El sonido del mar. (XIV)

Me tenía la mano tomada, sentía una corriente de electricidad recorrer mi cuerpo. No sabía a donde me llevaba

Otra vez comenzaron con la lucha de lenguas, de manos y de labios. Marita sólo quería satisfacer su deseo sexual, quitarse las ganas e Ignacia quería lo mismo, ya que Marita era demasiado mina y le gustaba.

De un momento a otro María Jesús tomó la iniciativa e hizo que Ignacia se acostara sobre el pasto, Marita se posó sobre ella y comenzó a besarla con frenesí, ya las manos de ambas estaban cansadas de recorrer la ropa, así que marita procedió a desabrocharle la blusa que cubría aquel hermoso cuerpo de Ignacia, María Jesús lo contempló embobada mientras que Ignacia la miraba divertida y le sonreía, tras contemplar, comenzó a pasar sus dedos por todo el abdomen de Ignacia, quería recorrer cada parte de su cuerpo, cada recodo. La admiraba e Ignacia se sentía extraña ya que hace mucho que no se dedicaban a contemplarla. En eso Nachi toma con sus dos manos la cara de marita y busca sus labios, se funden en otro beso apasionado.

El día se tornó a nublado, unas nubes color gris cubrían el hasta entonces celeste cielo y unas gotas comenzaban a caer del cielo.

Nachi: Hey, está lloviendo, es mejor que nos vayamos – dice esto separándose de los labios de María Jesús.

María Jesús: Sí, tienes razón – mira su reloj – además ya es tarde, tengo cosas que hacer.

Nachi: Le toma la mano y comienzan a caminar en un silencio un tanto incómodo. Al llegar al auto se mantiene el silencio, pero estaba vez no era tan incómodo.

María Jesús: Me ha gustado lo que pasó, besas muy rico Ignacia. – dice esto mirándola fijo a esos ojos azules.

Nachi: Tú igual lo has hecho muy bien nena – pone su mano en el muslo de María Jesús y la mira a los ojos.

María Jesús: Mejor saca tu mano de ahí, que estoy manejando – le sonríe pícaramente.

Nachi: Tienes razón – se ruboriza y vuelve su mirada al paisaje.

Transcurrido un rato llegaron a la ciudad, Ignacia le pidió a María Jesús que la dejara en la playa, ya que tenía ganas de pensar en nada, María Jesús accede, al llegar, la mira, le toma la barbilla de manera delicada posa sus ojos sobre los de Ignacia y le da un tierno beso en los labios, a lo que Ignacia le responde. Tras esto Ignacia se baja del automóvil y camina hacia la orilla de la playa, sin mirar hacia donde estaba el automóvil.

Camina con la mente en blanco, por un momento el deseo de poseer el cuerpo de María Jesús fue grande, pero algo dentro de ella le decía que todo eso estaba mal, ya que sentía cosas por otra persona, persona que era Josefa, quien es hermana de María Jesús.

Josefa.

En este momento estoy con Seba viendo una película romántica, la verdad es que ni recuerdo el nombre, en realidad no he puesto mucha atención. Seba me tiene abrazada, mi cara la tengo apoyada en su pecho, finjo ver la película y también finjo no pensar en Ignacia, pero mi mente me traiciona y mis pensamientos le pertenecen a ella. Seba busca mis labios, alzo mi cabeza para corresponderle, nos damos un beso, es tierno de su parte, trato de corresponderle de la mejor manera para que no se de cuenta de nada, cosa que al parecer funciona porque no me ha dicho nada, no me ha preguntado nada. La película termina y yo no me doy cuenta, si no fuera por Seba, seguiría ahí, hundida en su pecho.

Seba: ¿te pasa algo? – le pregunta mientras la mira a los ojos

Jose: Nada – le esquiva la mirada.

Seba tomó la mano de Josefa y comenzaron a caminar.

Jose: Seba, para.

Sebastián se detiene en seco ante esta petición de Josefa.

Seba: sí, ¿qué sucede?

