El Tobillo de Lorena

Es la historia de una chica que desea a su tío y tiene la oportunidad de estar con el cundo se fractura el tobillo

Este relato fue un regalo de uno de mis autores favoritos él sabe que no quería publicarlo, pero me lo pidió de una manera tan dulce que no fui capaz de rechazar su petición, Tu sabes que este relato es tuyo Salvador y que nuevamente te doy la gracias por tan lindo regalo.

El tobillo de Lorena

El grito venía del antejardín. Fue inesperado, largo como un lamento y claro como solo una mujer puede hacerlo.

Salvador corrió presuroso, abrió la puerta y vio a Lorena tirada sobre la escalinata, sobándose el tobillo y con un gesto de intenso dolor que marcaba su rostro, del que parecía que las lágrimas saltarían en cualquier momento. Pero era una jovencita que a sus 18 años podía guardarse el dolor de la caída y apretar los dientes para que no la vieran llorar.

Se acercó a su sobrina y sin preguntarle nada, ya que era evidente lo sucedido y las preguntas estaban de más, empezó a sobar su tobillo, buscando llevar calor a la zona afectada, intentando con ello aliviar su dolor. La muchacha vestía panty color piel y sobre ésta calcetines azules, por lo que la caída que había sufrido se había visto algo amortiguada. El rostro de su sobrina demostraba mucho dolor y decidió llevarla adentro de la casa para atenderla mejor.

La levantó con cuidado y cuando estuvo de pie, le pidió que se apoyara él y caminó con ella casi en andas. Ya dentro de la casa, la llevó al living y la depositó en el sofá, donde la muchacha quedó sentada, con su pierna estirada y mostrando en el rictus de su boca que no lo estaba pasando bien.

Salvador reanudó el masaje sobre el tobillo de su sobrina, que poco a poco empezó a sentir que el dolor la abandonaba y se sintió aliviada de que las cosas no hubieran pasado a mayores. Pero de todas maneras las cosas pasaron a mayores, aunque de una manera inesperada.

El tío le conversaba mientras le acariciaba la pierna, buscando distraerla, pretendiendo con ello que Lorena se olvidara del dolor en su tobillo, pero ella respondía entre quejidos, lo que intensificaba la preocupación de Salvador, que aumentó el masaje a la pierna, sin percatarse que su sobrina estaba siendo poseída por nuevas sensaciones con motivo de las caricias que recibía. Al cabo de un rato la muchacha sintió que el dolor había desaparecido, mientras su tío seguía continuaba con su masaje, que a la muchacha se le hacía muy agradable. Demasiado agradable. Era una sensación erótica que la invadió de a poco y que la hizo guardar silencio respecto del verdadero estado de su pierna, en que el dolor había dado paso al placer.

Miró a su tío y su cara de preocupación y sonrió para sus adentros, ya que se le hacía muy divertida la situación viéndolo cómo acariciaba su pierna y ella se dejaba hacer, en un afán de prolongar el masaje, que le producía sensaciones más que agradables.

Sin pensar en las consecuencias de lo que hacía, Lorena se echó hacia atrás, hasta que su espalda se apoyó en el sofá y quedó acostada, con lo cual su faldita se subió y mostró buena parte de sus muslos, que su tío miró con avidez. El morbo se había adueñado de la muchacha y no medía las consecuencias de sus actos.

Salvador continuó hablando, aunque ahora se notaba en su voz un nerviosismo que a la muchacha la divirtió, aunque lo disimuló cerrando los ojos y emitiendo algunos quejidos, como si aún le doliera el tobillo, en tanto su tío aumentaba el radio de acción de sus masajes, los que se hacían cada vez más lentos, convirtiéndose en deliciosas caricias. Caricias que luego se fueron acercando a la zona de la rodilla de Lorena, la que supuso acertadamente que muy pronto esa mano llegaría a sus muslos. Pero nada hizo por impedirlo. Al contrario, se revolvió en el sofá, con lo que su faldita se subió otro poco, regalándole a su tío una visión privilegiada de la sinuosidad de sus formas juveniles en la zona cercana a sus partes íntimas.

Mientras aumentaba sus caricias, su tío le preguntaba por el colegio, intentando con ello desviar la atención de su sobrina de sus verdaderas intenciones. Y muy pronto sus manos alcanzaron la parte baja de sus muslos. Ella sintió que la sensación que su tío le producía con sus acaricias era demasiado exquisita como para interrumpirla, por lo que optó por callar y quedarse quieta, para ver hasta donde llegaban.

Al cabo de un rato sintió que no podía mostrarse ajena a lo que sucedía con sus piernas, ya que las caricias ahora eran en la parte más abultada de sus muslos, demasiado cerca de su entrepierna, donde su braguita empezó a recibir gotas de fluido que emanaban de su interior. Sintió que estaba empezando a calentarse y eso le gustaba. Y de manera inconciente, sin querer reparar en las consecuencias de sus actos, abrió sus piernas, en señal de sumisión a los deseos de su tío, que comprendió que sus masajes estaban surtiendo efecto en la muchacha.

¿Sigo con mis masajes, cariño?

Mmmm, síiiiii, tíooo

Y la muchachita se revolvió en su posición, como queriéndole demostrar lo bien que le hacían sus "masajes".

¿Te gusta?

¡¡Siiii!!

Le pregunta fue directa y la respuesta también. Y la mano de Salvador subió hasta llegar al final de la pierna, justamente a un costado de la braguita de la muchacha.

¿Y ahora?

Mmmmmm

Fueron los movimientos del cuerpo de Lorena los que respondieron, invitándolo a continuar. Y ella sabía bien lo que venía a continuación.

