El soñador. Capítulo 21.-
Se configura la plantilla definitiva de la patrulla secreta.
Capítulo 21
Se configura la plantilla definitiva de la patrulla secreta.
Lunes, día 24 de junio
Se despertaron a las ocho y media, y sin mediar palabra Zacarías volvió a acariciarle la mejilla y besarla con la misma ternura que la noche anterior, luego se levantaron y asearon, salieron a desayunar y a encargar a una agencia de trasporte el trasporte de los utensilios de Zacarías que habían dejado preparados en seis cajas, en las que estaban además de la ropa de invierno, libros, un equipo de música, un ordenador de mesa, una gran tv, y pocas cosas más, ya que el apartamento era alquilado con mobiliario.
Desde la misma cafetería donde desayunaron, Alba llamo al General y le comunico quien era la elegida para la quinta plaza, y él les dijo que en unas horas les confirmaría de si podía ser posible la incorporación de Aurora al grupo. Lo siguiente que hicieron fue ir a la Comisaria, donde Zacarías le presento a su antiguo Comisario a Alba como su nueva compañera y se despidió de él. El comisario que era un hombre de casi sesenta años y un solterón recalcitrante, mirando incrédulo a Alba, comento:
- Lo entiendo Zacarías, lo entiendo. No sé qué destino te han ofrecido, ni a que te vas a dedicar a partir de ahora, pues como me has dicho es algo secreto, pero desde luego no hay comparación entre los que tenías y tu nueva compañera y comprendo que ese nuevo puesto te atraiga lo suficiente como para cambiar de destino. Y sinceramente, si a mí me asignaran una compañera como Alba, yo tampoco dudaría.
Luego despidiéndose de ellos en la puerta de la comisaria, le dijo a Alba:
- Aprecio mucho a ZZZ, por favor cuídamelo y dale mucho cariño. Lo quiero como a un hijo y sé que es como un niño, muy inteligente, pero muy niño, demasiado bueno. – la dio un beso en su mejilla y termino diciéndola – No le hagas daño es vulnerable.
Tras comer en un restaurante típico, iniciaron el regreso a Madrid, y a las siete y media estaban ya en la casa de Alba. Su madre los recibió igual de bien que el día anterior y les indico que si querían podrían salir a cenar los tres, pues si al día siguiente se iban a Málaga, le apetecía cenar con ellos antes de que su hija abandonase de nuevo la vivienda familiar.
Mientras cenaban Alba recibió la llamada del General, y este le dijo que la periodista había aceptado su oferta y que desde ese mismo momento estaba a disposición del grupo. Les dijo que, si al día siguiente viajaban a Nerja se pasasen por Granada y la recogiesen para instalarse con ellos en la casa desde ese mismo día, pues en la actualidad no tenía trabajo ni coche y estaba totalmente disponible. Así quedaron y tras anotar el teléfono móvil de Aurora, quedo que al día siguiente la llamarían para recogerla donde ella les indicase.
Después de cenar volvieron a la casa de Alba, y al llegar mientras su madre se cambiaba de ropa le dijo:
- Aquí si hay habitaciones para que puedas dormir tranquilamente, y no habrá inconveniente que cada uno duerma en su cama.
- Es lo normal, no tienes que darme ninguna explicación. – dijo Zacarías un tanto defraudado – Pero quizás eche de menos tu compañía.
A la hora de acostarse Piedad lo acompaño a una habitación de invitados y le pregunto si necesitaba alguna cosa y cuando salía de la habitación, tras dudar un momento, se volvió y le dijo:
- Quiero darte las gracias, Zacarías.
- ¿Por qué me das las gracias? – pregunto confundido Zacarías - ¿Qué he hecho para merecerlas?
- Me ha dicho mi hija que ayer por primera vez se sintió realmente atraída por un hombre, y que jamás en su vida se había sentido tan respetada. – la mujer puso los ojos en blanco y continuo – Me ha dicho que fue algo extraordinario. Me ha contado lo que te propuso y lo que tú la contestaste. Ojala te enamores de ella, no mejor aún, que la enamores a ella.