Jose: Eh, esto no puede seguir así - ¿qué estoy haciendo? ¿por qué le digo esto? – carraspea y trata de seguir – creo que eeh – seba la mira con cara de confusión y con un poco de temor – tenemos que ir por un helado – le sonríe.

Seba: Sirenaa mala, por un momento creí que me dirías otra cosa, iremos por todos los helados que quieras – le sonríe y la jala hasta quedar con los cuerpos juntos, le da un tierno beso en la frente.

No sé por qué no me atreví a decirle las cosas a Seba, no sé que me pasa. Ignacia me descompone de una manera fatal, ya no sé que haré con ella, ya no puedo seguir con esto, no me puedo seguir haciendo la loca, algo tengo que hacer, quiero probar sus labios, quiero sentirlos sobre los míos, quiero respirar de su aire, sentir el aroma que emana su piel, besar cada una de las pecas que tiene por la espalda, detallar cada centímetro de su piel. ¿pero qué hago?! Esto ya que es mucho, basta de Ignacia por hoy. – Estos pensamientos inundaban la mente de Josefa.

La tarde transcurrió normal, Josefa intentaba fingir que nada pasaba, quería disfrutar el momento con Sebastián, quería sentirse especial, quería volver a vivir un amor, y quería que fuera con él, o con cualquier otro hombre, con cualquiera menos con Ignacia, ya que temía que nada funcionara entre ambas. Sebastián fue a dejar a Josefa a casa, se despidieron con un beso que en un principio fue algo romántico pero que después se tornó apasionado y un tanto desesperado.

Jose: separándose de Sebastián – wow, mejor paramos – desabrocha el cinturón de seguridad – nos vemos bonito – le da un beso en los labios.

Seba: Nos vemos hermosa – le sonríe.

Josefa en un intento de olvidar un poco de su ensalada mental, intenta entablar una conversación con su hermana, con Jesu.

Jose: Hoy me pareció haberte visto enana

Jesu: Ahhh, puede ser, andaba en tu U

Jose: Jaja ¡pero si aún no entras! – le lanza un cojín a su hermana

Jesu: No te burles de mi pesa – le devuelve el cojín que le había lanzado Jose.

Jose: ¿y qué andabai haciendo por allá? ¿algún pinche nuevo hermanita? – le pregunta alzando una ceja

Jesu: Muere de vieja pero no de sapa – ríe – ya chai, me voy a duchar.

Josefa sube a su cuarto, mira su tabla y decide ir a la playa para despejarse un rato. Coge su traje de agua, el Lynch la tabla y los botines, toma las llaves del jeep y se monta en el.

Cuando llega a la playa observa una silueta solitaria que está sentada frente al mar, al parecer contemplándolo. No se había fijado, pero su corazón le latía más rápido de lo habitual, no sabía que significaba aquello. Aún caían gotas del cielo, cubre su cuerpo con una toalla, y se pone el traje de agua, y luego los botines, saca la tabla, mira de nuevo hacia el mar  vuelve a ver aquella silueta. Otra vez le pasó lo mismo, se le aceleró el corazón. Caminó con paso decido hacia la orilla, llevando la tabla con la mano derecha, las palpitaciones persistían pero trataba de ignorarlas. Al pasar por el lado de aquella figura humana que estaba sentada con los ojos cerrados, se da cuenta del por qué su corazón latía tan fuerte y la respuesta era sencilla: Ignacia. Era ella quien estaba ahí, era ella quien hacía que su corazón galopara. Respiro profundo, volvió su vista hacia el mar, su paso aumentó, miró al cielo, que le empapaba la cara  siguió caminando. Llegó a la orilla, vio el mar, vio como se formaban las olas, olas irregulares que igual podían ser dominadas. Calmó su respiración y comenzó a adentrarse de a poco. Cuando el agua ya le llegaba a la cintura, se posa en la tabla y comienza a bracear para adentrarse más. Quería sentir la tranquilidad y lo estaba logrando, quería estar en conexión con el mar para poder correr alguna buena ola.

Ignacia.

