El tercer maestro. Mi amante me moldea.

Despues de Q... continúa el aprendizaje.

EL TERCER MAESTRO. Mi amante me moldea.

Debajo de la ducha sentía el agua resbalar por mi cuerpo, mientras me enjabonaba rememoré el cambio que mi vida había sufrido en los cuatro últimos años, me parecían muy lejanos los días en que fui seducida por "Q" y arrastrada a este estado de casi total dependencia del sexo. Mi mente se había transformado de forma radical pero, al parecer, todavía no había llegado al límite, la experiencia que estaba viviendo actualmente así lo demostraba. Recordaba diferentes momentos vividos con todos los hombres que habían poseído mi cuerpo, todos me enseñaron algo…me habían hecho vivir el morbo, la lujuria, la fuerza de la juventud, la sabiduría de la madurez, el placer del exhibicionismo… hasta el amor resignado de mi marido…, pero ahora una nueva sensación me había alcanzado, era la total pertenencia a un hombre, pertenecía a "D" y era consciente de ello, podía pedirme cualquier cosa y llevarme hasta donde quisiera que yo no me negaría; cerré los ojos y vi su nervuda polla que se había convertido en una droga para mí, instintivamente me llevé la mano a la entrepierna y reviví el momento en que me penetró por primera vez… un liquido más caliente que el agua que caía sobre mi cuerpo me bañó la mano… me estaba corriendo

Salí de la ducha y me sequé rápidamente, vi en un rincón la bolsa con la compra de la lencería y escogí un mínimo tanga que apenas tapaba mi hendidura, el vello púbico quedaba prácticamente al descubierto, salí ansiosa del cuarto de baño, quería que me poseyera de nuevo, tenía que hacerle saber cuanto necesitaba sentirlo enterrado dentro de mí, mi cuerpo pedía abrirse para ser taladrado por su polla… Un intenso calor me consumía por dentro, él estaba de pie junto a la cama y sonrió, notó mi calentura en cuanto vio mi rostro y esperó a que yo me acercara, me arrodillé y tomé su polla semierecta y la metí en mi boca, le miré mientras sentía como su glande se expandía dentro de mi cavidad bucal, mi mirada era de sumisión y solo esperaba un gesto de él para complacerlo. Bajó sus manos y me tomó de los pechos, me los pellizco y noté como crecían bajo sus dedos mientras un escalofrió me recorría de arriba a abajo, un gemido escapó de mis labios mientras la fiebre crecía en mi interior

Hazme gozar… – le rogué sacándome su polla de la boca - … quiero que me llenes… quiero sentir como tu polla me traspasa una y otra vez

Tiró de mis pechos y me hizo levantarme, pasó su lengua sobre mis labios y abrí mi boca para él, se apoderó de ella, la recorrió centímetro a centímetro y me hizo jadear de placer, de pronto, sentí como una de sus manos bajaba a mi coño, abrí las piernas esperando y deseando que me invadiera y en segundos noté como sus dedos apartaban el tanga y se paseaban por mi mojada hendidura… dejó de besarme y musitó junto a uno de mis oídos:

Ya es hora de que me cuentes quienes y como han tenido acceso a este caliente coño –

Mientras hablaba uno de sus dedos me había penetrado y yo empujé con mi pelvis para sentirlo más dentro.

¿Me vas a contar todo putita? – continuó.

Siiii…- gemí mientras la primera oleada de flujo bajaba por mis piernas –

¿Hasta los detalles más perversos? – insistió mientras su dedo hacía estragos dentro de mí.

