El trabajo es lo primero 1ª parte
Yo me tumbé en la cama y ella colocando una pierna a cada lado de mi cuerpo, empezó a saltar sobre mí como si estuviera poseída, su respiración volvía a ser agitada y apoyando sus manos sobre mi pecho se ayudaba para que cada vez los movimientos fueran más rápidos y profundos.
Sábado por la mañana, 30ºC, y yo aquí trabajando.
Ayer viernes, mi compañero de oficina, me dijo que mañana tiene que llegar un cliente que viene de Paris a traer unos documentos y firmarnos una cesión de un negocio que tenemos con él y que él no consultó su agenda en ese momento y da la casualidad, que el sábado por la mañana sale de viaje y le es imposible estar presente en el momento que el Sr. Abelard llegue a la oficina.
Yo vendré mañana sábado, no te preocupes – le dije-
No tenía otra opción, además este señor vendría a primera hora de la mañana, yo tendría la documentación preparada y en un rato lo liquido todo y me voy a la playa a desquitarme de esta semana de insoportable calor y humedad.
Esta mañana me he duchado y me he vestido como un día de trabajo normal, y en una bolsa de deporte, he puesto la ropa de la playa para no tener que volver a casa e irme directamente desde el trabajo.
Hay muy poco tráfico hoy por la ciudad, la gente emigra rápidamente con este tiempo a las zonas de descanso y la ciudad se queda prácticamente desierta y aparcar es fácil y rápido.
Son las nueve de la mañana y estoy subiendo la persiana de la oficina, cuando escucho que suena el teléfono del interior del despacho, dejo la persiana a medio subir y entro corriendo antes, de que cuelguen el teléfono.
¿Dígame? – Por los pelos-
Buenos días – me dice el interlocutor – soy el señor Abelard.
Llamo para informarle del retraso del vuelo que debíamos coger – continua diciendo- y salimos en este momento, le llamo para avisarle de que llegaremos a su oficina sobre las 13:00 horas aproximadamente.
No se preocupe – le respondo- yo tengo que estar toda la mañana en la oficina, aquí estaré esperándoles.
Qué remedio – pensé mientras colgaba el teléfono- se el malestar que genera los retrasos en los vuelos y tampoco puedo echarle la culpa a él.
Llamo a mi casa y le digo a mi mujer que ha surgido un imprevisto y llegaré a la hora de comer, que disfrute de la playa por mí.
Conecto el aire acondicionado, termino de subir la persiana y me siento en mi mesa.
Aprovecharé que hoy no vendrá nadie a la oficina y terminaré de pasar a limpio eso que siempre quiero hacer, pero que nunca tengo tiempo.
Enciendo el ordenador, mientras veo pasar por la puerta acristalada de la oficina a la gente que sale a hacer sus compras del sábado y cargan sus enseres en los coches listos para pasar un fin de semana lejos del calor agobiante de la ciudad.
Por lo menos la vista es buena – pienso- estamos en verano y las mujeres que pasan van vestidas con ropa de verano y me alegro la vista.
Transcurren unos diez minutos desde que estoy concentrado en la pantalla del ordenador, y veo como una mujer se para frente a la oficina, y empuja la puerta y asomando la cabeza y medio cuerpo.
Buenos días – me dice-
Buenos días – respondo –
No sabía que los sábados tenías la oficina abierta – continúa diciendo-
Normalmente no abrimos los sábados, -respondo - pero hoy por circunstancias, hemos abierto.
Se decide a entrar y veo que lleva unas bolsas de compra en la mano que deja en el suelo y se sienta en una de las sillas que tengo frente a mi mesa.
La conozco de vista – pienso- es una mujer que vive en una calle paralela a la de mi oficina, la he visto varias veces por la calle y siempre me ha llamado la atención su elegante forma de vestir.
Pues ya que estoy aquí – me dice sonriendo- aprovecho para hacerte una consulta.
Adelante, aprovéchate de que no hay nadie hoy– le digo también sonriendo sin apartar la vista de la pantalla-
Ella empieza a explicarme que tiene un problema con la documentación de sus padres y que ha llegado una carta de hacienda para hacer una revisión y no sabe muy bien que documentación aportar.
De acuerdo – digo yo – enséñame la carta que has recibido y te diré lo que tienes que presentar y el lugar donde hay que hacerlo.
No la llevo encima en este momento – me dice- he entrado por casualidad, pero el lunes por la mañana te lo traigo y te encargas de gestionarlo todo
¿Te parece bien? –Me pregunta-
Busco la agenda para tomar nota de la hora que vamos a acordar, y me doy cuenta que el lunes lo tengo todo completo, no lo recordaba.
Mira – le digo – el lunes tengo la agenda completa, pero como vives aquí cerca, el lunes antes de entrar a trabajar por la tarde, me paso por tu casa y recojo lo que te han enviado y la documentación que preciso, de esta manera no tengo papeles aquí que luego no viene nadie a recogerlos y se me amontonan en los archivos.
Vale – me responde- me parece perfecto.
¿A qué hora vas a venir? – Me pregunta-
A las 16:00 estoy en tu casa – le respondo- tenlo todo preparado
De acuerdo - me responde levantándose de la silla- así estará mi marido también y entre los dos lo solucionamos antes.
