El tamaño importa - 8
Por meterse donde no les llaman, Maite y Sara crean un grave problema entre Marta y Dani, dando como resultado una conversación entre ellos la mar de desagradable
El tamaño importa - 8
Durante la siguiente semana todo se desarrollo por sus cauces habituales, ni Sara, ni Maite volvieron a sacar de nuevo el tema de Marta, aunque yo lo tenía muy claro al respecto y no hice el menor intento por aclarar nada. Como habitualmente pasaba, el viernes salí con ellas dos y varios compañeros de la Uni, el sábado habíamos quedado Marta y yo, pero resulto un autentico fiasco, le había bajado la regla y según sus propias palabras, "no estaba como para nada de nada". Fuimos a cenar, a ver una película y luego a su casa, donde me despidió en la puerta con un besito.
Volví a casa sobre las tres de la mañana y me lleve una autentica sorpresa cuando entre en el piso. Nada más pasar la puerta escuche los primeros ruidos, despacio, con cuidado de no meter escándalo cerré con sumo cuidado. Después de puntillas me dirigí hacia las habitaciones, para mi sorpresa me encontré con las puertas de ambas cerradas, y al pegar un poco la cabeza a las mismas, pude escuchar al otro lado, gemidos y jadeos, junto con palabras en algunos casos ininteligibles. Sonriendo me fui a la cama, pensando en darles una sorpresa y hacerles pasar un pequeño mal rato al día siguiente a las dos.
A la mañana siguiente el que se llevó una sorpresa fui yo. Contra lo que creía, que era que ambos maromos se habrían marchado cuando yo me despertase, me los fui a encontrar según salí de mi habitación y entre en la cocina. Para colmo de males fueron ellas dos quien sin darle importancia nos presentaron a los tres, encontrándome saludando a los dos chavales sin saber muy bien qué hacer, no me había esperado eso para nada.
Todo fue de lo más normal, nos pusimos a desayunar los cinco, una vez roto el hielo entre ellos y yo, lo cierto es que estuvo bastante divertido, hasta que las dos se despidieron de nosotros para ir a cambiarse, no sé porque, pero si bien que el chico que estaba con Sara la besase no me importó en lo más mínimo, lo cierto es que cuando el otro beso a Maite... Fue como si me hurgaran en las tripas, me sentó fatal, pero fatal, fatal, sobre todo ver como ella le devolvía el beso, y además sin cortarse ni medio pelo, se colgaba de su cuello aumentando con ello su intensidad. No os hacéis una idea de cómo me sentó de mal ver eso.
Después de irse ellas a sus habitaciones, puse mi mejor sonrisa y también yo me despedí con la escusa de ir a vestirme. Cuando entré en mi habitación sentía en la boca el sabor de la sangre, me había mordido el labio de rabia mientras me iba a mi cuarto, una vez allí, tuve que limpiarme con unos Klinex para no mancharme, ya que la herida que me hice fue importante. Por fortuna cuando volví a salir los cuatro se habían marchado a la calle, con lo que me ahorre de dar explicaciones en referencia a mi labio.
Ese domingo por la noche cenamos solos Maite y yo, ya que Sara se disculpó diciendo que había quedado con unas amigas que hacía tiempo que no veía. Estuve toda la cena de los nervios, viendo como Maite, con una risita estúpida en la cara. Una de las veces que me levante para la cocina, aproveche para ver qué narices hacia por encima de su hombro, encontrándome con que no paraba de mandarse Whatsapp con un tal "Juanpi", diminutivo del nombrecito que coincidía con el chico que me presentaron por la mañana como Juan Pablo. Me puse de una mala ostia avinagrada, aunque creo que por un milagro, logre evitar que se me notase en exceso.
El viernes de esa semana me enredaron entre las dos para cenar con ellas y sus "chicos", también estuvieron allí Marta y alguna otra amiga de ellas con sus novios. Vamos, una cena en plan parejitas, y según parecía una de las parejitas éramos Marta y yo, si cuando me di cuenta yo debí de poner una cara un tanto extraña, no os cuento la que puso Marta, lo malo es que la cara de hiena me la puso a mí, y no a las dos de la brillante idea. Cuando vi eso, supe que esa cena no iba a terminar nada bien entre los dos.
