El tercer maestro (1: la prueba)

Despues de Q... el aprendizaje continúa.

EL TERCER MAESTRO… LA PRUEBA (1)

Dormí profundamente, solo me despertó el olor a café recién hecho y unas suaves caricias sobre mis pechos. Abrí lentamente los ojos y vi a Cristina que estaba sentada en la cama y paseaba sus manos sobre mis senos, me percaté de mi total desnudez e hice un leve intento de taparme con la sábana, ella sonrió mientras decía

-         ¿Crees que es necesario? –

Detuve el movimiento y le devolví la sonrisa

-         La verdad es que no creo haya un rincón de mi cuerpo que no conozcas –

Las dos reímos con ganas. Me acercó una bandeja con tostadas, zumo de naranja y café.

-         Come -  me dijo – hoy necesitaras estar fuerte.

Un escalofrío  me recorrió el cuerpo, recordé las palabras de “D” y traté de imaginar como sería la noche que me esperaba.

Cristina se dio cuenta de mi proceso mental y trató de animarme

-         No te preocupes, no solo lo soportarás sino que lo disfrutarás, te gusta demasiado el sexo como para que para que te “aburras” en esa reunión –

Me acercó un vaso de zumo de naranja y una taza de café que yo tomé sentándome en la cama, mi sexo se abrió ante sus ojos y vi como lo miraba, no hice el menor movimiento para cambiar de postura y dejé que me examinara mientras bebía lentamente y mordisqueaba las tostadas. La miré cuando vi que se levantaba y comenzaba a desnudarse sin apartar su mirada de mí, pronto tuve  a la vista sus pechos desnudos y el exiguo tanga que apenas tapaba su hendidura… bajó lentamente esa prenda y vi aparecer su coño cubierto por un cuidado vello moreno, pensé que el día anterior lo había tenido en la boca y ni lo había mirado. Cogió el plato de las tostadas y el vaso de la naranjada que estaba vacío a mi lado, yo la miraba como hipnotizada mientras ella se acercaba y tomaba de mi mano la taza de café, lo puso todo en el suelo y subió a la cama

-         ¿Quieres?- preguntó con voz ronca.

No le contesté, solo me tendí, cerré los ojos y abrí las piernas todo lo que pude. Pronto note su aliento en mi coño, mis labios vaginales temblaban ante lo que se avecinaba, mi vientre se elevó buscando el contacto y lo encontró rápidamente, su lengua se paseó sabiamente por mi hendidura, todo mi cuerpo comenzó a vibrar, mis caderas giraban y se levantaban buscando que esa boca se introdujera en mi sexo. Los jugos empezaban a manar de mí. Cristina jugaba conmigo como quería, me llevaba al borde del orgasmo y entonces disminuía la intensidad, me estaba volviendo loca, mis gemidos se iban convirtiendo en gritos ante el tratamiento que esa mujer me estaba dando. Súbitamente, noté como dos dedos se unían a la lengua y un espasmo me recorrió de arriba abajo, sentí como los músculos de mi vagina se contraían… el orgasmo se aproximaba y yo lo ansiaba, pero de pronto se retiró de mí, exhalé un gemido y le pedí que continuara, Cristina me levantó como a una muñeca y me tendió sobre ella… quería que hiciéramos un sesenta y nueve. Pronto tuve de nuevo su boca explorando mi cueva y yo separé sus labios genitales y abrí su sexo, observé que su clítoris estaba enormemente desarrollado, no me había dado cuenta en nuestro primer encuentro y me atrajo enormemente, comencé a lamerlo suavemente, su sexo tenía un olor extraño que me  excitaba, chupé y besé con ansia, ella apretaba el coño contra mi boca y sentía su vientre vibrar contra mi pecho. Alcanzamos un ritmo casi perfecto, nos movíamos con cierta sincronización y nuestros fluidos manaban sin cesar, yo notaba mi cara completamente mojada y sentía como mi coño enviaba constantemente su flujo contra la boca de ella… explotamos casi simultáneamente y nuestros gemidos se confundieron

