El Sueño Americano (05: y último - Teenager Party)
El mes se va acabando y nuestros protagonistas quieren disfrutar hasta el último segundo de su estancia en los EE.UU.
El Sueño Americano
Tras la... Parte I: INTRODUCCIÓN, Parte II: DESVIRGADO EN SEATTLE, Parte III: ENAMORADO EN SAN FRANCISCO y Parte IV:AMPLIANDO HORIZONTES EN LOS ÁNGELES
Llega la última entrega de la historia... Parte V:
TEENAGER PARTY
El martes al levantarme miré el calendario que los Hewson me habían dejado en mi cuarto: July 25th. El domingo 30 regresaríamos a España. Y yo no quería en absoluto dejar este país. Aunque Arancha y yo podríamos vernos de ves en cuando, ella vivía en Santander y yo en Madrid, era mucha la distancia, y yo estaba completamente enamorado de esta dulce y delicada chica a la par que viciosa.
Llevaba ya dos días embargado por la melancolía, era inevitable. Para animarme me puse a hacer balance del viaje:
Con un rollete de intercambios de morreos y algún tocamiento, yo me hubiera conformado. Habría vuelto a España encantado y considerando un éxito el viaje. Pero es que en este viaje yo había follado por primera vez. Es más, me había desvirgado en medio de una situación supermorbosa con una pijorra, que en el fondo era encantadora, y acompañado de dos americanas superbuenorras follando con sus respectivos novios a pocos metros de mí. Eso para antes de llegar a Estados Unidos hubiera sido inimaginable. Pero es que además luego he conocido al amor de mi vida. Lo he hecho con ella de todas las maneras posibles. Hemos practicado el sexo oral en todas sus posibles formas, y no contento con eso, ella me regaló su culito virgen. Y lo más importante, me he enamorado de ella. Todo esto ya vale por toda una vida. Pero es que además la cosa no se queda ahí. Es que también he participado en una orgía en la que yo básicamente he disfrutado de un trío espectacular. Yo entre el amor de mi vida y la chica que me desvirgó. La realidad supera con creces cualquiera de mis más estrambóticas fantasías.
Si lo cuento en España nadie me va creer. Así que mejor que mienta y diga que sólo he tenido el típico rollete de verano y ya está.
La semana, por tanto se presentaba triste. El viernes nos habían montado una fiesta de despedida pero yo sólo quería estar con Arancha. No tenía ganas de fiesta.
Pero había que enfocado de modo positivo y aprovechar hasta el último segundo de esta aventura. Y vaya que si lo aprovechamos. El martes y el miércoles volvimos a nuestro rincón secreto: el servicio de profesores, y follamos con ardor juvenil. El jueves visitamos estos aseos un par de veces más. Una por la mañana y otra tras el almuerzo. En ésta última, por cierto, casi nos pillan. Entró alguien que no vimos quien era y tuvimos que callarnos un rato encerrados en el urinario hasta que el anónimo visitante terminara sus cosillas. Al final casi nos pilla pero porque estuvimos al borde de partirnos de la risa. Cuando se fue lo cogimos donde lo habías dejado y terminamos en otro perfecto orgasmo.
Cuando volvía a casa de los Hewson estaba cansado y decaído. Mañana viernes era prácticamente el último día que íbamos a pasar juntos Arancha y yo. Bueno todavía nos quedaba el largo regreso en avión. Decidí darme una ducha para relajarme y limpiarme los sudores que me habían provocado los dos polvos con Arancha.
La verdad es que me lo tomé con tranquilidad. Estaba disfrutando del agua caliente y aunque escuché unos golpes en la puerta decidí estar a lo mío. Quien fuera tendría que esperar. A la media hora abrí la puerta del baño y me encontré con la cara de pocos amigos de Helen. Me soltó un grito y yo interpreté sin esforzarme en traducirlo que tenía una urgencia. Me metí en mi habitación a vestirme. Cuando volví a salir al pasillo me volví a encontrar con la antipática americana.