Para terminar de arreglarlo las dos nada más sentarnos empezaron a tratarnos como a una parejita, cosa que vi que sorprendía muchísimo a todo el mundo, sobre todo a algunos de los chicos, que pese a estar sus novias delante no podían evitar mirar con cierto deseo a Marta cuando pensaban que nadie les observaba, cosa que me daba igual. Lo que no me era indiferente, aunque procuraba no mover ni un solo musculo, eran los jueguecitos de manos de Maite y el imbécil con el que según parecía estaba empezando a salir.
Al final, tal y como había sospechado desde el principio Marta termino por explotar. También, como me temía, explotó contra mí, que en todo este asunto no tenía nada que ver. Fue de lo más cruda y directa conmigo, ya desde la primera frase dejo claro a todos los presentes que de parejita nada de nada, claro, que con lo contento que yo estaba viendo los jueguecitos de los dos tortolitos, no me corte ni medio pelo al contestarla, fui tan brusco y desagradable como ella conmigo.
¿Tu eres gilipollas o que te pasa? ¿Se pude saber que coño les has contado sobre nosotros? ¿No pensaras de verdad que tú y yo tenemos algo serio?
Yo no les he dicho nunca que vayamos en serio, siempre les he dicho a las dos la verdad, que solo estas follando conmigo por el tamaño de mi polla, no porque sientas el menor aprecio por mi. Te queda claro ahora, y por cierto, aquí, la única gilipollas que hay, eres tú, ¿te enteras?.
¡¡¡Pero qué coño dices anormal, que eres gilipollas!!! -se alteró Marta levantándose de un salto.
Digo, que tu solo estás conmigo por el tamaño de mi polla, eso es lo que he dicho, ¿te enteraste ya o te lo vuelvo a repetir? -conteste con voz cortante.
¡¡¡Eres un hijo de puta!!!, ¿y tú que, eh?, lo único que quieres de mi es lo que todos los demás, follarme y luego que me den por culo, y a ser posible esto hacerlo también tu -me gritó, haciendo que todo el restaurante se volviese hacia nosotros.
¡¡¡Y eres tu una zorra que me llama sistemáticamente cada sábado para que le dé su ración de rabo hasta que le dejo el coño como un bebedero de patos!!!.
Tras semejantes cumplidos, y los que siguieron durante otros cinco minutos, ambos nos fuimos de allí cada uno por nuestro lado. Yo por mi parte nada más llegar a casa me fui directo a la cama, no quería saber nada de nadie, lo cierto es que desde que salí de allí, en lo único en que podía pensar era en que de nuevo volvía a tener una ristra de problemas tras de mí por no saber tener la polla guardada. Todos los fantasmas que me habían acompañado cuando me cambie allí, parecían hacerse presente a la vez. Incluso estuve en la cama, llorando un buen rato de impotencia, aunque no sabría decir si por la bronca, por el novio de Maite o porque coño exactamente, solo sé que se me saltaron las lagrimas. A la mañana siguiente, cuando desperté, estaban Maite, Sara y Marta esperándome en el salón, para sorpresa mia, y nada agradable por otra parte. Al verlas a las tres allí solo pude apretar los dientes...
Antes de que digas nada déjanos hablar a nosotras, por favor Dani -dijo Sara, solo pude asentir, con las mandíbulas casi encajadas una en otra.
Ya hemos hablado las dos con Marta, sentimos mucho la encerrona de anoche, pero sinceramente, no te creímos cuando decías que lo vuestro era solo sexo, pensamos que solo pasaba que tú no te lanzabas a por Marta -dijo Sara.
Si, metimos las dos la pata, pensamos que si os metíamos en una situación de parejas, no os quedaría otra que daros cuenta de ello. Pero está claro que nos equivocamos las dos. Queríamos que nos perdonaseis, y pediros por favor, que no tengáis en cuenta lo que os dijisteis anoche -dijo Maite.
Y como queréis que no lo tengamos en cuenta, después de todo lo que nos dijimos los dos ante todos, ¿decidme? -pregunté con cara de mala ostia-. Por lo menos espero que os hayáis divertido ambas a nuestra costa -terminé.
