El término de una calentura 2

“…Tomó una fresa de uno de los platos de la mesa y me acarició con el vientre, trazando pequeños círculos descendentes hasta que finalmente llegó a mi coño. Sentí como me introducía la fresa, al tiempo que las bolas vibraban con toda su intensidad en mi interior y la mantuvo unos segundos. Luego la sacó y se la comió. En ese momento lo entendí: yo sería el aderezo especial en la comida de esa noche…”

El término de una calentura 2

"…Tomó una fresa de uno de los platos de la mesa y me acarició con el vientre, trazando pequeños círculos descendentes hasta que finalmente llegó a mi coño. Sentí como me introducía la fresa, al tiempo que las bolas vibraban con toda su intensidad en mi interior y la mantuvo unos segundos. Luego la sacó y se la comió.

En ese momento lo entendí: yo sería el aderezo especial en la comida de esa noche…"

A penas llegamos a la casa, José Luis, pues ese era el nombre del hijo de mi amo, me indicó cuál era mi habitación. Ésta quedaba en un área que se notaba poco transitada en la casa. Quedaba en el segundo piso, accediendo por una escalera que quedaba por detrás de la cocina. Al subir, te encontrabas en un pequeño descanso al que daban 4 puertas; 2 de ellas se encontraban cerradas, y las otras 2 abiertas.

Indicándome una de estas últimas me dijo:

Muy bien puta, esta será tu habitación. En ella permanecerás todo el tiempo en el que no sean requeridos tus servicios por alguno de nosotros.

Si amo

Esto puede que demore un poco, porque debes ser presentada por mi padre a mi hermanos para que estos puedan empezar a utilizarte, y ellos no pueden verte hasta que eso ocurra. Así que tendrás que quedarte en esta habitación hasta que a mi padre lo den de alta. Podrás conversar con Antonia y Josefa, pero tendrás que estar siempre dispuesta a que yo venga a usarte si me da la gana. Está claro?

Si amo, muy claro

Muy bien, nos vemos más tarde entonces.

Se dio vuelta para marcharse, y cuando estaba por empezar a bajar la escalera se volvió, para decir con una sonrisa torcida en los labios: "Recuerda que sólo puedes tocarte y correrte con nuestro permiso, adios perra."

Como si hubiese sido un botón de encendido, esa frase fue el inició para que comenzara a lubricarse mi vagina.

Recogí mis cosas y las llevé a mi cuarto, donde me dispuse a guardarlas. Aunque el closet era amplio, no tenía mucho espacio, pues había gran cantidad de ropa en él. Toda era ropa de puta: conjuntos de ropa interior, vestidos ajustados, faldas cortísimas, tops muy escotados, tacones, etc.

Mientras estaba ordenando, entraron dos mujeres guapísimas, una era morena y la otra colorina. Se presentaron como Antonia (la morena) y Josefa (la colorina). Ellas me explicaron que eran las otras putas de la casa y que al igual que yo servían a todos los hombres de la casa. También me contaron que cada una era la favorita de uno de los dos hijos mayores del amo siendo utilizadas casi en exclusiva por ellos, y que este hacía tiempo andaba buscando una para su hijo menor.

Antonia me contó que, Gaspar, el mayor de todos, le había dicho que José Luis me había visto en el hospital tratando a su padre y que le había gustado mi cuerpo, por lo que su padre no dudó en atraparme al primer momento que pudo.

Durante nuestra charla, que duró cerca de dos horas, me enteré de lo bien que ellas lo pasaban en su rol de putas favoritas. La familia era dueña de una de las empresas más grandes del país, y dado que era un negocio familiar, todos trabajaban en ella, teniendo a cargo distintos asuntos. Por obvia razón, debían realizar muchos viajes al extranjero, y muchos de esos viajes los hacían en compañía de sus esclavas. Visto de esa forma, no era para nada malo.

Cerca de las siete, sentimos que subían la escalera, y las chicas se fueron a sus respectivas habitaciones. Eran los hermanos de José Luis que venían a buscar a sus respectivas putas para pasar el rato. Ingenuamente pensé que, el menor de los tres también aparecería, pero no fue así.

