El tamaño importa - 5
Sara y Maite le piden permiso a Dani para que una amiga se quede un par de semanas con ellos en el piso. Este acepta, sin sospechar que eso iba a terminar con su tranquilidad
El tamaño importa - 5
El asunto me resultaba ciertamente gracioso, mis dos queridísimas compañeras de piso empezaron a invitarme a ir con ellas de marcha los viernes y los sábados. Cuando tenía ganas de follar, estos últimos los evitaba, que era prácticamente todas las semanas, pero sin embargo, los viernes sí que aceptaba irme por ahí con ellas y un pequeño grupo de gente. De forma gradual y sistemática, empezaron a presentarme chico tras chico, incluso en alguna ocasión varios en la misma noche. Si bien por los chicos lo sentía, por mí, lo cierto es que me resultaba divertido el que las dos pensasen que era Gay..., y yo además sin ver donde podían haberse dado a esa confusión conmigo.
Alguno de los chicos, con los que ciertamente me lo pasaba bien y me divertía una vez que ambos teníamos claras nuestras preferencias, me preguntaron porque no las sacaba a las dos de su error, mi respuesta era siempre la misma, que no lo hacía porque no veía donde podían las dos haberse confundido tanto conmigo. Yo me comportaba con toda normalidad con ellas en casa, no iba con babas, pero tampoco creía hacer nada “extraño” a cualquier otro chico hetero, de modo que no veía el porqué debía de hablar con ellas para sacarlas de su error. Además, que como me decía yo a mi mismo…: "esto era divertidísimo, posiblemente cuando se enteraran me intentarían matar, pero de momento me lo estaba pasando en grande a costa de sus esfuerzos".
Evidentemente eso no podía durar mucho, solo aguantó unas cinco o seis semanas hasta que alguno de sus "presentados" se lo debió de decir, que yo de Gay nada, por mucho que ellas pensasen. Más alucinante aún fue como se lo tomaron las dos, casi me partí de risa en su cara cuando me di cuenta de por dónde iban en ese momento los tiros, en lugar de simplemente pensar que era hetero, ahora me estaba dando la espina que se pensaban que simplemente no me atrevía a salir del armario..., de retraca.
A finales del segundo trimestre paso algo que descontroló toda mi vida hasta el momento, y el caso es que lo vi venir desde lejos. Un día me llegó Maite y me pidió permiso para que una compañera se quedase con nosotros a dormir, ya que el piso donde estaba había tenido una avería seria con el agua y hasta que lo repararan resultaba únicamente habitable para las ranas. No puse la menor pega al respecto, en el salón había un sofá cama donde podía dormir, o bien trasladarlo a la habitación de alguna de las dos y que durmiese con ellas, les dije que en lo que a mi respectaba, hiciesen lo que creyesen mas conveniente.
Como digo no vi problemas hasta que esa chica entro por la puerta del piso, en ese mismo instante supe que mi época de tranquilidad se había terminado. La chica en cuestión iba a mi clase, era una de esos seis o siete bombones que localice al principio del curso, pero de los que me mantuve alejado por completo para no volver a las andadas. En este caso, Marta como se llamaba esta chica, era una morena de escándalo, estaba como quería y un poquito mejor, pero al estar en mí clase, la había podido observar con total comodidad y discreción, de modo que ya la tenía catalogada. Me pareció una caprichosa de cuidado, un poco egocéntrica, una tía que sabía perfectamente lo buena que estaba, como afectaba eso a los hombres y le sacaba todo el partido que podía a su físico. Durante todo este tiempo ignoró por completo que yo existiese, y nada más verla entrar por la puerta, me dio en la nariz que mas me hubieses valido no haber dejado que mis compañeras la metiesen en nuestro piso.
La primera semana ya me di cuenta de que Maite y Sara debían de haber hablado con ella sobre sus sospechas de mis tendencias sexuales, porque estuvo de lo más irónica conmigo cuando hablábamos. Marta no hacía otra cosa que tirar indirecta tras indirecta sobre mis “preferencias”, llegó a un punto tal ya de pasarse, que incluso Maite y Sara se terminaron por dar cuenta de que aquello empezaba a salirse de madre, llamándola la atención para que lo dejase estar.
