El tercer maestro. Los placeres de la sumisión

Despues de Q... continúa el aprendizaje.

EL TERCER MAESTRO. Los placeres de la sumisión.

Cuando bajé el taxi estaba esperando, entré y le dije mi dirección, me acomodé y cerré los ojos, suspiré y me relajé, pensé en "D" y temblé, ¡Dios mió, como me había dejado!, nunca hubiera creído que se podía llegar hasta este estado de sumisión, las "sesiones" de "Q" y las salvajes folladas de "A" me parecían ahora un juego de niños, esto era un nuevo mundo, nunca creí que se pudieran experimentar esas sensaciones. Había oído hablar de del bondage y del sadomasoquismo, pero no lo podía creer, ahora acababa de vivirlo, disfruté como una zorra siendo humillada y golpeada, un hombre que podía ser mi padre me degradó como ninguna persona lo había hecho antes y yo, me dirigía a prepararme para él, le había pedido que viniera a mi casa a someterme más aún. Soñaba con las cosas que me hubiera hecho en la playa si yo no hubiera sido tan idiota, le imaginaba follándome en el mar mientras podíamos ser vistos desde la playa, él no hubiera sido tan tonto como su hijo… me habría clavado en el árbol… en definitiva, había tirado por la borda un mes en la playa. Repasé la tarde y se me pusieron los vellos de punta, solo pensar de la forma en la que me había sometido me hacia temblar de placer, bajé una mano y me toqué las bragas, estaban mojadísimas, vi en mi mente la polla de "D"

Señora, hemos llegado –

Estaba totalmente ida, le pedí disculpas y le pagué, subí a casa y me fui directamente al dormitorio, me miré al espejo y me asusté, tenía señales en la cara no muy llamativas, peo se notaban, mes desnudé completamente y me sorprendí, moratones en el culo y espalda, señales de uñas en muslos, pubis, pecho, ¿qué me había hecho? no imaginaba estar tan marcada, recordé su pregunta y mis propias palabras,

  • ¿Quieres que te deje marcas?-

Se lo suplico señor, muérdame, aráñeme, márqueme….

¿Qué dirá tu marido cuando te vea?

Me da igual, soy suya, le pertenezco, puede hacer conmigo lo quiera, azóteme, rómpame el coño, el culo

Sentí como hilillos de flujo corrían por mis piernas, ¡me ponía caliente verme así!, me duché y sequé cuidadosamente, no me puse apenas maquillaje porque mi moreno de playa me quedaba bastante bien, pero si me pinté los labios de rojo intenso y me puse rimel, me miré al espejo y decidí que me faltaba un toque… me pinté los pezones del mismo color que los labios. Salí desnuda al dormitorio y me fijé en la bolsa del regalo de "D", la abrí, sonreí al ver lo que contenía, el muy cabrón estaba tan seguro de que terminaríamos en la cama, que me había comprado un corsé y un mini tanga, decidí no usar este pero si me puse la otra prenda, estaba convencida de que me había comprado una talla más pequeña a sabiendas, me quedaba ajustadísimo y me levantaba el pecho que quedaba prácticamente al descubierto, me hubiera gustado tener un collar de cuero o algo parecido, pero no encontré nada, me anudé al cuello un pañuelo negro y, por último colgué en el cabecero de mi cama, metálico y de barrotes, dos medias negras y puse otras dos a los pies, apagué la luz del techo y dejé encendidas las lamparitas de las mesillas de noche. Miré el reloj, eran las once menos veinte, fui a la puerta y cuando iba a abrirla oí ruidos, miré por la mirilla, era mi vecina de planta, el corazón me dio un vuelco, pensaba que no estaría. Me quedé en absoluto silencio y esperé, por fortuna vi como volvía rápidamente y entraba en su casa, oí que corría el cerrojo de seguridad, suspiré y abrí la puerta dejándola entornada, volví a la cama, me acosté boca abajo y abrí piernas y brazos. Estaba nerviosa, se me venían tonterías a la cabeza, como que entraba un ladrón o un vecino, cualquier ruido me sobresaltaba. Mientras más tiempo pasaba mis nervios aumentaban, notaba como mi piel se iba calentando y empezaba a sudar, no quería mirar el reloj y el tiempo se me hacía eterno, por fin, giré la cabeza y miré el reloj de la mesilla, eran las once y media, no iba a venir, mi decepción era enorme, me sentí ridícula en la posición que estaba y ¿vestida? así. Lo que más me molestaba es que estaba esperando a una persona que era, como mínimo, veinte años mayor que yo, se me saltaron las lagrimas y lo insulté mentalmente, recordé que tres o cuatro horas antes, me estaba proporcionando el placer más increíble que había experimentado en mi vida. – "Le deseo –pensé – quiero que venga y me destroce, necesito sentirlo dentro de mí, ven por favor".

