El Sueño Americano (03: Enamorado en San Franc...)

Un cosa lleva a la otra. El morbo al sexo y el sexo al amor.

El Sueño Americano

Tras la... Parte I: INTRODUCCIÓN y Parte II DESVIRGADO EN SEATTLE

Llega la... Parte III:

ENAMORADO EN SAN FRANCISCO

Strike- gritaron al unísono Jorge y Bea. Prácticamente tenían ganada esta partida de bolos. Iban a vencer en tres de las seis rondas de llevábamos jugadas y estaban francamente eufóricos. Era la primera vez que Jorge practicaba este ¿deporte? Pero dado las veces que había tumbado los 10 bolos, cualquiera hubiera podido pensar que había pasado su infancia en una bolera.

Yo ya estaba un poco cansado de jugar. Me lo estaba pasando bien pero según pasaban los minutos mis pensamientos iban por otros derroteros. Me apetecía hablar con Arancha a solas. Contarle lo de ayer, que me había desvirgado y nada menos que con Rebeca. Compartir mi experiencia con ella. Eso por un lado, por otro no podía dejar de observar a la pelirroja. Era realmente bonita

Arancha coge su bola. Dada su poca corpulencia elige el tamaño más pequeño. Se retira para coger carrerilla, se acerca a la línea y flexiona las rodillas antes de lanzar la bola. El movimiento es ágil y grácil y su gesto concentrado en los 10 bolos no impide que al tiempo emita una sonrisa que ensalce sus dulces rasgos. Ella no lo sabe pero jugar a los bolos redobla su encanto. Su sudor es como el agua en una flor. Sus maneras al lanzar la bola las de una gacela dominando el bosque. Su forma de....

  • Tío, espabila- la voz de Ana interrumpe mis pensamientos. Parece que mi pareja en el juego no está conforme con mi actitud en el campo- Desde hace tres rondas pasas de todo. No estás concentrado y nos están arrasando.

  • Perdona Ana pero es que he dormido fatal y estoy cansado- le digo a modo de disculpa.

  • Concentración compañero, no nos debemos dejar ganar por estas nenazas- dice provocando a Jorge y Bea que nos miran riendo y retándonos a otra partida. Pero afortunadamente será la propia Arancha la que me proporcione la mejor excusa:

  • La verdad es que yo tengo el brazo ya que no lo siento

  • Pues si quieres me voy contigo a tomar algo y estos que sigan jugando

Justo la oportunidad que necesitaba. Deseaba quedarme a solas con Arancha, pero con Jorge, Bea, Ana y Luis lo tenía difícil. Ahora la propia Arancha me había ofrecido la excusa perfecta. Nuestros compañeros de juego se quejaron pero como se habían quedado los justos como para seguir jugando sus reclamaciones no duraron mucho. Arancha y yo pudimos acercarnos al bar de la bolera a descansar y de paso a charlar de nuestras cosas.

Nos pedimos un refresco y nos cambiamos el calzado de bolera por el nuestro. Comentamos la partida y hablamos de temas poco trascendentales. Y pasado un tiempo prudencial fue la propia Arancha la que me sirvió en bandeja sacar el tema que yo quería compartir con ella.

  • Te veo hoy un poco ido, como si tuvieras la mente en otro sitio.

  • Si yo te contara.

  • Pues cuéntame, cuéntame.

  • No, me da palo hacerlo- Y era cierto. Deseaba hablar con Arancha y gozar de su compañía más que ninguna otra cosa. Pero al mismo tiempo también sentía cierta vergüenza de confesarle mi desvirgamiento con Rebeca la noche anterior y la semiorgía en la que había participado. Además tampoco conocía tanto a Arancha, a lo mejor se escandalizaba. Aunque no creo que sea de ese tipo de chicas, más bien pienso que es bastante abierta a esos temas.

Ella insiste en que le cuente el motivo de mis preocupaciones y yo me hago el remolón algunos minutos más hasta que le digo:

  • Mira si te lo cuento, ni una palabra a nadie.

  • Yo nunca incumplo mi palabra y te prometo que no diré nada a nadie. Pero ya me estás asustando ¿qué ha pasado?

  • No, si no es tan grave.

