El submundo (02)
Un viaje a un mundo imaginario donde todo es posible. Un mundo donde nuestros deseos mas oscuros se hacen realidad. - En este capitulo, Vicky vuelve a la puerta del submundo y comienza su viaje en el -
El submundo:
Capitulo 02
En la mañana, Vicky se despertó sobresaltada. El despertador había sonado y ella no se había dado cuenta. Llevaba 15 minutos de retraso para llegar a la oficina y aun debía ducharse, vestirse, arreglarse, con todo lo que eso significaba para una mujer tan elegante y cuidadosa de los detalles como ella. Corrió hacia el baño y abrió el grifo de la ducha. Mientras tanto corría a la cocina y se preparaba su desayuno. Por fin, cuando terminó de correr de un lado al otro, y deliciosamente vestida tomó sus cosas y subió a su coche rumbo al trabajo.
Fue un día duro y agotador que le insumió muchas de sus energías. Su jefe estaba mas pesado que nunca. No cesaba de darle trabajos, pedirle reportes, pasarle llamadas, en fin... un infierno. Durante todo el día Vicky no tuvo un solo momento para recordar la famosa puerta de su sótano, ni tampoco al cordial guardián que la había guiado. Sin embargo, en su viaje de regreso a casa, atrapada en la autopista en los congestionamientos típicos de la hora pico, recordaba la puerta y lo que había visto. Tuvo que concentrarse en conducir el coche para evitar chocar un par de veces con los autos de adelante, y por poco pierde la salida donde tenía que bajar.
Finalmente llegó sana y salva a su casa. Estacionó su coche en la puerta y bajó mirando hacia todos lados. No era muy tarde aun, pero no había nadie en la calle. El frío no parecía querer irse de una buena vez. Cubierta con su abrigo abrigó sus piernas que quedaban desprotegidas debajo de su corta falda. Se metió dentro de la casa y encendió el calefactor eléctrico que tenía allí a mano. Fregándose las manos una contra la otra trataba de entrar en calor. Pero el frío era duro aun.
Por un momento volvió a mirar la puerta del sótano. Sabía que debía bajar a encender la caldera, pero el solo mirar la puerta le provocaba sensaciones de lo mas extrañas en su cuerpo. Una mezcla de miedo por lo desconocido, curiosidad y deseo recorría su mente. Por varios minutos dudó. Se mantenía allí frente a la estufa e intentaba no mirar hacia esa puerta. Pero la puerta parecía tener un imán en ella que atraía su mirada. Ella intentaba ignorarla, pensar en otra cosa. Inclusive encendió la televisión para volver a intentar distraerse. Pero su mirada nuevamente giraba hacia el blanco impecable de la puerta del sótano.
Enfadada consigo misma, se puso de pie y apagando la televisión, se sentó frente a su PC. La encendió y se entretuvo un rato leyendo los correos. Pero en cuanto terminó de leerlos, nuevamente sintió la puerta detrás de ella. Era como si la puerta tuviera presencia, como si la observara. La esperaba, la invitaba a abrirla y pasar a esa zona donde ella tenía un enorme temor de llegar.
Vicky se tomó la cabeza entre sus manos con sus codos apoyados sobre el escritorio de su PC. Dentro de su cabeza había una lucha. Una parte de ella tenía temor de pasar otra vez por la puerta, de lo que pudiera encontrar ese día del otro lado. La otra parte, mas curiosa y morbosa, se entusiasmaba y se regodeaba con las imágenes que había visto. Esa perversión ya estaba provocando que Vicky sintiera su sexo humedecerse y palpitar.
De repente, y casi con violencia Vicky se puso de pie. Caminó hacia la puerta y la abrió. La escalera semi oscura hacia abajo le hizo contener el aliento y sus piernas se sintieron temblar. Pero ya estaba allí. Con cuidado y lentamente dio dos pasos mas y cerró la puerta detrás de ella. Sus pasos eran temblorosos y dubitativos, pero poco a poco la llevaron al mismo primer descanso del día anterior.
