El transportista (parte 2)

Laura pasa la noche con su captor

Tras una cantidad de horas desconocida para Laura, el motor se para. Se vuelve a oír al bastardo abriéndose paso entre las cajas, manipula el candado y abre el cajón Apenas entra luz, así que Laura sigue sin ver nada, pero dos fuertes brazos la sacan de su prisión y la ponen en pie. Mientras sus ojos se acostumbran al pequeño cambio de luz, el hombre usa algo metálico para cortar las ataduras de sus tobillos, y después le acerca la navaja a la cara.

-Vamos a salir un momento, y como hagas alguna tontería te rajo todo el estomago. Y te aseguro que no hay hospitales lo bastante cerca. Morirías desangrada, y si alguien lo viera intentaría ayudarte, así que yo podría irme y desaparecer sin dificultad. Así que... ¿vas a portarte bien?

Laura asiente, mostrando miedo en cada movimiento.

-Eso espero, si te comportas seras recompensada.

Nada mas bajar del camión con ayuda de su captor, la joven mira a su alrededor. Están en el aparcamiento de un motel, con todas las habitaciones frente a ellos; detrás, solo oscuridad de la noche. Cuando el hombre la sujeta del brazo y la hace caminar, Laura se da cuenta de que la empuja hacia una habitación con la puerta abierta: no van a dar un paseo, no la va a liberar, van a pasar la noche juntos. La rubia sacude el brazo por el que la sujetan, liberándose de la presa, y hecha a correr hacia la noche. O mas bien lo intenta, pues con botas de tacón alto y las rodillas atadas, es casi imposible caminar, mucho peor correr. La muy idiota le ha dado la escusa que necesitaba para dejar a un lado la diplomacia y las buenas maneras, el secuestrador la vuelve a agarrar por el cabello sin esfuerzo, y la obliga a caminar hacia la habitación, y cuando ella tropieza con el bordillo del fin del aparcamiento no se detiene, y recorre los últimos metros arrastrándola por el suelo, la arroja sobre la cama y cierra la puerta, echando la llave por dentro.

-Eres una mentirosa, como todas las perras, falsas y mentirosas, y vamos a trabajar para corregirtelo.

Ella esta llorando de nuevo mientras observa como se acerca a la cama. Cuando el hombre vuelve a acercarle la navaja ella esta al borde del ataque de histeria, pero él se conforma con cortar las ligaduras de sus rodillas, liberandole las piernas. Sin miramientos, le separa las piernas y le levanta la falda, dejando totalmente expuesta su entrepierna.

-Ahora te vas a estar absolutamente quietecita – se inclina sobre ella y coge de una mesita auxiliar una navaja de afeitar, permitiendole verla – no te conviene moverte.

Sin esperar respuesta, deja la navaja sobre la cama, coge un espray y unta toda la zona púbica de espuma, que de inmediato empieza a retirar con la navaja, parando cada pocos segundos para lavarla en un cuenco de agua. Laura se esfuerza por contener los espasmos que le provocan los sollozos de esta nueva humillación.

-Este motel esta en medio de la nada, aquí solo se puede llegar en coche, y en el parking no hay ninguno. Estamos solos, perrita, intenta recordarlo.

Acabado el aseo, retira todos los utensilios dejándolos en el baño y pasa la mano sobre la piel recién descubierta, examinando su obra.

-Esto esta mucho mejor.

Sin poder contenerse mas, vuelve a hundir su cara entre las piernas de la sollozante chica. Esta vez se entretiene mas tiempo, se lo toma con calma, y la cubre de saliva por dentro y por fuera hasta conseguir la máxima humillación, hasta notar el temblor del orgasmo forzado, lo peor que le puede pasar a una victima de violación.

-Bájate de la cama – le dice el individuo mientras se baja él mismo – y arrodíllate.

Mientras obedece, él corta un trozo de cinta adhesiva y se lo pega en la cara, tapándole los ojos.

-Bien, vamos a repasar la situación – mientras habla se agacha y enrolla la falda sobre si misma a la altura de la cintura y por encima de las caderas.

-Tu has dicho que no ibas a hacer ninguna tontería, ¿verdad? - ella asiente y él se quita su propio cinturón.

-¿Y lo has cumplido? - ella llora con mas fuerza y él empieza a acariciar su cabeza – dime, ¿lo has cumplido?

Ella niega a oscuras con la cabeza.

-¿Y crees que esa actitud merece ser premiada?

Llora desconsolada, atrapada en el juego de un maníaco. Entonces él golpea la cama con el cinturón.

-¡Responde, perra!

Niega con movimientos fuertes y bruscos, presa del miedo.

-Habría que castigarte, ¿verdad? - la suavidad y la paciencia han vuelto a su voz.

Ella asiente, resignada.

-Bien, admitirlo es el primer paso.

