El soñador. Capítulo 5.- Se enteran de que Bárbara

Como indicaba en el capítulo 1, este no es un relato explícitamente erótico, aunque si existen algunas partes que contienen cierto erotismo. En este capitulo se enteran de que Bárbara es hija biológica de D. Jaime

Capítulo 5.- Se enteran de que Bárbara es hija biológica de D. Jaime

Salió Jaime del dormitorio y Erika suspiro de nuevo, pero ya no le apetecía echar la siesta, se le habían quitado las ganas de dormir y saltando de la cama se puso un bañador y bajo decidida a darse un baño, a relajarse y a hablar con Juani tal como le había aconsejado Jaime. Por su parte este cuando entro en su dormitorio y cerró la puerta del baño, se quedó meditando unos minutos pues todo era realmente diferente a como él hubiese esperado, no solo tres mujeres le habían dicho claramente que les gustaba, Clo, Amor y Bárbara, y que a esta última al parecer tampoco rechazaba a las mujeres si eran hermosas. Por otro lado, percibía que las demás mujeres también se sentían atraídas por él, Eulalia, Eli, Patricia, Cristina, Esperanza, las gemelas, Belén, hasta su propia tía Aurelia, e incluso Erika. Sacudió la cabeza intentando alejar de su mente esos pensamientos y rebajar la calentura de su entrepierna suscitada por la visión de la tía de las gemelas, y sin más dilación decidió llamar a sus compañeras y a su profesor, primero llamaría a Andrea, luego a Susana y Esther y finalmente a Ramiro, y sin más preámbulo cogió el teléfono y marco el número que su compañera le había dado de su casa en Chilecito, provincia de La Rioja argentina, donde serían ahora aproximadamente las once de la mañana y descolgaron inmediatamente siendo Andrea la que estaba al otro lado de la línea. Jaime la puso al corriente de lo que había dejado escrito su abuelo, y después hablo con su padre, Diego, quien le dijo que él no había encontrado nada, pero que le gustaría hablar personalmente con ellos y ver los documentos legados por su abuelo, y si a Jaime y a su familia no les importaba, salían todos los de su familia camino de España. Jaime no dudo en invitarles y luego hablo con Arantxa, quien le dijo que iba a llamar a su padre para que se reuniese con ella y que si no le importaba le pidió que su familia asistiese también a la reunión que Diego había propuesto. Jaime asintió y acepto la propuesta de su compañera, invitando también a los padres de Arantxa y a sus hermanos.

Luego llamo a Susana y Esther, y calculo que, en su casa, al norte de México, serían las ocho y media. Al igual que ocurrió con Andrea, aquí le cogieron el teléfono rápidamente y era Esther la que lo hizo, comunicándole antes de que el pudiese decir nada que su abuelo paterno, Crispulo, el que estaba internado en un establecimiento psiquiátrico por dar muestras de una inestabilidad psíquica enorme, les había dicho más o menos lo mismo que don José, que eran descendientes de extraterrestres, aparte de otras manías, como que quería que le dejasen ir a la nave intergaláctica escondida por sus antepasados para volver a su planeta. Ante esto, ella y su hermana creían que a pesar de que su cabeza no razonaba en casi nada, en este caso si estaba diciendo algo que podía ser coherente. Luego Jaime le conto lo que había averiguado y lo que ya había contado a Andrea y Arantxa. Jaime invito también a la familia de sus compañeras mexicanas a venir a su casa y el padre de ellas acepto de inmediato, diciendo que se ponían en camino en unas horas.

Ya por fin llamo a Ramiro, calculando que en el rancho donde había estudiado serían las ocho de la mañana, hora en que sabía que su antiguo profesor, estaba ya levantado. Aquí le tardaron bastante más a contestar, pero al final una empleada del rancho le paso con Paloma, pues tanto Ramiro como Stella estaban dando un paseo a caballo. Le conto a esta lo que su abuelo le había dejado escrito, y la pidió que hablase lo antes posible con su padre para averiguar dónde estaba la gorra que D. José utilizaba, si la guardaba en una caja o algo parecido, y le describió como era la que le había dejado a él su abuelo. Paloma, aturdida y realmente asustada por lo que le estaba contando Jaime, le dijo que en cuanto llegasen sus padres le llamarían, pero que ella iba a buscar cuantos documentos pudiese en el despacho de su abuelo.