Una noche me levanté a beber agua, cosa que normalmente no hago nunca. Cuando pasé por el salón rumbo a la cocina, Marta se encontraba tapada por la sabana hasta el cuello, podría jurarlo ante quien fuese, pero al regresar de la cocina me encontré con ella destapada casi por completo. Estaba sobre la cama, tumbada bocabajo, únicamente cubierta por un tanguita por lo demás escuetísimo y con la sabana tapándole únicamente los tobillos. Permanecía con las piernas abiertas y extendidas, semí ladeada y con el culito en pompa, con lo que además prácticamente se podía ver por completo uno de sus pechos. Idiota no soy y tenía mi escuela a mis espaldas, por lo que desde luego me di cuenta enseguida que no estaba dormida en absoluto. Me limite a inclinarme sobre ella sonriendo sarcásticamente ante su intento, y con mucho cuidado le puse de nuevo la sabana por encima, cubriéndola por completo en su semidesnudez.
Otra cosa que habíamos relajado bastante los tres, pero especialmente yo por la costumbre era el asunto de la ducha, ya prácticamente ninguno cerrábamos el pestillo de la puerta una vez que todos tuvimos claro que respetábamos a rajatabla la intimidad de los otros. Sin embargo, ese día cuando me metí a duchar, por casualidad mi mirada se cruzó con la de Marta y me dio mal rollo lo que me pareció ver en ella al mirarme, de modo que ese día no me lo pensé, cerré el pestillo de la puerta cuando me metí en la ducha. Tal y como supuse, a los cinco minutos el picaporte se acciono y alguien intento entrar en el baño... a los pocos segundos, escuche fuera...
¿Qué haces Marta?, ¿no ves que esta Dani? -dijo Maite
Perdón, no me había dado cuenta –le escuche decir a ella cinicamente-, pensé que ya había salido y que solo se había atascado el picaporte
Pues no, está dentro Dani, de modo que espérate a que salga para entrar tú, no te preocupes que es bastante rápido duchándose.
Escuché como se iban las dos hablando hacia el comedor. El caso es que estaba dentro secándome pegado a la puerta escuchando la conversación de las dos, cuando tuve una idea tonta de las mías, de esas que siempre me terminaban metiendo en problemas. Tengo un buen físico la verdad, nada espectacular, pero agradable de ver, en eso la genética me ha bendecido a lo grande, aparte de lo otro grande claro. El caso es que metí en la cesta de la ropa la camiseta limpia que saqué para ponerme, simplemente me puse el pantalón del chándal y salí de allí sin terminarme de secar siquiera para ir a por una camiseta.
Para ir no tenía porque pasar por el salón, pero sabía que allí todavía estaba la ropa de la última colada porque Sara la había terminado de planchar por la noche, donde se encontraba una de mis favoritas, de modo que salí de esa guisa pasando por delante de las tres que estaban desayunando. Vi como los ojos de todas ellas se abrían como platos al verme así, hasta el momento con las dos había sido la corrección personificada. Como algo muy en plan cómodo y liberal viviendo con ellas, había sido vestirme con pantalón largo de chándal que me llegaba por las rodillas y una camiseta, se podría decir que como única concesión a algún desnudo, eso era llevar unas sandalias como calzado.
Cuando salí a desayunar con ellas, supongo que Marta no se pudo aguantar...
Joder que desperdicio Dani, de verdad...
¿Desperdicio?, a que te refieres... –dije mirándola mientras me ponía la camiseta.
A ti tío, a ti, joder que desperdicio de cuerpo, de verdad...
Mira, no me tomes por idiota, pero sigo sin entenderte... –dije poniéndole cara de perplejidad.
Me refiero a lo de ser gay, es un desperdicio que un tío que esta tan bueno como tu sea de la otra acera...
¿Como dices? -alcé una ceja sonriéndole irónico- ¿Y a ti quien te ha dicho que yo soy gay si se puede saber?
Es lo que se comenta por ahí, que te gustan los chicos -miró de reojo a Sara y Maite
Pues menuda idiotez, a mi me gustan las mujeres, no los hombres. De verdad que no sé de donde se saca la gente esas cosas... –dije echándome a reír.