- Lo de dormir juntos fue una cosa excepcional y no tiene por qué servir de precedente. – dijo ZZZ – Pero la verdad es que a mí no me importaría repetirlo, ya que para mí fue algo extraordinario sentirla respirar a mi lado, y tu hija no es solo hermosa, es especial y fascinante, pero ante todo somos compañeros y si no hay una relación emocional seria, no debemos mezclar lo personal con lo profesional.
- Pues si esta noche tienes ganas de fiesta, cuenta conmigo. – dijo Piedad guiñándole un ojo – Creo que aún estoy en condiciones de hacer disfrutar a un hombre, y yo no soy compañera tuya.
Zacarías miraba completamente atónito a la madre de Alba, que ciertamente era una mujer esplendida, y que antes de acompañarle hasta la habitación se había cambiado de ropa e iba ahora con una bata corta que dejaba al aire sus perfectamente conservadas piernas, largas y suaves. Ella sonriendo ante el estupor de Zacarías, se dio la vuelta para marcharse, pero la voz de él la hizo esperar, pues estaba diciéndole:
- ¿Y a tu hija no le molestaría que tú y yo …?
- A la que no le molestara en absoluto es a mí. – Piedad soltó una carcajada simpática y sin dejarle terminar la frase, dijo. – Como comprenderás no haría nada, pero por lo menos déjame que me permita decirte lo que me apetece. Me gustaría ver varios castillos de fuegos artificiales contigo. Pero solo soy capaz de decirlo, pues jamás me entrometería ante la posibilidad de que llegues a enamorarte de Alba, y por fin ella sea capaz de comprender que con un buen hombre en su vida puede llegar a ser inmensamente feliz.
Para Zacarías fue una noche de locura, Piedad era una mujer increíble y le había excitado con sus insinuaciones mucho más de lo que ella podría sospechar. Después de muchas vueltas en la cama, por fin se durmió con una sonrisa inmensa en su boca pensando que Piedad era una mujer asombrosa y si en el futuro, dentro de veinticinco años, Alba seguía siendo igual de abierta y simpática que su madre, seria fabuloso tenerla como pareja.
Martes, día 25 de junio de 2.019
A las nueve y media se despertó Zacarías zarandeado suavemente y al abrir los ojos vio que era Alba, que le sonreía amistosamente y que le dijo al verle abrir los ojos:
- Joder ZZZ, ayer hiciste que mi madre perdiese la cabeza, me ha dicho que anoche te tiro descaradamente los tejos, pero que te mostraste imperturbable.
- Perdona, lo siento, es que….
- Qué coño, ni tienes por que sentirlo ni yo tengo nada que perdonarte. – le interrumpió Alba – Me parece cojonudo que la escuchases y no te aprovechases de, como ha dicho ella, “su desmayo emocional”. Dice que vendrá a vernos asiduamente a Nerja, pues parece que le gustas y dice que, si yo no me decido, te volverá a tirar los tejos.
De nuevo Zacarías se sintió inmensamente sorprendido al ver como Alba aceptaba que la noche anterior su madre hubiese coqueteado con él de una forma descarada, y que no solo no le parecía mal, sino que tampoco le parecía mal que en un futuro lo repitiera. Interrumpiendo sus pensamientos, ella le dijo:
- Anda levántate, date una ducha y despéjate, que debes de estar hecho polvo, pues anoche supongo que pasaste un mal rato, o bueno, según se mire. Te espero abajo en la cocina para desayunar y nos vamos en media hora.
Cuando bajo a desayunar, estaban esperándole Alba y Piedad, ambas con una sonrisa en sus bocas, sonrisas maliciosas y cómplices, pero se las notaba a las dos alegres y con una conversación amable e intrascendente, sin mencionar en ningún momento lo que había acontecido la noche anterior. Tras desayunar se despidieron de Piedad y poco después tomaban la Autovía rumbo a Andalucía, y tenían calculado llegar a Granada sobre las dos y media o las tres. En Valdepeñas pararon a repostar y Alba le indico a Zacarías que condujese el hasta Granada, y mientras el conducía llamo por teléfono a Aurora quedando con ella en una gasolinera al lado de la autovía donde la recogerían y comerían los tres juntos.