Podría jurar que mi corazón se aceleró, podría jurar que me ruboricé, podría jurar que Josefa pasó por mi lado .. ¿pero qué diablos digo? Es casi imposible. La deseo, deseo verla, tocarla, amarla. Ay no .. ¿será que me estoy enamorando? Tengo miedo. No me quiero enamorar, no quiero sufrir, no quiero quererla y no ser correspondida. Quizás sea mejor que corte de raíz cualquier posible juego con ella. No sé por qué me empecino en sufrir. Mejor me iré de acá, o me dará hipotermia.

Al abrir los ojos se da cuenta que hay una figura en el mar, su corazón nuevamente se acelera y se da cuenta que era ella, era Josefa quien estaba ahí dentro. Comenzó a sentirse nerviosa, una extraña sensación la embargaba, sus piernas no le respondieron y tan solo pudo quedarse ahí, observándola y deseando que pronto saliera del agua para hablarle, para perderse en esos ojos hermosos color miel.

Estaba perdida en los movimientos que hacía Josefa, no dejaba de mirarla, la añoraba, estuvo un rato así, observando. El tiempo se detenía, sólo era ella, Josefa.

No supo cuanto tiempo estuvo así, hasta que vio que Josefa se disponía a salir del agua. Atemorizada, cierra los ojos, deseando que Josefa no se percatara de que estuvo todo el rato pendiente de ella.

Ignacia vuelve a cerrar los ojos y escucha una voz melodiosa con una respiración un tanto acelerada decir hola, abre los ojos y se vuelve hacia la dueña de aquella voz que la derretía.

Ignacia: Hola – la mira a los ojos y le sonríe

Josefa se ruboriza un poco - ¿te llevo?

Ignacia: se ofreció a llevarme, es que que lindaaaaa – Bueno, gracias – le da otra sonrisa, pero esta vez no la mira a los ojos.

Josefa: Vamos – le sonríe - ¿has estado mucho rato acá?

Ignacia: sí, la verdad es que creo que sí.

Josefa: estay toda empapada .. ando con más ropa, si quieres te la paso para que te cambies y así no te enfermes – le decía esto cuando ya iban llegando al jeep que conducía Josefa.

Ignacia: No te preocupes

Josefa: Ay no seas pava, acepta lo que te digo, es preferible que te cambies esa ropa húmeda.

Ignacia: ¿qué me pasa? ¿por qué le respondo como tonta? Ash – Bueno, mañana te llevo la ropa de vuelta.

Jose: tranqui, no te preocupes – saca la llave de la rueda delantera y abre el jeep – ten – le pasa un poleron color celeste roxy y un jeans desgastado.

Mientras Ignacia miraba embobada a Josefa, ésta acomodaba la tabla en la parte de arriba del jeep.

Ignacia: ¿me puedo cambiar adentro? – le pregunta

Jose: Sí, obvio, para que no te mojes más – la mira y se pierde en esos ojos azules que están acompañados por una hermosa nariz con algunas pecas.

Ignacia mientras se sacaba la parte de arriba de su ropa sintió una mirada posada sobre ella, miró de reojo y vio a Josefa que la miraba, se volteó y le sonrió. Josefa se volteó de inmediato, ya que la situación le causaba vergüenza.

Josefa

No pude evitar ver cómo Ignacia se cambiaba de ropa, estaba dentro de mi auto en sujetador, su piel es tan linda, su cabello empapado, todo de ella. Lo único malo es que me sorprendió mirándola. No supe qué hacer, así que bajé la mirada y me di vuelta. Abrí la puerta del conductor y saqué la toalla que tenía en el asiento. Me saqué la parte superior del traje, amarré la toalla en mi cuerpo para seguir sacándome el traje. Sentí que Ignacia me miraba, pero tenía temor de corroborar aquello. Tenía el cuerpo seco y llevaba traje de baño. Como le pasé mi ropa a Ignacia lo único que me quedaba de ropa era una remera desteñida  y un short corto, me lo puse para no andar en traje de baño, guardé las cosas, subí al auto y le dije a Ignacia que subiera adelante conmigo, a lo que ella se pasó para delante con una rápida maniobra.