Cuando Jaime colgó, pensó que lo primero que debía de hacer es comunicar a Juani que había invitado a una serie de personas, ni tan siquiera sabía cuántos iban a venir, pues suponía que Ramiro cuando se enterase, también decidiría viajar a su casa. Preocupado por el follón que esa situación iba a acarrear e intentando asimilar todo lo que estaba ocurriendo el mismo día de su vuelta, y las consecuencias que todo eso podría acarrear a los habitantes de la casa, bajo para informar a Juani. Al traspasar la puerta principal se encontró a Juani y Erika hablando en la mesa del porche, y dando la impresión de que lo estaban esperando a él, pues cuando Juani lo vio salir, se levantó muy azorada y se abrazó al muchacho llorando desconsoladamente. El la beso con enorme ternura en la frente y antes de que ella dijese nada, él la dijo:

-       Juani, te quiero como a mi verdadera madre, tú eres para mí la persona más importante del mundo, y acepto, sin intentar averiguar los motivos, todo lo que decidas hacer. Pero ahora mismo creo que hay cosas mucho más trascendentes que nuestras propias emociones, y quiero que sepas que he invitado a venir a esta casa a mis compañeras y sus familias, pues ellos quieren ver también el legado de mi abuelo y enterarse realmente de quienes son y quiénes son sus antepasados. Supongo que no te importara que venga un montón de gente, no sé ni tan siquiera cuantos serán.

-       No hay problema, hay sitio para mucha gente en esta casa. – dijo Juani evidentemente emocionada – Pero quiero que sepas que agradezco de corazón tu comprensión y tu cariño hacia mi persona, y también quiero que sepas que para mí eres realmente mi hijo y te quiero con locura.

Beso repetidamente a Jaime en las mejillas, en la frente, y luego cogió a Erika, que se había levantado y estaba a su lado, y forzó un abrazo inmenso entre los tres, al que tanto su amiga como Jaime respondieron sin dudar. Así abrazados los sorprendieron Belén y Aurelia que salían de la casa, e intrigadas por aquella escena nada lógica se quedaron esperando una explicación. Fue Juani la que, viendo la cara de extrañeza de sus dos hijas, las invito a sentarse y de forma breve pero muy concisa les conto como se había enterado Jaime de su relación con Erika y que ahora ella se veía en la necesidad de comunicárselo a ellas. Cuando termino, las dos hermanas se miraron sonrientes y Belén dijo:

-       Pero mama, ¿tú crees que somos gilipollas? Ya nos habíamos dado cuenta, nosotras y también Amor, Aurora y Alba, pero estábamos esperando que tuvieseis la valentía de decir las cosas con claridad. Nos alegramos de que por fin os hayáis decidido a sinceraros con todos, a pesar de las circunstancias por lo que lo hacéis, y que, por otro lado, decidas lo que decidas nos parece una historia muy hermosa.

-       ¿Entonces?...... – dijo Erika completamente asombrada - ¿Mis niñas lo saben?

-       Claro que lo saben. – dijo Aurelia riendo alegremente – Fue Amor la que primero se dio cuenta, y cuando nos contó sus sospechas, las demás comprobamos que era cierto. Es tan obvio tu amor por mi madre que creo que también Eulalia, Clo y Eli, deben de haberse dado cuenta, pero creo que ellas lo aceptan igual de bien que nosotras y supongo que ese amor les parecerá igual de hermoso que a las demás.

-       Bueno, tema zanjado. – fue Jaime el que decía aquello con absoluta tranquilidad, y dirigiéndose a Belén y Aurelia, continúo: – Ahora hay otras cosas más complejas que las emociones personales que el tiempo aclarara. Quiero que sepáis también que he invitado a mis compañeras del internado y a sus familias a venir a esta casa y para ver si entre todos podemos averiguar cómo abrir la caja donde se supone esta la gorra de mando.

