El sueño de Brenda (segunda parte)

La historia de Brenda sigue

Disculpen la tardanza pero aqui está la continuación de mi relato.

Sin darme tiempo de nada, mi nueva amiga Yessenia, detuvo un taxi y le indicó a donde ir, nuestro viaje duró apenas unos 20 minutos pero nos dio algo de tiempo para que ella me contara parte de su historia, que la verdad era la típica historia de la chica travesti que al ser descubierta es forzada a huir de casa y sin posibilidad de trabajo se ve forzada dedicarse a la prostitución para lograr sobrevivir.

Cuando llegamos al lugar, se trataba de un bar no tan oculto como yo esperaba, estaba en las orillas de la ciudad, una bandera de arcoiris sobresalía sobre el muro negro de la fachada, un tipo alto y algo mal encarado estaba en la entrada. Saludó a Yessenia con mucha familiriadad y me presentó con él, ambas entramos al local que estaba bastante concurrido, había personas de todas las edades, pero pude notar que éramos muy pocas las travestis en el lugar. Nos dieron una mesa en una esquina y al poco rato llegaron dos amigas de Yessi, Alexia y Karina, me presentó con ellas y comenzamos a charlar y a beber algunas margaritas, entonces se presentó en la mesa un hombre bastante apuesto, como de unos 35 años de edad, bastante alto y por su aspecto se veía de muy buena posición económica, me invitó a bailar, yo volteé a ver a las demás y Yessi me hizo señas que aceptara y fuera con él.

Me llevó al centro de la pista abriéndonos paso entre las parejas que se movían al ritmo de la música electrónica que hacía vibrar todo el establecimiento, apenas podía escuchar lo que me decía, así que debíamos acercarnos mucho para cruzar algunas palabras.

Me llamo Fernando ¿y tú?

Brenda

Lindo nombre, no te había visto por aquí

Es la primera vez que vengo (si supiera jijijiji)

Bailamos por mucho tiempo, nos sentamos algunas veces, volvimos a la pista seguimos bailando, en fin, me contó que era divorciado, tenía 36 años, tenía su propia empresa de hilaturas, en fin, en pocas horas supe casi por completo su vida y él la mía. No dejaba de alentarme a seguir adelante con mi deseo de ser mujer, hasta que por un momento me perdí en su manera de mirarme y él me besó, sentí su lengua dentro de mi boca, rozando la mía, la sensación era agradable, placentera, por dentro algo me decía que eso no estaba bien, que yo era un chico y estaba disfrutando como otro hombre me besaba, pero, pero acallé esa voz llegando a la conclusión acertada, no tenía nada de malo, después de todo yo era una mujer, me sentía mujer por dentro y ahora comenzaba a serlo por fuera, así que no tenía nada de malo que me besara un hombre, entonces respondí con más pasión aquel beso. Comenzamos a acariciarnos frenéticamente, hasta que me detuvo para invitarme a su casa, le dije que me gustaría conocerlo mejor antes de aceptar su invitación, esperé cualquier reacción y le hice señas a mis nuevas amigas para que me auxiliaran en caso de ser necesario, pero Fernando simplemente anotó en un papel su número de teléfono y me dijo que estaba de acuerdo, se despidió de mí y se fue.

Platiqué un rato con las otras chicas y les conté lo que había pasado y como me sentía, me advirtieron que no sería fácil la decisión que tomaba pero que bien valía la pena, bailamos juntas un rato hasta que vi el reloj, eran casi las seis de la mañana, apenas me despedí y salí corriendo, tomé un taxi y le pedí que me llevara a donde había dejado el coche, en el trayecto no dejaba de recriminarme por haber descuidado la hora. Cuando llegué al callejón ya había algunas personas en la calle, el temor me volvió a invadir, pero no tenía opción caminé lo más rápido que mis tacones me lo permitían, me subí al coche y me fui rumbo a casa.

