El tio vivo

Su intención era intercambiar fotos de su mujer con las de otros amigos de la revista. Contactó con un caballero, le mostró las fotos y tan excitado acabó que le propuso hacer un trío, los dos con ella. La esposa aceptó con ciertas reservas pero al final se entregó al juego con tantas ganas que ahora su sueño es seguir repitiéndolo.

EL TIO VIVO.

Somos Mary y Pedro, matrimonio cuarentón que escribe para contar una experiencia que hemos tenido gracias a un anuncio que pusimos en la sección de Varios en el que pedíamos correspondencia con otros matrimonios para cambiar fotos de nuestras esposas y vídeos caseros.

El resultado fue magnífico y tuvimos una experiencia que por lo morbosa y excitante que fue para nosotros, y quizá para algún lector de tu revista, creo que merece la pena de ser publicada.

Gracias a este contacto conocí a un caballero de 45 años que se llama Daniel. En la primera entrevista que tuvimos, en un parking de las afueras de Barcelona, y después de hablar un rato sobre lo que nos gustaba, le enseñé una buena colección de fotografías muy provocativas de Mary.

Tengo que decir que Mary es una mujer normal pero excitante, según los amigos con los que tenemos correspondencia e intercambio de fotos, con pechos un poco caídos, coño bien poblado de pelo y muslos prietos.

La reacción de Daniel al ver la hermosura del cuerpo de Mary su comentario fue el siguiente:

  • ¡Vaya hembra... que dos tetas... que culo... que coñazo...!.

Al hombre le gustaron mucho las fotos. Las miró más de una vez y después de charlar otro buen rato, me insinuó si a Mary le gustaría hacer un trío. Yo le dije que, de momento, no pero que no descartaba la posibilidad si la convencíamos entre los dos.

Añadí que el contacto era sólo para intercambiar fotos pero que a mi sí que me gustaría hacer un trío. Con Daniel quedamos en que él llamaría a casa para hablar con ella y saber que decía sobre el asunto del trío.

Cuando llegué a casa, mi mujer me preguntó sobre el encuentro. Le dije que bien, que traía una cinta de vídeo y una foto de él pero no le dije que Daniel la llamaría. Así quedó la cosa. Cuando Daniel llamó por la noche, como yo ya imaginaba que sería él, le dije a mi mujer que cogiera el teléfono, que yo estaba en la ducha. Al salir aún estaba Mary hablando por teléfono así que me quedé escuchando detrás de la puerta.

  • No lo sé, a lo mejor... de momento, no... - le oí decir - Sí, a él si que le gustaría, se pondría como una moto...

Cuando entré en el comedor mi mujer se despidió y me dio el teléfono. Le pregunté a Daniel como había ido.

  • Bien, no ha dicho que no al trío - me contestó el amigo - pero tampoco dice que sí.

Después de las explicaciones quedamos para otro día para hacer el teléfono erótico entre los tres.

El día convenido, llamó por la noche. Me puse yo, nos saludamos y empezamos la conversación picante diciéndome Daniel que él ya estaba en pelotas y a punto. Empecé a contarle que le estaba sacando el pijama a Mary y le tocaba las tetas al tiempo que ella me agarraba la polla.

Cuando tuve a mi mujer desnuda, le pasé el teléfono. Al parecer Daniel le preguntaba que es lo que le estaba haciendo yo pues ella decía:

  • Me está chupando las tetas, pasando la lengua por mis peones... ahora está bajando hasta mi coño y empieza a lamer y chuparme el clítoris.... ¡Que gusto me está dando!.

Yo escuchaba por el auricular como Daniel le preguntaba:

  • ¿Te gustaría tener mi polla ahí para que me corriera sobre tus tetas?.

Ella, ya muy excitada, le contestaba:

  • ¡Sí, sí, córrete encima de mis tetas... estoy deseando sentir tu caliente leche en mis pechos y pezones!.

Pero el que se corrió de verdad sobre sus tetas, fui yo. Luego le esparcí mi leche por sus pechos dejándoselos bien pringados.

Ella le preguntaba si también se había corrido él, al parecer, le contestó que estaba a punto de hacerlo ya que ella le dijo:

  • Ya que Pedro se ha corrido en mis tetas a ti te dejo que lo hagas en mi caliente coño... ¡Anda, échale toda tu leche dentro... ooooh... ya la siento... que calentita está... así, sí, córrete... aaah... que yo también lo hago... oooh...!.