¿Entonces niegas que seas gay? -dijo Marta en tono zumbón
Yo no niego nada Marta, solo digo, que no soy gay, y que la gente piense lo que le dé la gana. Te aseguro que si lo fuese no tendría tampoco problema alguno en reconocerlo, pero es que da la casualidad, de que soy hetero.
Pues yo creo que si lo eres, no hace mucho me lo has demostrado -dijo Marta mirándome como si me hubiese pillado en un renuncio.
¿Lo dices por haberte cubierto con la sabana cuando volvía de la cocina porque te destapaste para que te viese medio desnuda, o por haber cerrado el pestillo del baño hoy para que no entrases? –le pregunte sonriendo irónico, y además haciéndolo de forma que se notase.
¡¡¡Eso es mentira!!! -saltó Marta como un muelle.
¿Que es todo eso? -preguntó Maite repentinamente muy seria.
Nada, que aquí Marta, cuando pase a beber anoche estaba tapadita hasta las orejas, sin embargo, cuando regrese de la cocina hacia mi cuarto estaba destapada del todo. Solo estaba cubierta por el tanga, si es que eso es cubrirse algo –dije mirándola zumbón-, y además se le veía un pecho casi por entero. No sé que pensaría que iba a pasar, pero me joden mucho las que van de listas de esa manera. Luego, hace un rato, cuando me metí en la ducha cerré el pestillo apropósito porque sabía que intentaría entrar tras el chasco de por la noche, vi como me miraste Marta... ¿es mentira algo de lo que he dicho? -le pregunté a Marta sonriéndole irónico.
Por supuesto que si...
Ahhhhh, entonces dinos, en que según tú te he demostrado que soy gay... -dije divertido
Pues, pues... pues en todo... cocinas, limpias, las formas... ¡¡¡todo!!! -dijo sin saber muy bien por donde tirar.
Decidí no seguir por ese camino que no me interesaba en absoluto. De modo que, sonriente y mirándola con sarcasmo, terminé de desayunar en silencio, y sin decir mas recogí todo lo de la mesa, diciéndoles a las tres que me iba a mi cuarto a estudiar un rato. Deje todo en la cocina, pero cuando me marchaba a mi habitación les escuche hablar, de modo que aunque este mal el decirlo y hacerlo, lo cierto es que puse la oreja.
Oye Marta, Sara y yo llevamos casi seis meses viviendo con Dani y nunca jamás ha hecho nada que pueda molestarnos a ninguna de las dos, ha sido siempre la corrección personificada, cumpliendo con su parte del trabajo de la casa igual que nosotras, así que déjale en paz, ¿vale?
Oye que yo no... -Maite la cortó tajante
¡¡Tú sí!!, has intentado entrar en el servicio sabiendo que estaba él, una cosa es que no nos demos ninguna de las dos por aludidas, y otra que seamos gilipollas. Ninguna de las dos te dijo ni media sobre ello para que no se liase, pero nos dimos perfecta cuenta de ello, así que procura dejarlo estar, ¿vale? –dijo Maite.
Si es gay o no solo le interesa a él, si quieres intentar comprobarlo lo haces fuera, pero aquí adentro le dejas en paz. Si ves que no vas a poder, prueba a considéralo como un mueble mas si quieres, pero déjale tranquilo -dijo Sara con voz muy seria
Lo siento, es que quería comprobar si de verdad lo era o no. Es cierto que me destape y me quite el pijama que uso para que me viese solo con el tanga... -se detuvo-, no me miro para nada, solo se limito a taparme de nuevo y dejarme bien arropada...
¿Y qué pasa con eso?, no te entiendo Marta, de verdad -dijo Maite
Joder Maite, es un tío, según él no es gay, pero pasa de nosotras olímpicamente. Me muestro medio desnuda y ni se inmuta tampoco... Además, cualquiera se hubiese empalmado en el acto al verme así, a él ni se le movió un solo musculo, me fije por si hacia carpa -dijo Marta con lo que me pareció una voz un poco apurada.