  • Bueno, entonces cuéntame

  • Pues ayer me enrollé con Rebeca

Se queda callada e inconscientemente su cara expresa algo que no me esperaba: decepción. Arancha se muestra decepcionada porque yo me hubiera enrollado con otra. En el fondo eso es fantástico. Eso quiere decir que le hubiera apetecido ser ella la que se hubiera enrollado conmigo. Que satisfacción.

  • ¿Rebeca?, ¿Reby la pija? ¡Pero tío!- Arancha me increpa levantando la voz

  • Tía calla que te van a oír- Ahora Arancha no disimulaba, su irritación. Parece que le había molestado el hecho de que yo me comiera un rosco. Pero además que me comiera a Reby era ya algo que no podía soportar

  • Bueno hombre tan poco es tan mala chica, pero eso no es lo peor...

  • ¿Y qué es lo peor?

  • Lo hicimos.

  • ¿Qué hicisteis?

  • Pues eso.

  • ¿El qué?

  • Joder, que me la tiré.

  • ¿Te la tiraste?

  • Sí, y eso todavía no es lo peor.

  • Bueno suéltalo todo.

  • Bueno es que...

-¿Qué?

  • Bueno, pues es que me da vergüenza.

  • ¿Qué pasa lo hicisteis sin condón?

  • No, no es eso.

¿Pues qué?

  • Pues que fue mi primera vez...

Y Arancha se quedó con la boca abierta sin saber que decir. Pasaron unos segundos y reaccionó

  • Bueno, pues felicidades ¿y cuál es el problema?

  • Hombre problema, problema no hay ninguno. Simplemente me apetecía contárselo a alguien. Bueno me apetecía contártelo a ti porque eres la persona con la mejor me llevo aquí.

Hizo un gesto como diciendo, pues vale, tío. Cuéntame lo que quieras. La verdad es que yo no me esperaba que Arancha recibiera la noticia tomándoselo tan mal. Eso me gustaba: Decidí contarle la aventura completa. Las cervezas, los porros y los morreos en el parque y el plato fuerte, el polvo conjunto en el apartamento del novio de Helen. Ella se quedó todavía más flipada.

  • Qué fuerte...

  • Ya te digo.

  • Bueno pues estuvo bien ¿no?

Entonces, puestos a sincerarme le conté todo, todo. Es decir mi excitación, mi rápido orgasmo y la reacción de Rebeca. Era la primera vez que hablaba con una chica de estos temas. Si la noche anterior me había desvirgado sexualmente, ahora lo hacía espiritualmente, por llamarlo de alguna manera, con una chica.

La confesión tiene su resultado. Arancha cambia el gesto. Sus facciones se relajan, la sonrisa regresa a su boca. Parece que la historia le ha enternecido. La sonrisa se torna en risa y la risa en carcajada. Vaya tampoco es eso.

  • Bueno, no te descojones de mí.

  • Es que me hace gracia.

  • Pues si que sirves de ayuda.

  • Me río porque en el fondo me recuerda a mi primera vez. – Interesante comentario, o sea, que Arancha no es virgen

  • ¿Ah sí?

  • Sí. Mira mi novio tardó unos 9 segundos en correrse y ni siquiera me la había llegado a meter y yo no me enteré de nada. Claro que yo no voy reprochando a nadie su inexperiencia. Además me lo pasé muy bien, fue muy bonito.

  • ¿Y lo has hecho más veces?

  • Sí.

  • ¿Y la cosa mejora?

  • Claro, vaya que si mejora.

  • Bueno me consuelas. Oye y ese novio del que hablas ¿sigues con él?- En realidad no sé como tengo los santos huevos de hacerle estas preguntas pero mi lengua actúa por si misma, sin que yo de la orden de salida a mi cerebro.

  • No, ya lo dejamos hace unos meses

Que bien, digo para mis adentros. Afortunadamente esta vez controlo mis esfínteres lingüísticos (seguro que hay esfínteres lingüísticos y yo soy propenso a diarreas) y logro no verbalizar mis pensamientos.

  • Bueno, pues que bien, ahora cuando vayamos a San Francisco y a Los Ángeles podrás pasar unas noches de pasión y lujuria en los hoteles con la Reby.

Los Ángeles y San Francisco. No había reparado en ello. Las excursiones de los dos próximos fines de semana: Dormiríamos todos en un hotel.

El plan de Arancha es bueno, muy bueno. Cómo es posible que no se le hubiera ocurrido a mi tórrido cerebro adolescente. Solo un fallo. Yo no quiero dormir con Reby, quiero dormir con ella.