Cuando llegaron a la circunvalación de Granada, Alba le indico a Zacarías que en la salida de “Recogidas” saliese y que en la rotonda bajo la autopista les esperaba Aurora, con la que había hablado hacia solo unos minutos, y que para reconocerla le había dicho como iba vestida.
Al llegar a la citada gasolinera, Zacarías de nuevo se asombró, pues la joven a la que Alba reconoció como Aurora era una rubia guapísima, con un cuerpo de infarto que lucía en todo su esplendor, pues llevaba un vestido ajustado y muy corto con dibujos como en triangulo en blanco y negro, y a continuación unas largas piernas perfectamente torneadas que terminaban en unas sandalias negras con tacón alto. En cuanto a su cara la fotografía no hacia justicia, pues era bellísima con unos ojos verdes y unos labios que dejaban ver una dentadura blanquísima y perfecta. Y ahora a ninguno de los dos les pareció ni mucho menos tímida, todo lo contrario, pues saludo a los dos con besos en las mejillas y Alba le susurró al oído a Zacarías:
- Es guapísima, madre mía que ejemplar de hembra.
Zacarías la miro con la misma sorpresa que había mirado a Aurora, pues que la propia Alba le comentase su opinión como si de otro hombre se tratase, le había cogido fuera de juego y solo fue capaz de asentir con la cabeza, coincidiendo con Alba en que realmente la tal Aurora estaba buenísima.
Está, haciendo bueno el informe de que era una experta en relaciones públicas, nada más subir al coche empezó a hablar, primero indicándole a Zacarías por donde tenía que ir para llegar a un restaurante en el que dijo se comía muy bien, y de nuevo tomaron la autovía camino de Motril. En cierto momento del viaje, en el que no había parado de hablar, le dijo que tomara un desvió por la antigua carretera de la costa y luego el restaurante donde tenía pensado que comieran.
Durante la comida se enteraron de toda la vida de Aurora, que casi no les dejo hablar a ellos, solo contestar a alguna pregunta que les hacía. Por eso se enteraron que la periodista, a pesar de su juventud, había viajado mucho, sobre todo viajes para tener conocimiento de cosas que habían acontecido en la antigüedad, pues había visitado las pirámides de Egipto, las de México, el Machu Pichu, la gran muralla china, etc. etc. También les conto que no tenía amigos, pues a pesar de su facilidad de comunicación no era muy amiga de sentimentalismos ni de confidencias, que era muy independiente y termino volviendo a sorprender a Zacarías, al decir:
- En cuanto al sexo me apaño bien. Me da igual un tío que una tía, pero que sean bellos y sobre todo aseados, y que no quieran lazos de larga duración, no tengo tiempo yo para esas chorradas. Me desahogo cuando me hace falta si encuentro a una pareja adecuada, y si no la encuentro me consuelo yo sola, soy toda una experta en masturbarme y además me encanta hacerlo. ¿Y vosotros como os apañáis en ese aspecto? ¿Me podéis servir de desahogo si lo necesito?
Mientras Zacarías la miraba con los ojos desorbitados, nuevamente atónito y hasta cierto punto escandalizado por la crudeza de las palabras de Aurora, se dio cuenta de que ese estado de estupefacción iba a ser la pauta en lo sucesivo, pues Alba ni corta ni perezosa le estaba contestando diciendo:
- Conmigo puedes contar, no hay problema, si en un momento tienes necesidad de sexo solo tienes que decírmelo y te presto alguno de mis consoladores. Yo hasta hace dos días creía que el sexo era algo absolutamente prescindible. Igual que tú me apaño perfectamente sola, pero después de conocer a Zacarías, me han entrado las dudas. En cuanto a ZZZ, a pesar de que creo que es un hombre moderno y sin ningún tipo de complejos, no creo que te sirva, pues hace dos noches a mí me rechazo, y anoche sin ir más lejos también a mi madre, que tienes que saber esta de muy buen ver a sus 43 años.