Mientras la acompaño a la puerta, me fijo que en la puerta estaciona un taxi, del que baja un hombre con un maletín, mientras el taxi sigue con el motor en marcha, como esperando a que el cliente vuelva.
Dirigiéndose a la puerta de entrada de la oficina con paso rápido, dice en voz alta ¡hola, buenos días! Soy Abelard, creo que me estas esperando.
Adelante – le digo – mientras despido amablemente a Carmen.
Disculpa el retraso -me dice Abelard- cosas de los aviones -continua excusándose- mientras deja un maletín sobre la mesa y lo abre sacando una carpeta a rebosar de papeles.
Aquí tengo la documentación que te tengo que firmar y tienes que tramitar con urgencia – me dice Abelard- te la he traído ya firmada, porque tengo que volver de inmediato al aeropuerto, tengo al taxi esperando y creo que puedo llegar a tiempo a coger el vuelo de vuelta.
Ok – le digo- hago una copia de tus documentos personales y repaso en un minuto que no falte nada y se puede marchar.
Repasé con cuidado los documentos y vi que estaba todo en orden, no quería que se me pasase nada por alto.
Está todo correcto – le dije- puede irse.
Me dio las gracias y de nuevo volvió a excusarse por el retraso y salió corriendo en dirección al taxi que le esperaba, y ambos desaparecieron camino del aeropuerto.
Que estrés que lleva este hombre – pensé –
Bueno ya lo tengo todo cierro la oficina y me voy de fin de semana
Rápidamente cerré toda la oficina cogí mi coche e inicie mi fin de semana de relax.
Pasó la mañana del lunes y eran las 15:45 cuando estaba aparcando debajo de donde vivía Carmen, la puerta del patio estaba abierta, subí en el ascensor hasta la planta que ella me había indicado y llamé al timbre.
Me abrió la puerta un hombre de unos 40 años, vestido con unos pantalones cortos y una camiseta, me presenté y me hizo pasar al salón
Siéntate y tomamos café mientras hablamos – me dijo –
Carmen – grito a su mujer que estaba en la cocina - está aquí Toni, ponle un café a él también y mientras le explico lo del certificado.
De acuerdo – dijo su mujer desde la cocina-
El marido sacó el certificado que había recibido y me lo entregó, tras leerlo le pedí que me trajera algo para escribir y le pondría por escrito la documentación que me tenían quien aportar.
Estando yo apuntando en un papel que me trajo el marido, apareció Carmen con una bandeja y con tres tazas de café, iba vestida también con un pantalón cortito que se le pegaba a su cuerpo y una camiseta de tirantes, sin sujetador.
Deducía que no llevaba sujetador por el relieve que formaban sus pezones en la camiseta, estaba el aire acondicionado puesto y del calor de la cocina al fresco del salón, sus pezones parecían que iban a atravesar la fina camiseta de tirantes que llevaba puesta.
A la vez que se sentaba en el sillón que había al lado en el sofá en el que estábamos sentados su marido y yo, iba dejando la bandeja sobre una mesa bajita que había en el centro.
Al inclinarse para realizar ambas acciones a la vez y teniendo las manos ocupadas con la bandeja, el escote de la camiseta se le abrió un poco y yo con disimulo, pero sin apartar la vista del papel sobre el que me encontraba escribiendo, pude divisar un par de tetas no muy grandes, pero increíblemente firmes para la edad que yo pensaba que ella tenía.
Estábamos los tres sentados, ella en un sillón individual a mi derecha, yo en el sofá inclinado sobre la bajita mesa que estaba en el centro escribiendo y su marido a mi izquierda, con el mando de la tele haciendo zapping.
Carmen se levanto un poco para acercarle la taza de café a su marido, yo seguía mirándola esperando que ella no se diera cuenta.
Después puso mi taza delante de mí y preguntándome cuanto azúcar quería, se inclinó de nuevo sobre la mesa para acercarse al azucarero y verter un par de cucharadas en mi café.
Yo le di las gracias sin levantar la cabeza del papel donde seguía apuntando, pero empezaba a notar una cierta incomodidad entre mis piernas por las vistas que creo que sin ella querer me había deleitado.
Lo ves claro – me preguntó su marido sin dejar de mirar la tele y con el mando en la mano-
Lo veo claro – le dije- aquí lo tienes todo apuntado, solo me tienes que traer esta documentación y firmarme una autorización y empezamos los tramites – le dije mientras le acercaba la nota que le había escrito –
El cogió el papel y sin tan siquiera mirarlo, estiro el brazo por delante de mi acercándoselo a su mujer.
Ella tuvo que inclinarse para poder alcanzar el papel, ya que en ningún momento su marido despegó la espada del respaldo del sofá.
Tenerla otra vez inclinada y esta vez estando yo desde una posición un poco más elevada y sin posibilidad alguna de intentar disimular, me hizo fijarme de nuevo en esa abertura del escote, esta vez mucho más generosa.
Le vi al completo ese par de pechos, exceptuando los pezones que seguían pegado a la camiseta y totalmente erguidos.
Ella alcanzó el papel y apoyó la espalda sobre su sillón leyendo el papel, momento que yo aproveché para recolocarme la polla, que ya había pasado de estado morcillón, a una visible erección.
Disimulando como pude, me la recoloqué mientras me levantaba diciéndoles que tenía prisa y debía de estar ya en la oficina.
