El tormento del matrimonio Gómez
De nuevo un matrimonio es sometido por una deuda. En este caso, una mujer espectacular, soñada por sus jefes, es sometida por estos.
Unas semanas después que aquel empresario, Rafael y sus tres jóvenes empleados, Joan, Gabi y Vicent, estuvieran con aquella pareja, en su momento de sindicalistas, Mauro y Rocío, “El Calvo” me avisó para ofrecerme otro trabajo. Fue al día siguiente, en su despacho, donde me el empresario me explicó en que consistiría.
- Ángel, como sabes, soy un hombre soltero y sin hijos. Por ello, los tres chicos que estuvieron con nosotros aquel día., (Ver relato “La venganza de sus compañeros”) los considero como tales, y nuestra relación es excepcional.
Todo aquello ya lo sabía, por lo que seguí escuchando. Exponiéndome que no toleraba que le tomasen el pelo, etc. etc. Fue entonces cuando me habló de Rosa.
- Mis tres chicos tienen un trato excepcional entre ellos, dentro y fuera de la empresa. Una tarde, los tres tomaban una cerveza después del trabajo, cuando una mujer se acercó a Joan. Ellos habían sido vecinos de jóvenes, antes de su matrimonio. El motivo era pedir un empleo que habíamos anunciado.
Me explicó como los otros dos chicos, una vez se había marchado, hicieron la observación de la voluptuosidad de sus pechos, de su belleza y el deseo de tenerla trabajando para nosotros.
- Al día siguiente de esto mantuvimos una entrevista con ella. Nos explicó que quería trabajar por entretenerse, ya que su hijo se pasaba el día en el colegio y disponía de tiempo libre. Cuando me enteré quien era su marido, Marcel Gómez, supe que estaban con serias dificultades económicas y él era un empresario con bastante caradura ya que a pesar de deberme dinero, a mi, y a otros proveedores, seguía conduciendo coches de gran cilindrada, lo que me exasperaba.
- Rafael. Háblame de ella --Le interrumpí.
Se llama Rosa. Tiene 37 años. Un hijo de 15, Sergio se llama. Medirá 1,72 y tiene un busto importante y muy atractiva. El trabajo que ofrecíamos era sencillo, de secretaria. Podría haberlo hecho cualquiera, por ello, para satisfacer a mis muchachos, la contraté. Sólo tenía que emitir algunas facturas y después cobrarlas.. Sin embargo, al poco tiempo descubrimos que había trabajos que no se habían facturado, ni cobrado. Unas llamadas a los clientes, para enterarnos que Rosa había cobrado las facturas pero el dinero no llegó a nosotros. Todo ello hizo que cambiáramos el sistema informático, quedando sin posibilidad de seguir robando. De inmediato, vino a mi a pedirme préstamo sobre su sueldo. Estaban muy agobiados por las deudas de Marcel, su marido, próximo a ir a prisión si no hacía frente a los pagos más acuciantes. Se lo denegué, aunque les hablé de “El Calvo”, aconsejándoles que pidieran el dinero si tenían posibilidad de devolverlo ya que era un hombre peligroso si eran morosos con él.
Ahí entré yo – Continuó “El Calvo” – A través de ciertos contactos, conseguí que las demandas fueran más rápido de lo normal y que les fuera imposible pagar la deuda que habían contraído conmigo.
- Sé que Rosa está muy preocupada. Imagino que su marido también. A mis chicos les vuelve loco. Es una mujer con un cuerpo espectacular.
- Ángel. La situación actual es que ya han sobrepasado todos los plazos para pagar. Ya han ido dos hombres a asustarlos un poco, incluso invitaron a Sergio a tomar un refresco, lo que dejó desarmados a los padres y han enviado a este unos días con sus abuelos mientras solucionan el problema.. Están a punto de caramelo. Por ello, llamarás a Marcel mañana le traerás aquí, donde estará también Rosa.
Esa misma tarde hablé con la pareja. Su casa era enorme, con piscina y un gran espacio destinado a jardín. Un tipo de vivienda de una familia con mucho dinero, y que ya no se correspondía a su situación económica. Quedé maravillado de la belleza de la mujer. Estilosa, guapa y con un busto monumental, tal y como me habían dicho. Como siempre, inicialmente se mostraron remisos y temerosos pero al , explicarles que mantendríamos una reunión en la oficina donde trabajaba Rosa, se tranquilizaron bastante, dentro del nerviosismo que les causaba la situación. Quedamos a las 3,30 de la tarde. Rosa, iría a trabajar y después, a esa hora, se presentaría Marcel.
Vi en Rosa a una mujer espectacular. Era jueves, 6 de septiembre y hacía bastante calor.
Me presenté en su oficina sobre las 3 de la tarde. Me abrió Rosa y me acompañó a la sala de juntas, donde se encontraban los cuatro hombres. Estaba espectacular, con una camisa morada, sin mangas y una falda blanca hasta la mitad de sus piernas. Estuvimos afinando los detalles, acompañados de una copa.
Puntual, a las 3,30 , sonó el timbre. Sin duda era Marcel. Momentos después, Rosa llamó a la puerta y pasó a informar a Rafael de la presencia de su marido. Éste, dejó pasar unos minutos e invitó a pasar a ambos y a sentarse para comenzar su discurso demoledor.
- Marcel¡¡¡¡ Sé que tus negocios no marchan bien. Estás arruinado, aunque no lo reconoces. Me debes dinero y también, y más peligroso para ti, para ambos, es la deuda que mantenéis con “El Calvo”
Se entretuvo unos segundos y miró a su secretaria.
- Rosa. Tú nos has traicionado. Has robado en la empresa, por eso en estos momentos, estás despedida. Aquí tienes las pruebas de ello, así que no te molestes en rebatirlo. Si algo no soporto, es la traición.