De la misma forma que el día anterior, la luz se fue, y cuando todo fue penumbras Vicky sintió que su corazón se detenía. Con sus manos crispadas sintió como la puerta delante de ella esta vez se abría sola. Delante de sus propios ojos estaba la misma habitación del día anterior. Sin saber cómo, y con sus rodillas temblando como si no pudieran sostenerla, Vicky avanzó hasta adentro y cerró la puerta detrás de ella. Ya no tenía frío. Solamente vestida con su vestido celeste que le llegaba bastante mas arriba de su rodilla y que dibujaba muy bien su contorno, se sentó en uno de los sillones. Estaba muy nerviosa. Sus manos le traspiraban, sus nervios la dominaban y no podía tener su cuerpo quieto. Recordaba perfectamente el cuadro de la ninfa sobre uno de los sillones, pero también recordaba la excitación que eso le producía y trataba de evitar mirarlo. Pero así como la puerta, su mente tenía una feroz atracción hacia ese cuadro. De repente, Vicky levantó su vista y lo vio. Su sorpresa fue mayor aun. Se puso de pie y la observó mas de cerca aun. La ninfa era la misma, pero la escena había cambiado. El cuadro la mostraba ahora amarrada en X a dos altos postes de madera mientras un hombre la azotaba desde atrás en las nalgas y otros dos le lamían sus pechos y su sexo.
Vicky no pudo evitarlo, se estaba excitando otra vez. No podía entender cómo esa escena podía llegar a provocarle esas sensaciones, pero lo que sentía era bien real. Instintivamente había cerrados sus piernas y apretaba sus muslos y sus rodillas con fuerza una contra otra. Tratando de tranquilizarse, dio un par de pasos hacia atrás para volver a sentarse en el sillón. Con las manos sobre sus rodillas esperó. El tiempo le parecía eterno. Se preguntaba cuánto tiempo mas llevaría, cuanto mas tardaría en aparecer alguien.
Con nervios y casi arrepentida, se puso de pie y caminó nuevamente hacia la puerta. De repente, una mano en su hombro la sobresaltó. Su corazón se le subió a la boca y el mundo pareció detenerse a su alrededor. Con rostro de pánico se dio media vuelta, fue entonces cuando volvió a ver al mismo guardián del día anterior y lentamente se relajó.
-¿Ya te ibas?- le preguntó él
-Bueno... si... es que...- balbuceaba ella
-Dime Vicky.... ¿acaso no bajaste hasta aquí por algo?- le preguntó con una amplia sonrisa
-Mnnsii..- respondió ella dudando y con su rostro lleno de vergüenza
-No debes tener vergüenza. Hay mucha gente como tu que ya está hace tiempo en el submundo. Es algo muy normal que sientas curiosidad y que quieras probarlo.- le aclaró
Vicky miró el piso. Se sentía algo confundida y avergonzada de lo que sentía, pero por otro lado también crecía cada vez mas en ella la ansiedad y la curiosidad de probarlo. El guardia entonces le tomó la mano entre las de él y la miró a los ojos con una mirada serena y firme.
-No podemos obligarte a venir, eres tu la que debes decidirlo.- le dijo con serenidad
-Lo deseas... ¿verdad?- le preguntó mirándola directo a los ojos
-Si.- dijo ella apenas audible.
-Ten confianza en mi entonces y libérate.- le dijo él
Vicky se dio media vuelta, y con algo de vergüenza aun en el rostro se dispuso a seguir al guardián. Otra puerta se iluminó en la pared, distinta a la del día anterior. Ambos ingresaron por esa puerta y entraron a una sala diferente, muy acogedora por cierto. El guardián abrió uno de los armarios en la pared y tomó una túnica blanca que le entregó en mano a Vicky.
-Quítate todas tus ropas y ponte esto.- le dijo
-¿Todas?- le preguntó ella asustada
-Todas.- le indicó él
-Es que no acostumbro no usar ropa interior.- se quejó ella
-Lo sabía, déjame buscarte algo.- dijo él
De otro armario tomó un delicioso conjunto de lencería blanca y se lo entregó a Vicky. Ella se preguntaba porqué debía cambiarse las ropas que ella usaba por otras, pero no preguntó mas. Miró a los ojos al guardia y este entendió perfectamente que debía girarse para permitir que se cambiara las ropas. Con mucha vergüenza Vicky se colocó de espaldas y se puso las ropas nuevas, ajustando la bata en su cintura que apenas cubría hasta un poco mas abajo de eso con su falda. Se sentía extraña.. Se sentía ridícula por un lado, pero sumamente excitada por el otro. Era como que esa ropa de alguna forma presagiara su futuro.