Ella se levantó del sillón para acompañarme a la puerta y el levantó la mano y me dijo un “hasta luego”
Preparo todo lo que me has apuntado aquí – me dijo Carmen – y te lo llevo mañana a la oficina
De acuerdo – le respondí – cerrando la puerta de su piso tras de mí.
Ya en el ascensor mientras llegaba a la planta baja, me volví a recolocar la polla en su sitio, asegurándome de que no tenía ninguna mancha cerca de la bragueta del pantalón, ya que era muy clarito y fino, y con la erección que llevaba podría haber traspasado un poco de liquido pre seminal.
Una vez en la calle y de camino a la oficina, no podía dejar de pensar en el capullo de su marido y en lo buena que estaba Carmen.
¡Como era posible que no me hubiese fijado antes! –Pensaba- está buenísima
Pasó el día como otro cualquiera, y al día siguiente a media mañana, vi aparecer a Carmen por la puerta de la oficina.
Hola, buenos días - me dijo-
Buenos días – respondí - ¿me has traído toda la documentación?
Ella resoplando y sin responder se sentó en la silla y me dijo que no se aclaraba, que había estado rebuscando entre todos los papeles y que no conseguía encontrar todo lo que yo le había solicitado.
Armándome de paciencia y también por lo buena que estaba, le dije que para el día siguiente, sobre las once de la mañana tendría un par de horas libres y que yo la ayudaba a buscar todo lo que le faltaba, a ver si de una vez solucionábamos esto.
Ella sonriendo y más relajada me dio las gracias
Cuando ya se levantó y mientras la acompañaba hacia la puerta, al ir ella delante, me pude fijar en toda su figura.
Llevaba un vestido blanco sin mangas, que le llegaba hasta la rodilla, con unas piernas espectaculares, y un culo que sin ser grande, al andar dibujaba un movimiento como un péndulo que ejercía un poder hipnótico sobre mí, no podía apartar la vista de ese culo.
Girándose sobre su cintura y mirándome a los ojos sonriendo me dijo que me esperaba mañana a las once en su casa.
No te preocupes – respondí – a las once en punto estoy allí.
Me volví a sentar en mi silla y hasta yo mismo me sorprendí tenía una erección de caballo, como es posible que de tan solo verla y hablar con ella me ponga así – pensé-
Al día siguiente a las once en punto de la mañana estaba yo llamando al timbre al timbre del patio donde ella vivía, en la calle hacia un calor sofocante, que sumado a la humedad que había en el ambiente, hacia que hasta respirar fuera un esfuerzo.
¿Si? ¿Quién es? – Se escuchó su voz por el telefonillo-
Soy Toni - respondí –
Ok, te abro, sube – me dijo-
Entré en el ascensor y mientras llegaba a su piso albergaba la esperanza de que fuera vestida como la vez anterior, y esta vez íbamos a estar solos – pensaba-
El ascensor se detuvo en su piso, se abrieron las puertas, y me fijé en que la puerta de su piso estaba medio abierta, me acerqué y empujándola un poco más asome la cabeza.
Buenos días – dije –
Pasa – escuché desde el interior estoy en la cocina.
Entré en el piso cerrando la puerta tras de mí y me encaminé a la cocina, mientras mi calenturiento cerebro la imaginaba a ella en la cocina vestida tan solo con una bata y sin ropa interior apoyada en la encimera esperándome. Solo de pensar eso en unos segundos, mi polla volvió a hacer de las suyas poniéndose firmes, teniendo que acomodarla rápidamente dentro del pantalón, para que no se notase mucho.
Cuando llegué a la cocina, casi doy un salto de alegría, iba vestida igual, con el mismo pantalón corto, muy corto de una tela que parecía algodón, que se le acoplaba perfectamente a su culo y una camiseta de tirantes.
Pasa al salón – me dijo sin girarse-
Estoy sacando unos refrescos de la nevera, que hoy hace mucho calor – continuo diciendo-
Yo salí disparado al salón recolocando de nuevo mi polla en su lugar y sentándome en el sofá, notando el fresco del aire acondicionado, ¡que placer!
Ella llegó de inmediato con una bandeja en las que iban los refrescos y unos vasos e inclinándose a la mesa que había frente al sofá y sin doblar las rodillas, dejó la bandeja sobre la misma.
Fueron unos segundos, pero unos segundos que sirvieron para comprobar que de nuevo iba sin sujetador y que debido a la posición que había adoptado, esta vez le vi las tetas enteras y coronadas por unos pezones muy tiesos y que se me antojaba que debían de estar durísimos.
Dejó la bandeja y se encamino a uno de los armarios que había en un mueble del salón, mientras yo la seguía sin perderla de vista y admirando cada centímetro de su cuerpo.
Sacó una caja del armario y acercándose de nuevo al sofá la depositó en el suelo, volviendo a dejar que durante otros escasos dos segundos, volviese a disfrutar de la visión de sus tetas.
Me estaba poniendo nervioso y estaba empezando a sudar, a pesar de que el aire acondicionado refrescaba la estancia, manteniendo una temperatura, más bien fresca.
Donde está el baño – le pregunté –
Por el pasillo la primera puerta – me indicó-
Yo me levante de inmediato y una vez dentro del baño, mirándome en el espejo, pensaba lo estúpido y salido que era, había venido a trabajar y tenía la polla a reventar simplemente por la visión de unas estupendas y firmes tetas.