Evité lo mejor que pude las calles concurridas, pero eso me generó otro atraso de varios minutos, cuando llegué al fin a casa, ya algunos vecinos barrían las banquetas, no tenía idea de cómo salir de esta, si me bajaba del coche seguro me verían, di unas vueltas más y cuando noté que los vecinos más cercanos ya no estaban fuera, detuve el auto, me cambié y nuevamente con el pants puesto corrí a casa.

Dentro de mi cuarto apenas pude conciliar el sueño, la experiencia que había tenido no dejaba de darme vueltas en la cabeza, no dejaba de pensar en Fernando, pero solamente algo me quedaba claro, quería ser toda una mujer.

Desde ese momento en cada oportunidad aprovechaba para practicar como caminar con tacones de una manera mucho más femenina y sexy, además de hacerme infinidad de pruebas de maquillaje. Muchas veces estuve a punto de llamar a Fernando pero no me atrevía, así pasaron casi 4 meses desde mi primera salida y comenzaba a dominar ciertos aspectos de mi vida femenina, sin darme cuenta, comenzaba a verme afeminado en mis ademanes y forma de caminar, pero para mi familia eso no pasó desapercibido.

Un día que regresaba de la escuela quise desviarme de camino para pasar a ver aunque fuera de reojo una tienda de lencería, me retrasaría cosa de 10 minutos así que no vi mayor problema en ir a ver las hermosas y delicadas prendas del aparador y soñar con usarlas mientras caminaba a casa. Iba pasando frente al aparador y no resistí detenerme por unos segundos a mirar un hermoso bustier con liguero, de encaje en color blanco y con aplicaciones de brillantitos en medio de las copas, las delicadas medias blancas con encaje de rosas en la parte superior me hipnotizaron brevemente, mientras comprendía que se trataba de una prenda nupcial, quise prometerme que algún día usaría algo así, en eso, una voz que no reconocí inmediatamente me sacó de mis pensamientos.

¿ves algo que te guste?

Volteé inmediatamente y sí, era Fernando, entre tartamudeos y nerviosismo apenas pude saludarlo, creía que como Brenda cambiaba lo suficiente como para que me reconociera, pero pues no era así.

¿quieres que vayamos a comer?

No, tengo que llegar a casa inmediatamente

Te llevo en mi auto

No, no gracias, mejor te llamo luego

Con el corazón latiendo a todo lo que daba corrí a casa como nunca lo había hecho, en parte por el temor a que vieran con Fernando, como si todo mundo supiera lo que pasó entre los dos y en parte por que me sentí avergonzada a que me viera y reconociera como chico. Pasé toda la tarde pensando si llamarle o no, no me decidía, finalmente cuando estaba anocheciendo le llamé, charlamos unos minutos y quedamos de vernos al siguiente sábado, iría a su casa para arreglarme y saldríamos al bar donde nos conocimos, estaba muy nerviosa y emocionada, no sé que me pasó, pero enseguida me preocupé por la ropa que debía usar, como maquillarme, en fin, mil cosas pasaron por mi cabeza con la única idea de lucir linda para él. Apenas era miércoles, tendría al menos dos días para comprar algo lindo para usar, así que al otro día me inventé un trabajo escolar para estadística y tenía que salir a realizar algunos muestreos de precios de ropa, así justificaría salir de casa durante varias horas y lo más importante cubrirme si alguien me veía en alguna tienda.

Revisé mi caja de ahorros, en realidad una simple caja de zapatos que guardaba oculta en el armario y que me gustaba llamar el fondo para los caprichos de Brenda, según mis cuentas podría comprar algo de ropita y quizá hasta unas lindas zapatillas.

