El tío
La pequeña Catalina está en su cama, cuando de pronto llega su tío y da rienda suelta a sus instintos con ella.
El tío
Catalina, con los ojos cerrados siente el crujido de la cama y tiembla, luego siente a sus espaldas aquel aliento mezcla de alcohol y cebollas que tanto detesta y justo después de eso aquellas manos tocándola sobre el pijama.
Cada vez que esto sucede esa mezcla de horror y miedo se apodera de ella y la inmoviliza, no se siente con fuerzas de gritar, ni de huir, ni de poner resistencia.
Aprieta los ojos y solo espera que pase pronto, lo más pronto posible.
Pero ya sabe de antemano que no pasará pronto, sabe que tardara por lo menos media hora, media hora que será para ella una eternidad.
Es su tío.
El mismo que instantes antes en la mesa bebía con tranquilidad el vaso de vino y cenaba junto al resto de la familia,
El mismo que la había admitido a ella, a su madre y a su hermanita en su casa cuando su padre las abandonara a su suerte y se fuera con aquella jovencita a vivir su vida a Buenos Aires.
Si, le debían mucho y su madre se encargaba siempre de recordárselo
"Tu tío es muy bueno", "tu tío es casi un santo", "tu tío ha tenido tan mala suerte en la vida, el pobre, siempre ha sido tan bueno que siempre se aprovechan de él", "tu tío no se ha casado nunca pero las quiere como si fueran sus propias hijas", "tu tío es un ejemplo de hombre bueno, siempre va a la iglesia"
Si, el tío era soltero y tenia 40 años, tenía un vientre prominente y ya se estaba quedando calvo.
Respiraba siempre dificultosamente a causa de su obesidad y su aliento tenia ese permanente aroma a cebollas y alcohol. "Solo una copita con cada comida, para estar sanito" decía.
El tío había trabajado alguna vez de camionero y por suerte de la vida se había ganado la Lotería, de aquella buena fortuna lo único que conservaba aun era el vientre abultado, esa enorme casa que alguna vez había sido un Hotelucho y algunas propiedades de poca monta que le permitían seguir sobreviviendo sin tener que volver a trabajar.
Todo el dinero se había ido como agua entre los dedos, ante tanta bonanza no tardaron en aparecer amigos y junto con su llegada el dinero se fue.
Nadie sabia que una buena parte de el dinero había ido a parar a manos de Flor, una mujer que vivía en un burdel y que él visitaba tan religiosamente como la Iglesia una vez a la semana, y que se encargo de engatusarlo y quitarle tanto dinero como pudo y se marcho de la ciudad para nunca mas volver.
En estos momentos el tío se acerca al pequeño cuerpo de Catalina, la toca sobre la ropa, mientras le susurra : "Ssssshhh, tranquilita, calladita, es tu tío que viene a jugar un ratito contigo Catita"
Catalina tiene solo 18 años, sin embargo ya en varias ocasiones su tío la ha sometido a lo mismo.
Cuando llegaron a vivir a la casa el tío insistió en que cada niña tuviera su propia habitación : "Para que la Catita tenga su privacidad, si ya casi es una jovencita"
Ella al principio estaba feliz y eligió la habitación más grande del tercer piso mientras que todos los demás estaban en el segundo piso.
No importa todo lo que su tío le haga, nadie la oirá, solo si ella gritara, pero no lo hará, tiene miedo, si el tío se enoja las puede echar a la calle, ¿y que harían ella, su mamá y su hermanita?
Catalina aprieta más los ojos e intenta no oír, no oler, no sentir.
Pero no puede, siente como su mano se mete entre las tapas y bajo su ropa y acaricia sus piernas levantando su camisa de dormir mientras le dice : "Cosita rica", "mi guagüita rica".
Sin ningún cuidado él acaricia sus pequeñas piernas y sube sus temblorosos dedos en busca de la ropa interior, la baja de un tiron y mete sus dedos entre sus piernas hasta alcanzar por detrás su pequeña cuquita.
La toma y la aprieta e inmediatamente mete un dedo dentro.
Catalina da un respingo el se ríe y le murmura excitadamente : "Tranquila mi bebe... tranquilita... si el tío ya le va a hacer cositas ricas... tranquilita mi guaguita"
La suelta y Calatina siente como la cama cruje mientras él se saca la ropa dificultosamente, su respiración es mas dificultosa cuando se agacha a sacarse los zapatos.
En un momento el ya esta sobre la cama y la destapa, luego toma el pijama y se lo saca sobre la cabeza, luego toma la pequeñita ropa interior y la desliza hasta abajo.
La habitación está totalmente a oscuras, solo una tenue claridad se cuela por las ventanas revelando que a cierta distancia hay un poste de luz, sin embargo Catalina aprieta los ojos, como si así todo esto no estuviera pasando, o que pasaría mas rápido.
Sin mayores preámbulos se sube sobre ella y con sus rodillas separa las piernas delgadas de la pequeña.