Seguro que lo hace sin maldad – pensé – ni siquiera se habrá dado cuenta – seguía pensando mientras me aclaraba la cara con un poco de agua del grifo –
Céntrate Toni, céntrate – me decía a mi mismo frente al espejo -
Recoloqué mi polla en su lugar y mirándome de nuevo en el espejo, para verificar que la posición en la que la tenia colocada no iba a delatar su estado de erección, salí del baño y me senté a su lado.
Ya había sacado la lista en la que le indicaba lo que había que buscar y la mesa ya estaba toda llena de papeles.
Yo estaba sentado en el sofá y ella en el sillón individual que había al lado del sofá.
Una vez concentrado en la documentación que tenia sobre esa mesita baja que había frente a nosotros, me concentré y me puse a clasificar la cantidad de papeles que había en esa mesa, apartando los que no servían y reservando a mi lado en el sofá los que me tenía que llevar.
Estos de aquí los puedo guardar – me dijo con una montaña de papeles en la mano –
Si – respondí - esos los guardas pero no los tires.
Ella sentada como estaba y con la caja en el suelo en medio de ambos, procedió a guardar los papeles en la misma, acachándose de nuevo y volviendo a dejar una generosa vista de sus tetas y esos pezones que se me antojaban duros como balas a poco más de medio metro de mi.
Yo no podía apartar mis ojos de aquella visión y mi polla que ya se encontraba relajada, volvió a hacer de las suyas creciendo dentro de mi pantalón, tuve que cerrar un poco las piernas para evitar pasar un mal trago.
En ese mismo instante, ella levantó la cabeza sin dejar de estar acachada, como para preguntarme algo, y me pilló mirándola descaradamente.
Era fácil descubrir en lo que yo estaba fijándome, y ella mirando hacia su escote, descubrió que enseñaba más, mucho más de lo que ella esperaba.
Se le pusieron las mejillas rojas, y poniendo la caja sobre sus rodillas, continúo ordenando los papeles dentro de la misma.
Se notaba un tenso e incomodo silencio, mientras ella con la cara aun totalmente colorada continuaba colocando los papeles sin tan siquiera atreverse a levantar la mirada.
Terminamos de colocar todo aquel desmadre de papeles y le indiqué que aun me faltaban unos cuantos de la lista, que había que buscarlos.
Pues si te parece – me dijo – mañana saco la otra caja y seguimos, que estoy mareada de tanto papel.
De acuerdo - le dije levantándome del sofá ya con la carpeta que me iba a llevar en la mano –
¿Donde vas con tanta prisa? – me preguntó –
No vamos a continuar mañana – le respondí –
Si – me dijo – pero tomate el refresco y relájate un poco que esto es agotador mentalmente.
Bueno – dije volviéndome a sentar cogiendo el refresco en la mano –
Ella cogió el suyo y se sentó a mi lado
Estas demasiado cerca – pensaba yo – como baje la vista va a ver mi polla a punto de reventar el pantalón, y mis ojos que seguían yendo por su cuenta, no podían dejar de fijarse en esos pezones tiesos y duros debido al aire acondicionado y que parecía estar peleando por atravesar la tela de la camiseta.
¿Puedo hacerte una pregunta? – Me dijo de repente-
Es un poco comprometida, si quieres me respondes y si no quieres nada – continuo diciendo –
Adelante – le dije yo cogiendo mi vaso con el refresco y bebiendo –
¿Te parezco atractiva? – me preguntó –
Se me abrieron los ojos como platos y casi se me cae el vaso del refresco de la mano.
¿QUE? – le dije con cara de sorpresa –
Espera, espera – me dijo –
Te explico el porqué de la pregunta –continuo diciendo –
El otro día cuando estaba sentada en tu oficina hablando contigo, noté que me mirabas de una forma diferente, no sé cómo explicarlo – me decía – pero me fui de allí con una agradable sensación y con el ego subido, tanto que iba yo sola sonriendo por la calle.
Yo la miraba atentamente mientras ella hablaba y sus mejillas volvían poco a poco a su color natural.
El día que viniste a casa y estaba mi marido – continuaba explicándome – yo había estado muy nerviosa durante toda la mañana, esperando tu llegada, y me puse la ropa más cómoda que tenia esperando a comprobar que tus miradas del día anterior, no hubieran sido cosa de mi imaginación.
Cuando salí con la bandeja, - me decía -me di cuenta de que no llevaba sujetador y que el aire acondicionado hizo que mis pezones se notaran a través de la camiseta, me produjo un morbo terrible, mas aun estando mi marido delante y tú que no parabas de mirarme las tetas intentando disimular, cuando me agache a dejar la bandeja, me di cuenta – continuo hablando- de que la camiseta dejaba demasiado a la vista y de reojo observé que no perdías detalle, mientras el inútil de mi marido seguía dándole al mando de la tele sin enterarse de nada, creo que ese momento ha sido el más morboso de toda mi vida.
A mí se me estaba secando la boca y tenía que estar bebiendo pequeños sorbos del refresco mientras la escuchaba, y de cuando en cuando miraba alrededor, buscando una luz roja que me indicara que esto era una cámara oculta.
