El sueño más erótico
Relato número 17 de mi próximo libro, de título: Relatos calientes para dormir mejor, una obra con la única finalidad de entretener. Al ser un compendio de relatos de todo tipo de historias, hoy les ofrezco un relato en donde encontramos un déjà vu, que previamente se había soñado...
Siempre he creído que en los sueños se debía de disfrutar mucho más del sexo, aunque este pensamiento es bastante reciente en mi mente.
¿Ustedes qué creen?
¿Han tenido sueños eróticos?
¿Han soñado con vecinas, cuñadas, o artistas de la televisión o del cine?
¿Han llegado a tener orgasmos en sueños?
Todos en nuestra adolescencia hemos tenido poluciones nocturnas.
Amigos lectores, yo me refiero exactamente, a sueños intensos en los que estas practicando sexo real, en los que tienes orgasmos tan reales, que realmente crees que estás viviéndolos de manera real.
Yo aún no, y estoy pensando seriamente en promoverlos, como uno de mis pacientes.
Rafael, uno de mis pacientes habituales, su nombre no es ese exactamente, me confesó que sí los había tenido, y que desde que había alcanzado esa excepcional intensidad de placer, muchísimo más que en la vida real, procuraba buscar todas las noches, sus especiales sueños eróticos.
Aquello me impactó enormemente.
Es una de las decenas de controversias, no la única que tenemos dos colegas. Mi reciente e inseparable amigo y compañero de profesión, se llama José Miguel.
Mi nombre es Nicolás.
Ambos somos Psicoanalistas clínicos. Él trabaja en investigación, y yo tengo una consulta de cierto renombre en el centro de Madrid.
Nos conocimos en el IX Congreso Internacional, y el XIV Nacional de Psicología Clínica, que reunió en Santander, el pasado 2016, a más de 1000 profesionales de una veintena de nacionalidades.
Santander, es una ciudad maravillosa y entrañable, resultó especialmente acogedora para el evento. Fueron cuatro días inigualables de contactos, conocimientos, aunque de manera especial para encontrar una nueva e increíble amistad.
Fue tan grande el vínculo que nos unió, que desde entonces intentamos pasar, al menos unos días, ambos matrimonios juntos, allí en Santander. Realmente, somos grandes amigos los cuatro. Tanto Sofía, mi mujer, como Verónica, la esposa de José Miguel, también se han hecho inseparables.
Aprendí mucho más de mi profesión, especialmente, de algunos de mis colegas en aquel congreso de inigualable recuerdo, en aquellos salones del Palacio, y del Paraninfo de la Magdalena, aunque el mejor recuerdo, el más entrañable al rememorarlo, es la amistad que me une a mi gran amigo desde entonces, José Miguel.
Se trataron muchos temas en aquel congreso, desde la intervención de los psicólogos en el ámbito sanitario, hasta la revisión de los trastornos mentales que está llevando a la OMS, o las alternativas que se están planteando a sus clasificaciones, como es el caso del transdiagnóstico. Obviamente, se habló y mucho de la depresión, de la ansiedad e incluso de los trastornos del sueño, o los problemas de pareja.
El transdiagnóstico, supone una nueva forma de entender y de tratar los trastornos mentales. En lugar de centrarse en lo específico y diferencial de cada uno de ellos, su atención se localiza en lo que tienen en común, en los procesos psicológicos que subyacen a muchos de ellos.
Es una nueva aportación en psicología clínica, que abre interesantes posibilidades para la mejora de las técnicas de tratamiento de problemas emocionales, como la ansiedad, la depresión, trastornos alimentarios, entre otros, que yo redefiniría, desde entonces, para los casos de problemas en pareja, mi gran especialidad, pues todos aquellos trastornos terminan, inexorablemente, afectando a las relaciones afectivas.
El tema de los problemas de pareja fue el que nos unió, en primer lugar, a José Miguel y a mí. A la hora de la cena, en la sobremesa, un grupo de compañeros debatimos sobre la monotonía de la vida matrimonial, y sus posibles soluciones.