La sonrisa inicial del matrimonio, que veía en la reunión una salida a su situación se tornó en gesto grave.
- Fuiste contratada porque Joan te conocía y se lo pediste. Después, como no pudiste robar más, pedisteis dinero prestado a “El Calvo” y ahora no podéis pagarlo.
Lejos de arrugarse, Marcel se lanzó a contestar, indicándole que habían asistido a esa reunión para solucionar su problema, no para agravarlos.
- Siéntate, Marcel. Efectivamente estoy dispuesto a hacerme cargo de vuestra deuda. Para ello queremos que quedéis a nuestra total disposición durante las próximas horas. Los Gómez a disposición de los empleados de mi empresa.
- ¿Y eso? ¿Qué quiere decir quedar a vuestra disposición?
- Si contratamos a Rosa en su momento, es porque estos chicos quedaron impresionados con su físico. Ahora nos gustaría intimar más. Ya me entiendes¡¡¡
- Estáis enfermos. – Respondió airado.-- Puedo pagar si me dais un poco de tiempo más.
- Has tenido mucho tiempo. Por otra parte, no tenéis con qué pagar. Vuestra casa y el resto de propiedades, están ya embargadas.
El matrimonio abandonó la reunión y yo con ellos. Antes que saliesen de la oficina hice el trabajo sucio, explicándoles lo que haría la banda de “El Calvo”. Ambos tenían padres, y sobre todo un hijo adolescente, con quien ya habían contactado una vez, sin daño alguno, pero sin saber lo que podría suceder más adelante. Añadí los buenos contactos de su acreedor en temas legales, que le garantizarían no ir a prisión.
- Salid a dar un paseo. Esperaremos diez minutos. Si no estáis aquí en ese tiempo, el trato se considerará roto. No estáis obligados a nada.
Salieron pálidos de casa. Volví a la sala de juntas. Todos sabíamos que no tenían alternativa. Nos sentamos y miramos los relojes.Tardaron un poco más, pero de nuevo sonó el timbre. Fue Rafael quien abrió. Al ver sus rostros cabizbajos, supimos que habían aceptado. Los tres jóvenes no cabían en si mismos de gozo.
- ¿Vais a violarme, verdad? – Preguntó Rosa apesadumbrada.
- No, para nada. Todo lo que hagáis será voluntario. Sois libres de marcharos cuando queráis. Eso si, si os vais antes de terminar, no habrá trato. Nos hacemos cargo de vuestra deuda y vosotros nos ayudáis a pasar un buen rato. – Contestó Rafael. – Vamos a pasar todos un buen rato y vosotros os encargaréis de que así sea.
Los jóvenes sacaron las cámaras de fotos y de video. El matrimonio se encontraba desconcertado.
- ¿Vais a filmar lo que hagáis?¿Para qué coño queréis las fotos? – Preguntó aterrada la mujer.
- Rosa. Aunque eres diez o doce años mayor que yo, me has vuelto loco desde que era adolescente. Recuerdo tu boda y comentar a mis hermanos mayores que estabas cañón. Ahora lo pasaremos bien contigo, haremos fotos, filmaremos y usaremos esas imágenes para lo que queramos. Ahora quiero que ambos digáis que estáis de acuerdo y aceptáis esto. Si no, podéis marcharos, como os ha dicho Ángel.
La pareja quedó callada ante la contundencia del joven. Se miraron. Se sentían humillados, aunque ese sentimiento iría a más posteriormente.
- ¿Aceptáis el trato? – Preguntó Rafael
Ambos asintieron de mala gana. No tenían alternativa. La mujer estaba realmente nerviosa, esperando que le pidieran que se quitase la ropa, aunque al escuchar de nuevo al mecenas del acontecimiento, se sorprendieron. Tras una llamada de Rafael una mujer de color subió a la casa a la que presentaron como Dominique.
- No vamos a ser egoístas. Marcel. Esta mujer es exclusiva para ti. Juega un poco con ella.
La joven, se acercó de manera decidida hacia el chico, que no se atrevió a decir nada. Su esposa bajó la cabeza negando y se llevó las manos a la cara. Las cámaras empezaron a trabajar. No tenían ninguna intención que Marcel disfrutase de otra mujer, si no simplemente calentar un poco el ambiente. Un previo a lo que vendría después.
Dominique, de manera suelta, se fue quitando su ropa. Tenía los pechos pequeños, nada que ver con el busto de Rosa. Un cuerpo muy cuidado quedó a nuestra vista, tan sólo cubierto por un pequeño tanga de hilo, que no llegaba a tapar su velludo sexo.
Bajó los pantalones al marido y directamente introdujo su miembro en la boca, comenzó a jugar con él, sin poder evitar su dueño, que en breve se pusiera erecto. La chica, golosamente parecía disfrutar de su trabajo a la vez que los jóvenes la jaleaban.
Mandaron que parase. Dominique se quitó el tanga y quedó desnuda ante todos. El hombre obedeció, tocándome su sexo, hasta meter su dedo corazón hasta dentro. Lo último fue penetrarla. Se le veía disfrutar pese al rostro apesadumbrado de Rosa, próximo a llorar al ver a su marido con otra mujer. Aún así, aguantó unos minutos, sin dejar que su marido culminase la relación con la prostituta.
- Por favor¡¡¡ Parad esto¡¡¡¡¡ No puedo soportarlo.
- Esta vez te haremos caso, pero será la última. – Contestó Rafael riendo.
Dio por terminado el encuentro. La prostituta se vistió y salió de la casa, no sin antes recibir varios billetes de 50 euros del maduro empresario.
- Vamos a divertirnos ahora. Tú eres el plato fuerte, Rosa. Ya sabes lo que queremos de ti. Levántate y empieza a deleitarnos. Quítate la falda.