  • Mira Arancha, no creo que lo de Rebeca y lo mío vaya a más. Además no sé si he hecho bien. Ahora me arrepiento un poco de haberme desvirgado con una tía que no me gusta excesivamente- Aquí reconozco que me estoy tirando al pisto. ¡Y unas narices me voy yo a arrepentir de haberme desvirgado! y menos en medio de una escena tan caliente como la de anoche. Pero esa son las típicas cosas que les gusta escuchar a las chicas. ¿O no? En cualquier caso parece que no cuela.

  • Eso no te lo crees ni tú- me ha pillado.

  • Que si tía- insisto yo.

  • O sea que no vais a seguir saliendo Reby y tú.

  • Pues no creo. A mí no apetece, la verdad. Y además, sinceramente, creo que ella tampoco está por la labor. Lo de anoche pasó y ya está.

La conversación con Arancha creo que me sirvió para avanzar en varios frentes. Primero para desahogarme. Segundo para estrechar nuestra relación. Yo me había confesado con ella, y ella también me contó cosas que no creo que haya compartido con nadie más en Seattle. Y tercero y más importante: durante nuestra conversación percibí esas señales que rara vez se dan. Yo le gustaba a Arancha, al menos un poco. Si no, no hubiera reaccionado con esa cara al saber que me había tirado a la pija de Reby. Yo no sé si ella percibía las mías pero eran más que evidentes. Cada día que pasaba me gustaba más.

La semana se presentaba apasionante. El lunes me reencontré con Reby y tal y como esperaba la chica prefería seguir con sus pijos antes que mantener la relación sexual conmigo, por otro lado poco satisfactoria para ella.

  • Mira Jaime, me caes muy bien, de verdad. Y lo de la otra noche estuvo bien. Pero debemos dejarlo así.- me dijo en un momento en que nos quedamos a solas en la escuela.

Yo le dije que estaba de acuerdo y tan amigos. Que peso me había quitado de encima. Ahora toda mi atención estaba centrada en Arancha.

Con ella seguí intimando durante la semana. Nos reíamos mucho juntos y compartíamos cada vez más momentos solos los dos, apartándonos algo del grupo. De hecho, los otros cuatro nos hacían comentarios

  • A ver si os enrolláis ya- bromeaba, o no, Luis

  • Eso, que estáis todo el día en plan empalagoso- Confirmó Ana

Nosotros poníamos cara de no sabéis lo que decís. Sólo somos muy buenos amigos. Pero yo empezaba a obsesionarme con Arancha. ¿Me estaría enamorando?

Llegó el jueves y al terminar las clases el leader nos convocó a una reunión a todo el grupo de españoles. El objeto del encuentro era informarnos de cómo iba a transcurrir la excursión a San Francisco. Íbamos a viajar en avión y allí teníamos programadas varias visitas turísticas. Pero a mí lo que me interesaba era el apartado del alojamiento. Llegó al final. El leader explicó que las habitaciones eran de dos personas. No se contemplaba la posibilidad de parejas mixtas. Bajo esa condición nos pidió que le pasáramos una hoja con la distribución de habitaciones.

Arancha y yo nos miramos. Estaba claro que Bea y Ana iban a dormir juntas y lo lógico es que Jorge y Luis hicieran lo mismo. Los dos chicos también habían fraguado una gran amistad y yo me había alejado algo de ellos porque cada vez pasaba más tiempo con Arancha. Total que a ella y a mí nos iba a tocar dormir con gente de otros grupos. Y yo lo que quería era estar con ella. Aunque sólo fuera para hablar y mirarla sin que ocurriera nada más (aunque yo esperaba que sí pasara.)

  • Que coñazo, seguro que me toca dormir con alguna del grupo de las pijas- me dijo Arancha.

  • Tengo una idea. ¿Y si lo arreglo para que nos toque juntos?- propuse como quien no quiere la cosa.

  • Pues por mí perfecto. Prefiero compartir habitación contigo antes que con una Rebeca cualquiera.- me dijo sonriendo y lanzándome ese dardo envenenado.- ¿Pero cómo lo vas a hacer?

  • Tú déjame a mí.