-       Esto es la re ostia, y va a ser divertido. - dijo Aurelia gozosa – Yo esperaba que la vuelta de Jaime nos trajese nuevas emociones, viajes, aventuras, cruceros o excursiones insólitas, pero por supuesto ni me podía imaginar que fuese algo tan extraordinario. ¿Crees que una vez en nuestro poder la gorra encontraremos las naves?

-       Es evidente que tu padre así debía de quererlo, pues si no, no nos habría dejado ni los escritos ni la caja. – la contesto Jaime – Y supongo que cuando habla de premoniciones, es porque debemos de tenerlas. Debemos de estar atentos a nuestros pensamientos, a nuestras emociones, en definitiva, a todo lo que pueda ocurrir a nuestro alrededor y creo que conseguiremos encontrar alguna respuesta a todo este rompecabezas.

-       Pues hasta que eso ocurra, - dijo Juani ya mucho más serena y recobrada su enorme personalidad – vamos a continuar con nuestra vida de la forma más normal. Esta noche vamos a celebrar la vuelta de Jaime, vuestro cumpleaños y de paso liberaremos a D. Simón de la responsabilidad de ser vuestro albacea, y que antes de la cena os haga entrega de vuestra herencia para que la gestionéis vosotros, es muy mayor y quiere de una vez desentenderse de unas obligaciones que ha cumplido perfectamente. Son las cinco y media y a las nueve y media cenaremos. Mañana ya veremos cómo organizamos la llegada de los nuevos invitados y cuando ellos lleguen ya tendremos ocasión de preocuparnos por lo que mi difunto esposo dejo escrito.

En ese momento sonó el móvil de Jaime, era Ramiro, que le comento que Paloma había descubierto entre las cosas de D. José, dos cajas similares a la que Jaime había descrito y con unos símbolos en relieve iguales, pero que tampoco sabían cómo abrirlas, tampoco si eran realmente unas cajas, y ni tan siquiera si la gorra que su padre llevaba siempre puesta estaba dentro de alguna de las cajas, pues la gorra no había aparecido. Habían decidido que él, Stella, Paloma y Johnny iban a ir a su casa, por lo que en su jet privado saldrían en una hora camino de Sevilla. Calculaba que llegarían a la finca al día siguiente para el medio día si todo iba normal, y que llevarían cuantos documentos les pareciesen relevantes del despacho de su padre. Así quedaron y Jaime se lo explico a Juani, Erika, Aurelia y Belén. Luego ante la pregunta de Juani, calcularon cuantos invitados vendrían para hacer una planificación de como ubicarlos a todos. Jaime calculo entonces, Ramiro, Stella, Paloma y Johnny, cuatro procedentes del rancho. Pancho, su esposa Susana y sus hijas Esther y Susana, otros cuatro que venían de México. Diego, su esposa de la que ignoraba el nombre, su hija Andrea y con ellos Arantxa, otros cuatro que venían desde Argentina, y por fin los padres de Arantxa que suponía vendrían con sus otros dos hijos, por lo tanto, otros cuatro, en total creía que serían alrededor de dieciséis personas.

Juani, respiro con alivio ya que no habría ningún problema, pues había dormitorios más que suficientes para alojar a los dieciséis invitados sobradamente, incluso si venían algunos más, y también para las amigas de Belén y Aurelia y para Eduardo que llegaría esa noche, y quizás el único problema fuese que tendrían que contratar a alguien para poder atenderlos a todos, pero Aurelia discrepo y dijo:

-       Si tenemos que hablar de temas tan complejos y de alguna manera tan secretos, creo que no debería de haber nadie en la casa que no fuese de absoluta confianza. Yo hablare con Eulalia, Clo, Eli, Paulina y Cristina, y les pediré un esfuerzo para atender a los invitados y que solo ellas sean conocedoras de los secretos que podamos descubrir. Ellas si me merecen absoluta confianza y si es necesario les tendremos que ayudar nosotras.