Otra vez me soltó una parrafada en inglés. Yo a estas alturas había mejorado bastante mi conocimiento del idioma, pero aun así, hablaba tan rápido que me costaba entender sus gritos. Me dijo algo como que tenía que ser mas respetuoso con los demás y que había estado media hora encerrado en el baño.
Me estaba hartando ya la niña esta. Desde que llegué le primer día a su casa no había tenido ni un solo gesto de simpatía hacia mí. Ambos habíamos compartido una habitación para follar pero parece que eso a ella no le creaba un especial vínculo conmigo. El caso es que yo no le había hecho nada y me estaba tocando ya demasiado los cojones. Cuando hizo una pausa en sus gritos le pregunté de forma seria y contundente y pronunciando lo mejor que sabía...
- Why do you hate me?, I havent done anything to you. Yo are a stupid girl
Me di la vuelta muy solemne dudando que mis palabras fueran correctas y me encerré en mi cuarto. Me había quedado a gusto aunque en español le hubiera dicho algo más gordo.
A los pocos segundos la puerta se abrió a mis espaldas. Me giré y vi a Helen bao el marco. Me miraba pero esta vez no con irritación sino con un gesto neutro.
¿Qué coño querrá ahora esta tía? Lo mismo me agrede.
- Ok, "yeimy"
Me llamo Jaime, coño, no "yeimy". Mientras pronunciaba mi nombre en yankee se fue acercando despacio hacia mí...
- I want to ask for excuses you. Im sorry to have shouted you.
Creo que me estaba pidiendo disculpas. Se quedó mirándome seria pero al instante por primera vez en casi un mes me sonrío. Me tendió la mano en un gesto que tanto aquí como en España significa "hacemos las paces". Yo la miraba serio, imperturbable pero finalmente le di la mano. Ella la sacudió unos segundos pero con una media sonrisa se acercó a mi boca y me la besó. Cuando se separó yo intenté seguir con gesto adusto pero, la verdad, me había dejado un poco descolocado. Se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta. Cuando estaba ya casi en el pasillo se dio otra vez media vuelta, entró y cerró la puerta del cuarto. Me seguía mirando con esa media sonrisa maliciosa y yo permanecía paralizado mirándola en el centro de la habitación.
La americana se sitúa otra vez a mi altura. De nuevo acerca su boca a la mía pero esta vez me introduce la lengua. Antes de que pueda reaccionar me coge del culo y me empuja hacia el catre donde duermo. Caigo de espaldas. Intento reincorporarme pero ella se ha puesto ya encima de mí. Otra vez me mete su lengua en boca. Que bien sabe la americana. Pero me viene una imagen a mi mente, la de Arancha. Aparto a Helen y le digo:
Helen stop- No estoy ahora para construcciones más complicadas en idioma anglosajón
Me manda callar de forma contundente. De perdidos al río. Soy adolescente y soy incapaz de rechazar a una rubiaza como Helen que otra vez está metiéndome la lengua. Ahora además me ha puesto la mano en el paquete. Helen se levanta. Se quita la camiseta y se queda en sujetador. Yo me abalanzo hacia sus tetas mientras ella me chupa el cuello. Al rato se incorpora otra vez, me coge del brazo y tira para que yo también me levante. Me vuelve a besar mientras con sus manos me desabrocha el pantalón. Me deja en pelotas de la cintura para abajo y me vuelve a empujar a la cama. A esta chica definitivamente le gusta llevar la iniciativa.
Antes de tirarse de nuevo sobre mí se desnuda completamente. Ya lo había visto en otra ocasión pero no dejo de admirar esa maravilla de cuerpo. Se pone encima y sin más trámites, inserta mi polla en su coño. Empezamos a follar como si nos fuera la vida en ello. Yo le cojo sus nalga y aprieto, y ella jadea ostensiblemente. Como siga así se va enterar toda la familia Hewson y de paso mi hermana. Menos mal que están todos en el piso de abajo.