De repente sentí como algo subía por mis piernas, me sobresalté,

Tranquila – oí como me decían suavemente –

Me relajé y hundí mi vientre en el colchón. Un sentimiento de agradecimiento me llenó y hasta algunas lágrimas se me escaparon. Mientras él continuaba subiendo su mano por mis muslos, yo pensaba en "Q", "A" y otros compañeros de cama, ninguna relación había sido como esta, con todos había intentado llevar yo las riendas en algún momento, con "D" no había podido, mi único conato de rebelión lo abortó con unas bofetadas y unas palabras, desde ese momento, era suya, mis iniciativas no existían, él era el que decidía que, como y cuando y yo estaba allí para asumir todos sus actos, solo quería servirle, su felicidad era la mía.

Lancé un gemido, su mano me había llegado al culo y comenzaba a jugar con mi ano, me estremecí y sentí que, como lava ardiente, mis jugos comenzaban a manar de mi vientre, pronto tenía un dedo metido hasta la raíz en mis entrañas, me barrenaba intentando ensanchar el pequeño orificio, supe que esa noche esa extraña polla que a mí me fascinaba, encontraría acomodo allí dentro y un escalofrío me sacudió, ninguna de ese tamaño había entrado ahí, aunque esa tarde, cuando me estaba regalando la más alucinante jornada de sexo que había vivido en mi vida, eché de menos que no me penetrara por el culo.

Cuando menos lo esperaba me azotó, grité

Has sido desobediente y te tengo que castigar – me susurró.

¡Dígame que he hecho mal señor! – repliqué mientras sentía un segundo golpe.

Varias cosas, la primera desobedecer, ¿por qué no te has puesto el tanga que te regalé? – dijo mientras continuaba azotándome.

Perdóneme, pensé que le gustaría que le ofreciera el culo y el coño desnudo – contesté mientras mis lagrimas mojaban la cama.

¡Tú no piensas, tú haces lo que yo te ordeno! ¿de acuerdo?

Si señor – respondí.

Notaba las nalgas ardiendo, pero mis caderas se movían como buscando el contacto, la sensación de dolor daba paso a un calor que se hacía más y más agradable, mi culo se movía cada vez más y más.

Te gusta ¿verdad? –

¡Siiii! me gusta… me pone muy caliente – contesté gimiendo mientras los golpes continuaban cayendo.

Si quieres, paro- me dijo.

¡Nooo! haga que me corra primero por favor – sentí como su otra mano tomaba mi vagina y la acariciaba con fuerza.

Las contracciones de mi vientre eran cada vez más fuertes, cogió mi clítoris entre dos dedos y empezó a moverlos mientras el ritmo de los azotes se hacía más suave y rápido, levanté las caderas mientras un terremoto removía todo mi vientre, un gemido incontenible escapó de mí,

¡Aaaaaaaaahhhhhhhhgggggggggg! ¡¡¡¡me cooooorrrrrrroooooooooooooooo!!!!

Me desplomé en la cama mientras notaba como una riada de flujos salía de mí mojándome muslos y vientre y empapando la cama. Las contracciones de mi vientre continuaban imparables, mientras noté que los azotes se habían convertido en suaves caricias que calmaban el ardor de mis nalgas, tardé unos minutos en recuperarme del orgasmo, el culo me ardía.

Continuaba en la misma postura, no me atrevía a moverme, de repente oí su voz,

Date la vuelta – me ordenó.

Giré sobre mi misma y quedé tendida mirando al techo y, como ya era habitual en mí, abrí todo lo que pude las piernas. "D" estaba vestido, llevaba una camisa de manga corta verde claro y un pantalón beige, estaba muy guapo, el contrate del color de su camisa con el de su morenísima piel, le hacía aún más atractivo, pensé si no me estaría enamorando de él, lo deseché de inmediato, mi sentimiento hacia él estaba más allá del amor, me costaba reconocerlo pero me había convertido en su esclava, nuevas frases de esa tarde volvieron a mi memoria

***- ¿Feliz de ser mi sumisa?

Muy feliz señor –

¿Te gusta ser débil?

