EL SUEGRO - Otro café - 3
Una conversación sorprendente para ambos
A la mañana siguiente, como cada mañana, Gerardo comenzó con su rutina, levantarse, café y a la faena. Se sentó delante del escritorio y como un flash le vino a la mente la imagen de su suegro meando.
¿Habrán sido todo imaginaciones mías? , pensó mientras seleccionaba el tema con el que se iba a poner ese día. La verdad es que fue una situación de lo mas morbosa. Lo que no entiendo es por qué se fue sin decir nada, solo dejando una nota , siguió cavilando su cabeza. En ese mismo instante. Serian las 7:00 de la mañana sonó el timbre de casa.
Puffff, ¿quien será, la gente no sabe que no son horas? . Se levantó y fue a ver quien era. Se acerco sigilosamente a la mirilla de la puerta, como hacia siempre, y al mirar se sorprendió al ver que era Pepe. Abrió la puerta.
—
Hombre, suegro, ¿que haces tu por aquí tan temprano? —dijo mientras se hacia a un lado para dejarlo pasar y cerraba la puerta.
—
He discutido con mi mujer, y las opciones eran salir de casa o tirarla por el balcón. No sabia que hacer tan temprano —dijo mientras quedaban los dos en medio del pasillo—. Pero primero, quería pedirte disculpas por la forma en la que me fui ayer. No te dije nada por que me Gertrudis me llamó y tuve que salir corriendo. —dijo.
—
Lo que me sorprendió, no fue que te marcharas, sino que lo hicieras sin decirme nada. Solo dejando una nota.
—
La verdad es que no sé que me pasó por la cabeza. Me puse muy nervioso cuando me llamo mi mujer alterada, pero ya está echo y solo puedo pedirte disculpas.
—
No te preocupes. No tienes que pedir disculpas. Ya esta olvidado. ¿Quieres un café?, y ya me cuentas que le paso a Gertrudis. — dijo mientras se dirigía a la cocina y enchufaba la cafetera.
—
No era nada. Solamente que conforme va cumpliendo años, a todo le da mucha importancia y de todo hace un mundo. Pero era una tontería —dijo mientras se sentaba. — Lo mismo que esta mañana. Me ha montado un buen pollo, solo porque a visto una mancha en la ropa interior que llevaba ayer. Que si tengo una amante por ahí. ¡A mi edad!. ¡En eso estoy pensando yo!.
—
¿Una mancha en tu ropa interior? — y su fantasía se volvió a disparar. ¿Seria por lo que pasó ayer en la ducha? , es lo primero que paso por su cabeza. — A ver, no es una locura, tu todavía eres un hombre activo, imagino.
—
Bueno, por ganas no es, pero actividad la justa por no decir ninguna. No hay manera de que me deje arrimarme.
—
Entonces, supongo que será normal que piense que tienes algo por ahí. Si le insistes y te tiene a dos velas, lo mas normal es que uno se busque algo fuera —dijo Gerardo mientras le ponía una taza de café delante.
—
¿Y quien va a querer estar con un viejo gordo como yo?. Que va, ni se me pasa por la cabeza.
—
No digas eso hombre. Todavía tienes tirón. Ademas, seguro que por ahí tienes alguna viuda que te tira los trastos.
Si tu supieras como me pones, no dirías eso, pensó Gerardo mientras abría el cajón para coger una cuchara y le acercaba el azúcar.
—
Por cierto. Tu con Rosa, todo bien, ¿no?. — pregunto Pepe intentando desviar la conversación.
—
Si, bueno. En lo personal muy bien. Aunque el echo de que yo esté todo el día en casa, y que me ha afectado bastante lo del despido, hace que haya días en que la situación esté un poco tensa. Pero nada grave. Y en el otro sentido va por temporadas. Unas mas activas que otras.
—
¿El otro sentido?
—
Si hombre, en lo sexual — respondió Gerardo mientras apoyaba una mano en su hombro con toda la intención del mundo, mientras se dirigía a su silla.
—
A ver, eso no me interesa, ¡que estas hablando de mi hija, hombre!.