Un sollozo salió de mí, "D" había comenzado mi proceso de sometimiento y lo iniciaba por mi mente, me iba a obligar a relatarle mis relaciones con otros hombres, conseguiría que le contara hasta los detalles más escabrosos mientras su mente y su polla jugaban conmigo hasta llevarme al límite del placer, me haría perder el pudor hasta el punto de disfrutar con mi narración, me llevaría hasta el punto de rogarle que me follara… y cuando mi entrega fuera completa, cuando sentir su polla dentro de mí fuese una obsesión, solo entonces se apoderaría de mi cuerpo. Unas fuertes convulsiones me sacudieron violentamente mientras manaban chorros de flujo de mi coño y su dedo "escarbaba" en mi interior, el placer que sentía y el que me esperaba me ahogaban

Siiii… - volví a contestarle haciendo un esfuerzo – te contaré todo… haré lo que me pidas

Sacó su dedo y me empujó sobre la cama caí boca arriba y lo miré jadeante...

Ábrete para mí y dame el tanga – me ordenó –

Me coloqué en el centro de la gran cama, me quité la única prenda que me cubría, se la arrojé y me abrí de piernas y brazos ofreciéndome a él, recordé la primera vez que estuve en esa cama solo dos días antes y como luché para que no me atara, ahora era yo la que, con mi postura, le invitaba a inmovilizarme. Miré hacia su polla y la vi tersa y erecta, me mordí los labios, quise tenerla dentro ya pero sabía que todavía no había llegado el momento. Se puso de rodillas junto a mí y cogió las pulseras que colgaban del cabezal, levanté sumisamente las manos y se las ofrecí, cuando las cerró sobre mis muñecas exhalé un suspiro, se bajo lentamente y cuidadosamente ató mis piernas. Cogió el tanga que estaba junto a mi cabeza y poniéndolo sobre mis pechos lo apretó entre sus manos, el flujo que lo empapaba comenzó a caer sobre mi, cuando no pudo arrancar ni una gota más, restregó la pequeña prenda por todo el cuerpo sin olvidar ninguna parte, alcé mis caderas para que alcanzara el culo y la espalda y, por último, me humedeció la cara, aspiré profundamente el olor de mi sexo.

"D" comenzó a lamerme desde los pies, iba subiendo lentamente mientras un suave cosquilleo invadía mi cuerpo, cuando su lengua llegó a mis muslos ya era un pequeño temblor el que hacía vibrar mi vientre mientras notaba las palpitaciones de mi sexo. Mordisqueó la cara interna de mis muslos y pronto sentí el calor de su aliento a las puertas de mi cueva, levanté las caderas buscando el contacto de su lengua, en ese momento paró y me preguntó:

¿Quién fue el primero que tuvo acceso aquí tras tu marido? –

Cerré los ojos y recordé la primera vez que "Q" me rozó el coño por encima del vestido e hizo que me corriera ( ver Historia de "Q"1 ) y como aquella vez, me vacié. "D" me acarició el clítoris suavemente y me tensé violentamente

¿Contesta? – ordenó mientras retiraba el dedo de mi botón.

Emití un quejido y me hundí en la cama

Se llama – le dije el nombre – y es compañero de mi marido.

¿Quién sedujo a quién? – preguntó.

Mi corazón se iba a salir de mi pecho, mi sensación de ahogo era total y mis ganas de hacer todo el camino y llegar al final, eran infinitas.

Él a mí – contesté con un suspiro.

¿Fuiste una chica fácil? – insistió con voz ronca.

Le contesté la verdad pero sabiendo que era lo que él quería oír

Siiii…jugó conmigo lo que quiso, me hizo desearle como a nadie hasta entonces, logró de mi orgasmos sin siquiera tocarme y, cuando lo creyó oportuno, me tomó.

En ese momento su lengua volvió a moverse, lamió mis ingles y recorrió caliente y chorreante hendidura que volvió a dejar escapar mis jugos

¿Qué te hizo? – volvió a preguntar.

De todo… me hizo de todo… me volvió loca de placer

¿Y lo sigue haciendo? –

Siiii… lo sigue haciendo… cada vez que quiere… – respondí jadeante.