Cuando te fuiste,-me dijo- yo estaba totalmente empapada, tuve que meterme en la ducha y hacer algo que prácticamente tenia olvidado, me puse a tocarme y a gemir como una posesa y en cuestión de minutos, me llegó un orgasmo tan fuerte, que diez minutos después, aun no había recuperado el aliento y me seguían temblando las piernas.
En ese momento de relax en el baño -continúo explicándome-y después de haberme masturbado, decidí que esto no se iba a quedar así, que esto tenía que llegar a más, tenía que planearlo todo como si fuese una casualidad, y esta mañana antes de que llegaras, me vestí igual, pero con otra camiseta del mismo color, que no me suelo poner, porque está un muy usada y los tirantes han dado de sí, y en cualquier movimiento extraño, se me salen las tetas.
Yo seguía mirándola y escuchándola inmóvil con mi vaso de refresco en la mano.
Hoy. – continuo diciendo – cuando he dejado la caja sobre la mesa, te he mirado a la cara, pero tú estabas con los ojos como platos, mirando mis tetas, y al inclinar la cabeza para ver lo que se veía, ha sido cuando me he dado cuenta de que se me había ido esto de las manos.
Tenias una vista completa hasta de mis pezones – decía- esa es la razón de que me haya puesto tan roja, pero cuando me he sentado en el sillón, he notado mis braguitas mojadas.
¿Sabes el tiempo que hacía que no me pasaba esto? – me pregunto-
Yo sin decir palabra, le contesté moviendo la cabeza de un lado a otro, como diciendo que no.
Mi marido –continuaba hablando cada vez más cerca de mi-hace dos años que mi marido se toma medicamento, por culpa del trabajo y de lo mucho que bebe, tuvo un ataque de ansiedad, y al principio no se notaba mucho, pero después ni aun chupándosela durante un rato, se le pone dura, y cuando alguna vez se le pone dura, se sube encima de mí, hace cuatro movimientos se corre y yo me quedo a dos velas.
Ya hace más de un año – continuo diciendo – que no tenemos nada de sexo, a el no le apetece y a mí no me gusta quedarme a medias siempre, además de que él tiene muy poco tacto, es un inútil en la cama, no sabe que aunque la polla no le funcione, a una mujer se le puede excitar con las manos y con la lengua.
¡A mí me haría feliz simplemente con eso y haciéndome caso! – exclamo-
Por eso – continuo diciéndome- el sentirme observada de esa manera por ti, ha encendido una mecha de algo que yo creía poder controlar, esto debería haber sido simplemente un juego, pero nunca había sentido este morbo y nunca he engañado a mi marido, ahora me siento mal y encima soy incapaz de mirarte a la cara después de haberte contado intimidades que no las sabe nadie.
Yo no sabía qué hacer, después de esa insólita confesión.
Me removí en el sofá poniéndome más cómodo y la miré sonriendo.
¿Cuál era la pregunta que me has hecho? – le dije con un poco de cachondeo queriendo quitar hierro al asunto-
Ella me miró con cara de sorpresa, pero al verme sonreír, se relajó un poco viendo que lo había dicho en broma.
Yo no sabía ni que pensar, ni que hacer.
Inclinándome hacia ella, le puse una pasé una mano por detrás de la nuca, acercándola poco a poco hacia mí, y ambos entreabriendo nuestras bocas, nos dimos un beso.
Un tímido beso al principio saboreando nuestros labios, a lo que siguió un profundo beso cuando conseguí que ella abriera un poca mas su boca, metiendo mi lengua dentro de su boca y jugando con la suya.
Mientras nos besábamos ella intentaba tímidamente apartarse poniendo una mano en mi pecho mientras decía que aquello no estaba bien.
Esto no está bien – decía – se me ha ido de las manos, yo no quería esto.
Todo ello lo decía sin mucha convicción por su parte, mientras yo había dejado de besar su boca y me dedicaba a recorrer con mi boca su cuello saboreando aquella exquisita piel.
Colocándole un brazo por la espalda a la altura de la cintura, la atraje un poco más hacia mí, notando sus tetas en mi pecho y escuchando como suspiraba y muy bajito repetía que aquello no estaba bien, que no quería engañar a su marido.
Yo tenía el pantalón a punto de reventar por la postura en la que nos encontrábamos y necesitaba cambiar de posición.
Me levanté del sofá y cogiéndola de los brazos suavemente, tiré de ella hasta que se levantó y en ese momento la atraje hacia mí, pegando ambos cuerpo y volviéndonos a besar esta vez como si fuera una despedida.
Ella, tímida al principio, cogió mi cuello rodeándolo con sus brazos y haciendo más profundo el beso, mientras notaba su pelvis rozarse en mi paquete.
En un momento dado y en el momento que levantándole la camiseta por la parte de atrás, empecé a acariciar su piel, ella se separo de mi.
Esto no está bien – me dijo – tenemos que pararlo, esto no está bien – volvía a repetir –
De acuerdo, dejémoslo aquí – le dije mientras iniciaba mi camino hacia la puerta de salida recolocándome la polla en el pantalón-
Ella me acompañó hasta la puerta y en el momento de poner mi mano sobre el pomo para hacerlo girar y abrirla, puso su mano sobre la mía evitando que la abriera.
Me dio la vuelta y cogiéndose o más bien colgándose de mi cuello ya que le sacaba unos cuantos centímetros de altura, acercó su boca a la mía volviendo a besarme, mientras empujándome, hacia que yo quedara apoyado en la pared.