Me encanta señor –***

Me removí inquieta, me parecía que estaba traspasando el límite pero… me estaba encantando hacerlo. Me sorprendí mirándole la entrepierna donde era visible una considerable erección, me imaginé esa poderosa polla con sus sobresalientes venas y su extraña curvatura e, inconscientemente, me pasé la lengua por los labios, no comprendía por qué sentía esa enfermiza fascinación por ella. "D" se percató de mi mirada y me preguntó:

¿Te gusta? – volvió a preguntar - ¿quieres verla?

Me atrae señor – le contesté sintiendo como se me secaba la boca – si quiero verla y sentirla dentro de mí, deseo tenerla siempre dentro

Se quitó cuidadosamente la ropa y la colgó en el mismo mueble en que lo hacía mi marido, sentí como se revolvía mi estómago, estaba en mi propia cama abierta de piernas y deseando que un extraño me hiciera todo lo que se le pasara por la imaginación, me usaba como si fuera suya y… lo era, nuevas frases vinieron a mi memoria

Quiero ver cuantas veces me puede hacer bajar al infierno y, para ello, le ofrezco mi cuerpo, mi casa y mi cama – le dije con deseo contenido – no hay reglas, todo está permitido. Pídame un taxi y le espero en una hora y media, son las nueve y media, a las once la puerta de mi casa estará entornada para usted, entré y… haga lo que tenga que hacer.

Allí estaré y espero encontrarme a una puta – susurró mientras me arrojaba la bolsa con mi regalo -

Su puta lo estará esperando – contesté mientras recogía la bolsa en el aire –

Recordé una cita que siempre me ha gustado, "somos dueños de nuestros pensamientos y esclavos de nuestras palabras", yo lo era, de mis palabras y ahora… de "D". Puso una rodilla a cada lado de mi cuerpo la polla tocando mis labios, abrí la boca mansamente y comencé a introducírmela, sin previo aviso, él me tomó de los pechos y expuso la pequeña parte de ellos que quedaba oculta y, repentinamente, empujó metiéndomela hasta donde pudo, me atraganté, me vino una arcada y se me saltaron las lagrimas, traté de sacarla pero no me dejó, con sus índice y pulgar me tomó de la mandíbula inferior y me forzó a mantener la boca abierta… fue la primera vez que me follaban por ahí, era una violación , no tenía nada que ver con una mamada, me ahogaba, parecía que iba a vomitar, no podía gritar y, hubo un momento que creí asfixiarme, parecía haberse vuelto loco, no se cuanto tiempo estuvo así, pero de pronto la sacó, sentí como mi pecho se llenaba de aire, mantuvo mi boca abierta y me dijo,

¡Observa! –

Como hipnotizada miré fijamente su polla, la tenía en la mano y a escasos centímetros de mi boca, vi como se dilataba y su glande parecía hacerse mayor, era como una escena a cámara lenta, su pequeño ojo se abrió y una oleada de semen me entró en la boca, volví a atragantarme, con mi mandíbula inmovilizada no podía tragar, una segunda y una tercera descarga hicieron que el semen resbalara por la comisura de mis labios, en ese momento "D" me soltó, a pesar de ello, me quedé con la boca abierta, una ultima y pequeña ración de su jugo cayó en mis pechos, dirigí mi vista hacia ellos y observé que los pezones estaban desmesuradamente hinchados, lo miré, estaba pendiente de mi reacción, comencé a tragar lentamente sin dejar de mirarle, paladeé cada gota de su semen, el recogió con sus dedos algunas gotas de mi pecho, me los acercó a los labios y los lamí, en ese momento, "D" me tapó la boca con una mano, bajó la otra y me introdujo de golpe dos dedos en coño, levanté las caderas y un inmenso orgasmo removió todo mi ser, quitó la mano de mi boca y un ahogado grito sonó en el dormitorio, mi cuerpo continuaba arqueado de placer mientras las contracciones de mi vientre hacían que saliera más y más liquido, poco a poco me fui calmando hasta que de nuevo mi culo tomó contacto con la cama. Le miré con agradecimiento, esa mezcla de dolor y placer no se podía comparar con nada de lo que había sentido hasta ahora, deseé que me metiera de inmediato la polla, el seguía encima de mí, le hablé