Ignacia: Hey jose – Josefa se voltéa a mirarla – gracias por llevarme y por la ropa – se muerde el labio inferior

Jose: No te preocupes Ignacia, no hay de qué ¿estás más calentita? – le pregunta en un tono tierno.

Igna: sí, todo gracias a ti – se ruboriza por lo que le respondió. - ¿sabías que el otro Sábado hay un torneo de surf?

Jose: Creo que algo había oído – comienza a manejar - ¿cómo sabes?

Igna: Porque todos los años me invitan a participar, quizás este año me anime y participe

Jose: Verda que también practicas – la mira – podríamos practicar juntas un día – le sonríe

Igna: claro, aunque te aseguro que sé hacer más cosas que tu

Jose: La mira  y se ríe – eso está por verse cariño.

Ignacia: Jose, te reto a una competencia entre ambas – extiende su mano

Jose: hecho, veamos quien gana – le da la mano y siente una oleada de electricidad recorrer su cuerpo, aparta su mano.

Ignacia: La mira divertida  le dice – perderás bonita.

Jose: ¿me dijo bonita? Ay .. se ruboriza – eso está por verse – la mira de reojo – acá es tu casa ¿no?

Ignacia: que buena memoria tiene señorita Echeverría

Jose: No me subestimes Ignacia – se ríe – Nos vemos

Ignacia: La mira a los ojos, se moja los labios y le dice: Gracias otra vez por tu ropa y por haberme traído, es un muy lindo gesto. Lástima que perderás – ríe y se acerca a Josefa para despedirse. En un enredo terminó dándole un beso en la comisura de los labios – eh, adiós.

Jose: Chai, que estés bien.

Ay, me descoloca, no puedo evitar pensar en besarla cuando se moja los labios como lo hace, y ahora con el beso de despedida, es mucho peor. Lo único que atiné a hacer fue acelerar apenas ella se bajara del auto. No podía estar un minuto más ahí, cerca de ella. Todo era un verdadero suplicio.

Al llegar a casa, subí a mi cuarto, quería pensar, ver lo que me sucedía, tratar de analizarlo. Pero el sueño pudo más y caí rendida en mi cama, dormí con la ropa que traía puesta, menos mal que mi casa siempre está con calefacción central, por lo que dormir encima de la cama daba igual. Desperté temprano, me sentía extraña, tenía mi mejilla empapada de saliva, me limpié con el dorso de la mano, vi mi celular y me percaté de lo temprano que era, así que decidí ir a la habitación de mis padres para despertarlos. Cuando llegué a su cuarto, tomé impulso y salté sobre su cama, casi les da un infarto a ambos, pero luego mi papá me agarró y me tumbó en la cama, a lo que mi mamá me comenzó a atacar con cosquillas, ya no podía mas de la risa, fue tanto que me salían lágrimas.

Todo aquello era signo de un buen comienzo de mañana, algo dentro de mi pensaba que hoy sería un día especial, o quizás distinto. Además si me ponía a pensar, de por sí el día había comenzado bien.

Me di una ducha larga y reponedora, me tomé mi tiempo en arreglarme, tenía ganas de verme linda, quería estar linda para ir a clases, busqué una blusa color azul oscuro, la acompañé de una remera a tiras color blanco, andaba con un short corto y gastado, unas zapatillas vans color negro, me veía bastante bien, mi pelo lo dejé suelto y me apliqué un poco de base y brillo labial. Bajé a desayunar con mis padres y ellos me molestaron porque me notaban cambiada, todas las cosas que me decían me causaban gracia, eran tan infantiles que sólo atinaba a reír.

Estaba impaciente, quería llegar a la universidad y ver a Ignacia, moría por ver sus azules ojos, aunque negara a muerte todo lo que ella provocaba en mí, no podía seguir mintiéndome. Quizás ya es hora de que haga algo, este sentimiento me carcome.