- ¿Es que eres maricón? – le pregunto de sopetón Aurora – Bueno, por mí no hay problema, no me importa en absoluto, respeto a todo el mundo.
- ¡Pero qué dices! – salto como un tigre Zacarías – Ni mucho menos, solo que para estar con una mujer necesito algo más que simple atracción física. Como mínimo me hace falta saber que ella me necesita, que quiere mi cariño y mi ternura sin duda alguna, y no solo por un rato.
- Entonces, estupendo. – dijo sonriendo ampliamente Aurora – Si mi necesidad es muy grande ya sabré convencerte de que necesito tu cariño y tu ternura, y si aun así no soy capaz, siempre me quedara el ofrecimiento de Alba. Es muy estimulante para mí saber que esas necesidades básicas pueden estar cubiertas en cualquier momento.
- ¿Y a este que le pasa? – dijo al darse cuenta de que Zacarías estaba mirándola incrédulo con la cuchara del postre a la altura de su boca sin mover un solo musculo - ¿No decías que era un hombre moderno y sin prejuicios? Parece que esta alucinando.
- No le hagas caso. – dijo riendo Alba – Es demasiado buena persona, pero creo que entre tú y yo lo vamos a espabilar bastante, acabaremos haciendo de él un hombre mundano, totalmente liberal, comprensivo y un amigo perfecto. ¿Qué opinas ZZZ?
- Prefiero asimilar lentamente todo lo que acabáis de decir. – dijo él aún desconcertado – Pero quiero que sepáis que como jefe del grupo mi único objetivo es cumplir con los casos que nos adjudiquen. Lo demás ya se verá en su momento y supongo que en cuanto a ese punto si podré llegar a ser un buen amigo de vosotras, pues yo no quiero compañeros, quiero camaradas, amigos de verdad, en los buenos y en los malos momentos. Además, tenéis que tener en cuenta que serán dos personas más las que formarán parte de nuestro Grupo, y creo que deberíais ser un poco más moderadas en vuestros comentarios tan “liberales”, pues no sabemos cuáles serán las opiniones de ellas al respecto.
- Pues no hay problema, - dijo tranquilamente Aurora – yo las preguntare, si quieren solazarse conmigo, si aceptan, bien, si no que se busquen la vida en sus ratos de ocio. Por cierto, has dicho ellas ¿Quiénes son?
- Si son otras dos mujeres, - contesto Alba sin dejar hablar a ZZZ – Según las fotografías que hemos visto son muy guapas, pero una de ellas por su estatura y su especialización, debe de ser como su nombre, Bárbara, mide 1,83 y es piloto de combate y tiene solo 22 años. La otra es un hacker y tiene 19 años. Espero que podamos llevarnos bien y que colaboren tanto en los casos que nos asignen como en la buena camaradería entre nosotros.
- Entonces no hay problema, con las mujeres es mucho más fácil hablar, me dirán claramente cuáles son sus intenciones, y con respetarnos entre nosotros y nuestras maneras de ser no tiene por qué haber ningún problema, pues como os he contado si es necesario yo sola me apaño.
Zacarías, seguía perplejo y pensaba qué futuro le esperaba si las otras dos mujeres resultaban ser igual que las dos que tenía sentadas en la mesa. Si serian igual de hermosas, si serian igual de abiertas y que actitud debía de tomar el como jefe de aquel grupo, si resultase que habían asignado a su grupo a cuatro mujeres completamente salidas. No volvió a abrir la boca, espero a que Alba como tesorera abonase la cuenta y se guardase el justificante, y mientras las dos hablaban sin parar, ahora de cuáles podrían ser los casos que les asignasen, pues habían cambiado el tema de conversación sin más, se dirigieron al coche y de nuevo emprendieron la marcha tras poner en el GPS la dirección de la casa de Nerja.
