El sueño de la amiga de mi hermanita
Al desvelarme, me encontré con la mejor amiga de mi hermana sobre mí, besándome. Me lo dejó bien claro: desde siempre, follar conmigo había sido una fantasía, y hoy haría lo posible por hacerla realidad.
Puede que el calenario dijese que estabamos a sábado, pero para mí era un día más. Un día como otro cualquiera, encerrado en mi cuarto. Llevaba semanas viviendo noche y día en él. Estábamos a final de curso y quería sacar una buena nota como fuese. Me faltaba un año de carrera y quería tener la mejor nota posible, era una cuestión de orgullo. Por eso llevaba semanas sin tener vida social, viviendo en pijama, con un aspecto descuidado.
Mis padres se empezaban a preocupar. Me recomendaban que saliera a la calle, al menos para que se aireara mi habitación. No podía pensar en otra cosa más que en estudiar y estudiar. Mi hermana, mientras, se reía de mí. Era una chiquilla de 18 años que quería vivir y disfrutar su momento. Por eso, muchas veces pasaba por allí y me miraba sorprendida, como si le pareciese una locura lo que estaba haciendo. “Vas sobrado, hermano, not e pases de empollón” me decía.
Era mayo cuando esto ocurrió. Llevaba casi dos meses con mi plan de estudio intensivo. Una noche de sábado. Mis padres se habían ido a pasar el fin de semana al pueblo y así dejarme la casa medio vacía. Digo medio porque también estaba mi hermana, pero apenas pasaba por casa. Dormía, comía, se aseaba y salía de casa hasta el día siguiente. Su vida era juerga total.
Esa noche, mi hermana decidió invitar a sus amigas a casa para cenar y tomar la primera copa aquí antes de salir de fiesta. Me enteré cuando su grupo de cuatro o cinco amigas se presentaron en casa con comida y varias botellas de alcohol. Yo ya había cenado, así que no me importaba. Las chicas cada vez hacían más ruido, pues gritaban y reían como si no hubiese nadie estudiando a unos metros de allí. Cogí mis auriculares y me metí en mi mundo particular.
De repente sentí que alguien me tocaba. Me asusté y di un pequeño espasmo. Era la amiga de mi hermana, Carla. De su misma edad, Carla prácticamente se había criado en esta casa. Sin embargo llevaba un tiempo sin verla. Me costó conocerla al principio, pues poco quedaba de la niña que había conocido.
Carla se había convertido en toda una mujer. Tenía una bonita melena rubia, con unas piernas largas y un pecho incipiente. Sin ser exagerado, diré que su talla era considerable. Vestía una minifalda y un top pegadito que le hacían un cuerpo bonito.
-Hola, ¿Te molesté? -dijo con su voz fina-.
-Ah, no, tranquila, sólo me asusté porque estaba en mi mundo. Hacía tiempo que no te veía.
-Si, bueno, ya no paso tanto por casa. Ya nos hemos hecho mayores para jugar a las muñecas-Sonrió-.
-Si, jeje.
Carla miró a mi mesa y dijo:
-Irene me ha dicho que llevas un huevo estudiando a tope.
-Si, quiero sacar la carrera con buena nota.
-Oh, entiendo. Bueno, tu siempre fuiste bueno estudiando.
-Gracias-Le sonreí mientras le miraba a la cara-.
-Bueno-bajo un poco la mirada-, sólo venía a saludarte y a ofrecerte una copa.
-Gracias Carla, pero no puedo. Ya falta menos para mi verano. Me ha encantado verte de nuevo.
-Si, yo también me alegro-me hablaba evitandome la mirada-. Cuidate.
Se despidió y se marchó de nuevo al salón. Volví a ponerme los auriculares y me quise meter de nuevo en mi mundo del derecho constitucional, pero no pude. De pronto, mi cabeza se llenó de una palabra: Carla. La amiga de mi hermana me había captado todo el interés de ese momento. Aquella larguirucha de hace unos años se había covertido en una hermosa chica. Una mujer atractiva que durante años había sido una hermana para mí. Durante unos minutos pensé en su cambio. Unos minutos que me sirvieron para relajarme un rato. Al poco, mi hermana me avisó que se iba. No hice el papel de padre o hermano responsable y simplemente me despedí con un: no hagas ruido al volver.