Llegué a la U, entré a clases y aún nadie llegaba, siendo que ya faltaban cinco minutos para que comenzara la clase, como tenía un poco de tiempo, fui al baño para mirarme en el espejo. Me sentía nerviosa, miraba mi reflejo y me veía distinta, sin duda alguna algo en mí había cambiado. Tenía unas ganas enormes de que mis maps (mejores amigas por siempre) estuvieran aquí conmigo, pero era lógico que no podía ser. Mi respiración estaba agitada, abrí la llave del agua y me mojé una mano para pasármela por el cuello. En eso suena mi teléfono, era una whatsapp de Seba, me deseaba un buen día, sonreí, suspiré y salí del baño. Caminé hacia la sala, habíamos cuatro en clases, aún no llegaba el profesor. Hablaba con mis compañeros y me reía con ellos, hasta que de la nada mi corazón comenzó a acelerarse, miré de manera instintiva hacia la puerta y me percaté del porqué de mi corazón. Por aquella puerta ingresaba Ignacia. Se veía más linda que nunca, andaba con un jeans ceñido al cuerpo color blue jeans, una remera celeste que le resaltaba los ojos, y su cabello caía lacio, a su lado caminaba Javiera. Ignacia pasó por mi lado y ni me miró.

Ignacia.

Ayer estuve a punto de derretirme con cada gesto que hacía Josefa, no podía creer que me había pasado su ropa para que yo no me resfriase, su mirar, sus actuar todo es tan delicado y preciso, que simplemente me encanta. Cuando llegué a casa, subí a mi cuarto, me cambié de ropa y dormí con el poleron de Josefa, lo tenía abrazado para poder sentir su olor, el cual inundaba cada célula de mi cuerpo. Tan solo anhelaba verla en clases.

La Javi pasó por mí, ya que teníamos clases juntas, llegamos a la sala y me di cuenta que Josefa me miraba. No pude mirarla, no pude sonreírle. Me limite a seguir caminando y riendo. No entiendo porqué no puedo ser tierna con ella, si ella es tan perfecta.

El profesor nunca llegó, al parecer había tenido un problema. Cuando nos disponíamos a salir de sala, llegó un compañero de segundo año, ahí nos contó sobre la famosa “fiesta mechona”. Sería esta tarde y saldrían buses de la misma U, ya que la fiesta sería en un campo alejado de la ciudad. Con la Javi nos miramos y sonreímos, ya que podríamos hacer de las nuestras. Los pocos que estuvimos en clases, estábamos felices porque por fin sería la fiesta. Cuando guatón terminó de dar las indicaciones Josefa procedió a salir de la sala, a lo que me apresuré y le toqué el hombro.

Ignacia: Hola Jo – le sonreí de manera tonta

Josefa: Hola – sonreía y me mostraba sus hermosos dientes blancos.

Ignacia: Ten – le tendí una bolsa de cartón con su ropa – muchas gracias – la miraba a los ojos.

Josefa: Se ruborizó – de nada, espero que te haya servido para que no enfermes – bajó la mirada y se dispuso a caminar.

Ignacia: Si obvio que no – algo tenía que decirle para que no se fuera - ¿vas a la fiesta mechona?

Josefa: Yo cacho (creo) que sí, tengo ene de ganas de bailar – rió – y tú, supongo que vas.

Ignacia: Me reí por el tono que utilizó y ella hizo lo mismo – Pero que bien me conoces eh. También voy – en eso escucho la voz de Javiera llamándome. – Un gusto haber hablado contigo Jo, nos vemos en la fiesta, que estés bien – me di la vuelta y caminé hacia donde estaba Javiera.

Josefa: Igual tu

Para que voy a negar, en un momento pensé en matar a Javiera por haber interrumpido mi conversación con Jose, pero después lo pensé mejor y menos mal que lo hizo, o de lo contrario mi baba cubriría todo el piso de la U.

Javi: ¿Interrumpí algo? – me miraba divertida y con la ceja derecha alzada

Ignacia: Nooo, para nadaaa, como se te ocurre – le dije en tono sarcástico.