Mira Dani, creo que las dos de verdad que lo han fastidiado, después de lo que nos llamamos no será igual entre los dos -dijo Marta intentando parecer calmada-. Pero creo que quizá comprenda el porqué de esto, aunque simplemente podían habérmelo dicho y no hacer semejante estupidez.
¿Se pude saber de que hablas? -pregunté un poco perplejo.
De algo que tenía que haberme dado cuenta por mí misma. Mira Dani, me ha encantado follar contigo, pero seamos francos. Tienes un pollòn, cualquier tía estaría encantada de follar contigo, pero follar es una cosa, y otra muy diferente una relación, la primera he estado encantada de tenerlo contigo, la segunda lo siento, pero no, no eres mi tipo de hombre, y con eso no digo que no me gustes, pero no te veo así -me dijo muy seria.
¿Y eso a que ha venido ahora?, todo eso ya lo sabía, de hecho se lo había dicho a ellas, más o menos como lo has explicado tu. Pero sigo sin entender a que viene eso ahora, cuando está claro que después de lo ocurrido no íbamos a volver a follar juntos. Sinceramente, no lo entiendo –dije desconcertado por la explicación, algo que para mi sobraba.
Por eso no te preocupes, déjalo estar. Por favor aceptar nuestras disculpas por lo sucedido -se apresuro a intervenir Maite.
Ahora qué tal si nos ponemos los cuatro a desayunar tranquilamente como si no hubiese pasado nada -dijo Sara.
Por mi perfecto, desayunemos que tengo un hambre de Lobo -dijo Marta sonriendo.
No dije nada a todo esto, tenía la intención de dejarlo correr, pero solo un rato después, por la forma de mirarme Marta supe que con respecto a ella, esto aún no había terminado, con un leve gesto de cabeza me indico que aún tendríamos que hablar nosotros dos a solas de todo lo sucedido, simplemente me limite a asentir. El desayuno por lo demás fue como siempre, los cuatro riéndonos y haciendo bromas, por después cada uno nos fuimos por nuestro lado. Apenas quince minutos después de salir de casa recibí una llamada al móvil:
Dígame.
Soy yo, supongo que iras al centro, ¿qué tal quedar en la plaza mayor en una hora?.
Bien, no hay problema Marta, entonces lo hacemos así, en una hora en la plaza mayor -acepté.
Hasta luego, hago un recado y me voy directa para allí -me respondió colgando después.
Tranquilamente me fui hacia la plaza mayor, pensando en que era lo que querría Marta con esto. Después de lo que nos habíamos dicho los dos, estaba claro que nada de follar, y de ser amigos como que tampoco lo veía muy factible que dijéramos. Lo cierto es que en esa cena lo único que nos faltó fue liarnos a golpes entre los dos, y no diría que no nos quedásemos ambos con ganas de ello, sinceramente. Llegué casi veinte minutos antes de la hora a la que habíamos quedado.
Cinco minutos antes de cumplirse el tiempo, apareció Marta, y como venia Marta... Botas negras de media caña, medias negras, minifalda tableteada también negra, top ajustado de color gris, una chaqueta de color oscuro y el pelo suelto, iba realmente rompedora del todo. No pude evitarlo, fue verla y empalmarme, menos mal que llevaba la polla bien sujeta, sino menudo carpazo que hubiese montado. Me dio dos besos y me pidió que le acompañase a varias librerías de la zona, ya que tenía según ella, que adquirir varios libros, lo cierto es que no puse pegas, quería ver a donde pensaba llegar con todo esto. Según entramos en el edificio del comercio empezó a hablar:
Te estarás preguntando a que viene esto después de lo que hablamos esta mañana con Sara y Maite, ¿no? -me preguntó.
Pues sí, la verdad es que sí, sí que me lo he preguntado. Creo que lo que hicimos fue lo más civilizado que podíamos hacer dada la situación, dejarlo estar. Obviamente tú y yo no creo que podamos ser amigos tras todas las burradas que nos dijimos los dos, y ciertamente, no veo el sentido a esto de quedar ahora.
No veo porque no podemos ser amigos, la verdad. Lo cierto es que por duro que sea, no nos dijimos más que verdades, a la cara, gritando y montando el espectáculo como dos gilipollas, eso es cierto, pero nada más que la verdad, ¿o me vas a decir que no? -me miró fijamente.