Estuve cerca de dos horas más estudiando. Cuando sentí que el sueño me podía, dejé las gafas, me di una ducha y tras secarme, me tomé un vasito de leche y me metí a la cama. Me organicé el planning del día siguiente antes de cerrar los ojos.
Empecé a soñar que estaba con alguien en la cama. Era rubia, y me besaba mientras mis manos le quitaban la ropa. Su cuerpo era precioso, al igual que su cara que era, ¡Era Carla! Estaba encima mío, besandome, acariciandome. Y yo me dejaba, y le seguía la corriente hasta el final. Sentí como el sueño se hacía cada vez más real. Era el mejor sueño que jamás hubiese tenido, era tan intenso que me tenía atrapado. De pronto abrí los ojos. Algo me había despertado. El sueño era realidad, alguien me estaba besando.
Alargué la mano hasta la luz y de pronto vi a Carla sobre mí. Estaba totalmente desnuda. Su cuerpo era el de una preciosa mujer que hace no mucho dijo adiós a la adolescencia. Tenía esa dulzura que tanto nos gusta a los hombres. No pude decir otra cosa que:
-¡¿Q-qué estás haciendo?!
-Oh, ¿No te gusta?-dijo con cara preocupada-.
-¡No es eso! Es que-bajé el tono de voz- ¿Cómo has entrado?
-Me arió la puerta tu hermana.
-¡¿Mi hermana sabe que estás aquí?!
-Llevo siglos hablandole de ti. Verás -Se echó frente a mí-, siempre me has parecido un chico atractivo. Siempre fuiste el novio que quise y no tuve. Cuantas noches de borrachera he acabado llorando con tu hermana sin decirle nada. Pero hoy se lo comenté, y tras dos copas, me trajo en taxi hasta vuestra casa.
-Vaya, nunca me imaginé que te gustase. Eres la amiga de mi hermana, Carla. ¡Eres casi una hermana para mí! Te he visto crecer.
-Bueno,¿Y no crees que he crecido bien?
Acto seguido, Carla se deslizaba bajo las sabanas y se pegaba a mí. Su mano fue directa hacia mi entrepierna mientras sus ojos, con una mirada de inocencia, se dirigían hacia mí. Suspiré y miré para otro lado.
-No se yo si esto estará bien…
Carla me giró la cara y frente a mis ojos dijo:
-Tú sólo déjate llevar.
Y se hizo el silencio. Carla desapareció bajo las sabanas y apareció en mi entrepierna. Cuando quise darme cuenta, su lengua ya estaba jugando con mi polla. Era estúpido darle vueltas a la cabeza. Esa chica me ponía y estaba dispuesta a todo. Decidí disfrutar.
Se lo hice ver de forma inmediata. Le hice una caricia para que me mirara y comprendiera que la quería frente a mí. Ella se levantó y vino a besarme, que era lo que buscaba. Sabía que aquella chica iba a hacer lo que yo quisiera, así que quise disfrutar de una noche memorable. Entre beso y beso, mi boca se acercó a su lóbulo, que acabé mordiendo y disfrutando. “Quiero un 69”, le susurré al oido. Instantes después, me miraba sonriente y se daba la vuelta, colocando su trasera frente a mí. Completamente rasurada, su entrepierna olía a juventud. No pude evitar acercarme hacia ella y suspirar su olor a extasis. Noté como estaba ya excitada, pues su coño estaba mojadito. Lancé un primer lametón y disfruté de su sabor, que era adictivo. Mis manos abrieron bien su entrepierna, de tal forma que mi lengua llegaba a cualquier parte de ella. Lamía de arriba a abajo cuando mi lengua no estaba jugando con su clitoris o estaba disfrutando de su interior. Ella mientras chupaba y chupaba. Succionaba bien fuerte sin apenas usar las manos. A medida que pasaba el tiempo, ella estaba cada vez más y más mojada. Se notaba que lo estaba pasando muy bien, que nunca le habían hecho sexo oral de esa forma.
