El tiempo ya era fresco sin llegar a hacer frio

Claudia necesita cagarse sobre Javier. Le encanta que la acepte tal como es. Todo termina en un polvo explosivo.

El tiempo ya era fresco sin llegar a hacer frió. Aquel domingo de noviembre nos levantamos tarde, la noche anterior estuvimos de fiesta con unos amigos. Ella despertó primero y me espabiló a mí dándome un dulce beso en la boca.

Son las doce Javier. Hora de levantarnos o se nos va a pasar el domingo en un abrir y cerrar de ojos.

Al despertar vi sus grandes ojos verdes. Le brillaban picaronamente. Se levantó de la cama y quedó de pie mirándome. Yo me había despertado completamente empalmado como todas las mañanas. Su vista se dirigió a mi entrepierna y sonriendo me dijo:

¡Hay que ver como la tienes cada mañana! Lastima que después de mear se te encoja, me gustaría que la tuvieras siempre así para comértela cuando quisiera.

Una risita cómplice la acompañó mientras lo decía.

Sólo llevaba un camisoncito corto, de color fresa, que al trasparentarse dibujaba un magnifico cuerpo.

Desde el día que la conocí en aquel semáforo su cuerpo me enloquecía. Un cuerpo menudo, con la melena castaña, rellenita de carnes, buenas tetas y mejor culo, acompañado de las largas piernas con relación a su estatura era algo a lo que era difícil resistirse. Y su cara redondita con sus verdes ojos y su boca mostrando aquella sonrisa, que solo enseñaba cuando quería guerra, eran la guinda de aquel pastel.

La tome de una mano y quise arrastrarla de nuevo a la cama.

¡No Javier! Ahora no. Ahora hay que despabilarse con una buena ducha y un buen desayuno que tu mujercita te va a preparar. Y ¡por Dios! Vete a mear que viéndote así no sé si podré aguantar hasta el desayuno.

Ahora fue ella quien me tiró de la mano, no sin antes ponerse de espaldas para mostrarme sus hermosas nalgas.

Tenía un chocho peludillo y como sabía que me gustaban salvajes había renunciado a arreglárselo. La mata de pelo seguía por la entrepierna hasta llegar a su ojete que lo tenía también rodeado de unos preciosos pelitos.

MMMMMMMM

Aquella mujer me enloquecía. Mejor dicho, me enloquece todavía.

Entró en la ducha y no cerró la mampara de cristal.

Vamos, ven, entra tu también, hace tiempo que no nos duchamos juntos.

Espera que orine, ya voy.

¡Oh, creí que te haría ilusión hacerlo conmigo!.

Claro que me hace ilusión ducharme contigo, pero si no meo no se me va a bajar la polla.

No me refería precisamente a ducharte conmigo tonto.

Al decirlo me tomó de nuevo la mano y me introdujo en el plato. Me pegó a ella, abrió sus piernas y con su mano colocó mi picha entre sus piernas. "Hoy será un día de guerra pensé para mis adentros". Justo cuando me tuvo entre sus piernas un cálido liquido fue resbalando sobre mi verga.

La abracé pegándola aun más a mí y mis labios buscaron su boca. Sus senos tenían los pezones erectos y los notaba en mi pecho.

Seguro que termino de mear antes que tu – dijo separando su boca solo un instante.

Yo lo intenté pero no me salía. En efecto, terminó antes que yo.

Tendré que ayudarte

Soltó el grifo del agua fría de la ducha y el chorro fue a parar directamente a mi espalda.

A ver si se te baja así – Dijo sonriendo y apretándose contra mi cuerpo.

El agua fría cumplió su cometido. Cuando me alcanzó la nuca el efecto fue inmediato. Un chorro de pis caliente se coló entre sus piernas. Fue una meada larga... potente. Mientras seguíamos besándonos y ella restregándome sus tetas por mi pecho. Cuando hube terminado, tomó la esponja, la humedeció con el agua y le puso jabón, luego mezcló el agua fría con la caliente hasta lograr que la temperatura fuera tibia.

Ahora a lavarnos, quiero que estemos bien limpitos.

Mi polla volvió a levantarse mientras la miraba como se pasaba la esponja por todo su cuerpo.

¡Uyy chico, veo que está mañana te has levantado en forma!.

Me lavó a conciencia y terminamos de ducharnos.

Yo me había puesto un pijama limpio, estaba sentado en la mesa de la cocina mirando a Claudia como preparaba el desayuno. Estaba de espaldas a mí terminando de recoger el zumo de la última naranja, en una bandeja había tostadas, mantequilla, mermelada y varias frutas. La había dispuesto con esmero, ella siempre es esmerada en todo, pero hoy se había superado. Mis ojos seguían fijos en ella, mirando sus piernas, enfundadas en unas medias de rejilla de lo más sexy, que terminaban hacia abajo con unas pantuflitas y por arriba, justo en el borde de sus nalgas, empezaba una batita corta de color azul.

