El trabajo se complica cuando mi compañera se quit
Queremos ver tu polla, no puedes negarte, yo te dejé que me tocarás el coño el otro día y pudiste disfrutarlo sin bragas. Ahora nos toca a nosotras ver tu rabo
Al llegar el lunes al trabajo andaba muy ocupado con algunas gestiones importantes que tenía que hacer rápidamente y no recordé las escena que había vivido el viernes en el bar. A media mañana, cuando pude liberarme un poco de la intensidad de las obligaciones me acerqué a la máquina de café para tomar un sorbo y de paso despejarme unos minutos. Allí estaban la jefa y dos compañeras, precisamente las que asistieron a mi comprometida exhibición del bar.
-Buenos días-, dije.
-Buenos días-, contestaron. -¿Más relajado?-, preguntó Auri.
-Lo cierto es que sí, ya he cerrado algunos temas pendientes-. Mientras contestaba tuve la sensación de que la mirada de Auri se fijaba en mi paquete y comprendí que su interés por mi relajación no tenía mucho que ver con el trabajo. Noté un cosquilleo pero preferí descartar esa idea. Llevábamos casi una década trabajando juntos y nunca habíamos tenido ningún acercamiento. Si es cierto, que en algunas ocasiones habíamos flirteado, pero muy superficialmente y siempre olvidándolo al día siguiente. No habían sido más que palabras y alguna sonrisa nerviosa por su parte y por la mía.
-Pues como veo que estáis de buen rollo los dos-, dijo Carla, la jefa, -os voy a encargar que saquéis adelante un informe que tenemos que tener listo a finales de semana para nuestros nuevos clientes. Poneos a colaborar, en media hora estoy en tu despacho para daros algunos datos para empezar-.
-Si quieres, Carla, yo puedo echarles una mano- anunció Seni, mí otra compañera.
-Por el momento no creo que sea necesario, aunque si finalmente hace falta una mano te pones tú con ellos. Ahora os veo- Carla se dio media vuelta y se dirigió a su despacho. Es una mujer agradable, pero con mucha autoridad, uno no puede enfrentarse a ella con garantías casi nunca, siempre acaba ganando el pulso. Desde que se divorció venimos comentando en la oficina que le hace falta una polla para que vuelva a ser como antes.
Ya os he contado que me encanta mirar a las mujeres y mi compañera Auri no había sido una excepción. Es una mujer algo más joven que yo, no especialmente hermosa, pero su rostro es atractivo, morboso. Es bajita, sus tetas pequeñas, aunque a veces he creído intuir bajo su blusa unos pezones retadores. Tiene un culo grande, pero sin exageraciones. De ella me ha llamado siempre la atención su boca y su piel. En las escasas ocasiones en las que hemos rozado nuestras manos, he tenido la sensación de que su piel es extremadamente delicada. Su boca es grande, me encantan las bocas grandes.
Nos metimos en mi despacho para empezar con la tarea. Ese día Auri venía más llamativa de lo habitual. Un vestido de tirantas, con una tela fina, que al contraluz dejaba intuir las formas, y corto, por encima de las rodillas. El verano había teñido su piel de un tono aceitunado. Estaba guapa. Nos sentamos uno frente al otro, con los portátiles encendidos para trabajar. No podía dejar de mirar sus piernas. Al sentarse la falda del vestido se había situado por encima de la mitad del muslo y la posibilidad de entrever sus braguitas era más que real en cualquier descuido.
Poco a poco, fuimos discutiendo detalles con los pocos datos que aún teníamos. Iba a ser complicado sacar adelante el trabajo sin recurrir a las horas extra. Auri, descruzó las piernas para inclinar su cuerpo hacia señalando alguna cuestión y al volver a su posición, dejó las piernas entreabiertas mostrándome las bragas. Mi imaginación empezaba a trabajar febril, reviviendo alguna de las fantasías que había inventado con mi compañera. –Voy un momento al servicio, no te muevas-, me dijo.
En un par de minutos entraba de nuevo al despacho, muy sonriente, se sentó frente a mí y sin perder la sonrisa abrió las piernas y me dejó ver la causa de su salida. Se había quitado las bragas. Sin dificultad pude observar una línea de vello y el resto del coño depilado. Volvió a levantarse y se situó de pie junto a mí, muy cerca, con su muslo y su culo a la altura de mis hombros, para señalarme alguna cuestión en la pantalla. Tenía que hacer algo. En ese momento volvieron a pasar por mi cabeza las ideas sobre la fidelidad, el trabajo y el sexo y yo que sé que más. Hasta ahora siempre había resistido las tentaciones gracias a mi imaginación, pero esto era demasiado.