Hablé con Germán, un chico que no me caía mal del todo. Desde el segundo día en Seattle estaba liado con una chica que se llamaba Marta. Le propuse apuntarnos los dos a compartir habitación y en otra que estuvieran Marta y Arancha. Una vez en San Francisco, Germán se iba con su chica y yo con mi amiga, y tan contentos. Aceptó sin dudarlo y problema arreglado. Arancha y yo dormiríamos juntos en la ciudad del Golden Gate.

Y llegó el ansiado día. El viernes partimos en avión hacia San Francisco Como el vuelo era corto ya por la mañana nos habían programado una apretada agenda turística. Disfrutamos del recorrido. Sin parar de reír los seis del grupo y gozando de una ciudad tan fantástica como San Francisco bastante más acogedora que la fría Seattle. Eso sí acabamos reventados por tanta cuesta.

A media tarde por fin llegamos al hotel. Y vaya... superaba todas nuestras expectativas. No es que fuera de lujo, era antiguo, de estilo recargado, art decó de los felices 20. pero las habitaciones eran enormes y las instalaciones por dentro eran modernas y completas. Dejamos las cosas en nuestras habitaciones y nos fuimos a recorrerlo. Estuvimos en el bar, en las tiendas y llegamos al gimnasio. En una dependencia ajardinada anexa a este gimnasio encontramos un enorme jacuzzi redondo.

  • ¿Y si nos metemos un rato? aquí cabemos los seis- propuso Arancha.

  • Vale me gusta la idea- dije encantado.

  • ¿Nos hemos traído todos bañador?.- preguntó Ana. Y sí, todos íbamos a todas partes con bañador o bikini. Estábamos en San Francisco y la playa no estaba lejos así que, aunque no estaba programado todos albergábamos la esperanza de que nos dejaran ir un día al mar.

Dicho y hecho subimos a las habitaciones a cambiarnos. Arancha se metió en el baño. Yo me cambié en el cuarto.

Estaba de espaldas y oigo que se abre la puerta del baño.

  • Mira, ¿qué tal me queda?

Me di la vuelta y me encontré a Arancha con un bikini espectacular. La parte de arriba en forma de triángulo. No tenía prácticamente pecho pero le quedaba perfecto. El plato fuerte, en cualquier caso era la parte de abajo. Otro triangulito cubría lo mínimo indispensable de su pubis. Pero lo mejor estaba por llegar. Se dio la vuelta y me enseñó el trasero. El bikini era un tanga. Sus delgadas nalguitas eran expuestas sin rubor. Pequeñas, con un aspecto sabroso que provocó en mi pene la primera reacción del día.

  • Perfecto, perfecto- dije medio tartamudeando

  • Tu también estás muy guapo

Miré mi bañador de bermudas de color azul y pensé que era de lo más convencional. Había sido un cumplido amable, pero aún así me había gustado. Nos pusimos un chándal encima y bajamos al jacuzzi. Llegamos los seis prácticamente a la vez. Bea y Ana también llevaban sugerentes bikinis. Las formas de sus pechos, más grandes que los de Arancha, se intuían perfectamente debajo de sus minúsculo tops. Pero no llevaban tanga. Me coloqué en el jacuzzi al lado de Bea y enfrente de Arancha. Desde luego no fue casualidad. Al lado de Arancha se puso Jorge y a la izquierda de éste Luis que tenía a Ana delante.

Enseguida comprobamos el placer que da un jacuzzi. Era la primera vez que yo disfrutaba de uno. Notaba como los chorros golpeaban mi cuerpo en continuo masaje. Charlábamos animadamente mientras nos relajábamos, pero ese relax iba a durar poco.

Tengo los ojos cerrados. Me relajo notando el chorro que me da en la espalda y otro me destensa el costado. De repente todos mis músculos se vuelven a contraer. ¿Qué ha sido eso? He notado el pie de Arancha. Me ha tocado el mío. Me ha pisado. Han sido sólo unos segundos pero ese leve roce de mí pie con el suyo me ha provocado una repentina excitación. ¿Cómo es posible que un instante de contacto entre pies puedan causar semejante sensación? Abro los ojos y me encuentro con los suyos. ¿y si no ha sido casual? Déjate de tonterías. No creo que a Arancha le provoque la misma reacción el contacto de pie a pie. Vuelvo a cerrar los ojos. Ahora soy yo el que busca el contacto. Estiro mi pierna y coloco mi pie al lado del suyo. Se rozan mi dedo pequeño con su talón, el suyo con en el mío. Otra vez mi pene se ha empalmado. Otro leve contacto y éste es el resultado. Pero ahora no lo retiro, que sigan rozándose.

