El tio caliente
Mi tio no pudo más y abusó de mi sobrina, su nieta.
Desde hace tiempo, acostumbro ir de visita a casa de un primo que ya es grande, es casado y tiene dos hijas y un hijo. En realidad, a quien visito es al hijo de mi primo, que vendría siendo mi sobrino, ya que somos casi de la misma edad.
Siempre voy con mi familia en navidad y yo me quedo más tiempo allá en su casa, porque las fiestas siempre se prolongan y pues las noches después de navidad suelen ser divertidas.
La cena de navidad siempre la pasamos en casa de mi tío, el papá de mi primo. Que es un hombre ya bastante grande, y es bastante gordo. A mí en lo personal no me gusta pasar la navidad ahí porque es una persona desagradable, que no se mide al hablar y es grosero, pero al fin familiar, pues no tengo mucha opción.
Una navidad en especial llegamos, mis padres, mis hermanas y pasamos a casa de mi primo, ya que estábamos todos salimos hacia casa de mi tío. Las hijas de mi primo tenían en ese entonces 16 y 17 años, yo tenía 18 y mi sobrino 16. Todos íbamos juntos y platicando. Mi primo consiente mucho a sus hijas y las viste como si fueran niñitas, con vestiditos muy monos y muy cortitos, como de niña chiquita. Las dos están en clases de baile por lo que sus piernas parecen ya de jovencita, bastante torneadas y gruesas.
Llegamos a casa de mi tío y pues saludamos a todos los presentes, nos sentamos a la mesa y cenamos, la cena fue muy amena, tomando sidra y alguna que otra copa. Después pusieron la música, como de costumbre y los grandes empezaron a bailar. A mi no me agrada bailar así que me quedé sentado viendo. Mis sobrinas bailan mucho y eran el centro de atención, moviéndose con sus vestiditos cortitos, bailando tropical, y muchas cosas más. Los invitados las veían y les aplaudían, y uno que otro las veía de forma libidinosa, incluyéndome por supuesto. Mi tío, que estaba sentado en su sillón. También las miraba, mientras bebía.
Acabó la música y todos aplaudieron el espectáculo y pasaron de nueva cuenta a la mesa. Mis sobrinas, mi sobrino y yo nos salimos a quemar cuetes y a jugar un rato. Estábamos afuera cuando salió mi tío y nos dijo que lo acompañáramos. Subimos a su coche y mis sobrinas se fueron en el asiento delantero. Mi tío iba viendo las piernas de las dos como si no pudiera evitarlo, incluso estuvimos cerca de chocar, y colocaba su mano en el muslo de Raquel, que es la mayor, mientras le decía que bailaba muy bien, ella se sintió incómoda, pero no dijo nada, volteó hacia nosotros y se saltó al asiento de atrás. A lo que mi tío se molestó, pero aún tenía a su lado a Daniela, que aunque es menor tiene igualmente bonitas las piernas.
Regresamos a la casa y nos salimos de nuevo a jugar, pasó el tiempo y mi tío salió de nueva cuenta, nos llamó y nos preguntó que si queríamos ver una película, entramos y la puso en su recámara. Y el regresó a la sala con los demás. Después entró en el cuarto, y se sentó en un sillón. Todos estábamos amontonados en la cama y el llamó a Daniela, ella fue con el y el la cargó y se la sentó en las piernas. No le importó que ella sintiera su erección bajo su faldita, y la mecía como si estuviera jugando. Con sus manos la tomaba de la cintura y la subía y bajaba. Se estaba masturbando con el calzón de su nieta, y no le importaba que nosotros ya no fuéramos unos niños y sospecháramos, obviamente sabía que si decíamos algo jamás nos creerían.
Mientras tanto el seguía satisfaciendo su calentura acariciando las piernas de mi sobrina, ella se quería bajar pero el no la dejaba y se reía como si jugara con ella. Ella saltó y el llamó a Raquel, sin otra alternativa ella obedeció y el la acarició de igual forma.
Mi tío se levantó y fue al baño, seguramente había estado cerca de venirse, y no quiso manchar los calzoncitos de mis sobrinas.
Salió y se sentó nuevamente en el sillón. Cerró la puerta con llave, y se desabrochó el pantalón, se lo bajó y sacó su pene de su calzón. Se acariciaba el pene enfrente de nosotros, y de repente se oyeron voces afuera, mi tío se metió al baño y salió ya vestido, salió como si nada y se fue a la sala.