Me ha hecho muy feliz –

"D" me dijo con voz queda

Entendiste el juego y comenzaste a hablarme de usted, eso es ya historia, los dos sabemos lo que queremos y esperamos del otro, si algún día queremos repetir este juego lo hacemos, pero el placer es diversidad, hagamos lo que nos plazca y cuando nos apetezca, sin guión -

Asentí en silencio, el continuó hablando con una leve sonrisa

De ahora en adelante si quieres golpes, pídelos –

A continuación me quitó el corsé y se tendió a mi lado, su mano se movía por mis pechos y vientre como si estuviera examinando una propiedad, me sentía como una pieza de caza y me encantaba serlo, eran más de la una y sonó el teléfono, ni me había acordado de mi marido,

Descolgué

Dígame

Hola, no me has llamado.

Lo olvidé cariño, llegué muy cansada.

"D" seguía acariciándome distraídamente, pero una de sus manos había alcanzado mi sexo.

¿No te ha llamado nadie? – preguntó mi marido.

No ¿Por qué? – le pregunté con extrañeza.

Le habrá parecido tarde y lo hará mañana – dijo.

¿Pero quién? – pregunté impaciente.

El padre de tu amiga, me ha llamado porque no tenía nuestro teléfono de ahí. Me ha dicho que habéis pasado un rato muy bueno.

Me quedé muda y miré a "D" que, sabiendo de lo que hablábamos, parecía divertirse, comenzó a delinearme el coño… por dentro, me mordí los labios.

¿Estás ahí? –

Si… - le contesté, no podía creer que hubiera llamado a mi marido y le hubiera contado algo.

Entonces ¿por qué no hablas? –

Es que no entiendo para que te ha llamado – repuse.

¡Ah!, me ha dicho que su secretaria está de vacaciones, tiene una reunión importante y necesita una sustituta, dice que serán tres o cuatro días y que pagaría bien, cree que tu serías la candidata ideal.

Pero… pero… - balbucee, estaba atónita por una parte y más tranquila por otra, al menos no le había contado como de bueno fue el rato de cinco horas que me estuvo follando, además, mi coño estaba respondiendo a los manejos de "D" - ¿qué tengo que hacer?

No lo sé – contestó – cuando te llame te lo dirá, a mi solo me dijo que si aceptabas el te iría diciendo todo lo que tendrías que hacer.

¿Y tú que dices? – le pregunté.

Lo que tú decidas estará bien hecho, por fortuna estoy de vacaciones y puedo cuidar de la niña - repuso.

No sabía que decir, mi coño estaba ya chorreando y él seguía manoseándolo

¡Bueno! estoy sorprendida, lo pensaré esta noche y cuando me llame le contestaré. Ya te diré lo que hago… - mi pubis empezaba a levantarse pidiendo más y no podía aguantar mucho tiempo más mis gemidos - … ¿cómo está la niña? , dale muchos besos y otro… para ti… - ¡me estaba corriendo! – Hasta… mañana

Colgué mientras cerraba las piernas, aprisionando la mano de "D",

¡Me vengoooooooooooooooo! – grité mientras regaba su mano.

Cuando me recuperé le pregunté,

¿Por qué has hecho esto? ¿No has conseguido bastante de mí? –

No todo lo que tú deseas, ¿quieres quedarte aquí?

Tengo una familia, no puedo estar todo el día por ahí, tengo un marido y una hija que cuidar. Lo de hoy ha sido una casualidad nos hemos encontrado y hemos tenido una aventura, podemos vernos algún día y repetirlo, pero de ahí a irme contigo

De nuevo recordé mis palabras

Prepárate bien –

Lo estaré…para todo –

Me quedé en silencio mientras el me observaba, comenzó a hablar,

¿Tu crees en las casualidades?- preguntó –no, no hay casualidades, hoy estamos aquí porque los dos queríamos que pasara así. ¿Tu crees que si me lo hubiera propuesto no te habría follado en la playa?... ¡contesta!...

Si, ahora se que sí – musité.

¡Si, qué!- gritó

Si… me hubieras follado – contesté.