Todos aportábamos ideas, cambiar de pareja, dos de 25, en lugar de mi mujer con 50, decía uno de ellos en tono burlón, realizar fantasías, hacer un trío con la amiga de mi mujer, hablarlo todo, renovar votos, vacaciones más a menudo, regalos, detalles, flores, sorpresas… Todos aportan ideas, unos con opciones más serias y otros más en broma, como es habitual en una reunión de hombres solos, después de una cena y en una buena sobremesa, con alguna que otra copa.
José Miguel no decía nada, pero sus ojos decían mucho. Después de varias copas y unos paseos para despejarnos, nos quedamos solos.
- ¿Cuál es la fantasía sexual que aún no has cumplido, o crees que no puedes cumplir? (Me preguntó).
- La que casi todos..., estar en una orgía, hacer sexo junto a otras parejas, aunque mi mujer jamás accedería.
Algo me indicaba que José Miguel era liberal
Me invitó a ir a tomar una copa en un sitio muy especial…
Mientras conducía hacia ese destino sorpresa me hablaba de su mujer, de Verónica.
Me dejé llevar. Pensaba que no haría, ni más ni menos, que lo que desease hacer.
A unos 70 kilómetros de Santander, se encuentra Castro Urdiales, muy cerca de Bilbao, pero aún en la provincia cántabra, en su parte más oriental.
El local liberal “La Manzana”, es un club privado, ubicado en un chalet muy especial, en la zona de Castro Urdiales (Cantabria), muy cerca de Bilbao. La entrada está reservada exclusivamente a parejas, aunque excepcionalmente, pueden ir personas solas, siempre que vayan acompañados de amigos VIP´S.
Mientras llegábamos al club, comentaba a mi colega el caso de un paciente, ya les he hablado de él a todos ustedes, que en una etapa de su vida anterior, promovía el no tener sexo durante días, para irse a la cama pensando que tendría sueños eróticos, incluso a modo de experimento científico, iba incrementando días sin nada de sexo, para provocar cierta necesidad física, y así por la noche, tener más probabilidades de tener sueños eróticos y sus deseados orgasmos.
Tampoco lo promovía de manera forzada, según me contaba, pues su ex mujer era poco sexual, o eso contaba él. Lo que si hacía, era no masturbarse.
No podía dar detalles de mi paciente, como todos ustedes suponen, el código deontológico nos obliga a no dar nombres, ni detalles que puedan identificar a un paciente.
Le contaba a mi colega, que dados los comentarios de mi paciente, yo por mi parte, lo había intentado, que me había quedado en quince días de prueba, y que al menos para mí, el experimento fue, en términos generales, un fracaso.
José Miguel sonreía.
Llegamos al club.
Le conocían, sin duda era cliente habitual. Pasamos a una barra privada, desde donde se veía parte del ambiente mientras tomamos algo, me explicaba básicamente las reglas del ambiente liberal.
Después de la copa me invitó a dar una vuelta por el club.
Había parejas haciendo sexo por todos lados, unos solos, otros en compañía. Algunas, en habitaciones cerradas. El ambiente era sensual y muy morboso.
Jamás había estado en un club liberal y estaba expectante.
Llegamos a una habitación muy grande sin puerta, solo una cortina de seda la franqueaba.
- Esta es la cama redonda. (Me decía José Miguel).
Lo era en ambos sentidos, ya que era redonda, de unas dimensiones enormes, y además, en ella había más de una decena de cuerpos entrelazados, mayoritariamente, y practicando todo tipo de sexo.
Nos sentamos en uno de los divanes que la circundaban.
Se podían ver perfectamente todos los detalles de aquella docena de hombres y mujeres, todos desnudos, practicando sexo incansablemente.
- Si quieres, puedes participar. (Me dijo, mientras se desnudaba y se incorporaba a aquella orgía).
- No, gracias, no estoy preparado aún para ello, solo miraré.
