El trabajo me obligó, o no?
Universitario encuentra trabajo y su vida cambia.
Termine mi segundo año de Universidad, con buena nota. Me había dedicado a estudiar, sin distracciones. En casa, mis padres me apoyaban en que me concentrará en mis estudios, y tenía el tiempo suficiente para concentrarme. Al relajarme cuando recibí mis últimas calificaciones, caí en la cuenta de que mi hermana dos años mayor que yo, ya no vivía en casa, hacía tres meses ya que se había ido a vivir con su novio. Con ella se fue mi mayor secreto, el ponerme a escondidas su ropa interior, unas veces sucias y otras limpia, la sucia, sobre todo sus bragas, olían al semen de su novio, yo esperaba a veces, cuando follaban en su habitación, a que luego mi hermana se aseara, y entrar al baño, rebuscando en la ropa del cesto sucio, ese tesoro. Las olía, las chupaba, me las ponía, y soñaba, que era a mi a quien la habían dado verga.
Otras veces, cuando estaba solo, en casa, me ponía toda su lencería, sus zapatos, aunque estos me apretaba, me maquillaba, peinaba mi pelo rubio y largo de una manera mucho más femenina, y así vestida consumía porno transexual por Internet, chateaba con hombres, me hacía pajas, una detrás de otra. Pero esto se había acabado. Mi hermana no estaba, su ropa tampoco, y solo quedaba la de mi madre, una señora de 50 años, entrada en carnes, y con lencería que seria de todo menos atractiva. El tenor sexo virtual sin tener puesta ropa de mujer no me satisfacía, ni las pajas eran iguales. Ese año por motivos laborales de mi padre, no tendríamos vacaciones. Mi verano se presentaba aburrido, mis amigos eran veintañeros, prototipos de machotes, hinchados de hormonas y en búsqueda continua de escarceos con chicas, era evidente que eso no me motivaba. Y así transcurrían mis días. Aburrido, cachonda, y añorando como la lencería me gustaba como se ceñia en mi cuerpo. Me describo, no llego al 1,70 de estatura, soy muy delgado, apenas 60 kilos, sin apenas vello, rubio, con pelo largo, siempre recogido en coleta, de niño, siempre me confundían con una niña. Mi voz era muy aflautada. Y mi madre siempre me intentaba corregir, mis ademanes. Vamos que era una mariquita jovencita en potencia, pero que aún no había aflorado.
Una mañana, navegando por la Red, encontré una página de ofertas de trabajo. Una me llamó la atención, buscaban a alguien joven, con o sin experiencia para trabajar de camarero, en un club de mi ciudad. Era un sitio muy conocido, el sueldo era muy bueno, y el horario de media tarde hasta la madrugada. Con pocas esperanzas, envié mi currículum, en el cual se solicitaba fotos de cuerpo entero. Esa misma tarde, recibí respuesta, en la que se me citaba para una entrevista. Mis padres vieron bien que fuera, y que si conseguía el trabajo mi verano sería más llevadero.
A la hora exacta estaba en donde me habían citado. Era en un ático, que estaba pegado al club. Llamé a la puerta, y me abrió, un hombre de unos 50 años, rapado, fuerte, altísimo. Se presentó como Pedro, y me dijo que el era el dueño del club y quien me había citado. Explicó las condiciones del trabajo, y una de ellas era ayudarle, en el cuidado de su madre, la cual vivía con el. Estaba enferma, más que nada por la edad considerable que tenía, rondaba los 95 años. Yo estaría, como ayudante en el club, cuando el tuviera que estar allí, yo atendería a su madre. Era más que nada vigilarla, acostara y estar con ella. Me preguntó si aceptaba y enseguida le dije que si. Empezaría esa misma noche.
Ya en el club, me presento al resto de la plantilla, yo estaría con ellos para que no faltará nada, pero ninguno me podría ordenar, yo solo respondía ante Pedro. La noche era movida, muchísima gente, sobre todo hombres solos, o en pareja, y también se veían muchos travestis, bellos, altos, sexys. A mi se me caía la baba de verlos, que envidia me daban. En eso estaba, cuando, Mauricio, el encargado, me dijo que Pedro me llamaba. Corrí hacía su casa, y le vi, con un brazo escayolado, se había caído y tenía una fractura. Me indicó como acostar a su madre, lo cual hice con alguna dificultad. Echo eso, me pidió si le podría ayudar a él, a desvestirse y ducharse, que solo no podía. Por supuesto le dije, y le segui hasta su baño. Era la primera vez que desvestia a un hombre, y el percibió mis nervios. Me tranquilizó, y dijo que era normal, que me alterarse, que era muy tierno.
El momento de quitarle el slip, fue sonrojate, introduje mis manos por arriba y me agaché bajandolos, como un resorte, salió, una enorme polla, completamente erecta, oscura, con un capullo negro y brillante. No me impacto en la cara de milagro, pero así me invadió su olor, de macho, de hombría. Pedro se sonrió y me dijo que no me asustara. Se introdujo en la ducha y yo empeze a enjabonarle, el agua me salpicaba y me humedecida mi ropa de empleado. Él me dijo, desnudate, así no te empapa, fue más una orden que un consejo. Así me vi desnudo, con mi ridícula poyita enjabonando, aquel enorme rabo. No mentiré, me demore todo lo que pude, lo limpiaba una y otra vez. Pedro suspiraba, y con su mano útil, acariciaba mis pechos, así de que aquella manera, eyaculo para mí. Le había pajeado a mi jefe, como había sucedido? No me atrevía a mirarle, salí de la ducha, y cogí su alborkoz, se lo puse, y busque una toalla para mi, no había ninguna a la vista. A él pareció no importarle. Me cogió de la mano y salimos hacia su habitación, me dijo, abre el armario, lo hice, y hay estaban mis sueños, vestidos, sujetadores, bodys, tangas, medias tacones, absolutamente de todo. Ponte un body, me ordenó. Rápidamente cogí uno blanco y me lo puse, era como si fuera mio, se ajustaba como un calcetín. Mi pareja anterior era como tu, lo vi en tu foto. Soys iguales.
Me sentí mujer, y presenti lo que iba a pasar a continuación. Aquel hombre inmenso, me iba a desvirgar. Pero por fin sería lo que mi condición reclamaba. Pedro me llamó a su lado, y me empezó a comer a besos, lametones, se entretenía en mis peones, sus dedos entraban en mi boca, y con mi propia saliva rozaban mi ano. Poco a poco me acomodo encima de él y me dijo que fuera yo quien se la clavara. Juro que yo aparte de mis propios dedos, nunca me había metido nada. Pero siendo yo la que marcaba el ritmo, me tomé mi tiempo, y cada centímetro era un minuto de espera. Y así, despacio, note sus huevos contra mi. Había entrado toda. Poco a poco fui cabalgando, despacio, notandome empalada, aceleraba muy despacio, y a mi hombre le gustaba, una corriente eléctrica recorría mi espalda, el placer nos invadía. Fui consciente de que chilaba, mis gemidos eran continuados, y de repente note mi estómago hincharse, pedro eyaculaba dentro de mi, me preñaba, y mi ridícula poyita deslechaba en el vientre de mi amante. Que decir tiene, que después todo fue debidamente limpiado por mi lengua. Esa fue mi primera vez. Después vinieron muchas más.
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