Poco mas tarde, tendidas en la cama me preguntó si me había gustado, le contesté que si, pero que no existía nada como ser poseída por “D”, le hablé de mi temor/adoración por su polla y como él sacabade mí la parte mas sucia, podía hacer de mi lo que quisiera, yo no era capaz de negarle nada y disfrutaba de cada momento en que usaba y abusaba de mi cuerpo. Le conté como consiguió que dejara por unos días a mi hija y a mi marido para estar con él y, a base de sexo, había logrado que durante casi cuarenta y ocho horas me hubiera olvidado de ellos. Al decir esto, recordé que tenía que llamar a mi marido, se lo dije a Cristina y ella se levantó para traerme un teléfono portátil. Mientras la esperaba, abrí el armario de la ropa interior y me puse un corto camisón totalmente transparente.

Cristina entró y me entregó el teléfono, después, discretamente salió de la habitación. Me senté en la cama y marqué el número, parecía que mi marido estaba esperando la llamada, oí su voz inmediatamente

-         Hola – le dije

-         Hola – contestó - ¿por qué no me llamaste anoche?

Me quedé en silencio, no sabía que contestarle.

-         ¿Estabas ocupada con tu jefe? – preguntó irónicamente.

Me dolió el golpe pero también hizo que me recuperara, él también era culpable de lo que estaba pasando, el quería que hiciera lo que estaba haciendo. Contraataqué

-         Estaba con el jefe que tú querías para mí, estoy donde tú querías que estuviera y… estoy haciendo lo que tu querías que hiciera – le dije con ira.

Solo oía su respiración  y lo imaginaba enfadado y excitado al mismo tiempo.

-         ¿No me preguntas nada? – continué - ¿No quieres saber lo que he hecho desde que me recogió?, ¿No te atreves a preguntar?...

-         ¿Qué habéis hecho? – preguntó con voz queda.

-         Te excita ¿verdad? – le dije - ¿qué crees que hemos hecho?, ¿piensas que me dicta cartas?,  ¿qué piensas que hemos hecho?, respóndeme.

-          ¿Habéis follado? – preguntó.

-          No exactamente… él me ha follado, me ha follado como nunca lo habían hecho, me ha tomado como ha querido y ni he podido ni querido resistirme, ¿no era esto lo que deseabas?, pues bien ya lo sabes, ¿quieres detalles o prefieres que te los cuente en persona?

Me pareció oír una especie de sollozo, pero no dijo ni una palabra, me sentía culpable pero también pensaba que él era responsable de esta situación. Intenté cambiar el tema y le pregunté por la niña

-         Está bien, creo que te echa de menos…igual que yo, ¿cuándo volverás? – su voz era triste.

-         No lo sé – respondí en voz baja – supongo que cuando “D” me lo permita, pero seguro que volveré… si tu quieres.

-         Claro que quiero, pero… ¿seguro que él te dejará y tú querrás?

-         Seguro, es muy difícil de explicar pero con quien yo quiero vivir es contigo, esto es otra cosa… sexo, ni mas ni menos que sexo, pero un sexo que me atrae como un imán, no puedo resistirme a él.

En ese momento vi como “D” entraba en la habitación, venía desnudo y con la polla completamente erecta, se la miré y tragué saliva, mi coño comenzó a temblar ante esa visión. Se acercó a mí lentamente mientras sonreía

-         ¿Sigues ahí? – oí como me preguntaba mi marido.

-         Siiii… -le respondí con voz temblorosa.

-         “D” está ahí ¿verdad?

-         Siiii… – volví a responder.

-         ¿Y vais a…?

-         Siiii... me va a follar – contesté mientras mi mano libre tomaba los gordos testículos de “D” que se había parado delante de mí – te llamaré… adiós.

-         Adiós –oí que me decía mientras yo desconectaba el teléfono.

Me arrodillé sin que me dijera nada y me metí su polla en la boca, el me dejo lamerla durante unos instantes y después la sacó tomándome de los pechos me levantó.

-         Es muy tarde, tienes que arreglarte para la fiesta – me dijo –

-         Follame – le pedí.

-         No, no será mi polla la próxima que tengas dentro de ti, pero no te preocupes no tendrás queja de las que tengas.

-         Pero yo quiero la tuya… - le rogué.