Mi calentura y mi ahogo iban en aumento, del mismo modo que la lengua de "D" incrementaba su ritmo haciéndome retorcer de placer. Mis labios vaginales cada vez más hinchados, se habían abierto como una flor ante el ataque de mi conquistador, el clítoris, ansioso de caricias, estaba fuera de su pequeña funda y totalmente desprotegido, y ahí se dirigió la incansable lengua, chupó y chupó mientras mi cuerpo vibraba sin control, mis gritos de placer resonaban en la habitación cuando, de improviso, tomó mi hinchado clítoris entre sus dientes y lo mordió delicadamente, un terremoto me sacudió, mi cuerpo se arqueó lo que le permitía mis ligaduras y mis jugos explotaron contra la cara de mi amante. Un grito salió de mi garganta salió mientras oleadas de placer sacudían mi cuerpo; no sé cuanto tiempo tardé en recuperarme perocuando fui consciente de nuevo, aún temblaba convulsivamente. El hombre que había conseguido eso estaba de rodillas a mi lado contemplándome, su polla me apuntaba erguida y, su sola visión, me hizo desearla dentro de mí poseyéndome sin piedad sin darme tregua.

¿Qué harías si te llamara ahora? – oí su voz como en sueños.

No sabía a que se refería, estaba desorientada y callé mientras trataba de pensar, repentinamente me vino a la memoria la conversación que teníamos antes de mi último orgasmo, se trataba de "Q"

No podría acudir a su llamada… - contesté en voz baja –

¿No? – preguntó con voz burlona - ¿por qué?

Tu no me dejarías… y yo no querría que me dejaras ir … - musité –

Quiero que me cuentes tus momentos más inolvidables con él – dijo secamente.

Tragué saliva, me quería follar salvajemente y estaba buscando que yo le diera argumentos para ello. Carraspeé y comencé a hablar, sus manos recorrían mi cuerpo… le hablé del primer polvo al entrar en la habitación del parador, del polvo en el cuarto de baño en el que me oriné, de la cena en la que me exhibí delante del maître y "Q" me folló contra el muro y terminó en el arcón mientras el maître nos espiaba…él no me interrumpía pero sus manos me demostraban que su excitación crecía imparablemente, me estaba sobando cada milímetro de mi piel y mi cuerpo respondía encendiéndose por momentos le rogué que me desatara y así lo hizo. Cuando recuperé la sensibilidad de mis extremidades, le tome de la polla y comencé a pajearle lentamente mientras continuaba hablando…quise enervarlo más y reflejé del modo más fiel lo que sucedió durante aquellos días y le hice saber con todo tipo de detalles lo que me hizo durante aquel fin de semana… las bragas- trofeo, mis conversaciones telefónicas con mi marido mientras follábamos en la cama, nuestros encuentros amorosos en la terraza

Su polla latía en mi mano y su respiración se hacía más pesada, mientras avanzaba el relato de la consumación de mi seducción. Un sentimiento digamos que pudoroso, me hizo ocultarle la noche en que "Q" metió al maître en la cama y este me folló, pero yo guardaba la traca final, cuando nuestros pechos se agitaban con más fuerza, cuando nuestra calentura casi hacía saltar chispas de nuestros cuerpos, le apreté fuertemente la polla y le espeté:

Pero el momento culminante de aquel fin de semana, fue cuando me desvirgó el culo

¿Te desvirgó…? - preguntó atónito –

Si – le contesté mirándolo fijamente – él fue el primero que me tomó por el culo.

Retiró mi mano de la polla y me dio la vuelta violentamente, me puso a cuatro patas y comenzó a comerme el culo mientras sus manos machacaban mis pechos y coño, sonreí para mí, lo había conseguido, me iba a montar como a una yegua mi vientre comenzó a temblar con anticipación. Pronto mis jugos comenzaron a gotear en la cama mientras mi ano se abría poco a poco para él, mis jadeos se iban transformando en gritos y sus caricias, cada vez más rudas, aceleraban la rendición total de mi cuerpo. Sentía como el momento se acercaba, gruñía mientras continuaba utilizando mi cuerpo para calmar su furia. Noté como se incorporaba y esperé su penetración, tomó mi pelo con una mano y tiró hacia él haciendo que me incorporara, cuando mi espalda se pegó a su pecho y vientre, sentí como su polla buscaba mi ano, me contraje esperando su ataque y el consiguiente dolor, pero en el último momento resbaló y me penetró por el coño, solté un aullido mezcla de dolor y placer, me había empalado y sentí como me faltaba la respiración

¿Así te follaba?- me dijo al oído mientras iniciaba un metisaca infernal.