Ella me besa con la misma intensidad que me folla, hasta que sus jadeos son ya gritos en toda regla. Al rato ella se calma. Parece que ha llegado a un rápido orgasmo. Se incorpora y se saca mi polla de su coño. Se sitúa a mi lado y me agarra con fuerza mi polla. Yo cierro los ojos y me dejo hacer. Me masturba con ahínco. Subiendo y bajando rápido la piel. El semen no tarda en salir a borbotones salpicando su mano y mi camiseta. Cuando abro los ojos. Ella me mira otra vez con su media sonrisa. Me mete otra vez la lengua y se levanta.
Se viste mientras me dice algo pero yo no estoy ahora como para entender inglés. Termina de ataviarse, me dedica una última sonrisa y se marcha. Y así quedo yo, con mi camiseta manchada de semen, desnudo de cintura para abajo y sin saber muy bien que ha pasado. Y exhausto. Había sido mi tercera corrida del día, y aunque soy un vigoroso chaval de dieciséis años estoy empezando a notar el desgaste de tanta actividad sexual.
Si esto hubiera ocurrido hace un mes, cuando llegué a Estados Unidos, no habría sabido como reaccionar con Helen. Pero ahora, con una dilatada experiencia sexual a mis espaldas, cuando me encontré en la cena de nuevo con ella me comporté con total naturalidad, y eso pareció agradarla. Estuvo hasta simpática conmigo.
Por otro lado yo me sentía algo culpable. Pensé incluso en contarle mi aventura a Arancha. Estoy seguro que no se hubiera enfadado demasiado. Ella misma dice que no es celosa. Pero para dos días que nos quedaban no quería amargárselos. Además Helen ni siquiera me caía bien.
El viernes no visitamos el baño de los profesores. Quizá porque pensábamos que debíamos reservarnos para la fiesta de despedida de esta noche. Iba a tener lugar en el pabellón de deportes del centro donde habíamos dado clases de inglés.
A la ocho Julie Hewson nos acercó en coche al pabellón a Sandra y a mí. Antes tragándome mi vergüenza había pedido a Mrs Hewson que parara en algún sitio donde pudiera comprar flores. No sé que fue peor si la cara llorosa de Julie emocionada por mi detalle romántico o el descojone que se traía mi hermana. Al menos mereció la pena. Arancha también se emocionó al ver el ramo y me dedicó uno de sus besos mas entregados.
La música era bastante hortera. Música americana de teenagers que tenía menos sustancia que los chicles que mascaban. Debe ser costumbre del lugar y, como en la pelis, intercalaban las canciones moviditas con las lentas. Por aquello de donde fueres haz lo que vieres, pero sobre todo porque Arancha insistió hasta la saciedad, bailé un par de temas románticos, aunque odio bailar y más las pastelonas. El caso es que más que bailar nos besamos sin parar.
El ambiente de la fiesta era animado. La mayoría de la gente había disfrutado enormemente de la experiencia americana, (seguro que no tanto como yo) pero quien más quien menos tenía ganas de volver a casa. Así que mis compañeros estaban francamente contentos.
Yo no. Me daba igual volver o quedarme. Yo lo que quería era estar con Arancha y sabía que en España, paradójicamente, iba a ser más difícil que en Estados Unidos el vernos. Además no me estaba haciendo excesivo caso en esta fiesta.
Mientras yo conversaba por pasar el rato con unos cuantos compañeros españoles, pude observar a Bea, Ana y Arancha hablarse una a otra en el oído y reírse con cara de haber cometido alguna gamberrada. Luego veo que se dispersan y que Arancha se dirige hacia mí. Me separo del grupo con el que estaba y me acerco a ella
Vente conmigo-. Me dice
¿A dónde?
Allí que están los demás- y señala a al lugar donde se encontraba el resto de nuestra pandilla, es decir, Jorge Luis, Bea y Ana.
Cuando llegamos Bea toma la palabra
- Bueno ahora que estamos todos os tenemos que decir una cosa- Los chicos nos miramos con curiosidad y Bea continúa- Las tres hemos decidido que os tenemos que dar una buena despedida. Así que os tenéis que venir con nosotras.
De la mente de, sobre todo, Arancha y Bea, no puede salir nada sano. Seguro que han preparado algún numerito. Pero como a mí me encanta su perversa imaginación yo acepto encantado y lógicamente mis compañeros también.