-Ya estoy.- dijo ella volviéndose a dar vuelta y mirándolo
-¡Te ves espléndida!- le dijo él
Vicky se ruborizó. Se sabía expuesta y mirada, pero peor que eso, sabía que quizás en muy breve tiempo su cuerpo estuviera totalmente desnudo a la vista de el guardia, o de alguien mas.
Mientras que Vicky pensaba todas esas cosas, el guardia tomaba una caja de fina madera y la abría. dentro de ella había un reluciente collar plateado. Lentamente se acercó hasta Vicky y con delicadeza lo colocó envolviendo su cuello y adornando aun mas su figura.
-Ese collar Vicky, será tu símbolo de recién ingresada. Te protegerá de que alguien lea en tu mente las cosas mas intensas y las lleve a cabo provocándote una sensación tan intensa que te genere algún tipo de rechazo. - aclaró el guardia
-También, a partir de este momento, te identificaremos con tu nombre. Para nosotros serás simplemente "Vicky".
Vicky escuchaba confundida, pero poco a poco comprendía la coherencia de lo que el guardia le iba mencionando. En ese momento se dio cuenta que las paredes a su alrededor habían desaparecido. Estaban nuevamente parados en el pasillo largo que ayer había visitado. Sus manos estaban curiosamente amarradas con una cadena a dos brazaletes del mismo color que el collar y que ella no había visto que le pusieran. La misma cadena colgaba por delante de su bata y llegaba a su cuello.
-Vamos Vicky.- dijo él dando un pequeño tirón de la cadena
-Pero...- protestó ella
Sintió el tirón en sus muñecas y en su cuello suavemente, y sin saber porqué comenzó a caminar detrás del guardia. No sabía porqué, pero sus pies la guiaban sin dudar detrás de él. La curiosidad por saber lo que sucedía en las habitaciones que iban pasando a sus costados la carcomía, pero nada podía hacer mas que espiar como podía y escuchar los gemidos, pequeños gritos y sonidos extraños de vez en cuando mientras caminaba. Todo ese ambiente la había puesto tensa y preocupada. ¿En que se había metido? ¿Donde estaba en realidad?.
Pero sus pensamientos cambiaron en cuanto el guía la llevó hasta una habitación, y abriendo la puerta la metió dentro. De repente el corazón de Vicky comenzó a latir rápido, muy rápido. El guía se paró delante de ella y la miró directo a los ojos. De repente, ella supo que sus fantasías estaban desnudas frente a él. Por un momento quiso resistirse, pero algo muy fuerte, algo que se sentía ardiendo en su pecho la inundaba y la invadía. Era la morbosa sensación de saberse en manos de sus mas profundas e intensas fantasías. Las cadenas en sus manos y la mirada penetrante de ese hombre la dominaban por completo.
-Por favor..- suplicó ella intentando un ultimo ardid para escapar de lo inevitable, pero que deseaba tanto
-Deberás tratar a cualquiera de los guardianes como Señor de ahora en adelante.- le corrigió él
-Señor... por favor.- repitió ella
El guardia sonrió, pero no hizo caso alguno a su súplica. Con su mano derecha hizo deslizar una camilla montada sobre ruedas hasta ellos. Estaba forrada de brillante cuerina negra y disponía de un cómodo lugar para apoyar la nuca mientras se estuviera acostado sobre ella.
-Recuéstate Vicky.- le ordenó
-Es hora de tu inicio.- agregó con una sonrisa en su boca.
Como si no pudiera resistirse, como si no tuviera voluntad propia Vicky se vio a si misma obedeciendo y subiendo a la camilla sin decir palabra. El techo, totalmente iluminado ejercía un suave efecto hipnótico en ella y la relajaba. Estaba muy nerviosa, casi histérica, pero solo yacía allí y miraba a los ojos de su guía. El se había colocado a su lado y acariciaba sus cabellos meciéndolos entre sus dedos. Las caricias calmaban en parte a Vicky, que no podía mantener su cuerpo quieto sobre la camilla. En ese momento, el guía tomó una correa y la amarró justo por arriba de sus pechos, asegurándola fuertemente y presionando el pecho de Vicky contra la camilla. Otras dos correas le siguieron, una debajo de sus pechos, otra justo sobre su cintura. Luego sus tobillos fueron amarrados a las dos barras que actuaban de apoya pies con otras dos firmes correas. Vicky se sentía como una maleta, llena de correas por todos lados. El guardia no terminaba aun, le estaba colocando todavía dos correas mas justo arriba de sus rodillas. Lo ultimo que hizo el guardia fue tomar sus brazos y esposarlos a la cabecera de la camilla.