Al parecer quería torturarme un poco, porque no se volvió a aparecer por mi habitación hasta el día en que llegó su padre, y no digamos que fue una visita entretenida. Entró a mi habitación y sacó del armario un conjunto negro de ropa interior con unos tacones a juego. Me los pasó y me dijo que me vistiera con eso, pues en la noche sería mi presentación. Después de eso, desapareció.

Sorprendida, me quedé mirando la ropa que había quedado encima de mi cama. No entendía lo que estaba pasando, pero de todas maneras lo mejor era obedecer. Sin embargo, no podía dejar de pensar que en esa casa había costumbres muy extrañas.

Cerca de la hora de la cena, José Luis llegó a buscarme. Yo lo estaba esperando, mirando mi cuerpo en el espejo. El conjunto me quedaba un poco pequeño, pero eso servía para realzar mis tetas. Mi amo se acercó por detrás y tomando el hilo del tanga, tiró de él, haciendo que el género delantero se clavara en mi coño. No pude evitar soltar un gemido, pero al momento noté como comenzaba a mojarme. Acto seguido, metió sus dedos en mi concha, para verificar mi estado y pude observar una sonrisa de satisfacción a través del espejo.

Buena puta – me dijo – sin siquiera tocarte ya estás mojada. Esto es mejor de lo que pensaba.

Luego me hizo seguirlo hasta el comedor. Allí se encontraba reunida toda la familia, los que me fueron presentados uno por uno. Me sorprendí al darme cuenta que mi amo tenía una hermana, pero mi sorpresa fue mayor, al notar la diferencia de edad entre ellos. Como ya dije mi amo rondaba los 28, mientras que Rosario, quien me fue presentada como su hermana, no pasaba de los 20. Los otros hombres eran, Don Renato, el padre de mi amo, y sus hermanos, Gaspar y Luciano, los que a pesar de las diferencias físicas fácilmente observables, tenían un porte y actitud muy similares. Resultaba evidente que habían heredado el don de mando de su padre.

Terminadas las presentaciones, me hicieron desnudarme, cosa que hice a pesar de la vergüenza que sentía. Acto seguido, los cuatro hombres se acercaron a mí y comenzaron a tocarme todo el cuerpo. Podía sentir como me retorcían los pezones, me daban nalgadas y restregaban mi coño. A esas alturas estaba completamente mojada.

En ese momento pensé que me enviarían al dormitorio de alguno de los hombres presentes para servirle luego de la comida. O incluso, pensé que me usarían en ese momento entre los cuatro. Sin embargo, luego de tocarme hasta hartarse, me mandaron de vuelta a mi cuarto con instrucciones de dormir y descansar mucho, pues el día siguiente sería largo y me presentarían a sus amigos.

Aún más intrigada que antes, me retiré tal como se me había ordenado, y en menos de 10 minutos estaba durmiendo en mi cama.

A la mañana siguiente, desperté al sentir un calor conocido entre mis piernas. Abrí los ojos y encontré a José Luis metiendome los dedos por el coño en un frenético mete y saca. No me dejó moverlos hasta que notó que estaba por alcanzar el orgasmo, en ese momento se detuvo, sacó sus dedos de mi cueva y me ordenó levantarme y seguirlo.

Me condujo al comedor, donde habían algunos cambios en relación a la noche anterior. La mesa de comedor era distinta, mucho más grande y tenía cuatro grilletes que salían de ella. José Luis me obligó tenderme en el centro de la mesa boca arriba y me colocó los grilletes en las muñecas y los tobillos.

Me dijo que esa noche darían una fiesta para sus amigos más cercanos y que yo sería el adorno central. Abrí los ojos incrédula, esto era demasiado, me tendrían desnuda encima de la mesa principal completamente desnuda y abierta, ofreciendo todas mis intimidades al mundo. Comencé a sentir temor de lo que podrían llegar a hacerme, pues en esa situación, yo me encontraba completamente indefensa.

En ese momento abandonó el comedor, y ahí quedé yo, en esa posición todo el día. El resto de los sirvientes de la casa entraban y salían con platos de comida que iban dejando artísticamente encima de la mesa, a mi alrededor. El olor de las distintas carnes, ensaladas, aliños y demases me abrieron un apetito feroz, del que debieron darse cuenta, porque trajeron un plato del que me dieron de comer y volvieron a irse.

