El sueño de una tarde de verano - 2- teatro
¿Pero no os pica la curiosidad? ¿Sólo de pensarlo no os excita? A mí ya me late la margarita y la tengo empapada de humedad
(AURORA se pone detrás de MARÍA. Coge sus caderas. Besa su cuello. Busca su boca. MARÍA, se resiste.)
AURORA.-¿Un horror? Un error mi pequeña flor,
un horror sería ingnoraros,
un error sería el no desearos,
el no declararos mi amor.
(MARÍA mira al piso. Piensa. Alza la cabeza, la gira. Mira a los ojos a AURORA.)
MARÍA.-¿Amor? Maldad, perversión, enfermedad.
Estáis mal. ¡Estáis enferma, señora!
Parecéis una ave depredadora
que vive en una sucia realidad.
(AURORA se vuelve a poner delante de MARÍA. Desabrocha los dos únicos botones de la bata de casa. La bata queda sujeta sólo con el cinturón.)
AURORA.-Quizá sea ave depredadora.
¿Pero qué es el amor más que lujuria?
¿Qué es una pasión si no tiene furia?
¿Qué es la caricia sin ser seductora?
MARÍA.-¿Qué hacéis? ¿Me estáis tentando?
Con ese escote tan generoso
se adivina un mundo vicioso
y me estáis escandalizando.
(AURORA sonríe. MARÍA busca la carta, atropelladamente. La encuentra. Queda con ella en la mano.)
AURORA.- ¿Deseáis que desate el cinturón?
¿Deseáis ver cómo es mi figura?
¿Tenéis miedo a perder la mesura?
¿Os late más aprisa el corazón?
MARÍA.-Aquí tenéis la correspondencia,
(AURORA, la coge.)
y permitid que me vaya por esapuerta,
(La señala.)
que vuestra conducta, indecente, tuerta,
tan sólo me produce indiferencia.
(AURORA parece abatida. Con la cabeza baja deja a MARÍA en el medio de la habitación y se sienta en el borde de la cama. MARÍA, la mira.)
AURORA.- (Mirando al piso.)
Lo siento. ¡Cómo lo siento, pequeña!
Es terrible estar enamorada.
Creedme, al sentirme rechazada
me habéis hecho de ta tristeza, dueña.
MARÍA.-(Sorpend¡dida.)
Pero. ¡Si es algo contranatura!
Dos mujeres haciendo el amor.
Sería algo sucio, desgarrador.
Sería como perder la cordura.
AURORA.-Vos no habéis estado con otra mujer,
no, no habéis sentido su dulzura,
no, no habéis sentido su ternura,
no, no la habeís visto morir de placer.
MARÍA.-(Caliente.)
Me empiezan a temblar las piernas.
Tengo que encontrar acomodo.
(MARÍA se sienta en el taburete de la cómoda.)
Habláis de arrastrarnos por el lodo
como dos mujeres de las cavernas.
AURORA.-Sólo os estoy hablando de pasión,
de dulzura y gozo sin frontera,
de una inmensa riada primera
que os parecerá un dulce aluvión.
MARÍA.-Con vos noveo desbordar mi mar,
no lo veo, pero tampoco quiero,
algo tan zafio, insano, rastrero,
jamás. ¡Jamás me podría agradar!
(AURORA se levanta y se acerca a MARÍA.)
AURORA.-Rastrero, ¿Rastrero que os desnude
y recorra vuestro delicioso talle?
Rastrero. ¿Rastrero que nada falle
cuando la pasión nos sacude?
MARÍA.-(Escandalizada.)
¡Cómo podéis decir tal cosa!
Pensarlo ya es una indecencia
que pesaría sobre mi conciencia
como una descomunal losa.
AURORA.-(Seductora.)
¿Pero no os pica la curiosidad¿?
¿Sólo de pensarlo no os excita?
A mi ya me late la margarita
y la tengo empapada de humedad.
(AURORA besa a MARÍA en la frente. Muerde los lóbulos de sus orejas. La besa en los ojoa cerrados. Mete la punta de su lengua en las comisuras de los labios. Pasa la punta de la lengua por los labiós. MARÍA se deja hacer pero no abre la boca.)
MARÍA.-(Sofocada.)
¿Qué me pasa? Me tengo que sosegar.
Me está entrando el telele.
Estáis haciendo de mí un pelele.
Mi cuerpo se quiere relajar.
AURORA.-Bienvenida a mi universo.
donde los movimientos son de fuego,
donde cada caricia es un ruego,
donde casan el bien y lo perverso.
Continuará.
Se agradecen los comentarios buenos y malos.