El taxita
Ella gritaba y me miraba por el espejo retrovisor, me echaba miradas de puta y me sacaba la lengua, cogía dos dedos de su mano y se los metía en la boca incitándome, yo estaba totalmente cachondo
Mi nombre es Manuel, y ejerzo de taxista en la ciudad de Las Palmas, la verdad es que es un trabajo muy cansado, todos los días tienes que estar horas y horas sentado, conduciendo para aquí, hiendo para allá, y lo peor es aguantar a la gente. Pero ser taxista tiene también sus buenos momentos y sus anécdotas, como la que os voy a contar:
Una noche de Agosto –no me acuerdo muy bien qué día exactamente- me dirigía hacia la plaza de San Telmo por la calle de León y Castillo, cuando veo un dedo en alza que me indicaba que parara, me arrimo a la derecha y se suben al coche una pareja, él era moreno, alto, se veía que era chico de gimnasio, vestido con una camisa bien apretada y unos pantalones vaqueros que sujetaban un cinturón fino de color negro, y zapatos de charol. Ella la verdad que era una bomba de mujer, era rubia, de pelo degradado, ojos verdes y labios carnosos, su cuerpo era de estrella, con pechos bien formados para su cuerpo, unas piernas largas y finas, llevaba un vestido de noche color vino, parecía terciopelo, pero era otro material, llevaba unos tacones de aguja que le subían por la pierna con tiras de un negro cuero.
-A la plaza de Maspalomas- dijo él con voz decisiva.
Yo, como buen profesional, callé la boca, encendí mi taxímetro y empecé a rodar. Era un buen servicio, pues me iba a quedar con ellos por lo menos treinta minutos, que es el tiempo que más o menos se tarda desde esa distancia a la plaza de Maspalomas que está en el sur de la isla.
Iba tranquilo, es más ellos me dijeron que no tenían mucha prisa por llegar, y yo la verdad es que ese día no tenía ganas de correr. La cuestión es que por el espejo retrovisor me puse a mirar el escote de la rubia, ¡estaba como para hacerle un par de favores! No lo hacía descarado, hacía que miraba por el retrovisor para ver si venían coches por detrás, pero en realidad se me caía la baba por los melones de aquella chiquilla. Ella se tubo que dar cuenta, porque en un de esas miraditas me miró a los ojos, y creo que me respondió con una mirada de zorra, que la sentí en la punta de mi polla. Yo la verdad que iba bastante cómodo, pues ese día me había puesto pantalones chándal, y así casi no sentí que mi polla empezaba a ponerse dura.
La cuestión es que cuando menos me lo esperé empezaron a besarse en el asiento de atrás, pero no eran besos románticos ni nada de eso, parecía que el chico se la iba a comer por la boca, no dejaba de sobarle los pechos, pechos que dejaron ver la explosión de sus pezones a través de la apretada prenda, ella gemía muy bajito, y él parecía disfrutar con los apretones que ella le daba por encima del pantalón. Me imaginé que él tendría la polla como yo en ese momento. Vi que suavemente el chico le bajaba las tiras del vestido a la chica y dejaba ver aquellas dotes, ¡Dios qué dotes! No eran muy grandes pero su piel era tersa y le brillaban como el sol, sus pezones estaban en punta y ella estaba cachonda. No dejaban de porrearse y ella le sobaba por encima del pantalón la polla, él sin embargo disfrutaba mucho con sus pechos. Él se despegó de ella, y empezó a lamerle los pechos, y sus manos bajaron a su entrepierna. ¡Pero qué es esto! La muy guarra no llevaba bragas, tenía un conejito afeitado y muy limpio, el tío le pasaba los dedos por el conejo, y ella empezó a gemir como ignorando que yo estaba delante, mientras su pareja le lamía las tetas y le cogía todo el borrego. Ella gritaba y me miraba por el espejo retrovisor, me echaba miradas de puta y me sacaba la lengua, cogía dos dedos de su mano y se los metía en la boca incitándome, yo estaba totalmente cachondo, su novio ya había bajado hasta su vagina, le había subido el vestido que ahora estaba en forma de flotador alrededor de su vientre, semi-acostada en el asiento de atrás, mientras el chico bebía de su jugo vaginal, yo iba como una moto, aunque el pedal poco apretado. Cuando el chico se cansó de comerle en coñito tan rico que tenía la tía, se incorporó y le terminó de quitar el vestido, cosa a la que ella accedió, luego se semi-sentó en un lado del silló y se desabrochó el cinturón, ella le quitó el botón y le bajó la cremallera, apartando el calzoncillo de licra le sacó el pedazo de trabuco que se metió sin vacilación en la boca. La tía le comía la polla como toda una profesional, sacaba su lengua y se la pasaba por todo el tronco, para terminar después metiéndose la cabeza en la boca, después con movimientos suaves y haciéndole una paja ala vez le comía el trozo. Así estuvieron durante unos minutos, hasta que él la levantó y se la puso encima mirando hacia mí, la tía estaba fuera de sí saltaba como una coneja por la pradera y gritaba como una hiena, fue cuando pasó, la tía escapó una de sus manos por entre los asientos del piloto y el copiloto y agarró mi palanca de mandos que estaba en punta, la tía me apretó la polla con fuerza y desde fuera del pantalón se ponía a frotarme.