Una vez de acuerdo en cómo iban a afrontar la cena y la llegada al día siguiente de los invitados, Juani, Erika y Aurelia se reunieron con las muchachas del servicio para comunicarles los nuevos acontecimientos, y los demás se dirigieron a la piscina donde estaban las otras seis muchachas para comunicarlas que al día siguiente llegarían nuevos invitados. Habían decidido no comentar a nadie durante la cena lo que habían averiguado y que solo se lo comentarían a Eduardo cuando los demás invitados se fuesen, pues Jaime pensaba que cuantos menos supiesen lo que su abuelo les había legado, mejor, y así se lo hicieron saber tanto a las mujeres del servicio como a las amigas de Belén y Aurelia.

A las nueve y media habían preparado una gran mesa sobre el césped de la piscina, junto a la pared de la casa que daba al salón y al despacho de la planta baja, y a esa hora llego Eduardo, el padre de las gemelas que fue presentado a Jaime, éste nada más verlo lo recordó vagamente como a uno de los futbolistas famosos de su niñez cuando era seguidor de ese deporte. El hombre se sintió tremendamente halagado de que le recordase y entablo con el muchacho una amena conversación sobre el deporte del que él había sido profesional, e incluso en la actualidad seguía vinculado al mismo, pues ahora era representante de jugadores y ojeador de uno de los grandes equipos españoles para descubrir nuevas promesas. Sus hijas Aurora y Alba, tras saludar efusivamente a su padre, aprovecharon para sentarse con ellos y de alguna manera intentar intimar con Jaime, y demostrando ser unas perfectas conocedoras del tema y grandes forofas del equipo al que su padre pertenecía ahora como ojeador, equipo del que Jaime también en su día era incondicional, tema que sirvió para que los cuatro se aislasen de los demás, pero no de Amor que a los pocos minutos se sentó junto a ellos y demostró ser, al igual que sus “hermanas”, una erudita de ese deporte, el cual comento que practicaba y que era mucho mejor que muchos muchachos, cosa que Eduardo ratifico diciendo que era heredera de la clase y la técnica de su padre, pero que dada su falta de disciplina, poco futuro tenía a pesar de sus cualidades. Ella dijo que iba a estudiar periodismo y que en un futuro seria periodista deportiva. Pero a Eduardo, tal como habían decidido, nadie le comento absolutamente nada sobre el escrito de D. Jaime.

Pasados unos minutos, llegaron los demás invitados, D. Simón y su esposa Esperanza, con Bárbara que había vuelto al pueblo para recoger ropa y quedarse en la casa unos días y de paso traer a parte de los invitados, y tras ellos, Juan y Manuela junto a Diana. Guiados por Juani se acomodaron en la mesa preparada para la cena tras saludar a todos, y especialmente a Jaime con gran cariño, sobre todo su antigua maestra, la esposa de D. Simón, que al igual que este había sido profesora en la escuela del pueblo de Jaime, Belén, Aurelia, Bárbara, Eli y Clo cuando eran niños, diciéndole la mujer tras un abrazo efusivo:

-       Te has convertido en un hombre guapísimo, me recuerdas mucho a tu abuelo al cual yo respetaba y admiraba muchísimo, y sin que mi esposo se ofenda, también me gustaba más de la cuenta, pero quizás es porque era como me parece que eres tú, un hombre diferente a los demás.

-       Tiene razón Dª. Esperanza, - dijo Juani que fue en su día también alumna de ella – Jaime al igual que su abuelo y su madre son descendientes de una familia muy especial, buenos, honestos, sensatos y muy listos, además de heredar de sus antepasados una enorme belleza. Pero creo que lo mejor es que D. Simón antes de la cena le haga entrega de su herencia y les explique cómo ha gestionado los bienes que les corresponden legados por su padre y abuelo.

-       Me parece muy bien. – dijo éste poniéndose unas gafas de leer y retrepándose en una de las sillas – Necesito liberarme de una carga que es para mí demasiado pesada.

Con un ademán invito a que se sentase junto a él a Jaime, y este disculpándose con Eduardo así lo hizo a la vez que llamo a Aurelia para que se sentase.