Javi: j aja ja, amiga no me odies por favorrrrr – hacía señas de súplica

Ignacia: Tendrás que ganarte mi amor

Javi: Uy, que me salió difícil – ambas reímos.

Ignacia: Ay tontaaa, - la tomé de la mano – ven vámonos mejor, que hoy quiero estar linda.

Javi: ¿linda? Lo dudo amiga – se rió

Ignacia: Hueona – le pegué un golpecito en el brazo

Como teníamos harto rato libre con la Javi fuimos al mal y nos compramos algunas cosillas para lucir lindas en la fiesta, caminamos ene, por lo que cuando llegamos a mi cabaña atinamos a tirarnos en los sillones. Me quedé dormida y por lo visto la javi igual, ya que ambas nos despertamos de un salto cuando comienza a sonar Starships que es el tono que tengo en mi celular, cuando vi la hora me di cuenta que teníamos tan solo ¡dos horas! Para estar listas. Por lo que me apresuré a ir a la ducha, para darme un baño. Mientras tanto no sé que hacía la Javi jiji.

Me traté de demorar poco en la ducha, pero me costó, a lo que salí la Javi me miró con cara de odio  y se metió en la ducha. Mientras ella se duchaba saqué un vodka que tenía en mi mini bar, y preparé dos tragos, uno para mi y el otro para la Javi. Me tomé mi trago al seco, fui a mi recamara y me saqué la ropa, mi cuerpo estaba semidesnudo cuando Javi abre la puerta con solo una toalla puesta. Ambas nos miramos y nos reímos, teníamos tan poco tiempo que tuvimos que hacer magia para apurarnos.

Ignacia: Maraca ¿viste que te dejé un trago preparado? – le pregunto mientras saco un hermoso conjunto de ropa interior color negro de encaje.

Javi: Ay si, estaba riquísimo amiga – me responde mientras se pone la ropa interior. – Hueona, con suerte tenemos tiempo, ¿y si nos vamos en auto mejor?

Ignacia: Pero que excelente idea amiga mía – cojo el celular y le marco a Begoña - ¿aló? Jajaja Holi, oye me envías la dirección de la fiesta por fa, ok, gracias linda, un beso gordo.

Javi: Uy, ¿a quién llamabas?

Ignacia: por ahí por ahí – ambas ríen – ahora tenemos mas tiempo, así que iré a preparar otros vasos

Javi: Wuhu, esa es mi zorrona – se rie

Caminé hacia el mini bar y preparé otros deliciosos tragos, le lleve uno a la Javi que estaba a medio vestir en mi cuarto, yo por mi parte andaba con mi conjunto negro y nada más.

Javi: Ay mujer, vístete luego que te podí resfriar – me lo decía mientras tomaba un sorbo de aquel trago que le preparé.

Ignacia: Bueno ma – la miro – no sé qué ponerme – le digo afligida

Javi: Mm, modélame  y te digo que te queda mejor – me guiñe un ojo.

Ignacia: Tomo un buen sorbo a mi vaso – si serás, bueno, pero se mira pero no se toca eh – le guiño un ojo.

Saqué un falda color rojo pasión ceñida al cuerpo, y una remera simple color blanca, me puse ambas cosas salí a modelarle a Javiera.

Javi: Ay no, me mojé

Ignacia: Si serás! – me río - ¿entonces me quedo con este?

Javi: si po amiga, hoy te lloverán los minos y minas

Ignacia: Me sonrío al pensar que sólo quiero a una, a Josefa. – Hueona y tu, ¿Qué te vay a poner?

Javi: ¿quieres que te modele? – me preguntaba en un tono sexy.

Ignacia: pero obvio que si, te quiero ver mi amor – me acerqué y le di un beso en los labios.

Javi se fue al baño con todas las bolsas de ropa. Salió con un vestido negro muy ajustado y que mostraba sus hermosas piernas. Cuando la vi, me dieron ganas de tirarme encima de ella y quitarle el vestido con los dientes, pero me contuve.

Javi: ¿y? ¿qué te parece?