Volví a pasar mis brazos rodeando su cintura, esta vez por debajo de la camiseta, notando esa suave y tersa piel que durante estos días me había dedicado a observar.
Este ya no era un tierno beso, era un beso de mucha pasión.
Cogió mi mano y tirando de mí, mientras con la otra mano le daba una vuelta a la llave de la cerradura de la puerta de entrada, dejando la llave cruzada.
¿Y eso? Le pregunté yo –
Mi marido no viene a comer casa – me dijo- pero por si acaso, es una forma de que no puedan abrir desde fuera.
Tirando de mí, me llevó hacia su habitación y cuando llegamos a ella, me soltó la mano, mientras yo me quedaba de pie inmóvil y ella bajó un poco las persianas de la habitación, para quedaran en penumbra.
Volvió donde yo estaba y cerrando la puerta de la habitación se colocó delante de mí y volviendo a rodear con sus brazos mi cuello atrayéndome hacia su boca, empezamos a besarnos de nuevo, mientras yo volvía a cogerla de la cintura por debajo de la camiseta notando de nuevo su piel.
Poco a poco fui subiendo las manos por debajo de la camiseta, acariciando con mis dos manos su espalda y pegándola más a mi cuerpo, notando sus tetas aplastarse contra mi pecho.
Tras unos minutos en esa posición, le hice dar un paso hacia atrás, y lentamente le fui quitando la camiseta que llevaba, notando como recorría su cuerpo y tras dejar sus pechos libres y quitársela del todo, pude ver por fin, al natural esas tetas que durante esos días había visto de manera furtiva.
Tenía unas tetas ni grandes ni pequeñas, un tamaño perfecto y además, yo diría que no precisaban de sujetador para mantenerlas en su sitio.
Le di la vuelta y poniéndola de espaldas a mí, le aparté el pelo y comencé a besarle el cuello y la nuca, mientras mis manos recorrían su cuerpo empezando por la cintura y rodeando sus tetas, sin tocarlas.
Ella respiraba de una manera agitada y lo único que salía de su boca era un ¡UFFF ¡continuo, no decía otra cosa.
Seguí besándola y recorriendo con mi boca sus hombros y mientras subiendo mis manos, con la parte posterior de la palma de la mano, rocé sus erectos pezones, mientras ella emitía un ¡UMMMMM!
Se dio la vuelta y mientras yo me quitaba la camisa, ella sentada en la cama me desbrochaba nerviosamente el cinturón y el pantalón dejándolo caer al suelo, y dejándome solo en slip.
Levanté las piernas y empujé el pantalón hacia detrás, quitándomelo por completo, mientras ella miraba embelesada el prominente bulto que mi polla formaba sobre la única prenda que me quedaba puesta.
Tiró del slip hacia abajo quitándomelo por completo y mi polla saltó de su encierro como mientras ella la miraba como embelesada.
Con ambas manos la cogía como rozándola y la recorría entera como tomando medidas.
Que dura – dijo - y que caliente -continuo diciendo como susurrando-
Tú sabes el tiempo que no tenía yo algo así entre mis manos – me dijo - mirándome a la cara sin dejar de acariciarla.
Yo aun estaba de pie frente a ella y me dolía la polla de la excitación que tenia y también porque no decirlo, de escuchar esas palabras de halago hacia mi polla.
Sin soltarla de entre sus manos, abrió la boca y sacando la lengua, con la punta recorrió todo el glande recogiendo y saboreando el líquido que ya emanaba de mi polla, sin dejar de mirarme a los ojos.
Volvió a abrir la boca y como formando una “o” con sus labios, la fue engullendo poco a poco mientras yo desde arriba veía como mi polla poco a poco iba despareciendo dentro de su boca como a cámara lenta.
Yo empezaba a resoplar al notar el calor que esa boca emanaba y envolvía la parte de mi polla que ya había desaparecido dentro, notando como al mismo tiempo, su lengua jugueteaba con ella dentro de su boca.
Que dura – decía ella –
Se la sacaba por completo recorriendo todo el tronco de mi polla con su boca y lentamente la volvía a engullir y otra vez lo mismo, la sacaba completamente de su boca y con la lengua recorría cada milímetro de mi capullo haciendo que me sintiera como en la gloria.
Di un paso atrás, y le dije que ahora le tocaba a ella, la empujé de los hombros hacia la cama haciendo que se tumbase y me coloque sobre ella con una pierna a cada parte sin tocarla apenas.
Sujetándole los brazos sobre su cabeza ayudado por mis manos, volví a besarla en la boca una vez mas y continúe por su cuello mientras ella había cerrado los ojos y por su respiración agitada, noté que se había abandonado al placer de sentir el recorrido de mi lengua, sobre su cuello.
De su boca solo salía un suave gemir continuo y se le veía abrir la boca para tomar el aire que se le escapaba gracias a los continuos suspiros que se le escapaban.
Me coloqué a su lado y dejando sus brazos libres, empecé a acariciar muy suavemente sus tetas, evitando rozar siquiera sus pezones, que cualquiera diría que habían crecido de una manera espectacular por la excitación.
Acercando mi boca a uno de sus pezones muy despacio, mientras miraba a sus ojos, lo atrapé con los labios húmedos mientras con mis dientes lo mordía muy suavemente.