Las horas pasaban con una lentitud irritante. La postura estaba empezando a incomodarme, cuando volvió a entrar José Luis acompañado de sus hermanos. Los tres se acercaron y comenzaron a jugar con mi cuerpo. Me tocaban, pinchaban, golpeaban, sobaban, aumentando mi temperatura, pero se detenían ante las cercanías de mi orgasmo y yo sentía que ya no podía aguantar mucho más así.

Después de un rato divirtiéndose a mi costa, los tres se quedaron mirándome en silencio. Gaspar fue el primero en romperlo:

Vaya, tenías razón hermanito, esta perra está buenísima. Mira ese coño, invita a taladrarlo!

Pero eso no es todo. Mira la muy puta, a cada palabra que decimos se moja más. Parece que los gemidos que asumimos eran quejas, no lo son tanto.

No se hagan ilusiones hermanitos, recuerden que esta noche, luego de que se aya los invitados, disfrutaré de esta guarra a mi antojo. Estará a su disposición a partir de mañana.

No seas así, podrías compartir con nosotros. Yo creo que ese culito, puede albergar una de nuestras pollas sin que eso interfiera con tus planes.

Tú no sabes cuales son mis planes – se hizo una pausa, durante la cual me miraban burlones. En eso, mi amo continua – y hablando de planes, casi lo olvido, tengo un regalo para ti perrita. Ya que eres un regalo de mi padre para mi, quiero consentirte un poco.

Dicho eso, tomó una caja que estaba sobre una silla y de ella sacó un juego de bolas chinas. Se me acercó y las introdujo en mi coño. Yo había tenido unas hacía un tiempo, que comenzaban a vibrar ante el más mínimo movimiento. Imaginando que estas funcionaban de la misma forma, moví mis caderas como pude, intentando darme placer de esa forma, sin embargo, ninguna vibración ocurrió en mis entrañas.

Aceleré el ritmo del movimiento, ante lo cual los hombres estallaron en carcajadas ante mis intentos sin resultados. Cuando consideraron que se habían burlado durante un tiempo prudente, José Luis sacó un pequeño control de su bolsillo y pulsando un botón se inició la vibración en mi interior.

Podía sentir como aumentaba o disminuía la intensidad según él decidía y accionaba los controles. Ahora sí que estaba a la merced de ese hombre. Me tendría con el coño lubricado y a las puertas del orgasmo toda la noche. Por lo que si alguien me rozaba o me tocaba, no podría evitar que salieran gemidos de placer de mi boca.

Pero eso no era todo. Pensaban seguir humillándome. Al ver como mis jugos lubricaban mis agujeritos, mi amo se acercó para hacerme una demostración de lo que se quería lograr teniéndome en ese estado. Tomó una fresa de uno de los platos de la mesa y me acarició con el vientre, trazando pequeños círculos descendentes hasta que finalmente llegó a mi coño. Sentí como me introducía la fresa, al tiempo que las bolas vibraban con toda su intensidad en mi interior y la mantuvo unos segundos. Luego la sacó y se la comió.

En ese momento lo entendí: yo sería el aderezo especial en la comida de esa noche.

En ese preciso instante, comenzaron a entrar los invitados. Todos hombres y de todas las edades. Unos llegaban directamente a jugar con mi cuerpo, otros me miraban de lejos, demostrándome que más tarde se acercarían a darme sus respetos. La velada no pudo transcurrir más lentamente para mí, las horas se me hacían eternas y todo ese tiempo me mantuvieron a las puertas del orgasmo. Mi amo supo controlarlo demasiado bien.

Cerca de las 2 de la madrugada, cuando los invitados comenzaron a despedirse, José Luis se acercó a mi, tomo un par de espárragos y me los introdujo hasta el fondo de mi coño. No alcanzó a tenerme así 15 segundos, cuando comencé a contorsionarme de placer en un orgasmo que me pareció eterno. Todos se voltearon al sentir como gemía de placer ante esa dulce tortura.

Pasados unos minutos, me desató y me obligó a seguirlo a su habitación.

