El sótano

Cap 1 Dulce y Nat

―Espera… ―Corrí― Se te cayó esto. ―Le tendí la pulsera que sujetaban mis temblorosas manos.

― Gracias. Me llamo Natalie. ―Estiró su mano y la mía instintivamente estrecho la suya.

― Yo me llamo Dulce, ―Mis mejillas se colorearon al decir mi nombre.

― Que lindo tú nombre, a mi me gusta el dulce de leche.

Mi pequeño corazón latió con fuerza.

― Gracias. ―Baje la mirada.

― Nos vemos mañana Dulce.

Y se fue batiendo su azabache cabellera olor a uva lejos de mí.

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― Dulce apresuraté, vamos a llegar tarde. ―Natalie me arrastraba con todas sus fuerzas.

― Me estas lastimando Nat. ―Dije con voz lastimera.

Natalie me soltó por fin…

Tenía el brazo enrojecido por su culpa, ella solía ser muy desesperante cuando quería.

― Discúlpame Dulce yo no quería lastimarte. ―Agachó la cabeza con vergüenza.

¡Ella es tan tierna cómo mi nombre!

― Tranquila Nat, solo no vuelvas a hacerlo.

― Eso intentaré. ―Me sonrió― Ahora andando, se nos hace tarde.

― Está bien, está bien.

Caminamos, más bien corrimos hacia la universidad, era nuestro primer día cómo “universitarias” oficialmente, y ambas estábamos emocionadas, sobre todo Nat.

Vamos a estudiar administración hotelera, porqué nuestro sueño es montar hoteles alrededor del mundo, si un poco loco, pero no es imposible cómo “Estrellas de rock” o “Bailarinas de tango”…

Yo iba a estudiar administración tributaria, pero Nat con su optimismo y sus locas ideas y sus sueños me hicieron escoger administración hotelera al igual que ella.

Natalie, ella es la chica más encantadora que he conocido, llena de alegría, carismática, líder por naturaleza, todos la siguen, la admiran, optimista, siempre viéndole lo positivo a todo incluso a lo que no tiene absolutamente nada de positivo.

Y estoy yo, tímida, reservada, callada, realista, lógica, perfeccionista, obsesiva y cerrada.

Ella es mi ascensor al cielo, yo soy su cable a tierra.

O eso me dice ella…

Si supiera que en las noches me desvelo pensando en su rostro, y que su mirada es mi primera imagen mental al despertar.

Qué el realismo no existe cuando miró sus labios y la fantasía ocupa su lugar.

Siete años desde que la conocí, siete años enamorada de su cabellera azabache con olor a uva.

― Espero que en la universidad conozcamos a nuestras personas especiales. ―Me dice “emocionada”

― Si, ojala. ―Respondo con la misma fingida emoción.

Para mi buena suerte Nat nunca ha tenido novio, ni novia, ella siempre dice que está esperando que “la persona especial y correcta se de cuenta de su existencia y la busque” Hasta los momentos no ha aparecido, pero el día que aparezca mi corazón quedara aplastado contra  mi pecho.

Antes de dormir ruego porqué eso no pase, no quiero perderla, no quiero perder a la segunda persona que me queda en el mundo.

Llegamos a la universidad, una muy prestigiosa donde gracias nuestro gran esfuerzo habíamos obtenido una beca, yo si la necesitaba a Nat no le hacía mucha falta.

Lindo gesto el de esforzarse conmigo, linda Nat y sus lindos ojos verdes, y su linda sonrisa que ilumina todo a su paso…

― ¿Y ese suspiro? ¿Te gusta alguien? ―Su voz tembló ligeramente.

― No Nat, solo muero de hambre. ―Sobé mi estomago.

― Te dije que te acostarás temprano, nadie te manda a quedarte dormida.

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Llegamos por fin, luego de sesenta largos minutos caminando, Nat tiene auto pero no quiso que llegáramos en el la primera semana, dice que quiere conocer gente de verdad que la aprecien por lo que es y no por lo que tiene.

Nat, mi hermosa, hermosa, hermosa Nat. Amo hasta tu forma de respirar…

La universidad es enorme, calculó unas ochocientas hectáreas.

Cada carrera tiene su propio edificio. Y lo lejos vi el edificio “Administrativo” un edificio semi circular casi entero de vidrio donde se podían ver los estudiantes bien vestidos caminando de un lado al otro ¡Wow! Estaba realmente impresionada, pero mi vista quedó extasiada al ver el edificio de “Arte” era en forma de pincel, era muy colorido, cómo un pincel cubierto de pintura, y a su alrededor habían potes de pintura, era muy hermoso. Cada edificio tenía su distintivo natural.

Llegamos al edificio administrativo y el vigilante nos pidió los credenciales de acceso, luego de mostrárselo nos abrió la puerta y entramos a un mundo distinto.

Por dentro era aún más hermoso, el suelo era de una cerámica azul transparente y extremadamente brillante, las escasas paredes que se encontraban entre un ventanal y otro eran de un blanco perfecto, habían muchas plantas que le daban ese aire de elegancia y belleza sumando el hecho de toda la luz natural que se filtraba por esos inmensos ventanales.

Preguntamos en recepción cual era nuestro piso y era el número cinco.

Fuimos corriendo al ascensor que también era transparente, eso me asustó un poco, Nat lo notó y me sujeto con fuerza para que no tuviera miedo.

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Después de un agitado primer día de clases no me queda más que regresar a casa.

Llego con pesadez, y una vez al entrar me voy corriendo al sótano.

Enciendo la luz y veo mi vieja cama, una mesita de noche, un closet, un baño, un sofá grande, una nevera pequeña y una cocina eléctrica, todo es de madera envejecida.

Me tumbo en mi vieja cama y escucho la puerta de entrada.

René, supongo que ya llegó, escuchó sus pasos hacia la parte de arriba de la casa.

Y una vez más todo queda en silencio.

Nat, su imagen surca mi mente, su negra cabellera, su pálida piel, sus ojos verdes, sus labios rosados, su delgadez, ella es perfecta…

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― No llores más Dulce. ―Decía mientras acariciaba mi cabello― Estás temblando. ―Me abrazó.

Yo solo lloraba, lloraba sin parar, lloraba amargamente.

― Todo va a estar bien. ―Dice en medio del abrazo.

Lloré con más fuerza, yo no me engaño, se que nada, nada, absolutamente nada va a estar bien.

― ¿Tú crees? ―Necesitaba esperanzas para mi destrozado corazón.

― Verás que si, y si no, yo siempre estaré para ti. ―Beso mi frente.

Nat, Nat, Nat… Esas palabras aliviaron un poco mi dolor, dolor que solo iba en aumento, que me quemaba el pecho y me acortaba la respiración

Mi mundo se vino abajo, todo se vino abajo, todo menos Nat, todo menos ella y sus hermosos ojos verdes que me miraban preocupados.

Fingí una sonrisa y sus ojos chispearon con fuerza.

Eres hermosa Nat.

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Desde ese momento el sótano se volvió mi fiel compañero.