Creo que me estoy poniendo rojo. Se me va a notar, debo relajarme. Abro los ojos otra vez e intento participar en la conversación. Ahora es Arancha la que retira el pie, que pena. Se despereza y estira sus piernas. Me ha vuelto a poner el pie encima. Me está pisando y esta vez no lo aparta. Me mira y me sonríe.

  • Venga Jaime vamos a hacer piececitos.

Solo puedo sonreír como respuesta. Todos bromean con el comentario de Arancha y yo deseo fervientemente quedarme a solas con ella en el jacuzzi. Ella sigue pasando su pie por encima del mío. Parecerá una tontería pero a mí me está poniendo a 100. Al rato lo retira. Quizá sea consciente de la reacción que su juego de "piececitos" ha provocado en mi cuerpo.

Continuamos unos 10 minutos más charlando y relajándonos hasta que Luis propuso cambiar de planes...

  • ¿Vamos al bar a ver si nos sirven una cerveza antes de cenar?

  • Aquí no nos sirven nada de alcohol seguro- Rectifica Jorge.

  • Pues le pedimos a alguien que nos pida las cervezas y si no pues una coca cola- Insiste Luis.

  • Venga pues vamos- Bea se une a la moción. Yo me quedo paralizado. Mi deseo es quedarme a solas con Arancha. Pero será ella la que me saque las castañas del fuego ante mi problema, una vez más, de falta de iniciativa.

  • Yo me voy a quedar un rato más, que estoy muy relajada. Pero id vosotros y ahora os pillo.

  • Yo me quedo si quieres para no dejarte sola- acierto a decir.

  • Vale, quédate.

Por fin lo he logrado, o lo ha logrado ella. El caso es que estamos solos en el jacuzzi. Permanecemos en silencio. Ella con los ojos cerrados. Yo la miro. Ella los abre.

  • ¿Qué miras?

  • A ti

  • ¿Y eso?

  • Pues no hay otra cosa que mirar- le digo cometiendo una torpeza por mi parte

Ella se ríe y se vuelve a estirar en el jacuzzi. Saca su pierna del agua. La levanta como haciendo una demostración de flexibilidad. Pero al bajarla en lugar de introducirla de nuevo en el agua la alarga y me pone el pie en la cara. Menea su pie en mi moflete como si fuera la típica carantoña a un niño pequeño

  • Pero que mono es mi Jaime- me dice.

Yo cojo su pie suave y de planta sonrosada y me lo llevo a la boca. Le muerdo los dedos. Al principio sin apretar pero voy cerrando mis dientes e intensificando la presión.

  • Ay, bestia.

Me aparta el pie de la cara y me lo coloca en el pecho.

  • ¿Por qué no me haces un masaje de pie?

Vale- digo encantado. Cojo una de sus joyas. Y aprieto lentamente el centro. Con otra mano voy rulando sus deditos, como si estuviera liando un porro. Bajo al talón. Ella ha vuelto a cerrar los ojos. Estoy un buen rato masajeando el pie.

  • Ahora el otro.

Obedezco sin rechistar. Me hago con el otro pie y repito la operación. En mi vida he sentido tanta tensión sexual. Mi empalme es de época. Tras unos buenos minutos masajeándole sus pies en silencio, ella los aparta.

  • Bueno habrá que irse yendo, ¿no? que estos van a empezar a hablar mal de nosotros y además hay que cenar.

Le doy la razón muy a mi pesar. Espero a que ella se levante y se de la vuelta para salir rápidamente sin que me vea el empalme que tengo y coger la toalla. Creo que cada vez estoy mas enamorado de ésta pelirroja.

Durante la cena me muestro relajado, aunque no puedo dejar de pensar en las sensaciones que me ha provocado el jacuzzi. Cuando terminamos no sabemos que hacer. En los bares no podemos entrar y, según nos dicen, pasear solos por las calles de San Francisco por la noche no es del todo recomendable. Discutíamos las escasas posibilidades, mientras yo pensaba que lo que de verdad quería era estar en la habitación con Arancha. Se acerca gente de otro grupo y propone montar una timba de cartas. A falta de otra idea mejor aceptamos.

