El término de una calentura

...Me condujo frente al espejo de cuerpo completo que tenía en mi cuarto y se detuvo detrás de mí. Era poco más de una cabeza más alto que yo, y la imagen que devolvía el espejo era muy sensual. Ahí estaba yo, casi denuda y temblando de miedo e incertidumbre, delante de un hombre que emanaba sensualidad y deseo...

El término de una calentura

Me condujo frente al espejo de cuerpo completo que tenía en mi cuarto y se detuvo detrás de mí. Era poco más de una cabeza más alto que yo, y la imagen que devolvía el espejo era muy sensual.

Ahí estaba yo, casi denuda y temblando de miedo e incertidumbre, delante de un hombre que emanaba sensualidad y deseo

Al despertar esa mañana me sentía más caliente que nunca y como no, hacía dos meses que no tenía una polla de verdad en mi coño y la estaba necesitando. Me metí a la ducha y dí el agua fría con la esperanza de calmarme un poco. Funcionó en parte, al menos no estaba tan desesperada cuando salí del baño.

En mi cuarto me puse el uniforme y bajé a la cocina a tomarme un café y comer unas galletas, para luego salir hacia el hospital. Ese día sólo tenía turno de día, así que le pediría a Amelia que en la noche me acompañara a un bar, estaba necesitando salir de caza.

Llegué un par de minutos tarde, pero a tiempo para que la enfermera jefe me asignara el trabajo de higiene de la 305. Amelia se ofreció a ayudarme en esa tarea dado que era la más aburrida del día y, dado que hacerlo en compañía de una amiga mejoraba las expectativas de esa mañana, accedía encantada. Además nos daría la oportunidad de planear nuestra salida nocturna.

El paciente de la 305 era un caballero de unos 40 años que había llegado hacía poco menos de 2 semana debido a un accidente automovilístico y aunque su evolución había sido muy favorable y ya estaba cerca del alta, una fractura de la pelvis le impedía asearse por sí solo.

Con Amelia entramos charlando a la habitación, pero nos callamos casi de inmediato al darnos cuenta que el pobre hombre estaba durmiendo aún. Sin embargo, el proceso era largo, así que no podíamos demorarnos más. Así que decidimos empezar sin despertarlo, limpiar la zona delantera de esa manera no nos daría problemas, ya lo despertaríamos cuando tuviésemos que voltearlo.

Mientras mi amiga se centraba en la zona inferior, yo lo hice en la zona superior y a los pocos minutos decidí iniciar la conversación, aunque en voz baja para no incomodar o despertar al paciente.

Amelia, que harás esta noche? Estaba pensando en que podríamos salir a tomar algo y ver que sucede. Necesito salir con alguien.

Jajajajaja, ay! Elisa, parece que estuvieses desesperada por sexo, nunca te había visto así.

La verdad es que algo así, sí. Es que desde que sales con Felipe que no he podido estar con nadie, y ya me esta pasando la cuenta. Me acuesto y me levanto pensando en cuanto necesito una polla entre mis piernas. No se que me esta pasando.

Mira linda, no sabes cuanto me gustaría poder ayudarte, pero ya habíamos pensado con Felipe salir a comer. Hoy cumplimos 2 meses juntos y queríamos estar un rato solos.

Claro, y para disfrutar de lo que yo no puedo cierto? Bueno, al menos espero que tu lo disfrutes.

Pero Elisa, puedes ir sola, de seguro no alcanzarás a estar 5 minutos sola en una mesa. Alguien llegará te invitará a una copa de ahí a la cama. Siempre ha sido así. Con ese cuerpo que tienes no puede ser de otra forma.

Sí, puede ser. Pero sabes que no me gusta salir sola. Si me invita alguien que no es de mi gusto, no tendré una excusa.

Puedes tirar con alguno de los doctores, sabes que ellos siempre buscan a alguna de nosotras para sus aventurillas

Sí, pero la verdad es que aunque lo hecho, nunca las disfruto, son escuetos y aburridos, que en vez de calmarme, siempre quedo con ganas de más. No te preocupes, de camino a mi casa pasaré a por un consolador y unas pelis. Veremos si puedo sacarme esta calentura. Jajajajajajajajajajaja.

No seas loca, ordena pizza y te tiras al repartidor. Jajajajajajaja

Es una buena opción, no lo había pensado. Jajajajajajaja.

En eso entró a la habitación el doctor Ramírez, necesitaba que Amelia le ayudara con una inyección en la habitación del lado. Así que, luego de decirme que más tarde me ayudaría a buscar la mejor solución a mi problema, me dejó sola. En ese momento me dí cuenta que había terminado con la parte que me correspondía de la zona delantera, pero que mi amiga había pasado por algo la verga de nuestro paciente, por lo tanto me dispuse a limpiar la última parte que quedaba antes de voltearlo.

Cual no sería mi sorpresa cuando al sacar su verga del pijama, veo un muy buen aparato, similar al que había estado imaginando entre mis piernas. Con delicadeza comencé a acariciarlo y sobarlo, la vista de ese pedazo de carne, tan apetecido, me había hecho olvidar donde me encontraba y centré toda mi atención en darle a esa polla el trato que se merecía.

