EL TEACHER: La Guardia

LA reacciòn de Freancisco al enterarse que su amante de la noche anterior resultò ser uno de sus alumnos, y el reclamo que le hace a su amigo por habèrselo presentado...Ademàs del cumplimiento de su nueva tarea en las guardias de los bloque libres... Regresa el Hot Teacher

EL TEACHER : La Guardia

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Después de hacer que mis testículos descendieran desde mi garganta a su ubicación natural tras ver a la cara a la joyita de Hanniel, esta vez en su uniforme color beige y con esa mirada de malparido mientras la directora nos presentaba como alumno y profesor… Me dediqué a darle el resumen a la Directora mientras usaba mi simpatía para extraer la mayor información posible sobre el susodicho y así mantenerme en guardia ante cualquier posible ataque a mi imagen como “el teacher”.

Me sorprendió bastante notar con cuanto entusiasmo la Sra. Martha se extendía hablando de aquel muchacho y todo lo que para ella resultaba preocupante; tanto era su interés en la conversación que terminamos conversando por cerca de una hora compartiendo una taza de café y hasta galletitas de esas que había decomisado en el día. Resulta que Hanniel era un alumno “problemático” debido a sus constantes inasistencias injustificadas y a que su padre era uno de los principales contribuyentes de aquella institución, por lo que no podían negársele las pruebas que misteriosamente siempre conseguía aprobar, lo que daba vuelo al rumor de que compraba a los profesores… Supiera Martha que a mí ya me tenía compradísimo si es que me amenazaba con contarle a todos como habíamos tirado de lo lindo durante un día completo, claro que siempre estaba la opción de la defensa y el contraataque, y en última pero no peor instancia la vieja táctica de “su palabra contra la mía”… Para mi sorpresa la conversación terminó en una descripción del misterioso comportamiento del joven en la que resultaba ser uno de los “raros” de toda la matrícula, y no por maricón, si no por no tratar a muchos de sus compañeros; por lo que se creía desde que vendía sustancias psicotrópicas hasta que tenía pactos con el diablo para mantener su suerte con los profesores y su cara bonita… Cosas de adolescente, pensé…

Finalmente terminamos la conversación cuando éramos los únicos que quedaban  dentro de aquél edificio y por ser caballero ante todo y embolsillarme  a la vieja Martha para que pasara lo que pasara estuviera de mi lado, decidí ofrecerle un aventón hasta su otro trabajo… No podía evitar pensar en lo deprimente que resultaba la vida de los docentes de profesión, rodando de un lugar a otro, trabajando más de las horas correspondientes para poder vivir bien, y vaya que había mucho trabajo entre planificar, dar clases, aplicar evaluaciones, corregir, hacer actas e informes, entregar, reunirse, citar y la que desconocía hasta ahora, las temidas guardias…

En el trayecto hasta Valle Verde, Martha me explicó de que trataba aquello; haciendo una exposición magistral sobre todas las funciones del Docente modelo de Sacramento. Consistía en supervisar un área específica de las instalaciones o cubrir alguna asignación puntual, para los estudiantes sancionados o que buscaban créditos extras… Y lo peor de todo era que debía realizarse de manera obligatoria. Me explicó que algunos profesores habían implementado la modalidad del “trueque de guardias” en la que se hacían favores entre ellos a cambio de que el otro cubriera su bloque de guardias respectivas.

Finalmente dejé a la vieja Martha en su otro trabajo, donde no paró de agradecerme y recalcarme lo atento, servicial, entregado y sobretodo lo atractivo que le parecía; cuestión que me antojó surrealista al percibir como la mismísima directora, mi jefa, parecía piropearme cual quinceañera en pleno verano hormonal…

De regreso a casa, llamé a Jonás para contarle los acontecimientos recientes alrededor de su maravillosa idea de llevarme a uno de mis estudiantes para que me lo cogiera; necesitaba saber de dónde lo había sacado, por lo que decidimos vernos en su departamento para hablarlo todo con lujo de detalles. Una vez allí, mi amigo me abre la puerta engalanado con su uniforme de trabajo, en un jean azul y una Columbia color beige a ¾ con varios botones abiertos, saludándome con un gran abrazo como de costumbre… Sin dejar de hacer comentarios sobre mi cuerpo y mi manera de vestir, llamándole especial atención el carnet que colgaba de mi cuello

-¡Profe-papi, enséñeme!- Decía viéndome de arriba abajo con morbo mientras sujetaba mi carnet.

- Vas muy salido tú, ¿Eh? Dejas las mariconadas y vamos para que sepas en lo que me metiste - Le dije tomándolo de la nuca y girándolo para ponerlo a marchar hacia adentro con una palmadita en el respingado y abultado culo.