A las cinco llegaron a la urbanización donde les dirigió el GPS, entre la carretera nacional y la autovía y desde allí mismo Alba llamo a la agencia, donde les indicaron que en unos minutos les llevarían las llaves y les enseñarían la casa. Mientras esperaban Aurora que seguía hablando sin parar les explico las excelencias del pueblo y de los alrededores, del clima excelente que había allí todo el año, y lo mucho que a ella le gustaba el pueblo y sus pequeñas playas. Pasados unos cinco minutos llego una moto de gran cilindrada con un maletero a cada lado y otro detrás, manejada por una motorista toda vestida de negro y enfundada en un traje de cuero y casco del mismo color. Se bajó de la moto, se quitó el casco a la vez que sacudía su cabeza y su pelo negro y lacio se agito al viento, luego miro a su alrededor y se dirigió a la casa que ellos habían alquilado, por lo que creyeron que era la empleada de la agencia. Zacarías se bajó el primero y dirigiéndose a la muchacha la dijo:
- Nosotros somos los que hemos alquilado la casa, ¿es usted la empleada de la agencia?
- No, yo soy Andrea y supongo que usted debe de ser D. Zacarías Zapata.
- Entonces, tú debes de ser Andrea Maspalomas, pero te pido por favor que me tutees pues a partir de ahora vamos a trabajar juntos. Te voy a presentar a dos de tus compañeras, - dijo ZZZ señalando a Alba y Aurora que también habían bajado del coche y las presento – Andrea, Alba, Aurora.
Se besaron en sus mejillas, y Andrea, tras rebuscar en una de las maletas laterales de su moto saco una camiseta sin mangas y luego bajo la cremallera de su cazadora de motera y se la quitó, comprobando los otros tres que no llevaba nada debajo, mostrando unos hermosísimos pechos con unos pezones que se le habían endurecido al contacto con el aire. Sin dar ninguna importancia a su situación procedió a enfundarse la camiseta, a la vez que decía:
- Joder, pues sí que hace calor aquí en el sur. Cuando salí esta madrugada de Barcelona hacia un frio del carajo.
- ¿Y has venido desde Barcelona en moto? – pregunto asombrada Alba – Hay que tener pelotas para eso y más aún para venir tan rápido.
- He tardado diez horas y media. – dijo sonriendo Andrea – Solo he parado para comer un bocata y un par de veces más para poner gasolina y mear, pero ha sido una gozada.
Zacarías la estaba mirando con enorme curiosidad, pues en ese momento se estaba quitando las botas y a continuación el pantalón de cuero, quedándose solamente con unas minúsculas braguitas, y de esa guisa dándoles la espalda revolvió de nuevo en su maletín y saco una falda de tela tejana que se puso en un santiamén, pero era tan corta que prácticamente se quedó igual que estaba. Era al igual que las otras dos, una verdadera belleza, además tenía una sonrisa provocadora y sensual, con ojos grises claros que le daban un aspecto de felino, nariz ligeramente respingona pero graciosa, y una boca sensual que invitaba a ser besada. Se dio entonces cuenta de que tanto Alba como Aurora la estaban mirando igual de embobadas que él, y es que Andrea era monísima y también muy joven, pues según recordó tenía solo diecinueve años.
No habían acabado ahí sus sobresaltos, pues en ese momento aparco justo delante de su todoterreno un utilitario del que se bajó una muchacha rubia, con toda la pinta de ser extranjera, y dirigiéndose a ellos les pregunto con un acento ligeramente extranjero:
- ¿Alba Arriaga?
- Soy yo, - dijo la aludida – supongo que serás la empleada de la agencia a la que mi empresa ha alquilado la casa.
- ¿Alquilado? ¿Empleada de la agencia? – pregunto con cierto desconcierto la muchacha – La casa fue comprada por la empresa “Belleza Natural”, fue pagada al contado y se firmaron todos los documentos ante un Notario de Madrid. Yo tengo copia de todo pues soy empleada de esa empresa. No de ninguna agencia.
- Coño, esto no me lo esperaba. – dijo Alba – Pues entonces enséñanos la casa y explícanos donde está todo.
