El tamaño importa - 9

Dani recibe una visita sorpresa que provoca que todo parezca ir encauzándose con las chicas, solo para volver a ponerse de nuevo cuesta arriba sin que sepa por qué.

El tamaño importa - 9

Tras nuestra charla y para mi sorpresa, el lunes Marta directamente se sentó a mi lado en la universidad. No pregunté para nada, estaba muy tranquilo como para meterme en más problemas con ella. En casa todo parecía seguir como siempre, excepto el hecho de Maite hablando de su "Juanpi", cada vez empezaba a tomarle más asco al chaval, era escuchar su nombre y revolvérseme las tripas. Lo malo es que la buena de mi compañera de piso parecía no tener otro tema de conversación, y cada vez que salía a pasear yo me largaba discretamente para evitar terminar soltando alguna burrada.

Sara, por su parte, dejo al chico con el que supuestamente empezaba a salir, por lo que comentó, llevaban tres citas y ya le había montado un pollo por saludar a un amigo, de modo que tras la escenita de celos le pegó la patada en el culo diciéndole que se buscase otra gilipollas que le aguantara. Marta seguía quedando conmigo como antes, solo que de follar los dos nada, y eso que os garantizo que la veía más de una vez mirándome de reojo mientras se relamía.

Solo quince días después de todo esto tuve una nueva sorpresita en forma de mi hermana Eva, me avisó como de costumbre en ella, tarde, rematadamente tarde, y con hecho consumados, concretamente cuando ya estaba casi llegando a la casa donde vivía con Sara y Maite, me llamo por teléfono justo antes de que tocara el telefonillo. La cachonda me dijo que venía de camino, y que no se preocupase que se quedaba conmigo, que me avisase cuando llegara a la ciudad..., entonces fue cuando sonó el telefonillo, contesté y sorpresa, Eva, riéndose a carcajadas me dijo que le abriese que ya había llegado a la ciudad, fue la mar de graciosa.

Era viernes, y mis compañeras se habían marchado por la tarde, según ellas a un cumpleaños de una amiga, allí habían quedado también con el tal "Juanpi", como se encargo de explicar más de diez veces Maite antes de irse. De modo que yo salí a dar una vuelta con mi hermana y a enseñarle la ciudad por la noche evitando cuidadosamente por donde podía suponer que andarían estas con sus acompañantes. La complicidad que tenemos ambos es muy grande, os aseguro que en más de una ocasión seguro que parecíamos mas una pareja, que dos hermanos, a nuestro regreso a casa completamente reventados de divertirnos, y como mi cama era grande, decidimos no abrir el sofá cama, acostándonos los dos juntos como hacíamos muchas veces cuando éramos pequeños.

Por la mañana cuando nos levantamos me llevé una nueva sorpresa, en el salón estaban desayunando Maite, Sara y Marta, cuando me vieron entrar con una cara de sueño que tiraba de espaldas las tres se empezaron a reír. Estuve preparando el desayuno, dos tazas, lo que aumento sus risas y miraditas entre ellas viéndome, duro justo hasta que entro Eva, que acercándose por detrás a mí, me pego un beso en la mejilla con todo el cariño. Lo cierto es que estaba a punto de presentarla cuando pude ver las caras que pusieron las tres, a cual más extraña, por lo que decidí no hacerlo como mi hermana, me limite a presentarla simplemente como Eva medio muerto de risa por dentro al verlas. Mi hermana se sorprendió un poco, pero nos conocíamos muy bien, solo tuve que hacer un pequeño gesto de nada para que no me hiciese preguntas al respecto y aceptase la presentación.

El caso es que las caras que pusieron las tres me sorprendieron, ninguna puso un buen gesto cuando vieron salir a Eva de mi habitación. Sabía de sobra que yo les gustaba a las tres, aunque también pensaba que solo me querían de ese modo por lo que me querían, en el caso de Marta lo había catado, y en el de las otras dos no tenía la menor intención de intentar nada o de que pasase nada con ellas. Bueno, confieso que por un lado era más que consciente de mi creciente atracción por Maite, podía estar engañándome durante unos días, diciéndome que mi molestia con ella era solo por ser tan pesada con su novio, pero sabía que la realidad era otra. Ese chaval me caía mal, rematadamente mal, simplemente por ser el novio de Maite, y no por ningún otro motivo valido. Os aseguro, que pese a lo que me desconcertaba Maite, ver la cara que había puesto al ver a Eva y pensar mal de nosotros, fue como un pequeño bálsamo.

