El tamaño importa - 7

Dani vuelve a follar con Marta al siguiente fin de semana, quedándole claro que, como le suele pasar habitualmente con las chicas, para ella solo es una polla con patas

El tamaño importa - 7

Ese mismo lunes comprobé que todo seguía como siempre, Marta seguía sentándose donde habitualmente lo hacía con sus amigas. Si por un solo instante me hubiese dado por esperar algún gesto por su parte me habría llevado la decepción mas grande del mundo, nada parecía haberse modificado entre ella y yo. Me ignoraba del mismo modo en que lo hacía anteriormente.

El resto de la semana no fue mucho mejor, ni una sola vez se dirigió a mí para nada. Por el contrario en casa, desde ese mismo martes Sara empezó a mostrarse un poco más agresiva con respecto a mí con su conducta, parecía ir completamente en plan de acoso y derribo. Maite por el contrario seguía con su forma de ser de siempre, aún continuaba vistiéndose ligerita de ropa, pero por su actitud asumí que en su caso eso era únicamente con fin a estar más cómoda y nada más.

El viernes por la noche recibí una llamada de Marta, quería quedar conmigo el sábado, en lugar de hacer igual que la semana anterior. En este caso pretendía que nos quedásemos en su casa, ya que según dijo, sus compañeras saldrían por ahí, no regresando hasta bien entrada la mañana del domingo. La verdad es que no vi mayor problema al respecto con ello, de modo que acepté quedar con ella. El plan de Marta consistía en salir por ahí de cena, bailar luego un rato e irnos después a su casa a follar, lo que se dice una noche ideal.

Pase a buscarla y nos fuimos, primero a comer a un italiano por estricto deseo de ella, luego nos vimos una peli en el cine. Cuando salimos pasamos por un par de locales, quedándonos en el ultimo hasta las dos de la mañana, un local de música latina. Allí pasó una cosa muy curiosa, empezaron a entrarle a Marta sin el menor recato en cuanto yo me separaba medio metro de ella, sin importarles ni medio pimiento mi presencia. Al final termine por enfadarme en serio de la cara que le estaban echando intentando levantármela en mis morros. Marta impidió que hiciese ningún numerito de machito ofendido, el problema fue como lo hizo. Me calenté y cuando iba a tomar cartas en el asunto Marta me salió al paso:

  • Déjalo Dani, no te preocupes.

  • Como que no me preocupe, están intentando ligarte en mis morros, ¿o es que no te das cuenta?

  • Claro que me doy cuenta, pero abras observado que me rio y no les hago ni caso.

  • De todos modos no me gusta todo esto, creo que será mejor que nos vayamos.

  • Anda no, por favor, quiero seguir un poco más, por favor, ¿sí? -dijo con voz melosa.

  • Creo que no es una buena idea Marta, te repito que no me gusta cómo se te acercan...

  • ¡¡¡Ohhhh!!!, ¿no me digas que estas celoso? Aysss, que monooooo...

  • Ya vale Marta, lo digo enserio, no en broma.

  • Mira rey, no te preocupes, de verdad, para que yo me fuese con alguno de esos y no contigo tendrían que ganarte en algo que no es precisamente el baile -dijo en todo sugerente dándome a la vez una palmadita sobre mi polla.

  • Vale, pero aún así no me gusta -dije muy serio.

  • Jajajajajaja, alegra esa cara tío, créeme que con ese pedazo pollòn que tienes ninguna mujer te dejaría, y yo no voy a ser la imbécil que lo haga.

Si os dijese que me gustó lo que dijo, mentiría. De nuevo, una vez más, no era yo quien interesaba a una chica, lo que le interesaba sobre todo era mi polla, no mi persona, algo que por otro lado ya me suponía. Desgraciadamente ya estaba hecho a eso, de modo que no dije nada de nada como quizá hubiese debido de hacer y mandarla a tomar por culo directamente. Lo único es que el resto del tiempo en el local la deje a su aire, por primera vez no me importó en lo mas mínimo si era capaz de irse con otro o no, creo que en cierto modo parte de mi lo deseaba, pensando que sería lo mejor para mí. Cuando Marta decidió nos fuimos a su casa.

Entramos en ella y nos marchamos directos a su habitación. Una vez en ella no se lo pensó dos segundos, empezó a desnudarse apremiándome a hacer lo mismo. Acababa de quedarme completamente desnudo con la polla casi en plena erección cuando se arrodillo ante mí, cogiéndomela con ambas manos y metiéndose la cabeza en la boca, lamiéndola despacito, haciéndome gemir al sentir su lengua.

