda. Tina ya estaba allí y al ser la hora de cenar, pedí que nos prepararan la mesa.

-Tina, mientras nos preparan la mesa, desnúdate completamente. Tú cenarás así y te sentarás a mi derecha.

La mesa era rectangular, yo estaba en un extremo, July en el otro y mis hijas una a cada lado. Hice que Tina se pusiese pegada a mí y fui acariciando sus muslos mientras preparaban y servían la cena. Indudablemente, todos, incluidos los criados, se dieron cuenta de lo que estaba haciendo.

Cenamos en silencio, si exceptuamos los gemidos de Tina, que fueron en incremento conforme mis manos avanzaban hacia su interior. Acaricié de nuevo su clítoris y le metí un dedo y luego dos, frotando su punto ‘G’ con las yemas y golpeando su clítoris con la palma de la mano. Sus pezones se pusieron como escarpias y no tardó en agarrarse con fuerza al borde de la mesa y correrse en silencio, con una fuerte respiración.

Ya en los postres, pregunté:

-¿Y vosotras qué habéis decidido? ¿Os vais u os quedáis?

-Nos quedamos. –Dijo mi mujer en voz baja.

-No. Quiero una respuesta de cada una de vosotras y con voz fuerte, que se oiga bien.

-Me quedo. –Dijo July

-Me quedo. –Dijo Gisele.

-Muy bien, de acuerdo. De momento, os quiero a todas totalmente desnudas. Os iré dando las normas por las que os regiréis en los próximos días. Ahora, sentémonos un rato a ver la televisión.

Se desnudaron y sentaron en un extremo del sofá.

-No, no, os quiero una a cada lado mío y Tina en el sillón de enfrente.

Una vez ubicados todos, les dije:

-Tú Tina quiero que mantengas bien abiertas las piernas, te acaricies y que estés todo el tiempo bien húmeda, puedes correrte si quieres, pero en ningún caso te detengas, aunque te resulte sumamente molesto acariciarte después de un orgasmo. Quiero ver tu coño brillando.

-Y vosotras dos, me dejaréis el coño accesible a mis manos.

Ellas abrieron sus piernas y yo estuve acariciando sus coños tanto por encima como metiéndoles uno o dos dedos.

Estuve como unas dos horas. Cuando notaba mucha excitación en ellas, las hacía detenerse y que July o Gisele alternativamente, me hicieran una breve mamada, para lo que previamente me tuvieron que sacar la polla.

Se les notaba en la cara las ganas de correrse y el mal humor por no poder hacerlo. Al final dije:

-Bueno July. ¿Crees que es hora de follarme a mi puta esposa o todavía deberíamos seguir un poco más?

-Lo que tú quieras, cerdo.

Para humillarla le dije

-No, no es lo que yo quiera. Cuando estés dispuesta, quiero que me lo pidas.

-Estoy lista.

-No, así no. Puedes hacerlo mucho mejor ¿No podrías decirlo mejor?, por ejemplo: Tu puta esposa está lista para que la folles o mejor tu puta esposa está deseando que la folles.

Con voz casi inaudible repitió la última frase.

-No te he oído, quiero que se te oiga y que lo digas con firmeza, que se note que lo estás deseando.

-¡Tu puta esposa está deseando que la folles!

-Pues mira, hoy te voy a dar gusto por ser la primera vez, pero no te creas que esto va a ser siempre así. ¡Vosotras, a la cama! y tú ven conmigo ¡Y QUIERO LAS PUERTAS ABIERTAS DE PAR EN PAR! –Les recalqué.

Nos fuimos a las habitaciones. En la nuestra entré primero y ella siguiéndome.

-¡Desnúdame!.

Procedió a quitarme la ropa, la hice empezar por la parte superior y, cuando llegó a mis pantalones, la hice arrodillarse para bajármelos, incluyendo los calzoncillos. Ya desnudo, con ella arrodillada ante mí y con mi polla apuntándola, se quedó como que no sabía cuál era el siguiente paso.

-ZASS ¿A qué esperas, puta? ¿No sabes lo que tienes que hacer? ¿Te lo tendré que enseñar a golpes?

Le di una bofetada y entonces espabiló y empezó a lamerla desde los huevos a la punta, mientras la sujetaba con dos dedos, como si hubiese cogido una rata muerta por el rabo.