—
Perdona. Pensé que era eso lo que estabas preguntado.
—
No, no. Para nada. Aunque en el fondo, si me da un poco de envidia. La juventud y que en estos tiempos hay menos prejuicios, o eso se dice. Mi mujer siempre ha sido un poco sosa para todo. Y ha sido la única que he conocido. Así que, toca resignarse.
—
Y de joven, ¿no conociste a ninguna otra mujer?
—
No, que va, y hasta la noche de bodas, no me dejó ni tocarla. Vosotros os conocisteis mas tarde y ambos habéis tenido mas relaciones. Seguro que habréis conocido mas cosas.
—
Si, antes que tu hija, hubo otras. Digamos que tuve una adolescencia y una juventud bastante movidita. —dijo Gerardo con una amplia sonrisa.
—
¿Movidita?, como suena eso. Cuenta, cuenta.
—
A ver. Yo antes de conocer Rosa, cuando he estado sin pareja, he sido un picaflor. He hecho de todo. Incluso alguna vez he estado comas de una persona a la vez. Como tu dices, cada vez hay menos prejuicios.
—
¿En serio? ¿Has hecho tríos? — preguntó Pepe entusiasmado.
—
Si, aunque de eso hace mucho. Tendría alrededor de 19 o 20 años.
—
Madre mía, como viene esta juventud de estudiada. ¿Y te puedo preguntar como fue? ¿Fue con dos mujeres?
—
No, fue con una pareja amiga mía de la universidad. Un chico y una chica. Una noche que habíamos quedado para cenar bastantes amigos. Después de cenar se fueron yendo la mayoría, y nos quedamos los tres solos algo pasados de copas. Empezaron a recoger los vasos, se fueron a la cocina, y viendo que no volvían me acerqué a ver que pasaba. Y me los encontré abrazados y dándose un buen morreo.
—
Joder, que situación tan morbosa.
—
Si, por lo visto lo tenían todo planeado para que me quedara yo solo con ellos. Ella me miró y mientras me miraba, echó mano al paquete de su novio. Se puso de rodillas, le sacó la polla y se puso a mamarla mientras yo miraba desde el marco de la puerta.
—
¿Y como eran? Seguro que ella estaba muy buena.
—
No, ella era rellenita, con unas buenas tetas y un culo bien puesto, una cosa así como tu hija; y el era bastante mas gordo. Yo diría que físicamente se parecía a ti.
—
Una buena jaca entonces.
—
Exactamente. Una buena jaca, como tu dices. Pues yo, ni corto ni perezoso, ante ese espectáculo, me saque la polla y me puse a masturbarme delante de ellos. Ella se levantó, se dirigió hacia donde yo estaba, y se volvió a clavar de rodillas en el suelo. Cogió mi polla y se la metió directamente en la boca. Yo miré a su novio y el me miraba a mi. No a nosotros. Directamente a mi, a los ojos, mientras se masturbaba ya con los pantalones por las rodillas. Menudos muslos gordos tenia el tío. Se agachó para quitarse los pantalones a la vez que se giraba para apoyarse en una silla. Menudo culo enorme tenía. Blanco como la leche y sin un solo pelo. Parecía el culo de una mujer en vez de el de un hombre. Yo no podía apartar la vista de ese enorme culo mientras ella daba cuenta de mi rabo.
—
Joder, ¿y que pasó después?. No pares ahora.
—
Pues el tío se acercó a nosotros. Se agachó para tocarle el culo a su novia. Pero por lo visto, su intención era otra. Toco la cabeza de ella y esta se aparto. Él cogió mi polla y se la tragó como si le fuera la vida en ello. Fue la primera vez que un tío me comía la polla.
—
¿La primera vez?
—
Si, y menuda mamada me hizo el cabrón. Luego nos fuimos a la cama y allí pasó de todo lo que podía pasar.
—
Ufff. Que situación —dijo Pepe visiblemente excitado—. A mi nunca me han pasado cosas así.