-       Bueno a lo que vamos, - dijo D. Simón – D. Jaime en su testamento me nombro albacea de sus bienes hasta que vosotros cumplieseis veinte años y haciéndome de alguna manera responsable de que se cumpliesen sus últimas voluntades, entre las que estaba que estudiaseis donde lo habéis hecho. Realmente vuestro patrimonio, la parte realmente importante de la herencia, lo gestiona una multinacional cuyo presidente es el director del internado donde ha estudiado Jaime, y a decir verdad muy bien, pues ahora es varias veces mayor que cuando falleció D. Jaime. Solo los bienes inmuebles y fincas agrícolas que poseía, no eran gestionados por esa multinacional y que a mi manera gestione yo. Sobre esta gestión debo deciros que, con el consenso de Juani, vuestra tutora, vendí todas las fincas y bienes inmuebles de esta zona y de levante, bien a los a los agricultores que explotaban las primeras o a los arrendatarios de las casas y locales, unas al contado y otras, la mayor parte, a plazos. Al día de hoy ya se ha cobrado absolutamente todo, y aunque se vendieron incluso por debajo de su valor real, sus ingresos fueron muy grandes. Con parte de esos ingresos se han ido soportando todos los gastos de esta casa, incluso las últimas e importantes reformas que se han hecho en ella, y ahora es la única propiedad que os pertenece, y que no gestiona la multinacional, al igual que una cuenta en el Banco del pueblo con un saldo importante, unos quinientos millones de las antiguas pesetas, pues la venta de los bienes inmuebles supuso, como os he dicho, unos ingresos muy importantes. Por otro lado, los beneficios que la multinacional gestiona, un enorme capital compuesto por una cartera de valores, se iban invirtiendo de nuevo, a excepción de unos pagos fijos que D. Jaime había dejado escrito, la pensión a Juani y Belén, y un donativo fijo anual al convento donde ha estudiado Aurelia. A finales del pasado año la valoración de esa cartera de valores era de unos mil setecientos cincuenta millones de euros, casi trescientos mil millones de pesetas, una verdadera fortuna. Sobre esto último solo he intervenido en comprobar las cuentas que anualmente enviaba la Sociedad inversora y aceptaba las cifras en vuestro nombre.

-       Nada nuevo tengo que hacer yo, pues hace un mes firme ante un Notario que se habían cumplido todos los requisitos que D. Jaime había recogido en su testamento y que podíais haceros cargo de vuestra herencia sin ningún problema. Como los bienes ya están a vuestro nombre, tanto la casa como la cartera de valores y la cuenta del Banco, mi misión era que se cumplieran los deseos de D. Jaime, que gestionase sus bienes inmuebles y supervisara las cuentas de la sociedad inversora que gestiona vuestra cartera de valores, cosa que he procurado hacer lo mejor posible. Los bienes inmuebles están todos vendidos, a excepción de esta casa, y el importe de esas ventas, la mitad está en la cuenta corriente a la vista y el otro 50% aplicado a la cartera de valores que gestiona la Sociedad inversora.  Por eso, como ahora solo tenéis la propiedad de la casa, el saldo de la cuenta en el banco de lo que yo gestionaba y vuestra participación en la cartera de valores que yo solo supervisaba, solo me queda entregaros el acta notarial en la que reconozco que se han cumplido los deseos del difunto. Me quedo realmente liberado de una carga que cuando me hice cargo de ella creía que no podría realizar, pero me siento satisfecho de haberlo superado y que se hayan cumplido los deseos de Jaime, un buen hombre y excelente amigo.