Rosa enrojeció. Todos los hombres clavamos nuestras miradas en ella, e instintivamente juntó sus rodillas para después levantarse y desabrochar su falda para caer esta al suelo y depositarla en el sofá. Dos de los jóvenes empezaron a hacer sonar el ruido de sus cámaras.
Volvió a sentarse, intentando bajar su camiseta azul y así tapar sus bragas. La contestación de Rafael fue clara, haciendo que se levantase de nuevo y pidiéndole que se desprendiera de su camiseta. Si la mujer era atractiva vestida, ahora que ya se encontraba sólo con la ropa interior, era impresionante.
Un conjunto de braga y sujetador blanco. De fuerte carácter, intentaba mantener su dignidad. Aún así, cayó al suelo ante las miradas de todos los que allí nos encontrábamos. Ella clavó sus ojos en Rafael, esperando que tuviera piedad y parase aquello, pero sin llegar a proponer nada.
- Continúa, preciosa. Lo estás haciendo muy bien, pero antes de nada, acércate al office y tráenos una copa de vino.
Rosa obedeció. Joan la siguió con su cámara de fotos para obtener unas instantáneas de la mujer en movimiento y como abría la botella de vino para llenar las copas. Después de ello, la mujer nos entregó una a cada uno, excluido su marido. Rafael brindó por ella y ordenó que continuase.
Joan bromeó e intentó tirar de su sujetador hacia atrás, lo que provocó una rápida reacción de la secretaria, que se apartó bruscamente.
Continuó desvistiéndose. De forma lenta, pero sin suplicar, ni llorar. Mantenía su integridad, mientras era su marido quien peor lo pasaba.
- ¿Te das cuenta, Marcel, lo que tiene que hacer tu esposa para saldar tus deudas?
El hombre no contestó. Para ese momento, Rosa había dejado boquiabiertos a todos al mostrar sus enormes pechos.
Hicieron que se pusiera de pie para contemplarla mejor. Estaba avergonzada, pero no cubría sus senos, consciente que debía pagar una deuda aunque su rostro estaba enrojecido fruto de la vergüenza.
- Vamos a hacerlo más divertido. Que sea Marcel quien juegue un poco con tus braguitas antes de quitártelas. Rosa, colócate de rodillas sobre el sofá y abre ligeramente las piernas.
Estaba situada en el sofá. Marcel introdujo su mano entre las bragas y después, tras la orden de Rafael, empezó a bajarlas lentamente, hasta casi la mitad de la pierna. Ella, al encontrarse de espaldas tan sólo mostraba su trasero. Sin embargo, cuando pensaba que quedaría desnuda, le viejo la ordenó parar y subirse de nuevo sus bragas.
- Rosa, ponte de nuevo la falda, eso si, sin la camisa ni el sujetador, para que podamos sacar unas fotos.
Con la misma lentitud que se desvestía, ahora se puso de nuevo la falda. Los jóvenes tomaron fotos de la atractiva esposa y Rafael pidió mi colaboración, tal y como lo hiciera la última vez.
- Ángel. Hacemos esto para divertirnos y el morbo es lo más para nosotros. Veremos a esta mujer desnuda, aunque preferimos esperar un poco para ello. Por otro lado, tampoco queremos perdernos como se desviste y como posa desnuda en esa oficina. Por ello, te ruego que tomes las fotos que consideres. Marcel hará lo propio con la cámara de video. Ya sabes, que corra la braguita y enseñe su conejito, se flexione, tome poses en el sofá. Conoces lo que queremos. Hazme saber también si está depilada o habremos de hacerlo.
Los cuatro abandonaron la sala de juntas y se marcharon a uno de los despachos. El matrimonio me miró con aire inquisidor, y a pesar que les hice saber que no era yo quien había organizado aquel espectáculo, no fue para ellos ningún consuelo.
La mujer hizo lo que fui ordenando. Primero deslizó suavemente el triangulo de su braga. Después desplazó la parte delantera para que desde arriba pudiera tomar las fotos, para lentamente, ir bajándolas.
Tuve que advertirla de la necesidad de mostrar su sexo, ya que la aparente seguridad que había mostrado anteriormente se vio perturbada por un ataque de vergüenza. Rosa intentaba taparlo a la vez que bajaba su prenda más íntima.
Ordené a Marcel que la filmase desnuda y sacase unos primeros planos, con sus piernas abiertas. Lo hizo en el sofá. Sin duda, si la mujer estaba pasando un calvario, el de su marido no era inferior, obligado a filmar y ver como su mujer protagonizaba las escenas más grotescas.
A sus 37 años, la mujer se conservaba estupendamente. Sus pechos, posiblemente operados se conservaban firmes y sus piernas y el resto del cuerpo parecían ser de una jovencita espectacular.
Nos dieron unos minutos, en los que la mujer vencida y humillada, se sometió a todo tipo de fotografías para el regusto posterior de los mecenas que habían solventado la deuda que el matrimonio mantenía con el usurero.
Poco después, oí como gritaban jocosamente los cuatro hombres a la vez que irrumpían casi de inmediato en la sala donde nos encontrábamos el matrimonio y yo. Rosa se inquietó y automáticamente intentó ocultar sus partes más íntimas con sus manos para posteriormente situarse cara a la pared y así evitar las miradas obscenas de los empresarios.
Rafael tomó su chaqueta y se la entregó a Rosa, que de inmediato se la puso y se giró ante los que allí nos encontrábamos. Estaba desconcertada, al igual que su marido, a sabiendas de lo que aún le esperaba, pero sin conocer exactamente como sería. Sin embargo al exponer sus intenciones, hasta yo mismo me sorprendí.
- Pareja. Como os vengo diciendo, nuestro objetivo es pasarlo bien. Sacar el mayor provecho a estas horas de placer que tan caras pago. Por eso ahora vamos a continuar la fiesta en otro lugar. Vuestra casa.