—
Esa fue una de las situaciones mas excitantes que he vivido —mintió Gerardo para no asustar mucho a su suegro. No es plan de escandalizar mucho al padre de mi novia , pensó.
—
Pero, ¿al gordo también te lo follaste?, preguntó impaciente
—
Suegro, que cosas tienes. No, solamente le deje comerme la polla — volvió a mentir Gerardo.
—
Ah, bueno. Yo no se si me lo habría follado o no —soltó de sopetón Pepe— Quien sabe lo que habría hecho.
—
El que tiene que hacer algo soy yo, Pepe. Debo de ponerme a estudiar — cortó Gerardo la conversación.
—
Si. Si. No quería entretenerte. Te dejo que sigas con lo tuyo.
Pepe se levantó de su silla, mostrando un buen paquete. Señal de que se encontraba bastante excitado. Gerardo no tuvo mas remedio que darse cuenta de esto, ya que sentado, su mirada quedaba a la altura de su entrepierna.
—
Pues si te vas a ir a casa, pasa primero por el baño y aséate, que con la conversación, por lo que veo — dijo subiendo las cejas y señalando con la mirada debajo su barriga—, seguro que tu mujer te monta otro pollo.
—
Si, sera lo mejor.
Madre mia como me he puesto -dijo sorprendido-
. Que pocas ganas tengo de llegar hoy a casa —dijo
cambiando la sorpresa por
resignación
, cosa
que apenó a Gerardo mientras
Pepe
sal
ía
de la cocina directo al baño.
Gerardo, recogió las tazas, las fregó y mientras se secaba las manos, se percató que el paquete de su suegro no era el único que se había emocionado al escuchar la historia de la parejita de gordos.
—
Bueno yerno. Me voy a casa a ver si la parienta esta algo mas tranquila—. Se oyó desde el pasillo.
—
Oye Pepe, que si no te apetece llegar a tu casa, —dijo al aparecer éste por la puerta— quedate en el salón viendo la tele. Yo echo un par de horas intensas, termino el tema con el que estoy, y cuando termine, salimos a tomar ese café que tenemos pendiente en la terraza.
—
Pues… Si no te molesta el ruido de la tele de fondo, lo prefiero. No tengo ganas de verle la cara a esa bruja hoy.
—
No que va. Siempre me pongo un poco de música muy floja de fondo para que haya un poco de ruido. Me ayuda a concentrarme mas que el silencio absoluto.
—
Pues no hay mas que hablar —sentenció Pepe mientras se daba la vuelta en dirección al salón.
Gerardo se fue a la habitación, sin terminar de cerrar la puerta se sentó en su escritorio y cogió el primer bloque de folios que tenia a mano. Le iba a costar concentrarse.
“
Yo no sé si me lo habría follado o no”. “Quien sabe lo que habría hecho” . Esas dos frases no dejaban de sonar en la cabeza de Gerardo.
Mientras tanto Pepe en el sofá delante de la televisión...,
“El era bastante mas gordo. Yo diría que físicamente se parecía a ti”. “Fue la primera vez que un tío me comía la polla”. “La primera vez...”. “Luego nos fuimos a la cama y allí pasó de todo lo que podía pasar”,
martilleaba la cabeza de Pepe
. ¿Que quería decir con que era la primera vez?. ¿Es que se la ha comido un tío mas de una vez?.
Su cabeza era un nido de preguntas sin respuesta.
Y para colmo un tío gordo que se parece físicamente a mi. ¿Por que me he puesto tan cachondo con esa historia? ¿Por que me puse cachondo ayer mientras meaba delante de el? Me puse tan nervioso que me tuve que ir, sin decir nada. Y lo mejor que se me ha ocurrido, ha sido decirle que me llamó mi mujer. ¿Por que narices le he dicho lo de la mancha en mis calzoncillos? ¿Y si se dio cuenta que ayer me fui empalmado de aquí?. Mierda. Va a pensar que soy maricón. ¿Y que hago yo aquí a las 7 de la mañana después de la bronca que me ha montado la frígida esa?¿Que mierda me pasa?