Tras desayunar, en un ambiente, digamos que "relajado", las tres se marcharon a la habitación de Maite, según ellas para vestirse, ya que se pensaban ir de compras. No pude evitar quedarme mirando a Maite cuando se dirigía a su habitación, igual que desde hacía un tiempo, me quedé con los ojos clavados en ella y se me fue el santo al cielo que se suele decir. Cuando cerraron la puerta de la habitación mi hermana entró al trapo con una sonrisita irónica en su rostro:

  • ¿Cuál de las tres es quien te gusta? -me preguntó Eva.

  • ¡Eh!, no, veras, no es que me guste una más que otra -dije apurado.

  • Hermanito, te has quedado mirando abstraído por completo, y eso solo te sucede cuando algo te atrae mucho. Por cómo te has quedado mirándolas cuando se han ido, está claro que al menos una de las tres te gusta lo suficiente como para sacarte del mundo cuando la miras.

  • Maite -dije simplemente.

  • ¿Y se lo has dicho?

  • ¡¡No!! ¡¡No, por supuesto que no!! Tiene novio, además, aún en caso de querer solo seria por lo de siempre, por el tamaño de... bueno... Mira, mejor dejémoslo -dije tragando saliva.

  • ¿Por el tamaño de tu polla? -preguntó socarrona.

  • ¿Pero tú como sabes eso?

  • Pues porque te recuerdo que te liaste con dos de mis mejores amigas, cuando las aguas volvieron a su cauce entre nosotras, me contaron de..., tu virtud secreta, además, recuerda que te pillé infraganti sobre mi cama y algo pude ver por mí misma, fue una imagen imborrable, créeme, Jajajajaja -dijo riéndose.

  • Ya bueno, sí, eso mismo que has dicho –admití un poco avergonzado.

  • Supongo que no se lo has preguntado tampoco, ¿a qué no?

  • No claro, solo se reiría de mi, como digo solo le intereso por mi polla -dije tajante.

  • Ya, el problema, es que si no preguntas, es imposible que saque algo en claro, quizá ella este por ti.

No hice el menor caso, me empecé a reír con ganas de la ocurrencia de mi hermanita. Aún tardaron bastante las tres en terminar de arreglarse, nada más salir mi hermana se levantó y para mi sorpresa se dirigió a mis tres amigas:

  • Bueno, creo que la broma de mi hermano ya ha ido muy lejos, mi nombre es Eva, y como ya he dicho, soy la hermana mayor de Dani, encantada de conoceros a las tres -vi como las chicas se quedaron con la boca abierta.

  • Perdonad, pero no pude evitarlo, es que pusisteis unas caras muy raras cuando la visteis –dije sonriendo, aunque por lo que vi, no les hice ni pizca de gracia a ninguna.

  • ¿Donde vais a ir? -preguntó Maite tras darle dos besos a Eva.

  • Pues la llevare por el centro y luego ya sabes, una visita turística a los alrededores, por supuesto también a la universidad.

  • Os acompañamos las tres -propuso Marta, cosa que Sara y Maite aceptaron en el acto.

  • Dani, dúchate y luego nos vamos, ¿vale? -dijo Eva.

  • Vale, ahora mismo voy, no tardo.

Después de ducharme le toco el turno a Eva, como siempre en ella, tardo lo que no está en los escritos, pero debo de reconocer, que como siempre, luego salía del baño con una alegría contagiosa. Durante ese fin de semana las tres chicas no se separaron de nosotros, pero lo que más me gusto es que no había ni rastro del tal "Juanpi" cerca de Maite.

La última noche que pasaba mi hermana con nosotros, por cierto que Marta también se había quedado a dormir todos los días, tuvo una charla la mar de interesante conmigo:

  • ¿Por qué no te lanzas sobre esa chica? Sabes, no creo que te haga muchos ascos.

  • Ya, me gustaría, pero tiene novio y no creo que este muy por la labor conmigo.

  • Pues te equivocas de medio a medio, lo cierto es que le gustas Dani.

