EL SUEGRO - Sin tabaco – 2

¿Han sido todo imaginaciones de Gerardo?

Durante varios días, Gerardo continuó, sin muchos cambios. Su costumbre era levantarse, prepararse el café y sentarse delante del ordenador para estudiar.

Aquella mañana, habían pasado un par de horas desde que comenzó con su rutina diaria y pensó prepararse otro café, pero no le quedaba tabaco. Así que se decidió a salir al estanco, no sin antes darse una ducha.

Se levantó de su asiento, fue al baño y abrió el grifo para que, mientras se desvestía, comenzara a salir el agua caliente. En el momento exacto en que sus slips tocaron el suelo, sonó el timbre. –Que oportuno. ¿Quien será?–. Cerró el grifo, anudó una toalla a su cintura y se acercó a la puerta sin hacer ruido, con la intención de no abrir, dependiendo de quien pudiera ser. Aproximó el ojo a la mirilla y pudo ver a Pepe, su suegro, mirando hacia el techo y a los lados despistado mientras esperaba.

Abrió la puerta y le indicó que pasara, sujetando el nudo de la toalla con la mano, para que no se soltara en una mala jugada del destino.

– ¡Hombre Pepe! ¿que haces tu por aquí?

–Pues, el otro día, comentaste que si me aburría, podríamos tomarnos un café. Que a ti también te vendría bien descansar un poco.

– Si, claro. Y es la verdad. –contesto Gerardo un tanto sorprendido, ya que no pensó que lo tomaría al pie de la letra– De hecho, ahora mismo iba a tomarlo yo solo, pero tenía que salir antes a por tabaco. Si te esperas que me de una ducha rápida, te invito a un buen desayuno en la terraza de pastelería que hay frente del estanco.

– Genial, así, ademas de despejarte, también tomarás un poco de aire fresco y de sol, que hace un día muy bueno. Ademas, estas muy blanco –dijo a la vez que señalaba los pechos desnudosy lampiños de Gerardo– Por cierto, a ver si algún fin de semana os acercáis a la casa de la playa.

Gerardo, con la toalla sujeta con una mano se dirigió al baño, pensando que su suegro esperaría en el salón o en la cocina, pero éste caminaba detrás de él comentando lo bien que se había quedado la casa de la playa después de las obras que habían realizado el invierno anterior.

Para no ser descortés Gerardo dejó la puerta entreabierta mientras se despojaba de la toalla y Pepe seguía hablando. Imaginando que entendería el gesto y se quedaría en el pasillo, se adentró en la ducha y al volverse para cerrar la puerta de la mampara, observó que seguía hablandoapoyado en el marco de la puerta.

La sorpresa fue mayúscula al verlo ahí, tan natural, explicando las discusiones que constantemente había tenido su mujer con los albañiles que realizaron la reforma, mientras estaba tras el cristal transparente de la mampara y totalmente desnudo.

Esta situación, hace que Gerardo se ruborice un poco, y su fantasía se dispare, dejando de escuchar las historias que le contaba sobre su mujer y los disgustos que ésta había cogido con albañiles, pintores y carpinteros.

Al volver a la realidad, notó que se su pene estaba despertando, y aunque no estaba empalmado, si que había ganado un poco en grosor y su cabeza comenzaba a asomar tímidamente a través del glande. –Joder, ahora se pone morcillona, que oportuna– pensó mientras se daba la vuelta para abrir nuevamente el grifo,mostrando así el culo a su suegro.

Una vez que comprobó que el agua salía caliente, y con la sensación de que su suegro no le quitaba el ojo de encima, se echó agua sobre la cabeza y el resto del cuerpo dándole la espalda a Pepe. Cogió el bote de gel, vació un poco en la esponja y comenzó a frotar su cuerpo llenándolo de espuma, concentrando una mayor cantidad en sus partes intimas, para intentar disimular el crecimiento de su miembro. Al girarse para asentir un comentario que le había hecho Pepe, no pudo evitar darse cuenta de que Pepe le estaba mirando el culo, y tras su giro, Pepe levanto la mirada. Fue solo una fracción de segundo, pero lo suficiente como para percatarse de esa mirada furtiva.

–Claro que si, si es que no puede ser– dijo Gerardo sin saber muy bien a que le estaba dando la razón a su suegro.

Inconscientemente y en un estado de locura transitoria, o eso quiso creer Gerardo, se frotó con la esponja fuertemente su entrepierna haciendo que su pene y sus testículos se bambolearan violentamente. Tras esto Pepe preguntó si le importaba que orinara mientras el se duchaba. Sin esperar una respuesta ya estaba bajando la cremallera de su pantalón dirigiéndose al vater .

Gerardo quedo petrificado al ver a su suegro totalmente de perfil ya delante del inodoro y con su polla en la mano apuntando al mismo. Esa silueta que tantas veces había visto, ahora la veía completa, como la imaginaba en sus fantasías.

Una cabeza redonda, de pelo blanco, sobre unos hombros anchos. Poco mas abajo unos pechos prominentes, que caían sobre una barriga grande, todo cubierto por una camisa de cuadros azules fina, a través de la cual se marcaban unos pezones que se intuían gordos y muy duros.Un culo que nacía mas arriba de lo habitual, desde casi la mitad de su espalda, grande, enorme, elevado como si algo invisible lo sostuviera.Su cinturón bajaba en diagonal desde la parte alta de ese suculento culo, hasta la parte baja de su barriga. Su pantalones color crema dejaban imaginar unas piernas anchas y fuertes. Y asomando modestamente debajo de esa gran panza, una pollita pequeña, aunque cabezona, acomodada sobre unas pelotas enormes, todo rodeado de una mata de pelo grisáceo y muy canoso.

Gerardo jamas hubiera pensado poder ver a su suegro así, con la polla fuera. Su polla dio un salto y pasó de estar morcillona a estar totalmente dura. Pepe apuntó el potente chorro al vater sin decir nada, aunque a veces giraba su cabeza para mirar muy discretamente a Gerardo, que permanecía inmóvil, como una estatua con la polla en alto.

Pepe termino de orinar y se sacudió fuertemente su miembro, el cual ya no parecía tan pequeño como unos instantes atrás. Pasó la mano por debajo de sus dos grandes huevos para meterlo todo dentro del pantalón, y miró directamente el cuerpo y la polla de su yerno. Al percatarse de la situación, se sintió muy turbado.

–Te espero en el salón, mientras terminas de ducharte y te secas– fue lo único que atinóa decir, totalmente avergonzado, mientras notaba como la sangre llagaba de su polla a sus mejillas.

–Me parece bien– replico Gerardo, mientras abría la mampara de la ducha, con una gran erección y buscando la toalla.

Pepe salió del baño casi corriendo, y Gerardo comenzó a secarse. Miró su polla sin creer que su suegro hubiera podido ponerse tan cachondo como él con esa situación. Sonrió al ver que en la punta de su glande había una gotita de precum, la cogió con la yema del dedo –El no se ha excitado con esto, ya quisieras tu. Mira que te gusta imaginar cosas raras– pensó mientras se llevaba el dedo a la boca para saborearlo.

Gerardo se secó, se vistió y fue a avisar a Pepe de que ya estaba listo. Pero para su sorpresa, no estaba en casa. ¿Se había marchado?. Aunque si encontró una nota en la cocina que decía.

“He tenido que irme. Me ha llamado mi mujer. Dejamos ese café para otro día”