-         Todo a su tiempo – respondió – son las nueve y a las once nos esperan.

Me sorprendí, había perdido la noción del tiempo, no hacía ni una hora que Cristina me había despertado con el café, creí que era de día y ya eran las nueve de la noche.

-         ¿Cuántas horas he dormido? – le pregunté.

-         Las necesarias – respondió.

Tocó un timbre y al momento, entró Cristina.

-         La pongo en tus manos – le dijo “D” – quiero que esta noche llame la atención.

-         No te preocupes, la llamará – respondió ella.

Salió y Cristina me empujó hasta el cuarto de baño, “D” me había dejado caliente y esperaba que ella me desahogara un poco, pero se comportó de forma totalmente profesional, me baño y secó cuidadosamente, después me llevó a la cama y me dio un maravilloso masaje que me relajo por completo. Intenté que me tocara mis zonas erógenas, pero lo evito

-         Está noche será larga, guarda tus energías – me dijo.

-         ¿Qué me espera esta noche? – le pregunté.

-         Ya lo sabrás, pero te aseguro que nunca lo olvidaras.

Me estremecí, ya había vivido muchas experiencias inolvidables, pero nunca estuve en lo que yo creía que sería una orgía, por una parte tenía un poco de miedo, por otra, ya quería estar allí.

Cristina me maquilló y perfumó, mis labios, uñas y pezones fueron pintados de un color rojo intenso, me miré al espejo y me ví como una puta, cara,  pero puta. Después me vistió, unas medias negras y liguero del mismo color era toda mi ropa interior, ni bragas ni sujetador. El vestido era a capas y de seda natural, llegaba justamente a las rodillas y, desde luego, hacía que mi cuerpo fuera fácilmente accesible, sentí una punzada en el vientre, unos zapatos de tacón bastante alto y una gargantilla de oro de la que colgaba una “D” del mismo material, completaban mi atuendo.

-         Estás preciosa – dijo Cristina – serás la sensación.

-         Tengo un poco de miedo – repuse –

-         No te preocupes, será una gran noche para ti… y para todos los que te posean –

Noté como mi sexo comenzaba a humedecerse y cerré los ojos, ¿cuántas personas me tendrían aquella noche?, ¿me gustaría?... alejé las dudas de mi mente y me prometí que haría que “D” se sintiera orgulloso de mí.

“D” entró elegantemente vestido, su tez morena resaltaba del color beige de su chaqueta, me pareció muy guapo y un extraño sentimiento me asaltó, ¿estaría enamorándome de él?, intenté pensar en otra cosa. Me acerqué a él y le ofrecí mis labios que el mordió levemente, un estremecimiento de mi vientre me recordó hasta que punto le pertenecía, cerré los ojos y gemí. Su mano se abrió paso entre el vestido y acarició levemente mi lampiño pubis, me abracé a él buscando mas contacto, me lamió el lóbulo de la oreja y musitó

-         Putita

-         Tu putita – le respondí.

-         Lo veremos al final de la noche –contestó él.

Pronto aparecieron Daniel, también elegantemente vestido, acompañado de la mujer rubia que tanto me impresionó con sus orgasmos y de Cristina. Me presentaron a la rubia que se llamaba Silvia y nos saludamos un poco cortadas, ambas sabíamos quien era la otra y que pertenecíamos a padre e hijo. Tanto ella como Cristina llevaban mini vestidos de fiesta que apenas ocultaban nada, ambas llevaban una gargantilla como la mía, de la de Silvia colgaba la letra “D” y de la de Cristina una “M”.

-         ¿Listas? – la voz de “D” rompió el silencio.

Cristina se levantó la falda y enseñó su sexo cubierto de vello negro. Silvia y yo nos miramos e hicimos lo mismo, su rubio y mi lampiño pubis aparecieron esperando el visto bueno de nuestros amantes. Ahora fue Daniel el que habló

-         ¡Vamos! – dijo secamente mientras miraba fijamente mi sexo, le miré y me devolvió la mirada, unas gotas de flujo mojaron mis muslos, en ese momento supe que esa noche me follaría de nuevo y… lo deseé… quería sentir su polla dentro de mí. Bajé los ojos y la falda del vestido.