  • ¿Y tu como sabes eso?

  • Muy simple, porque hice lo que tú deberías de haber hecho, les pregunte a las tres a quien era a la que le gustabas.

  • ¿Y te contestaron? –pregunté ansioso.

  • Evidentemente, le gustas a la tal Maite, y creo que las otras dos están intentando que no te desmandes con nadie para que tenga una oportunidad.

  • ¿También te lo han dicho ellas?

  • No, lo cierto es que no ha hecho falta, sus caras cuando me vieron el primer día salir de tu habitación fueron todo un poema, y sabiendo a quien le gustas, no es tan difícil saber lo que las otras tratan de hacer. Por cierto Dani, mantén el cacharrito ese que tienes guardado si de verdad te interesa esa chica, no creo que aguante mucho más el que te líes con otras en su cara.

  • Y que si lo hago, ¿te olvidaste de que tiene novio?

  • No, pero tampoco me olvido de que eres mi hermano y a veces pareces idiota del todo. A ese solo lo quiere cerca para ponerte celoso y ver si te animas de una puñetera vez con ella. Incluso por lo que me dijo aparece ante ti también de lo más insinuante, solo que no pillas una ni por casualidad -suspiró-, menudo desastre que eres en esto, de verdad Dani.

  • Pues no creo que tenga de que quejarme, follo todo lo que me da la gana y más.

  • Hermanito, eres un imbécil, serás un especialista en llevarte a una chica a la cama, pero sobre relaciones, créeme que no tienes ni puta idea.

  • ¿Y qué sugieres que haga según tu? –pregunté un poco picado.

  • Antes de que te volvieses un gilipollas por culpa de tu cacharro, eras un chico la mar de agradable, así que, procura volver a eso. Simplemente invítala a salir, y deja que las cosas sucedan, tan solo eso, no intentes complicarlo avanzando rápido hacia la cama.

  • Eva, te quieres dar cuenta de que somos compañeros de piso, que si hago lo que tú dices y estas equivocada, nos pondríamos los dos en una situación muy complicada.

  • ¿Y si te dice que sí, que? Además Dani, esa chica te gusta, y si no pruebas nunca lo sabrás. Solo la puede joder el que lo intenta, el que no lo hace, solo ve pasar las oportunidades delante suyo. No te digo que te lances como un kamikaze, sino que hables con ella e intentes ver hasta donde os lleva esto.

  • De acuerdo, hare lo que dices, pero prepárate para cuando por culpa de intentar salir con ella tenga que mudarme de casa y buscar otra con nuevos compañeros.

  • Lo hare, pero también me preparare, para cuando me tengas que pedir perdón por ser tan tonto y darme las gracias por el empujoncito que te estoy dando ahora -dijo maliciosa.

  • Ya te veo, ya, lo que no se es que ganas tú con esto, y no me vengas con eso de que eres mi hermanita que me quiere mucho.

  • Lo cierto es que soy tu hermana y te quiero mucho, también que quiero que seas feliz. Espero que de este modo dejes en paz a mis amigas, imagino que teniendo novia mantendrás tu monstruo lejos de ellas y sus hermanas -dijo con mala idea y tono irónico.

  • Eso ha sido un golpe bajo -le reproché.

  • No hermanito, eso solo ha sido la verdad -repuso Eva.

Eva se marchó por la noche, al día siguiente fuimos todos a la universidad, sentándose de nuevo Marta junto a mí, lo que me empezaba mosquear, era un comportamiento raro en ella y nada acorde con el que había estado manteniendo conmigo el resto del año.

El fin de semana el jueves era fiesta por lo que tenían planeado irse a una casita rural con varios del grupo de amigos, tanto chicas como chicos, de modo que cuando me preguntaron si me apuntaba, en esta ocasión no lo dude ni un solo instante, acepté. El martes estuvimos los tres preparándonos las cosas que nos llevaríamos ese fin de semana. Decidimos que el miércoles los tres iríamos con mi coche, aunque al final terminamos optando por el de Maite ya que tenía más maletero y creedme que llevaban unos cuantos bultos, de modo que ese día se lo llevo a la uni para salir desde allí. Lo único que nos faltaba saber es si Marta se vendría con nosotros o tenía intención de irse con su coche, en cuyo caso, o Sara o yo la acompañaríamos, pero al final decidió, que puesto que con el coche de Maite había sitio de sobra, se iba con nosotros.