Ignacia: Te violaría ahora mismo

Javi: Uy, andamos medias calentonas

Ignacia: Tontaaa, jajaaj, mejor nos apuramos, que no quiero llegar tres horas más tarde

Javi: Exageeraaaada – me lo decía mientras me tiraba un cojín.

Como ya estábamos en la hora, Begoña me envió un whatsapp con la dirección del recinto en donde sería la fiesta. Con Javi nos terminamos de arreglar, me puse unos zapatos negros con taco, me delinee los ojos color amarillo y apliqué iluminador de ojos, además de la base y un brillo de labios. Javi se delineo los ojos color celeste se hecho rubor y se puso tacos negros.

Ya había pasado una hora, tomé las llaves de mi jeep, pasé a la casa de mis padres, nos despedimos de ellos y nos fuimos directo al bendito lugar. En el camino escuchábamos música y cantábamos, íbamos a punta de Juan Megan, Kid Cuddi, Marron 5 y Rihanna. El vieje se nos hizo un tanto corto, debido a que íbamos muy entretenidas cantando. Cuando llegamos al lugar, le envié un texto a Begoña para que nos fuera a buscar.

El lugar era muy lindo, era un campo inmenso, con una piscina, una casa, un quincho para hacer asados, habían columpios, y muchos árboles. Cuando Begoña salió a nuestro encuentro con Javi bajamos del jeep, acompañadas de dos botellas de vodka y una de jugo de naranja. Al entrar vi a muchas personas bailando, otras estaban sentadas en las bancas que había, muchos estaban bebiendo. Eran más de doscientas personas, creo que no todos los que estaban ahí eran de psicología. La música era buena, la ponía un dj. No lo pude evitar, mi mirada buscaba con desespero a una persona en especial.

Josefa.

Cuando Ignacia me pasó la ropa la sentí tan amable, mirarla a los ojos hacía que todo dentro de mi se revolviera. Apenas hablamos, pero todo ese tiempo me bastó para sentirme feliz. Estaba de lo mejor con mis pensamientos hasta que unas manos fuertes me tapan los ojos, era Seba, quien me susurraba al oído y me obstruía la visión.

Seba: Adivina quien es.

Jose: Mm, no sé, qué complicado. – le quería seguir el juego - ¿matías? Nono, ¿Emilio?

Seba: Ehh, malaa – me toma de los hombros y me da la vuelta – sirena mala – me da un beso en los labios.

Jose: No soy mala – le hago un puchero.

Pasamos gran parte del día juntos, como era de suponer él quería pasar por mi para ir a la fiesta, algo surgió de improvisto y no podía pasar por mi a la hora acordada. Por lo que me tenía que ir con él en su camioneta.

Como aún tenía tiempo libre, me dormí una siesta, luego jugué con mi guatón hermoso, y cuando ya faltaban dos horas para que Seba pasara por mi, me fui a dar una reponedora ducha, me demoré unos cuarenta minutos, mis manos eran como de abuelita jaja. Al salir, no sabía que ponerme, saqué mucha ropa de mi armario. Al final opté por un short muy corto, el cual mostraba mis piernas bronceadas, una remera blanca que me llegaba a la misma altura del short, me puse unos zapatos con taco, color negro, unos aros de plumas cuyo color era una mezcla bastante linda, me pinté los labios con brillo labial, delinee mis ojos con un color celeste muy fuerte que tenía, me apliqué un poco de corrector de ojeras y base para que las imperfecciones no se me notaran, el pelo sólo me lo sequé y lo dejé tal como estaba, ya que se me hacían las ondas abajo. Cuando ya estaba casi lista, tocan la puerta de mi cuarto y para mi sorpresa era mi hermanita, quien me avisaba que mi galán me esperaba abajo. Cogí mi chaqueta de mezclilla sin mangas y bajé, cuando Seba me vio casi se le cayó la baba jaja, es tan tierni.

Seba:  Wow, pero que hermosa te ves – me cogió de la mano y me dio una vuelta para poder apreciar mejor.