Deslicé una mano hacia su muslo y comencé a subir. Auri abrió las piernas para dejarme el camino expedito hacia su coño. Lentamente seguí subiendo por sus muslos, suaves como había imaginado y llegué a la humedad de su coño. Un leve gemido salió de sus labios. En ese momento, gruñó la puerta y apareció nuestra jefa, Carla. Rápidamente recompusimos la figura y atendimos a sus indicaciones para hacer frente al trabajo. Cuando se marchó hicimos un rápido plan de trabajo y nos dimos cuenta de que iba a ser imposible cumplirlo sin recurrir a muchas horas de descanso. -Ni en mi casa, ni en la tuya podremos trabajar tranquilos- dijo Auri, consciente de que los niños de uno y otro y nuestras respectivas parejas iban a suponer un estorbo para lo que teníamos en mente. –Seguro que Seni puede dejarnos trabajar en su casa-.
El miércoles por la tarde, como veíamos que el plazo se agotaba y quedaba mucho, decidimos seguir en casa de Seni después del trabajo. A las 20.00 estaba llamando a la puerta de su casa. Como preveía una noche larga de curro, y tendríamos que cenar allí, decidí presentarme con una botella de vino, para pasar mejor el rato.
Cuando entré comprobé que Auri había sido más rápida que yo. Ya estaban las dos sentadas en la terraza tomando una cerveza. –Pasa y sírvete una, o dos, y nos ponemos enseguida- me invitó Seni. Agarré un botellín y deje la botella de vino en la nevera y me fui a buscarlas a la terraza. Las dos estaban relajadas, tanto que sus faldas me permitían ver sin dificultad su ropa interior. –A ver si hoy te excitamos de nuevo como el otro día en el bar-, me espetó Seni.
-Queremos ver tu polla, no puedes negarte, yo te dejé que me tocarás el coño el otro día y pudiste disfrutarlo sin bragas. Ahora nos toca a nosotras ver tu rabo-. Me quedé sin palabras y creo que fue un milagro que la cerveza no se estrellará contra el suelo de la terraza. –Pero,… ¿aquí?- dije. Sí, lo sé, no estuve muy afortunado, pero mis fantasías nunca se habían hecho realidad ni de lejos y ahora tenía a dos mujeres pidiéndome que les enseñará la polla.
Estoy seguro de que habían preparado el encuentro y no estaban dispuestas a que mis dudas lo estropearán. Intercambiaron una sonrisa picarona y al unísono alzaron sus culos para bajarse las bragas. Abrieron las piernas y empezaron a acariciarse el coño con las piernas abiertas. Yo no entendía como podía estar viviendo una escena así. Soy un tipo normal, que no llama la atención y al que nunca le habían pasado estas cosas. Pero decidí entrar en el juego. Me baje la cremallera y me saqué la polla, allí mismo en la terraza, y las imité empezando a hacerme una paja.
-No es para tanto- comentó una de ellas, pero habrá que probarla. –Ven aquí que te la vamos a chupar-. Me acerqué a ellas y mientras Seni se agarraba con fuerza al tronco de mi polla y empezaba a meneármela, Auxi se metía el capullo en la boca y comenzaba a jugar con su lengua.
En ese momento les confesé que había tenido más de una fantasía en la que disfrutaba de una sesión de sexo con las dos a la vez y les pedí que entráramos en el salón de la casa. Quiero que os inclinéis sobre el sofá. Las dos me hicieron caso y se colocaron muy juntas con los culos levantados. Les subí las faldas para poder disfrutar de la visión de sus traseros y me agaché para comerle el coño a Auri (era la que más me ponía, aunque que Seni estaba mucho más buena). Después de un rato lamiendo su raja me pasé a la de Seni que, al contrario de lo que había imaginado, tenía el coño más peludo.
-Ahora os voy a follar a las dos-. –Para eso te hemos traído-, dijo Seni, Me coloqué detrás de ella y le metí el capullo. Suavemente empecé a moverme, pero sin darle lo que me pedía, -métemela hasta el fondo, cabrón- Me estaba divirtiendo sintiendo su ansia, así es que seguí así durante un rato. Mientras, Auri se había dado la vuelta y le estaba comiendo las tetas a su compañera y ésta le había metido un par de dedos en el coño y la follaba con ganas. De golpe le metí el rabo hasta fondo y Seni lanzó un grito –dame fuerte-, creo que estaba a punto de correrse así es que se la saqué y se la metí en la boca a Auri que chupó con fuerza. –Ahora cómele el coño a tu amiga, que ahora te voy a follar a ti-.
Tenía muchas ganas de que llegará ese momento así es que sin esperar más se la clavé a Auri y comencé a bombear mientras ella, ya tumbada de espaldas, le comía el coño con ganas a Seni. Auri empezó a gritar y a contorsionarse, se estaba corriendo y sentí como su coño se encharcaba. La dejé terminar y decidí acabar la faena en el coño de Seni. Se sentó sobre mí y empezó a botar. El espectáculo era fenomenal. Sus tetas, las que más miradas atraían en la oficina, botaban delante de mi cara mientras se corría. No pude aguantar más y me corrí dentro de su coño. Había sido brutal.
Después de unos minutos para recuperar el resuello, Auri se levantó y se bajó el vestido. –Vamos a currar un rato, que nos come el tiempo-.