Bueno en eso te doy la razón, un poco raro sí que es -dijo Sara
¡¡¡¡Sara!!!! -exclamó Maite
¡¡¿Qué?!!... –se defendió-, joder Maite, que es verdad lo que ella dice, es muy raro. En seis meses no ha traído aquí ni una sola tía, nosotras hemos venido como mínimo con dos chicos cada una en ese tiempo. Tampoco se ha enrollado con ninguna que sepamos, y lo sabríamos si lo hubiese hecho, que esto es muy pequeño. O es Gay, o ya me dirás -dijo Sara
Mira Maite, de verdad que siento lo que he hecho, de verdad que si, te aseguro que no volverá a pasar. Pero es que me desconcierta del todo, si tuviese que decir algo al respecto sin saber nada y sin haber estado estos días aquí con vosotros, solo a primera vista diría que no es gay, pero joder, de verdad que tiene que serlo. Mira, ningún tío hetero hubiese hecho conmigo anoche lo que él hizo, y menos aún sin empalmarse, joder que aunque suene fatal se como estoy y cómo reaccionan conmigo los tíos en cuanto enseño algo de cacho... -dijo Marta.
Decidí que mejor no quería saber nada mas, era peligroso enterarme de más cosas. Más que nada porque ya me estaban empezando a dar ideas para jugar con las tres, y ese tipo de comportamiento había sido el que me llevó a mis problemas anteriores, de modo que me fui a mi habitación. Una cosa que si que pensé, era en lo equivocada que Marta estaba, por la noche cuando llegué a mi habitación tras verla de esa guisa, tuve que hacerme una paja a su salud por el empalme que me dejo.
A la hora de comer estábamos los cuatro como siempre, hablando animadamente de diferentes cosas de la universidad, parecía que no hubiese pasado nada incomodo entre nosotros. Sobre Marta ya me conocía el percal, lo que había hecho yo de taparla sin hacer el más mínimo intento de recrearme mirándola aunque fuese, si de verdad era hetero, sería casi como un insulto para ella. Ya había usado antes ese mismo truco con bastantes otras, picarlas para conseguir su atención y que tuviesen interés en darme una lección después, y así poder follàrmelas, era coser y cantar. Hasta el momento no me había fallado, claro que ahora, en ese momento no quería para nada algo semejante.
Una situación curiosa se dio como a los quince días de estar Marta con nosotros, estábamos los cuatro comprando cuando recibí en el móvil una llamada de Yolanda que me hizo mucha ilusión, la verdad, por lo menos hasta que supe de que se trataba. Resultó que estaba de visita en la ciudad donde yo me encontraba y quería que quedásemos, también se interesó por si tenía novia ya o no, negándoselo sonriente al verla venir. Yo me había distanciado de mis tres acompañantes mientras hablaba con ella por teléfono, no me lo pensé mucho tampoco aceptando casi en el acto. Hable con mis compañeras sobre que una amiga estaba en la ciudad y que íbamos a vernos, fue automático, las tres se apuntaron en el acto, sin duda por la curiosidad y claro, con ganas de saber más sobre mí.
Cuando llegamos a la cafetería donde le dije la vi enseguida, y estaba tan guapa como siempre. Se levantó y se tiró a mis brazos pegándome un morreo a modo de saludo para sorpresa de mis acompañantes que nos miraban sin terminar de creérselo. En vista de cómo nos miraban las tres decidí jugar un poquito con ellas aprovechando a Yolanda, según nos sentábamos los cinco tras las presentaciones...
Que lanzada estas Yolanda...
Jajajajajaja, normal, aquí no está mi hermana para que nos sorprenda y nos monte un chocho, así que aprovecho -dijo en tono de cachondeo
Jajajajajajaja -no pude evitar reírme con su salida recordando la que se lio cuando nos pillo a los dos follando aquel dia.
Estuvimos hablando de muchas cosas durante bastante tiempo, en algunas de las cuales intervinieron mis tres acompañantes. Pero lo cierto es que estas tres estaban algo moscas porque entre nosotros no hacíamos otra cosa que darnos puyazos con dobles intenciones que no eran capaces de discernir la historia, aunque evidentemente, si sobre que iban. Poco a poco les iba quedando a las tres claro que yo desde luego gay no era, lo malo es que por la conversación, quizá también empezaban a tener una imagen mia como de una especie de pichabrava. Después de un buen rato, Yolanda se quedo un momento parada mirando hacia mis acompañantes...
¿Quieres preguntarme algo? –dije al ver claramente el motivo de quedarse así.