Era increíble como me había cogido la polla para poder mamármela de ese modo nada más entrar. Me había hecho sentarme en el borde de la cama mientras se colocaba entre mis piernas lamiéndomela sin parar. Cuando note que estaba casi al borde de correrme con su mamada se la saque de la boca entre sus protestas cuando la quite de su alcance. Me incline sobre ella y la hice subirse a la cama, haciendo que se tumbase por completo, aunque intento escaparse a cuatro patas sobre la cama.

Según iba a gatas la sujete por las piernas derribándola de un tirón. Entonces me situé sobre ella, que estaba bocabajo. Sin dejarla hacer nada me incline, usando mis manos para separar los cachetes de su culito, metiendo mi lengua hasta alcanzar su son rosadita entrada trasera. Use la lengua con ella como si fuese una pequeña lanza, haciéndola gemir bajito, mientras se quedaba quieta abrazándose a la almohada. Cuando me fijé en como la mordía para evitar los gemidos, le obligue a alzar un poquito el culo y abrir sus piernas un poco más, entonces mi lengua entró también como una barrena en su sexo, haciéndola lanzar un prolongado gritito de placer cuando me sintió allí, sin poder ahogarlo esta vez con la almohada.

Poco a poco fui profundizando con mi lengua en su coño todo lo que pude, moviéndola sin parar mientras me abría paso. Sus gemidos iban poco a poco subiendo de tono hasta el instante mismo en que incorporándome puse la cabeza de mi polla en su entrada y empecé a empujar. En ese momento Marta empezó a gemir fuerte, para después morder la almohada con saña ahogando todo ruido con ello. Solo un minuto después casi toda mi polla estaba dentro del todo. Apenas quedaban fuera tres centímetros o quizá algo menos, cuando ella estuvo lista poco a poco empecé a moverme, entrando y saliendo con suavidad.

Fui empujando con suavidad, procurando buscar una postura en la que esos poco más de dos centímetros quedasen fuera por muy fuerte que le diese con el fin de no hacerle daño. Cuando por fin encontré la postura adecuada empecé a acelerar y a empujar con más fuerza, mientras Marta mordía aún con más saña su almohada para ahogar sus gritos. Alcanzo un orgasmo que la dejo laxa casi por completo, aunque sus caderas aun se mantuvieron en su posición sujetas por mis manos. De todos modos, yo también me paré con el fin de evitar correrme, había estado a punto de ello.

Cuando se recuperó tuve otra idea que ya había probado anteriormente con alguna mujer madura, de hecho fue mi vecina quien me enseño cuando empezamos. Hice que se pusiese de rodillas, poco a poco con mi lengua y mis dedos fui trabajándole el coñito para que lubricase aun más. Marta estaba nerviosa, sabiendo lo que se le avecinaba, aunque yo sabía que era algo que no podía ni sospechar siquiera. Hacía mucho que no lo hacía con nadie, y sabia que debía de ir con cuidado para no hacerle daño.

Me situé tras de ella y poco a poco fui introduciendo mi miembro en su coñito, Marta gemía al sentir como era barrenada. Lentamente durante casi tres minutos estuve metiéndole toda mi polla centímetro a centímetro, haciendo que cerrase sus piernas para colocarse lo más cómoda posible cuando estuve dentro por completo. Coloque mis muslos contra los suyos, agachándome lo justo para quedar bien colocado tras de ella. Cuando por fin tuve la posición perfecta que me permitía penetrarla por completo, excepto los tres centímetros de siempre, estire mis brazos, haciendo que ella los estirase también pero hacia atrás. Hice en enlazáramos nuestros brazos por las muñecas, sujetándonos con fuerza. De ese modo, cuando yo me retiraba ella se reincorporaba un poco quedando en una posición perfecta para mi embestida, luego si quería volver a tenerme dentro tenía que tensar sus muslos, apretar el culito y tirar de mi hacia adelante, siendo ella en todo momento quien controlaba el ritmo de las embestidas de ese modo.

Obviamente en cuanto yo sentía su tirón me desplazaba contra ella, tirando a mi vez contra mí de sus brazos con fuerza, metiéndosela de golpe para retirarme enseguida otra vez, de esa forma ella no se cansaba tanto al tirar en esa posición. Estuvimos en ese plan durante unos diez minutos tras los cuales ambos nos corrimos casi a la vez. Caí sobre ella, echándome hacia un lado enseguida, ambos jadeantes. La penetración de ese modo tanto por el coño como por el culito era increíble para ambos, pero el principal problema es que terminabas agotado, sobre todo ella por la tensión que tenía que hacer con mi aparato entrando en ella y lo relativamente forzado de su posición.