Pasé toda la tarde recorriendo tiendas, buscando algo que me hiciera ver espectacular, además de que se ajustara a mi presupuesto, la verdad es que recorriendo las tiendas me sentí como toda una chica y entendí lo divertido que es, al fin encontré algo, un precioso vestido con manga tres cuartos y escote redondo, la parte superior fiucsa y  justo debajo el busto hacía la cintura y el vuelo de la falda en tonos rosados, amarillos y violetas, quedé prendada del vestido, estuve tentada a probármela en la tienda, pero no me atreví, pasé por una zapatería y compré unas zapatillas rosa pálido en punta y con cinta al tobillo, me sobraba un poco de dinero así que lo invertí en unas pantymedias color champagne, muy contenta con mis compras regresé a casa, oculté mis compras debajo de la escalera de la entrada para recogerlas cuando mis papás se quedaran dormidos.

Todo pasó sin contra tiempos, pero el día sábado todo se complicó cuando mi mamá anunció que iríamos a la casa de mi abuela por su cumpleaños, no tenía opción de quedarme o salir, inventé mil pretextos, pero a cada cosa que argüía, una negativa era la respuesta de mis papás, apenas pude hacerme de tiempo para llamar a Fernando y explicarle lo que pasó, pareció entenderlo, aunque jamás volvió a responderme una llamada.

Algo decepcionada por la actitud de Fernando comencé a refugiarme en Internet, constantemente me conectaba a chats gay, conocí toda clase de chicos, hasta que llegó uno que era amable y caballeroso, el único problema era que una enorme distancia nos separaban, él vivía al norte del país, pero no dejábamos de comunicarnos constantemente vía mail o en el chat. Así pasó el tiempo y llegó mi cumpleaños número 18, el primero en felicitarme fue José, mi enamorado. Me sentí muy halagada con las cosas que me decía y mejor aún, acordamos vernos en la Ciudad de México en unos días para celebrar mi cumpleaños juntos.

Nuevamente me emocioné muchísimo con su visita, planeé todo, un viaje a la capital del país por mi cumpleaños no parecía extraño, así que obtuve el permiso de mis papás, armé una maleta con todo lo que iba a necesitar y otra más con la ropa de chico que no pensaba usar, el viaje sería de una semana, tiempo suficiente para poder ser Brenda libremente y vencer mis temores de una buena vez.

Al fin llegó el día, como iba de “fiesta” el hotel donde me iba a hospedar se ubicaba en la zona rosa de la Ciudad de México, que además es llamada por algunos la capital gay de México, llegué pasado apenas el medio día, el hotel recibía muchas chicas como yo, así que no tendría problemas para ser Brenda desde el primer momento de mi llegada, inclusive al momento de registrarme lo hice como Brenda, muy satisfecha me instalé en mi habitación, era un sueño hecho realidad acomodar toda mi ropa de chica en el closet, sin temor a críticas, rechazos o enfrentamientos. Me comencé a arreglar, José llegaría en un vuelo como a eso de las 7 de la noche, tenía algo de tiempo libre, decidí salir a reconocer la zona, me puse una blusita azul marino con estampado de mariposas, unos jeans y mis zapatillas negras, me maquillé, me puse además unos aros de clip y algunas pulseras, sin olvidar un bolso negro, respiré profundo y salí al lobby del hotel, nadie pareció notar mi presencia de un modo que me incomodara, así que más confiada salí a la calle, solamente me dediqué a vagar sin rumbo, reconocer la zona esperando que llegara José, eran las 7 en punto cuando sonó mi teléfono celular, José estaba saliendo del aeropuerto con rumbo al hotel, inmediatamente regresé a la habitación para esperarlo.

Apenas iba entrando al lobby del hotel cuando lo vi, de momento no me reconoció hasta que me acerque y lo saludé, me dijo un cumplido y en seguida me besó dulcemente en los labios, me tomó de la mano y fuimos a la habitación, yo esperaba que comenzara a besarme por todo el cuerpo, pero no, sacó de su maleta un par de cajas y me dijo que las abriera, que él iría al bar y que por favor le avisara cuando hubiera terminado de vestirme, luego salió del cuarto.