Estamos un par de horas jugando. Arancha ha dejado ya de participar y nos mira con cara de aburrida. Se acerca a mí y me susurra:

  • Estoy algo cansada- nos habíamos levantado a las 6 de la mañana para coger el vuelo a San Francisco.

  • Sí quieres nos subimos a la habitación- eran sólo las diez de la noche pero a mí no me importaba en absoluto.

No, no sigue jugando si quieres, y me subo yo.

No. Termino esta partida y me subo contigo, ¿vale?

Vale- me dice con una sonrisa encantadora.

Cuando termina la ronda (que a mi se me hizo interminable) intento disimular lo contento que estoy de irme a dormir con Arancha, aunque sólo sea eso lo que hagamos, dormir. En la habitación ella se mete en el baño otra vez para cambiarse. Yo me pongo mi pijama de pantalones cortos. No es que sea muy sexi pero es lo que hay. Cuando hice la maleta para venirme a Estados Unidos no pensé que debía de llevarme ropa especial de noche. Además tampoco tengo ropa especial de noche.

Cuando sale del baño la visión me impacta más que cuando la vi en bikini. Lleva una camiseta de tirantes y unas braguitas negras. Me quedo mirándola y ella me dice, con un gesto de timidez que me provoca un terremoto de hormonas.

  • No me mires que me da vergüenza.

  • ¿No te has traído pijama?

  • Pues es que siempre duermo así, no tengo pijamas ni camisones. Me agobian.

Se tumba en la cama. Sin taparse. De medio lado hacia mi. Yo también me tumbo pero boca arriba, sin mirarla. Mi corazón se acelera. Los dos estamos callados pero la luz sigue encendida y nadie la apaga. Me doy media vuelta y me encuentro con sus ojos. Así estamos un tiempo que yo sería incapaz de estimar. No sé si son segundos, minutos u horas. Nos miramos sin decir nada.

Esta vez seré yo quien tome la iniciativa. Estoy en la cama con la chica que más me ha gustado en mi vida. Debo de aprovechar la ocasión. Al menos intentarlo. Con el corazón a 120 me cargo de valor. Acerco mis labios a los suyos y le doy un beso. Noto su labio en mi labio y me recorre un escalofrío por todo el cuerpo. Me separo y sigue mirándome. Ahora es ella quien acerca su cara a la mía. Me introduce su lengua. Que tremenda sensación. Es el mejor beso de mi vida, quizá por ser el más esperado. Nos vamos besando cada vez de forma más apasionada. La abrazo. Nos revolcamos por toda la cama y ella se ríe mientras me besa.

  • ¿Quién besa mejor la pija de rebeca o yo?

  • Esa pregunta es improcedente- le digo- No hay nadie en todo Estados Unidos ni en España que bese como tú

Ella levanta las cejas en un gesto que viene a decir: "lo sé, pequeño."

  • Bueno excepto Rebeca, claro- y me río de ella

Ella se levanta y finge estar muy cabreada. Me coge el moflete y me lo muerde con fuerza. Yo le agarro el culo y se lo pellizco. Deja de morderme y me besa con pasión. Me mete la lengua lo más profundo posible. Estoy desatado. Me deshago de ella. Me bajo hasta su ombligo y se lo lamo. Voy bajando lentamente. Le chupo la parte interior de su muslo y ella se deja. Pongo la boca en sus braguitas y froto con suavidad. Ella emite sus primeros suspiros. Cojo sus bragas y se las voy bajando poco a poco. Ante mí aparece un coñito precioso. Depilado para verano, es decir, sólo una franja de pelos cortitos lo cubren. Me acerco a él y lo toco con la punta de la lengua

  • Aah- acierta a pronunciar ella

Sigo haciendo tocamientos leves con la punta de la lengua hasta que acerco toda la boca y lo lamo con dedicación. Me centro en el clítoris pero también en su agujero vaginal, en definitiva en todo su coño. Ella se remueve con espasmos y aumenta la intensidad de sus gemidos. En un momento dado ella se da la vuelta me coge la polla y se la mete en la boca iniciando un 69 superexcitante. Cuando llevamos así un buen rato me dice:

  • ¿No tendrás condones?