Nos dirigíamos en dirección a la casa rural que habíamos alquilado para ese fin de semana cuando por curiosidad les pregunté sobre el tal "Juanpi", había ido preparado para tener que llevarle también, pero sin embargo no apareció, lo cual pico mi curiosidad.

  • Maite, ¿cómo es que no ha venido tu novio?

  • ¿Y quién se supone que es ese? -preguntó irónica.

  • Pues el tal Juanpi ese con el que te ves tanto, ¿no?

  • Pues no, no es mi novio para nada, además, no cantes victoria aún, seguro que se las arregla para que alguien le traiga también, es más pesado que un saco martillos, no para de perseguirme -respondió con total naturalidad.

  • ¡Pero si parecía tu novio!, no parabas de hablar de él -exclamé sorprendido.

  • Pues no, solo es un payaso con el que follé una noche, reconozco que me deslumbre un poquito con él, y que me resultó un chico muy divertido, pero ahora es más un problema que otra cosa. Parece que no quiere entender que no pienso tener nada serio con él, solo fue un polvo de un día y nada más que eso, es duro de oreja el chaval, debe de pensar eso de que el que la sigue la consigue, y créeme que me tiene ya más que harta.

  • ¡Leches!, yo pensé que... -me cortó Sara.

  • Tu lo que has hecho precisamente es no pensar Dani, por lo menos con la cabeza. ¿Se puede saber a qué esperas de una vez? -dijo Sara enfadada.

  • No sé a qué te refieres.

  • Claro que lo sabes, seguro que tu hermana hablo contigo y te dejo claras algunas cosas. ¿No piensas echarle huevos, o qué? -preguntó Sara.

  • ¿Y si me dice que no? Entonces, que, ¿eh? -respondí un poco a la defensiva por tanto ataque.

  • Si te dice que no, créeme que solo seria por joderte un poco -dijo Marta-, solo por hacerte pagar el haber estado conmigo y no darte cuenta de nada mas -termino riéndose.

  • No le veo la gracia -dijo Maite arrugando el morro.

  • ¿Pero no le dirían en serio que no, verdad? -apostilló Sara.

  • Claro que no -dijo Maite poniéndose un poco colorada-, pero tampoco hay que decirlo de ese modo.

  • Jajajajajajaja, pero si es la verdad, seguro que le dirán que no por fastidiarle un poquito y que sufra, ¿o no? -siguió pinchando Marta.

  • Bueno, quizá un poquito si -admitió Maite sonriendo.

  • Bien, entonces considérate preguntada Maite -dije.

  • ¿Pero a ti te parece normal esto?, desde luego lo mejor que podría hacer es mandarte a hacer puñetas, menuda petición para salir más cutre -exclamo Sara un tanto mosqueada.

  • No -dijo Maite-, así no acepto.

  • Maite, me gustas muchísimo, me da un poco de miedo decírtelo por si estropeo la estupenda relación que tenemos, pero de verdad que me encantaría que saliésemos juntos. Aceptas salir conmigo -dije en tono formal mirándola fijamente.

  • Creo que me lo voy a pensar un poquito –dijo risueña, riéndose después.

  • ¿Eso quiere decir que ya me darás una respuesta, que no, que si…?

Como toda respuesta, paro el coche en el arcén, puso punto muerto, puso el freno de mano, y luego se abalanzo sobre mí. Nada mas sentir sus labios sobre los míos hice lo que ella, intentar comérmela viva, mientras que Marta y Sara nos ovacionaban, llamándonos también caníbales en broma. Cuando nos separamos jadeantes me fije en Maite, y vi que debía de estar tan excitada como yo, principalmente por el modo en cómo se clavaron sus pezones en mi pecho al abrazarnos. El resto del camino lo pasamos los dos en silencio, mirándonos y sonriendo, mientras que las otras dos no paraban de reírse de nosotros, martirizándonos todo lo que podían.