- No. – Respondieron casi al unísono, él con la cabeza y ella con voz. No podemos ir a nuestra casa. Está nuestro hijo y el servicio.
- No mientas, Rosa. Después del susto, el chico está con los abuelos en la playa. Lo poco que queda de servicio sólo va unas horas por la mañana. Como veis estoy informado de todo, pero ya sabéis las reglas. Aceptáis todo lo que os pidamos o se rompe el trato.
Rafael desarmó todos sus argumentos. No tenían alternativa. La mujer se dirigió a recoger su ropa para vestirse y acudir a su hogar, donde continuaría la fiesta. Sin duda, allí la humillación de todo lo que sucediera sería mayor.
- Rosa. No te he dicho que te vistas. Guarda la ropa en esta bolsa. Vas muy sexy como estás ahora. Nos repartiremos en dos coches y tu marido y tú iréis separados hasta que lleguemos a nuestra casa.
Subimos, acompañando a Rafael en su coche, Rosa, Joan y yo, mientras que en el otro iban Marcel, Gabi y Vicent. Era primera hora de la tarde y en su urbanización se oía el griterío de los críos y el chapurrear de las piscinas privadas de cada uno de los chalés.
Llegamos un poco antes que Marcel y tuvimos que esperarle para que nos abriese la puerta con la consiguiente tensión de Rosa. Al hacerlo y pasar vimos que había algunos huecos en la valla, que por falta de mantenimiento, comunicaban con la casa colindante. Había unos chicos en la piscina que al ver a la mujer la saludaron.
- Hola Rosa¡¡¡ ¿Cuando viene Sergio?
- La semana que viene – Respondió instintivamente mientras corría hacia la puerta con tan sólo la chaqueta.
Entró de manera casi desesperada a la casa, empujando a su marido que había abierto. Sin duda el encuentro con aquellos amigos de su hijo le había incomodado sobremanera. Los mecenas también se habían dado cuenta de aquello, y de inmediato supe que sacarían partido a a situación.
Según entramos en la casa, la pareja se fue a su habitación con la intención de vestirse, pero de inmediato Rafael hizo que la pareja se situase en el salón.
- ¿A donde vais?
- A vestirme – Respondió Rosa
- Tengo una idea. Hace una magnífica tarde veraniega. Joan, ¿por qué no subes a la habitación del matrimonio y les traes una ropa más cómoda a ambos. Creo que saldremos a dar un paseo.
- ¿A dónde nos queréis llevar? – Contestó Marcel con rabia. – Lo que hayamos de hacer, que sea aquí.
- Haréis lo que digamos y donde digamos. Si no estáis de acuerdo, sólo tenéis que decirlo.
- Por favor¡¡¡¡¡¡¡ – Dijo la mujer temiendo dar un espectáculo en el vecindario.
El joven bajó con un conjunto de pantalones tejanos y camisa para Marcel y un vestido de tono marrón, estampado para ella, junto a varios tangas y sujetadores.
- No necesitamos ropa interior. Rosa, vete a cambiarte a la cocina. Ponte sólo el vestido. No necesitas ropa interior por ahora.
En unos momentos, la mujer apareció ante nosotros vestida. La falda le subía unos dedos sobre la rodilla. Estaba realmente espectacular. Fue Joan quien tomó la iniciativa.
- Ahora saldremos a dar un paseo. No os preocupéis porque no haremos en el parque nada que os pueda avergonzar, aunque si quiero que cuando salgáis, volved a saludar a los amigos de vuestro hijo y les decís que vais a haceros unas fotos enfrente de casa para una revista. ¿Entendido?
Ambos asintieron. Supongo que se sintieron liberados al saber que las fotos que tomarían serían con Rosa vestida, aunque rápidamente advertí que la intención era que los jóvenes no perdieran de vista al matrimonio, sobre todo a Rosa.
La pareja salió delante, no sin antes volver a hablar ligeramente con ellos y explicarles que unos señores les estaban haciendo un reportaje para una revista y les tomarían unas fotos. Eso hizo despertar la atención de los muchachos. Fue en ese momento cuando el matrimonio se dio cuenta de las intenciones de sus acreedores.
Apenas cruzaron la calle, tomaron a la mujer de la mano. Hacían el tonto y jugaban a bailar con ella, mientras que los demás filmaban y fotografiaban la situación. Fue Joan quien se sentó en un banco del parque y apoyó a la mujer contra él y subió ligeramente unos centímetros su falda.. Continuaron con el posado, haciendo que bailase y girase sobre si misma, levantando el vuelo de su falda, aunque en ningún momento nadie vio que En todas ellas salía en marido aunque siempre en una situación secundaria.
Después de unos minutos volvimos a la casa. Los jóvenes vecinos no perdían detalle, incluso salieron hasta la puerta, aunque manteniendo la distancia. Por su parte, los empresarios no paraban de decir palabras soeces sobre el cuerpo de Rosa de las que en ocasiones era posible que los chicos escuchasen algo.
Al llegar a la casa, los comentarios continuaron, obligando al marido que mostrase los pechos de su mujer, sacándolos por el escote, que hizo sin dificultad al no llevar ropa interior. Después tras colocarla de espaldas, para mantener aún intacta la visión de su sexo, le hicieron levantar su falda para mostrar su trasero. Todo ello iba acompañado de la filmación y toma de fotos de cada uno de los movimientos de la mujer. Por último, y con la sola intención de aumentar su morbo, hicieron que Marcel quitase el vestido a su mujer, eso si, con todos ellos situados detrás para no ver su sexo y siendo yo quien tomaba las fotos para su disfrute posterior.
Los jóvenes empresarios estaban cada vez más excitados, mientras que el gran jefe intentaba aprovechar cada segundo de disfrute. Por ello volvió a mandar a Joan.