Me aparté y la moví de tal forma que se volvió a poner frente a mí. Ella entendió que era momento de cabalgarme. Colocó mi polla de tal forma que pudiese sentarse sobre ella. Poco a poco lo hizo, sintiendo como todos mis centimetros la llenaban por dentro. Empezó a moverse hacia adelante y atrás de una forma muy suave. Después empezó a hacer movimientos circulares. Era como si mi joven amante hubiese visto mucho porno y lo tuviese apuntado para su momento de gloria. Poco a poco empezó a moverse arriba y abajo, cogiendo ritmo. A medida que esto ocurría, sus suspiros pasaban a ser gemidos. Colocaba sus manos sobre mi pecho y se movía adelante y hacia atrás con fuerza. Me levanté un poco y le busqué la boca. Ambas se fundieron en un beso mientras mi polla estaba dura dentro de ella.
Carla se levantó y puso su culo en pompa. Yo me levanté y miré aquel culazo espectacular. Mi mano le dio algo de juego a mi polla mientras observaba. No pude evitar besar aquel coño que me estaba follando, ni tampoco pude cortarme al darle un buen cachete en la nalga a Carla. Ella gimió y me pidió más. Coloqué mi polla y empecé a embestirla con cierta fuerza. Lanzaba buenas palmadas en su culo de vez en cuando. Esto pareció volver loca a la amiga de mi hermana, que cada vez gemía más alto. Me crecía al ver que la estaba volviendo loca. Por eso, no pude más que darle más y más caña
Saqué mi pollá y me volví a acercar a su oreja. “Alguna vez te han follado el culo?” le dije. Entre suspiros, Carla me lo dejó claro:
-Vamos, estrename el culo.
Como si de una pelicula porno se tratase, mis manos abrieron bien sus nalgas. No pude hacer otra cosa más que escupir en su culito, que se veía pequeño aun. Apenas le metí un dedo cuando Carla ya empezó a sentir placer. Al poco ya tennía dos dentro, y un par de minutos después su culo estaba listo. Acerqué mi polla a su boca y gustosamente me la lubricó tras un buen trabajo oral. Empecé a metersela suavemente en su culo. Apenas tenía mi glande dentro cuando ella ya gritaba del placer. Se colocó contra la almohada para silenciarse. Mi polla poco a poco fue entrando en su culo. Empecé con movimientos suaves, buscando que Carla dilatase los suficiente como para que no le hiciese mucho daño. Gritaba y gemía a la vez. Seguía dándole caña a su culito, pero aquella jovencita no pedía clemencia.
Decidí que ya era suficiente y le di la vuelta, la tumbé y empecé y coloqué sus piernas contra mí. Ahora podía verle su cara de placer mientras embestía con fuerza. Sus pechos se movían al ritmo de mis embestidas. Eran preciosos. Carla parecía no saciarse nunca. Yo no aguantaba más y se lo hice ver sacando mi polla. Cuando la vio frente a ella, se lanzó a acabar su trabajo. Chupó y chupó hasta que su succión consiguió recompensa. Toda mi leché acabó en su boca. La saboreó como sis e tratase de una delicatessen.
Me dejé caer en la cama. Carla hizó lo mismo, colocando su cabeza en mi pecho. La abracé mientras ella jugaba con mi polla. Ella me miró y yo le devolví la mirada. Se levantó y me besó. Estuvimos un buen rato besándonos y jugando con nuestros cuerpos.
Ambos necesitábamos una ducha, así que la compartimos. Allí nos fundimos en besos. Carla no pudo evitar el hacerme una mamada para bajarme la erección que me había vuelto a generar. Salí de la ducha y me tumbé en la cama. Carla mientras buscó su móvil entre su ropa y mandó un mensaje. Después se vino a la cama y se echó abrazandome. Pasamos la noche así. Minutos después, mi hermana entraba a casa. Estaba claro que el mensaje de Carla era para ella, diciendole que había triunfad y que ya podía volver a casa. Mi hermanase detuvo en la puerta de mi habitación. La abrió un poco para ver si su amiga seguía en casa. Se encontró con su hermano y su mejor amiga juntos, abrazados desnudos en la cama. Haciendome el dormido, pude ver con el rabillo del ojo como mi hermana sonrió y en voz baja dijo “Hija de puta, lo ha hecho”.