Sin mas palabras, satisfecho con el teatro, la sujeta por el pelo con la mano que segundos antes la acariciaba y con la otra mano enarbola el cinturón y azota directamente sus pechos. Ella intenta gritar y sacudirse, pero de rodillas y con la cabeza sujeta no puede ni alejarse, ni ponerse en pie, ni caer al suelo, con las manos atadas a la espalda no puede cubrirse, no le queda mas remedio que esperar y recibir un azote tras otro. Tras una interminable lluvia de golpes le oye decir “y el ultimo”, aprieta los dientes, animada por esas palabras para aguantar solo uno mas, pero cuando llega sobrepasa todo lo esperado, pues le muy hijo de puta suelta el azote en su entrepierna. Entonces la permite caer al suelo y observa como adopta la posición fetal, intentando cubrirse las zonas maltratadas.

Él espera paciente varios minutos hasta que los llantos bajan de intensidad, hasta regularse en el nivel que le resulta “normal” desde que la conoce.

-No te ha gustado, ¿verdad? ¿o quieres repetir? - ella niega de nuevo.

-¿Entonces quieres ser una buena perrita, obediente y atenta? - ella asiente, lo que sea con tal de que no la haga mas daño.

-Eso espero, creo que hemos hecho grandes avances.

Se pone en pie, vuelve junto a ella y, sin fuerza pero con firmeza, la coge de sus caderas con ambas manos y la pone sobre sus rodillas, pero esta vez manteniendo su cara pegada al suelo, y por lo tanto, exponiendo su redondeado culo. Sin ningún tipo de miramiento, ni desde luego protección, penetra su vagina, despacio las primeras veces pero acelerando el ritmo en seguida. Entonces vuelve a sujetarla del pelo y estira hacia si, levantando la cabeza del suelo y sosteniéndola en el aire. Ahora embiste con fuerza hacia ella mientras tira de ella hacia él, hasta el punto de volverla a hacer gritar de dolor por la salvaje y animal penetración, pero esta vez dura poco, pues se conforma con satisfacerse él. Para de golpe, sale de ella, la tumba boca arriba y se masturba hasta correrse en su pecho.

A ella solo le concede el tiempo que él necesita para recuperarse, la pone en pie y la guía hasta el cuarto de baño, la mete en la bañera y con una cuerda muy corta ata su cuello al grifo de la bañera.

-Las perras malas duermen en la bañera. Buenas noches perrita.

El hombre se tumba en la cama y en seguida empieza a roncar.

Bien entrado el medio día vuelve a por ella.

-Buenos días pequeña.

La saca de la bañera y la guía hasta sentarla en una silla.

-¿Tienes hambre? - ella asiente.

-Bien, vas a desayunar – sin previo aviso le pone una pinza metálica en uno de sus pezones y corta el inicio del grito con un bofetón – te la quitare cuando acabes de desayunar, y si hablas y te amordazo de nuevo no terminaras de desayunar. Me sigues, ¿verdad?

Ella asiente, así que despacio, él le quita la cinta de la boca y le saca las bragas, que deja sobre la mesa, entonces se sienta delante de ella y coge un tazón con leche y cereales.

-Abre la boca.

Cuando ella obedece le mete una cucharada, y después le limpia los labios con la cuchara, como hace un padre con su bebe, o un lunático con su presa. El violador sigue con el extraño juego hasta haberle dado todo el tazón. Entonces la pone en pie y haciéndola levantar un pie, y luego el otro, la vuelve a poner sus bragas, empapadas por la saliva.

-Ponte de rodillas sobre la cama, que nos vamos en seguida.

Cuando ella obedece él coge un par de objetos de una bolsa y se le acerca.

-Abre la boca.

Ella duda un segundo, pero decide obedecer, pues las bragas las lleva puestas.

-Buena chica – mientras lo dice le acaricia la cabeza, como haría con un perro, después le sujeta el pelo con una mano formando una coleta, con la otra le mete una mordaza con forma de anillo en la boca y une las tiras de cuero bajo el pelo, afianzandolo todo bien. Después desliza en su vagina un pequeño huevo vibrador, que al quedar sujeto por las bragas permite dejar el mando colgando entre las piernas. Por ultimo, desliza otro consolador dentro del ano, el juguete tiene un tubito de goma y una bomba manual en el otro extremo. El hombre aprieta la bomba varias veces hasta que los quejidos de dolor le dicen que esta demasiado hinchado.

-Ya estamos listos, vamonos.

La sujeta del brazo, esta vez con mas firmeza, y la acompaña hasta el cajón en la parte de atrás del camión Entonces le quita la cinta de los ojos y le permite ver algunos cambios en el cajón: ha taladrado algunos agujeros en las paredes, y ha atornillado una botella de agua boca abajo, en la que ha puesto la tetilla de un biberón. Al ver que esta examinando su bebedero él le explica:

-Si pones la punta de la lengua en el agujerito y la retiras rápido, soltara una gota de agua. Si la lames muchas veces te dará de beber, igual que haces con las pollas. Bueno, hay que ponerse en ruta. Entra.

Ella le mira suplicante, pero esa mirada queda ridícula si la acompaña una boca abierta de par en par y unos hilos de saliva callendo sobre los pechos. Al ver que no consigue clemencia, se resigna y decide entrar por si misma y, obediente, se arrodilla y dobla el cuerpo hacia delante. Justo antes de cerrar el cajón su captor decide encender el huevo vibrador para que no se aburra.