- Por qué no vuelves a buscar entre la ropa de Rosa y le traes algo acorde para una tarde entre amigos. Trae otra camiseta a Marcel, está empapado de sudor. Para ella, una falda corta y una camiseta estará bien. Por cierto....... – Dijo mirando a la mujer de manera burlona – Ponte ropa interior. No es decente no llevar nada debajo.
Instantes después, el joven bajó con la ropa que le habían encargado. Resignada la tomó y se fue al cuarto de al lado a vestirse. Unos minutos después, la mujer entró de nuevo en el salón. Estaba cabizbaja y triste. Joan la invitó a sentarse en el sofá junto a su marido.
Estás preciosa con esa minifalda vaquera. Tienes unas piernas estupendas. En realidad tienes todo estupendo.
Dejadlo ya. ¿Hasta donde pretendéis llegar? ¿No os aburrís de hacerme vestir y desvestir continuamente?
- Vamos a pasarlo bien hasta que nos aburramos. – Contestó Vicent. – Estamos todos empitonados, con un calentón del diez, así que vamos a divertirnos un poco.
Joan le tocó la pierna y la mujer se levantó despavorida, llevando sus manos a la cabeza para de inmediato comenzar a sacar la camiseta por las mangas. Gabi le ayudó y entre los dos le sacaron la prenda.
Lo siguiente fue tocar su trasero, girarla y darle vueltas para que pudieran fotografiarla y filmarla hasta que Joan se tomó la libertad de soltar el botón de su falda vaquera y esta empezase a caer. Toda la tranquilidad y parsimonia anterior se transformó ahora en ciertas prisas, sin duda, por la excitación que acumulaban.
Bajar la falda y desabrochar el sujetador para volver a descubrir sus pechos fue casi a la vez. Empujaron a Rosa hacia la pared para que ellos y las cámaras que inmortalizaban la situación. Estaba tan sólo con un pequeño tanga negro. Ahora, ya nadie se marcharía para evitar ver lo que ocultaba su entrepierna. El juego iba a comenzar.
Le ordenaron quitarse el tanga y la mujer obedeció sin protestar, sólo que ahora todos se quedaban, Apenas lo deslizó unos centímetros, dos de los muchachos se lanzaron sobre ella, empujándola sobre el sofá y terminar ellos de desnudarla.
Joan y Vicent jugaban descaradamente con ella, tocándola, mientras poco a poco su tanga iba llegando a sus pies. Ahora ya estaba desnuda delante de todos los muchachos que aplaudieron el espléndido cuerpo de Rosa.
Como si fuera su casa, Vicent puso música y la obligaron a bailar con cada uno de ellos. Joan le pidió un beso y Gabi, mientras bailaba la levantó y le besó los pechos. Todo ello era inmortalizado con las cámaras. Por primera vez, vi como se le saltaban las lágrimas.
- ¿Qué pensáis hacer con las fotos? – Preguntó entre sollozos.
- Si ambos sois buenos, se quedarán para nuestro disfrute. Si no, pueden verlas gente que no creo que os haga gracia. Por otro lado es una pena que una mujer como ella no pueda ser visto. – Respondió entre risas Rafael.
Ambos callaron. No tenían otra alternativa que aceptar lo que les dijeran y hacer todo lo que les pidiesen.
Rosa temblaba. La angustia, el mal rato, la humillación y la vergüenza de la situación, expuesta a los cuatro hombres hacían que la mujer estuviese desarmada. La invitaron a sentarse en uno de los sofás donde empezaron a acariciarla. Intentaba zafarse como podía pero una voz de Rafael hizo que de nuevo se sometiese a sus caprichos, quedando en el sofá, separando sus piernas y
La mujer era un juguete para los que habían comprado sus derechos durante unas horas. La volvieron a levantar y todos y cada uno de sus antiguos compañeros tocaba sus partes más íntimas.
Observada, tocada, hasta sobada, iba pasando de mano en mano ante la mirada cabizbaja de su marido, que impasible e impotente observaba todo lo que por su causa, estaba sufriendo su esposa.
- Rosa, Marcel...... Sois muy antipáticos con nosotros. No nos ofrecéis nada de beber. Por cierto, he visto que hay algún cacharro en el fregadero. Como buena ama de casa deberías fregarlo. Después nos abrirás una botella de champán, para celebrar este acontecimiento y nos prepararás un cóctel, de los que tanto presumían cuando trabajabas con nosotros.
Los muchachos se dirigieron a la cocina con Rosa, magreándola y dándoles palmaditas en el culo. Suplicaba en voz baja. Les entregó una botella de champán. Después se puso a fregar, de lo que los chicos se jactaron, fotografiando la escena de una mujer desnuda realizando labores domésticas. Al terminar, y sin pronunciar palabra, la anfitriona sacó los ingredientes necesarios para preparar su cóctel. Sirvió a todos, salvo a su marido y a ella, mientras que Joan repartió la botella de champán en 7 vasos.
Todos bebimos, incluidos el matrimonio, que brindaron con nosotros y tomaron el champán que había servido Joan, mientras que el resto añadimos el cóctel que tan eróticamente había preparado Rosa. La pareja tuvo que brindar por el acontecimiento que estaban viviendo. La fueron indicando cómo había de colocarse para realizar determinados tocamientos, introducir los dedos en su vagina, hasta que Vicent dijo estar muy caliente y no poder aguantar más.
- ¿No puedes esperar un poco más? – Preguntó Rafael – Aún hay otras cosas que me gustaría antes de empezar.
- Necesito una mamada rápida. Mis huevos están a punto de reventar.
Antes de empezar, Rosa te colocó con las piernas separadas pero de rodillas sobre el sofá, para que los chicos pasaran su dedo por la abertura de su vagina. Por primera vez la mujer se desmoronó y de inmediato fue el marido, que mentalmente parecía más débil que su esposa. Después dieron buena cuenta del sabor de la misma, pasando la lengua por ella. Tocamientos de sus pechos y sexo, por todos sus compañeros. Por último, llevaron su boca al miembro del joven. Todo ello iba siendo, una vez más, fotografiado por sus compañeros.