¿No tienes frío? – pregunté en tono inocente.

Se levantó solo un poco la batita y pude ver que bajo las medias llevaba unas braguitas de hilo dental.

¿Responde eso a tu pregunta? – Me dijo girando la cara hacia mí y mostrándome sus hermosos ojos y su maravillosa sonrisa.

Fue suficiente para que se me levantara la polla.

Trajo la bandeja y la fuente de zumo a la mesa y se sentó frente a mí. Comimos con ganas mientras hablábamos de no me acuerdo que, supongo que debía ser algo banal, ella se tomó dos grandes vasos de zumo de naranja. La bata azul, no tan solo era corta sino que además se habría por delante dejando ver un generoso escote que enseñaba más que escondía sus pechos redondos, duros y sin sostén que los sujetara. Cuando estaba terminando su segundo vaso fue cuando se lo dije:

¡Claudia hoy estas para que te follen de verdad!

Mmm... Has acertado. Tengo una verdadera necesidad. Bueno, mejor dicho... Tengo dos... o tres necesidades. ¿No las adivinas?

No... Una me la imagino, quieres follar, pero las otras no.

Se levantó, rodeó la mesa y vino a sentarse sobre mí. Me abrazó y volvió a besarme apasionada y dulcemente.

¿No te imaginas las otras necesidades...?

Mi mano se metió entre su bata y estaba acariciándole su barriguita, estaba caliente y suave.

Es muy temprano para empezar a jugar a adivinanzas.

¿Te gustan las medias que me he puesto?

¡Estas preciosa!

De pronto noté un tufillo, un olor conocido, un olor suyo.

¡Cielo, acabas de soltar un vientecillo y no me lo niegues!

¿Por qué iba a negarlo? ¿No te gusta mi amor? ¿Huele bien?

La risa estalló entre los dos.

Eres una marranita.

¿Cómo voy a ser una marranita si precisamente me he puesto las medias y el tanga apropiados para que todo se airee bien?

Esta vez lo note antes que el olor. Un pequeño temblor entre sus nalgas y mi pierna la delató.

¡Has vuelto a hacerlo!

No me digas que lo has notado. He puesto mucho cuidado para que pasara desapercibido.

Sus labios estaban recorriendo mi cuello mientras lo decía.

¿Sabes cariño que hace tres días que no voy al baño?.

Mi mano le estaba acariciando sus tetitas bajo la bata.

Por eso me he tomado toda la mermelada, los kiwis y los dos vasos de zumo, para ver si por fin...

Si por fin haces caquitas...

Sí mi amor. Además yo sé que a ti no importa ¿Verdad cielito?

En efecto, no tan solo no me importaba, sino que cuando estaba en aquel estado lo deseaba. Cada vez que se ponía marrana era una sorpresa para mí. No era muy frecuente, pero de tanto en tanto no podía explicar por qué a mi linda Claudia le cogía aquella vena loca. ¿Quién me hubiera dicho que aquella chica que se hizo sus necesidades frente a mí, en la calle, mientras esperábamos en el semáforo llegaría a excitarme así?

A ver, tu primera necesidad es que te follen, la segunda la anuncian los peditos... pero no puedo imaginarme la tercera.

La sentía sentada sobre mí, con sus nalgas abundantes, mis manos acariciándole la barriga y los pechos y ella recorriéndome mi cara con sus labios suaves, mordisqueando mi oreja.

Jajajajaj Mira que sois inocentes a veces los hombres.

¡Que no! Que no me la imagino.

Necesito que me quieras mucho. Me susurró al oído.

¿Aunque te sueltes peditos silenciosos y traidores?

Su mano se había deslizado dentro de los pantalones de mi pijama.

Está vez el pedo hizo ruido, fue como un burbujeo.

Aunque sean como este, quiero que me quieras Javier.

Además del ruido, este dejó constancia de su olor. El olor de mi chica marrana.

Sabes que te quiero de todas las maneras Claudia. Hagas lo que hagas te quiero y si un día me sorprendes como hoy sabes que aun te quiero más.

Mi mano estaba ahora en su entrepierna, jugando con sus pelitos. Un ruidito se sintió en su vientre, luego otro mayor, algo se movía allí dentro.

El desayuno me está haciendo efecto. Lo dijo sin dejar de acariciarme la polla ni dejar de mover sus labios, esta vez, cerca de mi nuca.

De eso ya me he dado cuenta. Llevas rato anunciándolo a todo viento.

Sus pezones estaban duros, muy duros, pegados a mi pecho.

¡Tonto! Eso solo era eso: Un anuncio. La cosa ya va mas en serio.

¿Quieres decir que vas a cagarte sobre mí?

Cubría y descubría mi glande lentamente con su mano. Al ritmo de nuestra conversación.

Si me das permiso para una cosa quizás todavía no lo haga.

