El Sótano Cap 4

Dulce y Nat

― Mucho gusto, me llamo Florencio.

Se le presentó a mi Dulce y no dejaba de verla con un brillo especial en sus ojos.

¿Quién cree qué es? Por supuesto cómo es rubio se cree la gran cosa.

¡Apártate! ¡Apártate de ella!

Fingí una amable sonrisa cuándo se me presentó.

― Y él es mi mejor amigo, Pablo.

Nos presentamos, Pablo es muy lindo y se ve muy amable, al contrario de Florencio que parece un casanova y que no le despega la mirada a Dulce.

― Chiqui, estamos sobre la hora. ―Le agarré las manos y la halé con fuerza.

― Chao chicos. ―Me despedí sacudiendo la mano que tenía libre y Dulce simplemente sonrió.

― Me parecieron bastante amables. ―Comentó.

La solté de golpe, a veces suelo ser muy impulsiva y dominante, esos serían dos de mis defectos.

― No me gusta cómo Florencio te mira. ―Confesé.

Dulce notó mi mirada de sincera preocupación y por su mirada se paseo el miedo, me arrepentí de haber pronunciado aquellas palabras pero ya no podía deshacerlo.

― Me mantendré al margen. ―Dijo con un ligero temblor en su labio inferior.

― De todas formas acá estoy chiqui.

― Gracias alíen. ―Me abrazó con fuerza.

Solo existen tres motivos por los cuales Dulce me abraza fuerte, uno: O está inmensamente feliz, dos: Tiene miedo y tres: en medio de un ataque de pánico.

Ni la dos ni las tres son tan frecuentes, cosa que agradezco, pero la uno desgraciadamente es casi nula.

En cambio yo soy inmensamente feliz cuando siento el calor de su cuerpo envolver por completo el mío.

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― ¿A qué no me atrapas? ―Propusé mientras corríamos por el parque.

― Si lo haré. ―Me siguió emocionada.

Luego de correr por varios minutos Dulce al fin me había alcanzado y cómo yo seguía corriendo perdí el equilibrio, entonces caí al suelo, Dulce cayó a mi lado derecho, ella reía pero yo estaba llorando, me había lastimado, Dulce no tardó nada en percatarse de mi sollozo y me abrazo suavemente.

Ese simple gesto me hizo sentir inmensamente feliz, pero ella no lo había notado.

― Disculpa por burlarme de ti ¿Estás bien? ―Preguntó conmigo aún pegada a su cuerpo.

― Me duele mucho la rodilla. ―Expliqué.

― Vamos por mi mamá, ella siempre trae un botiquín.

Me costo mucho ponerme de pie, mi rodilla estaba cubierta en sangre y muy hinchada.

― Apóyate en mí. ―Propuso Dulce y me cogió de la cintura.

Mis mejillas se tintaron de carmín y sentía un calor extraño emanando de mi cuerpo.

Duramos más de lo debido porqué el dolor de la pierna no me dejaba avanzar mucho, pero gracias a Dulce llegamos.

― Oh por el creador ¿qué la pasó a melena de uva?

Así me decía la señora Dalila, ya que Dulce asegura que mi cabello huele a uvas frescas, y la señora Dalila la apoya en eso.

― ¿Mi niña quieres contarme? ―Le preguntó a su hija.

Mientras ella me limpiaba, desinfectaba y cubría la herida, que no era nada grave pero si dolía, Dulce le contaba cómo habían acontecido las cosas.

― Nati cariño ¿Tú madre estará en casa?

Asentí.

Será mejor que te lleve así aprovecho y hablo con ella.

El trayecto a casa fue bastante tranquilo, aunque sentía punzadas fuertes de vez en cuando en la rodilla.

― Llegamos niñas. ―Nos agitó suavemente la señora Dalila.

¿En qué momento Dulce y yo nos dormimos?

Nos bajamos aún somnolientas del auto y entramos a mi casa.

Mamá nos vio y su sonrisa se ensancho,  bajo la mirada y se dio cuenta del vendaje, la sonrisa desapareció dando lugar a una cara de preocupación.