Mientras su boca se acercaba al sexo de Vicent imploraba la compasión de todos ellos. No se atrevía a tocarlo, por eso inicialmente sólo pasaba la lengua por el tronco, pero el chico la agarró fuerte del pelo para introducirlo violentamente en su boca. Joan fue por detrás y continuó lamiendo su sexo, a la vez que su amigo movía bruscamente la cara de la mujer.
Por último la hicieron sentarse y que agarrara el pene del joven y masajearlo mientras terminaba con la felación. Un gran chorro de semen brotó del muchacho que rodó de los labios de rosa hasta embalsarse en sus grandes pechos.
Decidieron que era el momento de que la mujer posase en el sofá, tal y como yo había fotografiado en la oficina, pero ahora querían ser ellos. Colocaron un trípode enfrente del mismo e hicieron que Rosa posase, con las piernas semiabiertas, tomando las posiciones más eróticas. Instintivamente tomó su sujetador, pero otro de los chicos se abalanzó sobre sus pechos y empezó a besarla.
Después le dijeron que haría un último streptease. La mujer estaba agotada ya, a pesar del calvario que aún le restaba. No había advertido la falta de Joan que apareció de nuevo en el salón, entregando un bikini, color amarillo a la mujer.
- Rosa. Vamos a ir a la piscina. Hace una tarde calurosa y seguro que te apetece darte un baño.
- No. ¿Qué pretendéis? ¿Violarme en la piscina?
- Ya te he explicado antes que no vamos a violarte. Colaborarás o no con nosotros. Sólo tienes que decirlo y se terminó.
- Por favor. Continuemos aquí. Sigamos dentro de la casa.
- ¿Es por los chicos que están fuera?
- Son amigos de mi hijo. Son vecinos de las dos casas colindantes. Mi hijo ahora no está con ellos, pero volverá enseguida. Por favor os lo pido. Haced lo que queráis conmigo, pero dentro de la casa.
- Haremos lo que queramos contigo, dentro y fuera de aquí. Así que si quieres que el trato siga en vigor ponte el puto bikini y salgamos fuera. Si no, nos marcharemos.
Cabizbaja y con los ojos rezumantes de lágrimas la mujer tomó el bikini y con pudor comenzó a ponérselo delante de nosotros. Resultaba atractiva con con él y los chicos la piropearon, aunque ya la habían visto totalmente desnuda.
Una vez vestida con las prendas de baño, Rafael le indicó que saldrían fuera, a la piscina, e iría haciendo lo que fueran pidiendo. Se lo dirían en voz baja, para que nadie lo supiera, aunque si tardaba en aceptar u obedecer lo volverían a pedir más alto. Una vez más le recordó que estaban allí porque habían aceptado el trato, pero podían romperlo en cualquier momento si veía que no podía continuar con él. Antes de salir, vi como cogía una pequeña bolsa guardada donde las cámaras de video.
Rosa, que ya se había vestido tal y como le habían indicado, los hombres la acompañaron al jardín, mostrando sus enormes pechos y la braguita, tipo tanga, mostraba perfectamente su trasero.. Todos menos Marcel que decidió quedarse en la puerta que dividía las dos mitades de la casa.
Los jóvenes vecinos, enseguida se percataron que Rosa estaba allí y de inmediato empezaron a mirar y a contemplar la situación. Rafael le indicó que se sentase sobre el borde de la piscina que más cerca estaba de la abertura de la valla y por tanto, también la más próxima a la mirada de los jovencitos. No habría más de tres metros desde donde se sentó la mujer al lugar en el que los jóvenes empezaron a observar.
Rosa se sentó sobre el borde de la piscina. De inmediato la pidieron que hiciera poses, como si de hacer una sesión de fotos se tratase. En realidad era algo similar. Sin dudas, los chicos al ver a Rosa con el bikini tanga, había levantado su curiosidad y desde entonces no la perdieron de vista.
- Por favor¡¡¡ – Decía la mujer moviendo sólo los labios mientras la iban indicando que se fuera desnudando poco a poco.
La hicieron darse la vuelta para que quedase expuesta a los jóvenes frontalmente. Despacio, lentamente fue tomando y haciendo posturas hasta bajar el sujetador del bikini. Después este fue entregado a Vicent. Seguían tomando fotos y los jóvenes había aumentado el hueco que comunicaba libremente las dos casas, partiendo las tiras de caña que separaban ambas fincas para tener una mejor visión del lugar y sobre todo del espectáculo que estaba dando la mujer y que sin duda iría a más.
Rosa quedó parada cuando quedó sólo con la braga. Volvió a hacer pucheros pidiendo que parasen con aquello. Lejos de hacerlo, Rafael, con un instinto un tanto sádico, le indicó que riera a carcajadas. De ese modo no sembraría ninguna duda de cara a los chicos que tan de cerca seguían los pasos de la mujer.
Tras una risa forzada, le indicó que se metiera dentro de la piscina, en la zona menos profunda y procediera a quitarse la última prenda que le quedaba.
La braga iba sujeta por ambos lados por dos lazos. La mujer fue a bajarla directamente pero Joan pensó que era mucho más erótico que se quitara los lazos. Así lo hizo y entregó la prenda a su antiguo jefe y compañero.
La mujer salió del agua y se sentó en el borde de la piscina ya totalmente desnuda. La obligaban a acariciarse sus pechos y su sexo, a separar sus labios vaginales. Todos miraron a los jovencitos que observaban desde el otro lado de la valla y que llevaban sus móviles en la mano, sin duda para tomar fotografías a su atractiva vecina. Mientras, los que habían sido sus jefes, seguían filmando y fotografiando la situación.