Estrecho la mano de Jaime a la vez que le hacía entrega del acta notarial y un pequeño sobre y luego beso con gran cariño a Aurelia en ambas mejillas, dando por finalizada su misión. Luego se sentaron junto a los demás en la mesa que habían colocado sobre el césped de la piscina e iniciaron la cena con una conversación amena, en la que Jaime tuvo que explicar cómo era el internado en el que había estudiado, lo que había aprendido, etc. etc. También Aurelia, esta ayudada por Amor, Aurora y Alba, explicaron sus experiencias en el internado de las monjas, y la cena transcurrió de forma placida y sin que nadie hiciese referencia a los acontecimientos que habían vivido hacia solo unas horas. A los postres brindaron por el regreso de Jaime, por el veinte cumpleaños de este, Aurelia y Elena, y por la muy próxima onomástica de Juani y del padre de Bárbara, Juan. Poco después de las doce, Juan y Manuela comentaron que ellos tenían que madrugar para abrir la panadería al día siguiente, dando por terminada para ellos la cena, por lo que Simón y su esposa Esperanza aprovecharon para decir que ellos también se retiraban, pues a su edad debían de estar ya durmiendo. Diana, sin embargo, dijo:

-       Mi hija me ha dicho que mañana vais a tener invitados y que algunos de ellos son de Argentina, por lo que me gustaría hablar con ellos. Además, creo que vais a necesitar ayuda, y si no os importa me quedare también a dormir, pues Bárbara me ha dicho que si a Juani le parecía bien podría ayudar a mi hija y sus compañeras.

-       Estupendo, me parece una extraordinaria idea. – dijo Juani – Hay sitio de sobras para que te quedes, y si además estas dispuesta a colaborar mejor, incluso podrás ayudar a Eulalia para hacer esos postres exquisitos que tú solo sabes elaborar. No hay ningún problema. – y dirigiéndose a Jaime y Aurelia, les pregunto: - ¿Verdad que os parece bien la idea?

Ambos asintieron, pues los dos sabían que al ser la madre de Clo, tarde o temprano acabaría enterándose de todo, y mejor que estuviese en la casa con ellos que en la panadería. Por su parte Juan se ofreció a llevar a los ancianos profesores a su casa y partieron hacia el pueblo.

Cuando se cerró la cancela tras la furgoneta de Juan, era ya el día veintitrés de junio, y mientras las muchachas del servicio recogían las mesas, ayudadas por Belén, Aurelia y sus amigas, Juani, Erika, Eduardo y Jaime, se sentaron en la mesa del porche y este último llamo a Diana, diciendo:

-       Por favor Diana, siéntate con nosotros que tengo que decir algo que es de suma importancia y que quiero que tú y Eduardo lo sepáis por mí mismo y no os enteréis por vuestras respectivas hijas. Veréis, Juani me ha entregado esta mañana un sobre que mi difunto abuelo le encargo que nos entregase a Aurelia y a mí, tal día como hoy, a mi vuelta del internado en que he estado. Quiero que sepáis……

Jaime les explico lo que había ocurrido en sus últimos días en el internado, la súbita muerte de D. José, como había abierto la cancela con una premonición, que los perros fueron sumisos desde el momento en que lo vieron y luego el contenido del sobre que su abuelo les había dejado como legado a él y a su tía Aurelia. A medida que se lo contaba, tanto Eduardo como Diana, le miraban cada vez más extrañados y dando muestras de un enorme asombro, pues sus caras así lo indicaban, y entre incrédulos y atónitos escucharon la última parte del relato de Jaime, sobre todo cuando se enteraron de lo que parecía que estaba escrito en los papiros, con lo que se podía prever que los invitados que llegaban al día siguiente, al igual que Jaime y Aurelia, eran descendientes de seres de otro planeta. Al terminar de explicarles todo, Eduardo se retrepo en la silla sin ser capaz de decir nada, incluso daba la impresión de que se había quedado sin la facultad de moverse, pues su postura inmóvil y su expresión de asombro con la boca abierta y sin muecas, daba la impresión de ser una estatua más que un ser humano. Sin embargo, Diana se levantó y empezó a dar pequeños paseos de unos tres metros, adelante y atrás, y denotando un tremendo nerviosismo. Erika intento tranquilizarla diciendo:

-       Diana, tu hija se ha enterado igual que tú y lo ha asumido mucho más tranquila y con más sosiego, debes de tranquilizarte. Eres una de las pocas personas que conoce este secreto y no solo debes de compartirlo con todos nosotros, tienes también que ayudarnos a encontrar una explicación a todo este embrollo.