Las siguientes dos horas, disfruté en primer plano de aquellas imágenes directas, que jamás había visto en persona. Amigos, cuán diferente es, ver una práctica sexual amateur en directo, de una película porno.
Alguna mujer me invitaba con sus ojos a participar. Rehuía esas miradas, y solo me centraba en captar los detalles de aquellos fotogramas, que mi mente iba archivando uno a uno.
Una de las mujeres más activas, estaba siendo penetrada por dos hombres a la vez, mientras lamía una polla al mismo tiempo de otro hombre, que estaba de pie en el suelo frente a ella. Sus ojos cerrados denotaban su placer intenso y constante. Otra mujer era besada en su boca y pechos, por otras dos mujeres, mientras un hombre le devoraba su sexo con una perfección inigualable, dado que sus caderas vibraban acompasadamente a sus gemidos.
Contaba el número de personas. Había cinco mujeres y ocho hombres. Todos estaban recibiendo o practicando sexo. José Miguel se había incorporado como uno más a la fiesta orgiástica, y su enorme polla estaba siendo lamida por una pareja, un hombre y una mujer, mientras él, debajo de otro sexo femenino, lo devoraba lujuriosamente.
Realmente, mi mente estaba excitada. Mi polla apenas se resentía, solo rezumaba morcillona. Creo que mi cuerpo se estaba reservando para la noche o eso deseaba. Jamás he sido infiel a mi mujer, y jamás lo sería.
Cuando salíamos del club, un par de horas después, en dirección a nuestro hotel, José Miguel me preguntaba por la experiencia. Le contestaba que había sido una experiencia única. Le agradecía que me la hubiese facilitado.
Aquella noche tendría el sueño más erótico, morboso y sensual, que jamás había tenido en mi vida y que, obviamente, terminaría en un orgasmo único.
Estaba en mi dormitorio, siendo el centro de atención oral de tres personas: mi esposa, José Miguel, y la que debía ser Verónica, la esposa de José Miguel.
Cuando días después, ya en Madrid, quedamos los dos matrimonios a cenar, y mi colega me presentó a su esposa Verónica, real e inexplicablemente, no me sorprendí de reconocerla de mi sueño, días atrás en Santander.
Cuando el sábado pasado quedamos los cuatro en casa, y después de la cena, pasamos al dormitorio por primera vez, cuando desnudaba a Verónica, y descubría aquel juego de lencería negro, con rebordes dorados, haciendo juego con sus medias y ligeros, supe que los tres terminarían haciéndome sexo oral, y que aquel sueño, semanas atrás, se haría absolutamente realidad.
No creía en ello, pero sin duda, aquella escena la había vivido ya en mi mente.
Era un “déjà vu”, esa sensación, que como todos ustedes saben se tiene, de haber vivido eso con anterioridad.
He de confesarles, mis queridos amigos, que la primera vez fue muchísimo más excitante, sin que esta segunda vez, dejase de ser uno de los momentos más excitantes de mi vida sexual.
Verónica, sin duda, es especial.
FIN.
Espero que lo hayan disfrutado.
Escríbanme. Contestaré a todos los que deseen contarme cualquier cosa, a través de mi correo electrónico. Me encanta compartir de todo, con todo tipo de personas, incluso detalles sobre vida en general, gustos y aficiones, sin que sea que ser necesariamente sobre sexo.
Les cuento que uno de mis próximos proyectos, hay varios más, sin más pretensiones que el de hacer disfrutar a los lectores, es un libro que tengo en marcha de título provisional: “Historias reales de cornudos complacientes”. Quiero contarles diez historias reales noveladas con escenas de sexo morboso. Llevo actualmente redactadas en borrador, ocho historias y aún puedo integrar dos historias más si alguno de ustedes, quiere que su experiencia como cornudo o cornuda quedé para la posteridad..., cambiando obviamente nombres y ciudades.
Hasta muy pronto.
PEPOTECR.