  • Sí, los llevo en la cartera

  • Pues coge uno- Me ordena sonriendo. Voy corriendo a buscarlo. Lo saco y me lo coloco. Ella se sitúa tumbada el borde la cama. Yo me arrodillo ante ella. Levanto sus piernas y le introduzco mi pene con sorprendente facilidad. Coloco sus piernas sobre mis hombros y comienzo un leve movimiento de entrada y salida. Ella cierra los ojos y gime. Voy intensificando el empuje. Ella mueve su culo y coge el mío. Aprieta mis nalgas con fuerza y yo aumento la velocidad. Grita sin parar.

  • Ahora, ahora... Jaime sigue

Yo sigo

  • Me coooorro

Es la señal que esperaba. Yo también me dejo llevar. Cierro los ojos y noto como el semen se acerca a la punta de mi pene. Cuando sale experimento el mayor placer de mi vida. Ni duda cabe que infinitamente más intenso que en mi primer polvo con Reby.

Me tumbo al lado de ella y nos quedamos en silencio. Cuando me recupero me acerco a su boca y le doy un apasionado beso

  • Chico pues yo no sé de que se queja Reby. Follas de puta madre.

Yo me río y la vuelvo a besar. Esa noche ella se duerme abrazada a mí. Yo tardo más en conciliar el sueño. El día ha tenido demasiadas emociones.

Al día siguiente noto una alegría en mi boca. ¿Qué pasa? Me pregunto a mí mismo todavía dormido y notando una lengua que penetra buscando la mía. Cuando abro los ojos velo la dulce y preciosa cara de la pelirroja Arancha frente a mí. Recuerdo lo de anoche. Soy Feliz. Nos duchamos juntos y acabamos haciendo un 69 en el baño. Los dos nos corremos con ganas.

Durante el sábado la ansiedad se apodera de mí. Sí, estamos en San Francisco, una impresionante ciudad donde hay mucho que ver. Posiblemente no vuelva en mi vida. Pero ahora lo único que deseo es estar en la habitación con Arancha.

Regresamos al hotel para comer. Tenemos el tiempo justo porque en una hora debemos partir. No nos lo pensamos. Ya comeremos algo después. Vamos a la habitación.

Otro polvo espectacular. Llevamos juntos menos de 24 horas y existe ya una completa compenetración sexual. Ella se monta sobre mí y se corre mientras yo aprieto con fuerza la nalga y acaricio su ano. Me termina con la boca, con su dulce boca en una deliciosa mamada. Lástima de condón no aprovechado. Era el último que me quedaba.

Por la tarde, a pesar del polvo vespertino, continúo siendo víctima de la ansiedad. Quiero estar en la habitación pero las excursiones son obligatorias. Ya no ocultamos nuestra relación y nos besamos delante de todo el mundo. Nuestros amigos y alguno más nos felicitan. Noto la mirada de Rebeca pero no se acerca a decirme nada.

Por fin en el hotel. Llegó la noche. Nos disculpamos ante nuestros amigos por no quedarnos con ellos.

  • Anda, anda tortolitos iros a vuestro nido de amor.

Agradecemos su comprensión y nos subimos. No tardamos en estar los dos desnudos. Tras unos frenéticos besos, desplazo mi boca hacia abajo. Le toco con la lengua su pezón y ella prácticamente grita. Se lo muerdo y tiembla. No tiene apenas pechos (es más, creo que yo tengo más que ella) pero por lo que veo son hipersensibles. Ella respira agitada y me dice:

  • Saca el condón y tenlo preparado para luego no tener que levantarte.

Me quedo blanco.

  • No quedan condones. El último lo utilizamos esta tarde.

Vaya- dice ella. Me sonríe y me besa- Pues habrá que buscar alternativas.

Se sale de la cama y se arrodilla en el suelo. Me pide que me acerque. Coge el pene y lo menea mientras me mira con una expresión de chica mala. Sin dejar de dirigir su mirada a mis ojos se lo mete en le boca. Se lo saca y dice:

  • Quiero que me folles por la boca

Se queda con la boca abierta esperando mi pene. Yo sujeto su cabeza y hago lo que me ha pedido. Empujo mi polla adentro y afuera de su boca. Se lo mete hasta el fondo lo exprime, lo rodea con su lengua. Cuando ve que no puedo más. Lo saca se lo coloca frente a su boca abierta y lo menea. Llega el momento del orgasmo veo con especial deleite que está dejando caer el semen sobre su boca y cara. Que tremenda escena.

