El taburete

Dos chicos, un taburete y yo. Jamás me lo pasé tan bien con tan poco.

Ya os he hablado de Rebeca en alguna ocasión. Es mi mejor amiga. Nos conocimos en el primer curso de la ESO y desde entonces hemos estado muy unidas. También ha sido una “mala influencia” para mí. Ella es tan atrevida (o más) que yo. Hasta desarrollamos nuestro propio argot para poder hablar por teléfono sin que nuestros respectivos padres se enteraran; por ejemplo, cuando decíamos de quedar para “hacernos un par de juegos” en realidad queríamos decir follar con un par de chicos. Cuanto comencé a salir con Tony, Rebeca era la única persona que sabía que le ponía los cuernos, y ella me incitaba muchas veces. Algún día os contaré más sobre ella.

Lo que voy a contar pasó cuando yo llevaba poco más de un año de relación con Tony. Fue en el verano de 2012, y Rebeca y yo teníamos 23 años. Una noche salimos de fiesta por la Costa Brava y conocimos a dos chicos realmente majos. Nos invitaron a unas copas y, como estábamos lejillos de Barcelona (y de mi chico) me relajé. Se llamaban Sergi y David. Mi amiga Rebeca comenzó a enrrollarse con David, y me animó para que yo hiciera lo mismo con Sergi, cosa que acabé haciendo. Bailamos y nos besamos. Era un chico madrileño, de unos veinticinco años, que trabajaba como policía nacional, según me contó. Dejé que probara mi boca y yo mismo conduje sus indecisas manos a mi trasero, para que lo disfrutara como era debido.

Al cabo de un rato, David nos invitó a su casa. La verdad es que me apetecía muchísimo follar con Sergi, así que no puse ningún inconveniente, y Rebeca tampoco. David vivía en un pisito no muy lejos de la discoteca. Una vez allí continuamos la fiesta, aunque esta era bastante más interesante. David se llevó a Rebeca a una habitación y Sergi y yo nos quedamos en el salón (el piso sólo tenía un dormitorio). Eso no fue impedimento para que me arrodillara, le desabrochara los pantalones y agarrase su miembro. Estaba duro, pero unas buenas sacudidas nunca están de más. Luego lo metí en mi boca y comencé a chuparlo al mismo tiempo que lo masturbaba. Sentí en mi boca su líquido preseminal. La chupé un buen rato y luego le dije que se sentara en el sofá. Le hice un breve streptease, contoneándome lascivamente mientras me deshacía de los vaqueros y la blusa. Después me quité el tanga y lo arrojé al suelo, y me subí a horcajadas encima de un excitado Sergi que apenas atinaba a ponerse el preservativo. Me hundía en él, mirándole fíjamente a los ojos, mientras ponía sus manos en mi trasero, y comencé a mover mis caderas adelante y atrás, en movimientos lentos y profundos. Sus dedos se clavaron en la carne de mis glúteos mientras yo intensificaba mis movimientos, y finalmente se corrió con un grito.

Me aparté de él y me senté a su lado en el sofá. Nos quedamos un rato así, exhaustos, hablando sobre trivialidades, y después de un tiempo apareció David. No tenía muy buena cara. Su amigo le preguntó qué le pasaba.

-Tu amiga ha bebido demasiado -dijo mirándome a mí-. Apenas se tumbó la cama se quedó dormida. No me ha dado tiempo ni de quitarme la ropa.

Sergi soltó una carcajada y comenzó a burlarse de su amigo. Yo me apiadé del pobre chico; no era justo que Sergi se lo hubiese pasado tan bien y él no. O quizá, simplemente, seguía caliente porque no me había corrido antes. El caso es que le dije a David que follara conmigo, y él se puso tan contento como un niño el día de Reyes. Sergi, algo celoso, me dijo que ya estaba recuperado y quería volver a follarme. Le respondí que no había problema, y entonces a David se le ocurrió una muy buena idea. Me llevó a la cocina y me dijo que me sentara en un taburete. Era de esos taburetes giratorios. Cuando me senté me indicó que sacara el trasero lo más que pudiera y eso hice. David se situó detrás mía, aferrando sus manos a mis caderas, y le dijo a Sergi que se pusiera delante de mí. Yo comencé a mirar fijamente a Sergi mientras sentía la polla dura de David colándose entre mis nalgas y presionando sobre mi ano para entrar, cosa que hizo lentamente. Yo solté una queja (siempre duele al principio, por más delicadeza que empleen) y continué mirando a los ojos de Sergi, que clavaba su mirada en mí mientras su amigo me invadía el culo. David comenzó a salir y entrar a un ritmo muy suave, pero que crecía en intensidad. Al cabo de unos treinta o cuarenta segundos ya había alcanzado un buen ritmo. Un minuto después, más o menos, la sacó de mi interior y giró el taburete. En un segundo tenía el rostro de David delante mía y a Sergi detrás, agarrándome fuertemente de las caderas. Él comenzó a follar mi culo a un buen ritmo, teniendo en cuenta que su amigo había hallanado el camino.

No pude contar las veces que me hicieron girar en aquel taburete, ni el número de turnos que tuvieron Sergi y David, pero sí recuerdo que David fue el primero en correrse, y que después lo hizo Sergi. Al acabar, los dos me dieron un tierno beso en la mejilla y yo me bajé mareada del taburete. Me vestí con calma y luego fui al dormitorio a despertar a mi amiga, que estaba dormida como un tronco. Me la llevé como pude y nos volvimos a Barcelona en taxi. Por supuesto, no le dije nada de lo que sucedió a mi novio Tony (por ese entonces no teníamos el tipo de relación que tenemos hoy), así que nunca supo lo que le habían hecho a su chica en un taburete.