- Por favor¡¡¡ No podéis hacernos esto. Esos chicos son vecinos y además amigos de mi hijo. Por favor¡¡¡ Volvamos dentro.
- No te preocupes, preciosa. En breve no podréis mantener esta casa y deberéis marcharos. Después no volveréis a verlos.
No era consuelo a la mujer, que empezó a llorar aunque en silencio, para que no la vieran los jóvenes. Rafael le echó una mano y le indicó que se sumergiera en la piscina, de esa forma el agua se mezclaría con sus lágrimas y los amigos de su hijo no la verían llorar. Durante unos segundos no la permitió salir, obligándola a separar sus piernas primero, para después, el propio mecenas tirarse al agua y hacer que la mujer se situase de espaldas para introducir el dedo en su sexo.
Por fin, dejaron que la mujer saliese del agua. Su marido, que había salido al jardín, supongo que por solidaridad con ella, le entregó una toalla y se secó, pero de inmediato la invitaron a que se sentase en una de las hamacas del jardín. De nuevo tuvo que separar las piernas. En realidad tomaba diversas posturas, por delante y por detrás. En una de ellas, Gabi tocó de nuevo su sexo, separándolo y mostrándo a los chicos de la otra casa.
Todo eran risas. Rafael abrió la bolsa que le acompañaba. Era un estimulador. Un dildo que entregó a Rosa. Debía jugar con él e introducirlo en su vagina.
Tumbada en el suelo, abrió las piernas y poco a poco el largo pene artificial se fue introduciendo poco a poco dentro de ella. Colocaron una cámara de video en el suelo y continuaron con las fotografías. Después hicieron que siguiese jugando, pero más cerca de la valla, y sin ningún obstáculo que impidiese a los chicos observar el espectáculo en primera línea.
- Rosa. Vamos a jugar a algo más serio. Vas a tener sexo con mis empleados.
- No, por favor¡¡¡ Aquí no.
De nuevo hicieron caso omiso a las imploraciones de la mujer. Por su parte, Marcel permanecía al margen, asumiendo la situación y aguantando la vergüenza de ver a su mujer siendo disfrutada por otros hombres.
Joan llevó su boca hacia su pene. La agarró fuerte. Por su parte, Vicent, se situó detrás de ella y la penetró. De inmediato la sacó. No querían mantener una relación completa, si no sólo mantener la atención de los vecinos que tan atentamente observaban. No obstante, Joan si se encontraba en una situación más caliente que sus compañeros, por lo que si obligó a que Rosa, realizara la felación.
Sus compañeros vieron la situación, y colocaron una hamaca a tan sólo un par de metros de la valla que los separaba de los mirones. La hicieron abrirse de piernas y ella sola, sin que el joven la tocase tuvo que agarrar su miembro, llevarlo a la boca y hacer que Vicent tuviera un fuerte orgasmo que llenó su cara de semen.
Después de eso, siguieron jugando. El miembro de Gabi también probó la lengua de la mujer. Con su pene jugaban entre las piernas de la mujer, pero sin entretenerse. Todo ello, hacía que los jóvenes se fuesen calentando más y más.
Rosa estaba ahora más preocupada por los mirones que por lo que sus jefes hacían sobre ella. No le importaba de momento lo que debería hacer, si no, no hacerlo fuera de su casa. Por ello volvió a suplicar en voz baja y llorando.
- Por favor¡¡¡ Volvamos dentro. Colaboraré en todo lo que me pidáis, pero dentro. Por favor¡¡¡ Son amigos de mi hijo.
- Es tentador, ¿verdad? En realidad hemos terminado. Dentro lo pasaremos mejor.
De inmediato, Marcel tomó una colcha que cubría una de las hamacas y se la entregó a su esposa que de inmediato, se tapó con ella.
Divertidos, entraron en la casa, con la promesa de Rosa, en la que se entregaría a todos sus deseos sin protestar. Volvió a quedarse desnuda y sentada, volvió a prometer la sumisión que ya había explicado en la piscina.
No se hizo esperar. Joan la tomó y directamente llevó su miembro a la boca de Rosa, pero Rafael le dijo que estuviera tranquilo, que fuese ella quien lo realizase.
La mujer tomó su peney obedeció, llevándolo a la boca.. Mientras, Vicent le acariciaba los pechos. Los demás, de momento realizaban las filmaciones y fotografías.
Rosa se esmeró en la felación a Vicent y fruto de ello, su barbilla se llenó de semen. Estaba cumpliendo su compromiso, pagando la deuda y obedeciendo sin rechistar.
Le dieron una toalla e hizo que fuese al baño a limpiarse. Le ordenaron que fuese rápida en el proceso y así lo hizo. En un minuto, erguida, firme y digna, a pesar de la humillación que estaba sufriendo, volvió al centro del salón.
Gabi la llevó a otro de los sofás y se avalanzó sobre ella. La situó de rodillas, frente al respaldo y comenzó a acariciar su sexo y tocar sus pechos. Se desnudó completamente. Sin duda, iba a ser penetrada.
- Ángel. No te quedes con las ganas. Tócale las tetas a esta preciosidad.
No lo dudé y las acaricié. Gabi la penetró e hizo que apoyase su cabeza encima de mis piernas. Rafael mandó que apretase sus pechos con fuerzas. La mujer ahora a pesar de tener sus ojos llorosos no protestaba, cumpliendo su parte del trato.
No llegó a terminar. Gabi le daba vueltas, la giraba de un lado a otro. Vicent se colocó desnudo, ocupando el puesto que yo tenía. De nuevo la boca de la mujer tomó el miembro que ya había gozado de ella antes de salir al jardín. El gran jefe se mostraba impasible, disfrutando de la visión del cuerpo de la mujer y de como lo gozaban sus empleados.