La muchacha mirándolos con cierto recelo abrió la cancela de la casa que estaba rodeada de un alto seto y luego tras abrir la puerta principal y teclear la clave de seguridad entro en la casa, tras lo cual le entrego el manojo de llaves a Alba y un papel con la clave de seguridad de la alarma, mientras les enseñaba dónde estaba la cocina, el salón con chimenea, un baño completo y una salita de estar, le explico a Alba como podían cambiar la clave de acceso y luego les fue comentando que todo el mobiliario que había también había sido incluido en el precio, por lo que todo era propiedad de la empresa. Les enseño la última de las habitaciones de la planta baja, tan grande o más que el salón y les manifestó que la semana anterior habían terminado de colocar todos los enchufes que habían solicitado para esa pieza de la casa. Después subieron a la planta superior y les enseño los seis dormitorios con su respectivo baño individual cada uno. Por fin les enseño la cochera en semisótano donde cabían tres o cuatro coches, el jardín que rodeaba la casa y la piscina que había en la parte posterior, terminando su explicación diciendo:
- Como verán la piscina está completamente aislada de la vista de cualquier persona ajena a esta finca. A partir de mañana vendrán mis hermanas a limpiar y ordenar la casa, y en principio si ustedes no dicen lo contrario de diez a dos todos los días, un par de veces al mes de una empresa de mantenimiento vendrán para la limpieza de la piscina y arreglar los setos y el césped. Como tienen mi teléfono, para cualquier cosa que necesiten, electricistas, fontaneros o cualquier otra, no duden en llamarme.
- ¿Dónde podemos comprar la comida y los artículos de aseo? – pregunto Andrea - ¿Hay algún supermercado cerca?
- Tendrán que coger el coche, esta urbanización está bastante aislada. – le contesto la muchacha – Pero si les hacen una lista a mis hermanas que mañana vendrán a ordenar esto, ellas mismas les traerán todo lo que precisen.
- Pues muchas gracias por todo. – la despidió amablemente Zacarías – Si necesitamos algo la llamaremos.
Se fue la joven y Zacarías decidió que lo primero que debían de hacer es meter los vehículos en la cochera y luego tomar posesión cada uno de uno de los dormitorios, dejándolas elegir a ellas, pues a él le era indiferente. Pronto se dio cuenta de su error, pues las tres eligieron las tres habitaciones que daban al mar y que tenían unas pequeñas terrazas. Desde la casa, que estaba situada en una pequeña colina, las vistas de la costa y el pueblo eran magnificas. Por lo tanto, a él y a la que faltaba por llegar, Bárbara, les correspondería una de las habitaciones que daban a la parte posterior de la casa sobre la piscina. Todos los dormitorios eran amplios y tenían dos camas a excepción de dos los de la parte trasera que solo tenían una pero muy grande, y Zacarías eligió una de estas. Cada uno subió sus cosas a los dormitorios que habían elegido, para ducharse y después reunirse en el salón de la planta baja para empezar a organizarse.
Zacarías, una vez en su dormitorio, se desnudó y estaba a punto de entrar en el baño para meterse en la ducha cuando la puerta de su dormitorio se abrió de repente y entro sin avisar Andrea sin darle tiempo a vestirse, por lo que apresuradamente se cubrió con la camiseta. Ella ya se había quitado la ropa y apareció solo con sus minúsculas braguitas y sonriéndole descaradamente le dijo:
- Perdona que interrumpa de esta forma, pero no tengo ni champú ni gel de baño, ¿me puedes tu prestar?
Sin decir nada, Zacarías saco de su maleta que estaba sobre la cama, las dos cosas que le pedía y un tubo de pasta de dientes que había cogido del último hotel donde había estado de vacaciones, se las alargo con una mano mientras con la otra mantenía la camiseta sobre su vientre y ella se lo agradeció tirándole un beso con la mano, para luego desaparecer igual de fulminantemente como había entrado. Entonces comprobó que la puerta tenía un cerrojo y lo corrió para evitar situaciones similares en lo sucesivo. Por lo visto Andrea era igual de imprevisible que las otras dos y se sentía completamente incapacitado para dirigir a aquel grupo de mujeres, pensando que, con suerte, a lo mejor la cuarta era mucho más normal y tras suspirar profundamente decidió darse una ducha fría.