-¡¡Lista!!- dijo él en cuanto terminó de ajustarla
-¿Tienes miedo Vicky?- le preguntó agachándose sobre ella
-Un poco.- mintió ella
-Es normal... pero haz que ese miedo alimente tu deseo... y será sublime.- le dijo acariciándole el rostro
Diciendo eso tomó la camilla y comenzó a hacerla rodar por otro largo pasillo. Las luces del techo pasaban frente a los ojos de Vicky, que no podía ver dónde la llevaban. Estaba muy nerviosa. Sus manos se abrían y cerraban en las ataduras sin cesar.
-¿Donde me llevas?- se animó a preguntar Vicky en medio del camino
El se detuvo. La miró seriamente a los ojos, como enfadado. Por primera vez ella lo veía así. Por primera vez sintió algo de miedo. La mirada de él era tan intensa y penetrante que prefirió mirar a otro lado.
-¿Como me has llamado?- le preguntó él
-Perdóneme... Señor... preguntaba dónde me llevan.- aclaró ella recordando lo que le había dicho él
-Así está mejor.- dijo él reanudando el camino
-Te llevo a tu destino Vicky... es lo único que debes y vas a saber.- agregó
De repente, las luces del techo cambiaron. Habían entrado en una sala pequeña. Medía algo mas de 3 metros de largo por 2 de ancho. Marcado en el piso estaba un rectángulo amarillo del tamaño de la camilla. El guardia acomodó la camilla allí y luego accionó los frenos de la misma. Con sus manos sobre su cabeza amaradas con las esposas y tapándole los costados, Vicky no pudo ver al guía cuando accionó un botón sobre la pared.
Del medio del techo de la habitación, comenzó a bajar una pared, de unos 10cms de espesor que lentamente y con un ruido de motores cayó justo por encima de los pechos de Vicky. Una zona acolchada especialmente aseguraba el contorno de su torso, mientras dejaba de un lado de la pared la cabeza y manos de la mujer, y del otro el resto de su cuerpo. Abriendo un maletín que estaba a un costado, el guardia extrajo una cámara de video y la colocó sobre la pared a apenas 1 metro de altura sobre ella. Por mas que ella se estiraba, sus manos nunca llegaban a la cámara. Dentro del acolchado del maletín también extrajo dos micrófonos que colocó justo a ambos lados de la cabeza de Vicky, sobre el borde de la camilla.
Una vez mas acarició el cabello de Vicky, enredándolo entre sus dedos y sonriéndole. Inmediatamente luego de eso alzó su mano a un interruptor de palanca sobre la pared que había descendido. Sobre ese interruptor había una luz roja, que en cuanto él la accionó, se transformó en verde. El corazón de Vicky latía enloquecido entre la excitación y el miedo. Hubiera deseado poder salir corriendo de allí, pero ya era tarde, y de alguna forma... deseaba lo que estaba por venir. Con su mano libre tomó la mano del guardia con fuerza. El la sintió y la continuó acariciando para que se relajara, y ella de repente se relajó.
Por algunos minutos permaneció allí, esperando. Disfrutaba el hecho de sentirse amarrada y dominada. Estaba relajada y sonriente cuando de repente su rostro cambió de expresión. Algo la había sobresaltado.
-¡¡Hay... hay ... hay alguien....!!- tartamudeó
-¡¡Señor... hay... hay alguien del otro lado...!!- insistió
-Si.- le respondió secamente él
-Uuffff..- resoplo ella poniéndose colorada
-Me está tocando..- agregó ella
-Lo se Vicky...- sonrió él
Vicky abría los ojos como desesperada al sentir la mano del hombre que del otro lado comenzaba a acariciar su pierna subiendo suavemente por su muslo. La cabeza de Vicky se movía algo inquieta al sentir como esos dedos comenzaban a subir peligrosamente cerca de su falda. Instintivamente Vicky llevó su mano hasta la pared, y con sus palmas abiertas la recorría como si de esa forma la pudiera atravesar.