La movían como a una muñeca, ahora con su colaboración. Joan se tumbó en el sofá e hicieron que la mujer se colocase a horcajadas sobre él. Vicent de espaldas llevó la punta de su miembro hacia el ano de Rosa.
Gritó y apretó las manos pero no se negó. Admitía todo lo que le hacían. Todo era mejor que estar en el jardín, con los muchachos. Mientras, Gabi y el propio Rafael tomaban las imágenes para disfrutarlas posteriormente y dios sabe, para qué más las utilizarían. Vicent paró para permitir que su compañero llegase al máximo.
A pesar que Rosa no era una mujer pequeña entre los dos la levantaron para penetrarla desde arriba. Joan la penetraba desde arriba y Vicent la sujetaba por los pechos, y así la mantenían en el aire. Por fin, Joan terminó, llenando la vagina de su semen.
Vicent continuó y la tiró violentamente sobre otro de los sofás y empezó a penetrarla analmente. Dio u fuerte alarido. Era un pequeño sofá el que utilizaba y ella tenía pegada la cabeza al respaldo, por la parte de abajo. De esta forma, el hombre podía hacer más fuerza en la penetración.
Dio buena cuenta de ella demostrando que había eyaculado y echando el viscoso líquido sobre el trasero de la pobre mujer. Seguía aguantando sin meter prisa y sin suplicar, tal y como prometió en el jardín.
Hicieron que se diera una ducha rápida y lo siguiente fue ir a la habitación. Al llegar al baño no le dejaron cerrar la puerta de la mampara, debiendo esta permanecer abierta para que dos de los muchachos que la acompañaron, pudieran sacar las instantáneas como recuerdo.
Joan la tomó, agarrándola desde atrás, por los antebrazos y la y la tiró violentamente a la cama. De inmediato la incorporaron y volvieron a sentarla para continuar con sus juegos eróticos.
Primero la tumbó, haciendo que Rosa quedara con las piernas hacia arriba y así introducir su boca y su lengua en el sexo de la mujer. Disfrutó lo que le pareció hasta que Rafael volvió a darle otra orden.
- Quiero que abras mucho las piernas. Vamos a fotografiar como la polla de Joan entra dentro de ti.
La penetración apenas duró lo que sus compañeros tardaron en sacar unas fotos. La mujer no quería volver al exterior y separó sus piernas todo lo que pudo y así permitir unas perfectas instantáneas del momento. Siguieron con la incorporación de la mujer y volvió a hacer que agarrara el miembro y lo llevase a la boca.
Vicent y Rafael estaban vestidos y eran Gabi y Joan quien llevaban el peso de la situación. En realidad parecía más la filmación de una película porno que el disfrute por el cobro de una deuda.
Vicent abrió sus pantalones y ahora sin participar, comenzó a masturbarse. Esperaba pacientemente que sus compañeros llegasen al orgasmo. Algo no excesivamente difícil dada la calidad de la hembra que tenían enfrente y de la situación tan grotesca para el matrimonio, que sin duda, incrementaba el morbo de la vivencia.
Volvió a impregnarse de semen. Se esmeraron en fotografiar como había quedado su sexo, totalmente empapado de aquella sustancia blanquecina.
De nuevo, la mandaron a la ducha, pero ahora ya no la siguió nadie. Le dieron dos minutos y la mujer, obediente volvió a la sala donde nos encontrábamos.De allí la llevaron a la habitación de su hijo. Querían que fuese todo lo humillante posible. Volvieron a tirar a la mujer sobre la cama, sólo que esta vez situaron a su marido sentado en una silla en la esquina de la cama.
El joven se tumbó sobre el colchón y Rosa se colocó encima de él. De nuevo le ofreció su miembro y se vio obligada a aceptarlo. Sabía que le correspondía de nuevo llevárselo a la boca y así lo hizo.
Vi como el matrimonio se miraba. Ambos comenzaron a llorar. Al verlo Vicent, hizo que se tumbase ella debajo, haciéndole estirar los brazos hasta donde se encontraba su esposo.
Las dos manos se tocaron. Mostraban quererse y sufrían juntos. Ella rompió a llorar desconsoladamente y sus manos ahora se apretaban muy fuerte.
Vicent ya se encontraba bastante cansado y tras permitir que fotografiasen la situación dejó tranquila a la mujer.
- Rosa, vamos a subir al ático. Tienes varios sofás allí y pasaremos los últimos minutos en ese cuarto. Esmérate y nos marcharemos. Vuestra deuda con “El Calvo” habrá sido saldad.
No se negó. La llevaron medio en volandas, continuando los tocamientos hasta llegar a la última planta, donde con un techo más bajo, había espacio suficiente para disfrutar de un rato más.
Quisieron ser ellos mismos los que filmaran. Tumbaron a Rosa en el sofá mientras que Vicent empezó a filmar de nuevo. La mujer por un lado recibía por detrás y su boca se centraba en el miembro de Joan.
Cogieron la cámara de vídeo y filmaron en primer plano las escenas más fuerte de sexo. Le daban fuertes azotes en su trasero y se lo dejaron completamente rojo
Vicent volvió a llegar al orgasmo y todos dieron por finalizada la sesión. Antes de irse se auto permitieron ducharse en casa del matrimonio.
No permitieron a Rosa vestirse hasta que los hombres salieron y antes de ello, le indicaron que debería salir a la terraza del ático, desnuda, para tomarle una última foto.
Al salir, la mujer pudo ver como Joan se acercaba a los jóvenes y apuntaba algo en un papel. Les había pedido su correo electrónico para enviarle una copia de las fotos para la revista. Rosa, sin saber exactamente lo que habían hablado entró en la casa cabizbaja.
Quien desee este relato ilustrado, puede pedirlo al siguiente correo pedroescritor@hotmail.com