Cuando bajo al salón aún no habían bajado ninguna de las tres y en ese momento sonó el timbre de la puerta, por lo que salió al jardín y se dirigió a la puerta de la cancela donde se encontró con una muchacha casi tan alta como él, rubia, pelo rizado, ojos grises preciosos, unos labios de un rojo natural y una cara en conjunto bellísima con un pequeño hoyuelo en la barbilla que la daban un aire especial. De no saber que era piloto de caza, habría dicho que era una actriz de cine, pues en cuanto a su cuerpo, este era muy blanco pero de escándalo, perfectamente dibujado bajo una falda corta azul, una blusa rosa trasparente y sin botones atada con un cordón a la altura del cuello y que dejaban a la vista un sujetador a juego, y calzando unos zapatos de un altísimo tacón que hacían que lo sobrepasase en altura. Al comprobar ella que la miraba aturdido, sonriendo le dijo:
- Soy Bárbara, supongo que tú serás Zacarías.
- Por supuesto, pero te esperábamos mañana. Si has venido en coche mételo en la cochera y luego te enseñare tu habitación para que te acomodes.
- No he venido en un taxi, lo pago, cojo mis maletas y ahora mismo vengo.
Solicito Zacarías fue con ella hasta el taxi que estaba aparcado unos metros más allá de la puerta de entrada y la ayudo con dos maletas y varias bolsas, pues con mucho, era de todas las mujeres la que más equipaje traía. Subieron las maletas a uno de los dormitorios que quedaban libres y ella eligió el que tenía dos camas. Zacarías le dijo que ya estaban todos y que se iban a reunir en el salón, que una vez se duchase o arreglase allí la esperarían, pero ella le contesto que no hacía falta, que había llegado la noche anterior y se había alojado en un hotel del pueblo y que estaba recién duchada. Dejo sus maletas sobre una de las camas del dormitorio sin abrir y los dos bajaron a la planta baja.
Bárbara sin decir nada entro en la cocina y empezó a husmear en los armarios y en frigorífico y volviéndose le pregunto:
- ¿No hay nada para beber ni para picar?
- Pues acabamos de llegar y hemos de hacer una provisión tanto de bebidas como de comida. Mañana lo haremos. Vamos al salón a esperar que bajen las otras tres compañeras y te las presentare.
- ¿Las otras? – pregunto de nuevo - ¿Son todas mujeres?
- Pues sí, parece ser que el único varón del grupo soy yo. – dijo ZZZ - ¿Es que no sabías quienes eran tus compañeros?
- No solo conocía que uno era un tal Zacarías y otra una tal Alba. Nada más.
Se sentó en uno de los sillones del salón y cruzo sus largas piernas despreocupadamente, haciendo que su corta falda subiese de tal forma que a ZZZ se le hizo un nudo en el pecho, teniendo que hacer un esfuerzo sobrehumano para apartar sus ojos de aquellas piernas perfectas. Disimulo corriendo las cortinas de la cristalera que daba al jardín y a la piscina y Bárbara al verla dijo emocionada:
- Anda, si tenemos hasta piscina. Luego si no os importa me daré un baño.
- Lo que te plazca. - dijo ZZZ dispuesto a aceptar su sino – Para eso está la piscina, para bañarse, pero una vez que diseñemos la estrategia del grupo.
A los pocos segundos bajaron Alba y Aurora y Zacarías se las presento a Bárbara, y antes de que cesasen los saludos apareció Andrea, que a su vez fue presentada a la rubia. Como al parecer Andrea además de ser la más joven, era también la más desvergonzada, pregunto de sopetón y en tono jocoso, a la escultural rubia cuya piel daba la impresión de no haber recibido jamás la luz del sol:
- Oye, tú debes de ser descendiente de la raza zulú ¿Verdad? Aunque tus rasgos no lo indican el color de tu piel y tu altura si lo dan a entender.
- Pues sí, mi bisabuela era de raza negra, mi abuela mulata, mi madre sin embargo no tiene ningún rasgo físico de esa etnia, pero yo como veras he salido negra como la noche. – dijo de muy buen talante Bárbara rompiendo a reír por el golpe de la joven – No la verdad es que mi madre es Noruega y yo he heredado su piel.