A continuación apoya su abultado vientre sobre ella mientras sus manos acarician aquellos pequeños senos que recién están comenzando a nacer.
Mientras sus manos acarician los senos pequeños su cadera se acomoda sobre la niña buscando la posición exacta donde sabe podrá penetrarla, mientras se acomoda le susurra respirando muy dificultosamente fruto de la excitación : "Abre las piernas bebe", "mas abiertas las piernas mi guaguita rica", "si mi chiquitita, abra grande para que el tío le de una buena ración de pico", "¿quiere pico mi niñita?", "te voy a dar una rica culeada"
Catalina con los ojos cerrados y con la cabeza volteada al lado se deja hacer y abre las piernas mientras inconscientemente aprieta los dientes.
Siente que la punta de aquel doloroso instrumento a la entrada de su conchita y se tensa a la espera del dolor que sabe vendrá.
El tío siente la pequeña entrada, suelta los adoloridos y pequeños senos, pasa una mano por la cintura de la pequeña y lleva la otra a su pene.
Está duro y grueso por lo que la entrada en su pequeña sobrina no será fácil, y guiado por su mano podrá metérselo con más facilidad.
Así le gusta, metérselo rápido y luego ya adentro disfrutar de la estrechez de aquella vainita de su sobrina, tan rica y tan ajustada. Le gusta sentirse adentro.
Aprieta y empuja con su duro miembro y las dulces carnes se abren.
Catalina aprieta los labios e intenta contener la respiración y el dolor, sabe que si el siente que le duele se excitará mas y será mas brusco, lo que le provocará mas dolor.
El tío ha entrado en Catalina no menos de 20 veces y aún así la pequeña conchita de su sobrina esta casi tan cerrada como la primera vez que lo hizo.
Le encanta sentirla tan cerradita, siente que la está desvirgando otra vez.
Catalina siente como la cabeza del pene ya ha entrado, el resto de los 20 centímetros pronto entrarán en ella e intenta conservar la calma para no tensarse y que la dilatación por la brusca entrada le ocasione mucho dolor.
El tío siente la punta del pene dentro de la pequeña y disfruta moviéndolo circularmente y la hace temblar, quiere prolongar la sensación placentera para él, le encanta sentir la punta hundido en aquella conchita caliente y a la pequeña temblar bajo su peso.
Baja la mano desde la cintura hasta la cadera y se apresta a penetrar lentamente.
Empuja, aprieta y se abre paso por la cerrada vainita mientras le murmura : "Ay que rico guaguita", "que conchita mas calientita", "que conchita mas cerradita"
Entra un poco más y mueve circularmente sus caderas para sentir más aún aquella deliciosa estrechez.
Lentamente va entrando hasta que en un instante aprieta y la penetra de una sola vez.
Catalina intenta reprimirlo pero un gemido de dolor se le escapa, es más de lo que puede soportar.
Ese gemido es una delicia para los oídos del tío, saberla suya, sentirse dueño de aquella pequeña lo enloquece, lo desequilibra. Con las manos agarra las caderas de la pequeña y comienza el bombeo.
Entra y sale de la pequeña rápidamente.
La cama gime y cruje.
Los estertores de la respiración del tío se hacen más audibles.
El olor a cebolla y vino se mezcla con el olor a la transpiración del tío y lo inunda todo.
A Catalina le duele, siente como aquel miembro duro entra y sale de ella, rápida y repetidamente, los labios de su conchita sufren con la dilatación y con las violentas arremetidas.
Gime de dolor y el tío se menea sobre ella con mayor frenesí a cada rato.
Esta en medio de un enloquecido mete y saca, mientras murmura entrecortadamente : "eres mía", "te voy a culear cada vez que yo quiera", "toda la noche si quiero", "mía"...
Catalina siente el crujir de la cama y los estertores del tío, el dolor de aquel miembro entrando y saliendo, el olor a cebolla y miedo, quiere que termine de una buena vez, han pasado 10 escasos minutos pero a ella le parecen una eternidad.
Finalmente el tío no aguanta más y eyacula dentro de la pequeña gimiendo bestialmente.
Al terminar se derrumba sobre ella respirando dificultosamente.
Ella siente como aquel miembro disminuye su tamaño y como finalmente sale de dentro de ella aun antes de que él se retire.
El abultado vientre del tío la aplasta pero ella se queda quieta esperando que él se recupere.
Ahora su silenciosa súplica es que ya haya tenido suficiente y que se vaya a su habitación, que no quiera quedarse con ella, que el vino lo tenga tan embrutecido que no quiera repetir aquello otra vez mas.
Y tiene razón, al rato el tío se baja de encima de ella, se baja de la cama y comienza a recoger su ropa, se viste en silencio sin siquiera volverse a mirarla
Catalina con los ojos cerrados escucha.
Escucha como se viste, y como sale, y antes de abrir la puerta le murmura como siempre : "Buenas noches mi nena"
Cuando cierra la puerta Catalina se encoge en la cama, busca las tapas y se acurruca intentando pensar que nada de esto ha sucedido.
Nada.