Fue cuando decidí que aquello tenía que terminar, que tenía que apuntarme a la fiesta, fue cuando llegamos a la altura del Aeropuerto cuando me desvié a la derecha y me metí en la zona industrial de Ojos de Garza, era de noche y no habría nadie con un poco de suerte. Y así fue, aparqué el coche, me retiré el cinturón y me bajé los pantalones, me puse de rodillas en los dos asientos delanteros, dejando mi gran polla al descubierto por la rendija de entre los asientos, su chico no parecía importarle que me apuntase a su fiesta pues él estaba muy entretenido haciendo saltar a la zorra. Ella me agarró la polla y empezó a frotársela por las tetas, estaban duras y suaves, luego sin vacilación se la metió en la boca. Sentí que me derretía como un helado al sol, la tía la chupaba mejor de lo que me había imaginado, me estaba haciendo volar, la agarré por los pelos y la incité a que no dejara de mamármela. Hacía mucho calor, era de noche pero era una noche de Agosto, la calle misma estaba caliente, fue cuando me invitaron a salir del taxi, y fue cuando me toó clavársela, su novio se había sentado encima del capo y ella en una postura de agachada le lamía la polla con la misma profesionalidad que una puta de lujo, su conejito jugoso estaba a mi alcance, no me dio por probarlo primero con mi lengua, estaba tan salido y con la polla tan caliente que se la clavé por detrás sin vacilación. Empecé a meterle la polla como un toro se folla a las vacas, le tocaba los pechos, fue cuando me pareció sentir que la tía gemía más que cuando se la estaba follando su novio, y eso que el tío tenía una buena polla, tanto como la mía. Me separé al cabo de un momento para comerle el coño, fue cuando ella aprovechó para seguir comiéndole la polla al chico que parecía no tener prisa por bajarse del capó. Yo le estaba comiendo el conejo, era un conejo suavecito y bastante jugoso, me bebí todo el jugo que pude, después volví a la postura inicial y volví a metérsela, ahora mi polla se resbalaba con más rapidez, y el gusto se me hacía mayor.
Fue por la parte de atrás y abrí el capó, por suerte siempre llevo una manta en el coche, ella se postraba ahora en el capó mientras el musculoso la perforaba a pienas abiertas. Puse la manta en el suelo firme y me acosté, la chica se puso encima de mí y empezó a saltar mientras yo la cogía por la cintura y a la vez le comía la polla a su compañero, aquella puta saltaba mejor que una coneja. Lego ella se echó sobre mí y su novio se dispuso a metérsela por el culo, fue cuando ella empezó a gritar como una perra, pues la estaba atornillado por los dos agujeros de su cuerpo, la tía se volvió loca y sentí como se corría en mi polla, pero la tía seguía y seguía, no se para ba ante nada, el novio se levantó corriendo y se empezó a menear la polla delante de ella que se había incorporado mientras seguía encima de mí, fue cuando el tío la bañó con su semen espeso por encima de sus tetas.
La hice levantar y la apoyé nuevamente las manos en el capó del coche y volví a meterse por detrás, ella gemía de placer y mi polla no aguantaba mucho más, fue cuando se la saqué y empecé a gritar de gusto al sentir como mi leche caliente me salía por la punta del cipote y le mojaba todas las nalgas a la tía, ella se puso de cuclillas y terminó dándonos un concierto a doble micro.
Después de eso tuve que coger otra vez el volante, los llevé hasta su destino, ahora un poco más rápido que antes, el taxímetro siguió andando mientras nos follábamos a aquella zorra, pues se me había olvidado pararlo, al llegar a Maspalomas marcaba noventa y ocho euros, pero les dije que no me pagaran, que ya me daba por pagado, pero aún así me dieron diez euros para un cortadito como me dijeron. ¿Cómo iba a cobrarle si ya me había pagado con dejarme follar a su novia? Tras de eso no los volví a ver, porque creo que si volvieran a subirse en mi taxi, volverían a tener otro viaje gratis…