Puedes hacer lo que quieras. Lo sabes marranita mía.

Un calor húmedo corría ya por mis piernas.

¡Claudia, me estás meando!

Si, cielo, te estoy meando. ¿Tu no meas cuando cagas? No me toques ahora el coño que me cortas. Sé bueno... anda...

Le puse mis labios en su boca impidiéndole seguir hablando y retiré un poco mi mano de su chichi. Estaba meandose a gusto. Otro pedo burbujeante estalló en mi pierna y su vientre volvió a bramar.

¡Ho... Se han mojado las pantuflitas!.

¡Y mis pantalones!¡No te fastidia!

Bueno, pero los pantalones son tuyos y de momento están para eso, para que yo los moje... En cambio las pantuflitas... eran tan monas.

La verdad es que lo eran. ¡Preciosas! Calientes y a juego con la batita.

¿Me follarás aun que me haga caca?

Te voy a llenar de polla, aun que te cagues sobre mí y además me van a gustar las dos cosas... y voy a quererte mucho mientras lo haces... y...

Ya no me salían las palabras. Deseaba follármela con toda mi alma.

¿Tu crees que las minibraguitas impedirán que salga mi caca? Es que últimamente voy un poco estreñida.

Aquella conversación, lenta... cálida... mientras ella iba abandonándose a sus impulsos de forma gradual... inexorable... me tenía fuera de sí. La deseaba a ella y a todo lo que de ella proviniera.

Tengo muchas ganas Javier...

¿De follar o de cagar?

Las dos cosas. Las dos me están apretando mucho. Mucho.

Al decirlo se colocó con su culo sobre mi polla.

¿Verdad que no te importa Javier?

Le subí la batita, empecé a besarle la espalda... la nuca... le acariciaba la cabeza con mi mano entre su pelo... y la otra fue directa a su coño... palpitaba... estaba muy húmedo, aunque no sé si era de la meada o del flujo. Ella estaba realmente caliente.

No me importa Claudia. Es más, quiero que lo hagas, que te corras haciéndolo y sintiendo como mi mano te acaricia el clítoris y mi boca recorre tu espalda...

No puedo más Javier... Tengo que hacerlo.

Claro, mi marranita lo hará mientras Javier la quiere...

Noté como sus músculos se tensaban sobre mí. Como se doblaba apoyando sus codos en la mesa y se removía hasta colocar su culo exactamente sobre mi polla aun cubierta por los pantalones mojados del pijama.

Estoy muy caliente Javier. Te juro que no puedo más.

Hazlo, vamos hazlo, lo estoy esperando con ansia. Te quiero.

Mis dedos seguían con su clítoris que por entonces era del tamaño y duro como un garbanzo. Volvió a hacer un pequeño esfuerzo y un nuevo pedo fue a parar sobre mí.

Me cuesta Javier y tus dedos en mi peladilla me tienen tan caliente.

Aprieta mujer. Desahógate. Te estoy esperando.

Seguía besándole con ternura la nuca y la espalda.

Ahora oí como una especie de ronquido escapaba de su garganta, todo su cuerpo se puso rígido y una cosa dura empezó a salir de su culo. La notaba apretándose contra mí y pugnando por salir. Otro pequeño pis lo acompañó.

¿Ves que estreñida estoy?

¿Te gustan mis dedos jugando con el clítoris y mis labios en tu espalda?

Me tienes ciega Javier

Pues sigue... empuja.

¿Me follarás luego?

Te follaré, te llenaré de leche, de polla, de lo que tu quieras. Te lo prometo. Ahora caga, vacíate, te quiero vacía para volver a llenarte.

Está vez el esfuerzo fue mayor. Un duro y grueso cagarro estaba saliendo y aplastándose sobre mí. El primero fue interrumpido por una larga expulsión de gases que dio paso a otro algo mas blando. Paró un momento como quien necesita recuperar fuerzas.

Sigue con el clítoris Javier, no pares, apriétalo, estíralo... Quiero correrme...

Un nuevo esfuerzo hizo que se vaciara por completo al mismo tiempo que se corría.

Has estado genial Javier. Ahora follame. Por lo que mas quieras... Méteme tu polla.

Se apartó las braguitas sucias de hilo dental y mi pene se abrió paso por entre la rejilla de las medias hasta su coño. Se la clavó de golpe, como quien tiene hambre y teme que le quiten el pastel. Subía y bajaba frenética a través del pene erecto, a ambos no nos importaba que estuviéramos sucios, solo queríamos follar...

Siempre querré a mi marranita Claudia.

Y me corrí. La llené de esperma, de cariño, de deseo, de mi... y ella volvió a dejarse llevar y me acompañó, note sus pequeñas sacudidas cuando se corría de nuevo y al fin su cuerpo se relajaba por completo sentada sobre mi polla y su cabeza caída entre sus codos que estaban sobre la mesa.