-ZAS, ZAS –Dos nuevas bofetadas la animaron a meterse la punta en la boca, sin llegar a meter todo el glande.

-ZAS, ZAS. Abre la boca de una puta vez.

Cuando lo hizo, la agarré del pelo y se la introduje hasta que empezó a hacer gestos de ahogo y náuseas (y solo le había metido la mitad). Se la saqué, la dejé que respirara un momento mientras le decía:

-Tendrás que esmerarte más. Una puta que no traga toda la polla es una puta que no vale. Una mierda de puta.

Seguidamente volví a empujar mi polla dentro de su boca metiéndola hasta encontrar el tope y sacándola hasta que el glande llegaba a sus labios, volviendo a repetir todo. Así estuve hasta que mis huevos golpearon su barbilla.

-Ves, así se hace. Toda hasta dentro.

-Aaaaaaaaaggggggggggg Aaaaagggggg.

La hice levantarse y ponerse a cuatro patas en el borde de la cama. Pasé un par de veces la polla por el coño y seguidamente apunté a su ano y la clavé de golpe. Entró poco más del glande, seguido de un fuerte grito de ella. Un pequeño retroceso y nueva clavada, esta vez completamente, con un grito aún mayor.

No tuve piedad le estuve follando el culo hasta correrme, sin preocuparme por su placer o dolor. Solamente le decía:

-¿Así que necesitas dinero? Pues empieza a practicar para conseguirlo.

Cuando me hube corrido, la mandé a lavarse, con el aviso de que no quería que me manchase la cama con la lefa y sangre que salía de su culo roto y que no viniera a la cama hasta que estuviese totalmente limpia.

No me enteré de cuando se acostó, ni se si durmió o no. A la mañana siguiente se levantó a la vez que lo hice yo y se quedó de pie, desnuda, tapándose coño y tetas con manos y brazos. Se puso a llorar, pero me fui a la ducha sin decirle nada.

Cuando salí de la ducha me puse a vestirme intentando hacer ella lo mismo, pero bastó una mirada para que desistiese.

Nos juntamos a desayunar, apareciendo Gisele con un pantalón corto y una camiseta pero un rápido chist de su madre y verla a ella y a Tina desnudas, le hizo regresar a su habitación y volver también desnuda.

Después del desayuno anuncié mi salida para hacer gestiones, ordenando que siguiesen desnudas durante todo el día, que no podía salir de la casa, pero si podían salir a la piscina, eso si, siempre desnudas.

Yo me fui al hospital, para hablar con los médicos que realizaron el trasplante sobre el documento que había dejado mi portador, del que pedí una copia.

Cuando me la dieron, observé que el original estaba escrito en papel con membrete del hospital, pero en la copia que me habían dado, ese membrete había sido eliminado, así como las firmas. Cuando hice notar este hecho, el doctor me dijo:

-Momentos antes de la operación Thomas nos pidió dejar unas instrucciones por si pasaba algo que alterase lo que estaba previsto (que muriese él y el otro no). Le facilitamos el papel y escribió las condiciones que te comentamos en su momento, firmando todo el equipo como testigos.

Y prosiguió:

-Como comprenderás, lo que hemos hecho si bien no está prohibido por la ley, es una práctica que nos podría crear muchos problemas, e incluso enviarnos a la cárcel. No sabemos cómo Thomas se enteró de que estábamos haciendo pruebas satisfactorias con trasplante de cerebro en ratones, porque era y es algo secreto, pero vino y nos ofreció una buena cantidad de dinero, depositada en paraíso fiscal, por hacérselo. Ya sabes lo “necesitada de dinero que está la investigación”.

-Él se encargó de hablar con el director de la prisión y solicitar a un preso, que fuiste tú, con lo cual, también el director está comprometido y bien pagado. Por tanto, estos documentos van a ser destruidos ahora mismo (y en el mismo momento, introdujo las hojas en la destructora de papel) y así no quedará ninguna prueba.

-Si alguien pregunta, ambos fuisteis internados en oncología y operados con distinta fortuna: el preso Robert falleció al poco tiempo y su cuerpo incinerado y al enfermo Thomas se le extrajo un tumor cerebral que, aunque le hizo perder gran parte de su memoria, le salvó la vida.