Cualquier buen observador se hubiera dado cuenta de que necesitabas una buena polla, no eres mujer de polvos de fin de semana, mis miradas y el acoso de mi hijo te ponían caliente, pero tenías que disimularlo, creías que era imposible follar en aquellas circunstancias, unos visitantes de unos días y, además, familiares de una amiga tuya, todo el día rodeados de gente, totalmente imposible, pensaste, y creaste esa coraza porque pensabas que no podía pasar nada. ¿ Recuerdas el día que el bikini te marcaba el coño? Te levantaste indignada y te lo pusiste bien, al rato te fuiste al agua, al salir te vi ajustarte el bikini, sabías que yo estaba mirando y nuevamente pude ver la forma de tu coño. ¿Para quién te pusiste el vestido blanco y esa braguita que no te tapaba ni el pubis? ¿Sabes para quién? ¿Quién querías que te viera?... Lo sabes ¿verdad? – Se quedó como esperando mi respuesta

Quería exhibirme ante ti- respondí en voz baja.

Sí… para mí y para mi hijo, querías haber follado con uno de los dos y nos mostrabas el escaparate, como cuando me enseñabas las bragas, solo una vez actuaste haciéndote la ofendida, pero yo se el color de cada una de las bragas que has llevado estando yo presente, verdes, celestes, blancas, negras, de blonda, de algodón, de seda, transparentes, tupidas… todas me las mostraste. Cuando viste que me quedaba más días ya era tarde, tu estúpida manía de hacerte la ofendida. A pesar de todo hice un último intento, el día de la discoteca te rozaste queriendo, quisiste sentir mi polla en el culo y te gustó te puso caliente ¿verdad? – asentí – pero tenías que hacer el numerito, esa noche supe que serías mía, pero a mi modo.

¿Verdad que cuando me vine me echaste de menos?

Si – respondí -

Esta mañana sabía que venías, me lo dijo mi hija, estuve hablando con ella y me comentó que venías al médico, estuve esperando sabiendo que venías en el primer autobús y te seguí hasta que te abordé en los grandes almacenes. ¿Sigues creyendo en la casualidad? no ¿verdad? Hemos tenido más de lo que queríamos, porque ni tú pensabas como te iba a someter, ni yo pensaba que tú ibas a responder como lo has hecho. Lo de hablar con tu marido ha sido algo mas del juego, pensaba que te gustaría y, de hecho, se que así es, pero, en fin, aún te quedan reminiscencias burguesas, una pena para una mujer como tú.

Yo había escuchado en silencio excepto las contadas ocasiones en que me había hecho contestarle, todo lo que había dicho era cierto, pero lo de esperar mi llegada y su seguimiento me había sorprendido y, sobre todo, excitado. Que una persona como él se hubiera tomado todas las, llamémosles, molestias no podía ser más que porque me deseaba mucho.

Se levantó de la cama y cogió los pantalones, me levanté y me dirigí a él, me puse de rodillas, le cogí el pantalón dejándolo en el suelo,

Quédate, no te arrepentirás, quizás sea yo la que si lo haga, pero deseo arriesgarme – le dije con voz contenida – te deseo.

En mi cama han estado muchas mujeres, mujeres de verdad que sabían lo que querían y venían a buscarlo sin condiciones. ¿Quién me asegura que no cambiarás de opinión en unos minutos?

Te lo suplico –gemí – no me dejes sola… estoy dispuesta a todo… seré suya para siempre… no se lo que haré si me abandonas… solo has empezado y… quiero estar contigo hasta que acabes