Tras eso aun tenía ganas de mas, concretamente de que fuese su culito esta vez el que disfrutase. Estuve lamiéndoselo durante un buen rato, después usando mis dedos empapados en sus flujos se lo dilate lo suficiente como para evitar hacerle mucho daño, no me detuve hasta tener tres dedos dentro sin que tuviese nada más que molestias. Pero en lugar de ser yo quien se la clavara, me tumbe sobre la cama haciendo que ella misma se fuese introduciendo mi mástil en su recto. Se fue sentando poco a poco sobre mí, despacio, mordiéndose los labios al sentir como iba barrenándola. Cuando la tuvo casi tres cuartas partes en su interior, se sentó de golpe soltando un grito de dolor que no sé ni cómo no despertó a todos los vecinos. Tras eso se tumbo sobre mí, abrazándome con una cara de estar pasándolo fatal, quedando así un buen rato conmigo acariciándola y dándola besitos, intentando calmarla.

Luego empezó a moverse despacio, mis manos acudieron a sus perfectos pechos, acariciándoselos, amasándoselos, tironeando de sus pezones. Una de sus manos se centro en sostenerse recta, apoyándose para eso en mi pecho, mientras la otra se perdía en su sexo, estaba frotándose con ganas el clítoris, gimiendo de forma continua mientras no paraba de cabalgar sobre mí. Unos minutos después se corrió y al poco termine yo dentro de su culito, quedando los dos abrazados. Por lo que vi Marta tras esto había quedado satisfecha por completo. Con nada de tacto se acurruco en un lado de la cama, y ya medio dormida me dijo:

  • Cuidado al salir, por favor no des portazos, te llamare mañana, ¿vale?...

  • ¿Me puedo duchar al menos? –dije en tono neutro.

  • Claro, no faltaba mas... -dijo mientras se le abría la boca-, hasta mañana Dani, que descanses, ve con cuidado... -y se durmió, dejándome con cara de tonto.

Esto realmente sí que era algo que nunca me había pasado con nadie, que me echasen tras follar si, evidentemente, pero que se durmiesen tranquilamente tras decirme que me largase, conmigo todavía allí, era algo que jamás de los jamases me había ocurrido anteriormente. Supongo que por puro pudor al no estar en mi casa tuve la brillante idea de ponerme mis bóxer menos mal, porque nada más salir me dirigí hacia la cocina a beber, cuando sin esperármelo me fui a encontrar con las dos compañeras de piso de Marta que estaban sentadas en el salón tomando un café.

Cuando las vi me disculpe con ellas por mi atuendo, marchando a la carrera a la ducha, olvidándome de golpe de la sed y de beber nada. Me metí en la ducha maldiciendo por lo bajito. Esas dos estaban tomándose un café, pero tenían la respiración muy agitada y ninguna de las dos, dejo de mirar de reojo mi paquete en esos segundos que estuve ante ellas. Claramente las dos debían de haber estado tras la puerta escuchando, o eso es lo que me figuraba por su forma de comportarse, además mi polla hacia en el bóxer una más que considerable bulto, mucho más de lo que me gustaba a mí que se marcase. Solo esperaba que no se corriese la voz sobre el tamaño de mi aparato por la universidad, sería lo único que me faltase.

Cuando me fui de allí me despedí de ambas chicas, que igual que anteriormente, con toda discreción y con disimulo no perdieron de vista la entrepierna de mis pantalones, en la que no se notaba nada de lo que escondía debajo y de lo que ambas podían haberse hecho una idea tras verme con los bóxer. Cuando llegue a mi casa ni Sara, ni Maite estaban aún allí, suponía que como siempre regresarían por la mañana, lo que me dejaba unas horas muy agusto de estar solo durmiendo, sin ruidos y sin nadie andando de un sitio para otro.

El domingo Marta no me llamó, cierto que yo tampoco lo hice con ella. El lunes fue más de lo mismo de siempre, volvimos a la normalidad, yo en mi sitio y Marta en el suyo con sus amigas, ignorándome igual que había sucedido durante todo el curso. Incluso un par de veces que nos cruzamos ni me saludo, iba hablando con sus amigas y no se molesto ni en volver la cabeza para sonreírme aunque fuese. Todo fue en este plan hasta el miércoles por la tarde cuando regrese a casa y me encontrar con Maite estudiando en el salón. No me lo pensé, no me apetecía estar solo en mi habitación, de modo que me puse a estudiar allí con ella tras pedirla permiso. Mientras estudiamos estudiemos hablando, y creedme que desde luego fue directa al grano.