-Así que, Thomas, y permite que te tutee, lo nuestro ha sido una intervención habitual en oncología y no sabemos nada de trasplantes de ningún tipo, por lo que, si piensa demandarnos, lo negaremos todo.

Yo le pasé las copias que me había entregado y le dije:

-Muchas gracias por operarme el tumor. Tiene usted unas manos maravillosas. Ahora me marcho. Volveremos a vernos para las revisiones, pero antes querría pedirle el favor de destruir estas hojas también. No es conveniente que vayan circulando bulos por ahí.

El doctor destruyó las hojas y nos despedimos con un apretón de manos.

Salí del hospital muy contento. Ya no tenía ataduras para actuar con mi mujer y mis hijas, y también ya era, definitivamente, Thomas Rogers.

Pasé por las oficinas a ver a John hablar con él, no puede evitar verme con Betty, ni lo intenté. Encerrados en mi despacho me hizo el consabido desnudo. La hice sentarse sobre el escritorio y yo hice lo propio en el sillón. Con sus muslos sobre mis hombros, me puse a lamer su vulva, recorriendo la raja de arriba abajo, hasta que se abrió. Entonces puse mis labios sobre su clítoris y le metí el dedo en su coño y estuve frotando, chupando y lamiendo hasta que se corrió.

Cuando quiso que follásemos, me negué, alegando que tenía unas putas en casa a las que tenía que atender esa tarde. Puso cara de disgusto, pero dio la impresión de que lo aceptaba. Me marché después de prometerle que volvería al día siguiente para follar hasta agotarnos.

Llegué a casa a la hora de comer y una vez más lo hicimos los cuatro juntos, pero antes pasé por unas tiendas para comprar una cánula, tubo de ducha, grifos, llaves, etc.

La comida no tuvo nada de especial. Ellas desnudas y en silencio, solamente respondiendo con el mínimo de palabras a lo que yo les preguntaba.

Cada habitación tenía su propio baño, y además, había otro en el pasillo. En él había un lavabo, un inodoro y una pieza como un fregadero bajo que yo no sabía para qué era exactamente, pues solamente la había visto en un bar al que entramos para desvalijar las máquinas tragaperras y la encontré en un cuarto que debía ser donde guardaban los útiles de limpieza y tenía dentro un cubo de fregar. En ese momento no le di importancia, porque allí estaba la grabadora de las cámaras de vigilancia y solamente me sirvió para subir sobre ella para sacar la cinta.

Después de comer, corté el agua y fui a ese baño, desmonté la salida del agua e hice los cambios necesarios para que coexistiera la salida de agua original y la de la cánula, de forma independiente gracias a sendos grifos. De algo tenían que servir los entrenamientos desmontando motores de coches para venderlos por piezas.

Cuando todo estuvo listo, tras ducharme, llamé a las tres y , con el cinturón en la mano, las llevé a ese baño.

-No quiero quedarme con la polla sucia cada vez que os de por el culo, así que he preparado esto para que os limpiéis todos los días. Cada mañana, como nueva obligación de vuestro aseo, vendréis aquí, reguláis el agua a la temperatura que queráis y os metéis la cánula por el culo hasta que os duela la tripa, después aguantáis un poco y descargáis en el inodoro, luego, repetís la operación para asegurar la limpieza. ¿Entendido?

-Si, si –Dijeron todas a una.

-Bien, vamos a comprobarlo: July, empieza tú para que veamos si te has enterado.

-¿Pppero aquí? ¿Delante de todos?

-¿Qué te pasa, puta? ¿Ahora vas a tener remilgos? –Le dije mientras soltaba mi cinturón.

-ZASSS, ZASSS. –Dos golpes con el cinturón.

Inmediatamente, llorando, se puso a regular el agua, se ubicó sobre el inodoro y se metió la cánula en el culo. Con una mano la sujetaba y con la otra podía ajustar cantidad y temperatura, dado que los grifos estaban al lado.

Se sacó la cánula, esperó unos pocos segundos y soltó toda la carga entre grandes ruidos y buena peste, con la cara totalmente roja. Cuando pareció que terminaba:

-¡Debes estar podrida por dentro! Repite de nuevo.

-No por favor, delante de vosotros no.