Una vez adentro y ya cómodo en uno de sus preciados muebles de diseñador, le conté de qué había ido todo con el muchacho mientras este se paseaba de un lado a otro, de habitación en habitación buscando quien sabe qué cosa; le hable desde como la comía y como su culito se abría deliciosamente para mí, hasta como me había enterado que era mi alumno estrella y todos los chismes que me había contado Martha sobre él… Resaltando que después de superar su perplejidad ante el diminuto tamaño del mundo, y tras confesar que lo había conocido a través de las redes sociales, desvió toda su atención a escudriñar todos los detalles sobre mi sesión de sexo con aquél…

-¿ Lo cogiste tantas veces por lo bueno que era, porque te gustó mucho o por las ganas acumuladas que tenías ?- Preguntaba ya con más atención y acercándose para tomar asiento.

- Pues yo creo que por las tres razones, igual me hubiese cogido a un costal de papas, pero su atractivo físico y su manera de hacerlo le dieron muchos puntos a favor… El carajito me tenía a punto… - Respondía notando algunos cambios extraños en el ambiente.

-¿No te dio más morbo aún cuando supiste que era tu estudiante y lo viste uniformado?-

- No lo había pensado, pero ahora recordándolo… Sí… Creo que lo que más me pone de ellos es verlos en su uniforme y sentir que les doy clases en materias más interesantes mientras probablemente me coman la verga - Respondí más relajado sin medir el grado de mi confesión, permitiendo incluso que mi pene se hinchara mientras tenía una rápida fantasía con mis estudiantes.

-¿De ellos? ¿Y cuántos más te pasaste por la cama?- Preguntaba sorprendido.

-¡A ninguno! ¡A ninguno más!... Pero pues, es que en ese liceo hay unos chamos que aparentan mucha más edad y que debo confesar que seguro…

- Que seguro te la comen tan bien como mi amigo Hanniel, o quizá mejor… O… hasta mejor que yo…- Me interrumpió y decía con una mirada completamente diferente – Lástima que este uniforme no es de bachillerato, para poder competir con “Ellos”, aunque se parece bastante ¿No ?- decía mientras sobaba mi muslo acercándose a mi entrepierna y mientras abría la camisa sobre su pecho sugerentemente.

- Epa Jonás… Habíamos quedado en que no haríamos más esto. Recuerda, Ana Gabriel,  amigos simplementemente amigos y nada más… ¿Es que tu conquista de la disco no te dio lo suficiente?-

Y retirando su mano y levantándose resoplando respondió con ironía – Peor que eso, era más pasivo que yo el muy marico y al final me tocó a mí darle por el culo… ¡Pero yo me quedé con las ganas!... Y aunque te rehúses no se te puede olvidar lo vicioso que era cuando me lo hacías tú hace años, pues súmale a eso 9 años de práctica constante…-

Sentí como sus palabras dieron en el clavo de mi curiosidad, y siguiéndole el juego repliqué su comentario anterior – Tienes toda la razón… Debes haber aprendido muchas más cosas de las que yo te enseñé, además se nota que has trabajado esas nalgas, hay que admitir que son bien provocativas… Y que de azul y beige me recuerdas mucho a mis estudiantes – le dije mientras me desabotonaba el pantalón y dejaba asomar mi verga en todo su esplendor - ¿Será que mamándola también mejoraste? Aunque te aviso que Hanniel será difícil de superar… - Y blandiendo mi espada lo vi acercarse mientras ponía la última palabra

- Si no fuera por las ganas que tengo, por lo bueno que estás, y porque tienes el pedazo de carne más grande y delicioso que he probado en toda mi vida, te rechazaría justo como lo acabas de hacer tú – Pero ya teniendo mi pene sujeto firmemente con su mano derecha, me dirige una mirada divertido, mientras notaba lo atractivo que era mi amigo y recordaba lo bien que me lo había hecho pasar aquellos años de novatadas – Ya vas a ver, que sigo y seguiré siendo tu mejor alumno - Empezando a chupar dulcemente mi glande, pasando su lengua por el contorno de mi pene como si marcara hasta donde llegaría su próxima arremetida.

Gemía, gruñía, bufaba, tiritaba, y aunque no estuviese acostumbrado a ello era yo el que pedía más. El maldito cabrón tenía miles de trucos ocultos en su boca que me hacían temblar hasta las piernas… Sin duda alguna lo que más me gustada era la manera en la que hacía todo su despliegue sin un mínimo de duda, vergüenza o titubeo, y sobre todo con total masculinidad, como si por naturaleza los hombres debieran comer pollas babeantes y no chochos mojados.