Nos salimos del recinto deportivo y nos dirigimos hasta el ala donde hemos dado clases de inglés durante todo este mes. Una vez allí subimos un piso y entonces me doy cuenta del lugar adonde nos llevan. Al servicio de profesores. Seguro que Arancha les ha revelado a sus amigas nuestras aventuras y la existencia de nuestro particular refugio y allí es donde van a cometer sus fechorías.
Efectivamente se confirma lo que pensaba. Entramos en el servicio. A estas hora no hay nadie en esta parte del edificio y es poco probable que nos moleste nadie. Bea de nuevo lleva la iniciativa.
- Queríamos despedirnos con una juerga final, pero para empezar os tenéis que dar la vuelta y no podéis mirar hasta que os avisemos.
Obedecemos sin dudarlo mientras nos miramos con cara de ansiedad por saber que han preparado estas chicas. Escuchamos sus risas y movimientos.
Esta vez es Arancha quien anuncia...
- Ya podéis mirar
Nos damos la vuelta y nos encontramos a nuestras chicas completamente desnudas, con la espalda inclinada hacia delante y apoyándose en la pared. A la vista sus preciosos culos. El de Arancha el más menudo. El de Bea colorado y con aspecto juvenil y de Ana el de mayor tamaño y formas más sugerentes. Ésta última es quien nos da la siguiente instrucción.
- Ahora tenéis que desnudaros vosotros y cuando estéis listos lamernos nuestras partes.
Nos ponemos a ellos de inmediato. Cuando veo las pollas de mis compañeros compruebo que están tan empalmadas como la mía. Nos agachamos al unísono y comenzamos a lamer los chochetes de nuestras respectivas chicas. El de Arancha está tan sabroso como siempre. Lo chupo con ganas. Saboreando sus jugos que a mí me saben a gloria. Estamos así un buen rato y yo ya noto como mi amor empieza a temblar. Entre el placer que le estoy dando y la postura de vez en cuando pierde estabilidad.
Precisamente es Arancha la que con voz entrecortada dice
¿Chicas estáis listas?
Si- contestan las otras dos también medio jadeando
Pues ahora chicos-continúa Arancha- tenéis que follarnos, pero sin correros ¿eh?
Me levanto y veo que ellas no van a cambiar de postura, o sea que hay que follarselas así. Yo encantado. Me acerco a Arancha y me coloco la polla en su rajita que voy introduciendo poco a poco. Jorge no tiene demasiados problemas en introducir la suya en Bea y a Luis le veo con más dificultades, pero al final lo logra.
Follo a Arancha lentamente y me concentro sólo en ella. Como si estuviéramos solos. Escucho su respiración. Está disfrutando y yo también. Agarro sus nalguitas, la pellizco y ella se remueve. Aumento un poco el ritmo y le toco su anito ya recuperado de la enculada. Le meto un dedo y ella aumenta sus gemidos. Cuando veo que está empezando a llegar al punto intensifico aún más mis movimientos. Sigo metiéndole un dedito por el culo y con la otra mano le sujeto la cadera. Ella respira cada vez más fuerte y finalmente noto como se corre. Yo tengo dificultades para aguantar mi orgasmo pero me controlo y logró que llegue al éxtasis completo.
Ella se levanta y queda apoyada a la pared. Se da la vuelta me coge y me morrea mientras oigo como Bea también está corriéndose. Solo quedan follando Ana y Luis. Arancha y Bea nos masajean la polla mientras nos besan. Intuyo que tienen algo más previsto pero habrá que esperar a que termine Ana. No tarda demasiado. A los pocos minutos, le pide a Luis que se la saque tras unos movimientos compulsivos que denotan que ha llegado a su orgasmo. Una vez que ellas consideran que han tenido ya suficiente placer nos colocan de pie uno al lado de otro y pegados, casi rozándonos. Ellas se agachan a la vez. Cada una a su polla y comienzan a lamernos.