El tiempo transcurría sin que me diese cuenta, mientras veía como esa polla iba creciendo y endureciéndose en mis manos. En eso una mano en mi teta, me devuelve a la realidad. Al mirar a quién pertenecía, veo que el Sr. Dominguez estaba bien despierto, era su mano la que me tocaba. Intenté alejarme, pero al sentir como sus dedos aprisionaban mi pezón y lo retorcían desistí del intento. Lo miré con temor y él me devolvió una sonrisa malvada.

Lo siento preciosa, no pude evitar oír esa conversación con tu amiguita. Y ya que estas tan entretenida con mi verga, me dieron ganas de jugar a mi también.

Pero señor, no puedo, usted es mi paciente. Me despediría si se entera mi jefa.

Lo sé, por eso tengo un trato que ofrecerte. Y lamento decirte que no podrás negarte. Quiero tenerte como mi esclava

Disculpe, es cierto que estoy necesitada de sexo porque últimamente no ha pasado nada, pero no soy una puta.

Mira. La cosa es muy sencilla. Si no haces exactamente lo que yo te diga, demandaré al hospital por abuso sexual por parte de su personal y terminarás despedida.

No, por favor no haga eso.

No lo haré pequeña, pero tendrás que hacer todo lo que yo te diga.

Está bien. Que es lo que desea.

Te convertirás en mi esclava sexual. Dentro de poco me darán de alta y necesitaré una enfermera en casa para los cuidados necesario. Tu renunciarás a tu trabajo y serás esa enfermera que necesito

Pero señor, esta es mi unica fuente de ingresos, sino trabajo aquí perderé mi apartamento quedaré en la calle.

Te irás a vivir a mi casa, te pagaré un sueldo y si quieres ahorrar más, puedes rentar tu apartamento. Debes reconocer que es una muy buena opción. Pero no pares perrita, mi verga sigue requiriendo de tus cuidados.

No había dado cuenta, pero con el miedo que me paralizó, había dejado de acariciar su polla. En cambio su mano no había cesado de acariciar mi teta, apretarla, sobarla, aprisionar y jalar de mi pezón, y ahora podía sentir que, a pesar de todo, el miedo, la vergüenza, estaba cada vez más caliente. Pero ante el llamado de atención de mi ahora amo, volví a acariciar ese torreón de carne que se alzaba ante mi. En muy poco tiempo se corrió en mis manos, así que rápidamente limpié todo.

En ese momento volvió a entrar Amelia, y menos mal, el señor Dominguez ya había retirado su mano de mi cuerpo. Me ayudó a voltearlo y en silencio terminamos el trabajo. Ella se retiró de la habitación antes que yo, pues tenía claro que querría decirme algo antes de que me marchara y tenía razón. Cuando estaba por salir, me detuvo y me dijo:

Veo que has entendido pequeña. Tienes hasta mañana para renunciar, porque mañana vendrá a visitarme mi hijo. Te irás con él a la casa, si en preciso te acompañará a tu apartamento a buscar lo que necesites, comprendes?

Si amo, como usted ordene

Ah! Otra cosa, por poco lo olvido. No podrás tocarte, ni correrte sin mi permiso. Así que puedes ir olvidando los planes que tenías para hoy.

Si amo.

Al salir de la habitación, no pude menos que sorprenderme con la facilidad que había asumido mi nuevo rol. En general me caracterizaba por ser una mujer independiente, segura y, en cierta forma, dominante, pero ahí estaba. Había aceptado mi sumisión rápidamente, había algo en ese hombre que me había hecho actuar de esa manera, al parecer sólo con su mirada podía dominarme por completo.

Estuve todo el resto del día callada, intentando asimilar lo que había pasado. Es cierto que ya estaba 100% en mi papel, sin embargo, aún no acababa de entender del todo lo que había pasado. Antes de irme hablé con Amelia, le conté mi decisión de renunciar. Cuando me preguntó cual era la razón, le dije que buscaría un trabajo en el que pudiese tener más tiempo para mí, los turnos me tenían demasiado cansada. Aunque me dijo que sentía que me fuera, entendía. Me hizo prometer que seguiríamos en contacto, aunque la verdad es que no estaba segura de poder cumplir con esa promesa.

En cuanto llegué a mi casa, redacté la carta de renuncia y ya después, más tranquila, decidí darme un baño. Al revivir los acontecimientos del día me dieron unas ganas locas de masturbarme y, aunque sabía que mi amo no tenía como enterarse si lo hacía o no, me abstuve de hacerlo, había algo en mí que me obligaba a obedecer.

A la mañana siguiente me dirigí al hospital y después de que mi amo me diera las instrucciones y me presentara a su hijo, con quién tendría que irme. Me acerqué a mi jefa y le entregué la carta. Terminados los trámites de renuncia y todo, salí al aparcamiento donde su hijo esperaba en un auto negro. Me subí junto a él, en el asiento del copiloto y le dí las indicaciones para llegar a mi piso.