-Nooo...- se desesperaba Vicky sintiendo como el hombre ya subía demasiado cerca de su sexo
Amarrada y sin poder ver lo que sucedía del otro lado de la gruesa pared, Vicky se sentía totalmente indefensa frente a lo que desearan hacerle. Las manos de ese hombre le recorrían ya con descaro todo su cuerpo. Jugaban con sus pechos, acariciaban su sexo, pellizcaban sus pezones. Vicky se sentía aturdida y desesperada.
De repente, el hombre del otro lado hizo algo y ella sintió como sus piernas comenzaban a elevarse acompañadas de todo el aparato de sostén de la camilla. Subían y se abrían mientras ella imaginaba y sentía como la falda caía por sus muslos amontonándose sobre su vientre. Imaginaba estar dando un espectáculo bastante indecente a quien la estuviera viendo del otro lado. Intentaba cerrar sus piernas pero no podía. La manejaban como si tratara de una muñeca. Vicky miraba con su rostro enrojecido de vergüenza al guía que tenía a su lado y no se animaba a decir palabra. Al menos él no sabrá lo que me están haciendo del otro lado, se consoló tratando de no expresar nada.
Por algunos minutos estuvo en esa posición, con sus piernas levantadas a 90 grados y abiertas a algo mas de un metro entre la punta de sus pies. De repente, un azote cruzó sus nalgas expuestas. Vicky no pudo contener un grito entre la sorpresa y el dolor.
-¡¡Aaaaauuuu!!- gritó ella sorprendida
Luego de ese azote vinieron varios mas. Sin poder ver desde dónde venían Vicky solo podía golpear con sus puños cerrados sobre la pared en protesta y en desesperación por el creciente ardor que le provocaban. Por la forma y por lo que ella sentía estaba segura que se trataba de una regla o algún instrumento similar. Ardía bastante y su área de ataque era bastante amplia. Pero en cuanto pasaron unos minutos el tipo de golpe cambió. Ahora era mas intenso y concentrado, y venía desde el otro lado. Evidentemente era otro hombre que tenía una vara en su mano. Los azotes con la vara la hacían saltar sobre la camilla. En lo que podía su cuerpo se contorsionaba en las ataduras. De sus ojos ya comenzaban a saltar algunas lágrimas y sus manos se arrastraban casi en súplica por la pared.
-Lo haces muy bien Vicky.- le dijo el guardián mientras le acariciaba el cabello y le besaba la frente
En el medio de esas sensaciones, y con su culo ardiendo como fuego, sin poder sóbraselo, sintió una lengua que le recorría las zonas ardidas. Su cuerpo tembló como una hoja. Otras manos abrían al medio la bata que la envolvía y jugaban con sus pechos detrás del sostén. De repente, un suave tirón y Vicky sintió como el sostén se aflojaba y caía a ambos lados de su pecho. Lo habían cortado evidentemente. Ya nada separaba sus pechos desnudos de esos hombres.
Al sentir la boca del hombre engullendo su teta derecha Vicky suspiró y abrió nuevamente los ojos. Era una sensación cálida y deliciosa. La lengua recorría su piel y se enredaba en su pezón haciéndolo jugar hacia arriba y hacia abajo con delicadeza. Vicky se tomó la cabeza. No había nada que pudiera hacer por evitarlo, la iban a usar y la iban a hacer sentir sensaciones muy intensas en todas partes de su cuerpo. Con solo pensarlo Vicky se mojaba y su rostro se enrojecía de vergüenza. Los dientes del hombre ahora se frotaban sobre su pezón, la ponían muy excitada y caliente.
Mientras eso sucedía, una mano se deslizaba desde el ombligo de Vicky hasta su enrulado vello púbico y se fregaba contra su sexo abriéndolo lentamente debajo de sus panties. Vicky sabía que las estaba mojando, que ya sería mas que evidente, pero nada podía hacer por evitarlo. De repente, un tirón insistente en su muslo, le indicó que el hombre estaba intentando romper el elástico de su ropa interior. Muy dentro de ella Vicky sabía que esa era la última prenda que la separaba de ser violada por ese hombre, y su mente vacilaba entre la negación y el deseo. En cuanto la prenda cedió de ambos lados, el hombre la quitó de la entrepierna de Vicky, no sin antes fregarla sobre el sexo ya muy húmedo de Vicky.