Al final tal y como dijo Maite, también apareció el tal Juanpi, acompañado de otros dos chicos más que habían invitado y no conocía. Por lo que vi cuando nos vimos, no sé qué le jodío mas a quien, si a mí el que el tal Juanpi hubiese ido, o a esos tres mi presencia junto a las tres chicas. Para terminar de arreglarlo, éramos dios y la madre, a última hora con todos los que se apuntaron, se consiguió obtener dos casas rurales, una junto a la otra. En total veinte personas, nueve chicas y once chicos, de las chicas solo cinco tenían pareja, que estaban como podréis suponer, entre los doce chicos.

Para dormir nos acoplamos por parejas en las habitaciones, pero dado que eran cuatro chicas libres, y de inicio tenían pensado compartir entre ellas habitación, me jodieron la oportunidad de empezar allí mismo mi feliz relación con Maite de tan buena manera. Éramos un total de seis chicos para cuatro chicas libres, se preveía un fin de semana de líos continuos. Dejamos todas las cosas en las habitaciones, a mí por suerte o por desgracia, me toco un tal Gonzalo al que ya conocía de vista. El chaval me parecía el típico guaperas, algo creidillo y fantasma cuando de tías se trataba, deduje, por cómo se afano en prepararse para salir a dar una vuelta todos juntos esa noche, que le habría puesto el ojo encima a alguna de las cuatro "solteras".

Salimos esa noche a buscar un buen lugar donde poder cenar con tranquilidad y luego, por supuesto, uno donde poder bailar. Durante el paseo y la cena estuve un poco ajeno al jolgorio general, desde ese primer instante poco a poco me fui haciendo una idea de quien, como, y por quien, andaba cada uno de ellos. De los otros cinco chicos sin pareja, Maite, Sara y la otra chica interesaban a uno de ellos cada una, sin embargo, Maite por lo que observe, era el blanco de dos de los chicos, el tal Juanpi, y mi compañero de habitación, Gonzalo.

Una vez en el local donde habíamos ido a bailar, casi tuve que abrirme paso a empujones para conseguir un baile con alguna de ellas. Logré bailar una vez con Maite y Marta, dos más con Sara, y por último, también uno con la otra chica que no tenía novio. Se fueron definiendo muy bien los intereses de cada uno. Esa noche nos fuimos relativamente pronto a dormir, para mi asombro, antes de meterse para su habitación, y aprovechando un momento en el que quedamos a solas, Maite se colgó de mi cuello besándome, algo que no me pesó para nada devolverla con toda intensidad. Tras separarse, mirándome con ojos brillantes, me soltó un "te quiero" antes de cerrar la puerta de la habitación, dejándome un poco perplejo con ella, ya que supuestamente aún no me había dicho que si. Me sonreí, entendía que lo hacía como castigo por tirarme a Marta sin darme cuenta de que yo a ella le gustaba, pero también quería que supiese que en cuanto pasase el castigo la respuesta seria sí.

Esa noche, el tal Gonzalo estuvo hablándome autenticas maravillas sobre una increíble chica de nombre Maite, lo que supongo que no me agradó excesivamente, porque el chaval antes de daba igual, y ahora me estaba empezando a caer como una patada en el culo. El tener que estar escuchándole durante un buen rato al final logro ponerme nervioso con tantas virtudes sumado a las descripciones de su según él, espectacular belleza e increíble físico. Por contestación a su perorata, simplemente le indique que también yo estaba interesado en ella.

Lo cierto es que, según termine de decirlo, Gonzalo se empezó a reír a carcajadas, incluso se le saltaban las lagrimas, me salió al paso con una de sus sonrisas de superioridad, luego se puso en plan fantasma vacilando de el mismo y de todas las tías que, según él, se había calzado. Estuvo riéndose un buen rato a mi costa, quitándole importancia y confraternizando conmigo entre comentarios jocosos sobre cómo pensaba intentar llevársela al huerto justo delante de mis narices. No sabéis bien, las ganas que me dieron de partirle la cara según hablaba, al final me puse serio, y pareció que me entendió, porque lo dejo estar.