Mientras conducía por las calles de la ciudad me dediqué a mirarlo. Era un hombre bastante apuesto, no debía tener más de unos 28 años, alto y de complexión atlética. Tenía un rostro agradable con una tez morena, cabellos corto castaño oscuro y unos enigmáticos ojos verdes. Pero lo que más me gustaba de él era su mirada, a pesar de que la mantenía en el camino, me podía dar cuenta como fugazmente la desviaba hacia mí y me comía con ella.

Cuando estábamos a punto de llegar, se decidió a romper el silencio y me dijo:

Mira preciosa, no creas que no sé que eres la nueva puta de la familia – ante mi cara de asombro, vi aparecer una leve sonrisa en sus labios – asi es, no eres la primera y mucho menos la única. Pero hay algunas cosas que quiero dejarte claras. Todos los hombres de la casa, o sea, mi padre, mis hermanos, y yo, tenemos el mismo derecho sobre ti y tu cuerpo, y por tanto deberás obedecernos a todos. Está claro?

Si señor.

Muy bien, ya llegamos – y tenía razón, estábamos frente a la entrada de mi departamento – y ya que no tenemos apuro, podríamos ver que tal eres y que tal te comportas.

Subí delante de él en silencio. Sabía que me devoraba con la mirada, no era el primer hombre que lo hacía, pero me sentía intimidada en esta ocasión. Abría la puerta del apartamento y lo dejé pasar. Se dirigió a la habitación, donde se puso a revisar mis cosas. Yo lo seguí luego de cerrar la puerta. Estaba buscando mi ropa interior, cuando la encontró, tomó un conjunto azul y me dijo que me lo pusiera.

Me dirigí al baño a hacer lo que me ordenaba. Sabía que con ese conjunto mi cuerpo lucía espectacular, con todo el esplendor de mis jóvenes 23 años. El color contrastaba con la blancura de mi piel y resaltaba el tono gris de mis ojos. Mi cara no representaba mi edad, las pecas que cubrían mi nariz y mejillas y el tono cobrizo de mi cabello, me daba una apariencia menor.

Salí mirando el suelo y el no tardó ni dos segundo en estar a mi lado. Deslizaba sus dedos por mi piel, poniendo muy caliente, mientras caminaba a mi alrededor. Me condujo frente al espejo de cuerpo completo que tenía en mi cuarto y se detuvo detrás de mí. Era poco más de una cabeza más alto que yo y la imagen que devolvía el espejo era muy sensual.

Ahí estaba yo, casi denuda y temblando de miedo e incertidumbre, delante de un hombre que emanaba sensualidad y deseo. Podía ver el recorrido de sus manos. Una de ellas se introdujo por la copa del brasier y se dedicó a masajear mi teta, mientras la otra se deslizó por dentro del tanga. Podía sentir como el hilo se enterraba en mi culo, pues me quedaba bastante ajustado. Al notar lo caliente y mojada que estaba, apegó su cuerpo al mío y pude sentir su paquete entre mis nalgas, estaba muy duro.

Me desvistió por completo y me puso a mamarselo. Al sacarlo de su pantalón, pude ver que estaba tan bien equipado como su padre, así que me dispuse a obedecer, necesitaba una verga así. La introduje por completo dentro de mi boca y mamé como hacía tiempo no lo hacía, por la forma en que gemía, debo asumir que le gustaba. Cuando comencé a sentir sus palpitaciones dentro de mi boca. Me levantó me tiró contra la cama y se colocó detrás de mi para enfundarme esa verga de un solo movimiento. No pude reprimir un grito de dolor. Hacía tanto tiempo que no estaba así, que había olvidado lo que se sentía. Iba a empezar a moverme, pero me lo impidió de un solo movimiento, y lo entendí. Quería violarme.

Dejé que me cabalgara salvajemente, sus manos me agarraban de las tetas, donde retorcía los pezones, tiraba de ellas, les daba palmadas y solo se alejaban de ella para darme unas fuertes nalgadas. Ambos gemíamos como posesos; el placer que estaba sintiendo, a pesar de las circunstancias, era inigualable a ninguna otra de mis experiencias sexuales. Luego de unos 20 minutos de frenético mete y saca, pude sentir como se corría en mi interior, podía sentir el chorro de leche impactar contra las paredes de mi útero.

No me dio tiempo para reponerme y me hizo limpiarle el miembro. Cuando quedó reluciente, lo guardó y me dijo que me duchara. Al salir, vi que había elegido la ropa que debía usar: una mini negra con una blusa transparente del mismo color y debajo el mismo conjunto de color azul que me había puesto antes. Me coloqué unos tacos negros y luego me dijo que esperara un momento. Revisó todas mis cosas, sacando solo aquellas que consideraba podría utilizar en mi nueva vida.

Cuando terminamos, bajamos al auto y nos dirigimos hacia su casa. Al verla no pude dejar de asombrarme, era una mansión. En ese momento comprendí que de ese minuto en adelante mi mundo se restringiría al terreno dentro de esos muros, a no ser que se requiriese de mis servicios en algún otro lugar.

De ahora en adelante, sólo sería un objeto, y no podía entender como mi cuerpo reaccionaba calentándose ante esa perspectiva… al parecer… era más puta y sumisa de lo que creía