La verdad es que si, pero... -me señalo a las tres con la cabeza
No pasa nada, son de confianza -dije animándola a preguntar, craso error.
¿Es verdad que te tiraste a la hermana mayor de Susana y que esta os pilló en plena faena? –preguntó, soltando semejante bomba con una sonrisita
Casi escupo lo que estaba bebiendo en ese momento, y no fui el único, esa pregunta si que no me la esperaba para nada. Eso sí, si yo no me lo esperaba, mis tres compañeras ni os cuento, menuda forma de mirarme las tres después de eso. Sabía que iba a tener más de un problema desde ese mismo instante, principalmente con Marta, que había apretado los labios hasta que estos solo fueron una línea blanca.
Joder que preguntita, ¿no? -dije
Bueno, tú me dijiste que preguntase si quería, que eran de confianza, ¿o no? -se disculpo Yolanda, colocándome en un brete.
Lo cierto es que si, así es, claro, ¿pero tú como sabes eso?
Porque escuche a tu hermana Eva después de que te fueras contándoselo a mí hermana..., aunque -sonrió con malicia- eso no fue todo lo que contaron...
Joder, ¿y que mas conto Eva? –pregunte como un imbécil para terminar de liarla.
Que unos días después te pilló en su propia cama follándote a Susana mientras daba berridos... Lo de los berridos lo dijo Eva, que conste -se apresuró a aclarar para luego continuar con sorna-. No se te escapa una, ¿eh tigre?
Oyes menos guasa guapa, que ya te vale -le dije serio pensando en el embolado en que me acababa de meter.
Miedo me estaba dando ver las caras de mis compañeras en esos momentos, me estaban mirando con cara de alucinadas. Pensaba divertirme un ratito con las indirectas, pensando que me haría alguna pregunta entre líneas, y la buena de Yolanda acababa de meterme dos torpedos en la línea de flotación. Para terminar de arreglarlo soltó una nueva perla delante de mis amigas y compañeras de piso.
Por cierto que me he enterado también que vives con dos chicas...
Si, Maite y Sara, aunque Marta ahora mismo también se está quedando con nosotros...
Joder que pena, pensaba decirte si podía quedarme contigo esta noche...
Por nosotras no hay problema para ello, ¿verdad chicas? -dijo Marta
No, para nada, si quieres puedes quedarte -apuntilló Sara
Genial, entonces me quedo contigo esta noche, le diré a mi amiga que no iré al hotel a dormir porque me estaré con unas amigas que me he encontrado... -me guiño un ojo-, así ninguna de nuestras hermanas sabrá nada de nada, jajajajajajaja.
Creo que a los cuatro nos quedo tan claro como a todos vosotros lo que Yolanda quería al venirse conmigo a dormir a mi cuarto. Pero no dije ni media, ni tampoco la rechace ya que por una lado me apetecía estar con ella y por otro mis dos compañeras también habían llevado en su momento a algún que otro ligue ocasional, además, el daño ya estaba hecho. Por otra parte tenía un cierto malsano interés en saber cómo iban a reaccionar esas tres a la noche que pensaba pasar con Yolanda, ya que esta era un pelín escandalosa haciéndolo... y si algo tenía claro es que quería montármelo con Yolanda tanto como ella parecía volver a querer montárselo conmigo.
Esa noche cenando, Yolanda se estuvo despachando agusto con mi permiso, mientras yo miraba divertido las caras de las otras tres. Estuvo contándolas algunas de las batallitas que sabía sobre mí por su hermana. Afortunadamente no dio ningún detalle concreto sobre cómo estaba yo de dotado. Las cuatro empezaron a tomarse cervezas tras la cena y se pusieron un poco achispadas, lo divertido fue cuando Yolanda paso de contar cosas mías a experiencias suyas, lo que hizo que mis tres compañeras también estuvieron contando cosas de chicos con los que habían estado, alguno de los cuales conocía de vista, y que cosas contaban de ellos, raramente era para hacerles ningún favor. El caso es que con tanta historia picante estaba embaladísimo, estaba deseando que Yolanda y yo nos fuéramos para mi habitación para poder follàrmela agusto.