Estaba de rodillas ante ese hombre, abrazada a sus piernas y suplicándole que no me dejara. De repente me levantó y me empujó a la cama, vi que tomaba una bolsa del suelo y vino hacia mí, le esperé con las piernas abiertas, sacó unas bolas chinas y agachándose me las fue introduciendo una a una en mi ardiente coño, daba un bote cada vez que me introducía una, me sentí llena, sacó otras mas pequeñas y, levantándome las piernas me las metió en el ano. Me hizo poner boca abajo y besó y mordió suavemente mi espalda, glúteos y parte trasera de piernas y muslos, sentía arder todo mi cuerpo, mi pecho latía sin control y mis quejidos, comenzaban a convertirse en gritos, el calor aumentaba, parecía que nacía dentro de mí. Perdí la noción del tiempo, mi cuerpo era un horno y el sudor me cubría por completo, "D" continuaba acariciando y mordiendo, el tratamiento era extenuante, mi cuerpo estaba en tensión y un cosquilleo me recorría desde el coño a la cabeza, mis caderas se retorcían sin control. De pronto paró, se hizo un silencio impresionante, solo se oía mi agitada respiración y mi continuo jadeo, noté la presencia de "D" cerca de mí, y súbitamente comenzó a untarme un aromático líquido que calmó el ardor de mi cuerpo, me dio la vuelta y continuó cubriéndome todo el cuerpo, el bienestar que me produjo fue tal que estuve a punto de darle las gracias. "D" me acercó una de sus manos al coño, en principio sus dedos se paseaban suavemente por la parte exterior, mis labios, clítoris, eran acariciados con delicadeza y mi sexo, agradecido, comenzaba a rezumar flujos mientras mi vientre se estremecía. Sentí como iba sacando las bolas lentamente, cada una me arrancaba un quejido y una descarga de flujo, de pronto noté como un dedo se introducía en mi vagina y se movía en mi interior, al poco rato un segundo se le unía, mis gemidos crecían en intensidad, un tercero y un cuarto, me hicieron gritar fuertemente, intentaba meterme todos los dedos en el coño, notaba como las paredes vaginales se abrían poco a poco mientras él me barrenaba con los dedos, de nuevo el sudor brotó de mí, nunca había tenido esa sensación, jadeaba sonoramente. El quinto dedo también entró, había unido las puntas y los tenía prácticamente dentro de mí, sentía dolor pero la sensación de estar tan abierta era tan intensa que noté como un violento orgasmo crecía en mi interior, de repente, comenzó a abrir los dedos dentro de mi, la sensación fue de que me iba a rasgar por dentro, sentí como me abría aún más y me corrí violentamente, empecé a gritarle barbaridades mientras seguía intentando abrir más los dedos, ¡rómpemelo!... ¡destrózame cabrón!... ¡hazme daño!... ¡quiero que me destroces!... le decía cosas que nunca hubiera creído que pronunciaría, mi cuerpo era una terminal de sensaciones que me hacían gritar, había llegado un momento en que todo era placer, me llevaba a un mundo muy lejano, estaba en otra galaxia y disfrutaba. Como entre sueños noté como sus dedos salían de mí y me daba la vuelta, sentí un gran vacío en mi vagina, comenzó a sacar las bolas pequeñas, cada una de ellas me producía placenteras contracciones en mi interior, después colocó algo debajo de mi vientre y dejó mi culo expuesto a su ataque, este no tardó en producirse, lo hizo violentamente, su enorme glande encontró la resistencia de mi esfínter, aullé de dolor mordiendo la almohada para amortiguar el sonido, de pronto sentí como mi culo se abría y entraba profundamente en mí, seguía mordiendo la almohada y lloraba desconsoladamente, no me dio tregua, me estaba destrozando, notaba el incesante roce de su polla con las paredes de mi intestino, ardía por dentro, una de sus manos comenzó a acariciarme el coño, sus dedos entraban fácilmente en mí interior y, nuevamente, el dolor se transformó en placer, mi cuerpo se movía buscando mayor penetración, una sensación extraña pero placentera me subía del coño, intenté incorporarme pero una embestida de "D" me hundió de nuevo en la cama, lo intenté de nuevo para sentir hasta que punto me tenía sometida, efectivamente de nuevo me hundió, esa sensación de indefensión hizo que me corriera largamente, él saco su mano chorreante de mis jugos y los puso en mi boca, los lamí sumisamente y en ese momento, se vació dentro de mi, su esperma me llenó y … una vez más, me hizo estallar, un largo gemido salió de mis labios mientras mi vientre se abría e inundaba la cama que, desde esa noche, tenía un nuevo propietario que se unía los pocos que habían conseguido follarme allí. Aun continuó unos minutos moviéndose dentro de mí, violentos temblores recorrían mi cuerpo, nunca me había sentido como en aquel momento, mi sumisión a "Q" y a "A" era la sumisión del sexo, me arrancaban orgasmos increíbles y me sentía suya, si no estaba con ellos los añoraba, pero sabía lo que iba a tener cuando nos encontráramos. Ahora no, "D" me había arrastrado a una nueva dimensión del sexo, nunca sabría que iba a hacer conmigo y esa incertidumbre acrecentaba mi placer.

Su polla resbaló de mi ano, se tendió a mi lado, yo seguí en la misma posición hasta que oí su voz,

Vuélvete – ordenó.

Sumisamente obedecí y me tendí a su lado, callaba esperando que el dijera que es lo que venía continuación, estaba a sus ordenes, solo quería hacer lo que él ordenara, la palabra sumisión empezaba a tener sentido para mí.