Bajamos al garaje y subimos al coche de “D”, este conducía conmigo a su lado y atrás se sentaron los demás. No hablábamos, pero pronto noté movimientos a mi espalda, miré disimuladamente por el espejo retrovisor y vi que Silvia, situada en medio estaba siendo manoseada por Daniel y Cristina, sus piernas abiertas y sus pechos fuera del vestido eran objeto de la atención de sus dos acompañantes, ella, con los ojos cerrados, gemía quedamente, pronto sus gemidos se convirtieron en gritos de placer. Notaba un gran calor en mi rostro e intensas contracciones en mi coño, súbitamente, una mano de mi amante se apoderó de mí sexo, me arqueé para permitirle el máximo acceso, mis jadeos aumentaban al ritmo de sus caricias, oía como Silvia pedía más y rogaba que la hicieran llegar al orgasmo. Mis caderas se agitaban frenéticamente pero sus sabios dedos me mantenían al borde del éxtasis, comprendí que no querían que nos corriésemos, solo pretendían mantenernos calientes.

De pronto, el coche se detuvo, fue entonces cuando me percaté que estábamos fuera de la ciudad, nos bajamos y entramos en una preciosa casa de campo una pareja nos recibió a la entrada, eran los dueños de la casa. El varón era enorme, le calculé unos dos metros de altura y una constitución fortísima, su pelo era blanco y era mayor que “D” aunque me fue imposible hacerme una idea de su edad; su pareja era bastante mas joven, entre treinta y cinco y cuarenta años y tenía un cuerpo envidiable, también llevaba una gargantilla con una “T”, nos fueron presentados como Tomás y Sara. Entramos en la casa, Tomás me tomó del brazo y sentí como una quemadura, le miré y me estremecí, nos quedamos un poco rezagados y Tomás me tomó la mano y la llevó a su entrepierna, me sobresalté, aquello era imposible, su miembro parecía enorme, le volví a mirar y el me dijo

-         Este será el primero que recibirás esta noche ¿de acuerdo? –

No supe que contestar, solo pude bajar la cabeza y asentir

-         Sigamos – dijo mientras sus dedos acariciaban mis labios que parecían arder.

Salimos a un gran jardín y observé que éramos unas diez o doce parejas, todas las mujeres tenían la gargantilla con una inicial y la edad oscilaba entre veitimuchos y cuarenta y pocos años. Los hombres  a excepción de Daniel y un par de ellos más, parecían ser mayores de sesenta años y todos estaban muy bien conservados, a lo largo de la noche conocería más de ellos.

Vi que no había servicio y la gente se servía de unas grandes mesas en las que no faltaba ni comida ni bebida, estuve hablando con dos o tres parejas y paseando sin rumbo. Varias veces mi mirada se encontró con la de Tomás, me miraba con lujuria y mi cuerpo temblaba, pronto me di cuenta de que, subconscientemente,  lo buscaba con la mirada. El ambiente se iba calentando y ya se veían parejas que comenzaban sus escarceos amorosos, mi cuerpo ardía, recordaba el tacto de la polla de Tomás y mi calentura aumentaba, me acerqué a él que hablaba con dos chicas y un hombre, me miró y le sonreí, vi que se disculpaba con ellos y salió a mi encuentro

-         ¿Ya estás lista? – preguntó sonriente.

-         Cuando tú quieras – le respondí.

-         ¿Quién es el que quiere? – su sonrisa había desaparecido y su tono de voz era diferente.

Note como me ruborizaba, comprendí lo que quería oír y bajé la cabeza, mi mente era un torbellino de sensaciones y mi pecho latía sin control, por una parte no quería darle esa satisfacción, por otra, mi cuerpo deseaba que ese hombre me poseyera. Me tomó del mentón y me hizo mirarle a los ojos.

-         Quiero oír tu voz- dijo.

Me ahogaba y no podía dejar de mirarle, se agachó un poco y me lamió los labios, un gemido escapó de mí, continuó pasando la punta de su lengua por mi boca hasta que me hizo abrirla, entonces introdujo dos dedos en ella, los lamí lentamente mientras que no dejaba de mirarle,  parecía estar hipnotizada.