No, lo cierto es que no, no creo que nos dijéramos nada que no fuese verdad de un modo u otro -dije aceptándolo.
¿Es decir que piensas de verdad que solo soy una puta que solo quiere que la revientes con tu polla, no es eso? -dijo seria con los dientes apretados.
Quizá no con esas palabras, no que seas una puta como tal, pero más o menos, si, así es, tú único interés era mi polla -dije sereno, pese a la cara de enfado que estaba poniendo por momentos.
Jajajajaja, tranquilo que es broma -dijo sonriente-, es la verdad, un poco bruto diciéndola, pero lo admito... en cierto modo. Me gusta el sexo, y si, también me muero de ganas de que me folles bien follada con ese pedazo de pollòn que tienes, me mojo solo de pensarlo.
¿Pero? -pregunté.
Pero también es cierto -se puso seria-, que no eres mi tipo de chico. Eres un gran tío, me gusta mucho salir contigo, me gustas, pero no me vales para pareja, no siento de ese modo por ti, y créeme que lo lamento, porque no me importaría en absoluto. Solo quería hablarlo con calma, no como el otro día, que se nos fue de las manos.
Si, es verdad, nos pasamos tres pueblos. Pero de todos modos, lo de follar los dos se termino. Eres amiga de Sara y Maite, no quiero líos con ellas, vivo muy agusto en ese piso, pensé que no les afectaría si discutíamos, pero ya he visto que no es así. Creo que es lo mejor, aprovechar esto y dejarlo como esta.
Totalmente de acuerdo contigo, no volveremos a follar los dos juntos de nuevo, tal y como tú dices además, por Maite y Sara, aunque –sonrió de un modo un tanto extraño y un tanto irónico- creo que lo vemos desde dos puntos de vista diferente -dijo Marta.
¿Cómo?
Nada. Lo importante es que estamos de acuerdo en lo básico, y ya está. Ahora vamos a ver si localizo esos dos dichosos libros, y me invitas luego a un café, venga -terminó diciéndome, luego se cogió de mi brazo y me arrastro con ella.
Estuvimos casi una hora revisando las librerías, cuando ya creía que nos íbamos a ir, de repente, Marta se vuelve hacia mí, y me dice:
- ¿Sabes una cosa?, hay algo que quiero hacer por última vez –dijo-, y este sitio es perfecto -me cogió de la mano-, ven, sígueme.
Para mi sorpresa me hizo entrar en el servicio de señoras. Me arrastró dentro, haciéndome entrar de un empujón, quedándome sentado sobre la tapa de la taza. Cerrando tras de sí la puerta se subió la falda hasta la cintura, bajándose el tanga a continuación, para de seguido lanzarse como una loba en celo a por mi pantalón, que pese a estar sentado y no saber bien ni cómo se las apaño, logro bajar junto con los calzoncillos que llevaba para sujetarme la polla.
- Sabes, este sitio me encanta por lo limpios que siempre están los servicios y que además no suelen usarse, son un autentico lujo para según qué cosas –sonrió-, ahora, ¡¡cabròn!! -me miro relamiéndose- ¡¡fòllame por última vez!!.
Ella misma fue en realidad que se empalo sobre mi polla y empezó a moverse, realmente, era ella quien me estaba follando a mí y no al revés. No paro de subir y bajar sobre mi estaca, sus manos estaban apoyadas sobre mis hombros, sus piernas abiertas entorno a mis muslos, y mis manos estrujándola los pechos por encima de la camisa, dándome cuenta que la muy cabrona no llevaba sostén. A los pocos minutos bajo la cabeza hacia la mia, buscando mis labios con los suyos en un intento de ahogar sus gemidos al follarme.
Solo unos pocos minutos después la muy zorra se corrió, quedándose abrazada a mí con mi polla metida casi hasta las amígdalas. Poco a poco se fue levantándose de encima de mí, sacándose de sus entrañas la estaca, hasta tenerla fuera por completo. Cuando creía que me iba a quedar a dos velas, se hincó de rodillas y empezó a lamérmela con calma, en plan golosa, mirándome a los ojos fijamente el mayor tiempo posible. Poco a poco empecé a gemir de nuevo. Tuve que ponerme una mano en la boca y mordérmela para evitar meter escándalo, estaba a punto de caramelo. Cuando le avise de que me iba a correr, se metió como pudo la punta de la polla y se trago chorro tras chorro de leche, sin dejar escapar de su boca ni una sola gota. Nada más terminar, me la limpio con la lengua y se incorporo, colocándose bien de nuevo la ropa. Tras eso salió, instándome a darme prisa también en arreglarme.