Cuando ya se la metía hasta la garganta quise recordarle que en nuestro jueguecito yo era el maestro, por lo que le tome la cabeza manteniéndola estática y manteniendo la posición se la ensartaba una y otra vez en un frenético vaivén hasta que sus labios se incrustaban en mi pubis - Do you wnat to feel my thick Dick in your ass? – Le decía imaginando que protagonizaba mi propia escena de NextDoorBuddies mientras me sorprendía que el muy puto no sufría de ninguna arcada aún teniendo toda mi verga en la garganta, lo cual sin duda era una gran proeza.

Una vez creí que su boca merecía un descanso lo aparté de mí y mientras me aflojaba la corbata, y desabotonaba mi camisa sin quitarme ninguna de las dos prendas, le ordené desvestirse y pararse frente a mí; lo que hizo sin quitarme la mirada de encima, logrando incluso quemarme con ella, tal y como yo sabía que lo hacía con él… Su cuerpo era muy diferente al del niñato que era cuando lo cogía casi a diario… y sin duda mucho más sensual que el de Hanniel, Héctor, Jordán o Yahir… Estaba de puta madre, emanaba testosterona, con su espalda ancha y musculada, su pecho duro y trabajado, esa cintura gruesa y maciza que asomaba unos ligeros surcos de abdominales de piedra mientras se movía, la V en la cintura quizá menos prominente que la mía pero que junto a todo su cuerpo era de infarto, una verga blanca con capullo rosado y una piernas de campeonato que hacían justicia a su culo redondo, duro y respingado; todo esto cubierto por capas de vello recortado que iban desde lo más abundante a lo más discreto en las zonas apropiadas… Mi amigo de poca estatura, cabello liso y medianamente largo con esos pelos cortos en la barba era sin duda el mejor espécimen en el que mi verga había entrado jamás…

Una vez extasiado con su imagen, le di la vuelta, lo traje hacia mí, lo incliné un poco, le escupí el agujero ensalivando también mi miembro desprotegido y le senté sobre mí empalándolo sin contemplación. – Ahh… Enséñeme profe… - Me dijo. Sin duda, este era el único carajo sobre la faz de la tierra con el que podía coger sin condón con plena seguridad, así que al mismo tiempo, era el que me daba más placer al sentir al rojo vivo ese culo apretado y caliente… En un principio, solo se quedó sentado mientras su cabeza se acomodaba sobre mi hombro y soltaba un gemido de placer acompañado de una sonrisa morbosa; para comenzar a moverse suavemente e ir aumentando el ritmo de manera magistral… Vaya que sabía lo que hacía… Y sus gemidos guturales con su grave voz me la ponían cada vez más dura si se podía…

En un momento de morbo y dominación, me levanté del mueble sin salirme de él, obligándolo a caer hacia adelante, sosteniéndose de la mesa de centro con la palma de sus manos, y sin movernos de lugar, me dediqué a darle duro mientras me deleitaba viéndome entrar y salir de su espectacular culo, al tiempo que le sujetaba la cintura y recorría con una mano esa espalda llena de surcos… Por último, y guiado por la necesidad de ver sus gestos de placer, me salí de él cayendo de nuevo en el mueble, ordenándole que esta vez me cabalgara rodeándome con sus piernas para poder ver como disfrutaba… Se paró sobre el mueble dejando su pene a la altura de mi cara permitiéndome dedicarle un breve lametón que lo hizo suspirar, para luego inclinarse y ensalivándome una vez más con ayuda de su mano, se taladraba el mismo sin que yo hiciera el más mínimo movimiento… Así estuvimos por unos cinco minutos más, en los que dejándome llevar por el nivel de excitación quise buscar sus labios como antes y este me rechazó diciendo entre gemidos – No me vengas con esa, tú y yo sólo somos amigos - cuestión que me pareció de lo más divertida y apropiada para sostenerlo de las nalgas deteniéndolo en su faena y empezar un brutal mete y saca que me hizo acabar en un una decena de espasmos dentro de mi más brillante alumno…

De inmediato se afincó sobre mi pene aún palpitante y se corrió casi enseguida jalándosela frenéticamente, llenando mi abdomen y mi pecho con un abundante líquido casi transparente… Que después de unos breves segundos en los que recuperábamos el aliento y la razón terminamos riéndonos mientras se levantaba sacándose mi verga ya morcillona del culo y tirándome su camisa para que me limpiara…

- Entonces, ¿He aprobado el curso?- me preguntó divertido

-Con honores - respondí orgulloso – Deberías ir a limpiarte tú también, mi corrida no tardará en chorrear por tus piernas –le dije de forma inocente.