-         Quiero que me digas que deseas – repitió mientras sacaba los dedos de mi boca.

-         Quiero que me folles… - me sobresalté, los dedos que habían  abandonado mi boca, se habían introducido en mi caliente cueva.

-         Sigue hablando… y sé más explicita –

Mi coño ya hacia rato que estaba mojado, moví las caderas para buscar que sus dedos se introdujeran más

-         …Quiero tu polla dentro de mi coño…necesito que me folles…-  sus dedos se movían cada vez más rápidos –…quiero que hagas que me corra como una perra…lléname con tu semen

Mis flujos corrían ya libremente, sus dos dedos barrenaban mi coño a su antojo y su pulgar había conectado con mi clítoris y me hacía retorcer de placer. Mis piernas flaqueaban y mi respiración era cada vez más intensa

-         …sigue…sigue…tu polla… quiero tu polla…atraviésame con tu polla

Había bajado una mano y le había tomado su miembro, si la primera vez me había impresionado ahora me asustó, era enorme, nunca imaginé que pudiera existir una polla tan grande… y yo la quería dentro de mí.

-         Métemela por favor… follame ya… - le pedía enloquecida.

-         ¿Aquí, delante de todos? – inquirió.

-         Donde tú quieras pero ya… necesito sentirte dentro - estaba totalmente fuera de mí.

Me desnudó inmediatamente, noté como teníamos espectadores y no me importó, solo con las medias y el liguero, esperé a que se desnudara, cuando vi por primera vez su polla, una oleada de flujo escapó de mi coño, solo pensé que en poco tiempo lo tendría dentro de mí. Se acercó y me sobó todo el cuerpo con sus grandes manos, estrujó mis tetas,  me azotó las nalgas, me masacró el coño, el culo…yo gritaba de placer y me dejaba hacer, me manejaba a su antojo…Un visión me atravesó la mente, una escena que había visto en un documental de la tele, un semental iba a cubrir a una yegua, recordaba como esta se iba rindiendo, sus cuartos traseros se iban abatiendo y abriendo mientras el macho pugnaba por empalarla, hasta que, por fin, la penetró, la hembra totalmente sometida era sacudida sin piedad por su macho. Así me sentía yo en ese momento… me estaba sometiendo y… me encantaba…el macho estaba dominando a la hembra esperando que esta, abierta y entregada, consiguiera que su conquistador le depositara su simiente dentro de ella. Mi corrida fue increíble, mis jugos salían a presión de mi ardiente vientre mientras las manos de Tomás hacían que mi cuerpo se retorciera de placer.

Mi macho se tendió en el suelo y me atrajo hacia él, su polla apuntaba al cielo, erecta y poderosa, puse una pierna a cada lado de su cuerpo y comencé a bajar hasta su miembro. El me tenía cogida de la cintura y me guiaba, miré hacía abajo y vi como su glande estaba a centímetros de mi coño,  cuando se produjo el primer contacto, un nuevo acceso de flujo mojó su pubis, lentamente me fue penetrando, la sensación era increíble, las paredes vaginales se iban abriendo al paso de ese miembro, me parecía imposible que “eso” cupiera dentro de mí. Me detuve un momento.

-         ¿Estás bien? – me preguntó.

Moví la cabeza asintiendo, sentía como el flujo manaba continuamente de mi sexo.

-         ¿Crees que aguantarás? –

No le respondí, tomé aire y sin dudarlo empujé con todas mis fuerzas, un alarido salió de mi garganta, nadie había llegado tan dentro de mí, las lágrimas arrasaban mis ojos mientras notaba que, increíblemente, la base de su polla se apretaba contra mi afeitado coño, ¡la tenía dentro! pensé con orgullo.