Sin que la boca se quitara de su pecho, de repente Vicky se sorprendió al sentir otra lengua recorrer sus labios vaginales. Una descarga eléctrica recorrió su espalda. Esa sensación, tanto por lo intensa como por lo inesperada, la había puesto muy caliente. Sus manos volvían a fregarse contra la pared delante de ella sin remedio, mientras sentía como esa lengua inquieta le abría los labios y se hundía acariciando sus partes mas sensibles. El cuerpo de Vicky luchaba contra las ataduras, arqueándose levemente y marcando aun mas la presión de las correas sobre su pecho. Hasta los dedos de su pies se estiraban y se movían inquietos.
En el momento en que la boca se quitó de su sexo, Vicky respiró un poco mas normalmente. Casi había perdido el aliento entre los gemidos y el esfuerzo de su cuerpo tratando de retorcerse al estar amarrado. Nunca había traspirado tanto en su vida, nunca se había sentido tan intensamente excitada. Por algunos segundos no sintió mas nada. Lejos de tranquilizarla, eso la ponía mas nerviosa aun. ¿Estarían deleitándose mirando su sexo enrojecido y palpitante? De solo pensar en los hombres con sus miradas clavadas en esa zona de su cuerpo Vicky se sentía arder en vergüenza. Pero si no era eso... ¿que estarían tramando? pensaba. Totalmente entregada a lo que sucediera, se sentía observada por el guardián a su lado. De reojo lo veía observándola y sentía de vez en cuando su mano acariciando su cabello.
-¡¡uuuhhggg!!- grito de repente Vicky
-¿Que ha sucedido?- preguntó el guardia con una sonrisa pícara en su rostro
Vicky no se animaba a contarlo. De hecho, con lo que estaba comenzando a sentir, su aliento comenzaba a faltarle nuevamente y se sentía tremendamente excitada otra vez.
-Cuéntame Vicky... debes hacerlo y disfrutar con ello- sonrió él
Vicky sintió que el guardia tenia razón. Esa sensación de vergüenza, de que la obligaran a contar lo que sentía, la ponía aun mas excitada. Era una extraña sensación que le recorría todo el cuerpo y le hervía en la sangre sensibilizándola a todo diez veces mas aun.
-Es que... uuhhhh...- volvió a gemir ella
-Esta rico ¿verdad?- le sonrió él
-Si, demasiado....- dijo ella asintiendo con la cabeza
-Cuéntame.. dime como se siente...- le preguntó el con total morbosidad
-Me han metido... ufff... algo ... algo que vibra... un vibrador...-balbuceó ella
-Hmmm.. debe sentirse rico..- dijo el besándole el rostro-
-Si... ufff... y lo meten... uuhh... y lo ... ufff... sacan.... - agregó ella
-Auu.... uuuuhhhh... ¡¡Mis pezones!!- gritó ella mordiéndose el labio
De repente, el vibrador dejó de entrar y salir de su sexo y quedó vibrando a tope hundido hasta el fondo. Vicky creía que ya no aguantaría mas, que explotaría en cualquier momento. Pero en ese mismo momento, una sensación de ardor le cruzó las nalgas con total nitidez.
-¡¡¡¡Auuuuuchhh!!!- gritó ella
-¡¡La vara no!! ¡¡No con la vara!!- suplicaba ella golpeando la pared
Los azotes con la vara se sucedían con ritmo y con firmeza. Alternaban entre uno y otro cachete del expuesto culo de Vicky y marcaban claramente para el guardián el ritmo conque eran dados en los ojos de ella y en sus gemidos, a veces en sus gritos desesperados de dolor. Vicky estaba histérica. Su rostro estaba de un color rojo intenso y sus manos hechas puños golpeaban sin cesar la pared pidiendo, suplicando que se detuvieran.
Gruesas lágrimas corrían por las mejillas de Vicky mientras las manos del guardia se apretaban contra las suyas. Vicky lloraba desconsolada y solo podía imaginar las marcas que habían quedado en su trasero de semejante zurra. Al menos había podido contar unos veinte azotes antes de desesperarse y perder la cuenta. Ya no quedaba zona de su culo que estuviera sin arderle. Todo su ser ardía. En ese momento, uno de los hombres volvió a tomar el vibrador y lo movió dentro de ella. El contraste de sensaciones era brutal. El dolor intenso en sus nalgas ardidas y la intensa y deliciosa sensación de sentirse llena y estimulada por ese aparato que le estaba derritiendo la entrepierna. Los azotes habían cesado ya, pero sus nalgas no dejaban de arder, palpitaban en las zonas castigadas y se sentían abrasadas en toda su superficie.