Solo tú eres capaz de follarme de esta forma… sigue…sigue…tómame…haz de mi lo quieras

¿Hay algo que no hayas hecho con nadie?, ¿quedará algo en ti que yo pueda estrenar? – me gritaba mientras su polla entraba y salía de mi ardiente y chorreante vagina.

Le oía pero no le contestaba, no sabía que decirle y solo quería concentrarme en el placer que estaba recibiendo, me soltó el pelo y mi torso cayó sobre la cama, me apoyé en los brazos y me incorporé para soportar las profundas embestidas de "D", le pedía más y más, quería que ese momento no acabara nunca pero, al mismo tiempo, quería sentir su ardiente semen inundando mi vientre. Cuando ya mi cuerpo se inclinaba rendido a su dueño, éste cambió repentinamente de orificio, un dolor insoportable me atravesó y aullé de dolor, no tuve fuerzas ni para pedir que la sacara, lloré desconsoladamente mientras ese pene me horadaba. Él continuó follándome pero sus manos empezaron a acariciar mis pechos y coño, poco a poco el dolor fue calmándose y, de nuevo, el placer fue adueñándose de mí apagando las molestias que aún sentía en mis entrañas. Otra vez cambió de entrada y sentí como esa polla que adoraba y temía al mismo tiempo, se hundía hasta lo más profundo de mi vagina… gemí, aspiré aire y saqué mis últimas fuerzas para luchar aún sabiendo que lo que me esperaba era una dulce derrota, empujé hacia atrás para buscar mayor penetración, "D" respondió con una embestida más fuerte, le respondí nuevamente y así un par de veces más, después… mi torso se hundió en la cama y le pedí que acabara conmigo, el continuó disfrutando de mi rendición hasta que, haciendo un esfuerzo, pasé una mano entre mis piernas y tomé con ella sus testículos, un suave apretón hizo el resto… con un alarido se vació en mi que también grité cuando sentí su hirviente liquido invadiendo violentamente mi vagina, no se si existe el placer absoluto, pero yo lo rocé en aquel momento. Se salió de mí y se tendió, yo me di la vuelta y lo hice a su lado apoyando mi cabeza en su pecho, bajé una de mis manos hasta el coño y la embadurné con la mezcla de flujos y semen que rezumaba de él, la subí hasta mis labios y la lamí hasta limpiarla. Cerré los ojos mientras sentía como decrecían las contracciones de mi vientre.

Cuando abrí los ojos no sabía donde estaba, miré alrededor y fui reconociendo la habitación estaba desnuda y tapada en la gran cama de mi amante, sentí una punzada en el ano y reviví la sesión de sexo que "D" me había propinado, me toqué el coño y lo noté pringoso, me sentí sucia pero muy satisfecha y me desperecé como una gata. Salté de la cama y me dirigí al cuarto de baño, no sabía donde estaba "D" pero me sentía como en casa, estaba a gusto en ese lugar que, por otra parte, me resultaba inquietante. Estuve como una hora en el baño donde terminé con una reparadora ducha, mi cuerpo agradeció el agua caliente y cuando lo vi reflejado en un espejo me gustó, me miré por delante y por detrás y, sinceramente, salvo alguna señal en muslos, glúteos y pechos, nadie hubiera pensado que venía de una "batalla". Me sequé el pelo, me maquillé y me fui a coger unas braguitas, la bolsa no estaba. Salí de desnuda y busqué por la habitación, no había nada pero me percaté de que uno de los espejos sobresalía un poco, tiré y era un armario, casi todos los espejos eran puertas, unas, como la primera, de armarios, otra era una pequeña salita con artilugios eróticos, una era una especie de videoteca con estanterías llenas de videos y una gran pantalla de televisión; me estremecí, ¿habría grabado nuestras sesiones de cama?, me encogí de hombros y me puse a buscar en los armarios, encontré la lencería que había comprado conmigo y muchas más prendas, escogí un pequeño tanga negro que no dejaba nada a la imaginación, el sujetador que hacia juego con aquel que dejaba mi pecho casi descubierto y me cubrí, es un decir, con una pequeña camisola blanca y totalmente transparente. Me dirigí a una pequeña librería que estaba en un rincón del dormitorio y comencé a curiosear, pronto comprobé que todos los libros eran eróticos o pornográficos. Estaba ojeando uno de ellos cuando se abrió la puerta, "D" entró acompañado une mujer que calculé tendría algo más de treinta y cinco años, era morena, muy guapa y vestía blusa y falda bastante corta, llevaba un maletín en la mano, me quedé cortada