-       No si no es por lo que acabo de enterarme por lo que estoy nerviosa, - dijo Diana algo más tranquila a la vez que se sentaba y con voz baja, como trasmitiendo un secreto dijo: - es que yo se algo que quizás vosotros no sabéis. Veréis, una noche hace ya varios años, cuando Juan se acostó, mi prima Manuela estaba llorando y creí que había tenido alguna disputa con su marido, y cuando la pregunte que le pasaba, ella se confió a mí haciéndome prometer que no diría nada de esto a nadie. Pero creo que ahora si lo debéis de saber vosotros, y actuar en consecuencia. Efectivamente Manuela había tenido una discusión con su esposo, pues ella quería contarle a su hija un secreto, pero Juan se lo prohibió totalmente, y para desahogarse me lo contó a mí. Veréis, resulta que, como bien sabe Juani, Juan y Manuela eran los predecesores de Bernardo y Petra y que se fueron de esta casa cuando ella quedo embarazada. Ese embarazo, la posterior compra de la panadería y el interés que el difunto D. Jaime tenía en conocer al detalle como evolucionaba el embarazo de Manuela, dio que hablar mucho en el pueblo, pues parece ser que las malas lenguas incluso llegaron a decir que el hijo que esperaba era de D. Jaime. Ahora me doy cuenta de que lo que me conto mi prima, y ahora encajan muchas de las cosas que a las dos nos tenía preocupadas.

-       Joder, pero que te conto. – apremio Erika – Hasta ahora no has contado nada que tenga que ver con lo que Jaime ha contado, a no ser que fuese cierto que el embarazo fue cosa de su abuelo.

-       No exactamente, pero sí de alguna manera. – Diana suspiro y de nuevo en tono confidencial continuo – Resulta que Juan y Manuela no tenían hijos y su enorme confianza con Jaime les hizo que le contasen sus preocupaciones, y él, al parecer un hombre extraordinario, los acompaño a Madrid a ver uno de los más prestigiosos ginecólogos de la época. Ese doctor les informo que el problema era de Juan, que su esperma era estéril y que la única posibilidad de tener un hijo era inseminando a Manuela. En el viaje de vuelta, fue el propio Juan el que le pidió a D. Jaime que el fuese el donante, y pese a que en un principio se negó rotundamente, pasados unos días accedió. Unos meses después, y tras quedar Manuela embarazada les dijo que el hijo que tendrían con su semen, sería un tanto especial, más inteligente que los demás, que no tendría enfermedades y que sería inmensamente bello. Tanto Manuela como Juan, agradecieron a su jefe y amigo la donación, pero se sintieron algo cohibidos y asustados por lo que les conto, pues a pesar de que lo que les había pronosticado parecía una verdadera muestra de orgullo y vanidad, también les constaba la belleza, inteligencia y salud de su hija Josefina, la de la madre de esta y las del propio D. Jaime, por lo que algo de lo que les conto parecía no ser tan descabellado. Realmente Bárbara jamás ha estado enferma, nunca, ni siquiera un catarro, es realmente guapa y también muy lista, por lo que Manuela creía ciegamente que su hija era algo especial. Yo no obstante la tranquilice, pues al igual que su hija, la mía, Clo, nunca ha estado enferma, es tan guapa o más que su prima y es también muy inteligente y con una memoria asombrosa, y le dije que quizás no era herencia del padre biológico, sino de nuestra propia familia. Eso sí, nosotras de pequeñas si estuvimos enfermas muchas veces y somos mucho menos inteligentes que las niñas, pero lo achacábamos a que son otros tiempos.

-       Entonces, ¿Bárbara es hermana biológica de Aurelia? – pregunto Juani que era ahora la que estaba realmente asombrada – Pues nunca me lo habría podido imaginar, son muy diferentes, una rubia, la otra morena, aunque como descaradas si son muy similares. Pero a mi Jaime nunca me dijo nada.