Me concentro otra vez en lo mío. Miro como Arancha juega con su lengua tocando mi polla. Cuando ya me tiene al 200 por ciento se la mete en la boca. La mama despacio. Metiendo y sacándola. La mamada va creciendo en riqueza y movimientos. Arancha contornea de un lado a otro la cabeza con mi pene dentro. Cuando yo estoy casi a punto deja de chupármela. La saca y me la menea. Veo que las otras dos chicas están haciendo lo mismo con los penes de Luis y Jorge.
Luis es el primero en irse. Ana dirige su corrida hacia su cara y el semen salpica por todos sus mofletes nariz y boca. Esta visión provoca en Jorge y en mí una reacción en cadena. Ambos nos corremos mientras nuestras chicas repiten la operación, dirigen nuestras pollas a sus caras. Mi semen cae dentro de la boca de Arancha que lo acoge sin inmutarse. Cuando casi he terminado se la mete en la boca y relame las gotas que han quedado en el glande. Vaya mamada.
Besamos a nuestras chicas con verdadera pasión, yo además con amor desbordado. Nos vestimos y volvemos rápido a la fiesta, no vaya que alguien se pregunte por nuestra desaparición. Por el camino les preguntamos a las chicas como ha surgido esta iniciativa. Ana es la que responde:
- Bueno queríamos hacer algo especial con vosotros. Entonces recordamos las conversaciones que habíamos tenido con vosotros sobre lo que os gustaba del sexo.
Fue Arancha la que continúo...
Y los tres tenías en común que os excitaba follarnos por detrás y correros en nuestra cara y eso es lo que hemos hecho.
Pues habéis acertado dijo un exultante Jorge- Sois las más grandes.
La fiesta no duró mucho más a la una no teníamos más alternativa que irnos a casa. Yo retuve a Arancha lo más que pude para besarla.
Mañana sábado teníamos que vernos. Así que aunque vivíamos casi en extremos opuestos de la ciudad quedamos en un centro comercial que ambos conocíamos para pasar el día juntos y solos.
Nuestro último día en Seattle fue más triste que otra cosa. Necesitábamos una cama para mitigar nuestra pasión y lo único que teníamos era un centro comercial. No tuvimos más remedio que meternos en un probador de ropa y echar un polvo silencioso. Seguramente el último en Seattle. Al día siguiente partíamos para España.
El domingo la familia Hewson al completo vino al aeropuerto a despedirnos. Le di la mano a Mr Hewson y dos besos a Julie y a Lucy. Cuando me fui a despedir de Helen nos dimos también dos besos. Ella me sonrió de una forma cariñosa, inédita para mí hasta entonces. Aprovechando un momento de despiste de toda la familia que estaba centrada en despedirse de mi hermana, Helen me regaló un rápido beso en la boca.
Cuando me dirigía ya al meeting point del grupo me encontré a Reby que también se estaba despidiendo de su familia americana. Aproveche para dar otro par de besos a Katie. Al final los americanos han aprendido a besar.
En el vuelo todo el mundo estaba muy animado. Todo el mundo menos Arancha y yo. Hicimos una escala en Miami que se me hizo eterna. El aeropuerto estaba lleno y no pudimos hacer una escapadita a los servicios o a algún que otro rincón íntimo. No había rincones íntimos allí.
En el avión definitivo Arancha y yo nos sentamos juntos acompañados en la fila por un señor americano, con lo cual podíamos hablar con libertad. Mientras todo el mundo intentaba conciliar el suelo nosotros hablábamos. No podíamos desperdiciar nuestros minutos en dormir. Entre otras cosas aprovechamos para recordar todas la locuras que habíamos llevado a cabo este mes. Arancha me dijo que conmigo había cumplido prácticamente todas sus fantasías sexuales.
Vaya pues me alegro- dije yo- veo que he sido útil.
Bueno pero he dicho prácticamente.
¿Y qué te falta?
Me falta una.
¿Cuál?
Hacerlo en un avión.
La miré con cara de "estas loca". Pero una locura más no nos iba a hacer daño. Me levante silenciosamente, pase por encima del americano y le medio desperté. A continuación pasó Arancha y le despertó del todo. Nos dio la risa Y tuvimos que salir deprisa para no despertar a todo al avión.