Vaya, vaya putita, menudo orgasmo has tenido allá abajo. Parecías una guarra callejera a la que penetraban por todos los agujeros, y pensar que eran solo un par de espárragos jajajajajajajajajaja. Menudo espectáculo has dado. Seguramente será comentado por mucho tiempo. Pero, ya que has disfrutado de lo lindo, ahora me toca a mí.

Sin decir nada más, se bajó los pantalones y tomándome por el cabello, pegó mi cara a su entrepiernas y comenzó a moverlo. Podía sentir como su miembro golpeaba mi cara en todos los ángulos y direcciones posibles, hasta que finalmente se introdujo en mi boca.

Mecánicamente cerré mis labios en torno a ese trozo de carne que se me ofrecía, mientras los presionaba suavemente con mi lengua contra el paladar. En una par de minutos, comenzó a palpitar en mi boca, hasta que descargó toda su leche en mi garganta. Sin embargo, no retiró su verga de ella, hasta que estuvo dura y en forma para seguir disfrutando.

Tomándome nuevamente por el cabello, me obligó a ponerme a cuatro patas, levantando el culo de manera que quedaba totalmente ofrecido a él. Me sacó las bolas chinas y luego acercó sus dedos a mi coño y los hundió hasta el fondo, arrancando un gemido sordo de mi garganta, para luego sacarlos y lubricar un poco mi agujerito trasero. De inmediato sentí su glande a la entrada, para luego empezar a empujar apoyando sus manos en mis tetas para poder empujarse.

En cuanto el glande hubo vencido la resistencia de mi esfínter anal, lo sacó, me azotó las nalgas un par de veces, al tiempo que con la otra mano jalaba de mis pezones, para luego volver a intentarlo. El ciclo se repitió unas 15 veces hasta que finalmente se decidió a metérmela completamente.

Estando su verga adentro, me levantó. Apoyó mi cuerpo contra su pecho, haciendo que rodeara con mis brazos su cuello y levantó mis piernas, dejando las rodillas a la altura de los hombros. En esa posición, su verga se enteraba aún más profundamente en mi culo, y el movimiento que hacía al caminar me causaba un dolor terrible.

Se dirigió al espejo y me obligó a mirar el reflejo, le parecía morboso ponerme en las posiciones más extrañas y luego mirarse al espejo. La imagen que ví era sumamente excitante: ahí estaba yo, siendo sodomizada por una verga, de la cual sólo podía ver la base. Mi coño estaba completamente abierto y mis tetas se alzaban desafiantes, debido a la posición de mis brazos.

En esa incómoda postura, comenzó a mover sus caderas empezando un lento mete y saca, que luego comenzó a ganar velocidad. A través del reflejo del espejo, podía ver como ese falo entraba y salía de mis entrañas, hasta que en un momento ya no salió más y pude sentir un chorro de líquido caliente impactando contra las paredes de mi ano.

Después de eso, me bajó y me hizo volver a mamarlo para dejar esa verga reluciente. Acto seguido se acostó y me hizo cabalgar encima de él. Sus manos se alzaban y jalaban de mis pezones constantemente provocando un gran dolor, pero eso se complementaba con el placer que me producía ese enorme miembro en mis entrañas, arrancando cada cierto rato gemidos de placer de mi garganta.

Estaba tan excitada que movía mis caderas más rápido a cada segundo, por lo que no tardamos mucho en corrernos los dos. Caí exhausta a su lado, pero él me dijo que no dormía con perras en su cama, así que pensé en irme a la habitación, pero me retuvo con un movimiento de su mano y me dijo:

No creas que hemos terminado, me gusta una mamada junto con el desayuno. Además que tú necesitas tu leche puta. Ahí tienes almohadas en el sillón y si tienes frío tienes con qué cubrirte.

Seguí sus indicaciones y me tumbé en el sillón. No pude dormirme de inmediato, no dejaba de pensar en los acontecimientos recientes, ni en mi reacción al respecto. Me asustaba pensar que cada vez disfrutaba más, y no podía esperar a probar las vergas de sus hermanos.

Me dormí pensando en lo que sería ser penetrado por los tres, cada uno en un agujero distinto. Al parecer estaba completamente metida en mi papel. Me había convertido en toda una puta