El sumiso Susy de Alba pt.2

Sigue la dominación de Emilio, quien tendrá que conocer a la nueva Alba y adaptarse a sus gustos. Depilación, humillación y algo de cuckcold.

Esa noche Emilio durmió intranquilo pensando cómo había cambiado tanto Alba en los diez meses que habían pasado separados. Él durmió en el suelo del cuarto mientras ella estaba perfectamente dormida en su cama matrimonial, descansado como una bebé después de todo lo que le hizo. Entonces recordó lo qué pasó antes en la noche.

-Mi sumiso no va a llevar pelo de la cara para abajo así que acércate que te voy a depilar.

Él asintió y se acercó a Alba quien con cerca comenzó a depilarle el pecho, lo poco que tenía en la espalda y claro, las piernas. Aquello era lo que le dolía más, jamás ningún rastrillo había pasado por sus piernas y ahora estaba perfectamente suaves y tersas como las de una mujer. Cómo las de una mujer. Aquella frase se quedó en sus pensamientos hasta que el otro tramo de cera fue arrancado de sus pantorrillas.

-Aaaaaa Alba, por favor, continuemos mañana.

Plaaaaaaaaaaas.

Una cachetada le llegó de inmediato a su ya rojo rostro.

-Te he dicho que me llames Ama.

-Sí ama, perdóneme.

Ella asintió y continuó con su labor, cada grito que Emilio pegaba era cada vez que ella se sentía más poderosa, más excitada y más mojada.

-Levanta los brazos.

-Las axilas no por favor ama, esas no.

Ella jalo de su cabello hasta llevar su cabeza cerca de su boca.

-Sino cooperas tampoco tendrás pelo en la cabeza y estoy segura que no te gustaría verte calvo ¿O si mi amor?

Él negó con la cabeza y volvió a recostarse sobre el frío suelo del baño alzando los brazos y poniéndolos en su nuca. La cera al principio era muy caliente, lo quemaba, pero lo peor era cuando llegaba el momento de quitarla, podía sentir como cada uno de sus vellos era arrancado junto con la tiesa cera.

La peor parte fue el final por supuesto, cuando sin darse cuenta, Alba puso cera en su zona íntima.

-Ama por favor, me va a doler horrores.

-Ups, ya lo hice.

En efecto, ya lo había hecho. Ahora solo quedaba esperar a que la cera se enfriara y que ella la arrancara sin piedad alguna. Cuando pasó, Emilio no pudo evitar que lágrimas salieran de sus ojos y maldecía el momento en que se había acostado con Verónica.

Al terminar, el teléfono de Alba sonó y ella corrió a contestarlo, Emilio aún adolorido, se quedó acostado en el suelo, pero la voz de Alba lo sacó de su trance.

-¿Hablas en serio? No, no estoy haciendo nada. Vale, salgo en una hora entonces. Hasta pronto. Un beso. -Colgó la llamada- Bien sumiso, tengo que salir, recoge todo y limpia este lugar, vuelvo en un par de horas, no creo tardarme mucho.

-¡¿Pero a dónde vas Alba?!

-¿Disculpa? No recuerdo tenerte que dar más explicaciones y solo por eso te volveré a castigar, pero hasta que regrese, no pienso perder mi tiempo de arreglo discutiendo contigo.

La chica se dirigió a su cuarto a retocar su maquillaje mientras Emilio limpiaba todos los restos de cera llenos de vellos del suelo. Miles de pensamientos pasaron por su cabeza ¿Acaso Alba tendría un novio? ¿Él sabría de esto? ¿Estaría ella a punto de contárselo?

Pasada una hora, Alba tenía un outfit de short y saco negros con botones grandes dorados, el cabello perfectamente amarrado, su maquillaje recién retocado y botas de tacón negras que le llegaban hasta las rodillas. Emilio la miró con deseo y admiración, así solía vestirse para sus citas, como toda una diosa.

Flashback de una de las primeras citas.

Emilio quedó de recoger a Alba, la chica que le había presentado su hermanastra, de la facultad de derecho. Usó sus pantalones elegantes y se desabrochó la camisa, pensando que, a pesar de haber follado ese mismo día con una chica de su propia facultad, había algo que le parecía interesante de la tal Alba aunque no sabía bien que era.

La peli negra salió de su edificio con un vestido negro de seda pegado a su maravilloso cuerpo, un collar de oro con adornos de diamantes pequeños y su cabello suelto y perfectamente planchado. Ella se sonrió al verlo y entró a su carro sonrojada por la emoción de volver a reunirse con el.

-Hola Emilio.

-Hola Alba.

Ambos se besaron las mejillas y él condujo hasta el restaurante, durante el camino ella le contaba cosas de su universidad, su relación con sus padres y de lo mucho que agradecía que Valentina los hubiera presentado. Él escuchaba en su mayoría, pero eran tantas las palabras que salían de la boca de la joven que llegó un punto en el que Emilio se perdía en sus propios pensamientos.

Durante la cena todo fue igual, plática casual y nada del real interés del chico, aún así en repetidas ocasiones Alba sacó su celular y contestaba mensajes esporádicos, lo que incrementaba la curiosidad de Emilio. Ella se levantó para ir al baño dejando su celular, entonces le llegaron mensajes y él no pudo evitar tomarlo y leerlos.

- Más te vale que vuelvas a la mesa sin bragas putita.

De la impresión que fue leer aquello, Emilio se sonrojó y tuvo que beber más vino puesto que el agua se había acabado. Otro mensaje llegó.

-No me interesa si tu cita se entera, que se entere que eres mi puta.

Minutos después, Alba regresó con una sonrisa como si nada hubiera pasado, leyó los mensajes con naturalidad y siguió con la conversación.