La mano de su tío se posó sobre su paquetito, por encima de la panty. La muchacha se estremeció con la sensación de sentir que su parte íntima era acariciada. Un leve quejido delató lo que sentía con la mano de su tío en su zona íntima.

¿Sigo?

Mmmmm

Salvador comprendió que tenía permiso para continuar e Lorena, a su vez, que la situación ya no tendría marcha atrás.

Lorena vio que la cabeza de su tío se perdía entre sus piernas.

La boca de su tío se abrió y apretó los labios vaginales de la muchacha. La presión de los labios de Salvador se amortiguó con la tela de la panty y la braguita que cubrían la juvenil conchita, lo que le produjo a Lorena una sensación increíble de erotismo, por lo que sus jugos juveniles empezaron a cubrir de un color oscuro la braguita. Un ligero apretón de los labios de Salvador sobre el bulto terminó por hacerla acabar, soltando sus fluidos que inundaron la zona que sus braguitas cubrían, las que quedaron completamente manchadas.

Fue una sensación increíble la que la inundó. Ninguno de sus amigos a los que les había regalado sus favores había logrado hacerla sentir lo que su tío le regaló ahora con su boca.

Cuando empezó a recuperar el ritmo normal de su respiración, sintió que su tío empezaba a bajar su panty, las que fue deslizando lentamente. Ella levantó su cuerpo para ayudarle y finalmente quedó cubierta solamente por sus bragas.

"Sácatelas, cariño"

La muchacha obedeció levantando su cuerpo y se sacó la prenda íntima, que arrojó a un costado y se quedó mirando a su tío, ese hombre que muy pronto le haría el amor.

Sus piernas estaban abiertas, mostrando su conchita al final, de la caían algunas gotas de su reciente orgasmo. La muchacha le miraba sin complejos, esperando a que el la poseyera.

Salvador sacó su verga, la que lucía inquietante para la muchacha, acostumbrada a herramientas de menores dimensiones. Sus amantes ocasionales eran todos jóvenes y ninguno se caracterizaba por estar bien dotado. En cambio su tío se gastaba una herramienta que era notoriamente más gruesa y grande que las que ella había probado hasta ahora.

Finalmente probaría una verga de verdad. La misma verga que su madre había probado, ella lo sabía bien. Más de una vez había sorprendido a los hermanos en actitudes comprometedoras y finalmente había confirmado sus sospechas cuando los vio cogiendo sin que la vieran. Y a partir de esa tarde supo la razón por la que su madre mejoraba notoriamente su humor cuando venía su tío de visita.

Y ahora ella iba a probar la misma verga que su madre disfrutaba tanto.

Su tío se puso entre sus piernas y colocó su herramienta a la entrada de la vulva de la muchacha. Esta, ansiosa, tomó la barra de carne e intentó meterla, pero era evidente que la cabeza no cabría en su conchita.

Calma, mi niña

Salvador la tomó de las nalgas y la levantó, quedando cómodamente dispuesto como para la penetración. Y la penetró. Poco a poco, primero la cabeza y después el tronco se fue metiendo en la cueva de su sobrina.

Ayy, tío, me duele.

Tranquila, que ya pasará.

Pero me duele

No eres virgen, así que el dolor no es tanto

Pero

Tranquila, que lo estoy haciendo con cuidado

Se detuvo un momento, esperando a que el dolor amainara. Aún faltaba medio camino por recorrer. Media verga estaba dentro, pero faltaba mucho por meter aún.

Cariñito, aguanta que voy a meterte el resto

Pero tío….

Va a dolerte pero será solo un momento

Voy a aguantar, tío

Después te va gustar. Te lo aseguro

Bueno

Y de un golpe su cuerpo se fundió con el de la muchacha, y su verga se introdujo completamente en la vulva juvenil que se le entregaba. Un fuerte grito de Lorena denotó su dolor y la muchacha se apretó a su tío, clavándole las uñas. El se quedó con su polla completamente enterrada en el interior de su sobrina, abrazado a ella, esperando a que el dolor pasara. Y poco a poco empezó a moverse sobre Lorena, la que respondió a sus movimientos, primero con cierta dificultad para después acoplarse perfectamente a los movimientos de su tío.

Mijita, eres rica

Y tú, tío….

Nunca creí que podría follarte

Pero aquí estamos, haciéndolo

Si, mi niña rica

Dale, tío, dale

Toma, toma, toma

Sí, si, asíiiii

Aghhhhhhhh, mijitaaaaa

Y sus cuerpos se cimbraban sobre el sofá, completamente sudorosos por la excitación que los embargaba, hasta que no pudieron aguantar más y al unísono soltaron sus fluidos, en un orgasmo conjunto que fundió sus líquidos en una sola corriente, que bajó por los muslos de la muchacha hasta formar un charco en el sofá. Ninguno se percató de la presencia de la madre de Lorena, que los había sorprendido en el momento en que los amantes daban inicio a un orgasmo conjunto que llenó la habitación con sus gritos de gozo y sus cuerpos moviéndose descontroladamente.

Estaba parada en la entrada, sin dar crédito a lo que veía. Su hermano estaba follando con su Lorenita, su niña preciosa. Un grito de indignación pugnaba por explotar dentro de ella, pero le fue imposible soltar la rabia contenida pues se percató en ese mismo momento que había sucedido algo inexplicable: mientras observaba el final del acto que protagonizaban su hermano y su hijita, cuando ésta se movía furiosamente debajo del cuerpo de Salvador y gritaba "dale tío, dale" , ella, sin poder apartar la vista de la pareja que estaba follando y con una de sus manos perdida debajo de su falda, acariciando su vulva húmeda, sintió que todo su ser estaba a punto de estallar. Y optó por callar cuando las primeras gotas empezaron a caer por sus muslos abajo.