  • ¿Estas saliendo con Marta? -pregunto de sopetón nada mas acomodarme.

  • ¿Como dices? -respingué por la sorpresa.

  • Digo, ¿que si estas saliendo con Marta?, ¿que si vais en serio? - me repitió.

  • Si, eso me pareció que preguntaste. No, lo cierto es que no estamos saliendo -dije, viendo como levantaba la cabeza para mirarme.

  • Pues no es eso lo que parece, habéis salido juntos los dos últimos fines de semana, que yo sepa.

  • Si, lo cierto es que si, pero nada más que como amigos, sin otra relación.

  • Entonces dirás como amigos con derecho a roce por lo que se, ¿no?.

  • ¿Y eso como lo sabes? –dije un poco sorprendido.

  • Pues porque Marta nos lo conto a Sara y a mí, nos dijo unas cuantas cosas de ti. Por cierto que te dejo en un muy buen lugar, ¿sabes?.

  • Pues no, no sé, pero de todos modos ya que fue tan amable de contároslo, te diré que solo somos amigos, o folla amigos, como quieras llamarlo. Cuando le pica el coño me llama para que se lo arrasque, solo eso –dije un poco picado por el hecho de que Marta lo hubiese contado.

  • Pareces un poquito picado con ello, ¿no?

  • Para nada Maite –mentí con toda la cara del mundo-, la verdad es que ya me conozco el paño, de modo que no me preocupa nada, se dé que palo va todo esto -dije seguro de mí.

  • ¿Y según tu de que va? -pregunto poniendo cara de interés.

  • Pues muy simple, a Marta yo realmente le importo tres pimientos, el único motivo por el que queda conmigo es por mi polla, para que me la folle, pero realmente, como te digo, es mi polla lo que le interesa, no yo.

  • Un poco duro el juicio de valor, ¿no crees? -preguntó seria.

  • Pues mira, la verdad es que no, no es un juicio nada duro. Llevamos follando dos semanas, en la universidad no me reconoce, no se molesta ni en saludarme, únicamente me ha llamado para quedar con vistas a follar los dos, única y exclusivamente para eso. ¿De verdad crees que mi opinión esta errada? -pregunte con un deje irónico.

  • ¿Y porque no la dices que no, que en ese plan no estás dispuesto a follar con ella?.

  • ¿Y para que voy a hacer algo así?, Marta esta buenísima, para que voy a molestarme en buscarme alguien por ahí para desahogarme cuando quiero follar, si la puedo tener a ella que además tiene un señor polvazo. Los dos queremos lo mismos, follar y se terminó.

  • Pues me parece algo muy triste, que quieres que te diga.

  • Pero es lo que hay. Por lo general, con las tías siempre me ha pasado igual que con Marta, de modo que estoy acostumbrado a ello, no te preocupes por eso -dije.

  • ¿A qué te refieres? -pregunto Maite curiosa.

  • A que normalmente las chicas es lo que buscan de mi, solo quieren follar con un tío que tiene una polla enorme, solo eso y nada más. Al menos con Marta no es solo metérsela hasta que se corre como una perra, me permite divertirme un poco más que por lo general, con ella puedo jugar, besarla, acariciarla, etc, no es algo que me niegue como otras. De modo que yo por mi parte también la trato como ella a mi.

  • Pero... -le interrumpí.

  • Déjalo Maite, es lo que ahí y a lo que me he acostumbrado. Las tías no se fijan en mí excepto cuando saben lo que guardo bajo el pantalón, y en ese caso solo quieren una cosa, follar, nada más que eso. Sinceramente, no veo diferencia entre esto que me pasa a mí, a cuando tú sales a bailar y se te acercan veinte tíos con ganas de meterse entre tus piernas para echar un polvo. Follas y sabes que para ellos luego si te he visto ni me acuerdo, repito, no veo la diferencia.

  • Bueno, reconozco que visto de ese modo no la hay, es más o menos lo mismo en los dos casos –admitió, aunque vi claramente que de mala gana.

  • Se terminó el tema, ya dio de sí lo que podía dar, anda, vamos a ver si terminamos con esto -dije dando por terminada la conversación sobre el asunto.