De repente, y sin ninguna advertencia previa, Vicky sintió algo que presionaba sobre su ano. De inmediato se sobresaltó. Casi imperceptible podía sentir como un liquido viscoso reptaba por su sexo y recorría el camino entre sus dos nalgas lubricando la zona. Sin saber porqué, Vicky relajó su ano. Sabía que la estaban por penetrar, pero su cuerpo se relajó y suavemente sintió como la cabeza de la verga abría su culo con algo de dolor. Vicky apretó sus dientes y apretó aun mas la mano del guardia con ella.
-Ohhh...- gimio ella al sentir como la verga le entraba mas y mas
La iba abriendo, lentamente, sin piedad, sin miramientos. Su ano se sentía a punto de romperse, como una sensación de que no era posible que se expandiera mas. Pero pese a lo que ella pensaba, el hombre seguía penetrándola mas y mas hondo. Vicky ya balbuceaba cosas y miraba a los ojos del guardia. No podía entender la mezcla de sensaciones que eso le provocaba, pero deseaba tener toda esa verga dentro de ella. El otro hombre mientras aprovechaba para darle suaves azotes a los pechos de ella haciéndolos bailar, estirando sus pezones de vez en cuando. Alternaba sus sopapos y azotes con suaves chupadas con sus labios rodeando y acariciando los pezones, y la hacían pasar del dolor al placer sin escalas.
-Uhhh... no... no .. mas... no cabe....- gemía ella
-¿Que te hacen Vicky?- preguntó el guardia
-Ohh.. mi.. mi culo...- balbuceó Vicky lamentando haber hablado y poniéndose toda colorada
-¿Tu culo..? ¿Que le hacen a tu culo?- preguntó él sonriendo y obligándola a contarle
-Me... me.... está adentro... ufff... ¡¡es muy grandeee!!- respondió Vicky agitando la cabeza
-¿Y como se siente eso, putita?- le dijo con cara de perverso
-Ohh.. es ... duele.... es... uuhh... delicioso...- gimió ella
Durante varios minutos Vicky gimió y gritó entre azotes y penetraciones. Los hombres, del otro lado de la pared enloquecían con su cuerpo mirando sus expresiones de su rostro en el circuito cerrado de TV mientras la violaban y la castigaban. Pero mas allá de lo que el rostro de ella pudiera mostrarles, podían notar como un hilo de jugos se derramaba por los alrededores del vibrador que continuaba devastándola por su sexo. En el momento que el hombre lo tomó y comenzó a fregarlo dentro y fuera del sexo de Vicky, como penetrándola salvajemente, ella no pudo aguantar mas. Jamás en su vida había tenido sensaciones tan intensas como ahora. Sentir su ano y su sexo violados al mismo tiempo sintiéndose mas llena que lo que nunca hubiera soñado, sumado a las caricias y castigos en sus pechos y a la morbosa realidad de que su cuerpo estaba siendo violado del otro lado de la pared por gente a la que ni siquiera veía, la hizo explotar.
Sin saber cómo, Vicky sintió que su cuerpo convulsionaba y que un orgasmo que la volvía loca de placer y la dominaba por completo, como envolviéndola en una enorme nube. De repente, su cuerpo, del otro lado de la pared, le estaba dando tanto placer como nunca pudo suponer que podría sentir. Sus manos se alternaban tomándose fuertemente del borde de la camilla y de su cabeza. Podía sentir como con cada movimiento de la verga dentro de ella, un millón de sensaciones la volvían loca, cada vez que azotaban o acariciaban su cuerpo, miles de luces se encendían en su mente.
Cuando ya no pudo mas, y después de llorar y gemir de placer como una niña, Vicky sintió que su cuerpo se aflojaba por completo y perdió el conocimiento. Nunca en la vida le había sucedido, pero habían sido sensaciones tan intensas que su propio cuerpo había decidido darse un respiro. En medio de sueños dulces y sensaciones placenteras Vicky flotaba en un delicioso paraíso de inconciencia.