Con mucha curiosidad abrí las cajas, dentro había un hermoso corsé blanco, con tanga, liguero y medias a juego, comprendí que se trataba de todo un equipo nupcial, el resto de las cajas contenían unas zapatillas de raso blanco con tacón de aguja como de15 cm., un vestido tipo sirena color blanco con detalles de perlas y un velo de novia, feliz comencé a vestirme, cuidadosamente me arreglé, casi 2 horas después le marqué para que subiera, cuando me vio, me puso una argolla de matrimonio y me dijo:

De hoy en adelante vas a ser mi mujer, estamos recién casados amor

Me tomó con sus fuertes brazos por la cintura y me besó con una pasión, yo le correspondía, besaba mi cuello y mordisqueaba mis orejas mientras apretaba mis nalguitas, comenzó a quitarme el vestido mientras yo acariciaba su pecho velludo, acariciaba mis piernas, mis nalguitas, me besaba cada vez con más intensidad, lentamente desabrochó el corsé y hacía a un lado mi tanguita mientras mis manos comenzaban a buscar su pene dentro y fuera de su boxer, que ya estaba duro como una roca, interrumpí las caricias cuando sin contenerme y guiada por un instinto natural, comencé a chupar la punta del falo de mi “esposo”, mi lengua hacía círculos en su glande, lo besaba y disfrutaba del sabor salado de ese hermoso pedazo de carne, lentamente lo fui introduciendo en mi boca, desfrutando como se deslizaba y rozaba mi lengua, comencé a acelerar el ritmo, todo su pene entraba y salía de mi boca más rápido más duro, hasta que un líquido caliente se escurría desde mi boca hasta mi garganta, su sabor agridulce era embriagante, no podía ni quería parar, pero José me detuvo y me depositó suavemente sobre la cama, empezó a mordisquear mis pezones mientras hábilmente colocaba mis piernas sobre sus hombros dejando mi hoyito expuesto a sus embestidas. Sentí como primero acariciaba la piel alrededor de mi ano, para luego comenzar a penetrarlo suavemente, presionando para entrar, abriéndome la puerta a una sensación indescriptible, se sentía tan bien, tan placentero, comenzó despacio, yo comenzaba a gemir en voz baja, hasta que me envistió con fuerza y me entró todo su pene de un solo golpe, un dolor terrible me hizo encoger mi cuerpo, lo que él aprovechó para penetrarme nuevamente, con más fuerza, no alcancé a gritar, porque comencé a gemir como una loca, el dolor se fundió con un placer infinito, mis manos apretaban las sábanas mientras le suplicaba que no se detuviera, un explosión dentro de mí me llevó a un orgasmo increíble, sentí como todo mi sexo se cubría de algo viscoso y caliente, pero José no se detenía, aumentando mi sensibilidad y el placer que sentía, hasta que al fin, sentí como su leche hirviendo estaba dentro de mí, como recorría el interior de mi cuerpo acariciándome y feminizándome más y más, hasta que exhaustos y sudando terminamos en un verdadero estallido de pasión y sexo. Luego me quedé dormida entre sus brazos como si fuera en verdad mi noche de bodas.

A la mañana siguiente cuando me desperté me encontraba entre los brazos de mi amante, podía sentir mi colita vibrando de placer todavía, me sentí muy contenta, una sensación de ser mujer estremeció mi cuerpo por completo, en ese momento José se despertó, comenzó a besarme nuevamente y sin darme cuenta otra vez mi colita comenzó a dilatarse en espera de otra embestida de ese pedazo de carne, lo que pasó 2 veces más…

Ya un poco más recuperada salimos a comer, así pasamos el resto de mi viaje, cuando nos despedimos un dulce beso en mis labios marcó el camino que iba a seguir el resto de mi vida, luego cada quien regresó a casa, aunque la verdad debo decir el chico que salió de mi casa nunca regresó, fue Brenda quien volvió dispuesta a tomar su lugar en el mundo.