-       Parece ser que tu difunto esposo les hizo prometer que no se lo contarían a nadie, que nadie debería saber quién era su padre biológico. – dijo Diana – Solo les dijo que si ella, por algún motivo se enteraba, que le contasen la verdad, pero solamente si ella se enteraba o bien si tuviesen conocimiento de que alguien más lo supiese.  Ahora ya lo sabéis vosotros, incluso sabemos mucho más que Juan y Manuela, y por supuesto mucho más que la propia Bárbara. Por eso creo que debería de contárselo a Manuela, antes de que Bárbara se pueda enterar por otros, creo que sus padres deben de ser los que se lo digan.

-       Así lo creo yo también, y creo que es lo correcto. – dijo Jaime que a pesar de la noticia mantenía una tranquilidad evidente – Mañana a primera hora iré con Bárbara al pueblo y hablaremos con sus padres. Creo que Diana debería de venir con nosotros y la excusa será la de traer el pan y pasteles. En cuanto a lo que sabemos nosotros cinco, de momento no se lo vamos a decir a nadie y solo lo comentaremos cuando Bárbara esté enterada de todo, y por supuesto siempre que ella este de acuerdo a hablar del tema, pues me temo que le puede impactar bastante la noticia. Por ahora debemos de comportarnos con normalidad y no dejar traslucir nuestro descubrimiento.

-       Joder, no me lo puedo ni imaginar, “con normalidad”, dice que hemos de comportarnos con normalidad . – era Eduardo el que reaccionando finalmente y con una cara de extrañeza enorme decía esas palabras - ¿Cómo coño voy a comportarme con normalidad sabiendo que existe vida extraterrestre? ¿Cómo no voy a mirar con nuevos ojos a Aurelia, a Jaime o a Bárbara? ¿Cómo voy a dormir sabiendo que existen naves espaciales con un potencial bélico de cojones? Hemos de encontrar la nave que custodiaba D. Jaime, pues tengo el presentimiento de que debe de estar en esta finca. ¿Dónde puede guardarse semejante nave?

-       Tranquilo Edu, - le dijo su hermana que lo miraba con ojos guasones – Por fin se van a cumplir tus sueños, vas a ver un OVNI. Tenéis que saber – dijo ahora dirigiéndose a Jaime y a las otras mujeres – que Edu es un fanático de las historias de ciencia ficción, de todos los fenómenos paranormales, un asiduo lector de todos esos temas y un seguidor forofo de los programas de TV sobre todas esas cosas. Quizás sea el que más va a disfrutar con todo lo que está por venir, pues siempre ha defendido la posibilidad de que existían seres en otras galaxias.

-       Creo que deberíamos de dormir y no dejarnos llevar por la imaginación sin tener la completa seguridad de las cosas. – dijo Juani con un tono de voz que denotaba no obstante su preocupación – Vamos a acostarnos todos y mañana ya veremos lo que pasa. Creo que nunca olvidare este día.

Tal como indico Juani, decidieron que deberían de acostarse y así se lo indicaron a las demás, que poco a poco se fueron retirando a sus habitaciones, pero después de que las hijas de Eduardo quisieran saber que pensaba el de todo lo que estaba ocurriendo, al igual que Clo, que tras preguntar a su madre su opinión, decidió que Diana dormiría con ella y hablarían un rato antes de dormirse. Erika en un aparte, le comento a Jaime que le había cedido el dormitorio anejo al suyo a su hermano, y con una naturalidad que le sorprendió, le dijo:

-       No creo que sea prudente que compartamos el baño, no vaya a ser que me entren ganas de comprobar que se siente con un hombre como tú. Iré a dormir con Amor y de paso la vigilo a ella para que no vaya a hacer algún disparate, pues es capaz de colarse en tu dormitorio, eso sí, con “las mejores intenciones”.

-       Buenas noches. - dijo Jaime mirándola asombrado y presa de cierto nerviosismo dijo: – Cerrare la puerta de todas maneras.

La risa de Erika ante sus palabras fue lo último que recordó al acostarse, ya que se durmió profundamente presa de un agotamiento total por los acontecimientos vividos el día de su vuelta a casa.