¿Qué sientes? –preguntó.

Son tantas sensaciones que no se si podría explicártelas, sumisión, placer, entrega, dolor… pero un dolor placentero, en fin, te has apoderado de mi – contesté – nunca un hombre me hizo lo que tu me estás haciendo desde ayer.

¿Cuántos hombres te han tenido? –

Nueve – respondí –

¿Incluyes novios y marido? – continuó interrogándome.

No - contesté avergonzada – son todas las personas con las que... he follado, sin contar a mi marido.

¿Cuántos antes de casarte? – inquirió.

Ninguno – musité – todos han sido después.

No me esperaba esa respuesta, ¿Te han hecho gozar? –siguió preguntando.

Unos mas que otros, pero sí, mucho… - repuse.

¿Y en esta cama? –

Tres antes que tú – le contesté..

Tendremos que hablar más de este tema, me tendrás que contar muchas cosas – dijo.

Las que quieras – susurré.

Miré el reloj, eran las cinco de la mañana y estaba rendida de cansancio, pero continuaba con ese extraño enervamiento en el cuerpo, quería dormir pero también esperaba algo más, de todas formas, sería él quien decidiera. Le vi levantarse y dirigirse al cuarto de baño y oí como orinaba, cuando regresó fui yo y me aseé un poco, al volver estaba tendido en la cama y su polla volvía a estar erecta, me quedé mirándola fijamente, ¿cómo era posible en un hombre de su edad?, su voz sonó en mi dormitorio,

¿Continúo con el "tratamiento"? – me preguntó.

Siiii… hasta que acabes conmigo – le respondí con voz contenida mientras le miraba con lascivia.

Me arrojé en sus brazos y recomenzó la más delirante pesadilla que había vivido hasta entonces, todos mis sentidos fueron estimulados hasta más allá de cualquier límite, mi cuerpo enfebrecido fue agasajado y usado de todas las formas posibles, lamí, fui lamida, arañé, fui arañada, mordí, fui mordida, insulté, fui insultada, luché y, finalmente… fui vencida, me sometió como a una yegua salvaje y cuando me tuvo a su disposición, le susurré que no esperase más para tomar lo que había conquistado, se abatió sobre mí y… me folló, me folló salvajemente, su inquietante polla me penetró por todos los agujeros posibles, de su boca salían insultos que me enardecían, sus dientes mordían mis pezones y labios, su polla hacía estragos en mi interior, me sentía como una pluma en medio de un vendaval, me manejaba a su antojo, tan pronto su miembro me llenaba el coño, como invadía mi culo o mi boca, mi vientre se desbordaba continuamente, me notaba mojada de pies a cabeza, gemía, gritaba y le pedía más, le decía que no tuviera compasión de mí, por un momento pensé que moría, mi corazón parecía que se me iba a salir del pecho, no sé cuanto duró aquello, era como un sueño, sentí como su semen me llenó la boca, el coño, el culo no sé en que orden ni en cuanto tiempo, pero su ardiente semilla llegó a cada uno de mis orificios, observé que unos rayos de luz comenzaban a entrar por el balcón y, en ese momento, todo se volvió negro, grité

¡Yyyyyyyyyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! – y todo desapareció.

Cuando desperté "D" estaba desnudo y fumando, la cama era un desastre, estaba manchada de sangre, semen y hasta unas sospechosas marcas marrones, mi corsé estaba en el suelo y las bolas chinas encima de la mesilla, estaba entumecida y me dolía el culo, desde luego allí se había librado una batalla… y miré al vencedor, su polla estaba semierecta, recordé el placer que me había proporcionado y sonreí levemente. Observé como se levantó y comenzó a recoger su ropa dispersa por el suelo, me miró y dijo

Me voy, gracias por haber sido una mujer, cada vez que quieras llámame y acudiré. Se que tú también lo harás si soy yo el que te llama –

Comenzó a recoger sus juguetitos y meterlos en su pequeña maleta, yo no hablaba, le miraba y escuchaba sus palabras. Cuando terminó y tomó su ropa interior, le supliqué

Te lo ruego, llévame contigo –

Tienes un marido y una hija esperándote – replicó

Tú le has pedido a mi marido que me lleves como secretaría – le dije.

Formaba parte del juego – repuso.

Para mi no es un juego –

¿Qué le vas a decir a tu marido? – preguntó.

Lo vas a oír en un momento – contesté.

(CONTINUARÄ)