El sueño de Brenda
Lo que me hubiera gustado vivir en realidad pero que no me atreví a hacer
La primera vez que salí vestida fue hace ya algo de tiempo, era común ver en el centro de la ciudad grupos de travestis en espera de clientes. Ocupaban las inmediaciones del reloj monumental, jamás pensé en lo mucho que me arriesgaba pero era algo mucho más fuerte que yo, algo que simplemente no podía evitar, que necesitaba hacer, llevaba ya meses planeándolo, adquiriendo ropa sufriendo la vergûenza de acudir a comprarla como chico, soportando además los nervios de comprar mi primer peluca, en fin, debería ser ese día o no lo haría nunca, mis papás habían salido de la ciudad y para que se volviera a repetir esa oportunidad pasaría no sé cuanto tiempo.
En fin, cuando oscurecía comencé mi transformación, empecé por darme un baño caliente y depilarme el poco vello que tenía, con 17 años y aún con una figura esbelta no tenía mucho problema para lograr digamos una aceptable apariencia femenina, además del uso de algunos truquitos, para mi primera salida como mujer había escogido una blusita negra de cuello redondo sin escote y sin mangas, una linda mini falda de mezclilla deslavada con los bordes deshilachados, pero sin ser extremadamente corta, medias de red y zapatillas negras cerradas de10 cmde tacón, comencé por ponerme la lencería, un delicado juego de sostén y panty rosa, con encaje en los bordes y con relleno en la panty para lucir una colita seductora. Terminé de vestirme y comencé a maquillarme, primero me puse la base y luego el polvo, di forma a mis cejas con lápiz negro, luego me puse el delineador y la máscara de pestañas, seguí con las sombras en tonos rosados y finalicé con los labios en color granate, luego me puse la peluca que era lacia, de largo a los hombros, color castaña con luces. Me faltaba algo de bisutería, cortesía de mamá tomé un par de pendientes que terminaban en una rosa con una zirconia al centro y el dije a juego, con ayuda de unas pinzas adapté los pendientes para poder ponérmelos, obviamente mamá ya no podría usarlos de nuevo, así que decidí considerarlos como un regalo, luego un poco de perfume y estaba lista, durante unas horas me di el gusto de caminar por toda la casa dejando escuchar mis tacones con toda libertad en cada habitación de la casa.
Eran casi la media noche cuado me decidí a salir, como era mitad de semana supuse que no habría mucha gente en la calle, así que me puse un pants, y me quité la peluca, me puse unas gafas para tratar de ocultar mis ojos maquillados, me despinté los labios y salí a la calle, serían unos cuantos pasos a donde estaba el coche, hacía mucho frío, decidí regresar a casa a buscar un abrigo, entonces reparé en un detalle fundamental, me había olvidado de llevar un bolso, eran demasiados los nervios, tomé una bolsa negra de mi mamá y la llené con unos pañuelos desechables, maquillaje y perfume, llaves y algo de dinero, escogí una chamarra corta gris oxford con algunas aplicaciones de brillantitos, metí en una bolsa de plástico la chamarra, el bolso y mis zapatillas. Salí corriendo de casa para
llegar al coche, me subí aún agitada con la angustia y los nervios y me dirigí al centro de la ciudad. Me detuve en un pequeño callejón y me despojé del pants para dejar ver mis prendas femeninas, me puse las zapatillas, la peluca, pinté mis labios y acomodé mi bolso, culminé con la chamarra y muy decidida bajé del vehículo, caminé por unos instantes disfrutando del frío de la madrugada en mis piernas enfundadas en esa medias de red, me asomé para salir del callejón, quería dirigirme a donde habitualmente se encontraban las demás travestis, pero sentía algo de miedo, más cuando vi que en el lugar todavía estaba una chica, ella iba vestida con un traje de raso en color verde, su cabello estaba teñido de rubio, quise acercarme pero algo me dio miedo y regresé al auto, allí esperé por casi una hora, cuando nuevamente me asomé no había nadie.
Dentro del auto mi corazón se aceleró nuevamente, traté de controlarme, entonces luego de mirarme al espejo sentí que sería un desperdicio no dar un pequeño paseo por esas calles, era ya tarde y salvo por algunos taxis y uno que otro conductor trasnochado la calle estaba desierta. Me encaminé a la esquina donde se reunían las chicas, el corazón casi se me salía del pecho, no sé si del gusto o el nerviosismo, intentaba caminar con soltura, con naturalidad, pero las piernas no me respondían como debían.
Decidí sentarme un momento en la saliente de la ventana de uno de los bancos de la zona, esperando tranquilizarme un poco, luego de unos minutos saqué de mi bolso el espejo y comencé a revisar mi maquillaje, cuando sentía que me estaba tranquilizando un voz un tanto melosa y muy afeminada me sacó de mis pensamientos.
Hola, no te había visto antes
Era la chica que había estado antes, no supe de donde salió, no la vi llegar, tartamudeé un poco, pero ella sonriendo me dijo que no me preocupara que ella también trabajaba más tarde para no tener que pagar la cuota. ¿cuota? Pregunté, ella me explicó que debían pagar una cantidad a una de las travestis para que la policía no las molestara supuestamente, era para cubrir desde las 11 de la noche a las 2 de la mañana entre semana y de las 11 de la noche a las 4 de la mañana los fines de semana. La verdad me sentí halagada por haberle hecho creer que yo también era una dama de la vida galante, pero algo en su sonrisa amable mi hizo contarle mi historia, ella me escuchó detenidamente y me propuso ir de fiesta, acepté inmediatamente, no podía imaginar que esa noche conocería al hombre de mis sueños.