El tenorio don quijote de la mancha 1

Las aventuras de un loco que a veces se cree don Juan Tenorio y otras don Quijote de la Mancha

En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme vivía no hace mucho un universitario de casi dos metros de estatura y sin un kilo de carne, más de pajas que de almejas marinadas, al que un día se le fue la olla de tanto leer y imaginar, y como su trastorno era de manga ancha se acabó convirtiendo en un híbrido de don Juan Tenorio y  don Quijote de la Mancha.

Un día se vistió con ropa de Travolta en Fiebre de Sábado Noche, (le quedaba como una corbata a un cerdo) y así vestido, se fue a un club de mujeres alegres. Entró, se sentó en una mesa y le dijo a barman:

-¡Ventero, vino, y traedlo aquí que yo ya hice mi camino!

El barman, dueño del garito, y mal encarado, le respomdió:

-Ven a buscarlo, patético casanova.

-¡Ay lo que me ha llamado el desgraciado!

Don Quijote o don Juan, fuera quien fuera,  se levantó y se iba por el barman. (1.80 y 150 kilos de peso.)Tres mujeres alegres, rubias,  lo detuvieron. Una de ellas le dijo:

-¡Quieto, fiera!

Don Juan estaba en plan matón.

-Que os de gracias el bellaco... ¡Maldito pajarraco!

La segunda le preguntó:

-¿Invitas a una botella de chanpán?

-No soy muy partidario del vino francés, bellas damas, mas por mí podéis pedir tres.

La tercera, le preguntó:

-¿Cómo te llamas, cariño?

-Don Quijote de la Mancha, el que hasta un huevo plancha.

Las mujeres alegres rompieron a reir y le siguieron la broma.

-Yo me llamo Dulcinea, Dulcinea del Toboso.

-¡Cómo habéis cambiado, angel de amor, os veo mucho mejor!

La muchacha preguntó, extrañada

-¿Eso no lo decía don Juan tenorio?

-Indiscutiblemente sois una mujer inteligente. En mi vida hay dos mujeres y las dos por lo hermoso, doña Inés y Dulcinea del Toboso.

A veces soy  don Juan y otras don Qujiote. ¿Sois las tres rubias de bote?

La primera mujer alegre, que era muy gorda, (100k.) le dijo, al venir el champán.

-Sí. ¿Vamos para un resevado a darnos el lote?

-¿No tenéis miedo, pequeña mole, que alguno de los dos os viole?

La mujer alegre se ofendió.

-Por lo que has dicho te voy a hacer pedir pan por señas.

Fueron al resevado. Las mujeres alegres vieron tal cipote que jugaron con él hasta que las tres le dieron su mel... ¡Coño, ya el Tenorio me está contagiando y rimo cuando no debía estar rimando!

En fin, que las folló bien folladas. Se acabara la fiesta. Las mujeres alegres estaban felices, pero llegó el barman con la dolorosa, y cambió la cosa

-Son 600 euros.

-Pues me tendréis que fiar, no tengo dinero para pagar.

La montaña aquella se empezó a poner colorada

-¡¿Que?!

-Que no tengo dinero, caballero.

Las mujeres alegres también se iban a quedar sin cobrar, pero quedaran tan contentas que abonaron la cuenta. Esta vez el Tenorio Quijote o el Quijote Tenorio, se libró de una buena paliza.

Al día siguiente,  sin haberse cambiado de ropa, iba con su moto por la mano cuando vio en la acera a un mendigo, bajo y gordo, que le dijo:

-Una limosna, por favor.

-¡Sancho, apocado, que mal habéis acabado!

-No me llamo Sancho, me llamo Gabriel.

-Así que esas tenemos, pues adiós, no os echaré de menos.

-Ni de más, ni una moneda me das.

-Sígueme y podrás comer y tomar todo lo que puedas tragar.

Como nada tenía que perder, el nuevo Sancho Panza lo siguió. Don Quijote echó alfalfa (combustible) en la gasolinera a su Rocinante (moto) y se fueron en busca de aventuras.

En un descampado estaban rodando una porno en la que una joven estaba atada a un árbol... Don Quijote y Sancho se bajaron de la moto.

-Esa doncella está en peligro, Sancho. La van a clavar con dos puñales esos animales.

-¿Se tomó hoy la medicina, señor? La van a follar.

-¡La van a matar! Pero estos van a saber lo que es espadear.

Don Quijote sacó la espada (polla) y se fue corriendo hacia lo dos jovenes que iban a rodar la escena del árbol. Al verlo venir con aquella cara de loco y con aquella tremenda tralla en la mano, desnudos,  pusieron pies en polvorosa. Al llegar al  lado de la muchacha, le dijio.

-Ya estoy aquí señora, señora bella como la aurora...

La chavala no estaba para bromas.

-Fóllame que me está cogiendo el frío.

Apareció don Juan  y la folló,  hasta que la joven gimiendo y retotciéndose, se corrió.

Al acabar la escena, el cámara, que también era el director,  le dio 100 euros a don Juan, y le preguntó:

-¿Dónde puedo contactar contigo? Esa verga nos va a dar a los dos muchas satisfacciones.

Don Juan, que lo había entendidio mal, le cogió la cámara, se la estampó en la cabeza, y dijo:

-!Mariconadas a don Juan! ¡¡A la próxima no coméis más pan!!