Ven – me dijo él – es una vieja y buena amiga, Cristina.

Me acerqué y ella me besó en la mejilla

Encantada – me saludó con una sonrisa – sigues teniendo buen gusto – comentó mirando a "D".

Mucho gusto – le contesté devolviéndole el beso.

"D" se dirigió a mi

Cristina ha venido a hacerte unas…, llamémosle transformaciones –

¿Cómo? – pregunté sorprendida.

Si, te va a afeitar el pubis y te hará un pequeño tatuaje – me dijo.

Pero mi marido… - protesté.

Tu marido sabe que estás conmigo y seguro que no le cabe la menor duda de lo que hemos hecho, estamos haciendo y vamos a hacer – respondió.

Enrojecí y bajé la cabeza, asumí que de allí saldría afeitada y tatuada, pero no sabía como se lo explicaría a mi marido, a él le gustaba verme con vello. Levanté la cabeza

Adelante – dije

"D" salió y volvió con una especie de camilla plegable y un recipiente con agua. Montó la camilla y me invitó a tumbarme en ella, cuando iba a hacerlo Cristina me detuvo

Espera- me pidió –

Se acercó a mi, me despojo de la camisola y lentamente me bajó el tanga mientras me miraba, enrojecí cuando al pasar por los muslos, me acarició levemente con una uña. Cuando estuvo en mis tobillos levanté los pies y ella lo sacó y lo apartó. Me tendí en la camilla y cerré los ojos, ¿estaría intentando que hiciera el amor con una mujer?, me estremecí e intenté apartar ese pensamiento de mi mente.

Tienes un vello púbico muy bonito, pero no te preocupes te saldrá más fuerte e igual de bonito