Corrió a donde estábamos y se agachó  para contemplar mejor mi herida.

― ¿Qué pasó cariño? ―Acarició mi rostro.

― Estaba jugando con Dulce a atraparnos yo salí corriendo y ella salió tras de mí y cuando me atrapo yo perdí el equilibrio y ¡Pum! Caímos ambas al suelo pero solo yo me lastime. ―Dije todo muy rápido, sin pausas.

― Oh cariño, tienes que tener más cuidado.

Se levantó y saludo a la señora Dalila y a Dulce con una amable sonrisa.

― Magda esta finalizando la cena, si gustan pueden quedarse a cenar.

― Oh no, Dulce y yo no queremos causarles molestias.

― No digas eso, esta pequeña escurridiza. ―Revolvió el corto cabello de Dulce― Y usted son totalmente bienvenidas a mi hogar.

La señora Dalila sonrió sinceramente.

― Que maleducada soy, adelante. ―Las invitó a pasar mi mamá.

Josefina retiró sus abrigos y nos sentamos las cuatro en la sala, mi madre y la señora Dalila hablaban cosas a modo de susurro que Dulce y yo no entendíamos.

Mami me ha dicho que es de mala educación interrumpir conversaciones ajenas, así que continúo jugando con Dulce y le resto importancia al asunto.

La señora Teresa nos avisa que la cena ya esta servida y nos paramos las cuatro, rumbo al comedor,

Magda había preparado pavo al horno con arroz con vegetales salteados, batidos de anana y un delicioso pastel de chocolate.

― Mis felicitaciones a tu chef, hace un delicioso trabajo. ―Le comunicó la señora Dalila a mi madre.

― Y aparte de excelente cocinera, es un excelente ser humano, cariñosa, y calma. ―Comentó mientras metía un trozo de pavo a su boca.

― Y hace el mejor chescake del mundo. ―Grité.

― Y las mejores galletas del mundo. ―Me siguió Dulce.

Luego de un largo silencio donde solo nos concentramos en degustar la deliciosa comida de Magda, la mamá de Dulce rompió el silencio.

― No se si sea prudente, pero necesito pedirle un favor. ―Dijo con timidez.

― Usted dirá. ―Mi madre la incitó a seguir.

― Cómo sabrá Richard y yo viajamos bastante por negocios, mi hijo de dieciocho años, decidió quedar bajo el cuidado de mi madre, que ya está bastante mayor, así que básicamente en esas dos semanas el cuidara de ella, pero mi madre no puede cuidar de Dulce, siendo sincera. ―Le susurró algo al oído― Entonces mi esposo y yo nos preguntamos si…

―Mamá no la dejo terminar― Por supuesto qué si.

― ¿En serio? De verdad se los agradecería eternamente.

― En esta casa queremos mucho a Dulce, así que no es molestia alguna, muy por al contrario.

― Eso me alivia bastante, siempre estaré agradecida por ese noble gesto de parte suya.

― No a usted de preocuparse.

― El vuelo sale en dos semanas a primera hora, por lo que traeremos a Dulce la noche anterior al vuelo.

¿Es verdad que Dulce se quedara? Eso es lo que he podido entender, y me pone muy, muy feliz.

»Tampoco eres una niña Natalie, ya tú y Dulce tienen trece años.« ¡Shh!

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Ese viaje, ese viaje cambiaría nuestras vidas para siempre, ese viaje determinaba un antes y un después en el cuál ninguna estaba preparada.

Ese viaje fue un huracán de sentimientos bipolares.

Ese viaje condenó a mi hermosa e inocente Dulce en lo que es ahora.

¡Ese maldito viaje!

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¡Hola! Primero quiero agradecer a Aless y HombrFx por sus comentarios, gracias en serio♥’

Y Pues si Aless Nat está prendada, enamorada, embobada, tragada, trastocada, hasta las trancas de Dulce, Acá en Venezuela vulgarmente algunos dicen (Encucada) jajajajajaja '¿En el tuyo cómo le dicen?

¡Gracias por el apoyo, nos estamos leyendo!

Ahí les va un beso psicológico desde Venezuela.