-Entonces me estabas platicando que te gusta ir al teatro ¿No? Hace muchos años que no voy.

Emilio trato de contestarle pero las palabras no salían de su boca, de repente esta chica tierna e infantil se había convertido en la clase de chicas que se quitaban las bragas por órdenes de desconocidos ¿O acaso si lo conocería?

-¿Emilio? ¿Todo bien?

Él la miró a los ojos cafés y justo cuando iba a asentir y cambiar de tema, fue que se le ocurrió que si Alba era la putita de alguien, sería ahora la suya.

-¿Tienes bragas puestas?

-Eh ¿Q-qué dijiste?

-Que si llevas ropa interior justo ahora.

Alba se sonrojó pero asintió tímidamente.

-Quítatelas y dámelas.

-Pero Emilio…

- Ahora.

Alba no tuvo más remedio que abrir su bolso y tomar las bragas con su mano haciéndolas bolita para entregárselas discretamente a su cita.

-¿Leíste mis mensajes verdad?

Él le quito los bragas de las manos y las metió en su pantalón, no sin antes extenderlas indiscriminadamente para llenar a Alba de pena. Al notar su mirada, sonrió por haber logrado su cometido.

-Sí, veo que eres la putita de alguien.

-Puedo explicarlo, todo es por mensajes y si te incómoda puedo dejarlo ya mismo.

Emilio lo pensó por un momento, tenía una idea excelente.

-¿Por qué nos presentó mi hermanastra eh? Yo tengo la teoría que te enseñó alguna foto mía y te sentiste atraída por mí, ella me insistió mucho para que aceptara.Si bien eres bonita, soy de la clase de chicos que folla una vez con una chica y ya, así  que te propongo esto: yo busco una puta de tiempo completo y tú una relación conmigo, ante los demás serás mi novia, incluso seremos exclusivos, pero ante mi cama y en la intimidad serás mi esclava ¿Te parece?

-Solo si en serio seremos novios y si en serio seremos exclusivos.

-Trato hecho.

Alba le extendió la mano para estrecharla como lo hacen las personas de negocios, pero Emilio lejos de hacer ademán por contestar el saludo, la miró a los ojos con mirada seria.

-Está clase de pactos no se cierran así. Mesero, la cuenta por favor. Cerraremos este trato en mi cama follandote toda la noche como la zorra que eres, habla a tu casa y diles que no vas a llegar.

Alba asintió, marcó y ambos se fueron.

Fin del flashback.

Alguien tocó la puerta, distrayendo a Emilio de sus pensamientos, antes de abrirla, Alba se dirigió hacia él y se arrodilló para quedar a su altura.

-Volveré en un par de horas, cuando llegue quiero este lugar limpio y a ti esperándome desnudo y arrodillado en la puerta.

Antes de que él pudiera protestar, Alba abrió la puerta y la cerró en seguida. Emilio corrió hacia el picaporte para no perderse el saludo.

-Hola Jorge.

-Hola Alba, mírate, te ves hermosa.

-Te lo agradezco mucho.

El chico un par de años mayor que ella, comenzó a besarla bajando sus manos de su cintura a su trasero, Alba en repercusión, rodeó con sus brazos el cuello de su amante y luego de un muy buen rato, se separó.

-Vámonos ya, que llegaremos tarde.

Jorge asintió, tomó de la mano a Alba y se la llevó a quien sabe dónde.

Emilio se sentía traicionado y herido. Por alguna razón, en la fiesta de Nadia creyó que recuperar a Alba sería tan fácil como cuando la tuvo en primer lugar, pero ahora estaba tan cambiada que le producía un cierto miedo el cual rápidamente se volvía en excitación.

Se dedicó a limpiar todo el lugar, tender la cama de Alba como siempre le costaba a ella, fregar los trastes que se encontraban sucios, acomodar su ropa hasta barrer el suelo. Ya eran las 4:30 am y Alba no llegaba, él estaba listo frente a la puerta esperando que su ama apareciera, pero solo no podía más.

Una hora y media después, Alba se dignó a abrir la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, Emilio había luchado por no quedarse dormido, pero no lo logró. Ella lo miró y despertó con palmaditas en la cara.

-Perdoneme ama, no soporte.

-Está bien, vámonos a dormir.

Emilio se levantó rápidamente pensando que al fin podría tocar la suave cama de Alba que tanto había estado esperando mientras la tendía, pero ella con la mirada le reclamó y así, él se colocó de nuevo a cuatro patas y la siguió. Noto que su cabello estaba alborotado y su maquillaje corrido ¿Había sido capaz?

La duda fue resuelta poco tiempo después cuando Alba comenzó a desnudarse para ponerse su camisón y poder dormir. Sorprendentemente se quitó las bragas y las miró con una sonrisa.

-Ven perrito.

Emilio se acercó completamente humillado hacia su ama quien sostenía sus bragas negras en las manos.

-A partir de hoy, usarás braguitas de nena todo el tiempo, ese será el castigo que te prometí. Estas son especiales, obsérvalas.

Emilio las tomó y notó que tenían semen en ellas. Sus ojos se pusieron llorosos y tuvo ganas de vomitarlo por un segundo.

-Póntelas.

-Por supuesto que no.

-Hazlo ahora.

Humillado y avergonzado, se colocó las bragas con el semen rozando su pene enjaulado, cuando se trepó a la cama al lado de Alba, ella acarició sus mejillas y sonrió.

-Las perras duermen en el suelo…

Se sorprendió de haber sido llamado así, pero más humillado no se podía sentir así que se arrastró hasta el suelo donde se tapó con la alfombra mientras Alba se encontraba ya profundamente dormida y él le daba inicio a su nueva vida.