Mientras mi otra mano no dejaba de amasar su otra teta y de cuando en cuando pellizcaba muy levemente su pezón.
Así estuve durante un largo rato, intercambiando mi boca entre ambas tetas y pezones.
¡SIIIIII! – Decía- ¡JODER COMO ME GUSTA! - continuaba prácticamente gritando-
Su respiración ya era entrecortada y rápida, me daba la impresión de que estaba a punto de correrse simplemente comiéndole las tetas, no dejaba de mover las piernas estirándolas y encogiéndolas de una manera nerviosa, mientras sus manos sujetaban mi cabeza dirigiéndola de un pecho al otro.
Incorporándome, puse mis manos en su cintura y cogiendo la goma del pantaloncito que aun llevaba puesto, tirando de el deslizándolo por sus piernas hasta conseguir sacárselo por los pies, haciendo el mismo movimiento con sus braguitas, mientras iba deleitándome de un estupendo paisaje que eran sus piernas y su coño.
Le abrí las piernas y colocando sus manos estiradas debajo de su propio culo e inmovilizándola por su propio peso, me dediqué a recorrer la parte interna de sus muslos besándolos y pasándoles mi legua humedecida, mientras con las uñas de las manos le acariciaba muy levemente desde el costado de sus tetas, pasando por su tripa y terminado en la parte exterior de sus muslos, cuya reacción hacia que se le pusiera la carne de gallina.
Lentamente iba avanzando terreno, para llegar a su ya húmedo coño abierto totalmente debido a ella tenía abiertas totalmente las piernas.
Ella no paraba de resoplar, ya no le salían las palabras, estaba sudando a pesar de que el aparato de aire acondicionado seguía conectado.
Acerqué mi boca a su coño, el cual tenía totalmente depilado y con la lengua, me dediqué a saborear los labios externos, pasando la lengua una y otra vez, mientras ella medio inclinada y apoyada sobre un codo, cogía mi cabeza intentando dirigirla.
¡NO PARES QUE ME ESTAS MATANDO –gritó mientras yo levantaba la cabeza para tomar aire –
¡ME ESTOY HASTA MAREANDO – seguía diciéndome-
En ese momento, volví a sumergir mi boca en su coño, en busca de su clítoris, y atrapándolo entre mis labios, hice un poco de presión sobre él.
En ese momento, sus piernas empezaron a presionar de una manera descontrolada mi cabeza y su mano hundía más profundamente mi cabeza en su coño.
¡AGGGHHHHH! ¡AHHHHHH! -Se escucho- ME CORRO –gritaba-
Yo empecé a mover mi lengua más rápidamente mientras con mis manos la cogía de las caderas, para evitar que se me escapara debido a sus contracciones y perdiera la estratégica posición que había tomado mi lengua en su coño.
¡PARA!, PARAAAAAAAAA! – Gritaba- ¡NO PUEDO MAS PARAAAAAAA! –continuaba gritando-
Y yo seguía intentando meter mi lengua lo más profundo que podía.
¡PARAAAA POR FAVORRRR, PARAAAAAA! – Gritaba mientras con sus manos pegaba palmadas sobre el colchón-
Levanté la cabeza y me quedé sonriendo mirándole la cara.
¿Que tal estas? – le pregunté-
Ella no podía hablar, aun tenia parte de mi cuerpo aprisionado entre sus pierna.
¡UFFFFFFF! ¡NO PUEDO NI RESPIRAR! – Decía mientras intentaba recuperar el ritmo de respiración-
¡DIOS MIO!! ¡NUNCA ME HABIA CORRIDO CON UNA COMIDA DE COÑO! ¡QUE RAPIDO! – Decía mientras intentaba recuperar el aliento-
Pues ahora viene la mejor parte – le dije-
¿MAS?, ¿MEJOR? – Decía con cara de asombro-
Me coloqué sobre ella en la típica posición del misionero y mientras con una mano me apoyaba sobre el colchón para no dejar caer mi peso sobre ella, con la otra mano dirigía mi polla hacia la entrada de su coño, recorriendo su rajita con mi polla a lo largo de esa cueva que en pocos minutos iba a ser explorada por mí.
¡UFFFFF!, ¡METEMELA! –Decía- ¡METEMLA YA QUE LA TIENES MUY CALIENTE! ¡QUIERO TENRLA TODA DENTRO! – decía prácticamente ordenándomelo-
Coloque la punta de mi polla en su coño, y empecé a empujar lenta y suavemente, notando como empezaba la punta de mi polla a hervir, por las altas temperaturas que reinaban en esa cueva.
Al intentar seguir introduciéndola, ella empezó a hacer unas muecas de dolor y a mí me costaba continuar metiéndola, era como si no hubiese visitado nadie aquel lugar en mucho tiempo.
¡ESPERA QUE DUELE! –Decía- ¡LA TIENES MUY GORDA! –decía-
Ok – le dije- vamos a cambiar de postura.
Me senté en el borde de la cama y le indiqué que se sentara encima y que fuera metiéndosela ella poco a poco, a su ritmo.
Ella se incorporó y sentándose sobre mí y mirándome a los ojos, me cogió la polla y empezó a restregar mi punta sobre su coño, mientras ella moviéndose iba tratando de encajarla poco a poco.