Cuando por fin llegamos a la habitación, Yolanda se empezó a desnudar a toda prisa metiéndome a mi prisa para que hiciese lo mismo, indicándome que empezase por los pantalones y dejase el jersey para lo último. Había terminado con los pantalones, calcetines, etc, quedándome solo el jersey cuando Yolanda completamente desnuda se arrodillo delante de mí, y cogiéndome la polla se la metió en la boca mientras sus ojos miraban hacia arriba, quedando clavados en los míos. Ni me lo pensé, termine de quitarme el jersey para quedarme desnudo y a los pocos segundos le sujete por la cabeza, sosteniéndola mientras me la follaba por la boca literalmente. Yolanda babeaba y de vez en cuando tenía algunas arcadas por el golpeo del extremo de mi polla en la garganta.
Antes de que me fuese a correr en su boca se la saque. Intento protestar pero selle sus labios con los míos, con mi lengua recorrí su cuello recogiendo la saliva que mi follada había expulsado de su boca volviendo a llevársela a ella mientras que tres de mis dedos entraban de golpe en su coño arrancándola un ahogado gemido que murió en mis labios. Cuando la tuve lista con el trabajo de mis tres dedos la tumbe sobre la cama y poniéndome encima se la clave casi hasta los cojones de un solo empeñon haciéndola soltar un aullido según se sintió traspasada por mi polla.
Me movía encima suyo, dándola con fuerza mientras gemía, jadeaba y gritaba llamándome de todo, pidiéndome que la dijese cosas, la mayor parte de ellas insultos, puta, zorra, guarra, etc. Pensé que mis compañeras estarían escuchando el recital de quejidos de mi amante y alguna de ellas en concreto, lo mismo incluso estaba más que calentita con lo que escuchaba. A Yolanda esa noche me la follé a conciencia por todos sus agujeros, no se las veces que se correría, pero desde luego, fueron unas cuantas. Al día siguiente se dio la siguiente situación incómoda y no prevista por mí.
Estábamos Yolanda y yo jugueteando en la ducha tras levantarnos, cuando esta me pidió que de nuevo volviese a metérsela en el coño, se puso incluso apoyada en la pared y con el culo en pompa esperando ansiosa a que lo hiciese. Lo cierto es que me di cuenta cuando sucedió, pero no pare ni dije nada porque el daño ya estaba hecho, además que confieso que saberlo me puso más brutote aún si cabe. Estaba con la punta de mi polla sobre el coño de Yolanda, preparándome para meterle la cabeza dentro cuando entró en el servicio Marta seguida por Sara, ambas vieron perfectamente el tamaño de mi polla y como esta entraba sin piedad dentro del cuerpo de Yolanda mientras esta gemida como una desesperada.
Sus caras fueron todo un poema, sus ojos se abrieron como platos y sus mandíbulas se descolgaron. Me di cuenta de su presencia desde el principio, pero no hice el menor caso de ninguna de las dos salvo arreciar con mis embestidas. Otra cosa que vi en ambas es como sus pezones se marcaban de repente bajo las camisetas que llevaban. Cuando cerraron a la carrera la puerta, no dude ni un instante que ambas estaban excitadas por lo que habían visto, y que en esos instantes sin duda estarían escuchando con la oreja pegada al otro lado de la puerta. Me esmere con Yolanda, estuve fòllandomela más duro de lo habitual con el fin de que fuese también de lo más escandalosa, no quería que ninguna de las dos se perdiese detalles de cuando se corriese entre gritos.
Con mi polla taladrándola tuve que sujetarla para que no se cayese por causa de nuestro polvo, la embestía a lo bestia y ella parecía alzarse con los pies del suelo ante los empéñones de mi polla. Se la saque, la puse frente a mi e hice que se subiese sobre mi cintura pasando sus piernas alrededor, después de eso la deje caer sobre mi polla de golpe empalándola de nuevo. Cuando terminamos a Yolanda le costaba andar por lo abierta que estaba, y a mí porque me rozaba la polla en los pantalones de la panzada a follar que nos habíamos pegado los dos. Cuando nos sentamos a desayunar las tres nos miraban de reojo, en el caso de Sara y Marta incluso se medio mordían los labios... yo por mi parte, me estaba divirtiendo de lo lindo.
CONTINUARA