No contesté y pronto sentí como sus dedos lo tocaban, el sonido de unas tijeras y el roce con mi pubis me indicaron que comenzaba mi cambio de "look" intimo, sentía las tijeras recorrer el pubis y los sutiles toques de las manos de Cristina, abriendo y cerrando mis muslos para alcanzar una u otra zona, la sensación era excitante pero traté de pensar en otras cosa para no dar un "espectáculo". Pasados unos minutos los movimientos cesaron, no abrí los ojos y los pocos segundos noté una agradable sensación de agua caliente en mi sexo, me estaban humedeciendo la zona afeitada. Inmediatamente, unos dedos separaron mis labios vaginales y un estremecimiento me sacudió, sentí como me embadurnaban con algo y seguidamente una maquinilla de afeitar iniciaba su trabajo sobre mi piel, los dedos "ayudantes" se paseaban de vez en cuando por mi hendidura, haciéndome morder los labios para evitar gemidos comprometedores. Cristina continuaba su trabajo que, a estas alturas, ya sabía yo que era doble, me estaba afeitando y calentando, los gemidos eran evitables, pero no podía controlar la humedad que notaba en el coño. En pocos minutos mi calentura era evidente, me había cubierto los ojos con un brazo y ya no podía controlar ni los gemidos, ni la humedad, ni la erección de mis pezones, esa mujer sabía lo que hacía, sus toques eran leves pero certeros, parecía conocer mis terminaciones nerviosas y las manipulaba a placer, mis jugos fluían con fuerza del coño, inesperadamente, cesaron sus toques y sus manos me obligaron a dar la vuelta. Ahora fue mi culo el que recibió las atenciones, puso un cojín en mi vientre y dejo accesible tanto el ano como el coño, separo el canal que separa mis glúteos y nuevamente me embadurno con algo, la zona del ano y de las ingles eran su objetivo. Ya no podía controlar mis convulsiones, cada toque era un alfilerazo en mi libido, Cristina, supongo que bajo la atenta mirada de "D", me estaba llevando al éxtasis. Al parecer, el afeitado había terminado porque pronto la sutileza desapareció, las manos de aquella comenzaron a explorar descaradamente mis dos hendiduras, sus sabios dedos entraban y salían de mis dos orificios haciéndome botar de placer, una mujer me estaba provocando una serie de pequeños orgasmos que me elevaban al cielo. Repentinamente abandonó el coño y se dedicó al culo, uno, dos, tres y hasta cuatro dedos vencieron la resistencia de mi esfínter y horadaron mi canal posterior, gritaba y le pedía por favor que siguiera, quería más y rogué a "D" que me follara. De pronto unos fuertes brazos me levantaron de la camilla, sentí una sensación de vacío cuando los dedos de Cristina salieron de mi, en segundos sentí como "D" se sentaba, me ponía sobre sus muslos y de espaldas a él, separaba mis glúteos y me empalaba por el ano, grité, aunque el trabajo anterior había hecho que la penetración se produjera fácilmente, y comencé a botar sobre él

Si… si…si… - gemía mientras me contorsionaba sobre su polla –

Unos dedos me abrieron el sexo y una lengua comenzó a chuparme delicadamente, bajé una mano y me toqué el pubis, la sensación fue muy extraña, tenía la piel muy suave y la ausencia de vello me conmocionó, Cristina me apartó la mano y con la suya comenzó a acariciarme el clítoris mientras su lengua continuaba su labor en mi raja. Como si se hubieran puesto de acuerdo ambos incrementaron su ritmo y mi cuerpo se fundió para ellos… jadeos, espasmos, gritos, convulsiones, calor, ahogo…todas esas sensaciones se unieron en mi cuerpo provocándome una reacción en cadena que culminó en un desesperado orgasmo… restregué el coño contra la boca que lo comía y mis líquidos fluyeron violentamente, apreté mi esfínter intentando vaciar esa polla en mi interior y moví mis caderas como una odalisca…cuando ya mis convulsiones se reducían, sentí como el semen de "D" invadía mis entrañas, un sollozo salió de mis labios y mi cabeza cayó hacia atrás sobre el hombro del hombre al que pertenecía…era suya

Aún con su polla dentro de mí sentí como volvían a manipularme el pubis, noté como un paño caliente me lavaba esa zona mientras yo, destrozada, permanecía sentada sobre mi amante, durante un rato sentí una serie de pequeños pinchazos y un zumbido continuo, de repente cesó el ruido y nuevamente me untaron con algo, "D" se salió de mi y me tomó en sus brazos, me abracé a su cuello y me dejé llevar, aún continuaba con los ojos cerrados. Se paró y me dejó en el suelo, abrí los ojos, estaba delante de uno de los grandes espejos de la habitación, miré hacia abajo y vi por primera vez mi lampiño pubis, el monte de Venus y los labios vaginales parecían estar más hinchados…la sensación era como de estar más expuesta… y…en la parte derecha de mi pubis, una pequeña pero visible "D" de color rojo me recordaba de quien era mi cuerpo. Me estremecí pensando en las consecuencias de eso, pero volviéndome hacia él, le tomé de la polla y, empinándome, le devoré la boca

(CONTINUARÁ)