Una vez metida la punta, se cogió de mi cuello y mientras ella me besaba yo con ambas manos pellizcaba suavemente los pezones que volvían a ponerse duros de nuevo.
Poco a poco y con movimientos de sube y baja, yo notaba que mi polla iba acoplándose y penetrando poco a poco.
En un momento dado y viendo que aquello iba para rato y que debido a la fricción que ejercía sobre mi polla, yo no iba a aguantar más sin correrme, tomé la decisión y cogiéndola de la cintura, en unos de sus movimientos de bajada, la empujé hasta el fondo y le entro toda.
¡AHHHHHH! ¡ME DUELEEEEE! ¡PARAAAAAA! –gritaba-
Como ya la tenía toda dentro, pasé mis brazos por su espalda y atrayéndola hacia mí, comencé de nuevo a besarle el cuello con el fin de que se relajara, mientras le decía al oído, que se moviera a su ritmo, que rápidamente se acostumbraría y cambiaria ese pequeño sufrimiento por un inmenso placer.
Ella tomándome del cuello de nuevo inicio los movimientos de sube y baja muy poco a poco, mientras yo ya empezaba a notar que su coño había lubricado su interior y que mi polla ya entraba y salía con más facilidad.
Yo me tumbé en la cama y ella colocando una pierna a cada lado de mi cuerpo, empezó a saltar sobre mí como si estuviera poseída, su respiración volvía a ser agitada y apoyando sus manos sobre mi pecho se ayudaba para que cada vez los movimientos fueran más rápidos y profundos.
Yo veía como mi polla salía prácticamente por completo de su coño, y en decimas de segundo volvía a ser engullida de nuevo.
¡UFFFFF! ¡UFFFFFFFF! DIOS QUE PLACER! –Gritaba- ¡ME ESTOY CORRIENDO!
¡UFFFFFFFF! ¡NO PUEDO MAS! ¡NO PUEDO PARAR DE CORRERME! –gritaba-
Se derrumbó sobre mí y podía notar los rápido latidos de su corazón y su boca abierta de par en par mientras intentaba tomar aire.
¡Jajajaja! – reí-
No te rías de mi – me decía intentando recuperar el aliento-
Con un movimiento rápido la hice girar sobre mí y me coloqué sobre ella
¿Qué haces? – me preguntaba-
Ahora vamos a disfrutar los dos – le dije – relájate
Levanté sus piernas hasta ponerlas sobre mis hombros y comencé con movimientos lentos pero profundos un mete y saca de mi polla en su coño.
¡No puedo más! – Decía- ¡déjame descansar! Suplicaba
Yo ignorando sus palabras continúe haciendo más profundas mis embestidas y mas rápidas.
Mi polla estaba a punto de reventar, la tenía muy hinchada y estaba deseando sacar toda la leche que tenía dentro de mí.
¡CORRETE YA! CORRETE DENTRO ¡QUIERO NOTAR TU CORRIDA! – me gritaba-
Aguante unas cuantas embestidas más y le avisé de que me iba a correr y ella poniendo las manos en mi espalda aun me apretó más hacia ella.
Y parecía notar que la punta de mi polla tocaba el final de su útero, pero aguanté un par de segundos más y noté como mi polla engordaba aun más y lanzaba a presión dentro de ella toda la leche que tenia dentro de mis huevos.
Cuando acabé de correrme y aun con mi polla dentro me tumbé sobre ella intentando recuperar la respiración y fuerzas, para poder incorporarme.
Ambos estábamos resoplando y poco a poco volvíamos a recuperar el ritmo cardiaco, mientras mi polla decrecía y salía ella misma de su coño, haciendo que un hilo de semen escurriese por sus piernas, hasta llegar a manchar las sabanas.
Me coloqué a su lado tumbado y ambos mirando al techo, nos dimos una pequeña tregua silenciosa.
Ella se incorporó y colocándose de lado mirando hacia mí, sonrió y me dijo que nunca, ni en sus mejores tiempos, se había corrido tantas veces seguidas y con tanta violencia.
Parecía que me ibas a atravesar con tu polla – me decía-
Me sentía completamente llena – continuó diciendo-
La verdad es que ha sido un polvo increíble –le dije- quien me lo iba a decir.
Miré el reloj, y era muy tarde, habíamos estado cerca de tres horas incomunicados del resto del mundo.
Ambos nos levantamos y no metimos en el baño para una ducha rápida.
Después de una ducha en la que no me permitió tocarla, ni tan siquiera acariciarla.
Déjame descansar por favor – me dijo-
Salí del baño y vistiéndome con rapidez, le dije que mañana teníamos que acabar el trabajo que habíamos dejado pendiente, que se nos echaba el tiempo encima.
¿Eso quiere decir que mañana vendrás? –me preguntó-
Mañana vendré a trabajar – le respondí sonriendo-
Me acompañó a la puerta y antes de abrirla, se acercó a mis labios y me volvió a besar diciéndome que me esperaba mañana para terminar el trabajo y empezar otras cosas.
Yo me marché directamente a la oficina con ganas de que pasara el dia y llegase mañana
Lo que pase mañana se lo contaré en otro relato y a ustedes les apetece y les gusta
Espero que sea de su agrado y me gustaría recibir correos con la opinión de las mujeres lectoras
Un saludo
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