-ZASS – Un golpe con el cinturón la puso en marcha de nuevo, volviendo a descargar un rato después, pero sin tanta aparatosidad.

-Cuando terminemos ve al baño y lávate bien. Tina, te toca.

La pequeña hizo lo mismo que su madre y no fue necesario forzarla. Pero cuando le tocó a la mayor:

-Por favor, papá, fóllame por el coño. Por el culo es muy doloroso. – Dijo Gisele

-No te preocupes, que yo no soy como es mierda de novio tuyo. Seré mucho más delicado y no solo no sufrirás, sino que, además, te gustará.

-¿También sabes lo de mi novio?

-Ssssshhh. Olvídate de él.

Eso debió de hacerles pensar que era yo el que estaba detrás de las desapariciones de sus chulos y por eso pude ver que palidecieron y se pusieron nerviosas al ver hasta dónde podía llegar.

-Ve preparándote porque en cuanto terminemos, te voy a follar el culo hasta que me canse.

-¡Por favor papá! –dijo con voz llorosa.

-ZASS –Nuevamente el cinturón ayudó a amansarla.

Cuando terminó, el olor era insoportable, las mandé a lavarse y le dije a Gisele que luego me esperase a cuatro patas sobre su cama.

Pasé por el baño principal para lavarme bien y coger una crema hidratante, a falta de otra cosa, y un buen rato después, fui a su cuarto, encontrándola como le había indicado.

La espera ya me había puesto muy en forma. Directamente me puse a darle crema en el ano y meter un dedo hasta conseguir que entrase con suavidad. No costó mucho, se notaba que el cabrón de su novio le había roto el culo bien.

Tras el primero, fueron dos y hasta tres dedos los que le metí, bien embadurnados de crema, mientras ella emitía suaves quejidos de dolor.

Cuando consideré que la dilatación era suficiente, me unté la polla con crema, la apoyé en su ano y fui metiéndola con suaves empujones con pausas entre ellos. Cuando la tuve toda dentro, le dije:

-¿Te ha dolido?

-Muy poco, prácticamente nada. Sin comparación con la otra vez. Muévete despacio.

Me incliné sobre ella. Cogí sus tetas y empecé a acariciarlas, frotando suavemente. Fui recorriéndolas en círculo hasta llegar a sus pezones. Entonces inicié un movimiento lento de salida y entrada en su culo.

Al principio no expresaba nada. Sus pezones iban creciendo y endureciendo bajo mis caricias y entonces empezó a respirar más fuerte. Tuve que bajar mi mano hasta su coño para acariciarlo y conseguir que se excitase. Cuando ya emitía suaves gemidos, dejé las caricias y continué follándome su culo.

Si no hubiese visto lo que le hizo el bestia de su novio, me la hubiese follado a lo bruto. Cuando retiré mi mano de su coño, fue ella la de ella la que la sustituyo y siguió con la masturbación. Desde ese momento, todo se desmadró. Ella gemía y me pedía más fuerte, yo aumentaba mis clavadas hasta que mi cuerpo chocaba con su culo. Solamente se oía:

-MMMMMMMM SIIIII. Dame más, más más. –Por parte de ella y

-PLAS, PLAS, PLAS.–El entrechocar de nuestros cuerpos por parte mía.

Conforme aceleraba mis movimientos, empezó a aumentar la fuerza de sus gemidos y a pedir que le diese más.

-SIIIII. MAAAAAASS. DAME MAAAAASS.

-PLAS, PLAS, PLAS. –Seguían chocando nuestros cuerpos.

-MMMMM. Me falta poco. Te voy a llenar el culo de leche.

-NOOOO. Esperaaaa. Yo también estoy a puntoooo.

-No puede máaaaasss. No me aguantooo.

-Si, si, Córrete ya. Me estoy corriendoooo

-Y yooo.

Mi descarga fue copiosa. Ambos caímos largos sobre la cama, superpuestos. La mantuve en su interior hasta que perdió su dureza y luego me eché a su lado. Poco después, se levantó y fue corriendo al baño. Después de lavarse, vino con una toalla húmeda y me limpió la polla.

CONTINUARÁ

Vuestros comentarios e ideas ayudan a escribir más. Y gracias además por tratarme tan bien. También agradezco vuestras valoraciones, tanto a los comentadores como a los anónimos.

AMORBOSO