Así se corrieron mi mujer y nuestro amigo.

Con Daniel quedamos un día para presentarlo a mi mujer y hacer así que se conocieran pues a Mary le picó la curiosidad para conocerlo de cara y nada más. Pero el resultado fue otro.

Para ese día quedamos con Daniel en el parking de siempre a media mañana. Por cierto era un día lluvioso y frío. Estábamos a mediados de Diciembre pasado. A mi mujer le hice poner para la ocasión una minifalda negra, medias y bragas negras, así como el sujetador, y una blusa blanca semitransparente. Encima un abrigo.

Cuando llegamos al aparcamiento, él ya nos estaba esperando. Al vernos bajó del coche y fue directamente a abrirle la puerta a mi mujer que, al sentarse y por lo corto de la falda, creo que le vio las bragas. Se dieron un beso en la mejilla y nos metimos en el coche, ellos dos delante y yo detrás.

Empezamos una conversación normal, como de amigos, hasta que yo, desde atrás, le enseñé unas fotos de Mary desnuda y en poses excitantes.

Daniel se relamía mientras miraba las fotos y luego le dijo a mi mujer una cosa que yo no sabía. Era que, por teléfono, él le había dicho que cuando nos conociera en persona él le daría un beso en cada pezón.

Me quedé sin habla al ver como mi mujer se desabrochaba la blusa mostrándole el canalillo de las tetas. Nuestro amigo, entonces, le dijo:

  • ¡Mira como me estás poniendo!.

Le cogió una mano a mi mujer y se la puso encima de la bragueta de su pantalón, que estaba abultada. Ella no lo rechazó, al contrario, estuvo sobándolo un rato mientras Daniel le sacaba las tetas del sujetador y, magreándoselas con las manos, empezaba a pasarle la lengua por los pezones.

Mi mujer, que seguía sobándole el bulto que él tenía en la entrepierna, me miró para ver que decía yo.

  • Sigue, cariño - dije - No te cortes.

Cuando Daniel dejó de chuparle las tetas le dijo a Mary:

  • ¿Ves como no pasa nada? Esto es el principio y ahora, si quieres, nos podrías hacer una paja a cada uno en el asiento trasero.

Entonces mi mujer me miró diciéndome:

  • Ya me estáis liando más de la cuenta aunque la verdad es que me estoy calentando con tanto manoseo.

Daniel puso el coche en marcha y lo aparcó en un lugar más apartado del aparcamiento. Con la lluvia y el frío, los cristales se empañaron enseguida.

Pasaron los dos al asiento trasero. Mi mujer sentada entre los dos. Ella se dejó hacer ya que con los toqueteos anteriores estaba muy excitada aunque, como me confesó después, también un poco confundida.

El amigo terminó de desabrocharle la blusa y los corchetes del sujetador, subiéndoselo y dejando sus preciosas tetas bien libres. Cuando empezó a tocárselas y chuparle los pezones, Mary echó la cabeza hacia atrás, cerro los ojos y soltó un leve suspiro.

Metiéndole yo la mano por debajo de la falda, empecé a acariciarle el coño por encima de la braga, que noté un poco húmeda.

Hice una señal a Daniel para que se sacara la polla. Lo hizo rápidamente y cogiendo una mano de Mary se la puso en su verga. Ella, al notarla, abrió los ojos, la miró y exclamó:

  • ¡Que grande y dura está!.

Agarrándola bien con la mano, la acarició y a continuación, descapullándosela, empezó a masturbarle. A todo eso mi excitación estaba al máximo viendo a mi mujer tocando una polla que no era la mía.

Creí que me iba a reventar si no me la sacaba del pantalón. Me la saqué y cogiéndole la otra mano a mi mujer la coloqué en mi polla, que estaba dura como una barra de hierro, y empezó también a masturbarla. La escena que ofrecíamos en el asiento trasero era de lo más excitante.

Él le acariciaba la teta y el pezón izquierdo y yo la derecha. Tenía un pezón como un garbanzo de duro. Al mismo tiempo, con una mano metida dentro de su braga, yo le estaba acariciando el clítoris que tenía excitadísimo.