Por la mañana me levante casi el último, cuando llegué abajo estaban casi todos desayunando, solo faltaba una de las parejas. Me serví un poco de café con leche, me hice con unos bollitos que habíamos llevado y me fui a sentar al lado de Maite, que en ese momento había dejado libre Sara. Fue muy divertido, según me senté, Maite se levanto con sus cosas y se cambio de lugar, yéndose a poner entre dos de los otros chicos, uno de ellos el otro que estaba interesado en ligársela, Juanpi, dejándome allí con cara de idiota. No dije nada de nada, nadie tampoco hizo comentario ninguno al respecto, el único que me miraba con cara de diversión era Gonzalo, mi adorable compañero de cuarto.

Esa mañana teníamos intención de irnos a un publicito cercano y empezar allí una pequeña ruta de senderismo. Para nueva sorpresa mia, no tuve sitio en el coche de Maite, en el iban a ir Sara, Gonzalo y otro de los chavales, el tal Juanpi. Yo me logre colocar junto con Marta en el coche de una de las parejas. Si dijera que estaba enfadado no os equivocaríais ni lo mas mínimo, tampoco si supusierais que Marta, a mi lado, no parecía menos enfadada que yo, sin embargo no parecía que lo estuviese con Maite, sino conmigo, lo que no sabía bien cómo interpretarlo.

Cuando llegamos todos nos fuimos poniendo tranquilamente en marcha, en el primer kilometro se fueron haciendo los grupitos típicos para ir hablando. Ninguna de estas tres parecían dispuestas a entablar ninguna conversación conmigo, lo que aún me mosqueo muchísimo más, el problema es que pensaba que todo esto se debía al supuesto deseo de Maite de hacérmelo pagar un poquito, y me estaba dando la sensación de que se estaban pasando de la raya con la gilipollez. Decidí que si cuando estuviésemos terminando la ruta, ninguna se había acercado a mí, seria yo quien me dirigiese a alguna de ellas para ver de terminar con la estupidez, menudo corte que me llevé.

Solo tres o cuatro kilómetros antes de que regresásemos por fin al punto de partida, me acerque a Sara, que me pareció la más accesible en esos instantes para poder hablar con ella de forma discreta:

  • ¿No os parece que os estáis pasando ya con la broma, Sara? -pregunté.

  • ¿De qué broma hablas? -me devolvió la pregunta en tono cortante.

  • De esto de ignorarme como si hubiese cometido un crimen -repuse.

  • ¿Y apostar con Gonzalo consideras que no lo es? -preguntó, dejándome a cuadros.

  • ¿Como que apostar? ¿Apostar qué? ¿Se puede saber de qué coño estás hablando? -pregunte estupefacto del todo, parándome incluso por la sorpresa.

  • Pues de que va a ser, de la ap... -se detuvo en seco al ver mi cara-. Espera, espera, espera, un momento... ¿no hablaste nada con Gonzalo sobre Maite? -preguntó nerviosa.

  • Bueno, yo no lo llamaría a eso hablar con él sobre Maite. Gonzalo anoche me estuvo volviendo loco hablándome de ella, de lo mucho que le gustaba, de lo buena que estaba, de que pensaba ligársela y todo eso, de modo que le dije que yo también estaba interesado en ella para que dejase ya el tema porque me estaba empezando a cabrear y al final me puse serio con él, nada más, pero no comente nada, ¿por qué? -respondí perplejo, sin terminar de procesar aquello.

  • ¡¡Pero qué hijo de puta!! -exclamó Sara.

  • ¡¡Coño!! -respingué al escucharla-, ostias Sara, que no es para tanto...

  • No, no me refería a ti -dijo escueta-, sigamos. Ahora vuelvo, no te acerques a nadie, sigue solo -me pidió mientras aceleraba el paso para reunirse con los que iban delante.

Como supondréis, en cuanto me quede solo y pude pensar con calma, no me costó mucho deducir que alguien debía de haberle dicho algo a Maite o a alguna de las otras dos sobre mí, tampoco os sorprenderé, si digo que mis sospechas directamente apuntaron en el acto a Gonzalito, al que empecé a mirar con ganas de reducirle a una masa de pulpa sanguinolenta. Vi como Sara se reunía con Marta y Maite, cambiaba dos palabras con ellas y las tres se quedaban paradas. Vi que me miraban las tres mientras hablaban entre ellas, también que Maite y Marta iban poniendo cada vez peor cara. Tras eso me dio la impresión de que me miraban un poco nerviosas mientras me acercaba a ellas, en especial Maite.

CONTINUARA