Jose: hey, harás que me sonroje.

Me despedí de mis hermanos, y me fui con Seba a la famosa fiesta, íbamos con casi una hora de retraso, pero todo pasa por algo ¿no? El trayecto estuvo bastante ameno, hablábamos de cosas sin importancia, cuando aparecía alguna canción que nos gustara cantábamos y todo bien.

Cuando llegamos, me fijé que Ignacia también andaba en jeep, ya que lo conocía. Entramos al recinto y vi a muchas personas bailando, bebiendo, besándose, charlando. El ambiente se notaba que era bueno. Con Seba nos dirigimos a donde estaba el dj ya que él lo conocía, nos preparamos unos tragos, los cuales estaban un tanto fuertes y nos fuimos a bailar. Sonaba una canción que no conocía, Seba me coqueteaba, yo me acercaba y me dedicaba a jugar con él.

Estábamos de lo mejor bailando hasta que siento que alguien me roza la cola, volteo a ver de quién se trataba y casi quedo sin respiración, era ella, Ignacia, ella fue quien me rozó, cuando me vio me sonrió pícaramente. Tan solo atiné a devolverle la sonrisa. Cada vez que podía me volteaba a verla, ella bailaba con Javiera, ambas se veían un tanto entonadas, bailaban de manera muy sensual, lo cual provocaba que la sangre me hirviera.

Estaba observándola hasta que sentí que las manos de Seba bajaban por mis piernas, me apretaba contra su cuerpo, yo me movía, le respondía. No había espacio entre ambos, era como si fueramos uno, nos movíamos al mismo compás, me dejé llevar por mis hormonas y seguí su juego. Mis ojos los mantenía cerrados, hasta que siento que alguien me toma del hombro, cuando me doy cuenta, me separo abruptamente de Seba  me giro para ver quién era.

Ignacia: ¡ven conmigo! – me mira furiosa y esto me lo dice cerca de mi oído.

Josefa: Mi corazón se salía de mi boca, la miré y le tomé la mano, miré a Seba y le dije espérame. Ni sé si me escuchó.

Ambas caminamos como pudimos en medio de ese gentío. Me tenía la mano tomada, sentía una corriente de electricidad recorrer mi cuerpo. No sabía a donde me llevaba Ignacia, pero no me importaba, sólo quería que estuviera cerca de mío. Caminamos hasta un lugar apartado, se detuvo en la entrada de la casa de campo, alrededor no había nadie.

Ignacia: ¿por qué? – me pregunta mirándome a los ojos.

Jose: ¿ah? -  no entendía nada.

Ignacia: Olvídalo – bajó su rostro.

Me acerqué a ella y le levanté el rostro, me acerqué a su oído y le susurré “te ves muy guapa Igna”, a lo que ella me respondió con un suspiro, que me hizo temblar.

Ignacia me miró a los ojos, lamió sus labios, y me dijo : Es hora de terminar lo de aquella noche.

Cuando entendí a lo que se refería, cerré mis ojos. Ella se acercó a mí, estábamos tan cerca que respiraba de su aire. Mis manos se posaron en su cintura, las de ella en mi cuello. Se acercó más y sentí su lengua en mi labio inferior, lo recorrió de manera lenta, me pegaba más a ella. Abrí mis labios y su lengua entró por un segundo a mi boca, luego sus labios comenzaron a jugar con los míos, el beso estaba cargado de deseo, por mi parte me sentía en la gloria. El beso era lento, sin prisa, mi lengua entró a su boca, en donde se encontró con la de ella, ambas jugaban, luchaban, se reconocían. El beso se cargó de pasión, mi respiración era agitada y la de ella igual, no me quería separar de sus labios, pero debía respirar. Nos separamos lentamente, nuestras narices estaban juntas, Ignacia me regala una de esas sonrisas que provocan que mi corazón se acelere, nos miramos a los ojos, me besó la punta de la nariz y me abrazó.

Ni con José sentí lo que ella me hace sentir, es algo tan extraño estar en sus brazos. Me sentía protegida.