- No te preocupes, déjame disfrutar esto lo más posible. Ha sido memorable su clase magistral, teacher –Dijo tendiéndome la mano en señal de despedida…

Me fui de ahí, y una vez en casa, tome una ducha y me fui a la cama completamente relajado y satisfecho, ignorando por completo las notificaciones de mi lap.

Al día siguiente, las clases transcurrieron sin diferencia alguna, yo engalanaba con un jean azul marino ajustado, camisa blanca manga larga del modelo que más me gustaba, zapatos de vestir negros, cinturón, y muñequera de cuero de igual color… Había rebajado y limpiado mi barba y opté por engominar mi cabello como personaje de película de los 40. Como ya acostumbraba todas las chicas ocupaban las primeras hileras y estaban completamente atentas a mí… Recibí café en varias oportunidades como atención especial de Martha… Y una retahíla de preguntas de Yahir, el imprudente, sobre mis apreciaciones sobre el liceo y sus estudiantes. Fue muy puntual al mencionar a todos y cada uno de los varones que me parecían al menos simpáticos, y me hizo notar que teníamos tal vez gustos muy parecidos; obviamente su intención era curiosear mis preferencias sexuales con comentarios como – El condenado Jordán está como quiere, casi tan bueno como Ud. ¿Verdad profesor?-

Afortunadamente las respuestas quedaron pospuestas con la llegada del timbre del último receso de la mañana, en que me tocaba asumir mi primera guardia, que según la cartelera de asignaciones, me correspondía en esa oportunidad  en el gimnasio cubierto, donde apoyaría a los seleccionados para los juegos inter-colegiales supervisando el entrenamiento…

No sabía si era un castigo, si me estaban poniendo a prueba o si los dioses de la lujuria habían acordado consentirme sin parar, pero al llegar a aquél lugar conseguí a Héctor y a Jordán, vistiendo solamente un pantaloncillo de lycra azul marino, zapatillas deportivas negras con medias blancas que sobresalían por el borde, y una especie de casco protector en sus cabezas; su torso estaba desnudo mostrando aquellos cuerpos tan juveniles y perfectos, cubiertos de gotas de sudor que chorreaban entre una piel y la otra en esa danza al mejor estilo de la lucha… Yo me embelesé notando como sus músculos se contraían con el esfuerzo, sin perder la oportunidad de ver sus bonitos traseros cada vez que se inclinaban regalándome hermosas vistas, sus paquetes hinchados, y las posiciones casi sexuales en cada llave que se aplicaban… Sin duda eran el ying-yang de la sensualidad encarnado en dos pubertos casi hombres. Yo sentado con la carpeta sobre las piernas tapando mi erección, me regañaba mentalmente por lo caliente que había estado los últimos días; recordándome que después de haberme cogido accidentalmente a uno de mis estudiantes, debía cuidarme muy bien de follar a otro, o de que me pillaran morboseando a alguno…

Al otro lado de la cancha, otros jovencitos llamaron mi atención, pero estos hacían una especie de circuito, por primera vez me fijaba en Elio, de tercero, vaya que el condenado se gastaba un culo de campeonato… Además de que su actitud de niño malo y saboteador le daba ese aire de “próxima víctima” que no podía permitirme notar.

Cuando noto que la guardia casi termina, llamo la atención del grupo y les indico que es momento de ducharse para retirarnos… sin darle mucha importancia a que Héctor no me dirigía la mirada… Me quedé sentado en mi lugar esperando a que se me bajara el calentón del día, lo que no me resultaba muy sencillo sabiendo que a pocos metros de mí todos estaban desnudos bajo las regaderas, pero ya al ver que salían del gimnasio vestidos y a prisa por abandonar la institución, me encaminé yo a los baños para vaciar mi vejiga, que a punta de tanto cafecito de Martha estaba a explotar. Noté una regadera aún abierta en un cubículo vacío, pero la necesidad antes de llevarme a cerrarla, me llevó directo al urinario y asumiéndome sólo saqué mi verga campante apuntándola para soltar un abundante chorro que como todo hombre terminé sacudiendo para sentir en toda mi mano que había manchado mi bóxer de abundante precum y tenía todo el capullo pegajoso, por lo que con la verga afuera me dirigí a la ducha abierta para aprovechar lavarme un poco el miembro y las manos y cerrarla…

Vaya sorpresa me di mientras caminaba con la verga semi-erecta en la mano, Héctor salía de los vestuarios quedando pasmado al verme en aquellas condiciones, pero dedicando unos cuantos segundos más a discriminar mi longitud… Y con un rápido y nervioso – Hasta mañana profesor - lo vi partir  dejándome cachondísimo y al mismo tiempo muerto de la vergüenza.