Nos mantuvimos quietos durante unos momentos, Tomás comenzó a moverse lentamente y todo mi cuerpo se conmocionó, empecé a acompañarlo en sus movimientos, tenía la sensación de que la polla me llegaba hasta el pecho, mis gemidos eran cada vez más continuos y sonoros. Fui yo la que incremente la velocidad de las embestidas, Tomás me volvió a tomar de la cintura y me advirtió

-         Prepárate, ahora viene lo bueno –

De pronto su pubis se convirtió en un martillo mecánico, comenzó a subir y a bajar con una fuerza increíble, me levantaba como si fuera una pluma y me dejaba caer, su polla me taladraba y yo, no se como,  le presentaba batalla, me movía y le animaba a penetrarme con mas fuerza. Tomás era una furia desatada me follaba con saña y mi cuerpo se lo agradecía, los orgasmos me sacudían sin tregua y pronto, fui una marioneta en sus manos, me folló a mansalva y, cuando yo estaba casi desvanecida, levantó su pubis y me aguantó arriba, sentí un chorro de ardiente semen y me arqueé como si hubiera recibido una descarga eléctrica, me sentí como suspendida en el aire mientras notaba como me llenaba con su simiente, grité como enajenada, abrí los ojos y le miré, tenía la cara desencajada por el placer, me derrumbé en su pecho y allí me quedé abrazada a él, poco a poco su miembro fue deshinchándose hasta que lo sacó de mí, sentí una gran sensación de vacío.

-         Ha sido maravilloso – le dije – gracias.

-         Gracias a ti – me contestó – que suerte tiene “D”, no exageraba nada cuando me habló de ti.

-         Tu tienes la misma suerte – repuse- llámame cada vez que quieras, te aseguro que vendré.

-         ¿Te despedirás hoy de mí? – preguntó.

-         Cuantas veces  quieras, seré tuya cada vez que me lo pidas –

Me levanté y sentí como el semen de Tomás corría por mis muslos fui a coger mi vestido y no lo vi, lo busqué con la mirada, Daniel lo tenía en la mano, lo levantó sonriendo y me dirigí hacia él la verdad es que no llamaba la atención, la mayoría de las personas estaba semidesnudas o desnudas totalmente, se veían parejas follando, mamadas, tríos… Si  alguien me hubiera dicho cuatro años antes que estaría viviendo esta situación lo habría tachado de loco, pero… allí estaba, caminando desnuda y con el coño chorreando semen, hacia un jovencito que en pocos momentos me estaría follando a placer.

-         Hola – le saludé.

-         Hola- me contestó mientras me tendía el vestido.

-         Gracias - le dije esperando que me propusiera algo.

Daniel me miró de arriba abajo y con voz firme me dijo.

-         Vístete y busca un árbol en un sitio discreto, espérame, yo te buscaré.

Recordé el incidente de la discoteca (ver El tercer maestro. Acoso y derribo), pretendía revivir el polvo que no me pudo echar entonces, la idea me gustó pero quise enojarle un poco.

-         ¿Crees que esta vez podrás? – le pregunté con ironía.

-         Lo creo yo y tu también, ¿verdad? – dijo seriamente – es más  lo estás deseando.

Daniel había cambiado y me gustaba, se estaba haciendo un hombre… y es lo que yo quería… que me follara un hombre. Seguí picándolo

-         Yo no lo tengo tan seguro – repuse.

-         Te voy a demostrar las ganas que tienes – dijo, poniendo su mano en mi coño y metiendo dos dedos.

Me sorprendió, pero instintivamente abrí las piernas para facilitarle el acceso, cerré los ojos mientras el jugueteaba con mi sexo.

-         ¿Qué vas a hacer ahora? –

-         Me vestiré y te esperaré en un árbol del jardín.

-         ¿Y que quieres de mí? – preguntó.

Sus dedos hacían estragos dentro de mí, sentía como un orgasmo se iniciaba en mi vientre

-         Quiero que me folles, quiero que me hagas lo que no me hiciste este verano, quiero que me inmovilices contra el árbol y me folles con toda la rudeza que puedas

Aceleró un poco sus movimientos y me corrí, mis jugos acompañados de los restos de semen de Tomás, bañaron su mano. La separó de mi entrepierna y la miró, luego se la limpió en mis pechos y se marchó.

Me vestí y me encaminé hacia la zona más oscura y con más árboles del jardín, en un rincón vi a “D” que se la metía por el culo a Sara que gritaba como poseída, sonreí y seguí caminando

(CONTINUARA)