Cuando salí en su busca, estaba dispuesto a preguntarla a que narices había venido todo esto, pero se me adelanto, para sorpresa mia, y no como podría haber esperado que fuese la conversación, la verdad.
Mira Dani, de esto, por favor, no digas ni media a nadie, ¿vale?
¿Por qué?, no lo entiendo -repuse.
No te preocupes que ya lo entenderás en algún momento, y creo que no será tardando mucho, pero quería hacerlo contigo por última vez.
¿Te puedo hacer una pregunta? –dije un poco desconcertado por su reacción y explicación.
Claro, si puedo te la respondo.
¿De verdad que nunca podríamos llegar a nada, solo porque no soy tu tipo? -pregunté mirándola a los ojos.
No, lo cierto es que no. Me gustas mucho Dani, de verdad que sí, pero me gustas como amigo, no puedo verte de otra manera -sonrió, añadiendo en tono de broma-, aunque no seas mi tipo me hubiese gustado enamorarme de ti, créeme, pero simplemente no ha pasado. No le des más vueltas, dejémoslo así y seamos solo amigos, ¿vale?.
De acuerdo Marta, solo amigos entonces.
Después de eso nos fuimos a tomar algo, y regresé a casa para la hora de comer, encontrándome con mis dos compañeras con unas caras que les llegaban poco menos que al suelo. Según entre me dio un escalofrió al ver el modo en cómo me miraban, parecían que me quisiesen matar, y de algún modo especialmente desagradable además, pero lo peor es que no tenía ni idea de a qué coño podía venir esto ahora.
¿Qué os pasa? -pregunté un poco sobresaltado.
¿Dónde estabas?, te hemos mandando media docena de whatsapp y te hemos llamado otra media docena más, y nada -preguntó Sara enfadada.
¡¡Ostias!! -mire mi móvil-, perdonad, estaba en silencio, ni me había dado cuenta -me disculpé.
No has contestado dónde estabas -repuso Maite muy seria con los brazos cruzados ante el pecho.
Estaba con Marta, aclarándolo todo definitivamente entre los dos. Le acompañe al centro, iba a comprar dos libros... Me ha hecho recorrerme todo el puñetero centro de un lado a otro como cuatro veces antes de darse por vencida y encargar que se los llevasen, hemos tardado tanto por no preguntar. ¿Siempre es así cuando vais de compras con ella? -dije.
Si, siempre ha sido así -respondió sonriente Sara.
Y si solo eran dos libros has tenido suerte de tardar tan poco -repuso Maite cambiando el gesto y aparentemente mucho más tranquila.
Bueno, también he tardado un poco más en regresar porque he podido convencerla para sentarnos a tomar una caña..., os aseguro que no podía mas, necesitaba un asiento como fuese -dije en tono de queja.
Tras la explicación pareció distenderse por completo la situación, aunque no sabía a que había venido todo esto con las dos, pero viendo que se había arreglado lo di por bueno. Después de comer los tres, les pregunté a las dos donde iban a ir esa noche, si pensaban salir con las amigas. Su respuesta fue un completo jarro de agua fría para mí. Me dijeron que pensaban salir con los dos chicos que me presentaron, Sara con el suyo y Maite con el tal Juanpi de las narices, que cada vez me caía peor, aunque no tenía ni idea y nada claro el motivo de ello. Quería pensar que era porque no me parecía un buen chico para Maite. Lo peor vino cuando las dos me invitaron a ir con ellas si quería, además me dijeron que puesto que ahora Marta y yo sabíamos de que íbamos cada uno, sería también buena idea el que me acompañase, porque seguro que no tendría planes tampoco. Amablemente decline la oferta, prefiriéndome quedar en casa, aunque eso sí, me quedé con un humor de perros.
CONTINUARA