Cuando me recupero. La tumbo sobre la cama dispuesto a devolverle el placer. Cojo mi camiseta y con ella vendo sus ojos. Cojo la sábanas y ato sus manos. Ella se deja hacer. Estoy un buen rato mirándola. Ella no dice nada. Decido empezar por sus hipersensibles pezones, se los mordisqueo y ella me pide clemencia.

  • No sigas, por favor. Me muero con esta sensación.

Accedo a sus súplicas. La coloco de costado. Muerdo sus nalgas. Se las separo y le meto la lengua en el ano. Ella atada y vendada jadea de la excitación que le produce la lamida por atrás.

Finalmente me centro en su coño hasta que se corre gritando más que nunca.

Los dos abrazados seguimos besándonos un buen rato. Ella lleva su mano a mi pene ya medio empalmado. Con sus manualidades logra tensármelo del todo.

  • Me has empalmado otra vez y seguimos sin condones.

  • mmmmm- se limita a decir ella.

Se incorpora y me mira.

  • Jaime. ¿Sabes que en estos dos días me has provocado los mayores placeres de mi vida?

  • Bueno, eso me dicen todas.

  • Quiero que me hagas una cosa, que no me ha hecho nadie, pero quiero que me la hagas con mucho cuidado.

Su propuesta me excita al tiempo la libido y la curiosidad.

  • ¿Qué cosa amor?

Ella no contesta. Coge una almohada, coge la de la otra cama y las coloca una encima de la otra. Se tumba sobre ellas, boca abajo, Sus nalgas quedan en alto. No dice nada pero creo que comprendo el mensaje. Me coloco detrás de ella. Observo su pequeño culete. No sé si seré capaz de meter mi polla ahí adentro. Es tan estrecho. Ella alza más el culo dejándome su coño también a la vista. Comienzo a chuparlo. Me traslado al ano. Lo lamo con decisión. Está limpio y sabe a gloria. O a mí me lo parece. Cuando llevo un buen rato mojando su ano, le introduzco un dedo, al rato otro. Sigo lamiendo y veo que el culete se ha dilatado. Ahora o nunca. La cojo de la cintura y ella me recuerda...

  • Con cuidado por favor.

  • No te preocupes, lo haré con cuidado, pero lo dejo cuando tu quieras.

Pongo la punta presionando su agujerito. No entra. Empujo un poco más, la punta ya esta dentro. Sigo hasta meter el glande completamente. Ella grita.

  • Uaag qué dolor.

  • Espera la saco.

  • No, no, no, sigue

Obedezco. Le voy metiendo poco apoco el pene con leves embestidas ella sigue quejándose. Yo me desentiendo un poco y me concentro en el placer que me provoca la presión de su estrecho agujero. Cuando me doy cuenta. Arancha llora del dolor.

  • Lo saco cariño, no llores.

  • No lo saques. Quiero que te corras dentro. Por favor.

No puedo negar que verla llorar y entregarse así a mí, acrecienta mi excitación, pero no quiero hacerla daño. Dudo, pero ella insiste. Sigo, por lo tanto, follándome su culete, despacio. Sin intentar meter más adentro mi polla. No tardo mucho en tener un tremendo orgasmo. El semen se dirige hacia su recto. Cuando me separo ella sigue llorando.

  • Te quiero- le digo- Tenía que haber parado

  • No. Quiero que te lleves también un recuerdo imborrable de mí y que... también nos desvirgáramos, en cierta manera, juntos.

  • No hacía falta que me ofrecieras tu culete parea tener un recuerdo imborrable de ti. Eres la primera mujer que me ha enamorado ¿te parece eso borrable?

La beso con pasión. Ella sigue tumbada boca abajo. Yo me coloco debajo de sus piernas la muevo hasta tener su coño encima y lo chupo con ganas. La combinación del culo escocido con mis lamidas parece ser una mezcla explosiva y se vuelve a correr con ganas.

Ha sido una noche maravillosa. Mañana regresamos a Seattle y habrá que esperar hasta la excursión a Los Ángeles para pasar de nuevo una noche juntos. Al día siguiente ella disimula su escozor. No me separo de ella hasta que es irremediable. Antes de irnos a nuestras respectivas casas nos despedimos con un largo beso. Nos veremos por la mañana pero yo ya la hecho de menos.

Sí queréis comentar algo: Superjaime1@hotmail.com

"El Sueño Americano" continuará con la Parte IV: AMPLIANDO HORIZONES EN LOS ÁNGELES