Los suspiros y jadeos de placer creaban un ambiente super cachondo en el interior del coche. Mi mujer no paraba de decir:

  • ¡Que gusto... que bueno como me magreáis... me estáis destrozando las tetas, calentorros... seguir... seguir... que placer... sigue Pedro, sigue así, méteme los dedos en el coño que Daniel ya se ocupa de mis tetas... así, así, sí... me voy a correr, no pares cariño... oooh...!.

  • ¿Te gusta, cariño? - le pregunté.

  • ¡Sí... s

... no paréis...! - contestaba.

Como disfrutas dándole a las zambombas, ¿verdad? - insistí.

Mientras le decía esto me enderece y le coloque la cabeza de la polla justo en la frente, me corrí como un desesperado, echando toda la leche en una gran explosión que le baño gran parte del rostro, dejándome los testículos satisfactoriamente vacíos.

Daniel aprovecho esto para sacar unas buenas fotos de la ocasión, gran cantidad del semen comenzó a correr y chorrear sobre el radiante y sonriente rostro de mi esposa.

Daniel aún no se había corrido y le decía a mi mujer, para que se corriera otra vez:

  • ¡Mary, guapa, que gusto me estás dando, estoy a punto de correrme!.

Ella, mirándome, me dijo:

¡Que gusto me estáis dando entre los dos... me gusta que me estés mirando mientras otro hombre me hace gozar... mira como me chupa las tetas y tira de mis pezones!. ¿No es esto lo que tú querías, cariño?.

Le contesté que sí haciéndola callar con un beso de tornillo y, metiéndole la mano en el coño, empecé a acariciárselo. Lo tenía todo encharcado de la corrida anterior.

Le metí dos o tres dedos dentro para excitarla al máximo y cuando dejé de besarla, ella le dijo a Daniel:

  • Me estás dejando la teta roja de tantos chupetones y magreos, tócame el coño ahora un rato, anda.

Aparté mi mano y la metió Daniel exclamando:

  • ¡Mary, pero como lo tienes, parece un charco de placer!.

Mi mujer le contestaba entre suspiros:

  • ¡Que gusto me estas dando... sigue... sigue... méteme tres dedos dentro! - se los debió de meter lo que pudo porque pegó un salto y al acomodarse otra vez, añadió - ¡No seas tan bruto, pero me ha gustado... sigue sin parar... que placer... aaah... aaah...!.

Daniel, también gimiendo, le contestaba:

  • ¡No pares, cachonda, que yo también me voy a correr... que gustazo me estás dando... sigue con la zambomba, sigue... no te pares ahora... aaah... te voy a llenar la cara de mi caliente leche!.

Mary tenía todo el cuerpo en tensión, respiraba agitadamente y le decía entrecortadamente: ¡Yo también me voy a correr otra vez... ya me corro... ya... ya... méteme los dedos hasta el fondo... que bueno, me siento llena... aaah... sigue, sigue, no pares, dale fuerte... me corro... chúpame los pezones... así, así... oooh... me corro, sí, me corro... aaah...!.

Al instante explotó en un orgasmo brutal, justo cuando Daniel se levantaba y se acomodaba para bautizar con su leche bendita de polla a mi mujer. Coloco su glande en mitad de la frente, justo arriba de la nariz, comenzando a fluir lentos y gruesos chorros de su caliente leche.

Un fluido continuo de este néctar se mantuvo brotando por largo tiempo, haciéndose ocasionalmente más grueso y adelgazándose después. Al parecer Daniel tenía rato almacenando gran cantidad de leche en sus pelotas, lo que hizo que esta eyaculación fuera espectacular.

Era una sensación altamente excitante para mi ver como Mary hacía correr a otra polla que no era la mía y en mi presencia y también como suspiraba de gusto mientras otro le sobaba las tetas, el coño, y le derramaba la leche sobre el rostro. Daniel como todo un experto barnizaba con sumo cuidado la cara de Mary, cubriéndola en una gran porción, firmando su obra con tres gruesos reguerones de semen que cruzaron y gotearon el rostro de mi mujer.

Al acabar nos quedamos charlando un rato sobre lo que había acontecido, quedando todos muy satisfechos del resultado. Un fuerte beso y abrazo de este matrimonio.

Pedro - Barcelona.