Nos dirigimos a los servicios del fondo. Son los más discretos. Nos metemos y apenas cabemos los dos. Nos da igual, comenzamos a besarnos de pie sin hacer mucho ruido. Le meto la mano por el pantalón rozando sus braguitas. Ella se los desabrocha y se los baja junto con las braguitas. Me agacho de inmediato a comerle el coño. Ella se mena y emite pequeños suspiros. Le digo en voz baja que hay que ser discreto. Ella se agacha me desabreocha los pantalosnes y me los baja de una. Me saca la polla y se la mete en la boca. De nuevo la dulce sensación de notar mi pene enc ontacto consu lengua con el interior de su boca, incluso con sus blancos dientes. Se levanta yme vuelve abesar. Miro la taza del vater. Está bastanbte sucia. AArancha me dice
- Qué poca práctica tenéis los tíos.
Se saca del todo el pantalón para moverse con comodidad Saca todo el papel higiénico que puede y encuaderna la taza del vater con varias capas
- Ahora te puedes sentar
Yo la verdad es que estoy tan excitado que me da lo mismo la suciedad de la taza y todo lo demás, solo me importa Arancha. Me saco también los pantalones y me siento. Ella no tarda en ponerse encima.
Debemos hacerlo despacio- me dice- primero porque es el último antes de legar a España y segundo para no hacer ruído ¿vale?- Me dice poniendo morritos y alegrando su cara trasparente.
Vale
Se lo introduzco despacio. Los movimientos son lentos. Nos besamos hasta que nuestras lenguas se duelen del esfuerzo y de la intensidad. Estamos casi media hora follando lentamente, haciendo el amor, besándonos, lamiéndonos. Su sensibilidad está al máximo y llega el momento el que se corre apagando sus gemidos en mi boca. Cuando se recupera se agacha y me hace una última chupada que yo siento como un acto de amor más que como una simple práctica sexual. De nuevo me deja correrme en su boca, relamiéndome el pene hasta que se queda flácido. Se vuelve a montar sobre mí y nos besamos todavía un buen rato más.
Pasaban ya casi tres cuarto de hora desde que entramos. Habíamos escuchado un par de intentos por abrir la puerta pero, lógicamente, no hicimos caso. El avión estaba repleto de retretes. Cuando abrimos la puerta nos encontramos una azafata con cara de institutriz inglesa que yo diría que casi nos miró con odio. Nos vamos riéndonos hasta nuestros asientos y allí nos instalamos, no sin antes despertar otra vez a nuestro compañero de fila.
A llegar a Madrid mi desazón no podía ser mayor. Me despedí de todos mis compañeros. Incluso del leader, que ahora en España volvía a ser el organizador. Lloramos cuando llegó el turno de Ana, Bea, Jorge y Luis. Nos dijimos adiós con un pico incluyendo los chicos. Habíamos vivido demasiadas emociones como para dejarlo en un simple abrazo. Llegó el turno de Reby, la chica con la que me había desvirgado y que siempre tendrá un lugar en mi corazón aunque ella quizá no lo sepa. Le di otro beso en los morros, llegando a juntar incluso las lenguas tímidamente. Todos quedamos en hacer una quedada en Madrid en septiembre. A ver si es verdad.
Al llegar el momento de decirle adiós a Arancha ambos rompimos a llorar. Durante el trayecto nos había dado tiempo a planear nuestros encuentros. Ella vendría a Madrid, yo iría a Cantabria. incluso podríamos organizar de alguna manera un viaje a la costa levantina, al apartamento de mis padres, los dos solos.
Pero en el fondo sabíamos que ya nada sería igual. Nuestro mundo era otro. Nos besamos con fuerza antes de que se abriera la puerta de acceso al lugar donde nos esperaban nuestros familiares. Como si traspasar el umbral de esa puerta fuera un final para nosotros. El paso a otra dimensión distinta en la que no encajaríamos.
Todavía ante nuestros familiares tuvimos tiempo para cruzar las miradas e incluso darnos algún beso furtivo y no tan furtivo antes de perdernos en la realidad.
Sí queréis comentar algo: Superjaime1@hotmail.com
THE END