- Pues a mí me pareces guapísima. – dijo Alba – Tienes un algo que enamora nada más verte. Madre mía que pedazo de mujer.
Su exclamación hizo reír a las otras mujeres, pero no así a Zacarías que, visto como miraban Alba y Aurora a la nueva, temió que aquella casa se convirtiese en un manicomio, en el que para su desgracia él debería de ser el loquero, o más bien el que acabaría volviéndose completamente loco.
Las pidió a las cuatro que se sentasen y les explico someramente cuales eran las funciones del grupo que se creaba en aquel mismo momento, les explico lo que sabía de cada una de ellas, que Alba seria la tesorera y a la que tendrían que pasar todos detalle de los gastos. Luego les comunico que de momento no tenían asignado ningún caso, que a partir del jueves estarían pendientes de recibir instrucciones, y que, según las características de ese primer caso, decidirían sobre la marcha cuales iban a ser las funciones de cada uno de ellos de acuerdo a sus características, y que en los casos sucesivos modificarían esas funciones si era preciso. Por fin les dijo que no había ni una simple coca cola en la nevera y que deberían de surtirse al día siguiente. Por iniciativa de Bárbara, decidieron ir a cenar a una terraza de un hotel frente al mar y que al día siguiente ya irían de compras para abastecer el frigorífico y la despensa.
Cenaron en un sitio idílico frente al mar y con unos músicos amenizando la velada, y durante la cena fueron contándose parte de sus vidas, solo Zacarías permaneció en silencio, interviniendo en escasas ocasiones, y escuchando atentamente a las cuatro mujeres, todas bellísimas, todas espectaculares, todas completamente desinhibidas y todas a partir de ese momento iban a ser “sus chicas”. No lamentaba en absoluto no haber tenido el revolcón con Alba, al contrario, pues le parecía una mujer perfecta, con la que en las últimas horas había soñado poder llegar a intimar e intentar rehacer su vida sentimental. Pero ahora no solo estaba Alba, ahora estaban tres mujeres más que le quitaban el habla y que por lo menos una de ellas, Aurora, ya había manifestado la intención de liarse con él en algún momento, incluso había apuntado la posibilidad de liarse también con Alba, cosa que no le hacía ni puñetera gracia, y se preguntó si podrían ser celos. Y luego estaban Andrea, que ya se había colado en su dormitorio prácticamente en pelotas y sin llamar a la puerta, y por fin Bárbara, y aunque esta última le parecía algo inalcanzable para él, también le pareció en cierto momento que le retaba, sobre todo cuando cruzo sus piernas en el salón de forma hartamente descarada.
Cuando volvieron a la casa, las cuatro mujeres dijeron que iban a confeccionar la lista de las compras que tenían que realizar al día siguiente y Zacarías decidió acostarse. En la cama empezó a pensar que pasaría a partir de ese momento y aunque hizo todo lo posible por dormirse, no podía conciliar el sueño, le asaltaba la escena de dos noches atrás, habría deseado que Alba apareciese en su habitación para dormir con él y sentir su tibieza y su respiración. Hacía calor y había dejado la ventana entreabierta y en un momento oyó murmullos en el jardín, se levantó y abrió la ventana con sigilo y miro hacia abajo, y comprobó que Bárbara se estaba bañando, pero en pelota picada. Sin poder evitarlo se quedó mirando aquel maravilloso espectáculo y de pronto ella levanto la cabeza y lo vio, pero sin inmutarse por su desnudez, dijo en voz alta:
- Zacarías, no sabes lo que te pierdes, el agua de la piscina esta espectacular.
El bastante azorado la dio las buenas noches y dijo que iba a intentar dormir, entorno de nuevo la ventana y se acostó sobre la cama boca arriba completamente excitado, y haciendo un verdadero esfuerzo por no bajar a bañarse con la hispano-noruega. Al final, tras una ducha de agua fría, pudo conciliar el sueño