No levanté la cabeza de los libros, no me hacía falta mirarla para saber que Maite me estaba observando y rumiando la conversación que habíamos mantenido solo unos segundos antes. No era algo que me hiciese la menor gracia de estar hablando, y por algún motivo, con ella, menos aún. Lo cierto es que lo de "se termino el tema" me quedo muy bien y muy bonito, pero a los poco minutos descubrí que por su parte no había terminado aún, ni mucho menos.

  • Bueno, tienes aún más opciones, estoy segura de que Sara tampoco te haría ascos, y la relación con ella no seria para nada parecida con la que dices que tienes con Marta -volvió Maite a la carga.

  • Maite -suspire-, ni se me ocurriría meterme en la cama con ninguna de vosotras dos, estoy genial viviendo aquí, no quiero fastidiarla, y créeme que eso terminaría por provocar que acabásemos mal -dije tajante.

  • ¿Por qué iba a pasar eso? ¿Por qué conmigo iba a ser diferente a como es con Marta? -dijo por sorpresa Sara, que había entrado sin que me diese cuenta.

  • Porque nosotros vivimos juntos, y tenemos que convivir. Quizá termine mal o quizá no, pero no tengo intención de hacer ningún tipo de apuesta con vosotras. Quiero que sigamos aquí los tres como hasta ahora -dije.

  • ¡¡Eh!!, a mi no me metas -replegó velas Maite.

  • Perdona guapa, pero toda esta charla la has empezado tú con lo de si me acuesto con Marta o no, así que de escaquearte ahora de la conversación nada, bonita -le repliqué.

  • ¿Y lo haces? -pregunto Sara.

  • Si, me lo ha confirmado hace nada él mismo -le contestó Maite.

  • Bien, entonces porque no puedes follar también conmigo o con Maite, tan amigas tuyas somos como Marta, de modo que tú dirás, ¿por qué? -machacó de nuevo Sara.

  • Habla por ti –gruño Maite, aunque vi que Sara la ignoró por completo.

  • Pues creo que lo he dejado claro y no hace falta ni que conteste. Porque vivimos juntos y no quiero joder el buen ambiente entre nosotros, el que se joda con Marta o no, lo siento si os molesta al ser muy amiga vuestra, pero a mí personalmente me importa un pimiento, ¿más claro así? -replique empezando a enfadarme.

  • ¿No crees que eso es de ser un poco cabròn con ella? -preguntó Sara muy seria.

  • No, no lo creo. Como ya le dije a Maite, ella me ignora fuera de llamar para que follemos, de modo que no creo ser nada cabròn, hago lo mismo que ella conmigo, tan solo eso, te guste a ti o no.

  • ¿Lo has hablado con Marta?, ¿has pensado que quizá no te habla por ti, por pensar que tú lo prefieras así? –preguntó Maite.

  • No si veras tú, al final será culpa mia y todo -dije irónico.

  • Maite no ha dicho eso, no te pases Dani, solo que lo mismo es un malentendido nada más. Podrías preguntárselo, lo mismo te llevas una sorpresa con ella –dijo Sara.

  • ¿Y eso me lo dice la misma chica que quiere follar conmigo pese a saber que estoy haciéndolo con su amiga? -pregunté con guasa.

  • Eso te lo dice tu amiga, independientemente de si folla contigo o no. De todos modos, si ella es una folla amiga nada más como tú has dicho, no veo el problema en que alguna más lo pueda ser también. Según tu Marta y tu solo sois eso, ¿no?

  • Touché, una lógica impecable la tuya. Pero como te dije, vivo con vosotras, ya he tenido antes problemas por esto, no me pienso arriesgar, al menos no con vosotras. Ni por asomo -dije negando con la cabeza.

Me puse otra vez a estudiar. Esta vez las dos parecieron dejarlo estar, o eso esperaba que hiciesen. Poco después Sara se sentó con nosotros dos a estudiar también. Llevábamos un buen rato haciéndolo en silencio cuando Sara dijo:

  • De todas formas Dani, no pienses que esto ha terminado aquí. Solo lo dejamos... por hoy, ya volveremos al tema en otro momento.

Decidí no decir ni media, lo último que quería es darle de nuevo más munición para que pudiese seguir por donde lo había dejado la vez anterior, estaba cansado de la discusión. Cuando levante la vista sorprendí a Maite mirándome muy fijamente, por su forma de hacerlo supe que por parte de ella esta conversación probablemente tampoco estuviese zanjada aún.

CONTINUARA