Ya de madrugada nos indicaron a cada quien donde dormir, y todos se fueron a acostar. Mis sobrinas, mi sobrino y yo nos acostamos en la sala, porque queríamos seguir viendo televisión, y ahí tendimos los colchones. En la madrugada Raquel se levantó para ir al baño, y se levantó, pasó un rato y yo también me levanté para ir. Llegué al baño y estaba vacío.
Iba a entrar cuando escuché voces muy bajito, me acerqué a la cocina, y ahí estaba Raquel, la veía desde la espalda, cubierta con su playerita y su calzoncito. Iba a llamarla cuando vi a mi tío. Estaba parado enfrente de ella. Con el pene en la mano. Era un pene enorme, arrugado, y con aspecto sucio. Lo acariciaba mientras se iba parando, y le sonreía a su nieta mientras le decía que se acercara. Raquel se acercó con miedo y el la tomó de la mano y la jaló con fuerza, colocó la mano de Raquel sobre su pene ya erecto. Y le ordenó que lo acariciara, la jaló hacia abajo, y le acercó su pene a la cara, le dijo que se llamaba toñito y le dijo que lo besara. Ella no quería, y empezaba a sollozar, a el no le importó y le introdujo su pene en la boca.
No le cabía pero el trataba de meterlo todo. Ella casi vomitaba pero el se la empujaba hasta la garganta. Eyaculó en su garganta, y ella se atragantaba, pero el ya estaba loco de deseo, y no iba a permitirle sacarse el pene de la boca. Una vez que acabo, la levantó, a ella le escurría semen en la cara, y el la colocó contra el mueble de los trastes. Ahí le subió la playera y le bajó el calzoncito. Le acarició las nalgas, y las separaba. Acarició con sus dedos entre las nalgas. A cada momento olía sus dedos y hacía que ella los oliera. Se chupaba los dedos y volvía a ponerlos en la colita de Raquel.
Ella permanecía seria, como si nada estuviera sucediendo. Entonces mi tío, le dijo que se agachara, y la recargó en la orilla de una mesita, le puso los dedos en las nalgas separándolas y colocó ahí su grueso miembro. Lo empujó pero apenas tocó la entrada del anito cerradito de Raquel ella se hizo a un lado, mi tio se enfureció y le torció el brazo, ella iba a gritar pero el le cubrió la boca con la suya, besándola de una manera desagradable. Volvió a colocar su pene en la entrada del pequeño ano y empujó, lenta pero firmemente. Cuando entró el glande el cuerpo de Raquel se contrajo violentamente, pero el la sujetó y metió el resto de su enorme palo. Así se quedó unos instantes y después la cargó con un brazo mientras sacaba y metía su palo rápidamente.
Ella se quejó al principio pero después se quedó muda, como trapo. Mi tio gemía fuertemente, y la apretaba muy fuerte. Metía su pene lo más adentro que podía. Se la sacó de golpe, dejándole el culo abierto. Y la sentó sobre la mesita, le abrió las piernas y se agachó, para así lamerle la vagina, que ya estaba húmeda. Metía su lengua y ella gimió. Mi tío se levantó y le dijo que se quedara callada, siguió lamiendo cada ves mas rápido, dando chupadas como perro. Y metió uno de sus dedos en la vagina. Cuando ya estaba muy caliente se levantó y le metió la verga en la vagina de golpe hasta que su panzota chocó contra la pelvis de Raquel. La agarró de la espalda y separándole las piernas se la metió hasta el fondo. El cuerpo de Raquel se sacudía violentamente sobre la mesita. Su cabello se alborotaba, y sus piernas temblaban a cada embestida. El estaba poseído de lujuria. Le apretaba las nalgas y le jalaba el cabello. Ella parecía su muñeca inflable. Hasta que le dio un jalón hacia el y se vino dentro de ella, entre gemidos y convulsiones.
Le dijo que se vistiera, y que fuera al baño a limpiarse. Ella obedeció como autómata. El mismo la fue acostar creyendo que todos dormíamos. La tapó con las cobijas y le dio un beso de buenas noches. Y se fue a dormir a su cuarto como si nada.